Capítulo 2: Cónclave (Primera parte)

Molly Weasley podría tener muchos defectos: Ella es marimandona, intimidante, metomentodo, de costumbres anticuadas sobre el sexo prematrimonial, (aunque ella hubiese violado esa norma no menos de un millón de veces), de cólera fácil, maldición rápida. ¡Y con una precisión letal cuando lanzaba el cucharon de cocinar cuando alguien desobedecía sus ordenes…! Pero lo que ella no era, es de ser insensible al sentimiento de familia.

Apenas ella tuvo constancia de que tanto Harry, Ginny, Hermione y Ron con sus respectivos vástagos no se presentaban en la madriguera el día de navidad a la hora habitual, se puso manos a la obra para recordarles sus obligaciones para con la familia en esta fecha. Cuando el patronus de Ginny la explicó con voz entrecortada en el intento de evitar los sollozos, lo ocurrido y que no se tenían noticias de los dos aurores desde hacía más de 14 horas, George se desapareció en el mismo momento que escucho el patronus de Ginny sin más explicaciones, mientras Molly, superadas las conmociones iniciales por las noticias y la inesperada desaparición del gemelo superviviente, ella organizó a lo que desde aquel momento se llamó, "El equipo Weasley de respuesta" o como George lo denominó con sorna cuando pasado un tiempo se enteró: "Mueve tu pálido culo Weasley o la varita de mama lo hará por ti."

Percy y Arthur salieron disparados hacia el ministerio usando la red Flu de la madriguera. Se envió un patronus a Bill, Fleur y Audrey. Y Charlie, que se encontraba disfrutando de las vacaciones de navidad fue comisionado para traer a la casa familiar a su hermana pequeña, Hermione, los padres de esta última y a los hijos de todos. Aunque no se dijo explícitamente. La casa familiar de los Weasley se convirtió en el cuartel general durante la crisis.

La primera en llegar fue Fleur, que llegó a la madriguera visiblemente preocupada y acompañada de sus dos hijas. Aunque había confirmado que Bill estaba bien, los duendes habían cerrado Gringotts a cal y canto y mantenían retenidos a todos los empleados. En especial a los especialistas en hechizos defensivos, rompe-maldiciones. También se sabía, que los duendes habían contratado tantos troles de seguridad y mercenarios como hubiesen podido.

La chimenea volvió a iluminarse en verde cuando Aparecieron Ginny con sus dos hijos y poco segundos después la siguió Charlie con cara de pocos amigos.

La pelirroja comentarista deportiva de El Profeta, mantenía la entereza de la mujer del auror que ha tenido que salir en cumplimiento del deber demasiadas veces. La fachada de aparente imperturbabilidad, destinada sobre todo a mantener tranquilos a sus hijos, no lograba engañar la mirada aguda de las otras mujeres, que percibían la noche en vela y llanto silencioso en sus (her) ojeras y ojos enrojecidos por el llanto.

El aspecto de Charlie era otro cantar bien distinto.

Con el ceño fruncido y moviendo la cabeza en negación, su aspecto era el de haber estado discutiendo con una dragona particularmente testaruda y que en algún momento le hizo moverse particularmente deprisa cuando ella le lanzó una llamarada para mostrar que no estaba dispuesta a ceder ni un centímetro en su decisión por muy rudo y experimentado cuidador de dragones que Charlie fuese y, a juzgar por el asqueroso moco que lucía en su solapa, era muy probable de que él hubiese continuado insistiendo ignorante a las advertencias o no se hubiese movido lo suficientemente rápido.

—¡A mí no me mires, mama! —dijo cuando la matriarca Weasley le dirigió una mirada inquisitorial preguntando sin palabras porque Hermione y su otra nieta no se encontraban en la madriguera en ese preciso momento—. ¡Ella estaba completamente loca! Y por cierto… —Charlie se volvió hacia su hermana pequeña mirándola intensamente con el ceño fruncido—. Tú y yo vamos a tener unas palabritas sobre tu dramática necesidad de enseñar tu hechizo moco-murciélago a todas las mis cuñadas cuando todo esto termine. —Él la señaló con su varita antes de volver a mirar a su madre—. Hermione no hacía más que insistir en que estaba pasando algo muy raro y que no se movería de casa hasta que alguien le diese noticias de Ron. —Charlie puso una cara desagradable y volvió a darle una mirada peligrosa a Ginny, cuando se dio cuenta del moco colgante que oscilaba en su solapa y mientras buscaba un trapo con el que limpiarse, volvió a encararse con su madre—. Ella insistió en que era muy extraño que tras una llamada general a los aurores, no hubiese ni una sola noticia ni en el profeta ni en la conexión inalámbrica. Tampoco en los periódicos muggles o en esa cosa cuadrada que tiene muñequitos moviéndose en el interior. —Charlie arrojó el trapo manchado a la cesta de la colada—. Hermione dijo que después de todos esos no-indicios, ella mandó un patronus a Kingsley, invocando por primera vez su estatus de heroína de guerra, y que ni siquiera ha recibido contestación aún. A juzgar por su aspecto, juraría que ella está pensando en aparecerse personalmente en el ministerio y volar una a una todas y cada una de las puertas cerradas que se interpongan entre ella y el ministro —Terminó simulando teatralmente una explosión con ambos brazos—. Creo que lo único que ha impedido que lo haga hasta este momento es que no sabe qué hacer con o no quiere separarse de la pequeña Rose. Pero en algún momento sumará dos y dos y llamará a alguien de la familia o se presentara aquí por ella misma.

Otro rugido y la llamarada verde característica fueron los que llamaron la atención de Molly que se encontró con su hijo Percy saliendo del hogar.

—¡Percy! Gracias a Merlín…" Su diatriba se interrumpió cuando el tercero de los vástagos de la Sra. Weasley se dirigió a ella con el aspecto de haber sido atropellado por el expreso de Hogwarts.

—Mama. Escúchame un momento porque no tengo mucho tiempo y tengo que volver al ministerio enseguida...

—¡Tonterías, hijo! ¿Cómo va el ministerio a retenerte allí el día de navidad? ¿Y porque vuelves tan desaliñado? ¿Acaso tuvisteis unas copas en tu departamento? Creo que tu padre y yo te enseñamos mejor, por cierto ¿Donde está pa...?"

—¡Mama! —Percival IgnatiusWeasley, que no había alzado la voz frente a su madre en la vida, la interrumpió de un grito mientras tomaba sus manos y la miraba intensamente a los ojos—. Audrey ha recibido instrucciones de no abandonar su puesto en San Mungo y papá está en el ministerio reunido con el ministro. Al principio ni siquiera nos dejaron pasar del gran recibidor. Pero en el momento que lo identificaron a él, y a mí como secretario del ministerio, nos hicieron llevar a una sala privada. —Viendo la cara de puro pánico que su madre empezaba tener en el rostro, se apresuró a decir: —Papá está bien. No te preocupes por él —dijo mientras acariciaba sus manos con sus pulgares—. En cuanto llegamos a la sala, Kings… El Ministro, salió a recibirlo y lo llevo a su despacho. A mí me dejaron allí esperando, pero no fue por mucho tiempo, mama. —Con alivio, notó como el rostro de su madre se relajaba al conocer que su esposo se encontraba bien—. Al poco salió papá, luciendo preocupado como el demonio y me dijo que no le esperásemos en casa, que tenía cosas urgentes que atender en el ministerio. Yo estaba a punto de volver cuando el propio ministro salió de su despacho y me dijo que yo también debía de quedarme. Sólo que papa le pidió que me permitiese volver para no alarmar a la familia, teniendo en cuanta que ya, tanto Ron como Harry estaban desparecidos. El ministro accedió, mama. Sólo con la condición de que no debía decir ni una palabra de esto a nadie. Es incluso posible que yo ya esté hablando demasiado—. Percy, le dio una mirada a Fleur con la clara indicación de que dicha instrucción también le afectaba a ella.

—Merlín, Percy. ¿Qué está pasando ahí fuera? —Molly casi gimió cuando su hijo le beso la mejilla antes de él volver a la chimenea tras tomar un puñado de polvos Flu del tarro instalado justo al lado.

—¿La verdad, mama? No tengo ni idea. ¡Ministerio de Magia! —Fue lo último que Molly Weasley escuchó justo antes de que Percy se desvaneciese entre las llamas verdes.

Sin tiempo para que la matriarca Weasley se recompusiese y mascullando en francés lo que a todas luces parecía ser una incalificable cadena de insultos y procacidades, un torbellino rubio atravesó la sala de estar mientras recogía al vuelo su abrigo y se movía como una centella hacia la concurrida chimenea.

—Voy a buscarla —dice Fleur que con su determinación, está irradiando en ese momento y de manera inconsciente, tanto poder mágico y encantamiento Veela, que resulta tan abrumador para los presentes que los deja noqueados —. Y ni una palabra más hasta que ambas nos encontremos aquí. Aunque entiendo que tengáis la tentación de protegerla, ella también es parte de la familia y después de haber superado todo lo que ella ha hecho, pase lo que pase, ella tiene derecho a saber.

Con la gracia innata de su herencia y con una elegante sucesión de movimientos que parecieron puro ballet, Fleur se cubrió con su abrigo al tiempo que arrojaba un puñado de polvos y desaparecía de un fogonazo.

Saliendo de la estupefacción causada por el poder desatado de su cuñada mestiza, Charlie estalla en una carcajada al tiempo que sus ojos alternan entre su madre y su hermana pequeña.

—"A ver que me quede claro… ¿Cual de vosotras, mujeres, dijo que ella no era lo suficientemente buena para ser una Weasley?