Habrían pasado como dos semanas desde que Lucy salió del pueblo en que sufrió aquella vejación. Pero no era tiempo para estar recordando desventuras ya que la misión de este viaje era llegar a Magnolia y entrar en Fairy Tail. A pesar del espectáculo denigrante consiguió de los bolsillos del alcalde de aquel pueblo dos millones de jewels lo cual hacía que el dinero fuera una preocupación menos.

Eran las dos de la tarde y nuestra rubia se encontraba en plena zona campestre sin nada que llevarse a la boca y sin ver una casa en kilómetro a la redonda. En ese momento en el que uno se desmaya por no tener energía, ella pudo divisar unas infraestructuras de maderas del cual se rellenaban con unos serie de puntos. Se trataba de una granja pero el hambre era tan grande que hacía que la realidad se distorcionase lo cual hizo que cerrara los ojos y cayera al suelo.

Abrió los ojos y lo primero que vio fue el rostro de un hombre de mediana edad con pelo negro y con ligera barba que llevaba un sombrero de paja mientras estaba tendida en el suelo con un poco de hierba en la cara.

- ¿Está bien señorita? -preguntó el señor con preocupación.

- ¿Qué ha ocurrido? -preguntó Lucy un poco confusa tras el desmayo.

- Nada, simplemente te has desmayado y te he traído aquí para ayudarte, suerte que estaba por aquí cerca. ¿Cuánto tiempo llevas sin comer?

Lucy escupió un poco de tierra y hierba que tenía en la boca para poder contestar.

- Creo que desde ayer... sobre las tres de la tarde -decía ella mientras se ponía el dedo índice izquierdo en el mentón.

- Pues esa no son hábitos, con razón te has desmayado, ahora come un poco de esto -el señor cogió detrás de su espalda un queso extraño de forma cónica y con un cuchillo grande cortó un buen un trozo que se lo dio a Lucy.

En ese instante en el que el hombre se lo ofreció, Lucy levantó las espaldas para comérselo. Cuando se lo metió en la boca degustó aquel queso. Para Lucy su sabor era suave con una textura cremosa, nunca había probado un queso así .

- Huuummm ¡Qué rico está este queso! ¿Por qué no se encuentra por otro sitio?

- Porque es una especialidad mía que no se ha patentado en ningún lugar. El hecho de tener una granja en medio de la intemperie me hace que para sustentar a mí familia tenga que inventarme nuevas formas de comida -ríe el señor.

- ¿Le ha puesto algún nombre? -preguntó Lucy por curiosidad.

- Si. Queso Tetilla.

Lucy se quedó sorprendida con el nombre.

- ¿No cree que ese nombre no es un poco inadecuado?

- ¡Que va! ¡Por su forma hace que sea lógica su denominación! -decía el granjero mientras comparaba el queso con los pechos de Lucy.

- ¡Oye se puede saber que está haciendo! -decía Lucy cuando se daba cuenta del gesto lascivo del granjero haciendo que se tapara los senos con el antebrazo.

El granjero río por la reacción de la chica, tras hacer la pausa se fijó en su cinturón concretamente en su kit de llaves.

- Una pregunta ¿eres maga de espíritus de celestiales?

- Si, aunque soy una novata pero sí ¿por qué lo pregunta?

- Verás, hace unos meses encontré mientras pastaba a las ovejas, una llave dorada no sabía lo que era así que llamé a un amigo mío que es mago para enseñársela y me dijo que se trataba de una llave de un espíritu celestial del zodiaco elíptico, concretamente de Tauro. Como no me interesa, me aconsejó que lo mejor era dársela a un mago especializada en dicha magia. Así que te la regalo.

- Muchísimas gracias -dijo Lucy con una sonrisa

- Pero a cambio de una cosa -esta frase dejó a Lucy patidifusa ya que con su último trabajo no quería morirse otra vez de vergüenza.

- Dígame, por favor ¿que quiere? -dijo ella temblando.

- Pues nada, simplemente quiero que me ayudes con las labores de la granja por un rato y después te daré la llave a cambio -cuando dijo eso Lucy suspiró- Necesito al menos algo de mano de ayuda para ciertas tareas. Pero es hora de comer, yo te invito mi mujer hace un pastel de carne exquisito.

- Gracias.

Llegó la hora de la comida y más que un contexto hospitalario fue un contexto hostil. La esposa ponía cara de mosqueado a su marido el granjero. Lucy intuyó que no le hizo ninguna gracia esta inoportuna invitación.

La señora sirvió la comida seria sin mirar a nadie, mientras que sus hijos un niño y una niña de un año de diferencia entre ellos mostraban una cara como miedo al ver a su madre enfadada de aquella manera, estaba callada pero su enfado interno era tan grande que si eclosionaban al exterior podría haber hecho temblar los cimientos de la casa. Su enfado se notaba al ver que su pelo negro estaba en consecuencia de tirarse los pelos para intentarse controlar.

La comida duró una hora y para el gusto de Lucy no estaba nada mal, comieron pollo guisado con verduras del cual estaba cocinado en su punto. Ya al terminar el acto, la señorita Heartfilia decidió un poco a salir coger un poco el aire mientras hacía la digestión. Era un día estupendo, practicamente estaba despejado con alguna nube suelta y con brisa a lo que provocaba que Lucy se quitara el pelo de la cara. El tiempo pasaba y pasaba hasta que le dio por tumabarse en la hierba pero en ese mismo instante apareció el granjero.

- Es hora de trabajar -al gesticular esas palabras Lucy dio un ligero resoplido como prueba de su desgana- pero antes te aconsejaría que te cambiaras. En el cobertizo hay un mono, podrías probártelo a ver como te queda.

Y efectivamente se lo probó, el mono era de color marrón y le quedaba más o menos bien pero por la parte de los pechos se le marcaban demasiado pero ya se sabía de antemano que no había solución para ello.

El primer trabajo que realizó Lucy con el granjero fue ordeñar vacas durante veinte minutos, había conguido llenar cinco cubos por el momento. En ese momento apareció el hijo varón a hablar con su padre.

- Papá, Mamá dice que la vuelvas a engañar con esta señorita dice que te larga de casa -afirmó el niño.

- Pues dile a tu madre que si no fuese tan estrecha no lo haría -contestó el señor y el niño sin más se fue.

Lucy se quedó perpleja con el comentario del padre pero decidió no decir nada y el crío se fue sin más.

En ese momento se volvió al trabajo, y llenaron veinte cubos más, tras ello continuaron con pintar una valla y darle de comer a las gallinas. Al terminar Lucy terminó agotada. Tras eso el granjero se le acercó y abrió su bolsillo.

-Ten aquí tienes tu recompensa -dijo el granjero mostrándole una llave una llave dorada con el símbolo de Tauro-.

-Gracias -contestó Lucy-.

En ese momento la chica se fue a duchar con el permiso del señor y luego salió al exterior por la zona del corral de las vacas para hacer el contrato del espíritu celestial. Lo invocó y lo primero que vio fue un toro musculado bípedo.

El toro empezó a mirar a la chica de arriba a abajo por lo que le estaba poniendo nerviosa. El toro volvió a su posición normal.

- ¿Nombre, por favor? -preguntó el ser.

- Lucy -contestó ella.

- ¿Así que tu nombre es Lucy? ¡Pues vaya cuerpazo tienes! -dijo el toro haciendo unos gestos que aparenta estar en celo.

- No puedo creer que la puerta de Tauro sea un pervertido -decía ella indignada- ¿Qué debo hacer con el contrato?

- ¡No dudes! ¡Si me contratas protegeré tu cuerpo!

- ¿Lo prometes? -dijo ella con miedo.

- ¡Lo prometo!

- Vale... con la condición de que no estés a menos de dos metros de mí ¿vale?

- ¡Por supuesto!

Y en ese momento Lucy hizo volver al espíritu a su mundo. Por un lado estaba feliz y por otro preocupaba por lo salido que era ya que por eso no pudo preguntarle su habilidad. Tras ello cogió su equipaje y emprendió la marcha para Magnolia.