Mientras corría sin parar tras haberle dado su merecido al oráculo pervertido. Sin pensarlo llegó al pueblo más cercano. La primera imagen que vio fue la de la plaza del pueblo estaban todos sus habitantes reunidos.
- ¡Necesitamos a alguien que gobierne esta asamblea, desde que echamos al alcalde no hemos ido a ningún! -decía uno de los que estaban en a reunión.
- Lo sabemos ¿pero quién es la persona más capacitada? -preguntó una mujer frustrada.
- Disculpe ¿qué ocurre aquí? -preguntó Lucy con educación.
Nada más expresar la primera palabra Lucy, todo el mundo se quedó fijamente en ella. Estaba asustada.
- Vale creo que tenemos a la presidenta de la asamblea ya elegida -decía una señora mayor.
Ya a las tres de la tarde, tras unas elecciones improvisadas un tanto cochambrosas donde las urnas eran de cartón y las papeletas de folio reciclado, sin apenas explicación, Lucy Heartfilia salió como presidenta de la asamblea del pueblo, aunque los hombres mayores tuvieron dos razones para votarla, si es que alguien que sepa de metáforas entiende lo que escribo.
Nada más completado el escrutinio, Lucy se llevó las manos a la cara preguntándose de por qué le ocurrían esta cosas. Y es que nada de plantearse ella solo la cuestión, apreció un hombre de la nada diciéndole:
- Mañana empezará la sesión a las ocho y media de la mañana, y si te preguntas por qué te elegimos es porque no nos ponemos de acuerdo aquí y por tus domingas -este comentario provocó ganas de llorar a Lucy.
Ya al al día siguiente a esa misma hora, llegó la asamblea y la rubia era la única vestida decentemente mientras que los pueblerinos del lugar parecía que se le habían pegado las sábanas, los hombres estaban en pijama y las mujeres en camisón. El contraste entre una chica de clase dominante y una muchedumbre de clase subalterna era diáfano si aplicamos la dialéctica marxista. Pero claro este es Fairy Tail, osea ficción no la "Historia" con letra mayúscula, la real, la que vivimos.
Pero volviendo al asunto en el que estaba sumergida nuestra rubia protagonista. Se encontraba ante un contexto de inexperiencia total por lo que se vio obligada a recurrir a la improvisación:
- Querida gente... eh... hoy estamos reunidos... para... debatir... las cuestiones que... afectan... a este pueblo -dijo ella dubitativa.
- ¡Tú, Menocchio! ¿¡Cuando me vas a devolver los quinientos jewels que te presté, sinvergüenza!? -dijo un señor señalando con el dedo al de el otro lado de la plaza.
- ¡Cuando me arregles el corral, caradura! -contestó Menocchio con la misma virulencia con la que actuó al interlocutor de la pregunta.
- ¡Yo no te roto nada!
- ¡No me mientas que el otro día vi borracho y arrancaste la puerta del corral de cuajo! ¡Por tu gracia he perdido quince gallinas!
- ¡Mientes!
- ¡Mientes tú, cabrón!
Y la violencia pasó de ser verbal a física, en ese instante las esposas de ambos hombres los separaron del uno del otro para que no se produjera esa escena lamentable.
Lucy ante el esperpento se estaba dando cuenta de que este sitio era un pueblo bastante conflictivo y que no estaba preparada para el cargo.
- Termina la sesión por hoy -dijo ella con nerviosismo- Mejor dimito - al gesticular esas palabras, así sin más, cogió todo su equipaje y salió del pueblo como alma que lleva el diablo como mucho de los sitios en los que estuvo.
En las afueras del pueblo, sobre una colina cercana, se paró para descansar mientras jadeaba de una manera desorbitada. Al lado de ella sobre una roca grande llena de musgo había un hombre que tenía la apariencia de un medigo sentado encima.
- Por la dirección que has venido veo que dimitido como presidenta de la asamblea de Idiosona -expresó el hombre- Pues yo soy el alcalde que echaron y la verdad es que no les ha ido muy bien sin mí por que eres la sextagésima-segunda que ocupa el cargo desde hace un año que me echaron. Felicidades eres la menos que ha durado aunque al menos no has robado nada como yo.
