Capítulo 8. La Pitonisa

Llegaba a una ciudad de tamaño medio situada a una hora de Hargeon, no había nada que hacer en ese lugar que se llamaba Jernoir, a lo que Lucy lo denominó "Aburrilandia". Sólo vio un puesto bastante extraño para su conocimiento uno de pitonisa. Y así que entró a probar que era.

Entró en el local y es que confianza no tenía ninguna. El pasillo de entrada era de lo más misterioso. Las paredes estaban cubiertas de telas con todos los colores que componían los colores del arco iris. Lentamente fue entrando hasta que la pitonisa apareció de manera gratuita en la escena, haciendo que Lucy se asustara.

- Bienvenida ¿desea una consulta? ¡Pues estás de suerte, no tengo a nadie en espera! -le decía la señora con una sonrisa un tanto desagradable con los dientes estropeados, con un rostro facial lleno de arrugas y presentándose con una ropa compuesta de harapos.

- V-Vale -asintió Lucy de una manera incómoda.

- ¡Pues siéntese! -ordenaba la señora cogiendo a Lucy por el brazo. La maga celestial novata no rechistó y se sentó por la fuerza.

Ya después de sentarse ella, la vieja se puso a manosear la bola sin ninguna razón que sustentase la acción.

- Dígame algo sobre usted -pedía la pitonisa mientras estaba concentraba en la bola.

- Me llamo Lucy... Tengo 16 años... Quiero ser maga -contestaba Lucy.

- Perfecto, tengo una primera visión, yo que tu cuidaría la ropa cuando la lleve.

- ¿A qué se refiere? Yo siempre llevo ropa, no sé que está insunuando.

- Conocerás a un pelirrosa y a un gato parlante

- ¿Podría decir cosas con más sentido?

- También conocerás a una pelirroja con más talla de pecho que tú.

Ante ese comentario indecente, Lucy se puso el antebrazo debido a la sensación de incomodidad en ese preciso instante.

- Creo que hemos acabado ¿Cuánto es?

- 5000 jewels

- ¿¡QUEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE!? -a Lucy se le salían las cuencas de los ojos.

- Verás es que tengo que cobrar las sesiones caras porque esto es un pueblo de mala muerte y no viene mucha gente por lo que me veo obligado hacerlo.

- Vale -le da el dinero al contado- Por cierto, ¿hay alguna tienda de magia por aquí cerca?

- En este pueblo no, la más cercana por este lugar está en Hargeon.

- Muchas gracias

- De nada

Y Lucy se fue del pueblo en búsqueda de esa tienda de magia en Hargeon, ese momento no se iba a caracterizar por la tienda sino por un encuentro que cambiaría su vida.