Las obras y personajes son propiedad de Akira Toriyama y Lauren Faust
I
1. Otro camino
Hubo una idea.
Un ser capaz de brindar paz y armonía en el universo, moldeando la perspectiva del sujeto de prueba para convertirse en el arma de los dioses. Una forma de vida que detuviera cualquier tipo de conflicto en el planeta, sin importar la disputa o contienda en cuestión, cuantas naciones, imperios o civilizaciones planetarias estallen en una conflagración. Tan solo cumplía con el sólido propósito de salvación, protegiendo millones de vidas en un lugar lejano, un faro de esperanza.
Todo gran proyecto conlleva a pruebas, fracasos, reintentos desesperados. El experimento necesitaba calibrarse correctamente, sin el más mínimo margen de error, ser guiado por el buen camino a la disposición del creador. En este caso, no se podía depender de una súper computadora que diagnosticara una resolución factible, se requería una consciencia siguiendo una tarea de infinitas formas posibles.
Aún con todo el conocimiento de cientos de planetas en lo que abarca en el sistema estelar, estudios planteados por mentes brillantes e infravalorados en sus tiempos, incluso con los componentes en la mano, algo faltaba. Ninguno de los sujetos beta estaba a la altura de las expectativas, no soportaban el duro proceso y eso condenó al responsable en el borde de la locura. Las investigaciones y desarrollos no llevaban a ningún lado, nada era suficiente, implorando a cualquier deidad que lo escuchara en el vasto espacio sideral por un simple empujón.
Y como si alguien realmente escuchara los lamentos llenos de desesperación, algo magnifico sucedió días después. Encontrando no solo a un pequeño abandonado a su suerte, herido de gravedad, algo valioso, una inconmensurable fuente de determinación. El último recurso para hacer de su fantasía real.
Tal cual como toda historia merece ser escuchada, dirigida por el autor guiando al ente hasta el final. Viéndolo de un ángulo diferente, podría interpretarse como un juego de mesa, todos los jugadores maniobrando al personaje a su voluntad para ejecutar el objetivo y llegar al fin.
Sin embargo, los seres vivos se desarrollan por sí solos, sin necesidad de terceros que esperen a que evolucionen a su perspectiva. A pesar de que, al principio, se trataba de un cascaron hueco, la capacidad de pensar y crecer era imposible de detener. Optando por tomar de las cuerdas y operar por sí solo, a su nombre escrito tantas veces.
Donde y quien quiera que sea, el conflicto estaba por todas partes. Simplemente inevitable.
En las afueras de la ciudad de Canterlot, lejos de cualquier medio de civilización, viviendo a gusto en la zona rural oeste cuya mayor ocupación estaba invadida por un herbazal siendo bastante difícil distinguir en la lejanía una pequeña casa rústica de una vieja pareja. Sin mucho que hacer más que atender tareas domesticas, entretenerse con la televisión o en ocasiones como estás, observar el ocaso sentado en una pequeña silla de madera.
Honey admiraba el cielo anaranjado lentamente extinguiéndose por un entorno diurno, la brisa sacudía su cabello canoso anticipando una tormenta durante la noche. Volteó a su izquierda hacía el anticuado granero donde se encontraba su esposo revisando la camioneta averiada de nuevo, suspiro ante los insultos indignantes, habiendo perdido la cuenta de intentos al reparar el vehículo familiar en lugar de contratar un mecánico.
Saliendo del granero, aparentemente Ron White, resaltando manchas de aceite en su overol azul y camisa blanca, se acercó a su esposa rascándose los vellos de la nuca. No sería la primera ni la última vez que esa chatarra se niega a cooperar, y a su edad es comprensible estar harto de puros fracasos.
–Algún día de estos me saldrán ronchas en la cabeza. Esa cosa no enciende –Dijo Ron manteniendo sus frustraciones para sí mismo, sería egoísta hostigar a su mujer con sus problemas.
–Encontraras la forma. Ahora necesitas descansar –Le regaló una afable sonrisa, entregándole un pañuelo. Ron restregó las manos ásperas y las marcas debajo de sus parpados.
Honey y Ron White, una adorable pareja que perduro en esta casa prefabricada, a pesar de sus años mantenían un orden decente. La estabilidad del hogar se mantenía firme, en otros casos se presentan goteras en el techo. Afortunadamente, la perseverancia y costumbre de Ron ante estos problemas lo convirtió en la fuente de ahorros de cualquier plomero y electricista, pero no un excelente mecánico.
Se tenían el uno al otro, con su único hijo fuera del país viviendo en la gran ciudad teniendo fotos para recordar su niñez y desarrollo adolescente. Aún así aquella escases de una criatura merodeando por la casa causando estragos infantiles no podía ser reemplazada ni por el mismo mapache que surge entre las sombras por la basura. Por supuesto, tenían algunos amigos que venían de visita de vez en cuando, no muchos, pero el contacto era esencial.
–¿Crees que debería llamar a...? –Ron se detuvo cuando ventisca sopló con fuerza descomunal, casi haciendo que se tropiece. Sus ojos grises cayeron directamente en el repentino cambio airado en el clima.
Un relámpago fue lo primero que se escuchó, advirtiendo la cercanía de una tormenta cubriendo el cielo con nubes espesas retumbando y compartiendo entre sí los truenos. Ron demandó que su esposa se adentre en la casa, había olvidado cerrar la puerta del granero con candado, no necesitaba que otra falla afecte su camioneta por la lluvia.
En el proceso, admitió que le preocupaba el fuerte clima acechando con vigor. No pudo quitar su punto de vista en las nubes, parecían contaminadas de un verde oscuro y lo más raro es que no caía ni una gota del cielo. Descentrado en lo que se dispuso hacer, mantuvo la cabeza alzada sin perder rastro del fenómeno, captando movimiento continuo uniforme.
De no haber sido por los gritos de su esposa llamándolo desesperadamente, no habría deducido que se acercaba un huracán. Corriendo hacía la casa, Ron pudo sentir como los indomables vientos tomaban fuerza hacía el lado contrario, las nubes se acoplaban en montones. En otro acontecimiento inesperado, empezaron a liberar relámpagos contra la tierra, espantando a cualquier ave que estuviera merodeando por el campo y a Honey.
Las ráfagas de viento adoptaron un movimiento circular, despejando un espacio alrededor del eje revelando un cielo oscuro y vagamente brumoso. La furia de la tormenta amenazaba soltando truenos al campo, quemando pastizales en adición, despegando viento con fuerza implacable afeitando las hojas aun intactas. Ron saltó el escalón de madera, alcanzando los hombros de su esposa con sus brazos delgados, él tenía un rastro de azul en su cara pero suprimió el miedo para alzar la voz.
–¡Entra a la casa! ¡Se están saliendo las cosas de-!
Interrumpido por un violento temblor, sacudiendo todo el campo, tablones de madera, agrietando las ventanas pasando desprevenido ante el único sonido recurrente frente a ellos. Voltearon en cuanto un brillo de luz fue perceptible en el rostro del otro, encontrándose con una columna blanca incesante forzando a bloquear con el antebrazo la vista. El resplandor cubrió todo el área de la abertura propagada desde el cielo, impactando contra el suelo liberando una onda expansiva.
La fuerza descomunal liberada fue suficiente para que la ciudad de Canterlot sufra cortes de comunicación y señal, fallas de electricidad con focos parpadeando o estallando en pequeños fragmentos, incluyendo el mal funcionamiento de varios dispositivos electrónicos. Pero no fue la única afectada, Crystal, Filadelfia, Manhattan, Brooklyn, Queens, su extensión fue detectada en todo el globo terráqueo, principalmente por el continente americano.
En cuanto a la energía desatada empezó a debilitarse, la gente alrededor cuestionó el raro fenómeno transcurrido hace unos momentos y luego de unos minutos en silencio y confusión, todo volvió a la normalidad. Sin embargo, nadie pudo visualizar concretamente donde surgió el acontecimiento previo.
Los White estaban perplejos en shock, sujetándose entre ellos para no caer contra el suelo o golpearse con algo, aún cuando el extraño faro de luz blanca lentamente moderaba el destello desvaneciéndose. La tormenta y el orden forzado de las nubes cesaron al temple sustituyéndola por una brisa, las estrellas volvieron a contemplarse en el plano nocturno, proyectando una atmosfera natural.
Desgraciadamente, tras estos sucesos, era difícil negar la aparición repentina de este comportamiento anómalo.
Atragantando el temor, Ron entró a la casa apresurado hacía su habitación en la planta de arriba, casi torciéndose el tobillo en un traspié por los nervios. En el fondo de su armario amontonado de abrigos, zapatos y botas, se escondía una carabina en íntegro estado. Tan pronto la vio, estiró una mano arrebatando el arma desde la culata, volviendo en premura hacía la puerta.
Honey estaba paralizada, no se movió ni un centímetro del escalón de madera, sus ojos conservaba la mirada donde el rayo de luz emergió. No reaccionó hasta que su esposo salió corriendo entre jadeos, inmediatamente grito por él pero fue ignorada por su terquedad, observando como se perdía hasta el límite visual que le permitía identificar la figura de Ron en la noche.
El anciano no se detuvo por más que su corazón le reclamaba descansar un momento. De igual forma, el trote fue breve, distinguió una salida de humo al borde del cráter formado, no era enorme como aquel resplandor pero si algo profundo. Sosteniendo el arma en brazos, apuntó con pulso estable sin vacilar, afiló su ojo para no perder ningún movimiento. La pantalla de humo reposaba en una figura inerte, sombreando todo el cuerpo.
En cuanto detectó algunos desvelos a través de la neblina, aferró su rifle con tesón. Finalmente cuando el entorno parecía apaciguarse, la tensión empeñada en Ron palideció, su mandíbula cayó ante la vista desfavorable. El rifle casi se le cae de las manos, los ojos parecían mentirles, esperando que fuera el caso decidió aproximarse bajando de a poco en cautela. Su expresión no aflojó, temiendo lo peor estiró su mano luego de dejar el arma a un lado.
–Santa madre cuarta...
No era más que un niño. Horriblemente maltratado. Cuando su mano alcanzó el rostro lívido se encontró con unos ojos lánguidos, también ubicó cortes en la frente, quemaduras rosadas en los pómulos. Por simple temor, no quiso levantar su rostro, parecía muy frágil. Sus dedos pasaron de la frente hasta la pequeña nariz, los ojos de Ron brillaron cuando sintió el aire salir por sus fosas nasales.
En un cambio rápido, colocó el rifle detrás de su espalda con ayuda de la correa. Apoyándose en una rodilla lentamente llevó una mano bajo la cabeza teniendo extremo cuidado de no quebrar el cuello que parecía a punto de tronar, la otra paró debajo las rodillas del pantalón de tela morado. Al levantarse sintió el peso del joven, no sufría problemas de peso pero sentía que estaba cargando pesas en los brazos.
Una vez de pie volvió a examinar al pequeño en sus brazos, ignorando cualquier lesión y moretón, echó una mirada a las simples y deterioradas prendas moradas. Lo que fue una camisa desapareció por completo, dejando simples rastros en su cinturón celeste, exponiendo un cuerpo corpulento, bien trabajado en músculo. Eso lo dejaba con un pantalón con algunas perforaciones quemadas, los pies estaban descalzos ni recibieron menos castigo.
Lo más llamativo era el salvaje y puntiagudo cabello, mechones negros desprendiéndose en varias direcciones. El poco viento que ejercía los sacudía sin romper el desaliñado. Muchas preguntas surgieron -incluyendo el extraño cabello-, Ron aún no tenía palabras para describir la situación ni pretendía hacerlo con el chico en brazos.
Un impulso de determinación lo dominó, volviendo detrás de sus pasos hacía la casa sin desistir en la vida del pequeño. Aun entre jadeos no cedió el trote, impresionante pues con el peso que cargaba motivaba a Ron llegar hasta la entrada.
Honey reconoció a su esposo quien volvía a un paso presuroso, la llamaba pero no pudo entender con certeza lo demás. Los ojos se abrieron al igual que él cuando lo vio, la misma reacción e impresión hacía el joven moribundo. No tuvo que esperar a que le permitiera pasar, inmediatamente abrió la puerta.
–¡Ve a la habitación de Comet y recuéstalo en la cama! –Ordenó señalando las escaleras, Ron no vacilo y subió intrépido las escaleras.
La puerta estaba a un lado adyacente de los escalones, a diferencia del dormitorio de la pareja que estaba al fondo. Pateó sin cuidado el álamo desteñido, no hubo necesidad de ver o recordar la decoración de la habitación de su hijo. Los posters y banderines de equipos de baseball seguían pegados en las paredes alimentándose de polvo, los trofeos escolares mantenían su postura en la cómoda, la cama estaba en el fondo frente a la única ventana que orientaba la luz del sol en las mañanas.
Ron reclinó la cabeza del muchacho bajo la almohada y, procurando no mover un músculo innecesario, apoyó los pies en las mantas. En este instante, Honey subió junto con un botiquín de emergencias, revelando varios rollos de vendas elásticas, algodón y una pequeña botella de alcohol. Lo mejor que tenían para situaciones como esta, del mismo modo cuando trataron los raspones de Comet cuando aprendió andar en bicicleta.
Por orden de Honey, bajo a la planta del comedor por el teléfono de línea para comunicarse con el número de emergencias que disponían. Ella se enfocó en tratar las heridas menores empezando a limpiar la sangre, vendó lo mejor que pudo el torso inferior hasta el abdomen. Buscó reacción de dolor en el rostro del joven, permanecía en un profundo sueño, lo suficiente para ignorar el ardor del alcohol sobre las aberturas quemadas de la piel.
–Ya llamé al doctor Stable, está en camino –Ron volvió frente al marco de la puerta, observando como su esposa enrollaba la venda alrededor de la frente–. Aparentemente, el hospital sufrió fallas de energía, al igual que la ciudad. Están revisando que fue lo que ocurrió.
–Debemos contarle lo que sucedió –Volteó a enfrentar a Ron luego de acabar con la limpieza en el antebrazo derecho. Se puso de pie para examinar el trabajo, aun tenía equipo para cubrir las heridas pero, a diferencia de hace unos momentos, no estaba impregnado en sangre. Las vendas cubrían parte del torso, brazos, frente, conteniendo salida de nuevos cortes–. ¿No llevaba nada consigo?
–Nada que hubiera a simple vista. No había nadie más con él –Respondió acercándose hacía Honey, miró al chico con detenimiento, observando como dormía plácidamente sin ninguna expresión de aflicción, apenas se distinguía el cambio de volumen de pulmones al respirar.
–El brazo izquierdo esta roto, la perdida se sangre fue mayor que las otras –Honey se fregó los dedos manchados en una pequeña toalla húmeda–. ¿Quién pudo hacerle esto?
–¿O qué? Precisamente –Confundida, Ron recibió una ceja arqueada. Procedió a levantar dos palmas abiertas a los lados delante de su cara–. Aliens.
–No empieces...
–¡Es una sugerencia! –Se defendió, resistiendo el impulso de reír. Recomponiendo el gesto anterior, posó una mano en la espalda de su esposa en un intento de apaciguar su inquietud–. Dejémoslo descansar, claramente pasó por un mal trato. Es lo mejor por ahora.
Honey asintió con una triste sonrisa siguiendo a su esposo bajando las escaleras, sin antes revisar al muchacho recostado. A simple vista parecía tan vulnerable, resultaba lamentable tan solo verlo vendado sin que nadie este cuidándolo durante la espera hasta que despierte. Por simple temor, no quiso seguir viendo y bajo las escaleras. Ron ya estaba calentando la tetera para el té, Honey solo se limitó a sentarse en la pequeña mesa cerca de la barra que la separaba de la cocina.
≫ ──────── ≪•◦ ❈ ◦•≫ ──────── ≪
La consciencia de la mente prevaleciendo en suspenso, un mundo cognitivo donde la materia y la realidad emergen en base a la imaginación del sujeto. Un extenso vacío oscuro sin fronteras, sin objetos mas allá del campo visual, no había margen de profundidad bajo sus pies invisibles. Únicamente la mente en control, viendo frente al espacio inmaculado.
Intentó hablar, pero su voz no era oída o pronunciada. No sentía su cuerpo físico, que debía estar pudriéndose por el ardor de la batalla. La primera hipótesis surgió con aquel plano existencial que su padre solía contarle de vez en cuando: el Otro Mundo, donde las almas varaban a ser atendidas por Enma Daiō para luego partir hacía el cielo o el infierno. Sin embargo, la descripción es totalmente lo contrario, no habían nubes doradas o el cielo rosado, ni el camino de la serpiente que dirigía al planeta del Kaio del Norte.
No había explícitamente nada, ni una sola alma, a excepción de la suya, merodeando por este recinto lóbrego.
A este punto perdió la noción del tiempo, los segundos se convertían en minutos, impaciente ante el frígido silencio, perturbando la serenidad que mantenía junto con su cordura. De haber oxigeno ya estaría sofocándose entre respiraciones mientras apretujaba los cabellos agrestes en desesperación.
¿ESTAMOS... CONECTADOS?
Giró sobre sí mismo, encontrándose de nuevo con la soledad. Persistió en voltear de un lado a otro, sin resultados. Pero no imagino aquella voz madura resonante, parecía más viva que la suya y, al mismo tiempo, buscando por alguien. Pese a no ser capaz de contestar, siguió buscando por una señal que asegurara que no estaba enloqueciendo.
BIEN... UNA NUEVA CONEXIÓN HA SIDO ESTABLECIDA.
Esperanza brotó en su interior, para ambos quizás. No podía comunicarse apropiadamente con este ente observándolo, pero parecía entenderlo y ser capaz de escucharlo. No obstante, por más que formulaba preguntas sobre el lugar donde estaban atrapados, que había sucedido para que terminara en esta situación o quien le hablaba, no recibió respuesta. Luego de un minuto de silencio, empezó a escuchar voces diferentes, farfullando incapaz de comprender debido a la lejanía. No las reconoció en absoluto, presentía que conversaban sobre él.
No podían tratarse de Krillin, Vegeta o del señor Piccoro, era imposible no reconocer el agresivo tono del príncipe saiyajin o el divertido Yamcha. Recordar aquellos nombres hizo que cuestionara sobre la presencia de esos individuos, de ningún modo estaban aquí pues habría distinguido el ki de cualquiera de ellos, pero no había ni una sola gota de energía alrededor, debatiendo otra vez si realmente había muerto o no.
Sus recuerdos mantenían su frescura, la memoria intacta en cada fragmento desde el comienzo del torneo de Cell observando la pelea de su padre, analizando los movimientos del oponente que todos tenían en común. La renuncia e intercambio en la batalla enviando a su único hijo, situando la confianza de Goku sobre él junto con el destino de la Tierra. Luego de que finalmente despertara su poder oculto todo era difuso, las emociones impregnadas sobre su propio juicio tomando el control.
DESPIERTA
Una vez más aquella voz, esta vez entonando autoridad en la atmosfera, retumbó por todo el espacio críptico. Tan pronto el eco se detuvo, sintió unas manos, escasas de carne, bajando por su cabeza hasta los ojos. El tacto era real y álgido, siendo capaz de ver por las perforaciones circulares en las palmas que emitían una energía impalpable, invisible, radiante a través de sus pupilas.
Sus parpados se abrieron súbitamente encontrándose con el techo de madera, inhaló confirmando que aún tenía su cuerpo y no en su mejor forma. Detectó el excesivo uso de vendas cubriéndolo hasta el cuello, el brazo izquierdo recibió un mayor trato con un yeso liberando únicamente los dedos. Sin embargo, en comparación no estaba tan mal, los daños habían sido reducidos, pero no podía decir lo mismo por el gi que fabricó su maestro.
Gohan cerró un ojo en protesta contra la luz del sol, gruño haciendo un esfuerzo para enderezarse sobre la cama. El dolor no cesaba resultando difícil ignorarlo en un estado tan deplorable, el mínimo roce con el brazo roto era suficiente para retorcerse. Los pies cayeron a centímetros del suelo, estando de espaldas contra la ventana tomó el tiempo para indagar con la mirada la habitación.
Al principio creyó estar en su pequeño cuarto de estudio, pero deshizo esa teoría notando la variedad de decorativos pegadas en las paredes pintadas de color crema, los muebles frente a la cama con fotografías de alguien joven junto con sus padres y algunos trofeos alimentando su fama. Todo a su alrededor señalaba un paramo desconocido, sentía que estaba invadiendo un hogar y tampoco comprendía el motivo.
De haber estado malherido lo hubieran llevado con Dende, quien tomó el puesto de Kami, para curarlo, ni siquiera podía sentir a sus amigos afuera. Llevó la única mano en condición al rostro en un intento de recordar los últimos acontecimientos, el sudor bajaba por la sien, estaba entrando en pánico esforzándose en visualizar la batalla contra Cell.
Al igual que antes no podía acceder algunas de sus memorias, todo esta nublado una vez que logró despertar el potencial ilimitado para destruir al bioandroide. Pero existían fragmentos donde su consciencia conservaba ciertos etapas; el intento de Cell por explotar la Tierra convirtiéndose en una bomba de tiempo; Goku sacrificándose de nuevo para salvarlo; el retorno de Cell con una mejora gracias al zenkai de las células saiyajin; la muerte de Trunks. Sí, podía verlo con claridad, aun cuando permanecía en aquella transformación, Gohan tenía el control siendo él quien estaba por detener a Cell.
–Perdóname, Gohan...
–No. No, no, no... –La moribunda voz de Vegeta, siendo un orgulloso guerrero de elite, admitió en su último aliento la responsabilidad por el ineludible destino de la Tierra. Siendo una apertura para ver el final.
Se levantó rechinando los pies contra el suelo, el mundo le daba vueltas y sentía que volvía a perder oxigeno. Por más que cerrara los ojos firmemente y se aferrara a sus cabellos no podía dejar de proyectar las imágenes de sus seres queridos gritando, advirtiendo, alentándolo. Ocasionando un sufrimiento inmenso, sofocando su cabeza con voces de todas partes.
–¡Estamos perdidos. La única persona en la que confiábamos ya no puede pelear!
–¡Krillin, ¿No quedaron semillas del ermitaño?!
–...Protege a los seres vivos y las plantas de este mundo... Que tanto amé...
–¡Debe haber algo que podamos hacer!
–Cuida a tu madre por mí. Dile que me perdone, pero no tengo opción.
–Es imposible, ya no le quedan fuerzas.
Rechazaba la verdad, negando reiteradas veces los lamentos de sus camaradas. El cuerpo perdía balance produciendo un mareo en busca de algo para apoyarse, las imágenes desvelándose entre parpadeos no ayudaba en parar la hiperventilación. Más visiones empezaron acumularse, y esta vez no quería verlas.
Apostó las reservas de energía para contraatacar utilizando la técnica del maestro Roshi que su padre y él aprendieron, Cell también conocía a la perfección el Kamehameha, puesto a que imitarla tomando iniciativa procuró en destruir a Gohan junto con todo el sistema solar. El choque de fuerza colosal era impresionante, desgraciadamente ni con el apoyo de los otros guerreros en pie servían para interceptarlo.
No había nadie que pudiera ayudarlo, los humanos y nameku no estaban a la altura de ninguno de los contendientes. Gohan, aun con un brazo desplegando el poder de su ki, no desistió contra el enemigo expulsando más potencia. Todos contaban con él, esta vez no estaba Goku para apoyarlo lanzando ánimos o compartiendo algo de su ki. Solo Cell contra Gohan en un eterno enfrentamiento, pero con el androide a la cabeza.
El resultado estaba confirmado, admirando sus últimos esfuerzos le agradeció al joven por llevarlo tan lejos, Gohan no lo escuchó rehusándose con gritos y protestas utilizando todas sus fuerzas en el caprichoso campo de energía que persistía en la cúpula formada por los poderes desatados. El brazo comenzó a flaquear, el aura dorada llameante se debilitaba, las piernas estremeciéndose suplicaban piedad; Gohan estaba al límite.
–¡Hasta nunca!
Un golpe contra la repisa fue suficiente para traerlo de vuelta a la realidad, en el tambaleo de su cuerpo vendado cayó de espalda golpeando la nuca contra el estante de madera. El peso bajó por gravedad sin resistir, la respiración era lenta y normal, su cabeza aun le daba vueltas manteniendo la vista sin un punto fijo de preferencia. Volvió a observar su mano sana, también vendada pero con nuevas fuerzas restaurada, indicando que aún estaba vivo.
No sonrió, tan solo lo hizo sentir peor consigo mismo. De todos los que estaban en los restos del torneo de Cell, él seguía con vida en otra parte del mundo sin tener una idea de como terminó aquí o si algunos de sus amigos estaban con vida. De nuevo, intentó amplificar sus sentidos de orientación buscando firmas de ki familiares, hasta que el chirrido de la puerta abriéndose llamó su atención.
–¡Oh, cielos, despertaste! –Una señora de edad mayor exclamó en sorpresa hacía el muchacho. Se acercó con prisa hacía él, observando mejor las arrugas y pelos canosos en graduación de grises recogidos en un bollo– Ven, déjame ayudarte.
Gohan apreció la ayuda, pues aun siendo un ser poderoso no estaba en la mejor forma para incorporarse por sí solo. La cálida sonrisa de la anciana suprimió parcialmente su tristeza, tenía tacto y buen gesto con un desconocido siendo alguien amable. Lo ayudó a recostarse nuevamente sobre la cama, intuyendo que debía tratarse del hijo de la familia.
–No sabes la preocupación que nos diste cuando te encontramos, estabas muy lastimado y temimos lo peor –Su voz transmitía una sensación maternal, el alivió era enorme cuando descubrió que estaba consciente. Gohan estaba mudo, no sabía que decir, estaba confundido y Honey podía ver a través de ello–. ¿Cómo te llamas?
–G-Gohan, señora...
–¡Oh, un chico con modales! –Dijo con alegría, Gohan no pudo evitar sonrojarse por el simple alago. No debía resultar tan extraño, considerando que su madre orientó a su hijo con una excelente educación para dirigirse ante las personas–. Debes estar hambriento, por suerte estoy preparando el almuerzo, no debería tomar mucho tiempo. Si necesitas algo llámame –Honey salió por la puerta, alcanzó a oír llamando por Ron para que se comunique con el doctor, el resto estaba siendo opacado por los ruidos de la cocina provocando alboroto en su estomago.
Todo pasó tan rápido que aún procesaba la intervención durante sus pensamientos, tenía muchas preguntas respecto a estas personas. Declinó cualquier motivo perverso, las personas que lo recibieron al borde de la muerte esparcían generosidad con simplemente verlos de frente. Gohan trazó una sonrisa sucinta, en un intento de soslayo dirigió su atención al pastizal expuesto a las afueras de la casa.
Una vista panorámica pacifica, serena en un sencillo prado bajo a la luz del cielo despejado sin ninguna nube grisácea escondiendo el sol. De no ser por el pequeño molino de viento no hubiera advertido la brisa del otro lado de la ventana. Le transmitió al joven una sensación de tranquilidad silenciosa agradable, al mismo tiempo un sentimiento nostálgico.
En comparación a la exuberante y atractiva vegetación del monte Paoz, exaltada por las criaturas salvajes que vagaban en lo profundo del bosque en busca de alimento en su propio ecosistema, los diversos montículos revelando un espacio más abierto por explorar, diversificándose en un canal de agua o una cascada. Esto era un cuadro sin terminar.
–¿Cómo te sientes? –Otra voz atrajo su atención al marco de la puerta, un anciano alto y delgado vistiendo un overol azul sobre un polo rojo a cuadros. Él también parecía compartir el júbilo de su esposa por la sonrisa en sus labios, al igual que la piel de durazno.
–Me encuentro mejor, señor –Gohan respondió con el mismo trato a Ron, quien hizo un ademán sin presentar ningún problema alguno al ayudarlo. Luego de una pequeña pausa, Gohan tomó la oportunidad de preguntar antes de que el anciano decidiera retirarse–. ¿Cuánto tiempo estuve dormido?
–Dos días –Continuó, sin perder la atención reflexiva de Gohan–. El doctor afirmó que no tardarías más de tres, pero tus heridas no ayudaban mucho con el diagnostico –Fue sincero, era todo lo que Gohan necesitaba saber. Reconocer que no era un sueño y, por algún motivo, seguía con vida.
–Ya veo... aún me duele todo –Quiso reír pero no exageró, podía sentir las contracturas musculares doblegando su voluntad de exclamar humor reemplazándola por una tos. Ron rio por él, no por lastima sino porque al parecer le causó gracia su respuesta.
–En unos días estarás como nuevos. ¡O semanas! Ese cuerpo tuyo realmente pide un descanso –Volvió a reír acercándose a Gohan sacudiendo sus cabellos. El muchacho no supo como responder, estaba confundido ante el trato amistoso.
–Por cierto, ¿En que planeta me encuentro? –Ron se detuvo, no logró escuchar bien entre las risas. Gohan iba a repetir la pregunta hasta que el olor a carne y arroz dirigió su mirada hacía la puerta, revelando a Honey con una pequeña bandeja.
La natural sonrisa posaba sobre la interacción de su esposo, manifestando nostalgia debido a la ausencia del pequeño Comet, quien ahora era todo un adulto exitoso. Tener a Gohan en la misma habitación despertó viejas emociones que se habían alejado hace tiempo. Cuando el tazón de arroz reposó en sus piernas, los ojos de Gohan brillaban como estrellas, hipnotizado por la tradicional receta de su hogar.
Sin esperar otro segundo, usó la pequeña cuchara para llevarse bocados de arroz y algunos trozos de carne con una feroz velocidad. Honey y Ron reían encantados por el apetito del joven, dos días sin abastecer su estomago resultaba más que suficiente para entregarse al alimento sobre cualquier otra cosa. En tan solo unos minutos, terminó el tazón sin dejar un grano de arroz, tomó el jugo de naranja que tenía a un lado y suspiro complacido.
–¡Más, por favor! –Honey y Ron tenían los ojos en blancos, estupefactos por la velocidad al devorar un tazón entero. Gohan reaccionó, recordando que no todos podían cumplir con las necesidades del voraz apetito de los saiyajin como su madre lo hacía con Goku–. S-Si es posible... –Dijo avergonzado, suprimiendo el rosado carmesí de sus mejillas.
–¡Por supuesto que sí! –Respondió Honey, sin abandonar su gesto afable hacía él– No siempre tenemos visitas, pero siempre hay comida de sobra. Te traeré un poco más, querido.
–Yo iré a la cocina antes de que te devores mi plato –Bromeó Ron soltando una carcajada con el mentón al aire. Gohan rio viendo como el anciano salía de la habitación, una mano acarició los mechones salvajes de su cabello.
–No le hagas caso. Ron bromea seguido con las visitas –Dijo en consuelo, quizás la inquietud en respuesta hacía Ron, pues no estaba habituado al humor de otras personas, a excepción de los chistes malos de Krillin o los incidentes románticos de Yamcha.
La tarde siguió un curso ordinario, la lentitud del día en reposo es extremadamente aburrido para alguien tan activo como Gohan, siendo no solo un guerrero sino alguien de las montañas que rebosa un campo amplio para explorar y árboles para trepar. La comida de la señora Honey, quien penosamente olvido otorgar su nombre hasta que llegó con el segundo plato, satisfacía las prioridades alimenticias del saiyajin por más que suprimió el deseo de volver a repetir un cuarto plato. Aparte de eso, el transcurso del tiempo resultaba inquietante.
Ningún libro o revista que Honey ofreció presentaba un material que amenice, pero aun así siempre procuraba estar agradecido con la cortesía. No podía evitar vagar respecto al destino fatal de la Tierra, sus amigos, su padre y madre, volvió a intensificar señales de vida fuera del planeta pero no engaño aquella desilusión de poder sentir un ki familiar. Lo más perturbador es que tampoco sentía el poder colosal de Cell fuera de orbita, la rejuvenecida forma perfecta del androide debería sentirse aún fuera del sistema solar.
Todo desapareció. Repudiaba ser el único que sobrevivió, el milagro de seguir respirando no lo complacía, el brazo roto no justificaba su rotundo fracaso, no cuando todos pusieron sus esperanzas en el hijo de Goku. Pudo haber acabado diferente; Trunks volvería a su línea temporal para derrotar a los androides malignos; Piccoro pudo ayudar a Dende con su nuevo puesto como Kami; Krillin seguiría conviviendo en la pequeña isla de Kame House junto con su perverso maestro; Yamcha y Tenshinhan eran un misterio pero estarían siguiendo sus sueños; Bulma mantendría la cabeza de la compañía y criando al pequeño Trunks, tal vez Vegeta sería una figura paterna decente.
Las posibilidades no eran infalibles, la mayoría se aproximaban en cierto porcentaje. Lo mejor que podía hacer era seguir adelante, no quería que lo vieran llorar todos los días por la destrucción de su hogar, incriminándose cuando ellos insistirían que no fue su culpa. Tenía que avanzar, seguir viviendo por ellos.
–Hmm... Las heridas superficiales parecen haber sanado gradualmente. Menos tu brazo, tendrás que llevar ese yeso un par de meses más –El doctor Stable dejó a un lado el portapapeles de los expedientes médicos de Gohan en la silla. Empezó hacer presión sobre el abdomen ligeramente–. ¿Te duele?
–Un poco –Respondió emitiendo un tenue gruñido, afirmó la misma respuesta cuando revisó los tobillos.
–En comparación hace dos días parece que mejoraste, tu cuerpo necesita descanso para recuperarse por completo. Esto tomara tiempo considerando que el brazo requiere tratamiento de terapia física –Dijo acomodándose los lentes en el puente de la nariz. Retomó los papeles y escribió su diagnostico apuntando en detalle los procedimientos a seguir.
Luego de una ardua espera, Honey avisó la aparición del doctor Stable, un conocido entre la familia aparentemente, notable por las introducciones y las consideradas preguntas sobre la salud de la pareja. Una sonrisa verídica del doctor mostró cierta impresión cuando observo al joven vendado, no esperaba encontrarlo sentado leyendo sin dificultad con una mano o que devuelva el mismo semblante después del daño traumático recibido.
El doctor se presentó cordialmente mientras colocaba su bata blanca por encima del suéter beige y ocultando hasta las rodillas el pantalón azul marino. Lucía joven con un cabello largo castaño ordenado al frente, realmente no parecía que sufriera problemas de visión pero Gohan admitía que las gafas lo hacían ver como un profesional. En cuanto tomó asiento frente al muchacho, quedaron a solas para introducirse y explicarle como terminó en esta situación.
Ni Honey o Ron tuvieron el coraje para decirle o exigirle información para saber que sucedió para que él estuviera malherido en punto critico. Por otro lado, Stable optó por aclararle las cosas con calma y esperando a que Gohan prosiga. Relató sobre el extraño clima concentrado a las afueras de la casa y la ciudad, el faro de luz que presenciaron y el cráter donde lo encontraron. El saiyajin no pudo darle una respuesta precisa en cuanto al motivo o si recordaba algo antes de todo eso.
Por ende, sin presionarlo, Stable cambió el tema y procedió a realizar un chequeo en el estado físico actual del cuerpo.
–Obviamente no podemos mantenerte aquí encerrado. Te enviare al hospital de la ciudad para que cuidemos apropiadamente, aunque no prometo que la comida sea tan buena –Esto último avergonzó al muchacho haciendo un esfuerzo en suprimir el sonrojo, al menos el doctor tenía un buen sentido del humor. Cuando la risa cesó, dirigió su atención a Gohan aseverando su tono de voz–. Imagino que tus padres estarán preocupados.
–...Supongo –El silencio sombrío impregno el ambiente, Stable no olvido el hecho que Gohan no mencionó a sus padres o relativos para comunicarse. El saiyajin oculto cualquier información personal o irrelevante, de cualquier forma no serviría ya que no estaban en el mismo planeta.
Al principio no quiso creerlo, parecía una mala broma sacada del bolsillo. Entre más se adentraba en el materia de lectura que Honey acercó para su interés viendo que devoraba los libros amontonándolos uno tras otro, el motivo era adverso. Primero lo descubrió en un libro de geografía que explicaba la división de continentes, océanos y mares, la Atlántida y el ártico, describiendo en detalle las dimensiones y tamaño del globo terráqueo. Una segunda Tierra, o al menos en semejanza.
Para empezar la enorme región y las capitales no comprendían ninguna sección del mapa, la geomorfología era totalmente distinta y más diversa. En cuanto a la separación de continentes, resultaba impresionante como toda la unión de ellas fue dividiéndose al igual que las razas culturales que habitaban en ellas. Un pequeño libro de historia redacto un resumen de los miles de años de progreso y revolución humana, cabe mencionar que el año actual era dentro del dos mil y algo, muy alejado de la fecha de su planeta.
La diferencia resaltaba por todas partes, debería estar maravillado ante el descubrimiento de una variante de la Tierra más aun cuando podía estudiarla profundamente. Pero no podían existir dos planetas idénticos en el universo, no con esta exactitud. Una dimensión paralela al de su mundo de origen, una teoría que justificaría la ausencia del ki de Cell en la galaxia. No obstante, no era suficiente para comprender en como llegó hasta este especifico lugar, dentro de todo el vasto universo, terminar en una Tierra similar parecía forzado.
–Bien, esto sería todo –Stable tomó los papeles, preparado para partir afuera de la habitación. Dirigió una última mirada hacía Gohan, revisaba el brazo vendado gesticulando pequeños movimientos sin comprometer una contractura–. Dime, ¿Puedes caminar?
En lugar de afirmar, Gohan salió de la cama al instante vigilando la posición de los pies en el suelo, mantuvo una postura enderezada y alzó la cabeza dirigiendo una pequeña sonrisa al doctor. No presentaba inconvenientes aunque seguramente tendría que conservar los vendajes un largo tiempo.
–¡Woah, tranquilo, vaquero! –El doctor posó sus manos sobre los hombros de Gohan, la condición física del muchacho parecía sorprender al doctor Stable. Pero no ameritaba que tuviera que realizar grandes esfuerzos después de recuperarse contra lesiones menores– Aún no estas en condiciones para moverte adecuadamente. Es increíble que puedas pararte considerando el daño físico. Traeré la silla de ruedas de mí auto, espera en cama mientras tanto.
En cuanto el doctor salió, Gohan aseguró esperar unos segundos para suspirar mientras con una mano detrás rascaba los cabellos. Resultaba algo fastidioso continuar en esta circunstancia nociva, más aún siendo considerado débil para el concepto humano ordinario. Por otra parte, el doctor parcialmente tenía un buen punto, aún no sanó de manera apropiada, podía aprovechar en recolectar información respecto a este mundo.
Próximamente tendría que adaptarse a los hábitos y costumbres de las personas, no sería muy complicado teniendo en cuenta a las tres personas que conoció, el parentesco y trato social que imparten. En cuanto al contexto histórico y geografía, aprovechara el tiempo necesario para estar al tanto y estudiar mejor la situación que proporcionaban.
Irónico, una sensación de paz y tranquilidad estaba al alcance de su mano, pero el abandono de su propia gente no lo consentía. Insatisfecho.
Stable bajó por las escaleras, advirtió la presencia de los White en la pequeña cocina, ellos notaron su presencia siendo Honey la que camino hacía él. Ron la siguió por detrás en un paso bonancible, a diferencia de la inquietud de su esposa, ella parecía ansiosa y fue la primera en hablarle.
–¿Cómo esta, doctor? –Preguntó sosteniendo una mano en el corazón, la voz en sí percibía preocupación. Stable, en un gesto sereno, sosegó cualquier perturbación emocional proyectando una sonrisa.
–Mejor. Parece una locura, en tan solo unos días logró recuperarse a un paso acelerado –Honey exhaló aliviada, frenó la tensión del cuerpo. Su esposo reiteró que todo iría bien desde que el doctor atendió a Gohan, él puso una mano sobre su hombro reconfortándola en base a estas noticias–. Aún tiene mucho que reponer. Lo atenderemos en el hospital de la ciudad para un tratamiento adecuado.
–Me parece perfecto. Se lo agradecemos, doctor Stable –Dijo Ron, miró de reojo a Honey y le guiño. Siendo comprensible, hizo lo posible para consolarla insistiendo que estresarse no serviría de nada.
–Sin embargo... –Ambos dirigieron una mirada inquisitiva. Stable suspiro al buscar las palabras apropiadas– No me especializó particularmente en psiquiatría, pero parece haber sufrido una experiencia traumática. Tampoco tiene idea de como terminó en esas condiciones desastrosas.
–¿Dice que tiene amnesia? –Adelantándose a Honey, dio un paso adelante aseverando un semblante circunspecto. En respuesta, Stable negó con la cabeza.
–No fue conciso. Respecto a sus padres o donde vive, no supo darme una respuesta. Claramente pasa por una etapa de depresión, pero no afirmó que padezca amnesia –Ron mantuvo silencio apretando los labios, sentía un hervor en el estomago comprimiendo el deseo de protestar contra los perjuicios del muchacho. Stable continuó, relajando la mueca adversa–. ¿Un consejo? Creo que le vendría bien visitas de ustedes, fueron los primeros en hacer contacto con él y no parece tener inconvenientes. Es opcional, por supuesto.
–¡Por supuesto, lo visitaremos! –Exclamó Honey sonriendo con brillos en los ojos. Esto apartó el disgusto de Ron unos segundos imitando el gesto jovial, luego recordó un detalle importante.
–Aunque la camioneta tampoco pasa por su mejor momento- ¡Ack! –Protestó e inmediatamente fue recibido con una pisada cauta por parte de Honey.
–En cuanto podamos iremos con gusto –No deshizo su actual felicidad, ignorando el comportamiento de su viejo esposo. Stable contempló el cómico suceso, no resistió la voluntad de reír.
–Estoy seguro que lo agradecerá.
El doctor Stable tenía razón. La comida del hospital no se comparaba con la mano artesanal de Honey.
Desde que llegaron en el porsche azul de cuatro puertas -Ron no dejaba de admirar el tamaño y potencia del vehículo-, Gohan fue asentado en una pequeña habitación, cuyo espacio estaba conformado por una cama reclinable, una televisión colgando en una esquina a centímetros del techo y una ventana, las enfermeras tuvieron el estima para deslizar las cortinas blancas permitiendo la entrada de rayos del sol en cuanto entró.
Por razones de perpetua atención medica, Stable no podía quedarse con él, tampoco prometía estar pendiente de su cuidado. Gohan no tenía inconvenientes, desde el primer momento que llegaron le aseguraron que siempre habrá una enfermera disponible. Sin más dilación, la soledad subsistía junto con él y las cuatro paredes verde lima, y la bandeja de comida a medio terminar.
En su aburrido reposo, lo mejor que podía hacer era ver la televisión en busca de entretenimiento. Tal como supuso, los contenidos de canales englobaban similitudes en variedad, a pesar del escaso avance tecnológico que emprendían en su mundo.
En todo el recorrido, Gohan analizó la ciudad suburbana de Canterlot por la ventana, sin quitar la vista de la infraestructura civil. Las viviendas mantenían constituciones de colores distintivas y conformaciones básicas, algunas casas que mantenían una estructura moderna del mismo modo que los edificios, estos tampoco eran rascacielos o prominentes. Advirtió para sus adentros un centro comercial que destacaba por encima de tiendas, debido a las personas continuamente entrando y saliendo aseguró que debía ser un lugar muy concurrido.
Ahora que podía observar desde la ventana, identifico la presencia de unas colinas a las afueras de la ciudad, actualmente el sol se estaba ocultando entre dos montículos revelando las sombras de unos árboles aglomerados en lo que parecía un bosque. Aquel panorama resultaba agradable para Gohan, la combinación de una civilización pacifica fundida con las ramas de la naturaleza al borde complacía una sonrisa.
Quizás no era su mundo. Para empezar, el progreso evolutivo en la ciencia no estaba ni a los tobillos del intelecto de Bulma, las personas que circulaban a un lado del pavimento no estaban atormentadas sobre la existencia de individuos poderosos, tan solo vivían el momento en sus actividades habituales. Parecía un sueño, pensar que podría presenciar una tranquilidad sin necesidad de preocuparse por una amenaza.
Gohan perdió noción del tiempo y en cuanto logró distraerse con algo ya había anochecido, el cielo nocturno prometía una profusión de estrellas sobre la ciudad. Todavía asombrado por el encanto de Canterlot, el saiyajin no pudo evitar caer dormido al relajarse bajo la almohada. Entrando en un mundo de ensueño.
≫ ──────── ≪•◦ ❈ ◦•≫ ──────── ≪
Equestria. Un continente mágico dividido por reinos, cuyos habitantes, en su mayoría, conviven pacíficamente bajo la protección del dominio de la princesa de Canterlot. Adorada y conservada, respetada y honrada por salvar la vida de miles de vida, pese a sus sacrificios, malas decisiones, ella aún mantenía la cabeza en alto por su gente. Brindando a los ponis, unicornios, pegasos y a cualquier criatura viviente en el planeta, la bendición de alzar la vista hacía el sol en el cenit para deslumbrarse con el futuro de cada día.
La magia brotaba por todo el planeta. Los unicornios suelen tener una mayor facilidad en la manipulación de energía, utilizando el cuerno como una varita. En cuanto a las criaturas terrestres o voladoras eran incapaces de aprovechar dicho don, sin embargo, la princesa Celestia y Cadance siempre afirmaron, a su manera, que la magia emanaba de todos los seres vivos aun cuando no tenían acceso a ella. En otras palabras, nadie es desdeñable, cada individuo poseía un talento especial.
Esto último es proyectado en el flanco, simbolizando el talento descubierto por el poni. Para muchos es una travesía averiguar su único, por no mencionar irreemplazable, dote que marcara su futuro. En otros casos, ciertos ponis con aptitudes excepcionales, desprenden un dominio natural desde una edad temprana. Y para los unicornios, la magia es el concepto básico para encontrarse con ellos mismos y obtener la respuesta.
Y resulta ser que Sunset Shimmer, considerada una prodigio en las artes mágicas, no escapaba de la ley natural del autodescubrimiento. Su desempeño era exquisito, deslumbrante ante los profesores, siendo una potrilla en entrenamiento no tomaba un respiro para volver a destacar por encima de sus compañeros. La confianza y los halagos llenaron su cabeza con grandes oportunidades, un amanecer vislumbrando perfección en su reflejo.
Tenía una ventaja sobre sus compañeros, y no por eso desaprovecharía la virtud más fuerte otorgado. El empeño, los esfuerzos digeridos gracias a días y noches leyendo libros y practicando, puliendo los hechizos utilizando hasta la última gota de magia. El anhelo de ser la mejor, no hubo día que se arrepintiera.
–¡Sunset! ¡Sunset Shimmer! –Sentada en una de las mesas del patio de la escuela, distrajo su atención uno de los volúmenes de la historia de Canterlot. Identificó a un trio de potrillos galopando hacía ella, siendo honesta no reconocía esas caras coloridas, probablemente estaban en su clase– ¡Sunset, aquel truco que hiciste en la exposición fue increíble! –Exclamó alegre la potrilla rosa, adulando mientras arreglaba el pequeño afro rizado claro.
–¡Sí, fue magnifico el uso de levitación! –El potrillo aguamarina de la derecha se acercó. Inmediatamente pudo decir que venía de buena familia, suprimía los deseos de gritar de euforia. Viendo su error, aclaró la garganta– ¿Te gustaría pasar tiempo con nosotros?
La otra potrilla no dijo nada, a pesar de que le dirigió unos segundos la mirada se apartó completamente detrás de la potrilla rosada del medio. La tímida, Sunset no comprendía como esa clase de ponis podían siquiera temerle a su propia sombra.
–No, no me interesa –Indiferencia era la respuesta más amable que describía en su rostro, volvió con sus libros sin cambiar de opinión. Pero aparentemente no fue suficiente.
–¡Pero estamos en descanso! Vamos, será divertido. Podemos conocernos mejor y ser amigos.
–¡Ja! Amigos... –Rodó los ojos, riendo ante tal concepto infravalorado. Viendo por donde terminaría esto, levitó sus libros en fila iluminando su cuerno con un resplandor verde esmeralda, guardando uno por uno en el bolso negro atado a su lado. Sin más que decir, se alejó pasando por el pequeño grupo– Tengo cosas más importantes en que enfocarme. La amistad no es relevante en la magia. Ustedes pueden perder el tiempo si quieren, pero yo prefiero aprender sobre las artes arcanas avanzadas para convertirme en la mejor de esta escuela.
Los potrillos quedaron perplejos ante su declaración, el unicornio aguamarina lucía más ofendido frunciendo las cejas, quiso protestar contra de ella, desistió suponiendo que sería mejor no alimentar aún más su ego. En cuanto a las otra dos, no comprendían porque alguien tenía que ser tan grosera, la primera en comunicarse con Sunset propuso de insistir, un rápido intercambio a su compañero, negando con desdén, declinó esa opción.
–E-Eso no fue muy amable... –Las orejas de Sunset consiguieron captar el murmuro de esas temblorosas palabras. De inmediato se volteó hacía el trio de unicornios, estremeciéndose por la mirada fulminante de ojos cian, en especial la poni blanca apenas ocultando su presencia detrás de ellos.
–¿Qué dijiste? –Preguntó entonando ímpetu, el ceño acechaba a la potrilla blanca de melena roja, trepidando cuando estaba a unos pasos de ella. Trago saliva, sudando esperando que una respuesta bien formulada apareciera para poder escapar de esta situación, ya de por sí se estaba encogiendo bajo de Sunset.
–¡Oye, déjala en paz. De cualquier forma tiene razón, no fuiste amable! –En su defensa, saltó su amiga rosada enfrentándola cara a cara, calcando su propio semblante.
–No, no. Quiero escucharlo de ella –Sunset apartó a la potrilla y, acusando con ojos furiosos, a la niña tímida mordiéndose los labios. A pesar de tener un aproximado de edad, la cobardía se doblegaba contra la prodigio de color ámbar. Sin obtener una respuesta durante unos segundos, Sunset se hartó– ¿Y bien, puedes hablar o qué? –Inclinándose a centímetros de su nariz, la pequeña poni ruborizada empezó a tartamudear, apretujó los ojos intuyendo que sería más fácil para ella sino la miraba fijamente. No funcionaba, tan solo culminaba con su paciencia– ¿Siquiera puedes decirme tu nombre?
–Fl-Flav-vor... Fl-Flo...
–Flavor, ¿huh? Una palabra entera debe ser tu record al dirigirte a un poni –Sunset retiró su semblante adusto, entrecerró los ojos ante la nueva presencia de lagrimas formándose en la potrilla. Sin necesidad de perder más tiempo, optó por distanciarse por su camino hacía un lugar más apartado, por última vez giró su cabeza hacía los tres unicornios–. Deberían estudiar más sobre el uso de la magia si planean ser los mejores. Aunque dudo que eso vaya a pasar –Riéndose para sus adentros, dejó a los potrillos perplejos y disgustados, Flavor secaba las lagrimas con sus pequeñas piernas, un abrazo de su amigo la reconfortaba mientras que observaban a Sunset alejarse.
Caminó libremente por el patio de la escuela, algunos ponis que presenciaron la discusión prefirieron no interponerse o siquiera hablarle, ni mucho menos verla de reojo. Trazó una sonrisa cuando encontró comodidad en el césped bajo la sombre de la copa de uno de los tantos árboles de la escuela, ya que también florecía un jardín para actividades extracurriculares y un vínculo con la naturaleza ayudaba a los estudiantes a divertirse. En el caso de Sunset, acostumbrada al arduo estudio por simple pasión y entretenimiento, pasaba el tiempo leyendo.
Desde que entró a la escuela de magia para ponis superdotados los profesores tenían expectativas promedias en cada estudiante nuevo, adoctrinando un plan de estudio estricto aprobado por la misma princesa Celestia. Tener el derecho de asistir a esta prestigiosa escuela resultó un beneficio para Sunset, sobresaliendo en encantamientos elementales y la fabricación de pociones, pese a ser una potrilla, el gran talento innato desconcertó a los mismos examinadores en el primer día cuando evaluaron su potencial.
En cuanto a sus compañeros se mostraba indiferente, apartada de círculos sociales innecesarios. No lograba comprender el propósito de asociarse, hacer amigos que dependan en ti constantemente, era extraño. Si tuviera que elegir una de las tantas razones para evadir aquella incógnita sin resolver, priorizaba sus libros sobre cualquier otra cosa en el mundo.
–¿Sunset? –Gruño hundiendo la cabeza entre las paginas del libro. No quiso molestarse en responder o siquiera ver de quien se trataba esta vez– Eres Sunset Shimmer, ¿cierto? –La suave voz reservada frente a ella persistió un poco más, suponiendo que no se marcharía suspiro denotando un fastidio tangible.
–Ugh, ¿Qué quieres...? –No se atrevió a terminar la frase, la mandíbula de por sí ya estaba abierta y los ojos ensanchados contra la enorme presencia de la princesa Celestia. Tan pronto salió de su estupor, procedió a arrodillarse frente a ella en remordimiento– ¡Mis más sinceras disculpas, su majestad! No quise ofenderla, tan solo pensé que era alguien más –No tuvo el coraje para verla a los ojos, debió suponer que se trataba de ella, algo en aquella voz parecía familiar.
–No tienes porque disculparte, Sunset Shimmer –Rio entre dientes, un acto exagerado, pero comprensible por parte de una joven potrillo. La imagen de la princesa inculcaba un aura superior y de mantener respeto, aun cuando presentaba un porte apacible hacía sus súbditos.
–Oh... Esta bien –Lentamente deshizo su postura y alzó la cabeza para presenciar la sonrisa amistosa, bajo la luz del sol desprendía admiración para todos los ponis que la observaban mientras conversaban sobre su presencia, no era todos los días que la princesa paseaba por el recinto de su propia escuela de magia–. Entonces, ¿Quería verme, princesa?
–Por supuesto, tus profesores me han hablado muy bien de ti –Celestia admitía que no podía estar pendiente de todos los alumnos de la escuela, por ende recibía un reporte de ciertos alumnos con un buen y mal promedio. Solo a veces tenía el tiempo para caminar por los pasillos educativos del lugar y observar a las clases desde un buen punto de vista.
–¿En serio-? Es decir, heh, pues claro que sí –Su alardeo causó gracia en la princesa, no sería la primera poni presuntuosa a tal corta edad–. Hago lo mejor para estar al margen.
–Estoy segura que sí –Sunset advirtió que la sonrisa de Celestia se marchito un poco, observándola preocupada desconociendo el motivo hasta que decidió continuar–. Pero no logró ignorar el hecho que pareces alejarte de tus compañeros.
–Oh, eso... –No tomó mucho tiempo adivinar por donde iba la conversación. No quiso admitirlo frente a la princesa, mucho menos expresarlo, pero realmente no quería profundizar en esto– Supongo que no tengo interés en relacionarme. Es decir, otro quizás tengas esas intenciones, pero yo prefiero enfocarme en mis estudios y ser tan buena como usted, princesa –Tuvo que ser honesta, sabía perfectamente que Celestia podía reconocer una mentira con tan solo leer a través de un poni. Tampoco pretendía engañarla, suponiendo que entendería su punto de vista.
–Ya veo... –Tomó un momento en meditar respecto a las palabras de Sunset. En unos instantes repuso su sonrisa, dando una media vuelta dirigiendo una sonrisa bondadosa antes de pronunciar algo que no imagino escuchar de alguien de la realeza– Ven conmigo.
Sunset seguía el plácido ritmo al caminar junto con la princesa manteniendo cierta distancia, caminar bajo su sombra para muchos era un privilegio y Sunset estaba lado a lado en los pasillos de la escuela. Celestia limitaba a preguntarle sobre su estadía en Canterlot y la enseñanza de los profesores, que ella misma contrató y evaluó, se detuvo para saludar algunos alumnos y profesores que pasaban de casualidad. Nada fuera de lo ordinario.
No quitaba el hecho de tener el honor de platicar con una de las princesas más importantes y prestigiosas en Equestria. Pensar que una vez se convirtió en un alicornio y derribo a toda fuerza del mal por sí sola, no proclamaba ser una guerrera por su magia, sino más bien la protectora de todo el reino. Y ahora tenía la oportunidad de estar a su lado temporalmente mientras caminaban en los pisos cerámicos con rombos monocromáticos, la luz a través de las enormes ventanas relucían el bello crin compuesto de tonos azules, verdes y rosado.
La hipnosis por la belleza del alicornio cesó cuando la misma le dirigió una mirada de reojo a la pequeña potrilla de cabellos rizados rojo y amarillo, inmediatamente desvió la mirada por observar desconcertada de sus alrededores. Si resultó una ofensa, Celestia no demostró tal acto y siguió hacía adelante, pero para Sunset resultó embarazoso.
–¿Qué tienes planeado para el futuro, Sunset? –Aquella pregunta atrajo su atención, la princesa no volteó en ningún momento– ¿Sabes que harás una vez te gradúes de la escuela?
–Bueno, aún me queda tiempo –Dejó escapar una risilla entre sus dientes, pues fue inesperado a pesar de tener la respuesta planeada–. Pienso en convertirme en alguien de renombre. Dejar mi huella en el mundo y ser recordada en generaciones futuras.
–Una meta muy sutil y apropiada para alguien con un gran talento –Un cumplido de la princesa fue suficiente para que Sunset permita escabullir un chillido. Tuvo que contener la emoción para no gritar–. Muchos de tus compañeros parecen admirarte, tus demostraciones fascinan incluso a tus profesores. Tienes una habilidad versátil sobre la magia, algo que incluso los mejores hechiceros en antaño carecían en su juventud.
–Eso... realmente lo apreció, princesa Celestia –No pudo evitar sonrojarse, aquellas palabras entraron directo a su corazón. Es la primera vez que alguien la elogiaba de esa forma, no tuvo opción más que volver arrodillarse frente a ella.
–Sin embargo, hay algo que me preocupa de ti, Sunset Shimmer –Los labios del alicornio se curvaron en preocupación. La potrilla no dijo nada, de alguna forma pudo sentir como el sentimiento de Celestia se acoplaba en los ojos–. Posees un gran potencial mágico. Pero no permites que nadie se acerque, eludes su amabilidad, ¿Te importaría explicarme por qué? –Quizás no encontró las palabras adecuadas, pero Sunset no sintió que realmente fuera una pregunta, más bien sonó a una orden.
Tuvo que meditar sus palabras, realmente no tenía un motivo especifico en realizar amistades, tan solo las observaba como algo infructuoso. Una distracción de los estudios, ella buscaba ser la mejor y la amistad no era precisamente una manera de alcanzar su ideal. Tenía que ser sincera, tampoco podía atreverse a expresarse debidamente en caso de que ofenda a la princesa.
–Para ser honesta, princesa... No entiendo el asunto de la "amistad" –Sonaba ridículo siquiera decirlo en voz alta. Aún así Celestia prestó atención en su opinión tomando cada palabra seriamente–. Es decir, ¿De qué sirve la amistad, cuando todo la magia se concentra en nuestros cuernos? ¿No es acaso la forma de aprender nuestros dones y destacar para ser los mejores? Veo a mucho ponis convivir todo el tiempo -lo cual comprendo-, pero no parecen tomar en serio el propósito de convertirse en algo más.
–¿Algo más? –Celestia ladeó su cabeza a un lado.
–Ser lo mejor de lo mejor. La magia nos concede la habilidad de cambiar el mundo a nuestras anchas. Tan solo miré por la ventana –Dijo apuntando la pierna delantera a su derecha. Celestia pudo alcanzar a ver una pequeña porción de las ciudades–, todo el reino de Canterlot fue construida con magia, de pezuña a cabeza.
–No, no fue así –Negó plantando una sonrisa para justificar su punto–. Los unicornios no fueron los únicos que trajeron vida a este reino. Los ponis terrestres dispusieron la obra, infraestructura y trajeron consigo cultivos para alimentar a sus habitantes, los pegasos desplegaron las nubes para atraer buen clima, los unicornios...
–¡Aceleraron el trabajo más rápido gracias a la magia! Es cierto que otras razas de ponis contribuyeron, pero los unicornios tuvieron un papel sustancial
–Pero no lo hicieron por sí solos, ¿o sí? –Sunset estaba por replicar, pero no pudo discutir en aquel punto. Principalmente porque era verídico, ella tendría que saberlo más que nadie. No tuvo el coraje para contradecir a la princesa o retomar su punto, apartó la vista avergonzada al suelo. La princesa acarició su cabeza para retornar el encuentro de sus ojos– Sunset, alguien puede ser extremadamente poderoso y tener un talento esplendido, pero eso no significa que no deban abrirse a otros ponis y aprender de ellos. Te admiran no solo por tu fuerza, sino por interés de conocerte y crear algo hermoso. La amistad puede llevarte a horizontes que jamás hayas imaginado, sin importar como suene, las posibilidades son infinitas.
No tuvo palabras para protestar o coincidir en la afirmación de Celestia, declarando firmemente en sus creencias defendiéndolas con fundamentos sólidos. Quiso estimar los valores de la princesa pensando que tal vez tenía razón, aunque perseveraba en conservar sus propia opinión al respecto. Según en sus palabras, la amistad podría enseñarle un camino desconocido para ella, del mismo modo que la magia extendía una amplia gama de conocimiento. No obstante, para Celestia, presentaba una prioridad fundamental en la vida de cada poni.
En busca de una respuesta, Sunset mantuvo silencio frunciendo el ceño considerando cada palabra dicha por la princesa, provocando confusión más que otra cosa. Celestia percató la frustración de la potrilla, volviendo a reclamar su atención mientras proseguían con su recorrido.
–La magia no se manifiesta solo por nuestros cuernos, esta presente en todos lados y en cada ser vivo de Equestria. Fluctúa y esparce en frente de nosotros, provee vida en todos los ponis –Sunset conocía bien la esencia de la magia y su teoría en años antiguos, escucharlo de la dulce voz de la princesa de Canterlot lucía aún más genuino–. Los unicornios poseen la habilidad de manipularla, pero los otros ponis no son nada desdeñable en ese aspecto. La magia irradia energía a través de nuestras emociones, la voluntad de nuestras acciones predomina en que nos convertiremos en el futuro y con ello la magia se mezcla con nuestro propio ser. La amistad también es uno de aquellos factores, la más importante de todas. Podrá parecerte un cuento infantil, pues la magia no esta enfocada únicamente en la amistad. Es una fuente de poder porque, al fin y al cabo, la magia es poderosa a su manera.
–¡Exacto, usted lo entiende, princesa-!
–Y un así, el vínculo con otros ponis nos hace más poderosos de lo que alguien podría imaginar –Continuó, dejando perpleja a Sunset borrando la breve sonrisa trazada–. Las emociones compartidas, enlazadas por una conexión, pueden liberar la magia más poderosa de todas. He observado en mi juventud la fuerza de la amistad y también me resultó difícil comprenderla. Allí se encuentra el verdadero poder, Sunset, los amigos pueden ofrecerte algo que tú nunca hayas tenido sin saberlo.
–Woah... E-Eso suena... –No tenía las palabras para expresar la lección de Celestia. Admitía que le resultaba algo raro, no podía imaginar algo similar, era un nuevo abrir de ojos. Pero una contradicción resistía aferrándose a Sunset con cierto gesto de pena– No creo ser capaz de hacer amigos, princesa. Soy alguien independiente que le gusta hacer las cosas por si sola, ¿No es eso suficiente para que pueda ser como usted?
–¿A qué te refieres?
–¡Usted es perfecta tal como es, por supuesto! Trabajó muy duro para llegar al nivel que el mismo Star Swirl tardo en obtener. Derrotó a Discord usando los Elementos de la Armonía. Por no mencionar que confinó a Nightmare Moon en la luna –Sunset cerró la boca de forma inmediata, no era ningún secreto que la hermana menor, envenenada por celos e ira que conllevaba, se transformo en un ser de pura maldad apunto de esclavizar Equestria. No obstante, para Celestia seguía siendo un golpe bajo deshacerse de su hermana, y deprimida por sus previas acciones aún parecían afectarle– ¡L-Lo siento, no quise decirlo así, yo-!
–No, esta bien. De cualquier forma, tienes razón, fui yo quien encerró a mi hermana –Celestia se detuvo frente a un vitral que coloreaba a los hermanas, dueñas del sol y la luna respectivamente cumpliendo con su deber. No tenía motivos para sentirse orgullosa, hizo lo necesario para defender su reino y el resto del mundo, en cambio aquel día perdió a una querida hermana–. Y no hay día que me arrepienta de no haber puesto un ojo antes de que todo acabara. No podía dejar que otros sufrieran a causa de ella y tomé una decisión. Por eso quiero que entiendas esto, Sunset –Volteó hacía la potrilla, plantando una triste sonrisa sin necesidad de forzar un semblante falso–. Hay ponis que nacen con todo y cuando menos se lo esperan, les arrebatan hasta la última gota de lo que formaba en sus vidas. Y son aquellas amistades que siempre estarán para ti.
–¿Usted tiene a alguien, princesa? –Luego de un momento de silencio, su pregunta surgió por plena curiosidad tratando de retomar la conversación. Cuando Celestia negó con la cabeza no debió resultar una grata sorpresa para Sunset, pues la princesa pasaba la mayor parte del tiempo en su castillo realizando sus actividades sin perder el tiempo más que en sus súbditos, principalmente alzando el sol de forma matutina.
–Luego hay otros, como yo, que persistimos por nuestra cuenta. Ser la princesa de Canterlot no es exactamente como uno cree, conlleva un mandato perpetuo, al igual que sus sacrificios –Dijo pasando por el lado contrario de Sunset, aparentemente tener el cuadro de su hermana pareció afectarle. No solo Luna, sino también Discord, representado por el espíritu del caos y la desarmonía, fue un viejo amigo hasta corromperse por la magia en sí y lamentablemente ambas hermanas lo convirtieron en piedra–. Hay ponis que no deciden estar solos y se aferran a lo que pueden, otros intentan salvarse por sí solos en un acto desesperado. Es probable que algún día te encuentres a alguien herido y en lugar de demostrarlo trata de esconder su dolor para encajar pasando desapercibido.
–¿Por que alguien haría eso? –Preguntó retomando el paso al lado de Celestia, ambas se observaban sin perder la orientación en los pasillos.
–No todos los ponis son semejantes entre ellos, sin importar de donde vengan. Las decisiones que toman son para el beneficio propio que consideran apto para sobrevivir en Equestria, por eso nadie merece estar solo ni sufrir miserablemente –Eso afirmaba un buen punto y, esta vez, Sunset podía comprenderlo mejor. Pensando sobre esto último, Celestia sonrió al notar que reflexionaba con detenimiento, expulsando su última duda.
–...Pero no conozco nada sobre la amistad, apenas comprendo el concepto, ¿Qué debo hacer? –En lugar de una respuesta rápida, Celestia rio para sus adentros confundiendo a la pequeña potrilla.
–Entonces, permíteme educarte –Sunset se detuvo primero, paralizada al captar las palabras que salieron de la princesa. Notando el divertido cambio, Celestia volteó para estar frente a Sunset–. Tienes todo lo necesario para aprender sobre la amistad. Posees un increíble talento sobre la magia, eso es cierto, pero aún tienes mucho que aprender. Por eso quiero ayudarte a que te extiendas, incluso podrías tomar mi lugar si el momento ideal se presentara.
–Us-Usted- Y-Yo, agh, d'ah, ravioli, yo, usted, quiere- –Tal y como un robot, Sunset perdió la cordura luego de escuchar todo. Tenía que ser un error, no podía ser posible que la misma princesa del reino de Canterlot le ofreciera la oportunidad de aprender bajo su tutela. Para colmo esto parecía divertir mucho a Celestia por su vergonzosa actuación–...¿Le importaría repetir lo que dijo?
–Sunset Shimmer –Entonando un tono mesurado, dio un paso al frente alzando la cabeza en alto observando desde abajo la presencia de la unicornio anaranjada. Acto seguido, reemplazo su ceño por una digna sonrisa–, ¿Aceptarías ser mí discípula?
No pudo responder como hubiera querido, aún si hubiera previsto este acontecimiento millas atrás, no fue capaz de contener la emoción. Chilló alegre, saltando de un lado a otro alrededor de Celestia, no presentó resistencia ante su felicidad, formando un espectáculo acorde a su edad para la princesa, pues ella y su hermana habrían hecho algo similar.
≫ ──────── ≪•◦ ❈ ◦•≫ ──────── ≪
Tres meses y medio han transcurrido desde la llegada de Gohan, contando los días en reposo bajo el cuidado de los doctores asegurando que el muchacho no realice movimientos imprevisibles. En varias ocasiones fue delatado al realizar ejercicios físicos, recriminando constantemente ante estos hechos, los pretextos no funcionaban y al final obedecía las ordenes de las enfermeras sin discusión. No se percibía como alguien rebelde, pero cada día encerrado en la misma pequeña habitación de rehabilitación, incapaz de ejercer movimiento a excepción de ir al baño, inquietaba su paciencia.
La supresión de alimento tampoco favorecía la estadía en este lugar, aunque comprendía que había bocas más importantes que necesitaban atención. Por otro lado, las enfermeras hicieron un excelente trabajo en su cuidado, atendiendo cualquier inconveniente con esmero, realmente situaban tesón simpático en la jovial energía, quizás porque la mayoría eran jóvenes graduadas en el estudio de la medicina. Hasta procuraron que Gohan socialice con algunos de los pacientes de su misma edad, realmente intento poner esfuerzo en ello pese a tener ineptitud sobre las habilidades sociales.
Por encima de todo, el mundo humano donde estaba varado presentaba un enigma perseverante en cuanto a una explicación racional. Tomando notas mentales utilizando lo poco que reconocía para formar teorías y conspiraciones partiendo desde campos de energía desatados como rupturas de espacio-tiempo considerando la presencia de viajes en el tiempo concretados, abdicó aquellas hipótesis hasta tener más componentes para formular correctamente una respuesta, o al menos que concerté algo cercano.
Llevando su análisis sobre la Tierra, empezando por la ciudad donde se hospedaba ahora; Canterlot. Aquí entraban Honey y Ron, quienes en sus frecuentes visitas para revisar que se encuentre saludable y en buenas condiciones, esta amable pareja que rescató al pobre niño tenían una rutina de pasar tiempo con Gohan para que no esté aburrido por su cuenta. Durante ese tiempo fueron aprendiendo sus intereses y eso conllevo a dispensar libros de historia, física, geografía, biología, ciencias naturales, que ya no tenían usó en la casa de los White, para entretener el largo hospedaje. Ron aseguró que no durarían mucho, así que decidió entregarle un clásico cubo de rubik, presumiendo que le tomaría un tiempo averiguar como resolver el conjunto de caras, en tan solo unos segundos Gohan festejó cuando emparejó todos los colores correspondientes, retractando su expresión precipitada.
El material de estudio benefició por mucho a Gohan, de esta forma no estaría caminando a ciegas por el concreto, esto anticipaba la recolección de información en varias escalas. En sí la civilización americana contaba con varias similitudes en cuanto al progreso y revolución, en los continentes del centro y sur poseían diferencias culturales y cambios poco modernos, también la exposición vegetal era notable por ciertas zonas del sur. En cuanto a la historia, visiblemente era muy diferente e interesante, muchas personas de renombre representados en museos, guía turística, grabados en piedra como en Washington e impresos en billetes.
Los animales de este mundo no eran para nada heteróclito del todo, comenzando por la extinción de dinosaurios y el continuo descubrimiento de nuevas especies enterradas. Al principió resultaba difícil de creer, pero considerando el delineamiento extenso de miles de años por detrás justificaba aquella ligera frustración, pues el solía relacionarse con un pequeño dragón llamado Icarus. El resto parecía normal sin muchas alteraciones.
Desde esta refrescante perspectiva ya no tendría problemas en el ámbito de la geografía y en como comunicarse con la gente a su alrededor. Un paso a favor fue cuando pudo establecerse en la sociedad como ciudadano americano gracias a los White, esto ocurrió a principios de semana cuando Gohan fue trasladado al hospital y el doctor Stable tuvo que preparar un formulario para introducir en el listado civil por no presentar ningún tipo de información legal más que su nombre y edad, actuando como guardián legal con la ayuda de Ron quien se encargó de realizar la transacción de datos.
Actualmente, la imperecedera recuperación llegó a su fin. Las complexión física heredada de los saiyajin proporcionaba una rápida sanación, reponiendo moretones, cerrando cortes y uniendo los huesos rotos, esté último tomó más tiempo y de a poco volvía a sentir cooperación con su cuerpo para realizar movimientos ligeros. Los vendajes ya no eran necesarios y, sorprendentemente para el doctor Stable, no tenía problemas en caminar.
–Y con esté es el último –Dijo Stable, desenrollando las viejas tiras de vendas blancas en el torso de Gohan. Señaló impaciencia en su rostro, no era ninguna sorpresa, comprendía la ansiedad luego de una larga espera sin poder salir afuera, esto plantó una sonrisa en ambos.
Tan rápido como terminó de quitarle la tela, Gohan saltó del asiento de su cama al suelo, sentía el cuerpo algo ligero y el brazo izquierdo entumecido luego de pasar un buen tiempo enyesado, aún así se sentía rejuvenecido por completo. Gesticuló los dedos corroborando las fuerzas recientes, considerando que la recuperación retraso el incremento de poder, no sintió que perdió parte su energía.
–No recomiendo que hagas movimientos imprudentes. Acabas de tener el alta, pero aun debes tomar en cuenta que tu cuerpo aún sigue reponiéndose y debe acostumbrarse –Afirmó el doctor atrayendo la atención del joven. Gohan sonrió avergonzado, supo que fue impetuoso, aun así dio gusto volver a la normalidad.
–Sí, disculpe –Rascándose la nuca con una mano, el doctor le confeso su propio semblante despreocupado, pues contaba que Gohan no era ningún tonto en el cuidado. El híbrido advirtió la presencia de un conjunto de prendas dobladas en una silla cerca de la puerta y debajo habían unos zapatos negros–. ¿Para quien es? –Apuntó con el dedo índice desviando la atención de la revisación en el portapapeles de Stable.
–Oh, la señora Honey te ha traído ropa para que te la pruebes –Comentó sorprendiendo a su paciente. Ciertamente no debería, ya conocía lo suficiente el afectuoso corazón benigno de Honey y Ron para que decidieran donarle prendas, tomando en cuenta que las suyas estaban destruidas y no podría reponerlas–. También me comentaron que planean llevarte a comer en algún lugar cerca de aquí para festejar tu rehabilitación.
Gohan mantuvo silencio un momento y curvó los labios, no pudo evitar sentir una extraña sensación de añoranza por tal afecto, sonreía mientras imaginaba un retrato similar con sus padres. Realmente tuvo suerte en conocerlos, en el primer día que cayó desde el cielo pudo terminar en la jungla o en lo profundo del océano pacifico, en lugar de eso encontró a dos personas maravillosas que ayudaron hasta el final y aun pretendían hacerlo. Quizás no llenen aquel vacío abatido de angustia y arrepentimiento, pero no podía negar que estará en deuda por cada cosa que hicieron por él, los admiraba y apreciaba.
Probablemente no pase mucho tiempo luego de que tenga que despedirse, él tenía que seguir adelante y empezar por darse un objetivo, también tenía que ocuparse en buscar respuestas y ahora más que nunca. Siempre estará agradecido con ellos, incluyendo a Stable que procuró cuidar de él en caso de que ocurra un accidente aparte de ayudarlo a insertarlo legalmente en Canterlot, procuraría darles una visita de vez en cuando.
Gohan tenía que resolver misterios y encajar en este lugar hasta buscar una ruta de regreso, si es que existía. Como si genuinamente leyera sus pensamientos, Stable decidió preguntarle algo por mera curiosidad.
–¿Qué planeas hacer ahora? –Aquello habría dejando pensar al joven saiyajin, pero recordó algo que no había hecho hace tiempo luego de que aparecieran los androides y entrara a la Habitación del Tiempo con su padre durante un año. Con una respuesta en mente, sonrió apacible al doctor transmitiendo una sensación de sosiego.
–Bueno, siempre quise ir a la escuela.
Y aquí termina el primer capitulo de este nuevo Xover. Voy hacer honesto con ustedes, para quienes ya han leído previamente mis otras historias como Survivor's, yo tampoco pensé que estaría creando un fanfic entre DBZ&MLP (más especifico, EG), al principio surgió como un chiste cuando vi la primera película y secuela con mi hermana menor, pero entre más discutía y reflexionaba al respecto acabe armando un guion y analizando a los personajes de este universo. Tuve que investigar la serie de MLP por internet ya que no conocía más que memes, también leí algunos Xover de otros autores para inspirarme y debo decir, que a pesar de ser dos series con temáticas muuuuuy diferentes resulta interesante, por ende quise intentarlo.
No planeo enfocarme en un escenario infantil, quiero transformar este Xover en algo juvenil, tampoco me desubicare apuntando temas fuertes en material adulto (drogas, adicciones, relaciones sexuales), buscó relatar algo que atraiga al lector, incluyendo a que algunos personajes (principalmente Gohan) sean conscientes de la comparación absurda de sus universos (Ejemplo: la magia de la amistad) y al mismo tiempo darle algo de crédito. Lo se, es confuso.
En fin, el próximo capitulo introduciré a los personajes secundarios como Flash, Trixie, e incluso a los que vagamente se mencionan en los créditos de los clips de EG como Sandalwood. Varios de estos influirán en la trama y en los 2 protagonistas, en las películas y cortos nunca tuvieron tan desarrollo como deberían y pienso cambiar eso.
Me gustaría aclarar que estoy empezando la historia años atrás del primera película de EG, aun hay tiempo para desarrollar a los personajes y convivir con ellos antes de saltar al evento principal. También quiero apuntar que la historia no seguirá el mismo guion que las películas, una por los villanos que aparecerán a futuro, y para no copiar y pegar todos los actos de la película agregando a Gohan de por medio. Me gusta pensar que altero la saga brindando más emoción, ciencia y acción que carecían en su momento. Los villanos los tengo planeados, primera pista; el primer villano es un clásico ;)
Culminando con mi exposición, solo quiero recalcar que la "novela" Survivor's no esta abandonada, de hecho esta a la mitad. Tuve dificultades en retomar equilibrio en la escritura y motivarme en terminar el capitulo, pensaba primero terminar aquel primero pero me precipite y decidí publicar primero este mismo. Y quise darle una portada decente, me gustaría practicando más ediciones para darle más encanto al diseño puesto, ira cambiando acorde como vaya la historia.
Nos vemos. Déjenme sus opiniones del capitulo de hoy, me gustaría ver que piensan y saber que esperan ver más adelante, estaré leyendo sus comentarios atentamente.
~Elchico 64
