Final imaginario del siglo XIX

En estos tiempos, las personas que poseen extraños poderes provenientes de su cuerpo o incluso de misteriosas y poderosas armas, son conocidas como ladrones, escoria de la humanidad que roba hermosas y valiosas obras de arte, estatuas o joyas de diversos museos de todo el mundo, con la esperanza de reunir los 108 trozos de inocencia perdidos.

OOOOO

-52 años antes de la caída de los Exorcistas-.

-Japón-.

Abrió los ojos con confusión. Escuchaba el canto de las aves a lo lejos y los rayos del sol atravesaban la copa del árbol donde yacía acostado. Todo estaba en calma. Ningún animal se atrevía a acercarse. El viento soplaba levemente acariciando su rostro y el resto de su cuerpo.

Fue entonces que decidió inclinarse hacia adelante, apoyándose en su antebrazo derecho. Sintió como un par de sus mechones de cabello caían por delante de sus hombros, por lo que volteó hacia ellos... asustándose con el color que ahora tenían.

Era negro. Igual que las plumas de los cuervos.

Alarmado, trato de moverse para ir al rio que se encontraba unos metros frente a él. Para su mala suerte, varios dolores punzantes, en su torso y piernas se lo impidieron, haciéndolo gruñir de coraje. En medio de su frustración, escuchó como una rama se rompía, volteando enojado y atónito hacia su derecha.

Una joven de ojos y cabello castaño; llegándole por debajo de sus hombros, vestida con ropas negras, lo miraba atentamente, sosteniendo en sus manos un canasto con hierbas medicinales. Soltándolo, se apresuró a llegar a su lado y arrodillarse.

-¿Cómo se siente? ¿Le duele algo? - lo cuestionó, sonriéndole.

El hombre entornó sus ojos negros, estudiando sus ropas con más detenimiento. Detalles plateados adornaban la tela negra. Y una gigantesca rosa plateada reposaba en el lado izquierdo de su pecho.

-¿Qué eres? - preguntó seriamente.

Ella parpadeó, pasmada.

-Una humana.

-Es evidente. - cerró un segundo los ojos, intentando no perder la paciencia. - Me refiero a tu trabajo. ¿A qué te dedicas?

-Soy una Exorcista de la orden oscura. - explicó con serenidad. - Una organización que se dedica a reunir los trozos de inocencia, para derrotar de una vez por todas al Conde del milenio y a sus malvadas creaciones, los Akuma. Estuve investigando un lugar donde se afirmaba que había un trozo de inocencia. Pero, para mi mala suerte, solo fue una falsa alarma. Ya me disponía a regresar al cuartel, cuando lo encontré a usted, flotando en la orilla de ese rio. - volteó a su derecha y señaló el cuerpo de agua a unos metros. - Curé sus heridas y... - hizo una pausa. - ...lo convertí en humano para detener el avance de una maldición que tiene en su interior. - se inclinó hacia adelante, haciendo una reverencia. - Lamento haberlo hecho sin su permiso.

Su acompañante examinó sus manos. Ya no tenía sus garras. Lo que significaba que tampoco debía portar las marcas de nacimiento en su rostro y sus colmillos. Básicamente, todo lo que sus padres le habían heredado. Ahora era un humano común y corriente.

-¿Cuánto tiempo debo quedarme así?

-Hasta que la maldición sea purificada por completo. Podría ser por un mes o un año. La verdad es que este tipo de conjuros lleva su tiempo.

El hombre se quedó serio, observando sus manos.

-¿Cómo te llamas?

-Soy Rin Higurashi, ¿Y usted?

Al dignarse a verla y encontrarse con sus ojos castaños, ella perdió el aliento y se sonrojó de golpe. ¿De verdad había salvado a alguien tan apuesto?

Él por otra parte, pensó que sería demasiado arriesgado revelar su verdadero nombre. Después de todo, era un Youkai muy conocido y respetado en esas tierras.

Y si otros demonios se enteraban de lo que le había sucedido, no dudarían en atacarlo y darle caza, con la esperanza de apoderarse de su título, como el protector y guardián del oeste de Japón. Tal y como su padre en el pasado.

Al pensar en su silueta, entreabrió los labios, para pronunciar con seguridad:

-Toga.

PPPPP

Transcurridos algunos días, Toga tomó la decisión de unirse a la orden oscura, con la excusa de ayudar a Rin en la búsqueda de los trozos de inocencia y con la intención secreta de mantenerla en constante vigilancia.

Claro que la haría pagar por convertirlo en humano. Él era un Youkai, ella una humana. Vivían en mundos completamente diferentes. Su sendero era el de la oscuridad, el de la joven pertenecía a la luz, lo que provocaba un choque constante que lo obligaba a obedecer a sus instintos asesinos y su orgullo, antes que otro tipo de sentimientos.

Encaminándose por un corredor, encontraron a un hombre de esponjado cabello castaño, ojos pequeños; resguardados detrás de unos anteojos, y un bigote debajo de su nariz. En el instante en el que se encontró con Rin, el general Froi Tiedoll le sonrió, haciendo a un lado el lápiz de carboncillo que tenía en su mano derecha, despegándolo del papel de la libreta que colgaba por una cuerda en sus hombros, apoyándola en su pecho.

Toga se distrajo con su creación; una copia exacta de la estatua de marfil que decoraba el centro del patio, pegado a unos pasillos exteriores, antes de recibir un saludo de su parte. Una cálida bienvenida a su escuadrón.

Con dudas, estrechó su mano con la suya. Se sentía extraño al estar rodeado de tantos humanos. Pero, si quería efectuar su plan de venganza con seguridad, no le quedaba de otra.

PPPPP

-La voluntad que te mueve, es diferente a la de otros Exorcistas. Ten cuidado. - le escuchó decir a Hevlaska, cuando bajó por el elevador triangular, acompañado por Rin. De sus brillantes zarcillos, surgió una espada delgada, con empuñadura y funda de color negro. - Esta arma le perteneció a otro Exorcista que vivió hace más de 100 años. Jamás se la había entregado a alguien, por la terrible profecía escrita en su hoja. "Una desgracia lleva a la oscuridad. Miles de ellas, apartan a la muerte".

-¿Q-Qué significa? - preguntó Rin, asustada.

-Significa que quien use a kurohyou (pantera negra), está destinado a sufrir durante toda su vida.

A Toga no le importó la advertencia. Permaneciendo inexpresivo, tomó la espada de los zarcillos de Hevlaska y le pidió a Rin que lo llevara de vuelta a los pasillos de la gran torre.

Ella, preocupada por su futuro, no tuvo más opción que obedecerlo, mirando con tristeza la palanca del tablero de controles, antes de accionarla.

PPPPP

8 meses después, Toga se convirtió en general, llamando la atención de varios miembros de la orden oscura. Entre ellos, a un grupo de jóvenes que iba y venía del edificio hacia el campo abierto junto al bosque y el acantilado.

Quien más destacaba, era una joven de largo cabello castaño a la que se le conocía como la guardiana dimensional, debido a que su padre tenía antes este cargo.

Había escuchado de su dura travesía gracias a Rin y a otros de sus compañeros. Incluyendo al general Tiedoll. Sin embargo, quien realmente le causó una gran impresión, fue InuYasha. Desde que lo vio sonreírle a Kikyo; la hermana mayor de Rin, supo que tenía que comentárselo a la joven.

Al pasar más tiempo con ella, teniendo que escapar a veces del entrenamiento de su mentor para charlar unos minutos, su propósito para quedarse a su lado había cambiado.

Ya no anhelaba la venganza.

Ahora, solo le interesaba proteger su sonrisa y, ¿Por qué no? Acabar con el Conde del milenio para poder tener una vida pacífica a su lado. Incluso se atrevería a buscar el perdón de InuYasha, aunque él no haya sido quien asesinó realmente a su madre y a su hermano menor.

Con la luz del atardecer bañando un pasillo secreto que solo ellos conocían, Toga se atrevió a contarle a Rin sobre su verdadera identidad. Sesshomaru, el actual guardián del oeste.

Su vida se centraba en liquidar a los demonios que amenazaban con destruir la paz dentro de los bosques de Japón, según su territorio... hasta que cierto encuentro con un extraño sujeto lo incitó a acabar con las personas más importantes para InuYasha, obligándolos a combatir a muerte.

Se sinceró al decir que no recordaba mucho del evento, razón por la que se sentía tan confundido, al ver la mirada de su medio hermano llena de odio.

Con comprensión, Rin lo abrazó y le agradeció su confianza. La cercanía entre ambos era peligrosa, pero hermosa.

Tanto como para que, en un pequeño impulso, Sesshomaru se inclinara hacia Rin, dándole un beso en los labios que aceleró el corazón de ambos.

PPPPP

-6 meses después-.

Bajo las órdenes del Conde del milenio, Tyki Mikk y Lulubell atacaron el puerto de Londres, organizando a varios Akuma de nivel 1, 2 y 3. Los primeros en llegar al lugar, fueron el general Kevin Yeagar, Kikyo y Rin, usando sus habilidades espirituales combinadas con los cubos negros y sus armas, para purificar a las abominables criaturas.

El general, a pesar de ser un hombre mayor, se movía ágilmente de un lado a otro, perforando a cualquier Akuma que se le cruzara con su cadena dorada, con dos lanzas en los extremos. Entonces, al toparse de frente con Tyki, este no dudó en perforar su pecho, depositándole en el corazón cinco de sus mariposas negras.

Ver aquello, hizo enfurecer a las chicas, separándose cada una por su lado para seguir luchando con las criaturas. En ese momento, los refuerzos de la orden oscura llegaron. InuYasha y Sesshomaru se encontraban en ese grupo, saltando y atacando en lados diferentes.

Mientras el primer joven auxiliaba a sus compañeros, con un rosario especial que exorcizaba a los demonios con sus cuencas espirituales, el segundo destazaba y cortaba sin piedad con su espada. La sangre quedaba impregnada en la hoja y en sus ropas negras.

Cuando le tocó enfrentarse a dos Akuma de nivel 3, con habilidades mortales, se estremeció al escuchar el repentino grito de una joven. Volteó hacia su izquierda.

Sobre uno de los muelles de madera, Lulubell golpeaba sin piedad a Rin, con su brazo derecho convertido en látigo, antes de convertir la punta en el filo de una espada y darle una fuerte estocada en el pecho, dejándola horrorizada.

La imagen hizo enfurecer tanto a Sesshomaru, que utilizó una gran cantidad de su poder para deshacerse de golpe de los Akuma, haciéndolos desaparecer de un solo movimiento.

Lulubell sonrió al verlo acercarse. Y hubiera querido divertirse con él un rato, de no haber sido por una indicación de Lero, el paraguas del Conde. Arrugó la frente con molestia y se retiró, desapareciendo en el aire al igual que Tyki.

A Sesshomaru poco le importó eso, cayendo en el piso y soltando su espada, una vez acortó su distancia con Rin, tomándola en sus brazos. Su herida era terrible, tanto como para marcarlo por el resto de su vida.

-Sesshomaru... perdóname... - pidió Rin, llorando y sonriendo con tristeza. - ...no estaré aquí... para cuando vuelvas... a la normalidad...

Tranquilizándola con una mano en su rostro, se inclinó y le depositó un beso en sus labios. De pronto, su corazón dejó de latir, abandonando ese mundo.

Abandonándolo a él.

Aferrándose a su cuerpo, que se helaba con cada segundo que pasaba, no se percató de la presencia de Kikyo, hasta que escuchó su voz, llena de confusión y terror.

Por bastante tiempo y sin darse cuenta, habían convivido con un asesino cruel y despiadado. Lo que era peor... su hermana menor se había enamorado de él. No había excusa. Eso era un hecho.

PPPPP

1 mes después del terrible ataque al puerto de Londres, Mao Lee les presentó a sus superiores el plan que definiría el rumbo restante de la guerra entre la orden oscura y el Conde del milenio.

La destrucción de la fábrica de Akuma, ubicada en alguna parte del arca de Noé.

Con ayuda de Cross Marian; quien se había infiltrado en secreto a ese misterioso lugar, explicó que para que esa misión resultara un éxito, se necesitaría de la cooperación de los generales restantes, y de las hermanas, Megumi Walker y Susan Hoshino.

En un principio, Malcolm C. Leverrier, su secretario Howard Link y otros líderes externos que apoyaban económicamente a la orden oscura, no comprendían porque dos niñas debían realizar una tarea tan ambiciosa como aquella.

Hasta que el general Cross expuso los extraordinarios poderes que cada una poseía. Megumi tenía a colmillo sangriento, una legendaria espada que su padre adoptivo; Neah Walker, recibió del antiguo guardián del oeste. Y Susan albergaba en su interior poderes espirituales, incluso más fuertes y letales que los de las hermanas Higurashi.

Por la forma en la que las vendió, el plan se aprobó de manera inmediata, ordenando que los involucrados, debían partir cuanto antes, con un portal hecho por la guardiana dimensional.

PPPPP

-Si quieres honrar la memoria de mi hermana, te marcharás esta misma noche de la orden oscura. - dijo Kikyo, mirando de forma despectiva a Sesshomaru, por encima de su hombro derecho, antes de volver a la celebración que se llevaba a cabo en el comedor.

De todas formas ya no quería estar en ese lugar. Sus objetivos, su corazón, sus esperanzas de volver a ser el Youkai que alguna vez fue...

Rin se lo había llevado todo junto a su alma, sellándolo a él como una puerta que ya no debía abrirse más.

Cerró sus ojos con cansancio. Y, apartándose de la pared donde apoyaba su espalda, se retiró en silencio por el pasillo circular. No tenía ninguna pertenencia especial. Solo la espada y la profecía que Hevlaska le había entregado.

Por una última vez, se dirigió al vestíbulo. Por última vez, se llevó la capucha de su gabardina negra por encima de la cabeza. Por última vez, volteó hacia el puente de concreto que separaba a la gran torre del bosque, envuelto con neblina y la feroz lluvia que caía del cielo nocturno.

Parpadeó. Dio un paso por la gran puerta abierta y se encaminó en silencio hacia el bosque.

-¡General Toga!

Al pasar entre los árboles, escuchó las voces de Megumi y Susan, llamándolo a lo lejos. Volteó un momento hacia atrás.

Separadas, levantaban la voz lo más que les era posible y revisaban los alrededores, girando de un lado a otro sus cabezas.

No les importaba mojarse bajo la lluvia, ni pescar un resfriado, con tal de saber que estaba bien.

Ese gesto lo sorprendió.

Pero ya no había marcha atrás. Ya le había prometido a Kikyo que, en cuanto cumpliera con la misión de la destrucción del arca, se iría para jamás regresar.

Realmente odiaba escuchar las voces de las jovencitas, ya que lo hacían pensar que si tenía esperanzas para seguir colaborando con la organización.

Para seguir vivo, peleando a su lado, por un futuro libre de la maldad del Conde del milenio, de la familia de Noé y de los Akuma.

Arrugó los labios. Dio media vuelta y retomó su camino, internándose en los árboles humedecidos en la oscuridad.

Fin del capítulo.