BIENVENIDOS A UNA NUEVA HISTORIA NARRADA MÁS, DEL MARAVILLOSO UNIVERSO LITERARIO DE LWA

¡ABRO TELÓN!


II

Una noche de verano, un cielo cubierto de estrellas, un silencio furtivo, el olor a humo extendiéndose por los alrededores, una caminata solitaria y la sensación de no estar sola. Atsuko Kagari lo sentía en la espalda. Esa incomoda percepción de estar siendo observada desde las sombras, acallando con el sonido de sus pasos la terrible impresión de un peligro inminente. Ella lo sabe, muy interiormente lo sabe y comienza a ir cada vez más rápido, intentando ocultar su figura del cazador, pero parece inevitable, cada vez más insano. Hasta que de pronto, una fuerza descomunal la tira del brazo y la hace caer al piso con un golpe seco. Ella grita del asombro y del dolor. Y sus ojos se ven presos del pánico.

Entre sombras y penumbras, ella aletea por liberarse, empuja un cuerpo que se asemeja a una roca inamovible y patea infructíferamente a la nada. Una risa sarcástica escapa de entre las fauces del depredador y cuando menos se lo espera, muerde impetuosamente los labios de Atsuko, salivando en demasía. Ella no puede evitar una arcada angustiosa saliendo de su garganta y su rostro se cubre de lágrimas radicadas en la impotencia.

- Soy de los tuyos, imbécil.

Le grita entre esfuerzos tórpidos, clamando algo de raciocinio, pero es inútil. El hombre hecho bestia no parece calmar su espíritu enceguecido por el fuego del infierno y en un impulso que golpea su interior, le propina una buena cachetada a su víctima, obligándola a callar. No más gritos, no más quejas, ni siquiera un movimiento que no sea el que él desea. Nada. Todos vuelven a hacer silencio, en medio de una fría noche de verano.

Atsuko Kagari cierra sus ojos, imaginando las estrellas que brillan sobre su cabeza, escucha el sonido de las hojas meciéndose al son del viento, hay un sonoro estridulo producido por insectos cercanos y cuando menos se lo espera, escucha un grito fuerte y desgarrador que la hace saltar. El tipo que estuvo encima suyo ya no lo está más y sostiene su cabeza lastimeramente. Una, dos, tres gotas de sangre escurren y manchan el suelo. Atsuko se levanta torpemente y choca tristemente contra algo parecido a una pared. Sin embargo, al levantar los ojos para vislumbrar el obstáculo, Diana aparece como una visión estoica.

La oficial vuelve a poner la correa de su rifle sobre su hombro y avanza sin miramientos hasta el hombre quejumbroso en el suelo. Lo toma de los hombros y lo hace caer de bruces, colocándose a horcajadas sobre su estómago para comenzar a devolver el golpe que anteriormente se dio el gusto de darle a su joven víctima, sólo que ahora multiplicado por docenas.

- ¡Ya basta! ¡Ya basta! ¡No lo volveré a hacer! ¡No lo volveré a hacer! ¡Perdón!

Suplicó, rogó y reclamó. Intentó quitársela de encima, pero por lo mareado que lo había dejado el golpe de la culata del rifle en su frente, no pudo hacer nada. Sencillamente recibió el peor escarmiento de su vida, siendo la primera vez que lograban atraparlo. Y cuando dentro de su desesperación inició el llanto, Diana se sintió regocijada de no tener la obligación de contenerse. No, hasta que Atsuko se lo impidió, arrastrándola lejos del sujeto en contra de su voluntad.

Conturbado, él observó la situación. Aturdido, se puso de pie. Y radiante de gratitud, corrió lejos de su atacante, tropezando y cayéndose en más una ocasión debido a lo maltrecho que se encontraba. Pero Diana no sintió piedad alguna y con una entereza férrea y sangre fría, apuntó su rifle en dirección a su cabeza, estando a sólo segundos de apretar el gatillo, cuando nuevamente Atsuko se interpuso en su objetivo, golpeando la boca del cañón.

- ¡Akko! ¿Qué mierda haces? – Ella vociferó protestante, presa de una ferocidad incontrolable. Atsuko volvió a incorporarse, empujando a Diana hacia atrás.

- Déjalo en paz. Ya es suficiente.

- ¡Suficiente será cuando esté muerto!

- ¡Que ya es suficiente!

Y nuevamente la empujó, logrando que su cuerpo aterrizase sobre el asfalto. Diana la observa incrédula y aunque a veces su mirada vuelve a fijarse en el extraño sujeto que corre a lo lejos, no puede evitar sentirse inquieta por la mujer que tiene frente a ella. Una víctima con la fuerza suficiente para enfrentarse a su salvador, pero no a su victimario. La presa se vuelve cazador, cuando el deseo de supervivencia es más fuerte.

- No soy yo tu enemiga…

- No sabes cuando eso puede cambiar.


Como siempre, cualquier falta de ortografía: ¡UN HECHICERO LO HIZO!

¡CIERRO TELÓN!