Capítulo IX: Instintos.

Kikyo detuvo su andar y giró, encontrándose el pasillo solitario por el que había estado caminando desde hace algunos minutos. Inicialmente había dejado pasar la presencia que la seguía, ya que no representaba ningún peligro, pero la estaba incomodando.

—¿Por qué me sigues?

Maome salió de detrás de un pilar, decepcionado por haber sido descubierto de forma tan rápida.

—Yo quería… —se mordió el labio y empezó a observar a los lados mientras agarraba la tela de su yukata rosa con blanco, asegurándose de que nadie más había notado que había sido descubierto.

— ¿Quién te pidió que me vigilaras? —inquirió, pensando que tal vez Jaken seguía sospechando de ella o alguno de los soldados de mayor rango.

—Yo no… —Maome retrocedió y miró nuevamente a su alrededor, buscando esta vez una ruta de escape—. ¡El joven amo lo ordenado! —confesó finalmente y se cubrió la boca, sintiéndose mal por haber cedido tan fácilmente a la presión—. Realmente quien debía realizar esta tarea era mi hermana, pero decidió hacerlo yo misma ¡No le cuentes, por favor!

—¿Por qué razón?

—El joven amo ordenó que fuera vigilada, y — se cubrió la boca, percatándose de que había cometido una imprudencia.

— ¿Y? —No le interesaban las decisiones que tomaran quienes no estaban relacionados con ella, salvo si estás la involucraban directamente. Frunció el ceño, de forma inconsciente, mientras se preguntaba si Sesshomaru la veía como una amenaza. En condiciones normales, no temería enfrentarlo a pesar de saber qué tipo de demonio era, pero en su estado, tenía que ser precavida.

— ¡No puedo decirlo! — Kikyou la miró fijamente y la demonio se encogió—. Quiere que duerma cerca de sus aposentos —susurró, esperando que la sacerdotisa no hubiera podido escucharla.

Kikyou no dijo nada, pero sus sospechas sobre un posible enfrentamiento aumentaron porque no le vio otra explicación para tal decisión.


— ¿Estos son todos los pergaminos que existen de antes de que mi padre tomara el control de estas tierras?

— Lo lamento, amo — el demonio topo retrocedió —. Los registros de la época del amo Inu no Tsume fueron destruidos durante su última batalla, cuando el amo Inu no Taisho era joven.

—Puedes retirarte.

El demonio hizo una reverencia, pero cuando se giró para salir de la habitación, habló de nuevo.

—Amo, la señorita Rin se encuentra esperando una audiencia.

—Hazla pasar.

Cuando el demonio topo salió, se dejó caer la espalda, de forma descuidada, en su asiento. Había pasado toda la tarde investigando sobre lo que le estaba sucediendo a la sacerdotisa, pero la poca información que obtuvo, solo le había generado más dudas.

En medio de sus cavilaciones, llevó la manga de su vestuario a su nariz. Era leve y casi enmascarado por su propio olor, pero aún se encontraba presente el ahora de Kikyou.

Aquel demonio necesitaba su energía espiritual. Muchas sacerdotisas habían sido sacrificadas para evitar que ese tipo de demonio se reprodujera. Pero no había registros sobre como afectaba al resto de demonios porque eran simples humanas usadas como criaderos. No había forma que su olor influyera en un demonio de su clase. Sin embargo, ella existía. La sacerdotisa amante de su medio hermano mestizo y foco de obsesión de Naraku, dos seres débiles emocionalmente.

—¿Por qué?

Antes, a pesar de ser humana, le inspiraba una especie de respeto. Nunca le interesó más, como se lo dejó claro a InuYasha cuando lo cuestionó por no haberla ayudado. Pero ayudó a Rin y tuvo una deuda. No obstante, algo parecía ir cambiando en los días en que estuvo con ella, y había comenzado cuando el olor a muerte desapareció de su cuerpo.

Su olor.

No era el único en notarlo.

—¿Señor Sesshomaru? —El tono preocupado de Rin lo hizo mirar hacia el frente. Parecía querer preguntar algo, pero, por primera vez dese que la conoció, no se atrevía a hacerlo a pesar de saber que siempre le respondería.

Sin embargo, no tuvo que pensar demasiado para saber lo que preocupaba a la chica. Avergonzado, bajo el brazo que aún tenía levantado. Pero la acción hizo que Rin retrocediera.

—Señor Sesshomaru… sus ojos…

Cerró la mano y gruño. Se sintió frustrado por lo que estaba sucediendo. Se había percatado de que no podía tener cerca a la sacerdotisa o nada que oliera a ella porque sus ojos viraban a rojo, mostrándole que cada vez más se dejaba llevar por sus instintos. Pero tampoco podía evitarlo porque todos en el palacio la estaban oliendo.

—Deberías volver a tu habitación.

Se levantó y caminó hacia la ventana que estaba detrás de su asiento. Creyó que, como siempre, la personalidad alegre de Rin podría evitar que pensara cosas innecesarias, pero cada vez parecía más difícil encontrar una distracción.

Después de una larga vacilación, Rin salió de la habitación. Sabía que estaba llorando, pero, por primera vez desde que la conoció, no se indicó que tuviera tanta importancia para actuar. No cuando el olor de su manga seguía colándose en su olfato.


Pasó algunas horas sumido en sus pensamientos hasta que se cansó de permanecer en la misma posición en la que había estado desde la tarde. Miró por la ventana y, al percatarse de que la luna asomaba detrás de algunos árboles, decidió retirarse a su habitación. Mientras andaba por el pasillo, ignorando a los demonios que lo reverenciaban, pensaba otra vez en la poca información que había encontrado en los pergaminos. A pesar de ser escasa, fue suficiente para que hiciera una hipótesis de lo que posiblemente estaba sucediendo. Sin embargo, no comprendía por qué estaba sucediendo con ella, con una humana.

Nunca le había agradado los períodos en los que no podía controlar sus instintos, pero necesitaba comprobar si su hipótesis era acertada para no tomar una decisión precipitada.

Estando en su habitación, le dio una última olfateada a su manga antes de ingresar a la sección de baño, donde estaban dos demonios femeninos, que hicieron una reverencia. Se desnudó sin importarle la presencia y se sumergió en el lago ante la atenta mirada de ambas, perdiéndose en sus pensamientos otra vez mientras los demonios se llevaban la ropa que había descartado.

Tocó su hombro de forma inconsciente, y se cuestionó si debería tomar una decisión. Ya no necesitaba la ayuda de la sacerdotisa, pero la quería.

Señor Sesshomaru... sus ojos...

Apretó su hombro, soportando el dolor, y se levantó. No permitiría que sus instintos lo dominaran.

Estaba seguro de que podría evitarlo, pero tenía que atacar el problema de raíz.


Esa noche Kikyou no tuvo que andar por largos pasillos para llegar a la habitación de Sesshomaru. Tenía que reconocer que era ventajoso ocupar una habitación en esa sección, aunque el hecho de que fuera más comoda que la anterior, no le importaba mucho.

Cruzó miradas con el pequeño demonio quien, como las veces anteriores, la guiaba mientras murmuraba cosas inentendibles sobre que su olor estaba contaminando toda la zona que ocupaba su amo. Pero este guardaba silencio cuando notaba ojos fijos sobre su figura.

Suspiré, ya acostumbrada a las quejas de este, y no le puso mayor atención hasta que llegaron a su destino. Jaken hizo una reverencia, dando aviso de su presencia y cruzaron el umbral de la puerta cuando se les fue permitido.

Sesshomaru se encontraba al lado de la ventana, llevaba solo un kosode blanco en la parte superior de su cuerpo, y parecía concentrado en la oscuridad que se extendía a fuera.

Cuando su atención fue dirigida hacia ellos, Jaken hizo otra reverencia y la supervisión de soslayo. Hizo un sonido de molestia cuando se percató de que Kikyo no replicaba su movimiento.

—Baja la cabeza, humana. Tú...

—Puedes retirarte, Jaken —Sesshomaru interrumpió a su subalterno con su tono de voz plano, mientras miraba a Kikyou, tal como lo había hecho desde que había ingresado a la habitación.

El pequeño demonio no replicó, pero siguió mirándola con desprecio por considerar una falta de respeto no reverenciar a su amo.

Cuando quedaron solos, esperó pensando que tenía algo que decirle, por la forma en la que la miraba. Pero, después de hacer un casi imperceptible chasquido de lengua, Sesshomaru se sentó sobre la cama y se bajó el kosode.

Kikyo se sorprendió, pero lo descartó al pensar que había sido su imaginación. Sin darle más importancia, se colocó frente al demonio y puso sus manos sobre la herida, comenzando a emitir energía blanca. Su pechó empezó a doler un poco y, sin comprender por qué, el cuerpo empezó a doblársele hacia adelante como si no pudiera sostenerse, mientras empezaba a sudar. Creyendo que era debido al uso de su energía espiritual, dejó de utilizarla.

Iba a excusarse para retirarse, pero un gruñido cerca de su odio, hizo que se percatara en qué posición se encontraban; El rostro de Sesshomaru estaba cerca de su cuello y estaba olfateándola mientras pequeños gruñidos salían de su boca.

Intentó retroceder por instinto, pero la sujetó por la cintura y, antes de que pudiera procesar lo que estaba sucediendo, le dio la vuelta y quedó tendida en la cama. El demonio la miraba de forma fija mientras sus ojos viraban entre rojo y su color natural.

— ¿Qué estás haciendo? —inquirió, y los ojos de Sesshomaru volvieron a ser de color dorado. Pero no se levantó.

Sus movimientos eran restringidos por el cuerpo que la mantenía contra la cama, pero sabía que tenía que idear una salida de forma rápida porque, estaba segura, de que Sesshomaru la atacaría. Por lo cual intenté usar energía espiritual, pero su muñeca fue sujetada contra la cama.

—Entonces era cierto. —Bajó un poco más el rostro y, posteriormente, se levantó un poco, permitiendo que Kikyo se sentara, quedando entre sus piernas—. No puedes sentirlo como yo porque, en teoría, eres una humana, pero ya deberías saber que no solo se trata del sello.

No dejó de observarla, como si estuviera meditando sobre qué hacer, mientras Kikyo enlazaba sus palabras con lo que le estaba sucediendo desde que había despertado. Pero los dedos sobre su cuello, apretando de forma suave su garganta con los pulgares, hicieron que recordara que el demonio quería atacarla, por lo cual echó la cabeza hacia atrás, intentando alejarse de su alcance.

— Que molesto —mencionó Sesshomaru y sus ojos empezaron a virar nuevamente.

Kikyo intentó decir algo, exigirle que se apartara. No entendía todo lo que estaba sucediendo, pero había llegado a la conclusión de que su olor estimular parecía a que el demonio la atacara. Si era así, un lugar lleno de demonios no era seguro para su integridad.

Sin embargo, no pude hacerlo; Fue interrumpida por la presión sobre sus labios, con tal fuerza que ocasionalmente olvidara la línea de sus pensamientos.

Lo primero que notó cuando pudo hilar nuevamente sus pensamientos, fue que el contacto no era suave. No había rosas tímidas y en cada segundo él parecía querer más. Fue como una explosión necesaria que le robó el aliento, una sensación diferente a los suaves besos que había compartido con InuYasha.

Sus labios eran cálidos, pero querían devorarle hasta el último aliento.

Pudo ver sus ojos mientras cabello plateado le acaricia el rostro. Eran rojos y líneas moradas adornaban sus mejillas, y justo tardó ese instante, en que lo estudiaba, en percatarse de que le está devolviendo el beso con la misma intensidad a pesar de que en su cabeza no deja de aparecer la imagen InuYasha pidiéndole que se detuviera. Pero el calor que empezar a sentir su cuerpo no la dejaba. Reaccionada a cada gruñido que entre el beso Sesshomaru emitía.

No lo entiendo. Tampoco se molesta en querer hacerlo.

Solo sabe que desea más.

No se percata de lo que está sucediendo cuando su espalda queda sobre la cama. No obstante, cuando una mano con garras sube por su pierna lentamente hasta detenerse sobre su abdomen, definitivamente, si lo hace.

Piensa en InuYasha. Sabe que no está con él, pero su cuerpo no parece despreciar ese hecho.

Cerró los ojos cuando Sesshomaru se apoya sobre ella, como si no le bastara, y la besa con más ansiedad.

Ya no está la tela que antes cubría su abdomen mientras la mano se pasea por la piel que recubre esa zona.

Kikiyo tiembla y sus dedos, igual de temblores, presionan los hombros del demonio, provocándole un siseo de dolor por la presión en la zona lastimada, pero no se detiene.

Y Kikyo tampoco hizo nada para detenerlo.

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¡Hola! Espero aún esten por ahí(?

No pensé que había pasado más de un año desde la última actualización. Lo siento, aunque realmente no tengo excusa 😐

Estoy subiendo la historia también en Ao3 y acabo de ponerme al día. Respecto a los Ojos del Demonio, por ahora no voy a actualizarla. No sé si se acuerdan de que había mencionado algo sobre que iba a usar la historia. Bien, aunque no tiene mucho que ver con el fanfics -cambié cosas e incluí escenas que no están. Es básicamente otra historia con la primicia de chica vendida por el primo, pero "más oscura"-, tengo sentimientos encontrados al intentar escribir. Creo que pensaré en ellas como historias diferentes; seguiré con el fanfic como lo tenía planeado y la historia como la he estado imaginando. Pero por ahora no creo que lo haga porque tengo un bloqueo. Me he puesto a escribir esta historia y me propuse terminarla como ejercicio a ver si salgo del bloqueo, ¡trataré!

¡Felices fiesta! Realmente espero que tengan un bonito inicio de año.

Gracias por los comentarios, ¡me animan mucho! Especialmente a:

Ángel María 15: ¡Gracias por todos los comentarios! Me hace feliz que te guste mucho la historia. Prometo intentar terminarla y no perderme tanto.

Invitado: ¡Lo siento! Ah, así que estás aquí desde antes; me hace feliz saberlo y que te agradan mis historias.

Otro invitado: Me alegra saberlo y que no te aburra releer. Aquí estoy y espero actualizar más seguido.

Hola: Me alegra saber, he vuelto… tarde, pero estoy.

Sastra: Lo dejo a tu interpretación (? Ya casi los sentimientos serán más explícitos ¡Gracias!

Invitado: ¡Hola!, gracias por dejar este primer comentario, significa mucho para mí. Me alegro que te guste mucho, aunque no sé si mi imaginación merezca tantos elogios y me avergonzare jaja Es la primera vez que alguien dice algo como esto, así que lo atesoraré con mucho cariño ¡Lo agradezco mucho!

Kass de Venus: ¡Gracias!, no fue tan pronto, pero aquí sigo.

Invitado: Me hace feliz que te guste hasta el punto de hacerte sonreír, ¡gracias!

Fabelliot: jaja oye, hasta hiciste que me imaginara con eso de "lo vas a obligar" a mi apuntándole con un arma a Sessho para que se deje querer jaja… Cuenta con ello ¡Gracias por seguir aún! Me hace feliz ver a personas que están desde el inicio. Espero que el capítulo y los siguientes cumplan tus expectativas. Leí tu otro comentario, arriba expliqué por qué no he seguido con los Ojos del Demonio. Pero lo intentaré.

Rita uchia: ¡Gracias!, tu alegraste el mío con el comentario.

Invitado: ¡Lo siento! Espero no te aburras por releer, pero prometo intentar no tardar tanto.