Nota: Voy a considerar esto incompleto porque no leí el volumen dos pues no está traducido ni en inglés o español... Así que, me quedé con la primera mitad, ni modo.
Si había algo que no le gustaba de ser un alfa, era el nudo. Era tan incómodo y vergonzoso como esa parte de su anatomía comenzaba a hincharse, como si inflase un globo; y no sólo eso, los nudos significaban permanecer unidos hasta que el bulto disminuyera lo suficiente para retirarlo o se deshiciera completamente.
Había podido soportarlo con supresores y durmiendo como si de fiebre se tratase, hasta que Suguru Toujou llegó a su vida.
Sumire sabía que en algún momento tendría que hablar de esto con Suguru, no sólo porque eran una pareja sino también por lo que el nudo implicaba. Todavía no tenían planeado tener cachorros.
Aunque si los tuvieran, seguramente serían igual de lindos como Suguru.
De sólo imaginarlo, una pequeña sonrisa junto a un rubor se dibujaban en su rostro. Aunque esto significara tener la mirada e insistencia de Toujou sobre él y tener que evadir el tema (lo mejor que pudiera).
Sin embargo, su Senpai siempre lograba sorprenderlo. Y como si supiera lo que estaba pasando por su mente estos últimos meses; sacó ese incómodo, vergonzoso pero importante tema del nudo. Sumire nunca se sonrojó tanto en su vida como esa vez.
Pero incluso si sentía pena por tratar este tema con su novio, se sintió aliviado por cómo se lo tomó, con seriedad y calma; lo que no esperó –pero tal vez, debió suponer–, fue la sugerencia de Suguru de intentar pasar su rut con él.
Lo que sólo podía significar una cosa: el nudo estaría presente.
– Está bien, Sumire – le aseguró Suguru, acariciando su mejilla con cariño. El calor presente en el ambiente, sus cuerpos cubiertos en sudor mezclado con fluidos y saliva, y el sonrojo cincelado en sus rostros, cuello, orejas y parte del pecho; Sumire entrecerró los ojos, recibiendo su caricia con consuelo y afecto mientras el nudo comenzaba a hincharse –. Puedes meterlo.
– Suguru…san…
El aliento se escapó como agua entre los dedos en un suspiro, temblando ante la nueva sensibilidad y emoción adquirida gracias al nudo. Unas lágrimas rodaron por sus mejillas ante la gratificante sensación de sentirse más cerca de él, y tal vez fue lo mismo para Suguru quien limpió sus lágrimas y besó finamente sus labios.
– Te amo Sumire… te amo mucho – susurró, sonriendo como la Madonna que era (y no era).
– Yo también… yo también te amo, Suguru-san – le respondió, con una sonrisa genuina y temblorosa ante tantas emociones y sentimientos.
Incluso si Sumire no se lo dijera, sus sonoros y efusivos ronroneos lo decían todo. Lo que también le hizo ronronear de vuelta al mismo tiempo que besaba su barbilla y cuello, con el olor a violetas cosquilleándole la nariz.
Tenerlo cerca como ahora y exclusivamente para él, le hacía sumamente feliz. Porque así podía monopolizarlo y quererlo tanto como quisiera, en este instante, en este momento tan íntimo.
(Porque se había enamorado profundamente de todo lo que era Sumire Kimino y lo que significaba para él, Suguru Toujou).
