El Ascenso de un Científico Loco

¡Descubriré cómo Funciona el Mundo!

Wiegenmitch y los Ditters

"Por aquí, príncipe Ferdinand. La Suma Obispa lo espera."

"Gracias Mónica."

Esta era la primera vez que entraba en el Templo Soberano desde la noche de… mi educación de caballero. Ahora que podía observarlo sin la confusión de '¿Qué está pasando?' me di cuenta de que el lugar se veía bastante igual al Templo de Eisenreich. Sabía que tenían el mismo diseño, por lo que no era difícil encontrar el camino. Aun así, dejé que la joven me guiara.

Miré a la doncella gris frente a mí. Rozemyne se había llevado a todos sus grises al templo soberano, por lo que se sentía extrañamente familiar… a excepción de que yo no era el Sumo Sacerdote en este templo.

Seria de verdad agradable volver a usar túnicas azules, me sentía más cómodo con ellas, pero la ahora tercera reina no dejaba de protestar al respecto, diciendo que no era adecuado que mi novia y yo estuviéramos juntos en el templo.

Los sacerdotes, por otro lado, insistían en que ambos debíamos estar en el templo para poder garantizar el encontrar la sabiduría, en tanto padre dijo que sería mi decisión. Lo estaba considerando en serio, tanto las ventajas como las desventajas, más allá de mi propia comodidad. De todas maneras, ya antes existía el plan de llevarme al Templo Soberano.

En tanto Galtero seguía insistiendo en que yo debía ser el Sumo Obispo para poder liberar a Rozemyne.

Mi hermano menor estaba bendecido por Analthung de una forma extraña que no alcanzaba a comprender del todo. Las cosas que decía solían ser correctas, aunque su pensamiento no lo fuese.

Cuando me volviera Zent tomaría mi legítimo lugar como Sumo Obispo. Como debía ser. Rozemyne entonces podía volverse Suma Sacerdotisa o trabajar conmigo como obispa, lo pensaría después.

Mis pensamientos se cortaron cuando llegué a la puerta de la habitación. Para mi mayor desconcierto la doncella no llamó para permitirme pasar, tan solo abrió la puerta, revelando una pared negra que hace mucho no veía.

"Adelante."

Respiré hondo antes de cruzar el umbral. Me pidieron que viniera sin decirme nada, así que no sabía que esperar. En la nota con la que se me contactó, se me solicitó que fuera lo más discreto que pudiera al venir y que lo hiciera solo.

Rozemyne nunca abusaba de su autoridad, por lo que las preguntas seguían aumentando conforme los minutos pasaban.

"…muy amable, incluso con la mente nublada por el toruk, Lord Adalbert no me trató como los demás y, sé que no debería decirle esto, pero cuando todo terminó, él lloró, ¡lloró! Fue la primera vez que vi a un caballero derramar lágrimas pidiéndole disculpas a su diosa de la luz antes de comenzar a pedirme disculpas a mí también… estaba tan confundida y de cierto modo aliviada que en ese momento pensé 'no me importaría tener un bebé de este hombre.' Pensé que un hombre como él podría cuidar y rescatar a mi niña… Myne fue la primera hija que tuve. Pensé que su padre podría salvarla y yo iría a la pareja suprema sin arrepentimientos."

Me había quedado paralizado ante la escena frente a mí. Una mujer muy similar a Rozemyne, pero con otros colores, cabello platinado y ojos dorados pálidos, estaba sentada frente a mis tíos.

El tío Adalbert parecía avergonzado en tanto la tía Verónica no dejaba de estudiar a la mujer, pero no existía hostilidad ni dolor en su mirada. Podía ver un poco de rencor y recelo en sus ojos, pero lo que vi, lo que estaba más presente fue alivio y ¿orgullo? De verdad se había reconciliado con la idea del origen de mi novia.

Esa mujer fue la primera en percatarse de mí.

"Lamento la interrupción", dije con torpeza, confundido por la escena, buscando a Rozemyne con la mirada cuando me percaté de que ella no estaba aquí.

"Volveré más tarde." Pero no pude salir, Mónica debió cerrar la puerta atrás de mí. Con la barrera negra no podía ver de dónde tirar para abrir.

"Príncipe Ferdinand", me sonrío la mujer, "mi hija me ha hablado mucho de usted. Gracias por amarla y cuidarla todo este tiempo."

Mi boca se abrió sin que nada saliera de ella, mi confusión aumentando junto a la vergüenza nacida de su gratitud. Quería preguntar muchas cosas, pero principalmente quería saber que estaba pasando y donde estaba mi novia.

La sentí antes de verla. Mis ojos se dirigieron a la cama, al tiempo que Rozemyne salía de su habitación oculta.

"Gracias por venir con tan poca anticipación, Ferdinand. Por favor siéntate."

No me moví de inmediato, no sabía dónde sentarme. Mis ojos tampoco dejaban de observar a la mujer que parecía ser la madre biológica de mi novia. Mis ojos pasaban de una a otra comparándolas. En algún momento también comenzaron a ver al tío, ¿de dónde había heredado Rozemyne los colores?

La tía Verónica tenía razón en que no había nada del tío Adalbert en Rozemyne, se parecía más a su madre, pero aun había diferencias.

"Ferdinand, luego puedes seguir analizando las cosas." Volvió a llamarme, ahora tomando mi mano y sentándome junto a ella en el sillón. "No tengo mucho tiempo."

Rozemyne dejó los papeles que llevaba en la mesa al igual que unas cajas.

Ella se giró a verme antes de comenzar a explicarme la situación. Ahora que las fronteras cambiaron por intervención divina, las personas comenzarían a prestar atención a todo, lo que podía terminar con alguien descubriendo el verdadero origen de Rozemyne, y con Galtero prácticamente fuera de la competencia y la atención puesta en nosotros, la posibilidad de que los partidarios de nuestro hermano buscaran formas de sabotearnos no eran cero.

"Es difícil que alguien descubra tu origen y en todo caso nadie se atrevería a señalarte como un antiguo plebeyo después de que mi padre adoptivo declaró que quiso adoptarte desde que asumió como zent."

Rozemyne inclinó un poco la cabeza y presionó su mejilla, pensando un momento antes de que sus ojos cayeran de nuevo en los papeles.

"Tengo una historia de fondo lista, por si acaso."

La hoja que me tendió hablaba de un hombre, Lord Maximiliano, que fue el segundo esposo de mi madre por un tiempo antes de fallecer de forma prematura durante un exterminio de trombe, dejando a mi madre sola con la carga de Gedulh. Debido a la falta de mi padre, el luto de mi madre, además de ser el tercer hijo, nací débil y con bajo maná.

Tras salvarla, el primer esposo, Edgar, aceptó pararse como padre en mi bautizo tardío. Algo que planeaba hacer cuando cumplí siete, pero en ese momento mi maná era muy pequeño para un archinoble y tuvieron que dejarme en el templo.

"Aunque entiendo la idea, esto es demasiado conveniente. Alguien puede investigar y descubrir que nunca existió un tal Maximiliano Lutna Kleinalbrecht."

"Oh cielos, tenía tiempo que no escuchaba ese nombre." Murmuró la tía. Una sonrisa incómoda en sus labios antes de suspirar y mirar a su esposo.

Según parecía, ese hombre si había existido, y si murió demasiado pronto después de su matrimonio.

"Originalmente tus padres serían degradados después del bautizo de Gudrun, pero con la muerte de Maximiliano decidimos adelantarlo unos años. Rihyarda necesitaba un tiempo de luto, por lo que nos pareció muy apropiado." Explicó mi tío, "Lo que en realidad me sorprende es que Rozemyne lo sepa."

Mi novia sonrió desviando la vista un momento antes de rascar su mejilla. Avergonzada.

Con los sacerdotes entrando a la nobleza, mi origen se cuestionó en varias ocasiones, pero nunca lo suficiente como para que yo llegase a enterarme. Desde antes ella había sembrado rumores de que mi padre biológico era el difunto marido de mi madre y que yo me parecía a él.

Casi me reí una vez más al comprobar la excelencia de mi novia y de mis antiguos compañeros de séquito. Rozemyne se esforzó por cubrir cualquier cabo suelto sobre mi verdadero origen.

'En serio, ¿qué tanto hizo ella para protegerme sin decirme? No me sorprende que mi vida fuera tan fácil.'

No existía un cuadro de Maximiliano durante su juventud, pero los que lo recordaban hablaban de que tenía el cabello claro y era alto.

Sin cuadros o fotos, su apariencia se volvió ambigua en la mente de las personas y ella lo usó a mi favor.

El luto que mi madre vivió durante ese tiempo y la enclaustro en su finca, hizo que algunos especularan sobre un embarazo, por ese motivo los mayores no parecieron sorprendidos o incrédulos a la declaración de que yo era su hijo.

En tanto a los sacerdotes, la mayoría de los que volvieron a la nobleza eran mednobles y laynobles, así que era natural que nunca se hubiesen topado conmigo.

Laurenz era el único archinoble del templo, por lo que, con nuestra relación cercana, todos asumieron que en realidad crecimos juntos.

"El verdadero problema reside en mi origen." Continuo Rozemyne sacándome de mis cavilaciones. Entrando en el tema principal por lo que podía ver. "Alguien puede desvelar que nací como una flor de Adalasia. Los riesgos son demasiados y la posibilidad de que lo desvelen para manchar mi reputación no es cero. Debido a esto, devolveremos a mamá a la nobleza y la colocaremos como tercera esposa de mi padre."

Todos la miraron incrédulos por sus palabras. Yo incluido.

La historia seria que Seradina era una hija del anterior zent, pero antes de su bautizo, su vida se vio amenazada en repetidas ocasiones porque era la hija favorita del rey, al punto de que fue seleccionada para volverse heredera prácticamente desde su nacimiento.

Tras ser envenenada y obligada a dormir en jureve durante dos años, Zent pidió la protección de Schutzaria para ella, decidiendo que volvería a la realeza mediante una adopción cuando tuviera diez.

Tras despertar, Seradina era muy débil y pequeña para una niña de ocho años por lo que ella pidió no ser bautizada como hija noble. Estaba asustada y, si alguien descubría que estaba viva y en Eisenreich, podrían intentar asesinarla de nuevo.

Después de mucho tiempo y debate entre el rey, el anterior Aub y la misma Seradina se decidió que la joven seria la amante del próximo archiduque, ocuparía el lugar que normalmente tendría la tercera esposa y viviría tranquila y oculta en el templo, lo que también daba un motivo de peso al porque Rozemyne fue escondida en el templo hasta su bautizo y justificaba que la tía Verónica no se hubiese presentado como la madre de una princesa oculta.

"… sin embargo conmigo entrando a la familia real eso no podría continuar y finalmente aceptó entrar en la nobleza."

La historia era bastante sólida. Rozemyne se estaba aprovechando de un tablero que no era suyo para jugar una jugada mejor.

Esto tenia dos objetivos, evitar que usaran su origen para dañarla, y reducir la credibilidad de cualquiera que la acusara de nacer como una flor. De modo similar a lo que hizo con el exesposo de Gudrun.

Mi novia incluso había preparado documentos y cartas que parecían antiguos. Pergaminos envejecidos y dañados, de modo que no existían incongruencias en su narrativa. Cuando la cuestionamos sobre los papeles ella sonrió diciendo que tuvo ayuda de los dioses, pero no dio más explicaciones.

"Tú serás el encargado de aplicar los exámenes, Ferdinand, pero mamá será educada en Eisenreich para mantener la historia. Volverá durante el otoño para comenzar los exámenes."

La siguiente campanada quedó claro que no existían huecos en la historia, todo había sido preparado de forma tan minuciosa que no pude evitar preguntarme cuanto tiempo llevaba ella planeando esto. En las cajas había un anillo de bautizo, herramientas mágicas para niños, y otras cosas que un noble normalmente tendría desde siempre.

No sabia de donde las había sacado, pero su madre no parecía incomoda con el maná en las herramientas.

Seradina se despidió de su hija con un abrazo y, como sería raro que la pareja archiducal fuera seguida por una doncella del santuario, se preparó un disfraz para la mujer. Su cabello fue teñido de castaño y se vistió con un traje de asistente. Rozemyne también le dio una bendición de Verbergen que la haría pasar desapercibida.

"Te veré en el otoño. Suerte durante tu viaje."

Los tres adultos salieron entonces, pero mi novia no desactivó la barrera. La sonrisa que me dedicó me dio escalofríos.

"Entonces, Ferdi, estaremos separados hasta la mitad del verano…"

Muy tarde descubrí porque se sentó a mi lado en ese sillón de tres plazas.

Mi novia disfrutaba mucho de ponerme incomodo por lo que podía ver, de llevarme al borde de la locura, de torturarme y nublar mi razón.

Ahora tenía cierta resistencia a las drogas, lo que pensé podía salvarme de situaciones problemáticas… pero Rozemyne era la más peligrosa de las drogas, era como un veneno de acción lenta. Se mete en tu piel y te consume y, para ella, no hay antídoto.

Y yo no quería un antídoto.

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"Veo que todos han puesto empeño en socializar de modo adecuado no solo con los Ducados de sus madres, sino con algunos otros."

parecer, los jefes de eruditos debieron informarle de las diversas citaciones para visitar los Ducados que preparamos Rozemyne, yo… y Galtero. No esperaba que nuestro arrogante hermano también comenzara a moverse en serio. Su sonrisa de suficiencia y altanería demasiado clara ahora, como si notara mi asombro.

"Debo decir que me siento muy orgulloso en este momento de que decidieran tomar la iniciativa. Por supuesto, hablar con los Aubs y hacer arreglos para visitarlos es apenas el comienzo. Me hacen acordar de mis hermanos mayores. Cuando yo era en verdad más joven…"

Dejé de escuchar en ese momento. Esperaba que Rozemyne moviera sus fichas y visitará algunos Ducados bajo la excusa de poner en orden los Templos o revisar aquellos que hubieran sido recompensados, pero seguía preguntándome qué fue lo que hizo Galtero.

¿Ofreció algo o solo exigió? ¿Algún Ducado además de Klassenberg lo estaría tomando con seriedad? ¿O le dejarían ir de visita por el mero hecho de ser un Príncipe de la Familia Real? ¿Qué tanto debía preocuparme por está jugada inesperada de su parte?

Padre soltó una ligera risa con un tinte nostálgico, dejando que su mirada perdida en el ayer bajara casi hasta el suelo, asfixiada por lo que debía ser el dolor de volver al presente, donde su verdadero hijo mayor y sus hermanos habían sido asesinados.

"Si. Ellos estaban más capacitados que yo" murmuró el hombre que acababa de envejecer de golpe unos diez o veinte años… por apenas un minuto o dos. Era casi como si Dregarnuhr estuviera apiadándose de él y dándole la oportunidad de volver con nosotros sin mucho rastro de su repentino viaje por la calle de los recuerdos luego de ese doloroso murmullo. "Por eso me alegra ver qué ustedes, cualquiera de ustedes, podrá hacer lo que yo no he podido… lamentablemente… bueno…"

Que trastabillara antes de mirarnos con algo de pena y suspirar no me gustaba mucho.

"Rozemyne, Ferdinand, al parecer, varios Ducados iban a recibirlos en las mismas fechas. Habría sido una muestra de buena fé evitarles a los Aubs la pesadez de… ciertas formalidades al recibirlos juntos. Estoy más que consciente, pero…"

'Oh. Así que habría tenido la oportunidad de coquetear con mi novia fuera de las miradas de ciertos espías Klassenbergianos y Ralfreida se acaba de encargar de que ya no pueda.'

"Padre" intervino ahora Rozemyne "no tenía idea de que Ferdinand estaría visitando algunos de los mismos Ducados que yo. Comprendo que, aunque sería un alivio para los Aubs prepararse para una sola visita de nuestra parte, el decoro exija que vayamos por separado. Haré lo posible por ser lo menos demandante que pueda para no empeorar la carga que hemos puesto en ellos."

Zent sonrió con alivio y orgullo ante eso. Yo también. Si mi novia y yo quisiéramos pasar tiempo solos, no necesitamos estar en algún Ducado a la vez.

"Estoy de acuerdo con Rozemyne, padre. ¿Deseas que ayude a los eruditos con la logística?" ofrecí, más para saber el itinerario de mis contrincantes que por mi buen corazón, aunque el Rey no pareció notar esa intención oculta.

"Te agradezco mucho, Ferdinand. Siempre tan considerado. Sin embargo, los eruditos ya han ajustado todo para que puedan ustedes hacer sus viajes. Esa es la razón de que los llamara hoy."

Los tres asentimos, sin embargo, algo en el lenguaje corporal de Galtero me daba a entender que, de algún modo, ese idiota de había salido con la suya.

"Cada uno dispondrá de tiempo para hacer sus visitas, atender los asuntos que los preocupan y socializar con los Aubs por separado, siendo Klassenberg y Eisenreich los únicos Ducados que los recibirá a los tres juntos."

Una mirada de soslayo y noté la irritante sonrisa de triunfo de Galtero deshacerse un poco, turbada de pronto por algo. Una falla en su plan.

"¿Los tres, padre?"

Zent nos miró a todos sin dejar de sonreír antes de mirar a Galtero. Mi novia y yo lo imitamos sin dejar de sonreír. Esto era gracioso en cierto modo.

"¡Por supuesto! Los habría mandado juntos también a Ahrensbach, sin embargo, el Aub en persona me pidió que los agendara para hacer sus respectivas visitas en diferentes momentos. Aub Eisenreich ya estaba preparado para recibirlos, Klassenberg, por otro lado, insistió en que no tenían mucho tiempo para atenderlos debido a… situaciones internas. Así que asistirán los tres."

La mirada amarga y la agria mueca que intentaba pasar por una sonrisa en el rostro de Galtero era, en verdad, increíblemente satisfactoria. Una rápida mirada a Rozemyne y noté que estaba pensando lo mismo que yo.

"Sus eruditos ya tienen listos sus itinerarios. Espero que se comportarán a la altura y no harán demandas irrazonables a sus anfitriones. Les recuerdo que deberán enviarme reportes periódicos sobre sus estancias fuera de la Soberanía, incluso en Eisenreich."

Los tres asentimos antes de despedirnos y salir, siendo Galtero el único que se quedó atrás.

Rozemyne y yo nos detuvimos en la puerta bajo la excusa de despedirnos, sin embargo, ambos sonreímos demasiado, a punto de soltar una carcajada cuando la voz amortiguada de Galtero salió de la habitación.

"¿Ferdinand también irá a Klassenberg? ¡¿Porqué?!"

Yo solo tomé la mano de Rozemyne para besarla antes de despedirme y desearle un día fructífero. Ella me deseó lo mismo y justo después de que pequeñas bendiciones salieran de nuestros anillos, pudimos ir cada cual por su lado.

No podíamos estar de mejor humor.

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"Bienvenido a Dunkelfelger, hermano. ¿O debería llamarlo, príncipe Ferdinand?", preguntó Brunhilde con voz divertida.

"Solo Ferdinand está bien", pedí, "No me he acostumbrado al nuevo título y aun te veo como mi hermana, Brunhilde. Esto no es la Soberanía"

"Entonces, Lord Ferdinand, es un honor tenerlo aquí. Es una lástima que la princesa Rozemyne no hubiese podido venir."

"Ella vendrá, pero es una pena que no compartimos viaje." Dije recordando con frustración la obvia interferencia de la tercera reina.

"En verdad lo es. En Dunkelfelger no hubiesen necesitado ocultar su cortejo. Hay muchos lugares donde pudieron ir." Comentó Sieglinde con burla en la voz.

Sonreí al trio que me miraba con sonrisas cómplices, pero no dije más.

Lo primero era ofrecer y ayudar con tantas cosas como pudiera, cumplir mi oferta de diversos ditters y luego insinuar que tenía la sabiduría o que podía conseguirla, tal vez imitar a Rozemyne y decir que recibí un oráculo del antiguo dios. Werdekraft y mi hermana eran omnielementales, por lo que seguramente conocerían el árbol, ambos estuvieron en el jardín de los comienzos.

"Bueno, hermano. Mi esposo te acompañará a tu habitación y, a la cuarta campanada, tendremos un ditter de bienvenida." Ella me miró, su sonrisa ampliándose. "Tu oponente seré yo."

Brunhilde y yo nunca jugamos en equipos contrarios, esta seria la primera vez. Sus ojos brillaban, anticipación y emoción mezclados.

Solo había pasado un año y ella ya era toda una mujer Dunkelfelger.

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Nunca estuve en un partido de ditter donde no jugara con los azules del templo o mis caballeros guardianes, pero aquí estaba solo. Aunque Eckhart y Laurenz vinieron conmigo como parte de mi séquito, la mayor parte de mis jugadores serían nativos de Dunkelfelger.

Como primer príncipe, hijo de la ahora segunda reina y con Ralfreida degradada a tercera reina, no terminé con un batallón de Klassengberianos que solo sabían sabotearme. Madre me dio más libertad para escoger a los que vendrían conmigo en lugar de elegirlos ella sin consultarme, sumando un total de diez caballeros. La idea era que pudiesen rotar y siempre hubiese cuatro conmigo, traer más no era recomendable, ni siquiera si solo los traía para usarlos en el juego de ditter y los enviaba de regreso inmediatamente después. Recientemente aprendí que eso seria una muestra de desconfianza hacia los nobles del ducado.

No tenía suficientes caballeros de Dunkelfelger como para completar el equipo y dejarlos libres después dándoles vacaciones, tampoco era adecuado que nobles de otros ducados estuvieran encerrados en el palacio y no podía dejarlos a sus anchas en el ducado.

Oskar y Ludwig eran nativos de Dunkelfelger, por lo que les pediría ayuda para elegir al resto de mi equipo. Eckhart y Laurenz se mudaron conmigo desde Eisenreich como nobles soberanos, además estaba Dagobert y Baldwin que era hijo de un caballero soberano proveniente de Eisenreich, el chico era muy bueno y desde su tercer año se le contemplo para entrar a la orden soberana.

Noah, Christoph, Horst y Georg eran nativos de Hauchletzte, los tres se mudaron a la soberanía específicamente para trabajar como mis caballeros, tenía entendido que pertenecían a una rama cercana de la casa archiducal y, con madre ascendiendo a segunda reina, el tiempo no pudo ser más perfecto.

Los tres eruditos que traje conmigo venían de Drewanchel y, gracias a que Oskar y Ludwig me advirtieron del ditter de bienvenida, trabajé con ellos para formular pociones y algunas herramientas mágicas. Tuve que devanarme los sesos pensando en estrategias para este juego e hice algunos partidos de práctica en la soberanía, sin embargo, los nativos de Dunkelfelger eran una variable que no podía predecir. Seguirían mis ordenes, sí, pero nunca jugué con ellos.

La cuarta campanada sonó de forma inevitable y el juego empezó. Las reglas fueron acordadas para que el partido no durara más de una campanada. Envíe a Kaspar, Oliver, Theobald y Thomas a conseguir el tesoro. Como caballeros Dunkelfelger estaban más familiarizados con el bosque, por lo que parecía la opción más lógica, también era la más predecible, de modo que envíe a Laurenz y a Eckhart a protegerlos bajo un amuleto de Verbergen.

Mi hermana conocía nuestro método de comunicación, por lo que tomé la base del Blatand y lo evolucione a una especie de radio militar. Laurenz y yo nos reímos mucho porque la radio fue la base para los teléfonos celulares, por lo que esta evolución en realidad era una involución.

"Lord Ferdinand, tenemos al tesoro." Me informó uno de los Dunkelfelger. En el momento siguiente, el zantze apareció en la jaula dentro de la zona designada, bueno, al menos eso funcionó.

Con la feybeast en la jaula, Noah y Georg se posicionaron en la zona de tesoro, listos para defender.

Por la forma en que mi querida hermana se movía, podía adivinar que estaba dando órdenes. Rozemyne presentó el Blatath en el torneo interducados y se vendió en la conferencia de archiduques. No esperaba que tuvieran suficientes muestras para el partido, aunque tal vez…

"Eckhart, investiga cuantos tienen Blatath. Laurenz, vigila. Deben estar por volver con su tesoro. Presta atención, mi hermana seguramente usará una bestia pequeña como nosotros."

Mi hermano tenía mayor comprensión de la magia de rastreo que nadie, por supuesto, entendía el sentido y él la había desarrollada. Quizás en unos diez años habrían quienes fueran mejores que él, pero era poco probable, el concepto resultaba muy abstracto para la mayoría en el país.

El amuleto de Verbergen, la magia de ocultación y la magia de rastreo lo hacían perfecto para la vigilancia.

La voz de Laurenz me devolvió a la realidad, cuatro equipos de tres volvían cada uno con un shumil.

"Los tres equipos marcaron a su shumil, es claro que tres son falsos, pero no puedo saber cuál. Una disculpa, milord".

"Brunhilde anticipó la magia de rastreo, entonces. Recemos a Gleifeshan y realiza un ataque furtivo al grupo que está más cerca, tendrás que revelarte. Aprovecha tanto como puedas. ¡Los que no estén peleando, reagrúpese!" ordené.

Había elevado el escudo de Schutzaria desde que mi tesoro entró en la jaula. Brunhilde haría lo mismo, estaba seguro. Era una doncella del templo y ahora sumo sacerdotisa.

Una explosión cercana me reveló que el ataque furtivo de Laurenz funcionó, pero la suerte no estuvo de nuestro lado. No era el tesoro.

Cuatro caballeros se las estaban arreglando para mantener a raya a los caballeros del equipo contrario. Mi caballo me mantenía en el aire, no podía arriesgarme a perder de vista a Brunhilde. Los tres equipos, dos señuelos y el tesoro, llegaron a la zona designada. Abajo el juego era feroz, las espadas provocaban una resonancia que por lo general me harían difícil el concentrarme.

Tres pequeños escudos de Schutzaria se elevaron alrededor de cada shumil, los cuales estaban dormidos. Indiqué a mis caballeros que crearan una distracción para que Laurenz pudiese volver a desaparecer, necesitaba confirmar que uno de esos tres era el tesoro y no solo señuelos, de lo contrario revelaría mi máximo ataque y podrían actuar en consecuencia.

"Encontré al tesoro verdadero."

Brunhilde solía enfocarse en el desgaste, alargando los juegos, en este caso, su estrategia debía concentrarse en acabar con mis artefactos y herramientas.

No era fácil superar el escudo de Schutzaria, aunque yo tenía más maná que ella. Una segunda mirada me reveló que no era uno sino tres escudos alrededor de los shumil. Tomaría una cantidad considerable de maná acabar con los nueve.

Pero con el tesoro ubicado, gané.

Sentí como una sonrisa se dibujaba en mis labios al tiempo que tomaba mi pistola, una herramienta mágica similar a mi gun, pero más útil, aunque gastaba una gran cantidad de maná. Podía disparar hasta cinco proyectiles de forma simultánea.

A mi orden lanzaron varias herramientas mágicas que explotaron y aturdieron a los miembros del equipo contrario. Estaban hechos de una feystone negra.

Las balas atravesarían los escudos y acabarían con los shumils y con el tesoro.

Laurenz marcó los objetivos, incluidos los señuelos y con eso listo, las 'balas' dieron en el blanco.

La campana que anunciaba el fin del juego se dejó escuchar, declarando a mi equipo como el ganador.

"Cielos… y yo que pensé que podría ganarte", se quejó Brunhilde, "¡Llevas un año sin jugar!"

"¡Como se esperaba del prometido de La demoníaca princesa Santa!" se rio Werdekraft ignorando por completo el hecho de que oficialmente no estábamos comprometidos.

"Solo Lord Ferdinand, el único capaz de estar junto a la Shinigami."

"¿Quién?" pregunté confundido por el apodo que nunca había escuchado.

Siegel entonces me explicó que existía una especie de rumor. Se decía que aquellos que pudieran superar la prueba del shinigami conseguirían la bendición de los dioses que desearan. Según parecía, el asunto consistía en retar a Rozemyne a un duelo, si lograbas seguir consiente hasta que sus asistentes terminaran de preparar el té, Rozemyne te felicitaría y te otorgaría un favor divino lo cual básicamente era una bendición.

"…entonces deben acercarse y decir «Shinigami por favor, concédame la virtud de superar las pruebas» si Lady Rozemyne acepta el duelo, puedes estar seguro de que recibirá la bendición. El asunto es cuando lo hará, porque solo si se cumple la condición Lady Rozemyne los bendecirá."

"Aquellos que han superado su juicio han conseguido lo que desean. Un matrimonio, valor, fuerza… es un secreto a voces. No cualquiera puede acceder a la información, pero ¿no lo sabía?", me preguntó Werdekraft, incrédulo.

Para este punto solo podía tratar de controlar la migraña que amenazaba con partir mi cabeza en dos. En apariencia, mi novia estaba haciendo uso de todos y cada uno de sus apodos dentro de su juego, ganando seguidores.

Incluso estaba usando su método de compresión para aumentar su influencia. Lo escuché por accidente mientras Rozemyne hablaba con sus hermanas. Otorgar el permiso de enseñarlo. La tarifa era la misma, sin embargo, los ducados podían conservar el 20% del total anual.

'Sabia que no se contendría, pero… ¡esto es ridículo! ¡¿Favores divinos?! ¡¿Cómo se supone que compita contra eso?!'

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"¿Y bien?"

Después del banquete llamado reunión informativa me retiré a la habitación que usaría durante mi estadía. Como invitado no podía recibir una habitación oculta, pero no era necesaria. Despejé mi habitación y coloqué una herramienta antiescucha de rango especificó alrededor de mi cama, entonces saque la versión del Blatath que era como un teléfono moderno.

"Buenas noches, Shinigami", la saludé apenas la llamada se conectó.

Su rostro enrojeció y apretó los labios, provocando en mi la necesidad de tirar de esas mejillas infladas hasta que me saciara.

"No esperaba que te enteraras…" murmuró al final, pero no lucia fastidiada, sino avergonzada.

Rozemyne entonces me contó que esto no era cosa suya, algún estudiante la vio pasar y susurró a su compañero, 'ahí va la shinigami.'

"No me gustó que me llamaran así, entonces lo miré y le pregunté como me había llamado, también le dije que me lo dijera en la cara. Como iba al campo de entrenamiento, le dije que lucharía contra mi y que si sobrevivía le daría un indulto y… no sé qué paso después, seguían buscándome para recibir favores divinos…"

"¿Entonces no es parte de tu plan para apuntalarte Zent?" pregunté un poco incrédulo, frunciendo el ceño.

"¡CLARO QUE NO!" gritó antes de recomponerse "¿Qué clase de precedente sería eso para mi reinado y mis sucesores?"

"Ciertamente seria un problema. No todas las primeras reinas tendrán la virtud de otorgar indultos como tú."

Nos sonreímos a través de la pantalla con sonrisas venenosas antes de reír. Hablamos un poco más sobre nuestro día, evitando ambos lo referente a nuestras estrategias, antes de desearnos buenas noches e irnos a dormir.

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Dunkelferger era… era demasiado extraño no solo para mí sentido noble, sino también para mí sentido japonés. Era como un Ducado de animadores o de fanáticos deportivos llevado a un extremo… con exceso de optimismo. Lo único bueno de ello, era que todos esos cerebro de músculo me idolatrarían por años luego de tomar acción, incluso mi hermana y Lady Sieglinde parecían ahora entusiasmadas a pesar de estarse conteniendo.

"Entonces… este que me has explicado se llama fútbol y se juega pateando una pelota con equipos de doce." Recapituló Werdecraft en tanto él y su padre parecían a punto de explotar por la emoción contenida.

"Si. Incluso los plebeyos pueden jugarlo. Ya hay una versión mucho más rústica y menos refinada en los pueblos agrícolas de Eisenreich. Si deseas que los nobles jueguen contra ellos, te sugiero que les pongas selladores de schtappe y prohíbas las mejoras físicas. Esto debería mejorar el trabajo en equipo, el cambio rápido de estrategia, y como no estarán usando maná, incluso tendrán un mayor aguante físico y mejor coordinación al tener al prohibir a los hombres en el campo usar las manos."

Yo nunca fui muy fan de los deportes, pero los conocía demasiado bien así como su impacto en la sociedad. Mi padre solía ser un verdadero fanático del béisbol, en tanto varios de los amigos de Shuu idolatraba equipos de basketball, soccer y americano respectivamente. Shuu tenía sus fases. Dependiendo del anime de deportes que estuviera viendo era su foco de fanatismo en la realidad durante esa temporada, aunque muchas veces terminaba decepcionado de que no fuera igual, salvándose solo el baloncesto. Hanamichi Sakurai fue incapaz de mostrarle una versión romantizada y demasiado fuera de la realidad.

"¿Y éste de aquí, dice que se llama, Gotcha?" me preguntó el actual Aub Dunkelferger a lo que yo asentí, mostrandolesel arma que estuve usando para derrotar a Brunhilde en el ditter de bienvenida.

Todos en la sala de pusieron en pie de inmediato, rodeándome con los ojos bien abiertos para tratar de ver mejor. Werdecraft levantó el arma de inmediato, estudiándola y pensándola con los ojos muy abiertos cuando logró reconocerla.

"Ese es un prototipo creado para mí. Éste usa proyectiles de mana, sin embargo, para un ditter gotcha se usarían pequeños proyectiles con pintura para marcar a los jugadores del equipo contrario. Es ideal para ser jugado por personas que no tienen schtappe, además de que fomenta la comunicación silenciosa. El objetivo es llegar a terreno enemigo con la mayor cantidad de hombres y reclamar una bandera, la cual sería el tesoro en este juego." Expliqué.

"¿Por qué una bandera?" inquirió Sieglinde.

"Varias razones. La bandera de cada equipo debe ser del mismo color que los proyectiles de ese equipo. Duelen, pero no son letales o incapacitantes, sin embargo, según el reglamento, recibir una cierta cantidad de puntos de pintura por todo el cuerpo, o bien, tiros certeros en áreas marcadas hacen obligatorio que el jugador marcado por el equipo contrario se retire del campo. Estos ejercicios también fomentarían una mejor puntería que puede usarse a posterior con arco y flechas, lanzas…"

"O proyectiles de mana como los que usaste para acabar con mi tesoro, ¿No es así, hermano?" sonreí sin dejar de asentir, poniéndome serio cuando este aspecto salió a relucir.

"Es verdad que puede cargarse con proyectiles de maná, pero no lo recomiendo. Para que un proyectil pueda ser letal, debe cargarse con una cantidad de mana demasiado densa. La mayoría solo podría completar un tiro, y eso solo en el caso de las casas archiducales de los grandes Ducados."

El silencio que siguió a mi declaración fue casi mortal. Era un alivio que no lanzara mis cinco balas o los Dunkelfergianos podrían… excitarse de más al descubrir un estimado a mi nivel de mana.

"Otra razón para usar una bandera" retomé la palabra cuando el silencio se alargó demasiado, evitando darles más tiempo a pensar "es la practicidad. Una bandera es un objeto inanimado, pequeño, flexible y ligero que puede colocarse en un fuerte a una gran altura. La bandera debe colocarse en un lugar a la vista no solo para que el juez pueda determinar con rapidez al ganador, también para que el equipo contrario sepa dónde atacar y pueda armar su propia estrategia al estar todo a la vista."

Eso pareció interesar mucho a Werdecraft, sus esposas, su padre y su madre. Al parecer, tener jóvenes trabajando en equipo, cargando material pesado y corriendo por ahí haciendo lo posible por tomar algo en alto y a plena vista era demasiado interesante y prometedor para ellos. El Aub incluso comentó lo efectivos que podrían volverse sus eruditos si pudieran aprender a moverse a plena vista en completo silencio y pasando desapercibidos o lo mejor que sería una emboscada si todo el equipo pudiera comunicarse con señas y no con el ordonnanz o el blatand.

Cuando la conmoción estaba comenzando a extinguirse y tanto hombres como mujeres volvieron a tomar asiento, me aclaré la garganta y proseguí, tragándome el bochorno de lo que estaba por hacer.

"Por último, un ditter en el que los plebeyos no podrán participar."

Los ojos de todos brillaron en la sala porque eso significaba que este tipo de ditter requería maná… detrás de mi, a pesar de estar en firmes, podía sentir las ganas de Laurenz de gritar, llorar y saltar emocionado, como el tremendo Otaku que era.

"Quidditch."

No me sentía cómodo explicando un juego ficticio y menos aún entregando los planos para diseñar las pelotas mágicas o los mapas de lo que requería un estadio de quidditch. Eso no impidió que los Dunkelfergianos bulleran de emoción casi al mismo nivel que el estúpido de Laurenz, llevándome a recordar la discusión que me llevó a traer este juego en particular, bajo el nombre de ditter o la razón de que Laurenz pidiera permiso para explicar las reglas, los artefactos e incluso algunas jugadas.

"¡Por favor, por favor!" me suplicó mi hermano apenas descubrir que estaba escribiendo una lista de deportes y juegos de equipo en japonés.

"No voy a meter estúpidos juegos ficticios y no probados en una negociación formal, Laurenz"

Pero el chico no se rindió. Que con sus recuerdos viniera toda esa… esa necesidad de Otaku de probar aquello con lo que estaba fanatizado podía llegar a ser desgastante.

"¡Por favor, Ferdinand! ¡Te lo suplico! ¡Introduce el Quidditch! ¡Es el sueño de todo potterhead poder jugarlo!"

Que el idiota de mi hermano, erudito y caballero se tirará al suelo y se aferrara a mis botas en cuanto intenté alejarme solo empeoró su súplica de casi media hora.

"¡Basta! Diseña el juego, las reglas, y si es viable para los laynobles, lo presentaré."

"¡No se diga más!" y Laurenz salió de mi vista por el resto de ese día y de la mañana siguiente.

Lo que no esperaba era que TODA la familia archiducal de Dunkelferger junto con sus capitanes de guardia, su jefe de eruditos y su comandante de Caballeros se volvieran fans del Quidditch más rápido de lo que podía decir Harry Potter.

Calmarlos a todos para explicar que deseaba el respaldo de Dunkelferger para ofrecerles un nuevo tipo de ditter por año y mostrarles la lista con nombre de al menos quince deportes más, así como un breve resumen de las olimpiadas, a las cuales llamaríamos Juegos de Leidenshaft, para que atletas de todos los Ducados pudieran participar cada año en el verano en un Ducado diferente, terminó de hacer el truco.

Al Aub le costó mucho trabajo contenerse y contener a su gente.

"¿Y está usted seguro de que puede… ya sabe… contar con lo que se necesita para volverse el heredero del Zent?" fue lo último que me preguntó el Aub con nuestra pequeña conferencia a punto de llegar.

Oficialmente ni siquiera estaba en la competencia por Zent, se me consideraba un consorte o, en menor medida, una futura familia colateral.

"Además de haber recolectado mi schtappe en el tronco del viejo árbol blanco que yace en la insignia de la Soberanía" comenté adrede, notando de inmediato el brillo en los ojos de Brunhilde y Werdecraft "parece que los dioses han tenido a bien darme las pistas correctas."

"¿A qué se refiere con pistas correctas, milord?" preguntó ahora la primera dama del Ducado.

"Tengo en mi poder el verdadero nombre de Frutrane, Diosa del agua, Leidenshaft, Dios del Fuego y Schutzaria, Diosa del viento" con un movimiento invoqué mi schtappe y con algo de esfuerzo, replique las tres tablillas antes mencionadas. Decir que estuve practicando para hacer esto durante toda la primavera sería quedarse cortos. No debería poder hacerlo porque mostrar las tablillas no era la función de las mismas… pero debía dar alguna prueba que me ganará la confianza de los Ducados, así que tuve que centrar una parte de mi tiempo en experimentar hasta ser capaz de reproducir esas tres.

Con los ojos de mis anfitriones a punto de salir de sus cuencas y el cansancio de lo que estaba haciendo a punto de cobrarse, las volví a desvanecer, guardando mi schtappe.

No podía ofrecerme a mi mismo para heredar, eso simplemente daría peso a las calumnias de la tercera reina y Galtero. Necesitaba que los Aubs me recomendaran para heredar, de modo similar a lo que había pasado en Eisenreich cuando, en ese entonces, mis tutores, comenzaron a considerarme para volverme el heredero.

El país necesitaba un zent, y yo estaba dispuesto a dárselos. Los mire a todos antes de continuar.

"Estoy en la pista para conseguir los demás nombres. Creo que cuando tenga los cinco nombres de los dioses pilares, las tablillas de la Pareja Suprema estarán en mi mano. Ese debe ser un indicativo de que voy en el camino correcto a la Sabiduría perdida."

Me miraron con determinación en sus ojos, este era el momento para conseguir su silencio, después de todo, no podría hacer nada si cortaban mi hilo.

"Por favor. Les agradeceré que está información se mantenga debajo del sudario…"

"Dunkelferger no dirá nada de esto, príncipe Ferdinand" me interrumpió Werdecraft de inmediato, cruzando sus brazos y bajando la cabeza antes de ser imitado por los demás.

"Dunkelferger le dará su apoyo, si consigue la sabiduría antes que la princesa Santa", me aclaró entonces el Aub, cosa que, de hecho, ya me esperaba, "aunque para nosotros no hará mucha diferencia quien de los dos la consigue primero."

Todos me sonrieron y yo sentí como mis traidoras orejas comenzaban a calentarse en tanto yo asentía en un intento por cubrirlas con mi cabello y mantener un rostro adusto.

"Muchas gracias. Confió en que la guía de Mestionora, que entregó su sabiduría al primer Zent en lugar de tomar el trono ella misma, me guie por el camino correcto." Dije para comenzar mi campaña contra Rozemyne.

Si ella iba a jugar a ser parte del panteón divino, yo tomaría ventaja de ello.

.

"Bienvenido de vuelta, príncipe Ferdinand. Se que es repentino, pero… Zent lo espera en su villa."

Mi viaje de dos semanas había terminado sin repentinamente tres días antes sin recibir explicaciones, por lo que no entendía que podía estar pasando para ser citado apenas poner un pie en la soberanía, sin recibir un aviso de tres días.

Después de todo, me habían ordenado volver durante el desayuno

Me sentía confundido, después de indicarle a Justus que se hiciera cargo de mi equipaje seguí al asistente hasta la puerta.

Camine hasta la sala de reuniones encontrándome con Aub Glissmayer, Aub Drewanchel, la primera reina, mi padre y, por supuesto, Rozemyne.

La escena me hizo pensar que algo le había sucedido a mi novia, sin embargo, nada pudo prepararme para lo que salió de la boca de mi padre.

"La puerta fronteriza, fue abierta esta noche, cuando el día cambio de fecha."