DIJE QUE SERÍA UN THREESHOT Y AÚN FALTA. QUERÍA METER DRAMA PERO ME GUSTAN MÁS LAS HISTORIAS FELICES.

GRACIAS A CBT-1996 POR SU REVIEW. SI ESTE CAPÍTULO LLEGA A UNA REVIEW SUBO EL SIGUIENTE.


Tres días fueron suficientes para que las noticias cubrieran la desaparición de Inuyasha, se rumoreaba entre todas esas burdas hipótesis. Para nadie era un secreto que Inuyasha jamás se iba sin decirle a nadie su ubicación y por dónde estaría pero esta vez falló debido a que su celular se quedó sin batería y mucho menos señal.

Un día, cuando el sol se podía ver un poco más alto del horizonte, él despertó con su forma hanyō nuevamente con todas sus habilidades y poderes de regreso. Su mirada se posó en una cabaña, ese olor le recordaba al hotel en el que se había hospedado días atrás. Era relativamente vieja, un televisor de esos grandes, gordos y pesados adornaba la sala; dos lobos echados frente a una chimenea y el olor a pescado asado le llegó a las fosas.

—Oye — él la llamó —Kagome.

Al oír su nombre la joven lo miró con calma, sobre su cabello destacaba una capucha hecha de piel de lobo; sus ojos azules y dos enormes colmillos constataron que no era humana. No al cien porciento.

—Onko sinulla jo parempi olo? (¿Ya te sientes mejor?) — preguntó la joven en su idioma natal.

—¿Disculpa? — él ladeó la cabeza sin entender

—¿Mejor... tú? — ella tomó un diccionario del finés al español una estantería cerca de la cocina —¿tú... estar... mejor?

—Sí, estoy bien — el albino comenzó a mover sus manos para tratar de comunicarse —gracias... es un lindo lugar

Ahora a ella le tocó ladear la cabeza al oírlo hablar, luego él se levantó del sofá y señaló todo a su alrededor y con sus dos manos juntando los dedos formó un corazón.

—¿A ti gustarte mi casa? — ella preguntó y él asintió con calma.

Pocas palabras para tantos momentos que ambos sentían, la mujer estaba segura de algo y era que, bueno, ese chico olía a perro. Discretamente se acercó por la espalda a Inuyasha y le agarró las dos orejas con sus manos provocando, entonces, que él se sobresalte al sentir el frío tacto de la chica.

—¿Ser reales? — preguntó Kagome —¡Sí! ¡Ser reales!

Sorprendido por el gesto tan repentino de Kagome no hizo más que asentir y sentarse en el sofá, luego ella dijo algo en finés y fue hacia afuera de la cabaña trayendo dos enormes salmones uno para ella y otro para Inuyasha.

—¿Hambre? — ella se tocó el estómago y señaló a Inuyasha.

—Sí, tengo hambre — él sonrió levemente.

Kagome le sirvió un enorme trozo de salmón asado a Inuyasha y entonces se acercó a un teléfono fijo, ella lo señaló y luego encendió dos luces navideñas de color azul y rojo mientras señalaba una placa en uno de los dos lobos que estaban frente a la chimenea.

—Tres palabras — dijo Inuyasha mostrando tres dedos —. No, cinco palabras — mostró su palma —, le avisaste a la policía — ella asintió y lo señaló —. Esa placa ¿eres policía?

Aunque Kagome no hablaba español lo entendía a la perfección, y supo que era a lo que se refería Inuyasha. Con más alivio él se sentó a desayunar, finalmente el teléfono de Inuyasha sonó con todos los mensajes que tenía casi podría estallar. Los lobos gruñeron al escuchar el ruido del teléfono, Inuyasha sabía defenderse pero no iba a atacar a los lobos si ellos no lo atacaban primero.

—Rauhoitu! Älä hyökkää hänen kimppuunsa (¡Cálmense! No lo ataquen) — Kagome les ordenó y los lobos se calmaron —¿Amigos?

—Están preocupados por mí... ya les estoy escribiendo — sonrió levemente.

—Debe ser... feo — ella miró por la ventana —yo haber tenido amigos, pero hace tiempo no verlos.

—¿Cómo se llaman tus amigos? — preguntó él.

—Ayame y Koga.

Inuyasha reconoció esos nombres y es que eran los nombres de sus dos mejores amigos a quienes podía él acudir en sus malos momentos, estaba por cometer una locura pero no quería ver a más gente triste. Él no iba a estar mucho tiempo en Finlandia pero quería ayudarla a volver con Koga y Ayame; talvez podría ser el regalo de navidad para ellos ya que se acercaba esa fecha.

—Bueno, tenemos dos semanas para que aprendas a hablar mejor español — Inuyasha habló con seriedad —, y en esas dos semanas puedo ver más cosas en este lugar.

—Trato... tú enseñas y yo mostrarte mi país — propuso Kagome.

—Listo, por cierto tienes una buena base ahora sólo hace falta mejorar un poco. Lo entiendes y creo que puedes hablarlo fluido en poco tiempo — el sonrió levemente —... Por cierto llámame Inuyasha.

Tal como habían estipulado en el trato entre los dos Kagome le mostraría todo lo que pudiera sobre Finlandia aunque realmente el sonido de los lobos aullando en medio de los bosques fineses le ponía los nervios de punta a Inuyasha, pero luego verlos de cerca en su majestuosidad no sintió nada más que admiración.

Realmente no quería irse pero tenía boleto de regresa el dos de enero y ese día se acercaba. No quedaba más que una semana para eso y ellos dos lo sabían perfectamente que su amistad podría no durar para siempre. Cuando volvían de una excursión a las montañas el joven hanyō miró a su acompañante, sentía que el olor que ella emanaba algo le hacía sentir una gran tranquilidad al estar junto a ella.

Cuando llegaron a la cabaña y tan sólo dar unos pasos Kagome se subió a su espalda sintiendo más de cerca el olor de aquel hanyō venido desde la tierra del sol naciente. Hacía tiempo que estaba sola aunque tenía la compañía de los habitantes de Ivalo no era suficiente, Inuyasha con calma la dejó sobre el sofá, luego vio a los dos lobos acercarse a él y olfatearlo.

—Tú caíste bien — sonrió la chica —. ¿Cuando se va Inuyasha?

—Me iré el tres de enero — murmuró el hombre —, quizá dos semanas. ¿Por qué?

—Yo tengo pasaporte — ella se acercó al mueble donde estaba la vieja televisión y sacó el pasaporte finés —. Yo podré... Tardar... un poco en conseguir el dinero para ir a tu país.

Llegada la fecha de salida de Inuyasha hacia Japón él decidió entregarle una posesión valiosa para a Kagome quién lo despedía en el aeropuerto de Ivalo. Era un rosario de cuentas hecho con algunos colmillos que él mismo había perdido jugando con sus amigos, la ventaja era que siempre volvían a crecer en poco tiempo.

(...)

Al llegar a Tokio, Kikyo fue a recibirlo y Tsubaki la acompañaba pero ella estaba embelesada con la pantalla del móvil.

—Vaya veo que se recuperó de su apendicitis — cuestionó el hanyō —. Tsubaki — la llamó.

—Déjala, ¿qué te pareció Finlandia? — Kikyo preguntó.

—De hecho me gustó pero casi me pierdo de no ser por una chica llamada Kagome no habría podido regresar — murmuró el albino.

Pasaban los meses de aquel nuevo año e Inuyasha continuaba con su rutina de revisar trabajos de la universidad y ahora lo pusieron con los llamados "primíparos". No fue complicado ya que disfrutaba enseñarle a los demás, vio una vez más la foto que le tomó a Kagome rodeada por lobos en su móvil.

—Discúlpenme, ¿este es el salón veintidós? — una voz femenina que Inuyasha conocía lo hizo salir del trance.

—Kagome — él susurró su nombre.

—Inuyasha — ella volteó a verlo —, ¿tú eres profesor?

—Sí, ¿por qué? — cuestionó él.

—La embajada me envió aquí a qué recibiera clases de idioma — murmuró ella con sorpresa —y también a dar clases a de biología.

—Entonces seremos colegas — sonrió el albino con calma.

No era verano pero Kagome ya se sentía agradable con la calidez que tenía Inuyasha para con ella, que pese a las limitantes idiomáticas fueron capaces de comunicarse, un tiempo después se fueron a un viaje por el campo y allí Kagome se sintió libre como un lobo salvaje. Corrió por la ladera de la montaña y al llegar a la cima solamente aulló atrayendo a otros lobos de la región.

—Eres peculiar — Inuyasha reconoció ese rasgo distintivo de su colega —¿Y qué tal el lugar? Aquí solía venir con Koga y Ayame, ellos dos siempre se la pasaban jugando con esos lobos.

—Me gusta el clima — mencionó ella —, no haber noche polar ni sol de medianoche. Es una... es triste que no haya universidad por aquí.

—Podemos venir cuando quieras, Kagome — Inuyasha le sonrió tranquilamente.

Su relación, tan peculiar entre un hombre mitad demonio y una mujer lobo, se iba afianzando pero todavía faltaba un paso importante en su vida.