Forks, Washington. Julio 2009.

Era un nuevo día, el amanecer se asomaba lentamente en el horizonte, la recepción había terminado, solo quedaban pocos invitados, entre ellos la familia Denali que había optado por quedarse y despedir a los humanos y resto de los vampiros tan pronto los Cullen y las chicas había acudido a la búsqueda de Bella y Cassandra, fallando en el proceso.

— No lo entiendo…

La voz antes aterciopelada se rompió en un susurro desgarrador.

Lágrimas que jamás podrían ser derramadas se formaron en sus ojos.

Y, un aullido desolador se atoro en su garganta.

Su mujer.

Su mejor amiga.

Su compañera.

Ella había desaparecido, no había ningún rastro de a dónde se hubiera dirigido. Ya fuera en tierra o mar, no había nada. Solo quedaba el ahora casi escaso olor de su esencia en el viejo cuarto que solían compartir, su almohada aún conservaba los últimos rastros de ella.

Las sabanas que tantas noches habían compartido habían perdido su olor para este momento, pero él siempre lo tendría guardado en su memoria.

Nunca podría olvidarlo.

Su pecho se apretó, aquel órgano que había vuelto a latir, ahora se encontraba completamente roto. El joven vampiro cubrió con sus manos su rostro, intentando no sollozar la perdida. No, ella seguía ahí afuera, lo sabía, su frío y muerto corazón lo sentía.

Ella seguía con vida en algún lugar, solo era cuestión de encontrarla.

Y lo haría, tenía una eternidad para hacerlo, y ella, o su dulce sirena solo debía mantenerse a salvo hasta que él llegará a ella, una vez que estuviera a su lado de nuevo…no la perdería de su vista.

No se separaría de ella, escucharía sus instintos, nadie más le haría daño ni se acercaría a ella, la protegería de todo y todos, como debió de haberlo hecho desde un principio.

— La encontraremos hermano. Debes dejar de culparte, esa mujer nos engañó a todos—.

Una enorme mano se posó sobre su hombro buscando consolarle, el musculoso vampiro no era conocido por ser serio, sin embargo desde que su hermana había desaparecido en la oscuridad de la noche, él y el resto de la familia se habían dedicado a buscarles.

Una sonrisa amarga se formó en los labios del cobrizo mientras negaba.

— Nunca engañó a Rose, debí haber estado más atento a su mente…

Nunca dejaría de culparse por no haber escuchado a su rubia cuñada, ella era única que había sido capaz de ver más allá del manto de falsa fragilidad de Cassandra.

— Ella supo jugar con nosotros Edward —añadió Alice—, lamento no haberlo visto antes. De alguna forma jugo con mis visiones, con tu don…con Jasper…

El joven cobrizo niega, no era excusa, su deber era protegerla y ahora ella se encontraba lejos de él.

Buen protector se creía al pensar que los Vulturi eran la única amenaza para ella y sus hermanas, ¡qué gran equivocación había cometido!

— Debemos llamar a Carlisle y Esme antes de que lleguen a Río…ellos deben saber lo que ha pasado.

La voz de la matriarca del clan Denali le saco de sus pensamientos, Tanya se acercó cautelosamente a él sintiendo su pena, sí, es verdad que durante años había estado terriblemente enamora de él, o al menos así lo creía hasta que lo vio con Bella, cuando la vio darle la felicidad que un compañero podría brindar, una razón más para apoyar a quien consideraba su amigo, su familia.

El cobrizo no dijo nada, simplemente asintió.

Ella tenía razón, los recién casados merecían saber lo que estaba pasando, eso arruinaría su luna de miel, pero no podrían mentirles.

Dos días después.

Forks, Washington.

Agosto 2009.

— Zayn se encuentra feliz en casa con Clara—La voz de Esme rompió el silencio—, su esposa. Eso quiere decir que de alguna forma Bella fue capaz de detenerla.

— ¿Y si hablo con él?

Una triste sonrisa surca los labios de Esme, su hijo mayor seguía completamente desconsolado desde la partida de Bella, y ella de alguna forma lo entendía. No sería capaz de seguir si Carlisle desapareciera.

"Edward…" — le llama Alice al ver sus planes— "…no puedes irrumpir en su hogar y decirle quien es Bella, él moriría en el acto por la sorpresa, no es la mejor opción".

El cobrizo ala su cabello entre sus dedos mientras piensa en una forma más de encontrar a su pareja.

Habían pasado 48 horas desde su desaparición.

Dos días desde que la había besado y susurrado que la amaba.

Dos días sin tenerla en sus brazos, cuando la encontrara ella no saldría de ellos y alejaría a cualquier ser que se acercara a ella.

— Debemos separarnos —sugirió Jasper, el viejo estratega militar en él comenzó a trazar planes para cada uno— tendremos que revisar en todos lados, es momento de mudarnos.

Nadie se opuso a él, todos sabían que era el momento de partir.

Era necesario para encontrar a Bella no quedarse en un solo lugar.

— Ya he presentado mi remisión al hospital —dijo de pronto Carlisle—. Sabía que después de la boda sería el momento perfecto.

— De acuerdo, debemos concentrarnos y revisar los lugares a los que Bella pudo dejarse llevar por el océano —en cuestión de segundos Jasper guió a todos al comedor dónde abrió un mapa sobre la mesa— necesito que marque todos los lugares en dónde han estado.

Missipi.

Nueva York.

Lima.

Londres.

Sevilla.

Los Cabos.

Nueva Escocia.

Hawái.

La Habana.

París.

Praga.

Texas.

Guatemala.

El Cairo.

— Todos son lugares dónde podríamos exponernos. Tendríamos que viajar de noche. ¿Son todos? —la voz de Carlisle reveló su preocupación.

— Son los más relevantes, el resto son simples vacaciones o lugares que hemos que hemos visitado por curiosidad— aseguro Rosalie, hablando por primera vez mientras observaba detenidamente la distancia entre ellos.

Serían meses de viaje para inspeccionar cada uno. No sería nada fácil viajar entre aviones posiblemente tendría que nadar a ellos también.

Edward se contuvo.

Faltaban un par de lugares más.

Un par en los cuales Bella había estado y nunca había dicho a sus hermanas y madre.

Fue cuando decidió viajar por su cuenta, cuando se topó con la anomalía de que podría controlar cuando cambiar a voluntad bajo el agua, en el fondo él sabía que sería el último lugar a dónde ella volvería, no se podía permitir traicionar la confianza de su compañera en él.

Sin embargo, el mismo iría a buscarla ahí.

Corto, pero nos volveremos a leer pronto, se los prometo.