Una noche de copas…

Uno a uno levantó la mirada, pero ninguno se atrevió a pronunciar palabra alguna, se observaron entre sí y esperaron que la puerta se cerrara donde una sonriente y carismática Saori Kido les había pedido esperar a que las reparaciones del Santuario concluyeran, ella como siempre tan optimista no percibió el ambiente tenso que se cernía con cada minuto transcurrido en aquella inmensa sala de la mansión.

Para Saori Kido era todo muy sencillo, finalmente, era una niña, y aunque el tiempo le había enseñado de manera cruel que el mundo no era lo que parecía y que no todo se podía comprar con dinero, ella mantenía la esperanza de que todos llevaran la mejor de las relaciones, y en parte eso era cierto, lo santos de bronce se llevaban bien, a excepción del Fénix que nunca estaba cerca, todo iba bien, pero los santos dorados eran otra historia. Sí, se unieron en el muro de los lamentos y salvaron al mundo del desastre, lucharon juntos contra la maldad de los dioses y protegieron a la humanidad arriesgando sus vidas, pero eso no significaba que fueran amigos.

Una cosa era el trabajo y otra cosa era la vida fuera de este, simplemente, los dorados eran profesionales, y cuando tuvieron que unirse en las batallas lo hicieron dejando de lado los desacuerdos, pero ahora, que todo estaba en paz y que Zeus los había traído sin razón aparente de vuelta, la tensión era palpable, tan palpable que Seiya quien era el más distraído lo había notado y había sugerido no dejarlos en la misma habitación por mucho tiempo, ojalá Saori Kido hubiera escuchado al Pegaso.

En aquella enorme sala cada uno se había anidado en un rincón evitando cruzar palabra alguna, Saga era el más retraído de todos, mientras que Kanon había adquirido una posición de: 'no me digas nada o te rompo la madre', sin embargo, fue el mayor de los gemelos quien se atrevió a romper el hielo y todos en la habitación sabían que el primero que hablará iba a derrumbar la poquita paz que aún se mantenía.

—Aioros —llamó Saga en lo que todos los ojos se clavaban en él siendo la mirada de Sagitario la más relajada—. Quiero pedirte una sincera disculpa por mi comportamiento en el pasado.

—¿Y crees que con eso vas a solucionar todo? —inquirió con mucho veneno Aioria quien se había guardado aquello por largos, largos años.

—Claro que no —contestó Saga bajando la mirada.

—Sí porque casi jodes la guerra santa por tu jueguito —continuó el león.

—No fue mi culpa, completamente —respondió el mayor de los gemelos tratando de buscar ayuda en los otros—. Yo…

—No, no, no —interrumpió Afrodita, quien muy rápidamente se había hecho de una botella de whisky que descansaba delicadamente en una de las vitrinas de la enorme sala—. El que quiera decir o mencionar algo del pasado, debe beber primero un trago de esto, de lo contrario no será tenido en cuenta.

—¡Déjate de estupideces, Piscis! —ordenó Aioria enfadado.

—Yo opino —mencionó Aioros—, que quien se ofusque también debe beber, así que hermanito, tú empiezas.

—¿Es una puta broma?

—Ahora debes beber dos veces —insistió Sagitario divertido en lo que Afrodita se paraba junto a él con dos copas de trago—. Dale, hermano.

—De acuerdo —aceptó Aioria caminando alrededor de la mesa para alcanzar la botella—. Si la única forma en la que mi palabra va a ser escuchada es tomando, entonces me van a oír. —Acto seguido el gran león bebió un impresionante sorbo directamente de la botella, movió su cuello y saboreó el whisky en lo que tomaba otro bocado de este—. Saga, Aioros, y tú también Kanon —el aludido que estaba sentado con los brazos y piernas cruzados y que llevaba puestos unos lentes oscuros levantó una ceja ladeando la cabeza para observar a su compañero quien pronunció su nombre tan amargamente—. Los tres. Sí, los tres, me arruinaron la vida.

—Tu vida ya estaba arruinada, no le eches la culpa a otros —bromeó Máscara de la Muerte en lo que Afrodita se acercaba con una copa.

—¡Bebe!

—¿Por qué? —preguntó indignado el italiano.

—Por cada chistecito malo, también deben beber.

—Pues bebo entonces —aceptó Cáncer con sonrisa ladina—. Le das mucho crédito a los demás, Aioria.

—¡Cállate! Tú no sabes el infierno que viví por culpa de estos tres.

—¿Yo que tengo que ver? —protestó Aioros—. Yo estaba muerto.

—¡Bebe, Aioros! —ordenó Afrodita.

—¿Por qué tengo que hacerlo?

—Por señalar lo obvio.

—Y no debo recordarles quien me mató, ¿o sí? —Aioros levantó su copa y la bebió de un solo sorbo.

—¡Ay, por favor! —interrumpió Cáncer recibiendo una copa de alguna parte la cual bebió sin protestar—. Moriste por torpe. Caíste por un acantilado. No es nuestra culpa que seas un tarado.

—¿Y para qué son las alas de la armadura? —dijo Mu en voz baja a Aldebarán quien soltó una fuerte carcajada.

—Mu y Aldebarán, deben beber.

—¿Y por qué debo beber yo, Afrodita? —protestó el toro, entendía que Mu lo hiciera por el chistecito, pero él había estado muy callado.

—Por reírte del mal chiste de Mu —apoyó Shion—, ahora bebe.

—Está bien.

—Maestro Shion —tomó la palabra nuevamente Aioria—. Se le ve muy tranquilo.

—Estoy muy tranquilo —contestó el peliverde con obviedad.

—Es mejor que empieces a beber, porque ahora van contra ti —le dijo Dohko a su amigo de antaño, quien obedeció sirviendo él mismo el trago.

—Maestro Dohko, no sé va a quedar usted atrás, ¿o sí? —ofreció divertido Afrodita, ahora los ojos furiosos del león estaban fijos en ambos maestros.

—Un trago no me caería mal —aceptó Libra observando la botella vacía—. Ya se acabó.

—No se preocupe, aquí hay… —comentó Afrodita tomando otra botella—… Ron.

—Ron será —aceptó el chino.

—¿Cómo es posible que los dos guerreros más sabios de la orden se hayan dejado ver las pelotas de un par de pendejos? —Aioria señaló a los gemelos quienes le miraron con intensidad.

—En nuestra defensa —contestó Dohko tomando su trago con rapidez—. Estábamos ebrios, digo… viejos.

—Si claro, puras excusas —interrumpió Cáncer recibiendo un nuevo trago.

—Claro que no son excusas —manifestó Shion poniéndose de pie—. ¿Creen que ese payaso me hubiese derrotado de no haber estado tan viejo?

—¿Payaso? —preguntó Saga ofendido.

—Sí, bueno, no quise decir eso, pero… jamás me hubiese derrotado ninguno de ustedes de haber estado en mejores condiciones.

—Además, de que lo atacó por la espalda —apoyó Dohko, en lo que Shion se sentaba a su lado.

—Sí —aceptó el peliverde brindando con su amigo.

—La culpa no es de ellos —se atrevió a hablar Shaka en lo que Afrodita llegaba ahora con una botella de vodka—. Yo no voy a beber, yo no bebo.

—Si quieres dar tu opinión, tendrás que beber, buda.

—Entonces no diré nada —apremió el rubio cruzándose de brazos, en lo que todos los presentes se le quedaron viendo, cuando Shaka tenía algo que decir no había poder humano que lo callase—. Está bien dame eso —aceptó tomando una copa y llenándola hasta el borde.

—Eso es mucho —analizó Mu.

—Tengo mucho que decir —continuó el indio y como los demás bebió todo el contenido de un sorbo procurando no hacer ninguna mueca—. En primer lugar, ¿no se supone que Saga es el más poderoso de todos? Yo me pregunto, si es tan fuerte, por qué un miserable demonio de categoría baja pudo controlarlo por tanto tiempo o, ¿tal vez Saga si estaba detrás de todo esto y simplemente está culpando al parasito?

—Además, el tema de la doble personalidad le daba más encanto —apuntó Mu en lo que Afrodita llegaba con una copa bien llena de ron—. ¿Por qué? No era un chiste.

—Señalaste lo obvio —defendió Piscis en lo que el otro aceptaba el castigo.

—Haber, Shaka —interrumpió Milo—. Si tú eres tan fuerte y que estás por encima de todos nosotros, ¿por qué no detuviste al demente?

—Se había demorado Milo en dar su opinión —apuntó Camus.

—¡Tú no hables, prostituta francesa!

—¿Cómo que prostituta francesa? ¿A qué te refieres, Milo?

—Ambos deben de beber —señaló esta vez Aldebarán ofreciendo un par de vasos bien llenos que los dos hombres devoraron.

—Te escucho, Milo.

—¿Qué la posesión de Saga no había sido por culpa de Ares? —preguntó Aioros atrayendo todas las miradas.

—Eso hubiese sido más interesante —dijo Mu en lo que Afrodita sonreía obligándolos a beber nuevamente—. Realmente, yo creo que muchos se confundieron porque Saga decidió llamarse Arles. ¿Y quién era Arles en todo caso?

—No, pero es que ninguna parte de la historia dice que Ares tuviera algo que ver y aún así muchos aseguraban que Saga era la reencarnación de Ares.

—¿Y cuál es el problema, Aioros? —preguntó Máscara de la Muerte—. Todo el mundo dijo que mi nombre real es Ángelo y así me quedé. No importa.

—¡Se están desviando de lo realmente importante! —acotó Aioria con furia—. De cómo todos ustedes me arruinaron la vida.

—Yo solamente, quería disculparme con Aioros —corroboró Saga.

—¿Te disculpas con él y no conmigo? —demandó Shion—. A mí me mataste, y por la espalda.

—Saga es traicionero —soltó Shaka—. A mí también me atacó por la espalda.

—Como si no te gustara, Barbie.

—¿Cuál es tu maldito problema conmigo, Milo? —interrogó Shaka poniéndose de pie con el rostro enrojecido—. Siempre me has llamado Barbie y estoy harto de eso.

—¿Qué no te has visto en un espejo? Pareces una Barbie.

—Ven, Shaka —llamó Camus pasando su brazo por el cuello del indio, el rubio simplemente levantó una ceja y observó como Acuario tomaba un gran sorbo de ron—. Yo te voy a decir porque Milo te dice así. Cuando éramos más jóvenes, Milo iba… sí, sí… dame más trago Dita… sí, sí… entonces a Milo le gustaba coquetear con las niñas del pueblo, pero ellas siempre decían: '¿me presentas a tu amigo?', es decir a ti, y entonces Milo dijo un día: 'no sé por qué a ellas les gusta tanto Shaka, si parece una Barbie'; y pues… ya sabes…

—¡Bravo, Camus! —aplaudió Milo—. En todas las realidades eres un traidor.

—De eso se trata —dijo el francés terminando su copa—. ¿Cuál de mis supuestas traiciones te tiene así? Vamos, escúpelo.

—¿En serio tengo que decírtelo?

—¡Uy, pelea marital! —expuso Cáncer restregándose las manos en lo que Aldebarán le pasaba un par de copas—. ¿Por qué dos?

—Una es por el chistecito malo y la otra por señalar lo obvio.

—No puedo pelear contra las reglas impuestas —aceptó el italiano.

—Escúchame, Milo, si tu mal humor es por lo que pasó en Asgard, quiero que entiendas que yo estaba pagando una deuda.

—Tú —bufó Escorpio—. El de: 'dejemos los sentimientos a un lado y no sé que más mierda'.

—Puede que yo sea muy frío —aclaró Acuario tambaleándose—. Pero Camus de Acuario paga sus deudas. Y yo estaba pagando mi deuda.

—¡¿Por qué no dices la verdad?!

—La verdad, Milo, ¿quieres la verdad? ¿Quieres la verdad? ¡Tú no puedes manejar la verdad! Porque cuando se levanta la mano para tocar la cara de lo que fue tu mejor amigo y es un montón de basura, uno no sabe qué hacer. Olvídalo, Marge, este es el barrio chino.

—Homero… digo Camus, basta ya —ordenó Mu.

—¿Acaso él acabó de mezclar citas de Jack Nicholson y el General Patton?

—Ay, cállate, Shaka, a nadie le gustan los sabelotodo —refutó Milo.

—¿Que no era de los Simpson y ya? —dijo Afrodita bebiendo un trago de su propia copa.

—No puedes ir por la vida agrediéndome únicamente porque te arruiné tus conquistas, Escorpio.

—Sí, no es justo —apoyó Mu.

—Te preocupas mucho por Shaka, ¿no Mu? —inquirió maliciosamente el cuarto guardián—. Está bien, me merezco dos copas, por el chiste y señalar lo obvio.

Afrodita se alzó de hombros y ofreció la bebida.

—¡Suficiente! Esto no se trata de ustedes —Aioria levantó la voz sosteniendo una botella—. ¿Olvidan el daño que ellos me hicieron? Por culpa de Kanon, Saga enloqueció, y por culpa de Saga mi hermano murió. ¿Y qué hicieron ustedes? Maestro, Shion, no me vaya a decir que usted no sabía que había algo malo en este par…

—Bueno, en algunas regiones del mundo, los gemelos son mal augurio… tal vez debí saber algo.

—¿Y qué me dice usted, maestro Dohko? —continuó el león—. ¿Estaba muy cómodo en su cascada?

Dohko se sirvió un gran vaso de vodka y con gestó travieso se lo llevó a la boca:

—La verdad es que sí, estaba muy cómodo en mi cascada.

—¡Un momento! —interrumpió finalmente Kanon quitándole una botella a Afrodita para beberla de un solo trago—. ¿Cómo que yo enloquecí a Saga? Él ya venía así, eso es defecto de fábrica.

—Con un hermano así, cualquiera enloquecería —se hizo escuchar Shura quien se había mantenido a raya de la conversación, pero como había iniciado un juego con Aioros que consistía en beber un trago cada vez que alguien levantara la voz, ya estaban igual de ebrios al resto.

—Pues no, el ya estaba loco —se defendió Kanon—. Él todas las noches se enchukysaba y yo sólo le seguí el juego. Sus ideas de apoderarse del mundo no eran tan malas.

—¡Ay, quieto Pinky y Cerebro! —apuntó Aldebarán siendo consciente de que debía beber como los otros.

—¿Cómo que me enchukysaba?

—Es una referencia a Chuky —explicó Kanon con obviedad—. El muñeco siempre estaba tranquilo, pero cuando iba a matar… pues… se enchukysaba, como tú.

—No me vayan a decir que hay una escusa aquí para todo —volvió a tomar la palabra Aioria—. Entonces Saga, simplemente, fue poseído. Shion y Dohko estaban muy viejos, Shura sólo seguía órdenes al igual que los otros dos, a Kanon, su inmadurez lo llevó a pensar que podría usar la parte maligna de Saga para hacer de las suyas, y Aioros, el buen guerrero es inocente porque se murió. ¿En serio?

—Sí —contestó Saga siendo secundado por Kanon.

—Sí —analizó Shion recibiendo el apoyo de Dohko.

—Sí —contestó Shura en lo que Aioros le daba la razón y seguido a ellos varios contestaron del mismo modo.

—¡¿Es en serio?! —bramó Aioria molesto—. ¿Nadie quiere pensar en mí? ¿En mi dolor? ¿Acaso no soy un ser humano? ¿No me aflijo y me duele… y destrozo todo? ¿No me merezco amor… y joyas?

—Es mi impresión o se cruzaron los canales —dijo Afrodita al lado de Aldebarán cada uno con varias botellas de licor.

—Tienes que beber, Dita.

—Ya voy…

—¡Cálmate, Debbie Jellinsky! —regañó Kanon a Aioria—. Tú no eres mejor. Querías borrar todo rastro de Aioros para que nadie te relacionara con él… eras tan horrible persona como todos nosotros.

—¿Tú como sabes eso si estabas encerrado en la prisión? —quiso saber Saga.

—Estuve dos semanas en esa prisión, hermano. Hasta eso hiciste mal.

—Y luego te largaste con Poseidón, traidor.

—¡Porque era mejor que estar contigo!

—¡Por poco destruyen el planeta con esa inundación, Kanon! —protestó Aldebarán—. Por lo menos tu hermano solo destruyó la mitad de la orden. Que sí, pudo afectar seriamente el destino de la guerra santa y pudimos haber perdido contra Hades al ser menos guerreros, y sí, nos hubiésemos evitado tanto drama si Saga no hubiese matado a Shion y Athena hubiese tenido su armadura y…

—No me defiendas más, Alde.

—¿Por qué aquí nadie se da cuenta que sí Manigoldo es mejor que yo es únicamente porque tuvo más tiempo en pantalla y claro, en esta historia yo era el malo?

—Pero si eras el malo, Cáncer —razonó Shura.

—Se están cruzando los canales nuevamente —señaló Afrodita—. El próximo que diga algo, tendrá que beber y quitarse una prenda.

Ante las palabras Dohko se levantó y se quitó la camisa para luego beber de la botella que tenía más cerca.

—Ya decía yo, que Shiryu no era desnudista porque sí —observó Shura.

—Yo solamente quiero decirles —inició Dohko tratando de buscar la mirada de sus compañeros—: Que son un grupo de niñatos consentidos, hijitos de mamá que no hacen más si no quejarse de todo lo que se les da. Son unos malagradecidos y unos idiotas.

—¡Ustedes tienen la culpa de todo esto! —dijo Saga alterado y quitándose la camisa antes de beber otro trago, por más molesto que estuviera debía seguir las reglas—. Ustedes dos son los más sabios y experimentados de la orden y debieron cuidar de nosotros. Aquí nadie sabe el infierno que viví, lo que pasé noche tras noche, sólo se limitan a señalarme.

—Disculpa que no me coma tu cuentico, Géminis —interrumpió Milo—, pero eso de que estabas sufriendo noche tras noche es falso, ¿o cómo quieres decirle al grupo impresionante de mujeres que desfilaba por el Templo Principal, únicamente para hacerte la conyugal?

—Gajes del oficio —contestó sin interés el gemelo mayor.

—¿Profanaste el Templo Principal? —cuestionó Shion indignado.

—¡Ay! Como si tú nunca lo hubieras hecho —refutó Saga al maestro.

—No, nunca lo hice —se defendió el Patriarca con la cara enrojecida.

—Pues que aburrido eres —atacó Saga con indiferencia—. Doscientos años y nada, que triste.

—¡Saga!

—¿Ven como él sí era consciente de todo? —hizo notar Shaka—. Simplemente, se escudó tras un lémur para justificar sus verdaderas intensiones.

—Oye, tal vez si apoyé algunas cosas, pero la mayoría no.

—Saga, cierra la boca —pidió Kanon.

—Aquí los malos del paseo son y siempre serán los gemelos, yo digo que deberíamos expulsarlos —sugirió Camus.

—No señor —se defendió Kanon—. Yo ya expié mis pecados, yo merezco estar acá. Aunque no sé para qué quiero estar aquí con ustedes. Bien mal que si me caen.

—¿Cuándo expiaste tus pecados? —preguntó Saga—. Yo me atravesé el pecho para pedirle perdón a la diosa.

—Pues a mí ese alacrán me agujereó hasta el culo —explicó Kanon en lo que el aludido levantaba una ceja.

—Típico de Milo —comentó Camus—. Llenarlos de hoyos para después aceptar que son los mejores amigos.

—¿Algún problema con eso, prostituta barata?

—Milo —regañó Shaka—. ¿Por qué tienes que ser tan vulgar? Esa no es forma de referirse a un compañero de armas.

—¡Tú cállate rubia insípida!

—¡Pues ven a cerrarme la boca, rata de alcantarilla!

—Aldebarán prepárate, van a empezar todos a hablar al mismo tiempo —observó a Afrodita al notar como las voces iban subiendo—. ¡No olviden que el que quiera opinar debe beber y quitarse una prenda! —gritó divertido.

—Espera, espera, espera —le dijo Aioros a Shura quienes se mantenían distantes de la discusión—. ¿Entonces todo es un error de doblaje y que los fans sacan cosas de contexto?

—Sí, eso creo —contestó Shura—. Por ejemplo: nosotros no somos caballeros, somos santos.

—Y de santos no tenemos nada —soltó una gran carcajada contagiando al otro.

—Mejor nos vamos al gualumara —continuó Shura divertido.

—No hay tiempo de explicar explicaciones —ofreció Aioros.

—Y que me dices de esta —agregó Shura—: Saga es el más fuerte porque Odysseus dijo que los géminis eran los más poderosos de toda la orden. Babosos, eso fue en otra época donde no existía yo.

—Y la de Shaka es el más fuerte, porque la única forma en que lo mataron fue con una exclamación de Athena, babosos, si todo fue una farsa… Fue una farsa, ¿cierto?

—No tengo ni puñetera de idea —contestó el español haciendo reír al otro—. Pero la verdad es que yo soy el mejor de todos.

—Para caer con sabroshura sí —ambos se echaron a reír.

Al otro lado de la mesa Dohko levantó las manos para ser escuchado:

—¡Estoy harto de todos ustedes! Tanto que Shion y yo les hemos dado y ahí van por el mundo haciendo lo que se les da la gana. Yo me parto el lomo todos los días por darles de comer, ¿y así es como me pagan? En mis tiempos teníamos que ir al cerro a pelear con el diablo, ¿y ustedes que estaban haciendo? ¿Qué?

—De que está hablando el maestro —preguntó Mu a Shion.

—Ya está borracho.

X-X

Saori Kido suspiró amargamente luego de haber conversado con sus amigos quienes le dijeron una y otra vez la mala idea que era dejar a todos los dorados juntos en la misma habitación, ella realmente, no entendía, se supone que eran hombres maduros, adultos responsables de sus actos y, además, víctimas de las circunstancias. No era tan difícil comprender esa situación y dejar los rencores a un lado, ¿o sí?

Un golpe fuerte y un gran alboroto prendieron las alarmas en su cabeza, a unos pasos la habitación donde había dejado a los dorados horas atrás estaba cerca y al escuchar la algarabía ella se apresuró abriendo la puerta de par en par sólo para encontrarse con los santos sin camisa y cada uno con una botella, pero su impresión más grande fue encontrarse de frente con Kanon que a diferencia de los otros no llevaba nada puesto y donde un desesperado Máscara de la Muerte corrió a tratar de cubrirlo sin ser consciente que él estaba en las mismas fachas. Y aunque la vista era hermosa con el italiano y el griego en todo su esplendor, Saori pasó su vista por el resto de la habitación, donde Saga sostenía por la cintura a Shion quien intentaba apartarse ignorando las quejas del otro y sus intentos por pedir perdón.

Por su parte y en una escena nunca antes vista, Shaka y Milo estaban abrazados brindando, en lo que Escorpio le aseguraba al rubio, que él era su mejor amigo y hermano en todo el mundo, aquella interacción parecía no incomodar a Camus que estaba haciendo una apuesta con Dohko para ver quien aguantaba más el alcohol, en lo que Aioros y Shura completamente embriagados habían caído profundos sobre la mesa, donde un Aioria les hacía competencia y Mu inquieto no paraba de zarandear al afligido león.

Los más tranquilos y aparentemente menos borrachos eran Aldebarán y Afrodita, y aunque ambos estaban al igual que todos sin camisa, y tirados sobre el sofá, se les veía de mejor semblante, su cansancio se debía realmente a que cuando inició toda la discusión ambos se empeñaron en llenar las copas de sus amigos, consiguiendo aquel interesante resultado.

No había peligro, por lo que Saori simplemente, retrocedió sobre sus pasos cerrando la puerta tras de sí. La resaca iba a estar tremenda al otro día, sonrió.

¿Continuará…?

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Muchas gracias por leer, yo me voy a tomar un par de tragos, uno por el chiste malo y el otro por señalar lo obvio. La idea original surgió después de que la bella Nyam hiciera un preciso resumen de la imagen de la portada, y bueno, saqué un poco de tiempo libre y salió esto XD Hice lo que pude con el poco tiempo que tenía y las pocas ideas que me quedaban de este año.

Mil gracias a todos, un abrazo enorme. Les deseo un próspero año nuevo y que el 2024 nos siga trayendo más risas e historias locas. Un abrazo.

Nos estamos leyendo.