La estrella

I

[La ascensión de la reconocida idol Yazawa Nico había sido un sin precedentes en la historia de la industria musical en Japón. Desde muy pequeña, Nico deseaba con toda su alma ser aquello que admiraba en televisión: un ídolo para todo el mundo.

Después del desafortunado deceso de su padre, su madre tuvo que asumir toda la responsabilidad de ella y sus dos pequeñas hermanas; eso llevó a que el sueño de la joven se viera distante debido a los escasos recursos con los que contaba la familia. Sin embargo, la chica no se rindió, después de todo, el sueño que había forjado desde pequeña era un sueño compartido con su difunto padre. Ella había prometido que se volvería una idol sin importar las dificultades, no solo por ella, sino por la memoria de quien ya no estaba.

Clases de baile, canto, actuación, en cada una, desde muy temprana edad, había fracasado; la razón: no la consideran lo suficientemente buena, lo suficientemente agradable, lo suficientemente bonita para desempeñar tal papel. No obstante, y como si fuera una cruel broma del destino, ella siguió sin rendirse. Siempre se mostraba positiva ante las adversidades, por más difíciles que fueran. Pero tiempo después, cayó en cuenta del problema real que afrontaba su familia: la falta de dinero terminó por frenar momentáneamente su sueño.

Su madre trabajaba para mantener a su familia; a una joven que empezaba la secundaria y a dos pequeñas que comenzaban el jardín de niños. Era difícil para una sola persona hacerse cargo de su familia después de que el padre de Nico murió, pero ella era fuerte. Tuvo que sacrificar mucho con tal de que a sus hijas no les faltara nada; incluso el tiempo a su lado.

La distancia entre madre e hijas se hizo muy notoria conforme avanzaban los días. Nico apenas si veía a su madre, además de que tenía que ocupar su tiempo en cuidar a sus dos pequeñas hermanas; no podía preocuparse de un sueño que, para ese entonces, se veía muy lejano.

Sus días de preparatoria pasaron en brevedad. La chica no tenía muchas aspiraciones más que seguir el sueño que había estado forjando por tanto tiempo. Cuando tenía un poco de dinero lo utilizaba para tomar cursos de canto y danza, y lo demás lo destinaba al cuidado de sus hermanas. Por cada paso que avanzaba parecía que retrocedía dos más, ya que el tiempo y el dinero eran un enorme impedimento para continuar su sueño.

Finalmente estaba en darse por vencida al darse cuenta de que no podía seguir persiguiendo algo que no le daría una sustentabilidad estable para ella y su familia en el futuro. Al término de la preparatoria estaba a punto de tomar una apresurada decisión: terminar su escuela y conseguir un empleo para poder ayudar a su madre en casa. Sin embargo, finalmente su duro trabajo fue recompensado.

A finales de su tercer año, en una de las tantas academias de baile en las que gastaba su dinero, se encontró con la que, hasta hoy en día, sería su mentora y maestra. Al principio Nico no sabía lo que le depararía el destino al haberse encontrado con aquella mujer, hasta que se dio cuenta que, desde ese día, el camino hacia su destino había sido re forjado una vez más.

Himeko Nishikino, afamada cirujana y reconocida en el campo del manejo de la industria hospitalaria junto a su ex esposo, tuvo parte de la responsabilidad de que la ahora reconocida idol Yazawa Nico haya alcanzado las estrellas en su carrera como Idol.

Nico conoció a la cirujana en una de sus clases de baile. La mujer, meses atrás de su encuentro, había renunciado a cualquier cosa que tuviera que ver con la industria hospitalaria. Después de vivir toda su vida para la medicina, y por capricho de los antiguos directores de los hospitales Nishikino, ella por fin había tomado la decisión de seguir un camino completamente diferente al que le estipularon en aquel entonces. El compromiso y matrimonio arreglado que sus padres acordaron para ella también se vio afectado, renunciando a él y cortando cualquier lazo que la vinculara con su pasado en la industria médica.

Himeko Nishikino, después de renunciar a lo que por tanto tiempo había sido su destino, se dedicó a uno de sus gustos personales de su época en preparatoria: la música. La mujer fue adentrándose así a la industria del entretenimiento, enfocándose en encontrar jóvenes talentosas para promocionar en su agencia. Como ella ya estaba entrada en años, la posibilidad de participar en el mundo del entretenimiento por cuenta propia estaba muy alejado de su visión, sin embargo, quería otorgarle el apoyo a aquellas personas que querían seguir ese camino.

Con suma dificultad e intentando desprenderse de su pasado como directora de un hospital, trabajó duro para poder acercarse al mundo del espectáculo. Pequeños fueron sus éxitos, de hecho, muy pequeños comparados a lo que hoy en día ha logrado. Jóvenes idols ascendieron y cayeron bajo su tutela. Aun cuando las decepciones eran más que los éxitos, ella no se dio por vencida. Después de un tiempo, finalmente encontró a la que se convertiría en su diamante en bruto: Yazawa Nico.

Su carrera al estrellato comenzó con muchos baches y contratiempos. El dinero para Nico era aún un impedimento, pero, por azar del destino, el peso para ella fue menor cuando Nishikino decidió apoyarla a ella y a su familia.

El resto de la historia ya lo saben. Dentro de una semana se llevarán a cabo las semifinales del aclamado programa StarIdol, donde se determinará si Yazawa Nico está a la altura de ser la próxima estrella aclamada por todo Japón. ¿Nico podrá demostrar que tiene madera para convertirse en una estrella? Eso solo lo sabremos en la próxima entrega de…]

Antes de poder decir las últimas palabras, la conductora en el televisor fue silenciada repentinamente. La presentadora del programa seguía moviendo sus labios, pero de las bocinas no salía más sonido. La mujer al otro lado de su escritorio veía fijamente a la pantalla; con una mano apoyando su barbilla y en la otra sostenido firmemente el control remoto

Los segundos en silencio se hacían tortuosos, hasta que un chasquido de labios interrumpió entre este y llenó la habitación de una incierta sensación.

—No dicen más que tonterías —musitó la mujer que, digna y orgullosa, se llevó una mano a su corta cabellera y pasó sus dedos entre sus rojizos cabellos—. Les dije que dijeran lo menos posible de mi vida personal y me salen con esto.

—Quizás… —Una voz nerviosa la interrumpió.

La joven chica desvió su mirada hacia otro lado; no podía soportar ver a la mujer a los ojos después de ver aquel vergonzoso reportaje.

—¿Sí? ¿Qué decías, Nico?

—Ya sabes lo que hacen en ese tipo de programas. Exageran todo para atraer a más público.

—En eso tienes razón —La mujer sonrió con satisfacción—. Y es mejor cuando se puede utilizar esa información a nuestro favor.

—¿A-A qué se refiere? —Los ojos carmesíes de la joven subieron, buscando el rostro de la mujer—. Estuvo mal que…

—Te equivocas. El reportaje ha estado bien, después de todo.

—Pensé que no le había gustado.

—Y no te equivocas —La mujer dejó salir un profundo suspiro—. No dicen más que una sarta de tonterías acerca de cosas que no tienen importancia —La sonrisa volvió a aparecer en su rostro—. Pero el hecho de que yo lo vea mal, no quiere decir que las demás personas tengan que verlo de esa manera.

—Creo que lo entiendo —La chica desvió la mirada.

—Entre más personas te vean de una forma vulnerable, más llamarás la atención. Hacerte la mártir de esta historia, y a mi tu salvadora, es algo que podemos utilizar para atraer a más público y hacer que te apoyen a ti y solo a ti. Tener una historia trágica, después de todo, es mejor que mostrarle al mundo tu verdadero yo.

Nico apretó sus dos manos en dos puños y desvió su mirada hacia el suelo. Entendía lo que Himeko decía, pero no se sentía muy a gusto con eso.

—Pero, aun así, la historia que contaron tiene algo de razón, ¿verdad?

—¿Y qué si la tiene? Así será más fácil engañar a las personas que te ven —Una sonrisa sincera apareció en su rostro—. Eso te quitaría un peso de encima a la hora de responder preguntas; aunque quizás sea un poco difícil para ti que te interroguen acerca de tu pasado.

—No, no es que me importe, ya estoy acostumbrada —La chica dejó salir una risa incómoda—. Aunque, utilizar a la gente de esta forma no es…, no es que esté muy de acuerdo en mentirles.

—La vida en la industria del entrenamiento se basa la mayor parte del tiempo en mentiras —una sonrisa socarrona apareció en su rostro—. Además, no es nuestra culpa que la gente ignorante se crea este tipo de cosas. Nosotras solo entregamos entretenimiento. Es lo que buscan después de todo.

Nico sonrió ante el comentario de la mujer. No sentía como si estuviera equivocada, pero aun sentía que algo no estaba muy bien con su argumento. Tenía un poco de pena de seguir discutiendo acerca de eso, así que prefirió guardar silencio ante sus pensamientos.

—De cualquier modo, esta es una buena forma de autopromocionarse en aras de las semifinales del concurso. Dentro de una semana les enseñaras a todos quién eres en realidad. Quizás pienses que los estamos engañando, Nico, pero nosotras solo hacemos nuestro trabajo; ellos deciden si creerlo o no —La mujer se puso de pie y rodeó su escritorio para acercarse a Nico—. Dales una razón para creerte, y los tendrás comiendo en la palma de tu mano —La mujer, delicadamente, acercó su mano al rostro de Nico—. Explota todo ese talento y demuéstrales de lo que estás hecha.

Los labios de Nico temblaron al ver el rostro de la mujer tan cerca. Sus mejillas enrojecieron ante la repentina cercanía y sus sentidos se agudizaron. Las palabras que quería decir Nico estaban atoradas en su garganta y difícilmente podría expresarlas. Repentinamente, en una voz suave y susurrante salió de su boca, golpeando directamente el rostro de Himeko.

—Les enseñaré que no soy una completa desconocida. Les enseñaré a todos que soy tu diamante en bruto —Nico tomó cariñosamente la mano de la mujer que aún reposaba en su mejilla—. Te mostraré que no fue un error haberme tomado bajo tu tutela.

—Así me gusta, Nico. Eso es lo que quería escuchar —La mujer se acercó despacio hacia el oído de la joven—. Si lo haces bien, tendrás tu recompensa.

El cuerpo de Nico se paralizó ante las palabras de la mujer. Sintió como se le erizaba la piel con el solo hecho de escuchar resonar la voz de Himeko dentro de ella. Sus mejillas, de por sí ya ruborizadas, se volvieron aún más rojas.

—Es hora de tu práctica de canto, ¿cierto? —Nico asintió con la cabeza—. Apresúrate entonces.

Nico asintió débilmente con la cabeza y, como pudo después de la conmoción, comenzó a caminar. La sensación que dejaron las palabras de Himeko aún recorría todo su cuerpo. Confundida y desubicada salió de la oficina y caminó despacio hacia el recibidor.

Apenas si podía escuchar algo a su alrededor; estaba muy concentrada en lo que tenía que hacer para cumplir las expectativas de Himeko. Pensaba profundamente en el próximo concierto, en las lecciones, en todo lo que tenía que hacer para conseguir llegar a su meta. Los susurros de los empleados que la saludaban conforme avanzaba se distorsionaban y se perdían en la nada, no había otra cosa que quisiera escuchar más que la voz de Himeko alabándola por haber hecho un buen trabajo.

—¡Yazawa-san! —Repentinamente, aquella voz la trajo de nuevo a la vida real—. ¡Yazawa! ¿Me estás escuchando? ¿Estás bien?

Nico volvió su mirada, aun un poco aturdida pero lo suficientemente centrada como para darse cuenta de quien le hablaba.

—Haruka-san —La mujer, de cabello oscuro atado en una coleta y ojos grandes, la miró confundida— ¿Pasa algo?

—¡Tenías que estar en el estudio hace quince minutos! Te están esperando para iniciar el ensayo.

—¡Ah! —Nico, alarmada, volvió su mirada hacia todos lados, como si por fin se hubiera dado cuenta de donde estaba—. Lo siento.

—Discúlpate con ella, yo no tengo nada que ver con esto —Dijo la mujer, indignada.

—¿Ella? —Finalmente Nico volvió al mundo terrenal. Sin haber mencionado su nombre ya sabía a quién se refería, y por ello, el sentimiento de desagrado creció dentro de ella—. ¿Ya está aquí?

—Llego hace como media hora.

—¡¿No le dijo Himeko que tenía que reunirse conmigo en la oficina?!

—Yo no sé, no me reclames a mí.

—¡Como sea! Haré que esto termine rápido.

—Si es que te deja.

—¿Está enojada? —Haruka asintió con pesadumbre—. Maldición.

—Si corres ahora puede que la encuentres menos molesta.

—Na, de nada servirá, seguiré mi ritmo y la haré enojar más. De cualquier forma, si Himeko le pidió que me ayudara, no le queda de otra.

—Nico-san —Haruka recorrió a la chica de pies a cabeza—. Para ser una idol a veces…

—¡¿Qué?!

—Eres un poquito cruel —Nico esbozó una enorme y socarrona sonrisa.

—Te dire algo, Haruka —Nico tomó del hombro a la chica—. No le creas ni una palabra a los medios.

Después de una sonrisa y dejando completamente confundida a Haruka, Nico continuó tranquila su camino.

Desde la altura de aquel edificio se podía ver casi toda la ciudad de Tokio. La Skytree brillaba en el horizonte iluminando la oscuridad. Las pálidas luces de las calles iluminaban las calles como estrellas caídas a la tierra; las personas iban y venían en todas direcciones.

Al ver aquel paisaje al otro lado de la ventana, la chica sintió algo de desasosiego e intranquilidad. Un suspiro pesado salió de sus labios y empañó con un vaho el cristal frente a ella revelando así su reflejo distorsionado y fantasmal.

Bajo sus ojos color violeta, y aunque quisiera ocultarlo con maquillaje, aun se notaba un poco las bolsas negras que se hacían más grandes conforme más noches pasaba en vela. Su cabello, escarlata y brillante, caía sobre su frente, desarreglado, pero, al menos, bien cuidado. Sin querer seguir viendo esa imagen frente ella, apretó fuerte los párpados hasta que el sonido de la puerta la hizo voltear.

—Estoy aquí.

Aquella voz hizo que sus sentimientos cambiarán; en vez de experimentar la falsa tranquilidad de hace un rato, un sentimiento de irritación comenzó a crecer dentro de ella cuando esa voz resonó. Ante el nuevo cúmulo de emociones, tomó un profundo respiro y apretó los labios.

—Llegas tarde —Consiguió decir, con una voz ronca y desanimada—. ¿Crees que tengo tiempo para estarte esperando?

—No, no lo creo —Incrédula, la pelirroja se le quedó viendo a la chica, escéptica y pensando, muy en el fondo que lo próximo que saldría de su boca sería una disculpa—. Pero no tienes de otra, tu madre te obliga a estar aquí…

La decepción ante lo que esperaba se apoderó de su rostro, mostrando clara indignación y enojo. Su corazón latía fuerte contra su pecho y sentía su cara enrojecer y calentarse por la forma en la que Nico le hablaba, y más aún porque sabía que, muy en el fondo, tenía razón en lo que decía.

Indignada y sin nada que refutar, simplemente comenzó su camino hacia el piano de cola que había en una de las esquinas de aquella silenciosa habitación. Tomó un respiro más, al mismo tiempo que se dejaba caer en el taburete y, sin decir una sola palabra, abrió la tapa del piano y pasó sus dedos entre las teclas blancas y negras frente a ella.

—¡¿Lista?! —Dijo casi indignada, sin pararse a esperar si Nico estaba lista o no—. Quiero irme temprano el día de hoy.

—¡Espera, espera! —Nico corrió frente al piano, preparándose lo mejor que podía—. Te irás cuando yo quiera que te vayas.

—Si, si, lo que digas.

La chica, sin esperar a que Nico estuviera preparada, comenzó a tocar una melodía suave y lenta. Su mirada se desvió hacia el paisaje al otro lado de la ventana, viendo nuevamente las luces de Tokio. Sus pensamientos se mezclaban con el cansancio que sentía; estos estaban dispersos y perdidos en las luces que poco a poco se distorsionaban bajo su visión.

—Ma…

De pronto, un suave y agudo sonido hizo que volviera a la realidad.

—¡Maki! —Al escuchar tal grito, la chica pelirroja se volvió hacia Nico, la cual la veía con clara preocupación en el rostro

—¡¿Qué?! —Su voz salió golpeada y claramente dispersa.

—No estás poniendo atención en lo absoluto —La chica desvió la mirada y, tímidamente, se llevó las manos a la espalda—. ¿E-estas bien?

—¿Te preocupa? —dijo Maki, incrédula y sin dejar de ver a la chica frente a ella.

—¡Claro que sí! —Nico intentó guardar la compostura. Un profundo suspiro salió de su boca. Volvió a mirar a Maki a los ojos—. Si no me ayudas como es debido no podremos estar listas para la presentación de la siguiente semana.

A pesar de que las palabras fueron claras, Maki sintió una profunda decepción ante ellas. Resignada, volvió a poner sus manos sobre las teclas de piano y miró fija y autoritariamente a Nico. Sin decir palabra alguna, comenzó a tocar la canción que se presentaría para el concurso la siguiente semana.

Como pudo, Nico se adecuó al ritmo de la canción, entrando a destiempo y recordando mentalmente los movimientos del baile que se presentaría en el evento. Maki la miró directo a los ojos, decepcionada y molesta por los errores que, continuamente, estaba cometiendo.

Después de un rato, la música dejó de sonar. Maki, claramente molesta, miró fijamente a Nico, esperando a que esta, finalmente, dejará de cantar. Un profundo suspiros salió de sus labios al mismo tiempo que se levantó del taburete.

Sin decir palabra alguna tomó sus cosas, siendo perseguida por la mirada de Nico, la cual no se sentía lo suficientemente valiente para enfrentarla después de los errores que claramente, y conscientemente, había cometido.

—De verdad… —Su voz salió como un susurro, haciendo que Maki dejara de hacer cualquier cosa que estuviera haciendo—. ¿De verdad te vas a ir así, sin más?

—Qué quieres que haga si no te tomas en serio tu propio trabajo.

—Sabes, sé que no estaba concentrada, pero no es para que te pongas así —Maki levantó, avergonzada la mirada—. Además, tu madre dijo que me tenías que…

—No vuelvas a escudarte detrás de ella —Maki desvió la mirada hacia la ventana, viendo de nuevo la ciudad iluminada—. Hazte responsable de tus acciones y, cuando lo hagas, quizás quiera volver a ayudarte.

—¿Por qué no eres sincera? —La pregunto dejó a Maki paralizada—. No fui la única que estaba dispersa y cometía errores —Nico se mordió el labio inferior— No creas que no entiendo por lo que estás pasando para complacer la petición de Himeko. Sé que estás estudiando y estás muy ocupada con tu carrera de medicina como para pasarte por aquí todos los días para ayudarme. Tu actitud solo me demuestra que no te caigo bien, y, sabes, está bien; después de todo esto fue muy repentino. Pero, ¿por qué lo haces en realidad?

—¿Qué por qué? —Maki dejó salir otro suspiro—. ¿Tu misma lo dijiste, ¿no? Mi madre…

—No, eso dejó de ser verdad hace mucho tiempo —Nico se acercó a ella. Maki le dio la espalda.

El reflejo de ambas apareció en el cristal de la ventana. Sus ojos se encontraron a través de él.

—Te lo preguntare de nuevo, Maki —Los labios de Nico se movieron suavemente; su voz no tenía malicia alguna; era hasta cierto punto condescendiente—. Sabes que no eres imprescindible en este lugar, y aun así insistes en venir cada día para ayudarme, ¿por qué lo haces?

Maki no pudo dejar de ver el reflejo de Nico en el cristal. Sus ojos comenzaron a brillar y sus mejillas adquirieron un sutil color carmesí. Su corazón latió de pronto, al ver la vehemencia en los ojos carmesíes de la pelinegra.

—Ya te lo dije… —Dijo suavemente—, mi madre me lo pidió —Sus ojos se ocultaron detrás de sus párpados—. Si quieres respuestas, pídeselas a ella.

Nico agachó la cabeza, decepcionada ante sus palabras. Sin esperanza de obtener más respuestas, le dio la espalda a Maki y caminó hacia la puerta de la habitación.

—Puede que no me creas ahora, pero estoy un poco agradecida por lo que has hecho por mí

El sonido de la puerta hizo eco dentro de la conciencia de Maki y la presencia de Nico desapareció como si fuera un espectro.

Maki quedó estática viendo el paisaje exterior. Las luces de Tokio comenzaban a ser más leves, apagándose una a una desde el horizonte. La noche caía plomiza y, poco a poco, todo a su alrededor se volvió más oscuro.

Bajo la mirada de Himeko aún resplandecía la constante luz del televisor. Imágenes e imágenes se reproducían frente a ella, mostrando el escenario que serviría como ascenso de su gran estrella. La foto de Nico terminó por cautivarla una vez que apareció al final del reportaje.

Antes de seguir en su mundo de ensueño, el teléfono que había en su escritorio la hizo volver al mundo real. Con cansancio, tomó el altavoz y se lo colocó en la oreja.

—Eres tú de nuevo, ¿verdad?

Al otro lado del teléfono se podía escuchar un suave suspiro que, constantemente se reproducía con tristeza y devoción

—Sueles llamar siempre a esta hora. ¿Por qué no hablas? ¿Tanto te cuesta hacerlo?

—¿Cómo está ella? —La voz distorsionada del otro lado del teléfono sonó entrecortada.

—Siempre te digo lo mismo —Himeko dejó salir un suspiro—. Ella está bien.

—¿Puedo verla mañana?

—Siempre tenemos la misma conversación. Te he dicho que no puedes

—¿Por qué? —Un ligero sollozo se reprodujo, ensordeciendo momentáneamente a Himeko—. ¿Por qué no?

—Tenemos un trato y tú eres aparte de él —La mujer se cruzó de piernas y miró altanera al techo de su oficina—. ¿O acaso ya olvidaste quien te da todo ese dinero para mantener a tus dos hijas?

—Pero ella… —Otro sollozo resonó—. Ella también es mi hija.

—Puede que tengas razón, pero, a ojos de los demás, ella ahora está a mi cuidado, y si la llegan a relacionar contigo, no quiero ni imaginar lo que va a pasar —Himeko dejó salir un suspiro—. ¿O acaso quieres volver a tu antigua vida?

—Pero…

—Además… —Una mirada molesta apareció en su rostro—. Sería mejor que dejes de llamar, y más si te encuentras en ese estado. ¿Quieres que sienta pena por ti? Pues no va a suceder. Desde que decidiste dejar a tu hija bajo mis manos, perdiste el derecho de estar junto a ella. Ese fue el acuerdo

—Pero…

—¡Deja de lamentarte! Ella no volverá con ustedes… —La mujer dejó salir un suspiro pesado—. Y deja de tomar tanto, harás que tus hijas se preocupen.

—¿Solo quiero verla? ¿Acaso no puedo?

—Te lo diré claramente otra vez —La mujer dejó caer su brazo a uno de sus costados—. Si la prensa se entera quien fuiste en realidad, si se entera de dónde vienes y los trabajos que tuviste que hacer para mantener a tus hijas, todo se acabó para Nico.

—Pero sé que serán comprensivos. La gente no puede atacarla después de ver cuánto se esfuerza.

—Incrédula, ¿qué vas a saber tú del mundo en el que vivimos? —Un profundo sollozo volvió a resonar—. Sabes, estoy cansada de esta conversación. Te recomiendo que no vuelvas a llamar, por favor.

—¡Espera!

—¿Qué quieres ahora?

—D-Dinero…

—¡De nuevo!

—Solo un poco, no tengo suficiente para la colegiatura de las niñas.

—Te di un cheque la semana pasada.

—Es solo que…

—No, ya sé lo que pasa.

—Te equivocas, yo no…

—¿Cuándo vas a dejar la bebida y te vas a dedicar a vivir tu vida?

—Es que, sin Nico…

—¡Déjalo ya! —La mujer gritó—. Te daré lo que quieres con tal de que te alejes de la vida de Nico; no te lo voy a volver a repetir.

—D-De acuerdo.

Sin decir una sola palabra más, y con molestia, Himeko dejó el auricular del teléfono de nuevo en su lugar. Cansada, se llevó dos dedos a su cien y presiono con cansancio. Despacio, volvió su mirada hacia el televisor, donde la presentadora de aquel programa volvía a hablar e invitar al próximo concierto de su mayor estrella.


Buen día!

Antes de que terminara el año, quería dar señales de vida.

Les comparto esta nueva historia NicoxMaki con la que intentó, de alguna forma, volver a mis orígenes. Al estarla escribiendo, pensaba en la historia que escribí hace años, llamada "Nuestra canción"; sin embargo, esta tendrá temas un poco más serios. Espero que les guste.

En fin, espero que esten bien todos; nos estaremos viendo con la segunda parte de esta historia pronto.

Sin Más, Muchas Gracias Por Leer y por su Apoyo