Hola a todos, queridos lectores!
Cómo están? Relajados de que por fin estamos por terminar el año? O nerviosos por todos los preparativos que harán para festejarlo?
En fin, no quiero retrasarlos más. Solo diré que ningún personaje me pertenece ya que para eso está su creadora, la cual está viva y posiblemente me clave tremenda denuncia por mal uso de sus pequeños magos y brujas.
Capítulo 4
-Tenemos pociones? – revisando un pergamino tras un atareado nuevo día de escuela, Harry cuestionó a su amigo pelirrojo.
-No aún. Después de la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras- sin levantar la vista de un libro que correspondía al tema mencionado, la bruja adolescente de cabello alborotado replicó.
-Eh? De qué hablas, Hermione? – confundido y virando la cabeza en dirección a su amiga, el pelinegro de ojos verdes buscó saber a qué se refería ella.
-No acabas de preguntarme si tenemos Pociones? – la aludida dejó de lado su lectura para gesticular un semblante símil al niño que vivió.
-Sí, pero me refiero a los ítems. Tú sabes, de los que estamos trabajando con Ron y los gemelos- afirmó Potter, para luego especificar el tema que en verdad le importaba.
Lo cual generó una clara reacción de fastidio en la castaña.
-Harry, no puedo creerlo! Aún siguen con eso? Pensé que solo era pasajero y volverían a la normalidad en unos días, pero ya llevan dos semanas! – rezongó Granger, dejando caer su libro sobre la mesa para sorpresa de mucho.
Sorpresa que pasó a mayores cuando los integrantes de Gryffindor escucharon cuánto tiempo estaban dedicándoles a un tema que ni siquiera se relacionaba a Hogwarts.
-Sí, amigo. Tenemos pociones para recuperar vida, como así también éter para reponer la magia que perdimos- interrumpió el menor de los varones Weasley, devorando unos dulces mientras en sus manos sostenía un pergamino similar al del pelinegro.
Avasallada con la información que receptaba sobre el hobby de sus amigos, la inteligente bruja de cuarto año llevó ambas manos al rostro en el afán de ocultar la amalgama de vergüenza e ira que buscaba con desespero expresar vocalmente.
-Ustedes no asaltaron la enfermería, verdad? Harry, dime que no hiciste algo así por favor- aferrándose a la parte anterior de la túnica del ojiverde, la bruja inquirió suplicante.
-Oye! Por qué le preguntas a él y no a mí? – levemente ofendido, Ronald Weasley formuló su propia interrogante.
-Porque sé que eres demasiado perezoso para caminar hasta allá por cuenta propia- sin soltar su asir sobre Harry, la bruja hija de dentistas espetó con cruda verdad.
-Eso es mentira- intentó defenderse el pelirrojo, cuyas mejillas presentaban pequeños rastros de chocolate por el descuido que tenía a la hora de comer.
-No lo es! – desde la mesa que los alumnos de Hufflepluf usaban se oyó un grito.
-Ustedes no se metan! – girando sobre su asiento y tratando de hallar al culpable de tal exclamación, Ron replicó audible.
Con risas generadas por la situación que poco a poco se volvían habitual entre los alumnos de al menos tres de las cuatro casas, Harry aprovechó para tomar las manos de su amiga y retirarlas de su túnica, guiándola nuevamente al libro que antes había dejado de lado.
No fue algo del agrado de ella, pero sabía que la invasión de espacio personal era algo con lo que lidiaba hasta el día de hoy su amigo. Aunque en realidad se trataba de su insistencia sobre las respuestas lo que ponía los pelos de punta a todos, y eso era algo que ella nunca admitiría.
-Ron, la lista- Potter volvió a mencionar con el fin de detener las quejas del mencionado.
-Oh, cierto. Por dónde íbamos? – viendo que aún tenía el pergamino en la mano y no lo había utilizado como servilleta por error, el mago pelirrojo trató de rememorar el último comentario que hizo.
-Dijiste algo sobre éter…- renuente a mirar al pelinegro que tenía a su lado, por haberle obligado a retomar su libro, Hermione acotó con desgano.
-Ah, sí! Nos faltan lágrimas para curar la ceguera, pero los gemelos se están encargando de eso- recordando veloz el hilo de la conversación truncada, Ronald dio aviso a un problema que estaba en vías de solucionarse.
Lo que hizo asentir conforme al pelinegro con una cicatriz en la frente.
-Qué hay sobre los besos de doncella? Hubo algún avance al respecto? – prosiguió Harry, arrebatándole una de las tantas plumas que sobresalían del bolso que su amiga cargaba a todos lados.
-Ninguno. Estamos usando los pudines que dan en el almuerzo para ver si hay algún resultado- negó el pelirrojo, señalando a los postres que los gemelos Weasley llevaban bajo encantamientos determinados.
Lamentablemente, aunque no lo sabía aún, cierta bruja brillante de Gryffindor mostró interés burlón en aquel propósito.
-Y eso para qué son? Para transformar a los sapos en personas como en los libros de cuentos? – buscando de alguna manera amedrentar aquello que tanto entretenía a sus compañeros de clases, la joven dama de cabellera desordenada cuestionó con flagrante ironía.
-Exacto! Lo ves, Mione? Ya estás pensando como nosotros- celebró, pues reconoció al instante las intenciones que ella tenía, Harry.
Lo que terminó por frustrarla aún más, hundiendo su rostro entre las páginas del libro mientras se esforzaba en suprimir un lastimero gemino que más de una carcajada provocó ya que era extraño verla en tal estado frente a las ocurrencias de cierto grupo.
-…Oh, Merlín- se lamentó Granger, convirtiéndose rápidamente en receptora de unas compasivas palmadas en la espalda por parte de Lavander Brown.
Tristemente, ahora para toda la mesa de los leones, una presencia agrió el feliz ambiente que les rodeaba.
-Qué pasa, Potter? Estás dando tanta pena que hasta Granger siente vergüenza de ti? – una voz repelente y abundante en cinismo hizo que los mencionados volteasen.
Como si de un oxímoron se tratase, aquella repulsiva presencia que todos deseaban quitarse de encima se tornó en una bendición maquillada para determinado cuarteto de varones pertenecientes a la casa roja y dorada. Intercambiando fugaces miradas, como cuando jugaban Quidditch en La Madriguera, los alumnos de Gryffindor esbozaron sutiles sonrisas que solo dos adolescentes que los conocían bastante bien pudieron apreciar.
-Malfoy, aún eres virgen? – el hijo de los decesos James y Lily Potter interrogó al blondo pomposo.
-Q…Qué!? Te has vuelto loco, cara rajada!? – estupefacto por la inesperada pregunta, Draco dio un paso hacia atrás por instinto antes de recuperar su orgullo y clamar con el rostro levemente rojo.
-Habla, Malfoy. Lo eres o no? – quien cuestionó esta vez fue el propio Ron, controlándose para no estallar en risas ante la tomadura de pelo que estaban propinándole frente a toda la escuela.
Acorralado metafóricamente, y con su estatus de sangre pura en juego pues estaba ligado al nombre de su familia, el rubio estudiante de Slytherin tragó saliva.
-Yo…Yo…Por supuesto que no! Por quién me toman? Mi padre se encargó de eso- trastabillando por unos segundos con su respuesta, el hijo de Lucius Malfoy replicó mientras inflaba el pecho y alzaba el mentón.
Dando como resultado la imagen de un delgado muchacho de corta cabellera rubia que se vanagloriaba como un pavo real en un jardín con sus plumas de colores.
-…- solo silencio pudo transmitir Crabble ante lo oído, volteando despacio en dirección a su amigo para saber cuán veraz era esa información.
-…- atinó a encogerse de hombros Goyle, desconociendo en absoluto la veracidad.
Y en realidad poco deseo tenía de saber si así lo era.
-Sr. Malfoy, quisiera que me acompañara a la enfermería. Estoy seguro que Madame Pomfrey le gustaría hacerle un chequeo médico mientras el Prof. Snape y yo tenemos una plática con su padre- la aparición de Minerva McGonagall, que se expresó con una entonación que amalgamaba el asco con la repugnancia, hizo que el joven alumno de Slytherin sudase a mares.
-No! No me refería a eso! Potter y Weasley me engañaron! Ellos me obligaron a decir eso! – exclamó con desespero el heredero Malfoy, agitando sus brazos con ahínco al momento de señalar a los Gryffindor.
-Lamento decirle que ninguno de los dos le obligaron a responder eso, Sr. Malfoy. Todos fuimos testigos de su declaración- estoica, al punto en que nadie pueda discutirle, la sub directora de Hogwarts dijo previo a sujetarle el brazo derecho y arrastrarlo.
-No! Tiene que creerme! Tienen que creerme! Mi padre sabrá de esto! Lo juro! – fallando en imponer fuerza para resistirse, el rubio muchacho volteó hacia donde los Gryffindor estaban con el propósito de amenazarlos.
Sonidos de hastío por parte de los fanáticos pura sangre y risas del resto abundaron en la sala principal del colegio de magia, donde ni siquiera los ilustrados docentes quedaron de lado. Aun así, cuando el tema principal se había vuelto la vergüenza del rubio, cierto grupo de leones retomó su enfoque en el tema que tanto les atañía.
-Qué hay de ti, Hermione? – de forma repentina trató de averiguar el pelinegro de ojos verdes.
-Perdona? – confundida Granger viró rápido su atención hacia el joven de anteojos.
-Eres virgen? – sin tapujos ni modales el hermano de George y Fred parló mientras entornaba la mirada.
Tal interpelación tuvo una clara y esperable reacción en la castaña.
-Ronald Bilius Weasley, cómo te atrev…MMPH! – poniéndose de pie y golpeando con ambas manos la mesa, Hermione trató de recriminarle.
Solo para ser interrumpida cuando en un fugaz movimiento Fred le arrojó el pudin a Harry, quien de inmediato lo llevó hasta los labios de su amiga, silenciándola y obteniendo al mismo tiempo el beso de una mujer virgen.
-Listo, ya tengo lo necesario para un beso de doncella. Ahora necesitamos que los gemelos hagan el resto- orgulloso de su cometido, Potter agradeció a su amiga con un beso en la mejilla para luego proceder a ir con los hermanos Weasley.
-…Estoy perdida, qué fue todo eso? – viendo como la bruja sabelotodo de Gryffindor continuaba paralizada por la cadena de eventos repentinos, Ginny preguntó.
-Solo necesitamos que una persona virgen besara este pudin para luego convertirlo en una poción y usarlo en personas con aspecto de batracios- irguiéndose para así ir con el resto del grupo reducido, Ron explicó.
Creando de esta forma un tácito ambiente en la mesa, ya que nunca esperaron algo tan irreal y al mismo tiempo plausible viniendo de la boca del pelirrojo que prefería la pereza al momento de estudiar.
-Oh…Y por qué le preguntaron a Malfoy? – Parvati quiso saber, totalmente acostumbrada a la dinámica que se estaba llevando a cabo en su cuarto año de estudios.
-Se cuida estéticamente más que Lavander, tú que piensas? – Fred replicó mientras se retiraba de la sala junto al resto.
-Hey! – se quejó la mencionada adolescente.
-Sin ofender, Lavander! – exclamó George, agitando la mano derecha a modo de despedida.
Final del cuarto capítulo, damas y caballeros!
Qué les pareció?
Se divirtieron?
Qué pueden sugerir para que agregue a la historia? (tengo ya una base bastante sólida, pero las ideas son bienvenidas para complementar o suplantar detalles que ya tengo)
Piensan irse de vacaciones o tienen que estudiar/trabajar?
DEJEN SUS REVIEWS, NO SEAN TACAÑOS!
Saludos y hasta la próxima!
