I Want to Die in New Orleans IV: I Hope At Least One of My Ex-Girlfriends Hears This

Advertencia: Temática de abuso violencia y pensamientos suicidas. Se recomienda discreción.

Narra Prentiss:

Llegando a la sala, García estaba en videollamada. Nos había informado que hacía mucho tiempo algunos grupos de docentes quienes raptaban menores e incluso llegaban a hacer rituales, donde les arrancaban en un inicio el corazón y poco a poco fueron los órganos. Recordé que Noemi dijo lo mismo.

- Recuerdo, según mi abuelita, que habían casos parecidos durante las décadas entre los 70 y los 90, donde secuestraban niños y les quitaban órganos. Incluso hasta lo hablaron en televisión, pero se convirtió en Lost Media. No eran exactamente rituales. – Luego con una corta risa, dijo: - No me extrañaría si Brujería hablara del tema, y más conociendo el contexto detrás. – No parecía inmutarse con lo dicho.

- Podrían no ser rituales, pero ¿por qué los hígados con los niños? – preguntó García.

- Querían saber si los niños podrían sobrevivir sin un órgano diferente del corazón o cerebro –respondió Juárez. – En este caso, lamentablemente los niños no lograron sobrevivir.

- Al intentarlo con los ojos, pensaron que así sería mucho más sencillo sin la necesidad de abrir el cuerpo – añadió Dave. – Así que probablemente las niñas estén vivas.

Cuando la llamada terminó, Hotch reunió a los detectives y policías para informarles lo sucedido: secuestro de menores de 12 años por parte de ignotos de entre los 30 a los 45 años, edad aproximada.

- Creemos se trata de un grupo – añadió Derek – pues la más reciente víctima, fue trasladada de su casa durante la madrugada.

- Incluimos en el modus operandi el arrebato de varios órganos, al igual que en los casos pasados – comentó Rossi. – Ahora comenzó a arrancar los ojos de las últimas niñas, quienes podrían estar vivas.

Sentí como me palpitaba la cabeza, pues los dolores seguían intensificándose, por lo que me fui directo al baño para tratar de tranquilizarme. En eso una voz interna de un hombre sonaba queda, pero molesta. "No mames, otra vez tú vienes a chingarme" pensé enojada. "Estás muerto, muere ya, Ian".

Debí hablar un poco más alto, pues una voz me respondió: "¿Quién es Ian?" Genial. No necesitaba voltearme, ya sabía quién era.

- ¡No te incumbe, mocosa!

Me arrepentí de haberle gritado. Vi sus manos temblar y parecía querer llorar.

- Lo lamento, es solo que…

- Te dije que fuéramos a la farmacia, ¿o no, Emily? - ¡Momento! ¿Acaba ella de tutearme? Eso no importaba. Se le oía enojada.

- Creí que estabas en la sala – le comenté.

- Sí, pero tenía una incomodidad en el estómago – fue su respuesta antes de entrar. - ¡CARAJO! – escuché el grito fuerte. Preocupada me fui a donde estaba ella, preguntando qué había ocurrido. Incluso creí que respondería igual que yo hace rato.

- ¿Podrías conseguirme unas toallas, por favor? – me pidió.

Rápidamente salí para dirigirme a la farmacia, pero Hotch me detuvo.

- Solamente – a él no podía mentirle – iba a la farmacia.

Al verme de forma sospechosa, le dije que era Noemi. Sin embargo, me dijo que nos tomáramos el resto de la tarde para descansar.

- Cómprate una aspirina también, Prentiss – me llamó la atención finalmente.

En el hotel:

Después de regresar al baño con la toalla, me fui a llevarla al hotel, no sin antes de ir a comprar aspirinas e ibuprofeno. Al entrar a la habitación, Noemi se dirigió para acostarse en el piso, pero le dije que podía acostarse en mi cama mejor. En eso J.J me llamó, para preguntarme por qué nos habíamos ido. Le dije que nos sentíamos mal, así que decidió finalmente después de trabajar en el día a comprar comida para las tres. Terminada la llamada decidí acercarme hacia mi cama para conversar con Noemi.

- ¿Puedo acostarme a lado tuyo? – le pregunte. Como respuesta, se movió un poco para darme campo.

- Iba a escuchar música, pero…

- Puedes ponerla, no tengo inconveniente – la interrumpí. – Solo que no sea a alto volumen porque en verdad quiero hablar contigo.

- No sé de qué hablar con…

- ¿Por qué me tienes miedo? – pregunté, directa al grano.

- ¿Por qué le pediste mi expediente a García? – me respondió. No pensé que me hubiera escuchado. Oí su risa que me estremeció. – No creas que no te escuché, no estabas tan lejos y la verdad no hablas tan bajito. Eres igual a mí.

- No me conoces – intenté decirle que ya se callara, pero continuó sin importarle mi tensión.

- Sé que ya nada es igual que antes. Sé que no confías en la gente, y solamente en tu equipo eres más abierta, a pesar de que no fuiste tan bien recibida, ¿verdad? – Ahora la perfiladora era la perfilada. – Sé lo que es que tu madre te odie, que no le importes un carajo, aunque temas que recibirás un castigo.

- ¡Cállate! – grité. Pero fue en vano. No me conocía, ¿cómo sabía todo eso?

- Sé lo que es la ilusión del amor, te enamoras de un cabrón o una cabrona que te jode de por vida, y finges enamorarte después de eso, ya sabiendo las traiciones y finalmente, pagar las consecuencias.

Su voz comenzaba a quebrarse:

- Golpéame, no importa. Sabes que es verdad. No eres diferente a mí. Tal vez no tuviste un padrastro que por órdenes de tu madre intentara violarte. Pero imagino que has intentado buscar alternativas para irte de este plano terrenal. ¿O me equivoco?

No continuó porque había comenzado a llorar. Era demasiado para ella el reprimirlo. Lo único que hice fue quitar su brazo que tapaba sus ojos y finalmente decidí abrazarla. Por momentos pensé que me apartaría, pero solamente me abrazó con más fuerza. Después de recobrar el aliento, me siguió hablando. Me contó todo: de cómo le afectó la muerte de su padre, el darse cuenta del odio por ser lesbiana, el intento de violación fallido y cómo se defendió. También sobre sus exnovias, la traición, humillación y maltratos tanto psicológicos como físicos vivió.

- Los tatuajes – me comentó – son formas de no precisamente eliminar las cicatrices, sino borrarlas. Dirás que es muy estúpido, porque aun así perdurarán, pero soy horrible. No soy bonita, es lo que quiero decir.

También es una muestra de que estoy maldita.

- No, no lo estás – le dije con firmeza.

- Por Dios, el Estigma del Maldito está en mi brazo derecho – al remangar su playera, me enseñó su tatuaje más resaltado y a palabras de ella, favorito. – Mi madre y Evelyn (la ex) me lastimaron gravemente ahí mientras me decían que estaba maldita. Cuando te vi por primera vez, me inspeccionabas, o eso creo, y tu mirada era igual a la de ellas. Por eso me asusté. No me digas que tú no tienes una marca como la que carga Guts.

- Una cicatriz en el pecho – respondí. – Sí, sí es lo que piensas. Fue ese hijo de puta. Ian Doyle.

- Sonará pervertido, pero ¿puedo…? – le guie sus dedos en donde mi cicatriz.

Una mirada fija nos lanzamos ambas, y vi cómo acercaba su rostro hacia mí. Abrimos un poco nuestros labios cuando de pronto…

Alguien interrumpió el momento tocando la puerta. Era J.J. Habían llegado para descansar y nos entregó las compresas y la comida. Después de hablar un rato del caso, comenzábamos a cambiarnos para ir a dormir. Mañana sería otro día y finalmente, podríamos atrapar a nuestros ignotos.

Jamás creí escribir tanto en un capítulo. Y sí. Lo sé. Esto se convirtió en telenovela de golpe. Pero es básicamente un romance (no hablo del concepto del género literario, sino de amor, cabe aclarar). Y sí, habrá smut pero ya después se escribirá.