Nota: Indulgencia mía.
Luego de que la euforia, las emociones y sensaciones del momento bajaran hasta dejar una calma amena, con caricias leves, besos esquimales o besos cortos (en los labios, mejillas, frente o nariz) junto a ronroneos bajos; la somnolencia junto al entumecimiento en las piernas, no se hizo esperar.
Sumire sabía que sería irresponsable de su parte dormirse luego del anudamiento y aunque Toujou le había dicho que estaba protegido, no podía dejar que él siguiera cuidándolo.
Por lo que, haciendo su mejor esfuerzo para no quedarse dormido, esperó a que el nudo bajase lo suficiente para salir de su novio. Luchando incluso contra la tranquilidad suave que las caricias de Suguru le daban e ignorando su aroma a lirios (que le encantó cuando empezó a conocerlo un poco más).
En cuanto sintió que el nudo había desaparecido casi por completo, Sumire se retiró con cuidado de Toujou, alertándolo y en contramedida, apresándolo con sus piernas su cintura; Kimino miró confundido a su pareja.
– ¿Qué estás haciendo, Sumire?
– Uh… ¿salir?
Sumire realmente no quiere decir "salir de ti, Suguru-san", de sólo pensarlo, le es inevitable avergonzarse. Y no lo dirá por mucho que Suguru lo mire de esa forma, queriendo respuestas.
Así que opta por explicarle.
– No está bien quedarnos así luego del nudo… no mientras estemos sucios, Suguru-san – aclara, desviando la mirada con un sonrojo pintándose en su rostro y esperando que con eso su senpai lo entienda.
(Que no le importa quedarse un rato más con él).
Suguru lo mira unos segundos más, en silencio, sopesando. Aunque no hay un pensamiento serio, porque sólo está pensando en lo lindo y tierno que es este chico dulce que tiene por novio.
(Que por supuesto, no tiene intención de compartir o dejar ir).
– Entonces, ¿nos bañamos?
Sumire debería acostumbrarse a lo desvergonzado que puede ser Suguru, aunque es un poco difícil. Toujou siempre ha tenido cierto efecto sobre él.
–… Está bien.
(Y esa hora de baño compartida se volvería una hora para adorar su cuerpo una vez más).
