Hace un chingo de tiempo
No importa decirles cómo me llamo realmente, basta con que sepan que en este momento tengo apenas trece años y consumo todo lo que sea anime apenas se estrena en televisión abierta, y aunque ciertamente Dragon Ball es un anime apasionante, en especial por su secuela "Z" y por mucho que me divierta también Ranma ½, me siento entusiasmado por el estreno de "Pokémon". La estética en los comerciales se ve buena, la trama a pesar de que todavía no estoy muy seguro de qué va parece divertida. Hay un niño que supongo que tiene mi edad con gorra, que junto a un chico moreno un poco mayor con los ojos cerrados y una muy bonita niña pelirroja están recorriendo un mundo lleno de monstruitos llamados Pokémon. Uno de mis compañeros de la escuela dice que está basada en un videojuego que él tiene, un videojuego de game boy específicamente. Cómo me encantaría tener un game boy, lamentablemente son costosos y no es que mis calificaciones sean tan excelentes como para pedirle a mi padre que me compre uno de buenas a primeras. Con un poco de suerte tenga uno Navidad.
Finalmente son las ocho de la noche del día en que estrenarán el primer capítulo, espero que sea divertido.
Hoy en día
Hay muchas cosas de las que me arrepiento en mi vida, algunas cosas son importantes y otras cosas sencillamente son superfluas, esta entraría en la segunda categoría. Y no, no es culpa del videojuego, el cual y francamente a pesar de todas las críticas que se llevó por la cantidad de bugs que tiene me parece bastante divertido, es sólo que… esa jodida cosa que se llama "madurez" y que con el paso del tiempo te impide disfrutar las cosas que en antaño lo hacías sin culpa me ha limitado bastante. Digo, no es que gane una miseria pero tampoco lo hago a manos llenas, la edición escarlata de Pokémon para Nintendo switch fue cara, ya no digamos lo que me costó la consola para poder jugarlo tanto ese como la edición espada, el Go Pikachu y la edición Diamante Brillante que no es que valiese mucho la pena al no tener gran cosa de diferencias con la edición original del viejo Nintendo DS.
Tras guardar la partida apague la consola y suspiré pensando en cómo completaría la renta de fin de mes, misma que tenía dos semanas para pagarla.
Cuando fui a la cama mi esposa ya estaba dormida, sin querer la desperté al recostarme a su lado, lo primero que hizo fue ver la hora en su celular colocado en el buró que tenía a un lado, para enseguida volverse hacia mí y reñirme.
—Las dos de la mañana.
Pude decirle que no importaba, por algo trabajaba en las tardes y no en las mañanas, pero francamente no tenía ánimos para discutir de nuevo con ella, menos por haberme vuelto a desvelar jugando videojuegos a los que comenzaba a perderles el interés.
Antes de apagar el celular me llegó una notificación anunciando que ya estaba en línea el nuevo capítulo de Pokémon, como de costumbre lo ignoré. Ya había olvidado cuándo fue la última vez que vi un episodio completo. Es verdad. Fue cuando con mucha algarabía anunciaron el año pasado que finalmente Ash había conseguido ganar una liga finalmente. Vaya que medio internet se emocionó por ello. En lo personal y a mitad de la generación de Kalos me había rendido con el anime para terminar por aceptar algo que incluso yo ya sabía desde la tercera generación, el anime era bastante aburrido por ser repetitivo. Sí, nuevos Pokémon, nueva región, nuevos acompañantes, y exactamente casi la misma estructura de la trama. Escuché que la generación de Sol y Luna tenía una variación importante al igual que los videojuegos que disfruté para el Nintendo 3DS, pero es estética tan infantil francamente me repelió.
Quizá adivinando que estaba de muy mal humor, mi esposa me hizo unas caricias en el pecho.
—¿Estás de humor para algo antes de dormir? —me preguntó sugestivamente.
Un tanto incómodo suspiré.
—Sabes que yo ya no puedo hacer nada.
Molesta me dio un golpe en el pecho y se dio la vuelta para darme la espalda al recostarse.
—Y supongo que las manos solamente te sirven para jugar videojuegos.
Resentí sus palabras, pero no es como que no le pudiera dar la razón, pero a riesgo de sonar muy egoísta, en serio me sentía muy cansado como para darle placer con las manos, siendo lo único con lo que podía hacerlo. Es una mierda sufrir impotencia apenas con cuarenta años. Lo que le molesta a mi esposa no es tanto el pasatiempo que tengo, sino que pudiendo comprar Viagra y esperar a que resulte el milagro, me gasté más de lo que me hubiese acostado las pastillas en el videojuego del que no admitiría que no estoy disfrutando tanto como lo hubiese hecho años atrás.
La idea de no tener hijos me disgustaba diez años atrás cuando conocí a mi esposa y fue muy clara al respecto, pero bueno, no es que tuviese muchas opciones dado que el milagro fue el que se interesara en mí cuando comenzamos a salir y me aceptara con todo y mis mañas (al menos las que me conocía y hasta el momento me conoce), que era ella o resignarme a quedarme y morir solo por el resto de mi vida. Tal vez todo fue por algo, que como padre quizá hubiese válido menos que como esposo en este momento.
Un tanto intranquilo me levanté de la cama para ir al baño llevándome mi celular. Mientras estaba haciendo lo mío abrir la aplicación para ver anime de forma ilegal. En este momento olvidé qué número de episodio era el nuevo del anime de Pokémon, mil ciento o mil doscientos algo. Le di para abajo toda la lista tan extensa hasta llegar al episodio uno. No estoy seguro qué me motivó a reproducirlo. Tal vez el hecho de que sabía iba a estar atorado en el baño un buen rato después de toda la comilona que me aventé en la tarde.
El legendario épico tema de la primer intro en latino comenzó y de forma automática comencé a tararearlo sintiendo un poderoso golpe de nostalgia al recordar épocas más sencillas en mi vida.
El intro apenas estaba terminando cuando un muy fuerte dolor en mi pecho me comenzó a dar. Fue una opresión muy dolorosa, como si una mano invisible estuviera estrujando mi corazón impidiéndole latir. Si estaba teniendo problemas en defecar, en ese momento todo salió de golpe, pero por ridículo que pareciera, tenía más miedo de ensuciarme los zapatos y el baño, por lo que en lugar de levantarme aterrado llamando a mi esposa para que llamar a una ambulancia debido al infarto que seguramente estaba sufriendo, esperaba que este pasara rápido para poder limpiarme y ponerme presentable apropiadamente, así de estúpido, es más, mi sentido común estaba tan fuera de servicio, que no me detuve a pensar por un momento que lo que tenía entre las manos era un teléfono celular con el que podía llamar a emergencias, aunque ahora que lo pienso bien, incluso de haberlo hecho hubiese sido imposible que consiguieron hacer algo por mí.
Sufrí un espasmo que me acalambró todo el cuerpo y con fuerza me hizo cerrar los dientes hasta sentir que me lastimé las encías. Entonces sentí que me relajé al mismo tiempo que sentí estaba flotando.
Mi último pensamiento antes de abandonar mi vida fue.
"¡Carajo! Morí en el cagadero."
Sé que debería de preocuparme de que estaba dejando sola a mi esposa, pero pensé más en las risas que esto le ocasionaría a los paramédicos que fueran a recoger mi cuerpo, o a la vergüenza que le ocasionaría a mi padre, una más a la lista por supuesto, acompañando a la de no haber estudiado la universidad, trabajar como valet parking, casarme con una mujer un poco conflictiva, no haber tenido hijos y mantener lo que a su consideración parecía ser una actitud conformista y perdedora a mis cuarenta años.
Conforme iba perdiendo más y más la conciencia en un sitio oscuro que poco a poco iba iluminándose y que me reconfortaba al pensar que después de todo no había sido lo suficientemente malo como para irme al infierno pese a mis "peculiaridades" fue:
"Ash Ketchum seguro nunca tendrá que atravesar esta mierda".
