El cielo gris se alzaba sobre aquel terreno desertico, un enorme edificio, una cupula metálica morada de grandes proporciones se alzaba ante aquella desolada tierra destacando entre la planicie del desierto, el viento soplaba con fuerza alzando la arena a los alrededores. De pronto, unas compuertas se abrieron desde la gran cúpula, de ahí un grupo de mobians pterodáctilos surgían, todos estos llevaban un uniforme ligero color negro, que iba desde sus tobillos hasta su torso superior, y unas gafas de protección en su rostro, iban descalzos y con unos guantes negros de los que sobresalían las enormes garras de sus manos. Guardias de aquella misteriosa ciudadela metálica.

Una vez estando fuera, los diez guardias se formaron en linea recta, alzando sus garras mirando al rededor utilizando sus gafas especiales confirmando que el perimetro era seguro. Finalmente despejaron la entrada de la ciudadela. -- Lord Dargos... Estamos listos para la expedición. -- Uno de los guardias alzó la voz mirando hacia la oscura entrada a aquella cúpula.

-- Espero esten listos, serán los primeros junto a mí en realizar este viaje...-- Unos amarillos ojos destellaron de entre la oscuridad tras la puerta, finalmente Dargos salió mostrandose ante a todos, al igual que sus guardias siendo un mobian pterodáctilo también, destacaban sus alas y enormes garras, llevaba una chaqueta roja de un diseño muy familiar, y el mismo traje negro que sus guardias por debajo, yendo descalzo y usando unos guanteletes dorados. Una sonrisa confianzuda se dibujó en el rostro del pterodáctilo mientras miraba fijamente a sus hombres. -- Segun el Doctor Zeir el portal será abierto por al menos medio minuto para nosotros, el tiempo que este puede estar activo sigue siendo inestable, pero tras algunos meses de investigación, finalmente pudimos calibrar el portal, para que nuestro destino sea preciso...-- Dargos explicó. -- Confío en nuestro entrenamiento, y estoy seguro que nadie podrá detener lo que planeamos.

Dargos caminó al rededor de sus hombres, viendolos a todos directamente a los ojos con determinación. -- Recuerden que tenemos que mantener nuestro papel de exploradores, o viajeros, como quieran llamarlo. -- Se detuvo frente a ellos cruzado de brazos. -- Al menos hasta encontrar algo que pueda servirnos y sea de nuestro interés, pues mobius es un mundo repleto de eso, las gemas del caos por ejemplo. Quiero que hagan amigos en mobius, convivan de forma amistosa con los habitantes de ese mundo, lo que sea que nos permita tomar información poco a poco, tenemos que ganarnos la confianza de ellos y una vez que nos den lo que necesitamos, aprovecharlo. -- Dargos observó seriamente a todos. -- Actúen natural, no pueden mencionar absolutamente nada de nuestro mundo, ni entre ustedes estando en mobius, ¿quedó claro?

Todos miraban fijamente a su líder, atentos a sus palabras, sin decir nada colocaron sus garras sobre sus pechos en señal de que habían escuchado bien las ordenes. Por un momento, al menos uno de ellos titubeó un poco tras aquellas palabras. Dargos notó aquello y le miró fijamente por unos instante, decidiendo pasarlo, aunque sospechando un poco.

-- Son muy buenos luchadores, bueno, somos claro. -- Respondió Dargos de manera arrogante, dando un vistazo a sus garras. -- Se han preparado por mucho tiempo para esto, no debería haber fallas, somos la legión Auréa, y nadie puede contra nosotros.

Buena motivación señor Dargos. -- Interrumpiendo a Dargos, el Doctor Zeir apareció, a diferencia de los demás, este llevaba un saco color negro. Acercandose a Dargos y compañía alzó su mano apuntando hacía atrás, era uno de los científicos e ingenieros mas importantes dentro de la facción Auréa. -- El portal esta listo, calibrado y es seguro.

--No hay que perder tiempo. -- Dargos miró de reojo a sus diez exploradores, avanzó siguiendo al Dr. Zeir. Subieron por una pendiente no muy lejos de la ciudadela, hasta llegar a la cima, donde se encontraba un extraño anillo gigante de roca tallada color jade, alzado de forma que podrías cruzar por él caminando, cables y maquinas extrañas se conectaban a este, aparentemente, para activar el misterioso poder que daría vida al portal.

--En cuanto active el portal, tendrán treinta segundos para cruzar, les recomiendo cruzarlo corriendo, una vez allá no habrá forma de volver hasta que encuentren el aro de Jade de ese mundo, idéntico al que cruzaran aquí, una vez allá el señor Dargos les dará mas indicaciones. -- El Doctor Zeir explicaba, acercandose detrás de unos páneles y computadoras.

Los diez exploradores pterodáctilo asintieron, escuchando las instrucciones que el Doctor les daba. Se formaron en linea detrás de Dargos, quién sería el primero en cruzar. El científico, tiró de una palanca, activando algunos botones de aquella computadora, de pronto un aura verdosa comenzó a rodear el anillo de aquel aro de roca, unas marcas verdozas se formaron sobre la roca del mismo, para luego formarse un espiral en el centro, el espiral creció hasta volverse lo suficientemente grande para ser cruzado, polvo y viento eran aspirados hacia el portal. -- Ahora, ¡cruzen! -- El cientifico exclamó.

Sin pensarlo Dargos comenzó a avanzar rapidamente, con sus exploradores yendo en fila siguiendolo, fueron desapareciendo todos de uno en uno tragados por el portal, quedando unicamente el Doctor Zeir en aquel lugar. -- Buen viaje, Lord Dargos.