A LA SOMBRA DE MI MAMI (REGULAR SHOW)

Esta historia está inspirada en un hecho real. Nombres, fechas y lugares han sido cambiados; puramente recreaciones.


AÑOS ANTES...

Esta historia, como ninguna otra nos llevará a conocer los recónditos pasajes de la cárcel, el lugar que para algunos significa redimirse y luchar por una nueva oportunidad; y para otros de convertir la delincuencia en su oficio y este sitio en su verdadero hogar. Como sea, perder la esencia de la naturaleza humana la libertad deja profundas e imborrables huellas en el alma, una marca que si bien deja de doler con el tiempo nunca desaparece.

Hoy nos abocamos a la vida de un hombre que desde pequeño no tuvo otro camino, nació al amparo de una familia cuyos integrantes eran delincuentes, se crio teniendo ese oficio como su meta más cercana, nunca fue a la escuela y jamás pudo vencer el estigma del analfabetismo. Se hizo a la calle tempranamente y su caminar era tan incierto como su vida, sus condenas eran tan frecuentes que su familia y particularmente su hijo pasaba los fines de semana yendo a visitarlo a la cárcel.

El señor Sorenstein aceptó su condición de analfabeto y entendió en su ignorancia que robar era más rentable que trabajar, sabía que sin saber leer ni escribir las posibilidades de surgir eran remotas; ahora está esperando su quinta condena.

El paso de los años privados de libertad van que los ante físicos y el espíritu de los internos, y tiene la agravante de transformarlo de irregular en algo habitual. La trivialidad del encierro no solo afecta a los reclusos, sino que compromete a los más cercanos; Mitch es un niño que ha hecho de la cárcel un escenario tan común que visitar a su padre se ha convertido en el mejor panorama en los fines de semana.

Si los días de visitas para el pequeño Mitch estaban marcados como un hecho de incuestionable diversión, la Navidad, junto a los demás hijos de los internos convertía en ese momento en memorable. Santa Claus, odiando los años de encierro y cerrando los ojos a la razón que los tiene privados de libertad, consecuente con su imagen les deja la puerta de sus celdas, también los regalos para sus respectivos hijos.

Toda la familia de Mitch, de alguna manera profunda o tangencialmente se dedica a las actividades delictivas y son refractarios a las condenas de toda índole, han crecido y se han proyectado de esta forma como si fueran herederos de una empresa que debe proyectarse en el tiempo. Mitch es el mejor ejemplo de esta casta, es aún un niño y siente que tiene el derecho natural de apropiarse de lo ajeno; ahora está dejando el recreo de lado ya que sabe que mientras sus compañeros juegan en el patio él puede actuar con tranquilidad.

Tras cerciorase que el hecho de estar en la sala no representa ninguna sospecha, este niño se dispone sin ninguna duda ni menos nerviosismo a cumplir con el afán de ejercer, al igual que lo hace su padre y sus familiares el oficio de ladrón, el acto para él no requiere de sabiduría alguna, es más bien un instante de sublime naturalidad; Mitch tiene hambre y busca afanosamente una manera de saciar sus deseos sin detenerse a pensar que lo que hace es sancionado por la sociedad.

–¡Papá! –Exclamó el pequeño Mitch recibiendo a su progenitor libre. –¡Mamá, llegó mi papá!

El regreso a casa le hizo pensar a Mitch que no le gustaría volver a la cárcel, de modo que mientras planificaba sus próximos pasos delictuales se consiguió un triciclo prestado e invirtió unos pequeños ahorros para comprar lámparas en desuso las que arregló y salió a la calle a venderlas.

El señor Sorenstein, intuyendo que su libertad siempre está hipotecada por su pasado acostumbra a darse algunos placeres como ir a buscar a su hijo a la escuela. En esta ocasión, los arranques de paternidad estaban inspirados en aprovechar cualquier instancia para traspasarle a su hijo algunos conceptos que pueden orientar a su incipiente existencia.

Este pequeño lo contó a su madre que le gustaba estar con su padre en casa y por tanto no quisiera que se fuera.

–¿Papá? –Gritó Mitch confundido al observar a él siendo arrestado por la policía.

A este niño nadie le explicó que a su padre lo encontraron vendiendo mercadería robada y que en razón a la reincidencia de sus delitos, esta vez la condena podría alargarse en forma considerable.

Esta vez, el encierro de este hombre tuvo un significado distinto. La mayoría de sus amigos de prisión ya no estaban y sintió como nunca el peso de la soledad y de su lapidaria condena, se dio cuenta que amaba a su hijo y lamentó no tener el tiempo para decírselo, intuía que él habría podido incidir en su vida y enmendar el sino perverso de haber nacido en el seno de una familia de delincuentes; sabía que ya andaba en malos pasos y lamentaba que esa haya sido la única herencia que le dejó. El tiempo corroboró sus aprehensiones y supo de sus años en el correccional de menores, como así también que hoy es un reconocido micro traficante -y empleado de "El Parque".

Años después, su padre quedó libre de todos los cargos y prefirió guardar su secreto delictual con el fin de no dañar su afecto y reputación a su hijo. Tras la muerte de éste como conductor de carretillas montacarga, la madre de Musculoso se convertía en una viuda estafadora que embaucaba a clientes bancarios y de seguros.

AÑOS DESPUÉS...

Ha pasado un tiempo desde los post eventos de la serie, en especial su viaje al espacio. A partir de este paréntesis sucederá un hecho irracional y cuestionable para aquellos que creen en formar una familia y como no, la crianza de los hijos.

La relación entre Starla y sus padres está asentada en profundos afectos y por sobre todo en una extrema franqueza, son estos valores los que hasta hoy marcan su hoja familiar.

–¿Y esa cara?, ¿pasó algo? –Duda preocupado Musculoso a su esposa.

–Tengo que conversar contigo. –Dijo seria Starla.

–¿Pasó algo malo?

–Y quiero que me diga toda la verdad.

–¿Qué pasó?, yo no tengo nada que esconderte.

–Me dijiste que eras vendedor.

–Sí, eso te dije, que soy vendedor.

–Pero no me dijiste que eras vendedor de droga.

–No, eso no te lo dije. ¿Quién te contó?

–Una vecina que nos vio conversando en la esquina y le contó a mi mamá.

–¿Y es verdad?, a eso me dedico. Pero un trabajo me dedico a otro.

–Pero cómo puedes decir eso, ser traficante no es honesto.

–Mira, por aquí casi nadie sabe que me dedico a eso. Además Starla, yo gano haciendo eso y estaba ahorrando, y en un tiempito más nos vamos a poder comprar una casa y vivir juntos.

–A mí no me gusta lo que haces, ¿tú sabes que te puede ir a la cárcel por eso?

–Sí, sí sé, pero me cuido. ¿Qué pasa?, ¿estás pensando terminar conmigo por eso?

–Lo tienes que prometer que vayas a dejar eso para siempre una vez que juntes ese dinero.

–Te lo juro.

UNOS AÑOS DESPUÉS...

–Ya se quedó dormida. –Decía Musculoso luego de acostar a su hija mayor.

–Qué bueno. –Respondió su esposa Starla.

–¿Qué te va a servir?

–Un poco de agua, gracias.

–Bueno, tu sabes que la situación cambió, ahora soy el que más vende aquí en la zona, está entrando cualquier dinero.

–¿Y qué significa eso?

–Que no puedo dejar de vender en el mejor momento.

–Pero Mitch, habíamos hecho una promesa.

–Sí sé, pero las condiciones cambiaron. Además, tienes que saber que los policías andan detrás de nosotros, así que yo creo que lo mejor es que vivan en varias partes.

–¿Cómo?, no te estoy entendiendo.

–No, simple. Esta casa le voy a dejar como pantalla, voy a vivir aquí unos dos días a la semana. Voy a volver a vivir a la casa donde viví antes y me voy a quedar adonde mi tía también algunos días.

–¿Y yo?, ¿qué voy a hacer?

–Bueno, cuida a los niños. Dinero no te va a faltar.

Los sueños de Starla parecieron diluirse, la influencia que creía tener frente a este hombre en su pretensión de cambiarlo ya no era tal; Musculoso, estaba lejos de querer abandonar su posesión de traficante.

–¿Mitch, eres tú? –Preguntó ella.

–Sí. –Expresó este empleado. –¿Y los niños se quedaron dormidos?

–Ahí están medio despiertos, pero sí. Están acostaditos, ¿y tú? ¿Por qué venías así?

–Pensé que me venían siguiendo, así que vine corriendo para entrar antes de que me vieran.

–A ver, ¿cómo es la cosa? ¿No se había terminado todo eso?

–Bueno, comprendes nada parece. A cualquiera le gustaría tener en un lugar que yo estoy y vos dale con que botaste un don nadie de uno.

–¿Y nuestros planes?

–Bueno, nuestros planes pueden esperar. Somos viejos, tenemos toda la vida por delante.

–Siempre caigo en tu juego, no sé cómo no me doy cuenta que nunca vas a cambiar.

–A ver, ¿de qué está hablando? Aquí tiene de todo.

–Todo lo solucionas con dinero, no te das cuenta lo que eres, ¿cierto? No lo puedes ver, ¿sabe lo que eres? ¿Quiere que te lo diga?, eres un narcotraficante. ¿Te has puesto a pensar que van a creer los niños de ti cuando crezcan?

–A ver, ¿qué te creen?

–¡Les dan vergüenza, lo mismo que me pasa a mí! –Exclamó ella antes de que su pareja le diera una cachetada.

–Soy bien como la mierda, Starla. –Sentenciaba Musculoso tras agredir a su esposa.

Las palabras le hicieron eco e hizo una denuncia en su contra por violencia intrafamiliar. La justicia determinó de inmediato el alejamiento del agresor de su víctima, como la situación económica de Mitch continuaba viento en popa y no podía permitir que la policía se inscuyera en sus asuntos, ni mucho menos que descubriera cuál era su fuente laboral no tardó en reconocer que era un hombre golpeador y cooperó sin dar problemas con la mensualidad para sus hijos. Starla le insistía a su familia que lo seguía amando, luego de llevar a sus hijos al colegio acostumbraba visitarlo en casa de su tía para que le hicieran entrega del dinero para su mantención; ese lazo motivó que la relación siguiera viva.

Las sabias razones que esgrimía su madre eran siempre consideradas por Starla, pero ella de manera inocente luchaba por conservar a su familia. Aunque reconocía las contradicciones que significaba estar junto a un hombre maltratador como Musculoso.

–Hola, pasa. –Le abrió la puerta Mitch a su esposa.

–Hola. ¿Y tu tía? –Dijo Starla entrando a la casa.

–Se fue a trabajar.

–¿Por qué estás así?

–¿Así cómo?

–Ya, no te haga el tonto, has estado tomando y estoy segura que hayas estado consumiendo drogas también.

–Bueno, y si es así, ¿qué tanta tontería? ¡Y yo no tengo que rendir cuentas a nadie!, ¿escuchaste? ¡A NADIE! –Alzó el tono Musculoso.

Este hombre no sólo ha elevado la voz, sino que ha dado la peor de las señales su total descontrol de la ira. Es el comienzo y porqué no decirlo, el momento más crítico de las relaciones humanas cuando los afectos y el amor pasan a un segundo plano y lamentablemente sólo nos queda, nuestra bestialidad.

–Parece que mejor que yo me vaya. –Advierte Starla pegando su vuelta.

–¡Ya!, como ya tienes tu platita no te sirvo para ni una cagada más, ¿cierto? ¿Eso? –Dice exaltado Mitch.

–No me gusta cuando te pones así.

–¿Qué?, ¿me va a denunciar de nuevo?

–Yo en este estado no puedo hablar contigo, pero...

–Vos aquí no te muevas, ramera. ¿Me escuchaste?

–Oye Mitch, no puedo dialogar contigo en este estado. Me voy a ir y voy a volver otro día.

–¡Párate ahí! –Le apunta un arma de fuego a ella cuando los gritos ahuyentaban a la vecindad. –Si te mueves un centímetro te mato.

–¿Por qué me estás amenazando con un arma? Yo sé que no me va a disparar, pero no tienes porqué amenazarme. Soy la mamá de tus hijos, ¿ah? Tú sabes que yo te amo y que siempre estoy ahí para ayudarte, pero no voy a permitir que juegues con mi afecto. Me voy a ir y ándate a descansar.

–¡Yo no amenazo! No te muevas, si te mueves un centímetro te mato. ¡No me obligues a dispararte!

Musculoso le dispara a su amada en el rostro en medio de la conmoción de los vecinos.

–¡Qué hiciste, desgraciado! –Gritó una vecina llamada Eileen como testigo ocular.

En una actitud bestial e inexcusable, Mitch no reconoció en Starla la que decía ser su gran amor, sino solo en la mujer que se había propuesto bondadosamente a borrar la marca indeleble que traía desde pequeño.

–¡AYUDA! ¡Ayuda! ¡Ayuda que se me muere! –Le carga el cuerpo pidiendo auxilio a los transeúntes. –¡Un auto, un auto al hospital!

En medio de la conmoción fueron los vecinos los que hicieron parar un camión repartidor de gas natural en su intento por auxiliar a Starla. El conductor Skips, superado por los acontecimientos no tuvo más alternativa que ceder ante la presión y convertirse en una eventual ambulancia en pro de salvarle la vida a esta joven.

–¡Súbala! –Ordenó el yeti al volante.

La situación era dramática, Starla no se sabe de perder sangre y se encontraba inconsciente; en Musculoso los efectos del alcohol y las drogas parecieron esfumarse por arte de magia. La historia de amor que años atrás pudo ser real deambulaba ahora por la cornisa de la vida, la llegada al hospital concentró la mirada de quienes se encontraban allí en aquel instante, los lamentos de Mitch no daban señales de que él era el autor de este verdadero atentado contra una mujer.

SALA DE ESPERA

–Don Mitch, ¿puede hablar con usted un segundo? –Le comunica el médico de turno yendo de la sala de espera a un pasillo.

–¿Cómo está mi esposa, doctor? –Consultó él angustiado.

–Lo siento, pero estamos haciendo todo lo posible para superar su problema. Por lo pronto yo no tengo noticias importantes que darle. Lo siento, pero deberá seguir esperando. –Se marchó el galeno del pabellón.

Musculoso, entreverado en sus propias contradicciones y con las huellas de sangre de Starla aún en su cuerpo necesitaba encontrar una razón para entender lo sucedido. Según él, no hubiese querido activar el gatillo, pero lo hizo; le hubiese gustado decirle a Starla que la amaba, pero tampoco lo hizo. A cambio de eso dejó aflorar su conducta violenta en contra de la mujer que decía amar, no pasaron muchos minutos cuando efectivos policiales se hicieron presentes en el hospital; la denuncia hecha por los vecinos quienes fueron testigos oculares de este vil crimen permitieron que Mitch Sorenstein fuera detenido.

En su declaración, este hombre no negó haber disparado en contra de su mujer y estar aún bajo la influencia del alcohol y las drogas. No obstante, persistió en la idea de que el arma se había disparado a su pesar; Mitch Sorenstein fue arrestado y dejado en el calabozo en el cuartel policial mientras sería trasladado a la cárcel. Según sus palabras, la preocupación por la salud de su mujer era en aquel momento lo más importante, estaba decidido a respetar los compromisos que adquirió con ella antes y se llenó de promesas vanas con tal de tenerla a su lado. Fue durante su encierro en este calabozo cuando desde el centro de urgencia del hospital y tras una intervención quirúrgica, se comunicó a la policía que Starla Gutsmandottir-Sorenstein había fallecido.

La situación judicial, con la muerte de esta mujer cambió radicalmente y fue formalizado por parricidio para ir de inmediato ser trasladado a la cárcel estatal de California a objeto de esperar allí el proceso correspondiente. Todo indica, no obstante, que este hombre comenzaba su carrera carcelaria con una extensa condena; llegar a la cárcel premunido del cartel como traficante le abrió a Musculoso un espacio de respeto entre sus pares y comenzó a planear cómo mantener su calidad de líder tras las rejas. A los pocos días, Mitch con su historial delincuencial y su fama de ser violento quedó a cargo de toda su galería compuesta por más de trescientos internos, a varios de ellos incluso, comenzó a cobrarles una cuota mensual para estar tranquilos como una suerte de peaje para vivir allí.

Eran muchos los que por su delito, por las drogas que movían al interior de la cárcel y fundamentalmente porque se enfrentaba sin temor al más osado los que querían su cabeza. Cuando este hombre sale a los patios es cuidado por un grupo de "guardaespaldas" que lo protegen de cualquier atentado; a Musculoso le costó dar con el paradero de su madre y tras ello, debió ver modo de conseguir permiso para visitarla. Desde luego, que una madre estafadora se encuentre con su hijo, también delincuente es inédito, pero sin duda el peor de los ejemplos; cuando llegó la autorización no tardó en dirigirse a la celda de esta mujer al cual no veía desde hace largo tiempo.

El encuentro con su progenitora fue muy filosófico y profundo, pidió cuenta que en el ámbito delincuencial había superado a su propia madre.

4 AÑOS DESPUÉS...

Entretanto, Musculoso continuó siendo un líder en la cárcel, pero se le presentó un escollo: un reo se negó a pagar su peaje mensual. Estos dilemas se resuelven con el código carcelario, es decir, peleando con estoques con un espantoso resultado que de aquí sólo uno sale con vida; esto es lo que relató Mitch.

–¡Ayúdenlo!, ¡que pida un compañero! –Exclamó urgido un reo tratando de rescatar a aquel hombre herido por el estoque.

La verdad jurídica de este encuentro dice que al supuesto rival de nombre Maurice lo visitó en su misma celda y lo incitó a pelear; ante la negativa, Musculoso, sin aviso le dio una puñalada provocándole una herida penetrante en el hombro. Durante varios días y por el peso de este hombre en la cárcel, el nombre del autor fue un misterio para la gendarmería.

–¡Mitch, tienes visita! –Avisó un gendarme en la celda recibiendo a la señora Sorenstein.

–¿Qué está haciendo aquí, mamá? ¿Le pasó algo?, ¿está enferma? –Preguntó Musculoso.

–No hijo, no estoy enferma. Vine a despedirme. –Dijo su progenitora.

–¿A despedirse? ¿No me diga que se va libre?

–Así es.

–Qué bueno, mami. Debe estar contento, ¿lo vino a buscar Fantasmano?

–No, quiero dar una sorpresa.

–Siéntese aquí para que conversemos.

–No, sólo me dieron cinco minutos para verte.

–Ah ya. Bueno, ahora a disfrutar la libertad. ¿Ve?, lo que usted quería, volver a la casa a estar con los suyos.

–No puedo estar contenta, hijo. Si tú te quedas aquí... –Señaló ella.

–Espérenme afuera, mami. –Aguardó su primogénito tras abrazarla.

–Se terminó la visita. –Comunicó el funcionario.

–En ti, mamá lo voy a alcanzar, ¿ya? Dile a Dios a mi hija de mi parte.

–Cuídate hijo. –Se despedía la señora saliendo de la celda.

La situación a partir de la libertad de la madre de Mitch tuvo un desencanto para este criminal y en el mismo tenor de infortunio para él, la justicia aceleró una investigación para encontrar al verdadero causante de la estocada a Maurice, eso significaba demasiada cautela y dominio en la galería 8 donde este hombre continuaba cobrando peaje a los reos por vivir allí. El poder de Musculoso en su calle se limitó solo a sus incondicionales quienes los protegían cuando salían los patios; finalmente optó por pasar la tormenta en su celda.

–¿Supiste? –Delata un reo a su colega.

–¿Qué pasó? –Preguntó aquel compañero de celda.

–Se viene mala la cosa, el tipo murió.

–*Suspira* ¿Y quién te dijo? –Suspiró él.

–Nada, un amigo enfermero me contó ahí.

–Ya, que todos se queden callados. Aquí no vio nadie.

–Vale.

Mitch Sorenstein, presionado por las circunstancias debió confesar su segundo crimen, fue trasladado a cumplir en la Cárcel de Alta Seguridad de Florence, Colorado luego de recibir una abultada condena.

Han pasado varios años desde que "Musculoso" pisó la cárcel estando adulto por primera vez, el tiempo y el rigor del encierro han hecho lo suyo con el devenir de este peligroso reo quien se mantiene recluido en la Cárcel de Alta Seguridad de Colorado; entró aquí con 42 años, desde hace poco asegura que su vida carcelaria y espiritual tuvo un giro, se hizo cristiano y su fervor lo convirtió en "el Siervo Musculoso" siendo la mano derecha del pastor evangélico del recinto penal. Vamos a su encuentro, Musculoso nos recibirá en su habitación e intentará decirnos que su transformación es genuina y profunda, que su acción diaria es la oración y que su violencia fue erradicada luego de haber conocido a Dios. Los pasajes criminales que lo tiene confinado a una dura condena reitera son cosas del pasado, dice ser un hombre nuevo.

Este es hoy Mitch Sorenstein, quien se ve más grueso con el paso del tiempo y que hipotecó toda su juventud, su adultez y probablemente los inicios de su vejez entre cuatro paredes; este hombre, ahora de 53 años ha perdido estando preso tal vez los mejores momentos de su existencia. Hoy nos ha permitido sentarnos con él para escuchar por primera y única vez su testimonio y abordar esa verdad que jamás relató a nadie; literalmente es una confesión que desnuda su alma y pone en relieve la verdadera y cruda realidad de quienes han perdido el tesoro más preciado del ser humano: la libertad.

Ustedes y nosotros, tendremos ahora la posibilidad de discernir sobre este verdadero documento del hombre que nunca le temió a nadie, ni siquiera a la muerte.


Mitch Sorenstein, apodado "Musculoso" fue condenado por el parricidio de Starla a 17 años, por tenencia ilegal de arma de fuego a 3 años y por el homicidio simple de un reo al interior de la cárcel a 15 años. Se estima que podría salir en libertad durante los próximos 35 años.

En los últimos años, según las leyes federales de . contempla el feminicidio/femicidio, aumentando las penas aplicables a este delito. Mitch Sorenstein fue condenado antes de esta modificación.

En Estados Unidos, 1 de cada 3 mujeres han sido víctimas de violencia de género. Si eres víctima o testigo en su país denúncialo en su respectivo número telefónico.

Ojalá esta reflexión usted le haya servido, espero que esta historia no me eche a perder siendo el último en publicar independiente de mis show favoritos vigentes y por ende, al momento de publicar he decidido tomar un relax indefinido que tardaré un tiempo retomar a raíz de diversas circunstancias, le guste o no le guste. No olvidar leer alguna de las obras -fanfic- publicadas ya disponibles.

Gracias y hasta entonces...