Capítulo treinta y dos

Era una hermosa mañana de invierno, con el clima perfecto, por lo que no era de extrañar que unas risas se escucharan acercándose, la joven pareja de enamorados llenaba con su alegría el ambiente, al menos para la mayoría de seres vivos.

La familia estaba planeando un festejo familiar en ese lugar, pero se realizaría hasta dentro de unos días, por lo que fue extraño para Lady Maura escucharlos, pero una vez los reconoció se llenó de regocijo, pensando en que solo tenía que adelantar sus planes, para que esperar si el bastardo había llegado a ponerse en bandeja de plata, pensaba en sus adentros la siniestra mujer.

―el día está demasiado hermoso como para desperdiciarlo, es una fortuna tener esta belleza natural a nuestra disposición, ―expresó Candy con una radiante sonrisa, al tiempo que bajaba del caballo y lo amarraba.

Terry bajo justo al mismo tiempo, quedándose embelesado observándola, al verlo Candy sintió sus mejillas arder, esa mirada tan intensa, llena de sentimientos, era indescriptible todo lo que la hacía experimentar, una infinita felicidad se asentaba en su corazón.

―ven aquí, ―llamo el castaño con una sonrisa de amor en sus apetecibles labios, sonrisa que solo era para su pecosa, la tomó de la mano, ella se acercó gustosa y en un gesto espontaneo lo besó, siendo recibida de inmediato.

El suave roce de sus labios, la conciencia de pertenecerse, de no tener que esconderse para amarse, de ser libres, sus bocas apenas y se detenían a obtener oxígeno cuando ya volvían a unirse, el poder sentirse, degustarse de esa manera era indescriptible.

Poco a poco los besos se detuvieron, con una sonrisa en sus labios, avanzaron al hermoso claro, desde el cual había una preciosa vista del lago de la propiedad, un bello paisaje sin lugar a dudas, pero también existía un peligro para quienes se acercan imprudentemente a la orilla, ya que tenía un precipicio nada pequeño que terminaba justo en el bello pero helado lago.

Al ser un lugar que visitaban con frecuencia no tenían en cuenta el riesgo, acostumbrados a la vista, simplemente colocaron una manta al pie de un árbol y acomodaron en esta la canasta de comida que llevaron para la ocasión, entre bromas, mimos y alguno que otro beso los enamorados pasaban lo que quedaba de la tarde.

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Dentro de la cabaña de uso para los empleados, Lady Maura revolvía sus cosas desesperada, en clara frustración por no tener a la mano lo que tanto necesitaba en esos precisos instantes.

―tanto que he buscado y esperado la ocasión perfecta, para que cuando ellos mismos vienen a la boca del lobo a colocarse en bandeja de plata, yo no tenga mis herramientas preparadas, demonios, en donde esta esa dichosa jeringa, si, finalmente aquí esta.

Sabiendo que eso no le bastaría porque tenía que acercarse mucho, saco el revolver, total, de una u otra forma acabaría con su presa, al tiempo que colocaba la jeringa cargada en la bolsa de su falda.

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―quien diría que el viejo gruñón sentaría cabeza.

―Terry no seas grosero, el señor Carlson es un buen hombre, la verdad estoy muy feliz por su futuro matrimonio, los niños suenan muy alegres en sus cartas, por lo que entiendo la futura esposa de su padre es una mujer amable y los cuida bien.

―más le vale, porque de una u otra forma estaremos pendientes de que los niños sean protegidos.

―ya veraz que así será, si de algo podemos estar seguros, es del gran amor que el señor Carlson siente por sus hijos.

―no sé cómo haces pecosa, si hasta la hermana Gray te ha escrito, sé que te gusta cartearte con medio mundo, pero hacerlo con ella ya es el colmo, auch no me maltrates, ―reclamaba el castaño sobándose el pellizco que le dio su amada.

―no seas majadero entonces, fue un lindo gesto de la hermana Gray enviarme una biblia, estoy muy aliviada de saber que todas las hermanas y miembros del colegio se encuentran bien, por otro lado, tus tíos y tu tía abuela te envían sus saludos, eres un ingrato, debes escribirles.

―sí, sí, ya se, les enviare una carta estos días.

―mientras sea verdad…, ―las palabras murieron en la garganta de Candy, al ver a Lady Maura avanzando hacia ellos, pistola en mano, apuntándoles, sin dudarlo se tiró sobre Terry, al tiempo que un disparo sonaba.

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En la mansión Andrew, el fiel asistente del patriarca se encontraba más serio de lo normal, revisando los informes de nuevos empleados, especialmente aquellos que estaban en contacto directo con la familia, tenía que asegurarse que no hubiera peligro, unos golpes en la puerta lo distrajeron un momento de su tarea.

―señor Jonhson, no quisiera molestarlo, pero tengo algunas inquietudes que requieren de una intervención inmediata.

―dígame Peter.

―este día el señor Terrence salió con la señorita Andrew, se dirigieron al mirador, según sé, el joven planeo un día de campo, el decidió partir solos, al ser dentro de la propiedad se comprende, aun así, no deja de causarme preocupación.

― ¿crees que haya alguna filtración dentro de la propiedad?

―siempre existe la posibilidad, pese a nuestras muchas previsiones, pero hay algo más.

―dilo, ¿Qué es lo que sucede?

―uno de los guardias de los perímetros me informó que se han llevado provisiones a la cabaña de empleados cerca al mirador, sé que se acerca un día de campo con la familia, por lo que eso no sería extraño.

―pero…

―según me informaron, hay una empleada en la cabaña para personal y preparación, pero está mujer no es conocida por nadie en la mansión y revisando la nómina con el ama de llaves incluso, no hemos encontrado que se haya contratado a nadie nuevo, de hecho, nadie debería estar allí.

―eso es demasiado grave, ¿Cómo pudo pasar eso?, ¿Quién es esa mujer? Y lo más importante es saber en qué momento ingresó burlando nuestra vigilancia.

―por eso me he atrevido a buscarlo, he organizado una partida para salir de inmediato hacia el mirador, con los jóvenes señores allí solos, es un riesgo que no puede esperar.

―voy con ustedes, has hecho bien en alertarme, esto es urgente.

George salió junto a los guardias con el alma en un hilo, de solo imaginar que los jóvenes pudieran salir dañados, era algo que no podía ni pensar, ya habría tiempo después para saber cómo es que se coló esa mujer a la mansión, por ahora lo urgente era poner a salvo a Candy y Terry.

Eleonor, Sofía y Elroy estaban en el salón blanco, disfrutando de una amena charla, cuando escucharon el tropel de caballos saliendo, de inmediato fueron a averiguar que sucedía, alcanzando a ver a los guardias acompañados por George, su preocupación se encendió, pero el sonido de un disparo a lo lejos las hizo entrar casi en histeria.

―los muchachos, ―exclamó alarmada Elroy, ―ese disparo viene del mirador, hacia allí fueron Candy y Terry.

―nooo, ―Eleonor cayó desmayada, la angustia era demasiada.

― ¿qué sucedió?, ―interrogó Sofía al ama de llaves.

―Peter recibió informes acerca de una supuesta empleada en la cabaña de personal, revisamos la nómina, solo para confirmar que no se ha contratado a nadie, tampoco hemos enviado a ninguna persona al lugar, el lo discutió con el señor Jonhson y salieron a investigar.

―por todos los cielos, que no haya sucedido una desgracia, ―Elroy ayudaba a las mucamas a auxiliar a Eleonor, comprendiendo la gravedad de los hechos.

―avisen de inmediato a mi esposo y al Duque, ―ordenaba Sofía, disponiendo también la seguridad para el resto de la mansión.

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El castaño estaba aturdido, pero no duró así, rodó sobre el suelo, colocándose protectoramente sobre Candy, ubicando el peligro, lograron arrastrarse detrás del árbol, en lo que la mujer recargaba su arma.

―no te escondas bastardo, no importa cuánto trates de escapar, estás acorralado, deberías de evitarme el tener que matar a tu noviecita frente a ti, hazte un favor y sé el primero en morir.

―no soy un bastardo y usted lo sabe, no comprendo su odio en mi contra, no le hemos hecho nada malo.

―llevas la sangre maldita de los Grandchester, para mi es más que suficiente para que mueras, pagaras por lo que tu tío hizo, ―lady Maura disparo de nuevo, pasando la bala muy cerca de los jóvenes.

―no somos responsables por lo que él hizo y mucho menos justifica que se haya ensañado en mi contra.

―oh que pena que eso no me importe, sufrí mucho, demasiado, no lo merecía, después cuando por fin decido dejar mi vendetta en favor de mi sobrina, viene tu padre y no solo insiste en traerte con él, si no que además se niega a tocar a Harriet, por lo que no hubo esperanza de más hijos, convirtiéndote en su único heredero, con eso selló tu destino, ―recriminó la mujer ya frente a los jóvenes, quienes estaban casi sentados entre el suelo y el árbol.

―la conducta de mi tío fue totalmente reprobable, usted no merecía la traición de su hermana y mucho menos la forma tan cobarde en la que el hombre que juraba amarla le falló, en nombre de mi familia me disculpo, ―dijo Terry, tratando de ponerse de pie, sujetándose del árbol.

―crees acaso que tus palabras te van a librar de tu destino, morirás, al igual que tu apellido, me encargaré de que no quede ningún Grandchester con vida.

Tan concentrada estaba lady Maura en Terry, que no le dio importancia a la silueta inmóvil de Candy en el suelo, paso casi pisándola, ya que la joven parecía inconsciente, igual planeaba dispararle en la cabeza después de acabar con el castaño.

Sin embargo, de un momento a otro un pinchazo en su cadera la hizo voltear con furia, tratando de disparar a quien la inyectó, cosa que no pudo ya que esa distracción le sirvió a Terry para golpear su mano lo que provocó que se le cayera el arma, lady Maura se encontró frente a Candy, quien sostenía una jeringa en la mano y una mirada furiosa que nunca nadie le había visto a la dulce joven.

Al escuchar el disparo tan cerca de ellos, Candy supo que el tiempo se acababa, compartió una mirada con Terry y sin demora se tiró al suelo, luciendo desmayada, el terror de que lady Maura disparara al castaño la tenía al borde, estaba a punto de irse físicamente en contra de ella, cuando observó la jeringa que sobresalía de su bolsa, fue cosa de segundos, no dudó.

En esos momentos Candy agradecía sus estudios en la escuela de enfermería, en donde aprendió a manejar pacientes difíciles, los que necesitaban ser inyectados en forma rápida, eso le ayudó a tener la rapidez necesaria para vaciar el contenido completo de la jeringa en un santiamén en el muslo de la mujer sin que esta se diera cuenta hasta que terminó de hacerlo.

Lady Maura observó con frustración como sus planes eran malogrados una vez más, retrocedió, tratando de alejarse de ellos, intentando buscar algo que usar en su contra, pero no veía nada.

―no importa cómo, no pienso desistir, solo mi muerte evitara que insista en acabar contra ustedes.

―realmente señora que vergüenza de persona que es, si, fue lastimada injustamente por su propia hermana y por el hombre que amaba, pero en vez de buscar salir adelante se enfrascó en una estúpida venganza, pudo haber sido muy feliz, era joven, tenía su propia fortuna, podía haber reiniciado su vida en otro lado, castigándolos con su propia felicidad, pero en cambio se llenó de odio, no merece compasión.

―que… sa-bes… tú de… in-jus-ti-cia, ―reclamó la mujer ya con dificultad para hablar.

―no es un secreto que se mucho de eso, pero no me voy a poner a relatarle mi vida y a hacer competencia por las desgracias sufridas, ante una caída una persona tiene la opción de aprender y levantarse o revolcarse en el fango, usted pudo haber hablado con la reina madre, poner su queja, presentar las pruebas y sabe que la habría ayudado, pero decidió convertirse en una asesina, el quedarse culpando a la familia Grandchester por su desgracia fue su elección, no merece consideración, no permitiré que lastime a mi esposo.

―so mal di tos, ―lady Maura trató de abalanzarse en contra de Candy, pero en ese momento fue empujada por Terry, cayendo al piso, muy cerca del precipicio.

―nunca intente acercarse a mi esposa, va a podrirse en la cárcel, lamento lo que le hizo mi tío, fue cruel e injusto, pero eso no le da el derecho de lastimar a personas inocentes, pagará por todo el daño que ha causado.

Lady Maura sabía que estaba acabada, ya su cuerpo estaba prácticamente inmóvil, a lo lejos se escuchaba el sonido de unos cascos de caballos, la tenían atrapada, iría presa y sabía que mientras viviera ella no desistiría, así pasara años en prisión, ella buscaría la manera de escapar.

Pero las palabras de Candy habían penetrado en su conciencia, en el fondo ella sabía que la joven tenía razón, debía de acabar con este infierno de una vez, reuniendo la poca fuerza que le quedaba se impulsó hacia la orilla, cayendo al precipicio, en donde su vestido quedo atrapado en una rama, mientras su cuerpo era sumergido en las heladas aguas del lago de la propiedad.

Curiosamente lady Maura murió de la misma cruel manera en la que ella había asesinado a varias de sus víctimas, ahogándose, sin poder mover un solo dedo para evitarlo.

―señorita Candy, ―la siempre serena voz de George, hoy se escuchaba llena de angustia, arropó a la pecosa en un abrazo, sus ojos derramando lágrimas de alivio por encontrarla sana y salva, cuando escucho los disparos temió lo peor.

―estamos bien George, esa mujer se lanzó al precipicio, no se ni como logró hacerlo si esa inyección que planeaba usar en nosotros ya estaba afectándola, ―trató de explicar la pecosa.

La joven pasó un rato en los brazos del pelinegro, quien era más que una figura paternal para ella, después se puso a revisar a Terry, asegurándose que no tuviera ningún daño, el castaño por su parte mucho esperó, pues también la abrazó, sentándose con ella en su regazo, tratando de calmar la angustia recién pasada.

Los guardias no perdieron tiempo y se dispusieron a revisar toda el área, asegurándose de que no hubiera mas amenazas, no tardaron en localizar el cadáver de lady Maura, trabajarían bastante en recuperarlo, dentro de la cabaña encontraron sus pertenencias, mas frascos de la sustancia que utilizaba para inmovilizar a sus víctimas.

Candy y Terry fueron llevados de inmediato a la mansión, en donde ya los esperaban, todos respiraron aliviados al verlos, poco después llegaron Albert y el Duque, quienes estaban horrorizados al saber lo ocurrido.

Richard no podía creer que después de tantos años, finalmente podría dormir mas tranquilo, al saber que la causante de tantas muertes y de mantener una amenaza sobre su familia, finalmente estaba muerta por lo que no volvería a causarles preocupaciones, abrazaba fuertemente a su hijo y nuera, agradeciendo al cielo el haberlos librado de ese peligro.

―fueron muy valientes, ―alababa Eleonor, después de escuchar de boca de los jóvenes el relato de lo ocurrido.

―solo fuimos muy afortunados, realmente estuvo muy cerca, ―aseguró Candy.

― ¿Cómo llegaron tan pronto?, ―quiso saber Terry.

―fue gracias a Peter, el descubrió una posible amenaza y no tardó en comunicarse conmigo, ―reconoció el pelinegro.

―pero eso es debido a usted George, pues fue gracias a su instrucción, a la forma en que los ha entrenado, ganándose la fidelidad de estos, por lo que van más allá de su trabajo, ―afirmó Candy.

―muy cierto pequeña, gracias George, eres imprescindible para nosotros, ahora bien, prepara un ascenso para Peter, también una bonificación para el y para el guardia que le avisó de la presencia de esa víbora en nuestra propiedad.

―de inmediato señor William, ―respondió el fiel pelinegro.

―pero antes ve a descansar un poco, ya mas tarde hablaremos, se que casi no has dormido estas últimas semanas por cuidar de nuestros muchachos, ―ordenó Elroy, dándole una mirada que no daba opción a replica.

―como usted desee madame.

―antes que tal si nos sentamos todos y disfrutamos de un buen té, que nos ayude a calmar nuestros nervios, ―ofreció Sofía.

―tienes razón, por ahora no hay más porque preocuparnos, ya la policía junto a los empleados, están retirando el cadáver de esa mujer, podremos cerrar este capítulo tan negro de nuestra vida, ―mencionó Albert.

―no se ustedes, pero yo siento que perdí años de vida con este susto, es una bendición que finalmente se acabó, ―expresó Eleonor.

―por fin libres, ―Candy dijo lo que todos pensaban.

―ahora podre llevarte de paseos más seguido pecosa, ―ella le sonrió, dándole un beso en la mejilla.

Los jóvenes se encontraban aun sin creer todo lo ocurrido, en el sofá junto a ellos estaba George al lado de Candy, este apenas se había separado de la joven, como confirmando que ella estaba bien.

Todos estuvieron un rato mas disfrutando del té, después se encargaron de enviar a George, Candy y Terry cada uno a sus habitaciones a descansar, aunque claro a estas alturas todos sabían que los rebeldes del San Pablo descansarían juntos en la habitación de la pecosa.

La amenaza que pesaba sobre la familia había desaparecido, ahora podían dedicarse a vivir tranquilos, a planear la boda de los jóvenes y disfrutar del futuro lleno de posibilidades que se abría ante ellos.

Continuará…

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Hola, muy feliz Navidad y prospero año nuevo, quiero agradecer todo el apoyo brindado, sus votos y comentarios, son mi aliciente a continuar.

Tengan un feliz día, bendiciones.