Hola de nuevo, chicas!

Lo prometido es deuda, aquí estoy de nuevo. Y de nuevo, daros las gracias, tanto por los comentarios como por los mensajes privados que me seguís enviando, saludándome de nuevo. En verdad que me emociono al leerlos.

Bea in the Sky… que alegría saber otra vez de ti, paisanica!

Bueno, vamos al lío. No sé que vais a pensar del capítulo… pero dado como se las gasta la prensa del corazón, creo que era algo inevitable. Y no cortocircuitéis… las que me conocen un poco saben que soy de drama justo y necesario.

Nos leemos abajo ;)

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DISCLAIMER: los personajes son propiedad de la estimada señora Meyer, yo sólo juego con ellos. Personajes que no pertenecen a la saga, cosecha propia.

Excepto Forks, lugares y localizaciones reales.

Canción del capítulo: "(Yo want to) make a memory" de Bon Jovi.

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Capítulo 31: Caída libre

Para alivio de la castaña y del propio Edward, el fin de semana pasó sin sobresalto alguno. Después de una agotadora mañana de playa, el sábado por la tarde simplemente salieron a pasear con Baxter, y a tomar un helado a una de las exclusivas cafeterías de la urbanización; la zona residencial era como un pequeño pueblo, ya que había algunos comercios muy selectos. El domingo se dedicaron a descansar, más que nada, para que Amy pudiera acabar sus tareas escolares, que no eran muchas.

Después de que ambos dejaran a la niña en el colegio, el lunes por la mañana, se dirigieron al estudio. A las doce en punto del mediodía se celebraba la rueda de prensa en la sede de Twilight Records, para luego almorzar con los directivos; la compañía ponía dos coches a su disposición para trasladarlos a todos juntos, de modo que los autos personales se quedaban debidamente aparcados en casa de Alice y Jasper. A la que apenas verían esa semana sería a Reneesme, ya que iba a ejercer de detective, manteniendo el debido contacto diario.

El que seguía desaparecido en combate era Sam. Su teléfono móvil seguía apagado, y tampoco se había puesto en contacto con el padre de Jacob. Emily también seguía sin dar señales de vida, ya que el guitarrista había indagado por su cuenta, pasándose incluso por uno de los salones de belleza que regentaba, pero fue en vano. Lo único que supieron decirle es que había delegado varios días el trabajo en sus ayudantes de confianza, nada más.

Ya estaban en la sede de la discográfica, en una de las salas adyacentes a la de la rueda de prensa, preparándose junto con Alice y Bella. Los murmullos de voces eran, cada vez, más considerables, por lo que el momento se acercaba.

—Entonces, estamos todos de acuerdo en que, si preguntan por Sam, decir que se encuentra descansando por un problema de salud— les seguía advirtiendo la morena, en modo total de publicista.

—Por supuesto que van a preguntar— siseó frustrado Edward, frotándose los ojos —no son idiotas.

—En el fondo, a mí no me parece una mentirijilla piadosa— habló ahora el batería —debe tener una depresión de caballo.

—Lo que no acabo de entender es porque demonios no se pronuncia ninguno de los dos, para decir algo, simple y llanamente, y se acaben las especulaciones— siguió mascullando el cantante, con la cintura de su novia rodeada por su brazo —Sam nunca ha sido partidario de todo este circo, y mucho menos, Emily; siempre han sido muy discretos— Bella escuchaba con atención, sin saber qué decir. Aunque su novio y el grupo entero estuvieran muy molestos con el bajista y su fuga, era uno de los mejores amigos de Edward, y sabía que, en el fondo, su chico estaba muy preocupado por él. Y el tema seguía constantemente en boca de los periodistas, teorizando, muchas veces, sin conocimiento alguno.

—Yo he optado por no encender la televisión en todo el fin de semana— respondió ahora Jake, rodando los ojos.

—Ni nosotros— añadió también la castaña —ni siquiera hemos salido de la urbanización— no podía estar más agradecida de que la casa y zona residencial del cantante estuviera blindada a cal y canto.

—El tema sigue dando que hablar, os lo aseguro— musitó Alice, con una mueca resignada, ya que ella, como buena publicista, escaneaba constantemente el asunto —si este parto no se adelanta, será un milagro— Jasper besó su frente, a la vez que acariciaba con cuidado su espalda.

—Quedan todavía más de cuatro meses— le recordó su marido —y no sueles tener problemas con los embarazos.

—¿Ya sabéis el sexo del bebé? — preguntó Bella; el matrimonio sonrió, mirándose.

—Kyo está como loco; es un niño— confirmó el orgulloso padre.

—Enhorabuena— le palmeó el hombro Jake, sonriendo.

—Dos niñas y dos niños— añadió Emmett —todo a partes iguales; ¿me dejareis que le regale una batería, ¿verdad?

—Si la instalas en el estudio, y no en casa— matizó la morena, ante las risas del resto —sin problemas.

—Es estupendo, enhorabuena— exclamó el cantante, felicitando también a sus amigos —la pequeña tropa va creciendo; ¿y vosotros, sabéis algo más?— ahora la pregunta iba dirigida a Emmett, aludiendo a la adopción.

—Como ya sabéis, la agencia nos dio el visto bueno; ahora estamos esperando a que nos asignen un pequeño o pequeña; cuando eso finalice, lo que tarde el país de origen en tramitar los papeles; calculamos que en noviembre o diciembre podremos ir a buscarlo o buscarla.

—Eso es estupendo— exclamó Bella, sonriendo.

—Sé que hay que tener paciencia; pero a veces se hace demasiado largo— suspiró el batería.

—Son muchos meses de trámites y papeleos— le dio la razón el cantante, sonriendo comprensivo —pero cuando lo tengáis con vosotros, verás que toda esa espera habrá valido la pena— le dio un pequeño apretón en el hombro.

—Eso seguro— sonrió Emmett —Rosie y yo estamos impacientes.

Los minutos pasaron hasta que los organizadores del evento advirtieron al grupo que faltaban cinco minutos para que tuvieran que posar en el photocall. Bella volvió los ojos en dirección a su novio, que permanecía en silencio, al lado de Jake.

—¿Estás bien?— le interrogó, con el ceño ligeramente fruncido, y tomándole las manos.

—Deseando que acabe todo esto— rodó los ojos, con una mueca de paciencia —y rogando para que no insistan mucho en el tema de Sam.

—Eso será demasiado pedir— resopló Jake, al lado de la pareja —nos llaman— le indicó al cantante.

—Hora de ganarse el sueldo— murmuró divertido, dejando un beso en los labios de su chica —¿estarás cerca, verdad?

—Al lado de Alice, no me voy a perder— negó Bella con la cabeza —buena suerte— le deseó, para soltar sus manos, unidas en todo momento. Dejó que su novio se alejara, a la vez que ella se reunía con su jefa y amiga.

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—Es vuestro primer recopilatorio— afirmó un periodista, dirigiéndose al grupo en general —¿por qué añadir seis temas inéditos?— Bella y Alice seguían con atención la rueda de prensa, después de que los cuatro posaran pacientemente varios minutos en el photocall. Ahora estaban sentados en una mesa alargada, con la portada del disco a sus espaldas, en la que se veía a los cinco miembros del grupo, con Edward en el centro, y sus compañeros rodeándole, haciendo la figura de un triángulo invertido.

—Supongo que queríamos añadir algo nuevo; siempre es emocionante; y ya son más de diez años de carrera. Era la hora— respondió Jake.

—¿Significa eso que de momento, no vais a sacar nuevo álbum de estudio?— Edward frunció el ceño, sin llegar a entender del todo la pregunta —quizá no me haya explicado bien— se excusó ahora la periodista que había preguntado —quiero decir… ¿teníais pensado guardar esos seis temas para un próximo álbum?

—En absoluto— le sacó de dudas el cantante— que se hayan incluido temas nuevos no significa que dejemos de escribir y componer— Edward resoplaba para sus adentros, aunque sabía que tenía que mantener el tipo, y no dar la verdadera razón, que no era otra que Aro y sus caprichosas estipulaciones contractuales; pero si mencionaba eso, Alice le cortaría cierta parte de su anatomía.

—El nombre del recopilatorio es "These days"— siguió la ronda de preguntas —que, a la vez, es uno de los temas inéditos; ¿por qué lo habéis escogido como título?

—Al ser un recopilatorio, hacemos un homenaje a aquellos días en los que empezamos— tomó ahora la palabra Jasper, a la vez que Edward bebía un sorbo de agua.

—Nos pareció que iba que ni pintado— prosiguió Emmett —parece mentira, pero aquellos días y aquellos años han pasado muy rápido— se oyeron suaves risas, dándole la razón al batería.

Alice y Bella, en un lateral de la sala, seguían con atención las múltiples preguntas, y todavía no había salido a colación el tema de Sam. Los directivos de la discográfica, sin Aro presente, ya que seguía perdido en las playas de Barbados con la amiguita de turno, parecían complacidos con lo que estaban escuchando, cosa que aliviaba sobre manera a Alice. Los ojos de Bella estaban posados en su novio, muy guapo con unos vaqueros negros y una camiseta blanca por debajo de una camisa gris, desabrochada y con las mangas remangadas hasta los codos; éste giró su vista hacia su posición una milésima de segundo, dándole una imperceptible sonrisa.

—¿Podéis hablarnos un poco de los singles que van a ver la luz en unas pocas horas?— ahora preguntaba Phill Dwyer, un reconocido periodista y crítico musical —¿de "Lie to me", por ejemplo?— Edward y el guitarrista se miraron, pero éste decidió ceder el turno a su amigo.

—Habla de una relación amorosa, marcada por la desconfianza, y una lucha— explicó Jake, que miró al cantante, que tomó aire antes de hablar.

—La canción hace alusión a la importancia de la honestidad, la determinación… y la lucha para superar ciertos desafíos— continuó Edward. Bella le miraba con una pequeña sonrisa; esa canción la compuso durante la primera parte de su relación, antes de su ruptura.

—¿Y qué hay de "Bed of roses"?— preguntó de nuevo el crítico —el corazón de Bella latió errático, al oír el título; Alice permanecía atenta a la respuesta de Edward.

—Esa la escribiste tú solito— alzó las manos Jake, mirando a su amigo y conteniendo una sonrisa; la sala rio suavemente. Los ojos verdes del cantante enfocaron un segundo a su calabacita, que lo miraba con una mueca de emoción, pero conteniéndose. Tomó aire, antes de hablar.

—La escribí cuando estaba pasando una situación personal complicada —empezó a relatar —pero lo que dice esa canción, a una persona, es que pase lo que pase, vengan las circunstancias que vengan, que jamás dejarás de pensar en ella; cuando alguien aparece de repente en un momento de tu vida, y te das cuenta de que, esa persona, es el apoyo que necesitabas para encarar el futuro…— dejó la frase inconclusa, sonriendo levemente —todo compositor tiene que sentir lo que escribe, creo que es una manera de desahogarse.

Bella miraba fijamente a su novio, a la vez que Alice le daba un pequeño codazo, sonriendo con disimulo. Bella se giró, encarándola también.

—Tu novio hace unas declaraciones de amor increíbles; nunca pensé que Edward, y eso que le conozco hace muchos años, podría llegar a ser tan romántico— le murmuró en voz baja, sonriendo divertida.

—Creo que ni él mismo se da cuenta— asintió suavemente por la cabeza, azorada, pero a la vez, también emocionada, enfocando de nuevo la vista en el cantante, que después de tomar otro sorbo de agua, la buscó con sus ojos. Ella le dedicó una disimulada sonrisa, que fue correspondida con un leve asentimiento de cabeza por parte de éste.

—Estamos seguro de que van a sorprender, muchas gracias por responder— terminó la intervención de Phill. Otro periodista, esta vez afroamericano, llamado Laurent De Ravin, levantó la mano. Los chicos sabían que Laurent era periodista del corazón, y se esperaban lo que venía a continuación; al menos, con éste, Alice tenía bastante confianza.

—Buenos días, chicos— saludó al grupo —¿cómo encaráis el abandono de Sam, y qué va a ocurrir cuándo os incorporéis de nuevo a la gira?— y ahí estaba la pregunta del millón; Bella y Alice miraban expectantes a los chicos, esperando que no se salieran mucho del guion acordado.

—Sam está pasando un bache de salud— tomó la palabra Jasper, después de que todos se miraran entre sí unos ínfimos segundos —la gira vuelve a ponerse en marcha la segunda semana de abril; cuando llegue el momento, él mismo verá cómo se encuentra.

—¿Qué le pasa?— interrogó Laurent —¿no será nada grave?

—No vamos a responder a eso; si él no se ha pronunciado, nosotros tampoco— contestó Edward, serio y con los brazos cruzados,

—La salud es un tema muy personal— le dio la razón Emmett a su compañero.

—¿Creéis que las fotos de Emily con otro hombre han agravado ese problema?— ahora la que preguntaba era Irina Lester, otra famosa periodista del mundillo rosa, y que estratégicamente, también se llevaba bien con Alice. Eran de los pocos medios del papel cuché que habían conseguido acreditaciones para la rueda de prensa —el comunicado que ambos mandaron hablaba de una separación temporal.

—Tampoco vamos a entrar en eso— negó Jake con la cabeza —ese tema pertenece a su vida privada— repitió las palabras de sus compañeros.

—Comprendo— tomó notas la rubia periodista —de modo, que tampoco nos podéis desmentir que vaya a dejar el grupo. Lo digo por las imágenes que han salido, del concierto de Helsinki— Alice y Bella se miraron de reojo, ya que efectivamente, tenían constancia de ello. Eran unas imágenes realizadas por una persona anónima del público, y por la posición en la que se encontraba, estaba en las primeras filas, muy cerca del escenario.

—En esas imágenes sólo se nos ve yendo hacia la parte trasera del escenario; ahí Sam ya se encontraba mal y fue cuando paramos— contestó Edward, recitando la lección de memoria.

—Menos mal que nadie captó la discusión— musitó Alice entre dientes, sólo para la castaña. Bella asintió sin mirarla, siguiendo la conversación de los chicos.

Una vez superada las cuestiones de la prensa rosa, la rueda de prensa pudo seguir su curso normal, ya que era imposible arrancar palabra alguna de boca de los chicos en lo que al tema del bajista se refería. Contestaron a varias preguntas más, relacionadas con el resto de las canciones y si la gira iba a cambiar de dinámica, dado el nuevo CD en el mercado. Después de casi una hora, la rueda de prensa se dio por finalizada. Mientras Alice y Bella esperaban a los chicos, para disfrutar de un pequeño cóctel y posteriormente, un almuerzo con los peces gordos de la compañía, Laurent e Irina se acercaron a ellas.

—Querida Alice— Laurent se adelantó, saludándola con dos besos, gesto que la periodista imitó —enhorabuena por ese trabajo que haces; ya quisieran muchos grupos tener a alguien como tú al mando.

—Lo mío me cuesta, créeme— rodó la morena los ojos —pero tienes que admitir que, salvo el asunto de Sam y Emily, llevaban una temporada muy tranquila.

—Sobre todo, Edward— contestó Irina, para después dirigirse a la castaña —y creo que en eso tienes mucho que ver; es un placer conocerte en persona, Isabella.

—El placer es mío— devolvió la castaña, con un pequeño apretón de manos, ya que era conocedora de la relación que tenían ambos periodistas con Nessie y Alice —ellas también me han hablado mucho de vosotros.

—Po fin— expresó Laurent de manera alegre, estrechando también su mano —creo que es la primera vez que te escucho hablar— repuso, divertido —cuando os pillan los compañeros gráficos por la calle y os meten el micrófono hasta la nariz, sólo habla él.

—Y espero que siga siendo así— respondió Bella, apoyada en todo momento por su jefa —no es lo mismo ser una mera espectadora, que vivirlo.

—Eso es muy cierto— le dio la razón el periodista —es mundo a veces, nada agradable.

—Pero se puede controlar, y saber llevarlo; cosa de la que la mitad de la farándula de este estado todavía no se ha enterado— rodó los ojos Irina; ambos periodistas trabajaban como colaboradores principales en un famoso programa de televisión —¿sabéis lo que es tener a los mismos petardos semana sí, semana también, dando la lata?— el grupo se carcajeó suavemente, y justo en ese momento Jasper y Edward se unieron a ellos.

—¿Qué es tan gracioso?— inquirió Jasper, saludando con un beso a su esposa —hola, chicos.

—Los famosos, que son unos petardos— habló Irina con fastidio —y tú— señaló a Edward con el dedo, de manera graciosa —ya era hora de que te echaras una novia con cerebro, y que, por cierto, es encantadora.

—Eso no lo puedo negar—contestó el cobrizo, rodeando la cintura de su chica con su brazo y mirándola con una pequeña sonrisa.

—Desde que la capitana Whitlock mandara el comunicado acerca de vuestra relación, sabía que tus días rebeldes habían pasado a la historia— añadió Laurent, cosa que hizo a Jasper reír —y comparto las palabras de mi colega y esposa; eres encantadora, Isabella.

—Bella, por favor— corrigió —casi nadie me llama así —no sabía que estabais casados— interrogó curiosa.

—Ocho años de feliz matrimonio— confirmó la periodista, mirando a su marido —poca gente lo sabe; en las tertulias del programa no hacemos más que pelearnos —Bella sonrió divertida, al igual que Jasper.

—Admito que estaba más o menos al día de la prensa del corazón, principalmente gracias a mi madre— exclamó la castaña, haciendo que el resto riera —pero desde que estoy con él, evito buscar o leer esas cosas.

—Te aseguro que vives muy tranquila así— rodó los ojos la periodista —aunque conociendo a Edward, no me extraña— miró al cantante —nunca te has llevado bien con nuestro mundo, aunque hace unos años eras un inquilino constante; así que te agradezco que a nosotros nos toleres.

—Hay que tener amigos en todos los lados— se encogió de hombros Edward —y a pesar de que lo dices es cierto, es un alivio que alguien, al menos, no te meta mucha caña. Sé que esto va unido a mi trabajo, pero a veces…

—Lo sabemos— le quitó importancia la periodista, haciendo un gesto con la mano.

—Sé que no os han hecho gracia las preguntas acerca de Sam— siguió Laurent, bajando el tono de voz y cambiando de tema —pero si no preguntábamos, nuestro redactor jefe nos echa a la calle de un plumazo.

—Sabíamos que no ibais a responder— Irina también bajó el tono de voz —pero por una vez, le doy la razón a mi marido.

—Sé que ya os he preguntado acerca del tema de las fotos de Emily— murmuró Alice —¿sabéis algo nuevo?

—Nada— negó el periodista con la cabeza —las imágenes aparecieron en la redacción, pillándonos de sorpresa a todos— les contó lo que ya sabían —y si alguien lo sabe, no está por la labor de soltarlo.

—Aún así, estamos al tanto por si sale algo nuevo; hablé con tu compañera el jueves por la tarde— Irina aludió a Nessie.

—Creo que nos llaman— advirtió Jasper a su mujer —un placer haberos visto, chicos.

—El placer ha sido nuestro, y de poder conocerte por fin— se dirigió Irina a Bella.

—También el mío— respondió ésta, tomando la mano de Edward.

—Por cierto, ¿cómo están los pequeños?— interrogó Laurent en general, mirando a su novio y a Jasper.

—Muy bien— contestó simplemente Edward, con una sonrisa afable.

—Creciendo sin parar— añadió Alice.

—¿Y lo que vienes es…?— dejó la pregunta inconclusa Irina, mirando a la morena; pero Jasper negó divertido con la cabeza.

—Tenía que intentarlo— se encogió de hombros la periodista, sonriendo inocentemente.

La pareja se despidió de ellos, dejando a los cuatro solos; Jasper y Alice dejaron un momento a Bella y al cantante, que se retiraron a una pequeña esquina.

—No te molestado que haya hablado con ellos, ¿verdad?— inquirió, temerosa —estaba con Alice, y se han acercado ellos a saludar.

—Claro que no, cariño— el cantante negó con la cabeza, para después atraerla a sus brazos —no soy partidario de su profesión, pero como he dicho antes, hay que tener amigos en todos los lados— meditó Edward en voz baja —Alice sabe manejarlos, y marcarles los límites; y a ellos mismos les conviene llevarse bien con nosotros— dejó un pequeño beso en su frente —y ya te dije desde el minuto uno que no iba a esconderte; era lógico que quisieran conocerte y saludarte. Puede que seamos herméticos en lo que concierne a nuestra relación, pero te recuerdo que sales en muchísimas fotos conmigo, a todas horas— le refrescó la memoria su novio —¿qué te ha parecido la rueda de prensa?

—No ha ido nada mal— admitió —habéis mantenido el tipo en lo que se refiere a Sam; y la parte musical ha ido rodada.

—No les hemos mentido, técnicamente— se encogió de hombros el cantante, en voz baja, para luego echar un vistazo rápido a su alrededor, asegurándose de que no había moros en la costa —principalmente, porque seguimos sin tener ni puta idea de donde está Sam—le recordó en voz baja, con una mueca de obviedad.

—Ya— respondió la castaña, apoyándose contra él —si de aquí al viernes no da señales de vida, no sé que vamos a decirle a Aro — siseó frustrada, aludiendo a la reunión.

—Lo he hablado con los chicos, y vamos a ir con vosotras— le contó el cantante; Bella le miró, sorprendida —total, las entrevistas esta semana acaban el miércoles; y francamente, no queremos que os coma vivas. En las otras renovaciones no solíamos ir todos, pero las aguas estaban más calmadas.

—¿Sabes que vas a perder los estribos, verdad?— le miró fijamente Bella, a la vez que su novio la observaba divertido; su calabacita le conocía demasiado bien.

—Es posible— se encogió de hombros —pero prometí que te cuidaría y apoyaría en todo— la castaña sonrió comprensiva —te prometo que intentaré controlarme.

—Eres demasiado encantador— le miró, mordiéndose el labio —ha sido muy bonito lo que has dicho— el cobrizo la escuchaba atentamente —cuando te han preguntado acerca de la canción— Edward sonrió levemente, pero sin dejar de mirar sus bonitos ojos marrones.

—Es lo que siento— le dijo de manera simple, a la vez que la tomaba de la mano y la llevaba detrás de una inmensa columna, fuera de miradas indiscretas —eres la persona que me hace tener los pies en la tierra; amo la música, entre otras cosas —acarició con cuidado su mejilla —y muy pocas personas consiguen llegar a dónde lo hemos hecho nosotros; y poder llevar una vida más o menos normal, juntando esos dos mundos…— dejó la frase sin terminar, mirándola fijamente.

—¿Aunque te regañe a veces, sobre todo cuándo estamos en tu casa?— bromeó ella.

—Me ha quedado claro que hay que tapar la comida cuando se vuelve a meter a la nevera— recitó cual niño bueno —se me olvidó — se encogió inocentemente de hombros.

—Y el sábado, que vuelvo a dormir en tu casa…— seguía enumerando Bella, mientras pasaba sus manos por sus hombros —podrías ayudarme a desembalar la estantería que compraste para la habitación de Amy, y…— Edward la cortó, frunciendo el ceño.

—El sábado es día de descanso; por decreto nacional— protestó y bromeó a la vez, pero al ver la mueca de su novia, rodó los ojos —vale, el sábado— aceptó —haces lo que quieres de mí— refunfuñó, haciéndose el ofendido.

Bella simplemente le guiñó un ojo, para después besarle y encaminarse hacia el ascensor; en la última planta les esperaba el aperitivo y el almuerzo con los directivos.

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Para sorpresa de todos, Aro envió un correo electrónico a Alice al día siguiente de la rueda de prensa, alegando que todavía se quedaría unos días más en Barbados, por lo que la reunión con él quedaba aplazada una semana más. Los chicos estaban que bufaban a cuenta del pasotismo de su jefe, ya que el asunto de la renovación era muy engorroso, y querían quitárselo de en medio cuanto antes.

El martes el grupo acudió a una conocida emisora de radio, a nivel nacional, para seguir con la promoción. Y tal como le explicó Alice a la castaña, las canciones empezaron a sonar en las emisoras. Al principio muy de pasada, pero en dos días sonaban de manera constante, incluso varias veces al día. La crítica todavía no se había pronunciado, pero parecía que la cosa iba por buen camino, al igual que las descargas y escuchas en las diferentes plataformas de música.

El miércoles los chicos atendieron lo que fue el último acto publicitario de la semana, que no fue otro que la grabación en un conocido programa de entrevistas, y en el cual tocaron por primera vez "Lie to me". Durante toda la semana tuvieron que volver a afrontar los compromisos promocionales sin Sam, que seguía desaparecido. Y el jueves tuvieron que volver a reunirse en el estudio, para preparar las entrevistas de la semana siguiente. Nessie les iba informando de cómo iban sus pesquisas, pero todo el mundo con el que hablaba decía no saber nada, o no querían desvelar nada.

Dado que la dichosa reunión con Aro estaba pospuesta, los chicos se encontraron con un viernes libre, junto con el fin de semana. Bella se había quedado entre semana en su apartamento a dormir, pese a las lastimosas protestas de su novio y de la niña, pero hoy volvía de nuevo a casa de cantante, ya que le habían prometido a la pequeña seguir con la lista de planes.

Había quedado con Edward en que aprovecharía la mañana para recoger un poco el apartamento y acercarse a la farmacia a por su medicación, aparte de otros recados. El cantante aprovechó, a su vez, para poder ir a una tutoría con los profesores de la niña, ya que sus compromisos y los de su exmujer la habían aplazado dos veces. Quedó con ella que, una vez saliera del colegio, iría a recogerla, para invitarla a comer y luego ir a buscar a Amy al finalizar las clases, dando el pistoletazo de salida al fin de semana.

Estaba a punto de ponerse una chaqueta, ya que asombrosamente, el día había amanecido nada caluroso, cuando sonó su teléfono. Sonrió al ver el número de su amiga de la infancia reflejado en él. Quitó el volumen de la televisión, para luego responder.

—¡Ang!— exclamó ilusionada.

—¡Bella!— fue la respuesta alegre de su amiga, para luego reír juntas —¿cómo estás, y cómo va todo?

—Agotada— suspiró la castaña, sentándose en el sofá —por lo menos, a partir de hoy tenemos libre hasta el lunes —¿y Ben, y mi pequeño Kyle?— aludió al hijo de sus amigos —no puedo creer que ya tenga dos años— recordó las fotos que le envió su amiga hace unas semanas, de la celebración de cumpleaños del pequeño.

—Kyle en la guardería, gracias a dios— suspiró Ángela —no nos da tregua alguna— Bella rio encantada —y Ben como siempre, trabajando. Y te informo que ya se ha descargado el recopilatorio entero— confesó su mujer, con una risa; la castaña sonrió.

—¿Habéis escuchado las canciones nuevas?— indagó.

—Sí— replicó contenta —a Ben la que más le gusta es "We weren´t born to follow", no hace más que ponerla a todas horas— la castaña la escuchaba complacida —y a mí… personalmente, "Always" siempre será mi favorita— habló —pero me estoy debatiendo entre esa y otra de las nuevas, y…

—¿Sabes que tu favorita es la canción de Rosalie?— la interrumpió —todas las chicas tienen una compuesta expresamente para cada una— le contó.

—¿Esa canción está compuesta para Rosalie Hale?— exclamó sorprendida —con razón tengo buen gusto— rio su propia broma —¿y a ti, cuándo te toca tener una… o ya la tienes y no me has contado nada?— le reclamó —si la tienes, tiene que ser una de las nuevas— seguía divagando ella sola —¿es "Lie to me"?

—No podía decir nada, hasta que no se revelaran los títulos— le aclaró —no te puedes imaginar las penalizaciones que hay que pagar a Aro y compañía si nos salimos de los asuntos pactados— siseó hastiada.

—Me lo imagino— le dio la razón su amiga —desde que entraste al mundillo y me has contado cómo funciona, cada día alucino más.

—Créeme, no te puedes hacer una idea— rodó los ojos.

—Bueno, ¿cúal es?— insistió de nuevo en el tema de la canción.

—"Bed of roses"— le sacó de dudas —no sé si la has escuchado todavía, y puede que…

—¡Te ha escrito eso!— el chillido que pegó su amiga hizo que tuviera que apartar el aparato de su oreja —¡Bella, es increíble!

—Todavía me cuesta creerlo— susurró ella, negando con la cabeza.

—No sé a qué esperas— replicó Ángela.

—¿Qué quieres decir?

—A que dejes tus inseguridades a un lado, seas valiente y aceptes esta oportunidad que la vida te ofrece— le explicó —Bella…— hizo una pequeña pausa, meditando sus palabras —entiendo que estés asustada; de repente conoces a un tío, que fíjate tú, resulta que es tu ídolo desde la adolescencia, y que cae rendido a tus pies, se enamora de ti…— paró un segundo —es el típico cliché de toda adolescente de Norteamérica, pero… ¿cuántas veces pasa eso, en el uno por cierto de los casos?

—Ya lo sé— suspiró, acordándose de su novio en su mente.

—Sé que está Amy, y que quieres ir poco a poco por ella; pero por lo que me cuentas, la niña está muy a gusto contigo.

—Y yo con ella— le contestó, acordándose de todos los momentos que pasaban juntas —¿sabes que el otro día acompañé a Edward, a buscarla a casa de su exmujer?

—¿A casa de Tanya Denali?— exclamó sorprendida —wow, ¿cómo fue?

—Bien; fue muy amable y educada conmigo— le relató —Edward me contó que se lo había pedido ella misma.

—Como madre, entiendo su postura— le dio la razón su amiga —quieras o no, eres parte de la vida de Amy; veo lógico que quiera conocer a la pareja de su padre, ya que eso te hace convivir, por así decirlo, con la niña.

—Eso lo entiendo— respondió Bella —¿sabes?; hay cosas que me sorprenden de Tanya; quiero decir, por un lado, se preocupa por la niña, pero por otro, en el día a día…— dejó la frase sin concluir —no quiero ser mal pensada, pero es como si delegara, por así decirlo, todo lo demás que conlleva ser madre— le relataba —jugar con ella, ayudarle con los deberes, salir al cine, de compras, a cenar, llevarla a los cumpleaños del colegio… —enumeró —Edward siempre ha dicho que la quiere, pero a su manera.

—Es posible— contestó Ángela, con tono pensativo —un hijo cambia la vida, para bien y para mal; puede que tengas que renunciar, o dejar cosas a un lado cierto tiempo— decía —y luego está la forma de ser de cada uno. Por lo que me has contado otras veces, Tanya no es muy pro niños; no todo el mundo afronta la maternidad de la misma manera, y no quiere renunciar a otras cosas.

—Pues es una pena— meneó Bella la cabeza —la niña es un amor.

—Creo que la propia Amy ve esas cosas— siguió su amiga —los niños son muy perceptivos, y más listos de lo que nos imaginamos; un padre o una madre no es sólo quien lo engendra, sino también los que están con ellos día a día, en lo bueno y en lo malo. Y tú estás haciendo todo eso por la pequeña; sólo por querer tomar las cosas con cautela en lo que se refiere a la convivencia, ya lo estás demostrando, todo lo que ella te importa.

—Gracias, Ang— sonrió, agradecida.

—Pero por otro lado… creo que, si la niña está feliz a tu alrededor, deberías sopesarlo seriamente. Cuando estáis de gira, dudo mucho que durmáis cada uno en una habitación— replicó, con un pequeño deje burlón.

—Hombre, pues obviamente… no— siseó entre dientes.

—Entonces, ¿qué diferencia hay?— siguió Ángela su discurso —veo lógico que tu chico quiera que vivas con él. Ya lo hacéis en la gira; Belly…— hizo una pequeña pausa —creo que Edward besa el suelo por el que pisas. Podría tener a cualquiera, pero resulta que los astros se han alineado así, y te quiere a ti; y si encima, me dices que esa canción la ha escrito para ti— Bella escuchaba a su amiga en completo silencio, lanzando pequeños suspiros —¿no te da qué pensar?

—Claro que sí— pudo responder, al fin —¿sabes?; desde la primera vez que la escuché en el estudio…no sé explicarlo.

—Bella— resopló su amiga —si a mí, que no va conmigo, se me remueve hasta la última célula cada vez que la oigo…— dejó la frase inconclusa —no me puedo ni imaginar lo que pasará por tu mente cuando tú la escuchas. Sabes que los cuentos de hadas ocurren muy pocas veces en la vida real… pero no son imposibles. Estás enamorada de él, pues disfrútalo.

—¿Y si no sale bien?— inquirió, temerosa —Ang…— su amiga no la dejó acabar la frase.

—¿Sabes por qué tienes tanto miedo?; porque estás tan enamorada de él… que te aterra pensar que sería de ti si os separáis de nuevo— replicó —Bella, no pienses en el futuro; eso ya vendrá. Vive el momento, disfruta de tu relación, de la niña, de vuestra vida juntos. El destino te puso a prueba, a ti y a tu familia… pero eso ha pasado. Dale una oportunidad a la vida, y sé feliz.

Siguieron hablando unos minutos más, hasta que Ángela tuvo que reanudar su trabajo. Bella se apoyó en el respaldo del sofá, cerrando los ojos un momento. Su amiga la conocía demasiado bien, casi tanto como su madre. A ella también se le hacía muy cuesta arriba, cada día más, dejar a su novio y a la niña. Miró un momento a su alrededor, fijando sus ojos en cada rincón de su apartamento. Silencio y soledad la recibieron, incluso se sintió desangelada. A cuenta de la gira había pasado muy poco tiempo en él, y no lo sentía su casa.

Mirando el reloj, y aprovechando que su madre no entraba a trabajar hasta las tres, decidió llamarla. Cuando deslizó el dedo por la pantalla se arrepintió una milésima de segundo, pero su madre cogió al primer tono.

—Hola cariño— su voz risueña y jovial apareció al otro lado —¿cómo estás?, ¿y Edward?

—Estamos bien, mamá— respondió —hoy tenemos día libre, ya que se ha aplazado una reunión que teníamos en la discográfica— le explicó —Edward ha ido al colegio, a hablar con la tutora de Amy; y luego nos vamos a comer juntos, y a pasar el fin de semana.

—No me imagino a Edward en una tutoría— rio suavemente su madre.

—Mamá— rodó los ojos la castaña.

—Quiero decir, hija… aunque hemos hablado muchas veces con vosotros, la imagen que tengo de él es en un escenario, cantando; o cuando los paparazzi os pillan por ahí. No le conozco en su vida cotidiana, aunque tú me hayas contado cosas de él.

—Pronto le conocerás— afirmó contenta —en menos de un mes estaremos por allí.

—Estamos impacientes— exclamó Renée —hasta tu padre, aunque no lo diga, se muere de curiosidad por conocerle en persona —pero no me has llamado por eso, ¿me equivoco?

—Me conoces demasiado— suspiró.

—Soy tu madre— le recordó.

—Gracias por la aclaración— rodó los ojos, tomando aire.

Le reprodujo con pelos y señales la conversación mantenida con Ángela. Su madre la escuchaba con paciencia, y en completo silencio. Una vez acabó el relato, esperó pacientemente a que ella dijera alguna palabra. Aunque Renée y ella se querían mucho, no siempre tenían los mismos puntos de vista, y eso las hacía chocar muchas veces.

—Bella— comenzó su madre —tienes veintiséis años— le refrescó la memoria —eres adulta, y capaz de tomar tus propias decisiones. Entiendo que tengas tus miedos y tus reservas, y que le des muchas vueltas a las cosas. Si tu padre y yo viéramos que Edward te hiciera daño, o que tú no estuvieras a gusto, o triste y deprimida, te aconsejaría, sobre todo, que primero hablaras con él, para aclarar las cosas.

—Él nunca haría nada que…— Renée la interrumpió.

—Exacto— exclamó —ahí es a dónde quiero llegar; Bella, desde que has comenzado a salir con él estás feliz, sonríes… disfrutas de ese gran trabajo que tienes, que encima lo compartes con él también. Al menos es la impresión que dais cuando os pillan los fotógrafos— rio suavemente —te lo dije cuando estuviste en casa, en navidades; cariño, es el chico que te pega; lo pasaste tan mal cuando os separasteis…

—¿No crees que es muy descabellado, el que me vaya a vivir con él?

—Si tú crees que es la persona con la que quieres compartir tu vida, hazlo— habló su madre —con franqueza, hija… en la vida hay momentos buenos y malos, eso nos pasa a todos. Que en el futuro surgen problemas, y surgirán… no hay una pareja perfecta, se les planta cara, y punto. Si llegado un día, decidís que lo mejor es separaros, y ojalá nunca ocurra eso, siempre quedarán los buenos momentos vividos, y recuerdos felices. Lo que ese chico te está demostrando es que te quiere a su lado, y al lado de su hija.

—Ya lo sé— musitó, cerrando los ojos un momento.

—Después de todo lo que hemos pasado estos últimos años— la voz de su madre se quebró un segundo —creo que es hora de dejar de lado las complicaciones, los quebraderos de cabeza, y quedarnos con los recuerdos más bonitos— los ojos de Bella se aguaron, a la mención de todo lo que pasó con su hermano —tenemos que pasar página, todos— siguió hablando Réene—y eso te incluye a ti. A pesar de todo lo que pasó con Riley, te quería muchísimo— una pequeña lágrima surcó el rostro de Bella —y estoy convencida de que él querría que fueras feliz— su hija la escuchaba con atención, y muy sorprendida, ya que su madre apenas expresaba en voz alta lo que había supuesto para ella la muerte de su hermano.

—Es muy difícil— susurró ella, quitándose una lágrima de su mejilla —¿vosotros también lo intentáis?

—Muy complicado— contestó su madre, emocionada —Riley era nuestro hijo, Bella. Es un amor distinto. Es antinatural enterrar a un hijo, sea por las circunstancias que sean. Y eso es algo que llevaremos tu padre y yo siempre; no volveremos a ser los mismos. Pero eso no implica que no intentemos seguir adelante.

—Lo sé— musitó, ahogando otro sollozo —¿papá que dice, a todo esto?; me refiero a Edward y…— su madre la cortó.

—Tu padre no dice nada, Bella. Y eso es porque ve que eres feliz a su lado —la castaña sonrió —si quieres irte a vivir con él, papá respetará tu decisión. Ya no eres una adolescente de quince años— le repitió —es tu vida, y mientras él no te haga daño— recalcó —no vamos a interferir en vuestras decisiones.

La conversación con su madre duró unos minutos más, hasta que Renée se despidió, aludiendo que tenía que acabar de preparar la comida antes de irse al trabajo. Bella se quedó sentada, mirando al teléfono, que todavía descansaba en su mano. No se había dado cuenta de que la televisión seguía encendida, aunque sin volumen. Estaba en un canal de música, y justo en ese momento estaban pasando un video clip de los chicos. Rápidamente, buscó el mando, y la voz de su novio llegó a sus oídos.

"Hola otra vez, aquí estamos,

así, como solíamos estar.

tomando vino, matando el tiempo,

intentando resolver

los misterios de la vida…"

La vista de Bella traspasaba la pantalla, escuchando a Edward cantar otra de las innumerables baladas del grupo. Tenía ya algunos años, y admitía que "(You want to) make a memory" no le llamó mucho la atención en su momento, pero no puedo evitar que algo se removiera dentro de ella al escuchar la letra…

"Dios, es bueno verte sonreír;

veo que sostienes las llaves

buscando una razón para no irte.

Si no sabes si debes quedarte

y si no dices lo que pasa por tu mente,

cariño, solo respira…

No hay otro lugar esta noche

en el que debamos estar…"

Sonrió levemente, pero una mirada al reloj de la pared hizo que se levantara de un salto para prepararse e ir a hacer los recados, antes de que su novio fuera a buscarla. Su madre, Ángela, Edward… todos tenían razón, e iba a comenzar a pensar un poco en ella… iba a empezar a ser feliz.

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Después de hacer una rápida visita al banco, y de pasar por la farmacia a recoger sus pastillas para el tiroides, se dirigió de nuevo a su apartamento, a la espera de que su novio fuera a recogerla. Iba con un café en la mano y las gafas de sol puestas, mirando distraídamente su móvil; cuándo levantó la vista para cruzar la calle, ya que estaba frente a su bloque de apartamentos, su corazón dejó, literalmente, de latir.

—¡Ahí está!— chilló un periodista, apuntándola con una cámara de fotos. Estaba rodeado por otros reporteros, algunos con cámaras, y otros dos con micrófonos. Tirando su café en una papelera, casi intacto, se dispuso a cruzar con paso rápido, buscando las llaves de su casa de manera nerviosa en su bolso. Bajó ligeramente la cabeza, hasta que llegó a la otra acera. Siempre que la veían por la calle estaba con el cantante, pero esta vez estaba sola.

—¿Es cierto lo que ocurrió con tu hermano?— sus pasos se detuvieron, a la vez que su corazón se constreñía. Por suerte, al llevar puestas las gafas de sol, no captaron que sus ojos empezaron a aguarse.

—Por favor— suplicó, para volver a andar con paso apresurado.

—¿Cómo se sobrevive a eso?— preguntó otro periodista; iba tan deprisa que no se dio cuenta de que le habían acercado el micrófono casi hasta los ojos, y tuvo que apartarlo con la mano, para no tragárselo.

—¡Eh! —el periodista que lo sostenía la increpó —¡podrías tener más cuidado!

—Lo siento— susurró, ahogando un sollozo —dejadme, por favor— rezaba para poder llegar rápido al portal de su bloque de apartamentos.

—¿No vas a decir nada?— el periodista que la había increpado por el asunto del micrófono volvía a la carga— al ver el silencio de la castaña, decidió seguir presionándola. Sintió un pequeño tirón en su bolso, y al hacer algo de fuerza, una de las asas se rasgó. Maldijo para sus adentros, ya que muchos transeúntes curiosos observaban la escena. Agarró como pudo el bolso con su brazo —¿no vas a pedir perdón por lo que hizo el asesino de tu hermano?— esa frase hizo que su pulso se acelerara, y se dio cuenta de que estaba empezando a hiperventilar.

—Basta, por favor— pidió, ya entre lágrimas; si sus padres veían todo este follón iban a colapsar, al igual que estaba a punto de hacer ella misma.

—¿Qué crees que dirá Edward, cuándo se entere de todo esto?— preguntaba ahora una voz femenina.

Esto no podía estar pasando, no podía procesar nada en su mente. Pasó de largo el portal de su bloque de pisos, más que nada porque no le dejaban entrar, debido a que los periodistas la rodeaban por completo. Iba tan acelerada y con las lágrimas aguando sus ojos, que no se dio cuenta de que su pie derecho pisó accidentalmente el bordillo de la acera, haciendo que perdiera el equilibrio, y que tropezara. El lado derecho de su cara impactó contra un coche que estaba estacionado. Un intenso dolor recorrió su cabeza, a la vez que intentaba incorporarse deprisa, pero no pudo hacerlo.

Por suerte, unas personas anónimas la ayudaron a levantarse, a la vez que otras increpaban a los paparazzis, que al darse cuenta de que habían traspasado los límites, habían salido corriendo.

—Tranquila, no se preocupe —oyó la voz de un hombre —la ayudaremos.

—Hemos llamado a la policía— dijo ahora una mujer, que había recogido su bolso y se lo tendía, junto con sus gafas de sol —no hay derecho— masculló, furiosa.

—Mi novio— les imploró, entre lágrimas e hiperventilando —avisen a mi novio, por favor.

—La policía se encargará de eso— la tranquilizó el hombre —antes tienen que verle esas heridas; está sangrando por la nariz.

Tenía tal ataque de histeria que no se dio cuenta de ese detalle; llevó sus dedos hacia su nariz, y efectivamente, notó la presencia de un líquido. Nunca había sido aprensiva, pero el olor era tan intenso que hizo que sus ojos rodaran, a la vez que se desplomaba contra el suelo, oyendo gritos nerviosos a su alrededor.

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Sus ojos pugnaban por abrirse, pero un intenso dolor de cabeza, y sobre todo, alrededor de su ojo derecho, hizo que la tarea le supusiera un esfuerzo sobre humano. Le costó un largo minuto enforcar su visión, pero cuando lo hizo, se dio de que estaba en un hospital, en una cama. Los sucesos anteriores volvieron a su mente, haciendo que el aparato al que estaba conectada empezara a pitar de manera ruidosa.

—¡Hija!— una conocida voz hizo que girara la cabeza; era Esme, que al oír los pitidos se acercó apresuradamente hacia ella —tranquila, estás a salvo y estás bien— la intentó consolar.

—¿Dónde está Edward?— preguntó, con una mirada suplicante.

—Está fuera, hablando con las personas que te han atendido en la calle, y con la policía— le contó ella —Carlisle y Jasper están con él —miró hacia la puerta, y efectivamente, desde fuera se oían voces. Justo en ese momento la puerta se abrió, entrando Alice y Reneesme y cerrando inmediatamente.

—¡Mis padres!— intentó incorporarse, muy nerviosa —ellos me preguntaban cosas horribles, me tiraron del bolso, y luego yo tropecé…— se intentaba explicar, de manera torpe —Alice se acercó a ella, tomando su mano.

—¡Bella, Bella!— Nessie la tomó de manera suave por los hombros, intentando que se volviera a tumbar —cálmate.

—Yo… yo no hecho nad… nada malo— de nuevo sus lágrimas aparecieron.

—Por supuesto que no, hija— la intentó consolar Esme.

—¡Mis padres!— volvió a repetir, haciendo que de nuevo el monitor cardiaco se alterara —¡por favor, necesito hablar con mis padres!

—Todo está bien, Bella; Edward ha hablado con ellos, tranquilízate— le explicó Alice, apretando su mano.

Se volvió a apoyar en las almohadas, el dolor era muy intenso, intentando tomar aire, aunque las lágrimas nublaban su visión. Las voces que provenían desde fuera iban haciéndose cada vez más audibles, y una voz muy conocida de coló en sus oídos.

—¡¿Cómo mierda quieres que me calme, Jasper!?— reconoció al momento esa voz, y sobre todo, ese tono altivo y cortante —¡esto es un puto circo!— los gritos del cantante resonaron en sus oídos, haciendo que su corazón se encogiera —¡me importa una mierda lo que me digas, esto se va a terminar de una puta vez!— esas palabras fueron como una daga directa a su corazón. Iba a dejarla, y como bien había dicho Ángela, ella ya no podía imaginarse su vida sin él…

—¿Va a dejarme, verdad?— su respiración se volvió errática, haciendo que apenas llegara aire a sus pulmones.

—No creo qu…— empezó a explicarse Nessie, pero no la dejó terminar.

—Yo… yo no he hecho nad… nada— murmuraba entrecortadamente —por fav… por favor… tenéis que creerme… —Esme intentaba decir algo, pero Bella seguía sumida en un estado de shock y nervios.

Los desagradables sucesos del día, junto con sus nervios y los gritos que profería Edward, hicieron que apenas pudiera respirar. El monitor se alteró de tal manera, que no se dio cuenta de que Esme había apretado el botón, a la vez que Nessie se dirigía con paso apresurado hacia la puerta. Dos personas vestidas de azul la rodearon, y en unos segundos, sintió su cuerpo relajarse, al igual que su respiración y sus ojos, que lentamente se iban cerrando.

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Gracias a todas las chicas que seguís en este maravilloso mundo que es Fanfiction; a las que retomáis la historia, a las que os sumáis a ella, a las que leen, a las que habéis opinado y las que opináis ahora…

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Sara, Cris… lo prometido es deuda.

Muy feliz año 2024 chicas; ojalá sea igual o mejor que este que termina. Un besazo, nos vemos en el siguiente!