Capítulo 104 "Problemas Maritales"
Cuando volvió a recuperar la conciencia ya era de mañana, lo supo al escuchar el trinar de las aves sin siquiera abrir los ojos, pero cuando lo hizo se topó con los ojos cafés de Xiao Zhan mirándolo con culpa.
—Perdón —fue lo primero que le dijo mientras le acariciaba la mejilla—. Me quedé dormido durante el sexo, ¿no es así?
Yibo frunció el ceño con evidente frustración. Tomó las mantas y se giró sobre su costado hasta darle la espalda.
—Perdóname —insistió. La verdad era que se sentía un pésimo esposo.
—Está bien, tú ya habías terminado. Da igual.
—No da igual —lo giró bocarriba y se acostó sobre él para impedir que se moviera.
Xiao Zhan sintió una punzada de tristeza en el pecho al ver la mirada fría que le dedicó.
—En verdad lo lamento —acarició su mejilla—. ¿Cómo puedo compensártelo?
Yibo suspiró y no puso más resistencia.
—Primero descansa lo suficiente, luego desayunaremos y después tomaremos un baño juntos.
Los ojos de Xiao Zhan brillaron. Adoraba tomar un baño en la tina junto a él.
—Pero… ¿Cómo puedo compensarte yo a ti?
Yibo sonrió de lado.
—Una vez que estés completamente descansado y relajado… me dejarás hacerte el amor esta noche.
Escucharlo decir eso con tal seguridad y convicción hizo que Xiao Zhan percibiera cómo su corazón daba un salto de felicidad. Sus mejillas se sintieron tibias de pronto.
—Trato hecho. Iré a preparar el desayuno —se iba a levantar de la cama, pero Yibo lo retuvo de un brazo y lo jaló hasta estamparlo contra su pecho una vez más.
—Tú descansa, yo iré por el desayuno —besó sus labios una vez antes de salir de la cama.
Una sonrisa boba se instaló en su rostro y no desapareció hasta que poco a poco fue quedándose dormido mientras abrazaba la almohada de Yibo, esta tenía impregnado su aroma, era relajante.
—¿Qué hice para merecer a un esposo tan bueno? —se preguntaba a sí mismo mientras caía en un profundo sueño que fue interrumpido cuando Yibo llegó con el desayuno listo a la cama.
—Zhan Zhan —le pellizcó una mejilla, llevaba varios minutos intentando despertarlo.
—Mnh, ¿qué? —se quejó, pero cuando abrió los ojos recordó que estaba en casa y una gran sonrisa se abrió paso en su expresión—. Hola —saludó a su esposo con sonrisa torpe.
—¿Tienes hambre?
—Estoy en los huesos.
—Dramático. Ya levántate —le picó las costillas hasta que se sentó y recibió el platillo en una charola, notó que eran dos platos.
Miró atentamente cómo Yibo encendía la televisión y rodeaba la cama hasta sentarse en su propio lado, muy cerca de él para tomar el desayuno uno junto al otro mirando la televisión.
Se conmovió.
—Gracias —murmuró con una sonrisa.
Yibo lo miró ya con comida en su boca, y alzó una ceja en una mueca graciosa.
—Come o se enfriará —le advirtió con la boca llena. Se veía molesto, pero todas sus atenciones demostraban lo contrario.
Xiao Zhan rio y mientras negaba con la cabeza probó el rico desayuno.
Sabía a hogar.
Era la inconfundible sazón de Yibo. Inconfundible porque siempre usaba los mismos ingredientes para todo.
Había extrañado mucho su hogar.
Wang Yibo miraba la televisión, realmente entretenido con el programa sobre motocicletas, pero entonces notó que su esposo parecía tener su completa atención en algo más. Siguió la dirección de su mirada y se encontró con el portarretratos de la pared de enfrente.
Xiao Zhan miraba perdidamente la única "fotografía" que había de su hija. Wang Yibo quedó prendado de la bonita sonrisa y el brillo que emanaban sus ojos.
—Ya falta menos —murmuró Yibo, haciendo que Xiao Zhan se viera descubierto.
—Estoy ansioso.
—Yo también —había un tono de emoción muy peculiar en su voz, parecía nervioso, pero feliz.
—Vamos a ser padres…
—Lo seremos.
Xiao Zhan soltó un largo suspiro sin borrar su sonrisa antes de preguntar:
—¿Yulia no se ha comunicado contigo hoy?
—No, lo último que dijo era que la bebé cada vez está más inquieta.
—Necesitamos ponerle un nombre. No podemos seguir llamándola "la bebé".
—Que sea una combinación de nuestros nombres.
—No creo que sea buena idea, Yibo.
—¿Por qué no? Podría llamarse… —fue interrumpido.
—Nada de "Yizhan" —suplicó, recordando la vez que combinó sus nombres en Day Day Up.
—Pensaba en "Zhanyi" —se encogió de hombros—. Pero Yizhan no está mal, así va primero mi nombre —sonrió de lado.
Para su sorpresa, no sonaba tan mal "Zhanyi".
—No sé, no estoy seguro.
—Wang Zhanyi. Xiao Zhanyi.
Entonces un pensamiento llegó a Xiao Zhan.
—¿Qué apellido llevarán nuestros hijos?
Excelente pregunta.
—Todavía tenemos varios meses para pensarlo, por lo pronto… no sé tú, pero yo necesito un baño caliente —besó su frente—. ¿Vienes?
Xiao Zhan asintió con una linda sonrisa, jamás podría negarse a un baño caliente con su esposo.
—Iré preparándolo, te espero en la tina.
Una vez más Xiao Zhan asintió. Estiró sus cansados músculos, revisó su teléfono celular y se espantó al ver tantas llamadas perdidas de Na Jie. Inmediatamente la llamó de regreso.
Yibo regresó a la habitación al ver que su esposo no lo alcanzaba.
—Zhan Zhan, ¿no vienes? —entró a la habitación con solo una toalla a la cadera. Pero silenció al encontrarlo terminando una llamada, vio su expresión cansada y supo que no tenía muy buenas noticias—. ¿Qué ocurre? —preguntó con una angustia creciente.
—Adelantaron mi vuelo a Singapur.
—¿Qué tanto?
—Debo estar en el aeropuerto a las seis de la tarde.
Wang Yibo se pasó una mano por el cabello, haciéndolo todo hacia atrás en un gesto de claro fastidio. Respiró profundo un par de veces. Se mordió la lengua para no soltar un comentario del que pudiera arrepentirse después, y se repitió mentalmente una y otra vez que él mejor que nadie entendía a Xiao Zhan, pues a veces también atravesaba rachas de trabajo tan demandantes como esa. Era quien mejor podría entenderlo. Pero su lado sentimental le ganaba, y su triste corazón estaba resentido al verse desplazado de esa manera.
—Llevas mucho sin decir nada, anda, suéltalo de una vez y dime lo que piensas —pidió Xiao Zhan con angustia—. Primero lo de ayer, luego lo de anoche y ahora esto. Sé que has de estar molesto.
Un gran suspiro salió del menor.
—Ya estás lo suficientemente mortificado como para que yo te agregue una preocupación más. Xiao Zhan, sí, me molesta un poco esta situación. Pero no queda otra opción más que disfrutar el tiempo que nos queda juntos hoy.
—Lo lamento.
—Ya, no te disculpes más —le quitó el teléfono de las manos y se llevó a su amado directo al baño.
Con el agua tremendamente caliente, se metieron juntos a la bañera, con Yibo sentado entre las piernas de Xiao Zhan, descansando la nuca en el hombro de su esposo.
—Tan relajante… —murmuró Yibo cuando se sintió envuelto por la calidez del agua y por el abrazo de su esposo. Sintió el mentón de Xiao Zhan recargándose sobre su hombro, y sonrió por ello—. ¿Estás emocionado por el evento de mañana?
—Sinceramente, sí —admitió al fin.
—Lo sabía.
—Me emociona conocer Singapur, nunca he estado ahí.
—Será un evento internacional —tomó una mano de su esposo y entrelazó sus dedos—. ¿Crees que haya muchas fans ahí?
—No creo.
—¿Te vas a vestir como en tu última colaboración con Ralph Lauren?
Xiao Zhan rio.
—¿Acaso la recuerdas?
—Imposible olvidarla.
—Fue hace tantos años.
—Justo en medio de una época muy difícil.
—Lo recuerdo bien —suspiró y abrazó más a Yibo.
—Miré ese comercial más veces de las que me gustaría admitir —dijo de pronto—. Debo confesar que esa propaganda se quedó tan grabada en mí que me fue aún más imposible olvidarte, a pesar de que había decidido dejarte atrás.
—Vaya…
—Intenté comprar el perfume, pero tus fans son implacables y lo mantuvieron agotado por años. Nunca lo conseguí.
Xiao Zhan rio.
—¿Qué es tan gracioso? —alzó el rostro intentando ver a Xiao Zhan.
—Amor, el perfume que tanto te gustó en mí la vez pasada… es justamente ese.
Wang Yibo casi se palmeó la cara con una mano. Era obvio que Xiao Zhan tendría un ejemplar del perfume.
—Pero nunca te lo habías puesto. ¿Por qué hasta ahora?
—Porque pensé que te gustaba más el que usaba antes.
—¿Me puedes dejar ese perfume?
—Sí, sí —rio—. Es todo tuyo. Yo buscaré otro y lo usaré más seguido.
—Por favor. Pero…
—¿Qué?
—No me has respondido, ¿te vestirás como en aquella ocasión?
Xiao Zhan volvió a reír.
—Algo así.
—Oh… ¿tienes fotos de la ropa?
—No te la voy a mostrar y tampoco te diré nada. Será sorpresa.
—Eres malvado —rio—. ¿Me dejarás esperando como al resto de tus fans?
—Sí.
—Cruel.
Permanecieron en un agradable silencio. Comenzaban a sentirse somnolientos dentro del agua.
—Yibo.
—¿Mnh?
—¿Crees que extrañaremos esto?
—¿Qué exactamente?
—El silencio —rio.
Wang Yibo se vio contagiado de su risa.
—Estoy seguro de que sí. Aprovechémoslo mientras tanto.
Xiao Zhan asintió y besó su cabeza.
El silencio reinó de nuevo hasta que un leve gemido brotó de la garganta de Yibo. Y es que Xiao Zhan llevaba algunos minutos acariciándolo, cada vez más cerca de cierto punto muy sensible en su cuerpo.
—Si sigues así… tendremos que salirnos pronto de la bañera —jadeó Yibo.
—Ya estás duro —murmuró Xiao Zhan, asombrado al tomar el miembro de su esposo entre sus manos. Yibo suspiró antes de girar su rostro hacia él y besarlo en los labios.
—Vamos a la cama —ordenó antes de ponerse de pie y llevarse a Xiao Zhan con prisa. A duras penas tomaron una toalla para secarse el exceso de agua antes de meterse bajo las mantas una vez más—. No te quedes dormido, por favor —pidió Wang Yibo con un tono casi adorable.
Xiao Zhan rio y bajó la mirada a su propia entrepierna. ¿Lo horny era contagioso? Porque por alguna razón se había excitado en la bañera mientras acariciaba a su esposo.
—No creo poder dormir aunque lo intente —estampó a su esposo sobre el colchón y devoró su boca a besos.
—Tenemos un par de horas antes de que tengas que irte —dijo al ver el reloj de su mesita de noche.
—Aprovechémoslas —se sentó sobre la entrepierna de Yibo, este se mordió el labio al sentir la fricción entre sus cuerpos.
¿Acaso haría lo que él creía que haría?
—Yibo…
—¿Mnh? —puso ambas manos sobre el trasero de Xiao Zhan.
—Quiero ir arriba.
—¿Quieres hacérmelo? —no le apetecía del todo, pero jamás sería mal recibido.
—No, quiero ir arriba —restregó su trasero una vez más sobre la entrepierna de Yibo.
—Oh… —su mente quedó en blanco a partir de ese momento.
Xiao Zhan compensó sus "fallas", y las compensó muy bien. En medio de su arduo trabajo, se detuvo unos segundos y buscó algo con la mirada.
—¿Ya te cansaste? —se burló Yibo al mismo tiempo que le daba una nalgada para que continuara.
Xiao Zhan, aún a horcajadas sobre Yibo, y con su miembro dentro, rodó los ojos y se inclinó hacia delante hasta alcanzar la liga para el cabello que estaba sobre su buró. Hizo el mejor intento para recogerse el cabello en media coleta, pues ya estaba sudando y tenía calor.
Esa simple acción aceleró aún más el corazón de Yibo, casi podía jurar que su erección había aumentado su rigidez al verlo recogerse el cabello justo en ese momento tan… erótico.
No soportó más, lo tomó de la angosta cintura con ambas manos y comenzó a penetrarlo.
Xiao Zhan rio un poco al ver lo impaciente que estaba, pero su risa terminó en un profundo jadeo cuando las embestidas intensificaron.
Ambos terminaron cansados y sin aliento luego de un delicioso orgasmo.
Yibo amaba esa posición. Podía ver la expresión de Xiao Zhan, también la unión de sus cuerpos, el miembro de su esposo rebotando sobre su vientre; y lo mejor de todo: podía amasar a su entero antojo ese par de montículos que tanto amaba y que tanto se hacían notar últimamente.
No, no se refería a su trasero.
—Si esta va a ser tu forma… —tragó en seco, recuperando el aliento—…de pedir disculpas… Xiao Zhan, discúlpate más seguido.
El aludido rio, aún agitado por su reciente orgasmo. Estaba sudando tanto que un par de gotas habían caído sobre Yibo.
—Estoy pegajoso —murmuró Xiao Zhan.
—Y caliente.
—Lo sé.
—No, en serio estás irradiando un calor increíble —rio, apretándolo contra él para que no se levantara de su pecho.
—Lo sé, tú también lo estás —empujó a Yibo lejos de él—. Me das calor —jadeó, estaba exhausto pero sumamente feliz, la sonrisa idiota lo delataba.
—No huyas —lo arrastró de nuevo hacia él y le mordió el cuello.
—¡No dejes marca! —rio.
—Muy tarde.
—¡Yibo!
—Estoy bromeando —le revolvió el cabello y suspiró. Todavía no se iba y ya lo extrañaba.
—Todavía no me voy y ya te extraño —murmuró Xiao Zhan sin molestarse en arreglar el nido de pájaro que era su cabello gracias a Yibo. Este sonrió por la coincidencia de pensamientos.
—No te vayas —le apretó una nalga. Xiao Zhan simplemente se dejó hacer.
—Tengo que bañarme, me queda media hora antes de que pasen por mí.
Yibo hizo un mohín bastante tierno.
—Te acabas de restar veinte años —rio antes de besar la frente de Yibo para levantarse, pero al hacerlo sintió un escalofrío en todo su cuerpo que lo obligó a sentarse de nuevo en el borde del colchón.
—¿Estás bien? —lo abrazó por detrás y besó su hombro con cariño.
—Sí —rio con nerviosismo—. Creo que me sobrepasé un poco.
—Te alocaste.
Xiao Zhan soltó una carcajada.
—Y me encantó. ¿Te ayudo a llegar al baño?
El mayor reunió toda la dignidad que le quedaba, cubrió su desnudez con una manta y salió del cuarto sin cojear.
—¿Para qué te cubres? —le gritó desde la cama, riendo—. ¡Ya conozco toooooodoooo lo que hay debajo de esa manta! TODO.
La carcajada de Xiao Zhan resonó en los pasillos de esa hermosa casa.
Yibo se acostó de nuevo, mirando hacia el techo con una sonrisa satisfecha.
No solo los fans habían quedado fascinados con ese look, sino también la prensa, los compañeros de la industria y Wang Yibo.
Xiao Zhan portaba con elegancia un traje negro de tres piezas, camisa blanca de rayas y corbata negra. Su cabello largo y peinado le daba un toque extra de elegancia que realzaba su sensualidad. Pero lo que sin duda cautivó a cualquiera que lo mirara, era su sonrisa, esa preciosa sonrisa tan pura, amplia y radiante. Además, el brillo en sus ojos era inigualable.
Muchos aseguraron que Xiao Zhan estaba en una etapa muy feliz de su vida, pues irradiaba felicidad por los poros, no estaba actuando sus sonrisas, eran tan sinceras que les robaba el aliento a los afortunados espectadores.
Y a unos miles de kilómetros había un joven de treinta años tan feliz como el portavoz más atractivo de Ralph Lauren.
¿Y cómo no? Si Xiao Zhan le había hecho una videollamada sorpresa.
—Yibo, ¿estás ocupado?
—No. Estoy en casa.
—¿Estás solo?
—Si, ¿por qué? —alzó una ceja, desconcertado.
Xiao Zhan esbozó una sonrisa ladina.
—Querías ver la ropa que usaría, ¿no?
—Sí —lo miró con ojos muy abiertos cuando notó que acomodaba el celular y se alejaba para que pudiera verlo de cuerpo completo—. No bromees, estás en fachas.
Xiao Zhan se echó a reír.
—No seas idiota —comenzó a desabotonarse la camisa poco a poco.
—Oh… —Yibo no dijo más y mejor miró atentamente cómo se desnudaba ante él. Lento, poco a poco, para luego comenzar a vestirse—. Linda camisa, me gusta. ¿Qué es eso?
Xiao Zhan soltó una risa pequeña, pero no respondió.
—Zhan Zhan, ¿esos son…? Oh vaya. Demonios, no sabía que unos holders de camisa pudieran verse tan sexys.
—No exageres, sabes lo fácil que se me sale la camisa del pantalón —se colocó un elástico en un muslo derecho y luego en el izquierdo. Tardó un poco en colocar los tirantes en el borde de la camisa.
Yibo estaba tan silencioso que Xiao Zhan no pudo evitar mirar hacia la cámara con curiosidad.
—¿Yibo?
—Si estuviera ahí ya te habría dado un latigazo con esos elásticos.
Las mejillas del mayor se sonrojaron, en verdad no lo había visto venir. Él solo se estaba colocando esos holders que cada vez usaba con más regularidad.
—Tonto —se alejó y siguió vistiéndose, pues no tenía mucho tiempo.
—Oh vaya, que sexy.
La risa tonta de Xiao Zhan no tardó en escucharse.
—¿Te gusta? —preguntó cuando ya estaba totalmente vestido.
—Cuando vuelvas a casa ponte esa ropa y déjame arrancártela.
—Trato hecho.
Noticia sorpresa y nada agradable llegó a oídos de Wang Yibo mientras caminaba por los pasillos de la agencia. Al parecer su esposo lo buscaría muy pronto para decirle aquello que aún no se molestaba en informarle y que ya parecía ser de dominio público:
Xiao Zhan no volvería a casa, o al menos no en lo que restaba del mes.
No sabía cómo debía sentirse al respecto, pero de lo que sí estaba seguro era de la triste soledad que experimentaba cada noche al llegar a un hogar vacío. ¿De qué servían tantas habitaciones y tanto lujo si no tenía con quién compartirlo?
Antes de irse a la cama, Wang Yibo recibió la llamada de su esposo.
—Tengo algo importante que decirte.
—Te quedarás por tiempo indefinido en Mongolia, lo se. ¿Llegaste bien al hotel?
Sus palabras fueron tan filosas que Xiao Zhan tragó en seco. En verdad era como sentir un balde de agua helada cayéndole encima, y eso que no lo tenía enfrente para recibir el peso de su mirada.
—Llegaré en un par de horas —suspiró—. ¿Cómo te enteraste?
—Los rumores se esparcen como pólvora en la agencia.
—Lo siento.
—Mnh —murmuró—. Iré a dormir, tengo trabajo a primera hora. ¿Me avisarás cuando llegues al hotel? Ver el tumulto de fans en Singapur me asustó un poco.
—Sí, lo haré —se mordió el labio inferior. Estaban por colgar, pero no quería despedirse así—. Yibo.
—¿Sí?
—Sé que estás molesto, lo entiendo. Pero no será por mucho tiempo.
—¿Ya firmaste la extensión de contrato?
—No.
—Que el abogado y Na Jie lo revisen bien antes de que firmes. No es normal que hagan este tipo de tácticas.
Y tenía razón, solo había salido el capítulo piloto de la serie y eso bastó para que le dieran una extensión de contrato para una segunda temporada.
"Es el efecto Xiao Zhan" había pensado Yibo. Y es que algo ocurría con él y sus fans (incluso con no fans) que terminaba fascinando a todos con sus encantos y jamás tenían suficiente de él. Entendía que una sola temporada no fuese suficiente tampoco para la agencia, y menos si eso implicaba ganancias millonarias.
—Lo haré, gracias por el consejo.
—De nada.
—¿Estás muy molesto?
—Sinceramente, sí. Preferiría seguir hablando en otro momento, hasta mañana, Xiao Zhan.
—Hasta mañana… —alcanzó a decirle antes de que cortara la llamada.
Un nudo se formó en su garganta, Yibo jamás le había colgado.
No se pudo arrancar la preocupación ni la tristeza de haber hecho sentir así a Yibo. ¿Pero qué podía hacer? Realmente no tuvo opción, debía aceptar sí o sí. El éxito de la serie fue gracias a su presencia como protagonista, si renunciaba haría perder muchos millones a la agencia.
Transcurrió una semana en la que Xiao Zhan no logró quitarle el mal humor a su esposo. Hasta que de pronto, y sin previo aviso, Wang Yibo apareció en su habitación de hotel en Mongolia.
—¡Bo Di! —gritó con emoción al verlo luego de cerrar con llave su puerta. Lo primero que hizo fue correr hacia él y abrazarlo con una fuerza asfixiante.
El menor olvidó todo enojo y tristeza al tenerlo de nuevo entre sus brazos.
—¡¿Qué haces aquí?! —lo tomó por los hombros y lo zarandeó. Su expresión no podía irradiar más felicidad a pesar de sus pronunciadas ojeras.
—¿En verdad te atreves a preguntar eso? —rio—. En las últimas semanas nos hemos visto menos de veinticuatro horas. Ya era justo y necesario vernos aunque fuera un poco.
Xiao Zhan se conmovió, no logró decir nada, solo volvió a atraparlo entre sus brazos para inhalar ese delicioso aroma que tanto amaba.
—Gracias —murmuró Xiao Zhan—. Por venir hasta acá —suspiró con una paz inexplicable—. Dime por favor que te quedarás.
—Estaré aquí tres días.
Xiao Zhan lo apretó más contra su cuerpo, haciéndolo reír.
—En verdad me extrañaste —se burló.
—Wang Yibo, ¿acaso creíste que no lo haría? —se separó de él y lo miró con el ceño fruncido.
El menor se encogió de hombros.
—Idiota —se burló de nuevo antes de pegarle con el puño en el pecho.
Yibo no le prestó mucha atención al golpe, pues estaba mirando el rostro cansado de su esposo. ¿Acaso había adelgazado?
—¿Sigues tomando tus vitaminas? —preguntó de pronto, tomándolo de la mejilla y acariciando con el pulgar su párpado inferior—. No son rastros de maquillaje —pensó al ver que el color oscuro bajo sus ojos permanecía.
—No.
Yibo se escandalizó.
—Tenía que tomarme un descanso de ellas, tampoco es bueno que las tome todos los días por el resto de mi vida. Digamos que estoy en el período de descanso, ya después las retomaré.
—¿Has consultado con el médico?
—No desde que nos hicieron análisis en Los Ángeles, y ahí salieron mejor que nunca.
Yibo no dijo nada, pero frunció los labios en desacuerdo.
—Ven, déjame mostrarte el refrigerador que me pusieron en la suite —lo tomó de la mano y lo llevó a la cocineta—. No entiendo por qué me dieron una habitación con cocina, no es como que tenga tiempo de cocinar. Pero lo que sí me gustó fue esto —abrió la puerta del refrigerador y Yibo no pudo quedar más maravillado con tantos productos. La gran mayoría era comida chatarra, pero había productos saludables también.
—Estás por terminarte esos jugos azucarados —señaló al ver el contenedor casi vacío.
—Es que son deliciosos, ten, prueba uno —luego de compartir su comida chatarra, lo tomó de la mano una vez más y le dio un pequeño tour por su suite.
Xiao Zhan estaba tremendamente feliz de tenerlo ahí, sin embargo, se notaba cansado. Yibo sugirió recostarse juntos en la cama y el otro no pudo negarse, al contrario, se dejó consentir cuando lo rodeó con sus brazos y le acarició el cabello trazando caminos de ida y de regreso que lo relajaban. Si seguía así, caería rendido al sueño.
—¿Cómo va el trabajo? —preguntó Yibo con un tono suave y cariñoso.
—Agotador, pero bien. Si mantenemos el ritmo lograremos terminar la segunda temporada en la mitad de tiempo —explicó sin abrir los ojos y sin borrar su sonrisa relajada.
Yibo lo apretó más contra él y puso su barbilla sobre el sedoso cabello de su amado. Quería decirle algo, pero… ¿qué decir? Ni siquiera tenía idea. Tenía muchos sentimientos encontrados. Estaba molesto con él, pero la emoción por tenerlo entre sus brazos opacaba ese enojo.
—Yibo —murmuró, más adormilado que antes y logrando sacarlo de sus pensamientos.
—¿Mnh?
—¿Ya no estás horny?
Al no recibir respuesta, alzó la mirada hasta toparse con esa expresión que no supo descifrar, así que continuó hablando.
—Cuando te mostré la ropa que usé en Singapur me dijiste que querías chocolates suizos.
Xiao Zhan presenció cómo la comisura de sus labios comenzó a alzarse en un atisbo de sonrisa tan perversa como el demonio. Y es que esa frase se había convertido en una clave tal como lo había sido "Baobei".
"Chocolates suizos" era el eufemismo para "Sexo".
—Los quiero —lo empujó con suavidad hasta posicionarse sobre él—. ¿A qué hora vienen por ti mañana?
Xiao Zhan guardó silencio unos momentos antes de responder.
—A las seis.
—¿De la tarde? —se espantó cuando negó con la cabeza—. Pero si ya es media noche.
—Te dije que terminaremos de grabar la segunda temporada en la mitad de tiempo.
Sí, había sido una condición impuesta por él.
—Entonces debes dormir —apagó el modo "Chocolates suizos". Y volvió a atraerlo a sus brazos de forma cariñosa para seguir acariciando su cuero cabelludo.
—¿Estás seguro?
—Sí, descansa amor —besó su frente.
Ahí estaba, su Yibo cariñoso y atento. Eso le provocó una sonrisa que se borró solo hasta que cayó en un profundo sueño.
Por su parte, Yibo permaneció despierto un poco más, pensando en muchas cosas a la vez. Una de ellas era la inmensa felicidad que vio en Xiao Zhan cuando lo descubrió ahí. Aun a esas alturas se seguía emocionando así por él. Eso provocó una sonrisa amplia en Yibo, apretó a su esposo más entre sus brazos y besó su cabeza antes de intentar dormir también.
Despertó antes del amanecer e hizo una llamada a Na Jie sin que Xiao Zhan escuchara. Y cuando llegó la hora de que este se levantara, Yibo ya le había pedido el desayuno.
—Gracias amor —bostezó y se talló los ojos antes de darle un sorbo al vaso—. Pero es muy temprano para desayunar, no tengo apetito —se levantó y fue directo al baño.
—Entonces apresúrate en estar listo, porque nos vamos en quince minutos —le dijo desde afuera del baño.
—¡¿Quindce minutos?! —se asomó con toalla al cuello y cepillo de dientes en la boca.
—Sí. Anda o se nos hará tarde.
—¿Nos? —alzó una ceja, sin dejar de cepillarse los dientes.
Wang Yibo esbozó otra sonrisa ladina y socarrona.
—Te llevaré al trabajo, Zhan Ge.
Emocionado, Xiao Zhan se apresuró en estar listo, y cuando lo estuvo, fue detenido por su esposo.
—Al menos dale una mordida —le acercó una rebanada de pan tostado con algo de mantequilla y mermelada encima.
Xiao Zhan hizo una mueca de desagrado antes de darle un mordisco desganado.
—¿Feliz? —murmuró con la boca llena.
Yibo lo tomó de la mejilla y lo atrajo a un, literalmente, dulce beso.
—Ahora sí —se relamió los labios y rio—. Aún sabes a dentífrico. Vámonos —le dio una nalgada y bajaron al lobby.
—¿Qué es esto? —preguntó Xiao Zhan cuando uno de sus guardaespaldas le dio un casco. Entonces vio que Yibo ya se estaba colocando el suyo mientras Viktor, el guardaespaldas de mayor confianza, le entregaba unas llaves.
—Andando, Baobei.
—No me llames así —lo golpeó con el puño en el hombro—. ¿Para qué es esto? —señaló el casco.
—Para eso —señaló con su cabeza la hermosa Ducati negra que esperaba por ellos afuera de la entrada principal del hotel, donde algunos paparazzi eran contenidos por los agentes de seguridad de Xiao Zhan.
Fueron fotografiados sin parar. Los dueños de esas fotos casi podían oler el dinero que se ganarían con tan buen material. ¡Habían capturado a Wang Yibo llevando a su esposo al trabajo en una motocicleta! Vaya escándalo.
La situación se repitió durante la noche cuando regresaron juntos de la misma forma en que se fueron.
—¿Acaso no duermen? —preguntó Yibo con fastidio al bajarse de la moto.
—Te sorprendería. Hace unos días llegué a las dos de la mañana y aquí estaban.
Yibo hizo una mueca de asco y lo ayudó a quitarse el casco.
La rutina se repitió al día siguiente, con la diferencia de que Yibo se metía a escondidas al camerino de su esposo para besarlo y manosearlo un poco en cada uno de los descansos.
Xiao Zhan le pedía que regresara al hotel para que no se aburriera en el set, pero Yibo no se movió de ahí.
—Vine hasta Mongolia solo para estar contigo —le decía cada vez que lo "corría" de su lado.
Yibo no iba a mentir, quería quedarse más tiempo, pues disfrutaba al ver la actuación de su esposo. Xiao Zhan era tan profesional y tan bueno en su trabajo que Yibo no podía hacer más que admirarlo cada segundo del día.
—¿Me da su autógrafo, maestro Xiao? —lo abrazó desde atrás por sorpresa mientras se desvestía para meterse a la cama.
El aludido rio y giró sobre sus talones para abrazarlo de frente.
—Ya lo tienes en nuestra acta de matrimonio.
Esa respuesta le agradó.
—Tengo hambre —murmuró Yibo de pronto, con sus labios rozando sutilmente el cuello de su esposo.
Xiao Zhan se estremeció.
—¿Quieres que pida servicio a la habitación? Es 24/7.
—No. Quiero chocolates suizos.
Las piernas del mayor temblaron. Sí, ¡sí! Él también quería.
Tomó a Yibo de ambas mejillas y devoró sus labios con hambre de chocolates.
Se desnudaron con prisa, con deseo, con necesidad.
—¿Mañana tienes que estar a la misma hora en el set? —preguntó con la respiración ya agitada.
—Sí, pero no me importa —lo empujó contra el colchón y se tumbó sobre él.
—Quiero que me lo hagas —murmuró al mismo tiempo que rodeaba la nuca de Xiao Zhan con ambos brazos. Este se emocionó.
Entre besos, caricias y gemidos sugerentes, Wang Yibo sentía que no podía estar más excitado.
—Te necesito, te he extrañado tanto —susurró sobre sus labios, apretándole las mejillas a Xiao Zhan, hasta que este mostró una expresión que desconcertó a Yibo—. ¿Qué sucede? —preguntó preocupado al ver que se alejaba para sentarse en el borde de la cama.
El mayor bajó la mirada a su propia entrepierna, Yibo siguió la trayectoria de sus ojos y se asombró.
No había ni un ápice de erección ahí.
—Lo siento, no sé qué me pasa —se avergonzó tanto que no logró sostenerle la mirada.
—No, está bien, no pasa nada —intentó consolarlo, convencerlo de volver bajo las mantas, pero no pudo. Xiao Zhan se levantó y fue directo al baño.
—Estoy bien, saldré en unos minutos —le dijo desde adentro cuando Yibo insistió en que abriera la puerta.
—Zhan Zhan.
—Estoy bien —insistió—. Lo siento, sé cuánto deseabas esto, yo… —fue interrumpido.
—No me interesa, Zhan Zhan, hablo en serio. ¿Por qué no vuelves a la cama y descansamos juntos? Fue un día largo.
Después de unos momentos, Xiao Zhan abrió finalmente la puerta.
—En verdad lo siento.
Yibo pudo ver un nivel de vergüenza que jamás le había notado.
—Te digo que no pasa nada. Vamos a dormir porque yo en verdad muero de sueño —lo empujó hasta la cama, lo arropó y lo apretó fuertemente entre sus brazos.
Podía percibir el inconfundible aroma natural de Xiao Zhan, sentía también el agradable calor que irradiaba su suave cuerpo, pero también percibió otra cosa: lágrimas.
Ese hecho le caló hasta los huesos.
Si había algo que no soportaba era ver a su persona más amada llorando.
No supo si sería mejor confrontar sus lágrimas o dejarlas pasar. ¿Qué sería menos incómodo para su esposo?
Decidió confrontarlo.
—Amor.
—¿Mnh? —se sorbió la nariz, sin levantar el rostro.
—Amor —tomó su mentón con una mano y lo alzó para poder observarlo.
El corazón se le rompió en mil pedazos.
Inmediatamente un nudo se formó en su garganta. Era desgarrador ver a Xiao Zhan llorar de verdad. Si actuando lograba conmover, llorando en la vida real era mucho más conmovedor. En especial porque no era fácil hacerlo llorar.
—¿Quieres hablarlo? —preguntó con tacto.
El mayor negó firmemente con la cabeza. Y Yibo decidió respetar su decisión, sin embargo, su preocupación aumentó.
Si algo había aprendido sobre Xiao Zhan con el paso de los años, era que solía guardarse muchas emociones para sí mismo. Las circunstancias de la vida lograban afectarlo incluso más que a cualquier ser mortal, pues experimentaba cada sentimiento de manera intensa al ser tan receptivo.
Pero sentir de manera intensa no siempre era favorable, no cuando sus pensamientos y emociones lo asfixiaban. No cuando se sumía en el abismo de su mente para sepultar aquel sentir, sin pedir ayuda, sin compartir su dolor.
—Xiao Zhan —murmuró luego de mucho pensar.
—¿Si? —seguía despierto.
—Te quiero —besó su cabeza, pues no alzaba la mirada por más que Yibo buscó sus ojos con preocupación.
Supo que había logrado algo bueno cuando escuchó una pequeña risa.
—Yo también te quiero —soltó en un suspiró. En cuestión de minutos el cansancio venció a Xiao Zhan. Pero Yibo no pudo dormir esa noche, pensando en qué podría tener así a su esposo.
Al día siguiente despertaron como si nada hubiese pasado, Yibo decidió no volver a tocar el tema de lo ocurrido y se despidieron con mucho cariño antes de separarse una vez más.
—Huele mucho mejor en ti que en la botella —le dijo Xiao Zhan con una sonrisa al percibir en él cierto perfume de Ralph Lauren que no era precisamente de hombre, pero que a Yibo parecía gustarle mucho.
—¿Se nota que es para mujer?
—En lo absoluto —volvió a inhalar sobre la piel de su cuello antes de suspirar con pesadez ante la delicia que era el perfume "Romance" combinado con el olor natural de Yibo.
—Te voy a extrañar —le acomodó un mechón rebelde de cabello tras la oreja.
—Terminaré lo más rápido que pueda.
—No te excedas tanto.
Xiao Zhan asintió con media sonrisa antes de finalmente despedirse de él y no volver a verlo en semanas.
Yibo regresó a casa con un extraño sentimiento en él. No le importaba no haber tenido sexo con su esposo, lo que lo angustiaba era el motivo.
Pero fue entonces que comenzaron a surgir rumores terribles sobre Xiao Zhan y una compañera del elenco. Al parecer pasaban mucho tiempo juntos, lo cual le pareció extraño porque durante su estadía en Mongolia no vio a esa chica ni una sola vez.
Sin embargo, estaban siendo captados en cámara todos los días, en circunstancias y lugares distintos tanto dentro como fuera del set.
Yibo conocía a su esposo y sabía que jamás tendría una aventura con nadie, pero había algo que lo hacía sentirse preocupado, triste y… celoso, muy celoso.
Fue ahí cuando pensamientos estúpidos llegaron a su mente:
¿No lograron tener sexo porque comenzaban a interesarle de nuevo las mujeres? ¿Estaba tan afectado porque no sabía cómo decirle que era bisexual? ¿Había retomado su vieja costumbre de acostarse con una compañera del set para sacar la tensión? Después de todo, ellos pasaban semanas sin verse, y era necesario sacar tensión.
Demonios, eso le quebraba la cabeza todos los días. Sin embargo, logró sepultar aquellos pensamientos al recordar el buen consejo de Dalong y Ayanga: nunca creer más en los títulos amarillistas que en sus propias palabras.
Los días pasaban uno tras otro, lentos, tediosos.
Permanecían en contacto a diario, pero jamás sería lo mismo por más que se esforzaban. Ya no estaban hechos para pasar tanto tiempo distanciados físicamente.
Xiao Zhan se había apresurado a hablar con su esposo sobre la amistad que había creado con aquella chica del set, le aseguró que los títulos de las noticias solo exageraban. Yibo le creyó, le creyó a pesar de que seguía viendo contenido de ellos dos en todas las redes sociales.
Lo que más hacía enojar a Yibo era que había gente que en verdad creía que Xiao Zhan y esa mujer hacían bonita pareja, que ella y SU ESPOSO se veían bien juntos.
En más de una ocasión estuvo a punto de responder publicaciones con un comentario que le ayudara a marcar territorio, pero terminaba borrando lo que sus dedos escribían porque un pensamiento recurrente llegaba a su mente:
"Déjalo, él soportó todas tus escenas públicas de afecto con Xiao Lian Ji".
Estuvo soportando, hasta que un día despertó y se encontró con una publicación inesperada en Weibo, en la cuenta oficial de Xiao Zhan.
Era una fotografía que el mismo Xiao Zhan tomó a unos anuncios con publicidad de Chanel. En dichos anuncios estaba el rostro de su esposo en primer plano.
Y el pie de foto decía lo siguiente:
"Tan cerca y tan lejos. Esta publicidad solo me hace extrañar más a mi esposo".
Lo leyó una y otra vez, y en cada ocasión su sonrisa se ensanchaba más.
Xiao Zhan le dio su lugar como esposo sin que él tuviera que reclamarle algo.
Pero esa felicidad no duró mucho cuando supo que Xiao Zhan canceló el descanso que le correspondía. Se suponía que se reunirían en casa y estarían conectados en videollamada para presenciar la consulta médica de Yulia. Pero cada uno se conectó desde su propia ubicación.
Habían acordado no incrementar la carga de trabajo, necesitaban estar más juntos que nunca. Wang Yibo estaba cumpliendo con su parte del trato, pero no Xiao Zhan. Este no se da cuenta del todo, pues estaba mortificado por cumplir con lo que su agencia le exigía. Lo único que le quedaba era trabajar el doble para terminar más rápido, pero eso le causó estrés y agotamiento que luego lo orilló a no tener paciencia con Yibo cuando se percató de que estaba molesto con él.
El trato entre ambos se enfrió. Xiao Zhan se moría por terminar las grabaciones de esa serie.
—¿No vas a regresar a casa esta semana? —Yibo ya no sabía cuántas veces le había preguntado eso en las últimas semanas.
—No. Retrasaron mi regreso una semana más.
—Entiendo.
—¿Estarás en casa cuando vuelva?
—No lo sé, también tengo viajes programados para varios eventos en Hong Kong y Shanghái.
—Entonces no nos veremos tampoco en la siguiente cita con el ginecólogo.
—Me conectaré a la videollamada desde donde esté. ¿Tú crees poder hacerlo?
—Sí.
—Me tengo que ir.
—Yo también.
—Adiós.
—Adiós.
El distanciamiento no les hacía nada bien. Llevaban tanto tiempo sin verse. La agenda de Xiao Zhan estaba saturada debido al éxito que tenía la serie que era incluso aún mayor que la de The Untamed, pues había comenzado a emitirse a pesar de que aún no terminaban de filmarla por completo (suceso sumamente extraño), y fue un boom total.
Yibo tenía algunos viajes también, pero contaba con el suficiente tiempo libre para ir a casa de sus padres unos días, y luego a casa de los papás de Xiao Zhan también. Prefería eso a estar solo en su propio hogar.
Entonces Wang Yibo recibió la gloriosa noticia que tanto había esperado:
—Amor, al fin podré tomar un descanso. Mañana iré a casa y podré verte —le dijo por llamada, se escuchaba animado a pesar de que había un atisbo de cansancio en su voz.
Sin embargo, un sentimiento amargo se apoderó de Yibo. ¿Acaso Xiao Zhan no le prestaba atención?
—Te recuerdo, por tercera vez, que estoy en Chongqing, en casa de tus padres.
—Lo siento, lo siento. Cambiaré mi vuelo a casa de mis padres, llegaré directamente ahí. Te extraño.
Yibo esbozó una pequeña sonrisa.
—Yo también.
Los padres de Xiao Zhan ya habían notado que había una situación tensa entre esos dos, e intentaron averiguar qué sucedía, ya que ninguno decía nada.
Grande fue su asombro cuando vieron cómo se saludaron. Fue como si no llevaran tanto tiempo separados, casi como si fueran dos personas ajenas una a la otra. A la hora de la cena no vieron sus coqueteos traviesos que solían hacer sin importar el lugar ni la situación. Tampoco parecían molestos uno con el otro, pero si se percibía una fría cordialidad entre ellos.
—Esto me preocupa, ¿deberíamos intervenir? —murmuró la señora Xiao a su esposo cuando entraron a la cocina juntos. Él suspiró y negó con la cabeza.
—Debemos dejar que arreglen sus problemas como el matrimonio que son.
—Pero… —fue interrumpida.
—Pero si la situación lo amerita, sí, haremos una intervención.
La señora asintió.
En la noche de la llegada de Xiao Zhan, tanto él como Yibo se fueron a dormir temprano. Compartieron la cama tamaño queen que sus padres compraron para sustituir la individual de antaño.
Fue extraño, pues había un "elefante en la habitación" y los dos lo ignoraban, evadiendo lo inevitable.
Ninguno de los dos pudo dormir bien esa noche, pero en especial Wang Yibo, quien estaba enojado por la ausencia de su esposo, pues no podía evitar pensar en que si eso ocurría ahorita ¿cómo sería cuando la bebé llegara? Necesitaban aclarar esos puntos importantes de los que no habían hablado aún.
Sin embargo, y muy a su pesar, Yibo debía admitir que su esposo se veía endemoniadamente sensual y masculino. Había llegado con su cabello atado en media coleta y con una barba incipiente de varios días sin afeitar. Se veía cansado, sí, pero eso no le quitaba lo atractivo. Sin mencionar que se había puesto aquel perfume de Ralph Laurent que tanto le gustaba a Yibo.
Giró en la cama hasta quedar de costado, con la espalda de Xiao Zhan frente a él. De esa forma su aroma le llegaba más fácil. Inhaló y exhaló como idiota enamorado, sí, no tenía remedio. Y es que esa fragancia le traía recuerdos de sus noches de pasión más desenfrenadas en su último viaje a Aspen.
Suspiró con tristeza.
¿Qué les estaba sucediendo?
Ellos no eran así. Siempre habían sido buenos con la comunicación, pero en los últimos meses parecían tener altibajos muy extraños. No era como que nunca pelearan, porque lo hacían, pero aquellas eran peleas sin significado. No obstante, esto era muy diferente, era en serio.
Frustrado por no poder dormir, Yibo se giró de nuevo en la cama, dándole la espalda a su esposo. A partir de ahí Xiao Zhan no dejó de moverse, tampoco podía dormir, y los motivos eran muy similares a los de Wang Yibo. Había sentido mariposas en el estómago al verlo de nuevo luego de tanto tiempo, estaba tan hermoso como siempre. El sonido de su voz le había hecho temblar las piernas al igual que esa profunda mirada que le dedicó al reencontrarse.
Desesperado por no poder dormir, Xiao Zhan bajó a la cocina por una taza de té en plena madrugada.
Encontró algo de paz mental al hallarse en medio de la cocina de sus padres, solo él con sus pensamientos y el relajante sonido del agua calentándose en la tetera.
Soltó un pesado suspiro y se recargó de brazos cruzados contra la barra de la cocina. Durante semanas no había conciliado bien el sueño por la falta de ese cuerpo tibio que siempre buscaba bajo las sábanas, y ahora que lo tenía al alcance no se atrevía a tocarlo.
—¿Tampoco puedes dormir?
Xiao Zhan alzó la mirada de inmediato al escuchar su voz.
—No. ¿Quieres té?
Yibo asintió y así ambos se quedaron en silencio en la cocina, mirando el agua calentarse.
—Ya no quiero estar así —Xiao Zhan fue el primero en romper el silencio.
—Yo tampoco, pero creo que tenemos que aclarar algunas cosas importantes.
—Así es.
—Xiao Zhan, vamos a tener una hija.
—Lo sé.
—Y nuestras vidas laborales tendrán que cambiar. No podemos seguir viajando tanto, tenemos que establecernos por lo menos un par de años en lo que ella crece.
—Tienes razón.
Yibo parpadeó confundido. Le estaba dando la razón en todo.
—¿Qué harás al respecto? —se molestó más a pesar de que estaba aceptando todo lo que le decía.
—Estoy por concluir el proyecto, Yibo, esto no va a ser así por siempre. Además, aún faltan meses para que nuestra hija llegue, y ya tenemos todo listo.
—¿Cuánto más durará esta extensión del contrato?
—Solo serán unas semanas más.
—Siempre dices lo mismo. ¿Y si te ofrecen de nuevo una extensión? ¿Y si tienes que ir a más eventos promocionales? Eso te tomaría meses, y no podemos seguir así.
Xiao Zhan se sintió atacado. Había cedido en todo, sin refutar nada hasta el momento, pero escucharlo de pronto con ese tono molesto lo exasperó.
—Ya te expliqué que solo serán un par de semanas más —se encogió de hombros—. No le veo el problema.
—¿Y tomarás más proyectos luego de este?
—Cosas simples, no podemos dejar de trabajar ahora, tendremos una hija.
—¡Exactamente! Tendremos una hija y nunca estás en casa —explotó al fin. El "elefante en la habitación" no podía ser ignorado por más tiempo.
—Yo no veo que canceles tus proyectos —mantuvo la calma, pero sus ojos estaban enrojeciendo por el enojo que contenía.
—No, pero estoy más en casa que tú. Y son proyectos a corto plazo.
—No sé de qué manera explicarte que mis compromisos de filmación se acaban en menos de dos semanas. Wang Yibo, entiende: DOS SEMANAS.
—No soy estúpido, idiota —levantó la voz y enseguida apretó la mandíbula con enojo—. Entiendo eso, y también sé que después del estreno de la segunda temporada vendrán eventos, entrevistas, más viajes.
—¡Te estas enojando por cosas que aún no ocurren! Haces problemas en donde no los hay. ¿Sabes? Estoy muy cansado para esto —apagó la estufa con enfado y se dispuso a abandonar la cocina, pero se detuvo al escucharlo murmurar algo.
—Aléjate, es lo único que sabes hacer últimamente.
—¿Qué dijiste? —masculló entre dientes y regresó sobre sus pasos para encararlo sin lograr contener más sus emociones.
Estaba furioso.
—Lo que escuchaste.
Xiao Zhan se pasó una mano por el cabello, buscando paciencia de cualquier lado, pero no la halló.
Y entonces ocurrió lo que tanto había estado evitando.
—¿Piensas que he estado de vacaciones en cada uno de mis viajes? ¿Crees que voy a divertirme a esos bosques fríos? ¿Supones acaso que no me arrepiento día tras día por haber aceptado ese contrato? Discúlpame, pero yo no soy accionista de la agencia para la que trabajamos, no tengo los medios suficientes para elegir tener vacaciones cada vez que se me antoja o para rechazar los proyectos que me parezcan largos y tediosos. Tampoco tengo el poder para detener los contratos que casi me obligan a firmar, ni siquiera Na Jie puede hacer algo al respecto. Y la CEO… —se llevó una mano a la cabeza, hastiado—…por Dios, ella cada vez presiona más y más. No me dejó declinar la última oferta. ¿Y por qué? Para evitar demandas. Si rechazaba la oferta se me cerrarían muchas puertas y causaría de nuevo un escándalo, pero ahora por abandonar la serie en su máximo auge. Y estoy harto de los escándalos en mi vida, de los problemas, de la presión que siento sobre mis hombros y del hecho de que aún me faltan tres malditos años para liberarme del contrato que me muero por romper —tomó un respiro luego de su largo discurso en el que cada vez fue alzando más la voz.
Había explotado. Las emociones y la presión lo desbordaron.
Yibo se quedó sin palabras. No sabía que su esposo se sentía así.
—Hijo… tranquilízate un poco —la señora Xiao entró a la cocina. Ella y su esposo se habían despertado con tantos gritos.
Xiao Zhan la miró un segundo.
—Lo siento mamá, no quería despertarlos —miró a su padre bajo el marco de la puerta de la cocina—. Tomaré un avión temprano en la mañana, así que me iré a dormir —dijo sin mirarlos a los ojos, y se fue directo a la habitación de huéspedes.
Yibo bajó la mirada y contuvo sus lágrimas con todas sus fuerzas.
¿Qué les había sucedido?
¿En qué momento su matrimonio se convirtió en eso?
Ya habían experimentado separaciones antes, y no había sucedido eso. ¿Entonces cuál era la diferencia ahora?
Cierto. El estrés de que pronto serían responsables de una vida además de las suyas. Necesitaban reorganizar sus rutinas para enfocarse en ese pequeño ser que llegaría antes de lo que se imaginaban. A Yibo le estresaba ver a Xiao Zhan tan despreocupado cuando regularmente los papeles eran al revés. Y a Xiao Zhan le estresaba ver a Yibo tan aprensivo y estresado por su futura paternidad.
—Yibo… hijo —puso una mano sobre su hombro—. Lamento que te gritara así, no sé si ya lo habías visto enojarse de esa forma con anterioridad. Se le pasará pronto, es como yo, tenemos un carácter explosivo pero no podemos durar mucho así. ¿Verdad? —miró a su esposo buscando apoyo. Este asintió.
—Es verdad, pero eso no quiere decir que esté en lo correcto. Ambos deben sentarse a hablar tranquilamente para encontrar una solución.
—No hay oportunidad de hacerlo, siempre está fuera de la ciudad, y yo también.
—Empiecen por eso: organicen sus vidas laborales primero.
Yibo asintió y miró hacia el piso. Se sentía tremendamente triste y también avergonzado porque sus suegros presenciaran aquello.
—Él mintió —dijo Yibo de pronto.
—¿Por qué lo dices? —inquirió ella, mirándolo suspirar con profunda tristeza.
—No tiene un vuelo en la mañana. Planeaba quedarse varios días, pero ya no quiere estar cerca de mí —sonrió de lado, triste. Y lo entendía. Estaba consciente de que últimamente se comportaba de manera algo… insoportable. Hizo mal al atacarlo y presionarlo de esa forma, pero la verdad era que se sentía muy estresado y ansioso.
Ninguno de los dos pudo dormir. Xiao Zhan se levantó muy temprano, se despidió de sus padres y se fue al aeropuerto a buscar un vuelo a su hogar. Tomando el gran riesgo de que lo reconocieran caminando solo por el lugar.
Triste, Yibo hizo lo mismo más tarde. Pero por primera vez en su vida no quería llegar a casa. Sabía que Xiao Zhan estaría ahí, y no quería enfrentarlo por temor a pelear de nuevo.
¿Qué se supone que hacían las parejas en momentos así? ¿Comprar flores?
Las tiraría a la basura.
¿Llevarle su postre favorito?
Quizás se lo embarraría en la cara.
¿Y si aplicaba el "Naked man"?
No, probablemente estaba tan enojado que lo dejaría ahí desnudo y solo.
Demonios… había pasado mucho tiempo desde que tuvieron contacto físico real. Se encontraban en medio de una abstinencia triste y dolorosa.
Continuará…
¡Hola, Pastelitos!
El gran Xiao Xiao se quedó dormido :(
Y Xiao Zhan y Wang Yibo diciéndose groserías fuertes son como: "A ver, a ver… ya estuvo suavicremas!" (las de México me entenderán).
¿Qué creen que haga Yibo para compensar la situación?
Yibo está estresado por ver a Xiao Zhan tan calmado respecto a la paternidad, y Xiao Zhan se estresa al verlo a él tan aprensivo.
Por más que digan que no, las relaciones a distancia sí se ven afectadas con el tiempo, en especial en circunstancias como estas.
Además, ya salió el peine. Xiao Zhan sí quisiera descansar, pero su contrato con la agencia no lo deja. Y si bien ya no es una agencia tan negrera como la primera en la que estuvo… no deja de ser un negocio en el que Yibo es el favorito y además es accionista. Tal parece que Yibo resbaló un poco en esta situación al estar cegado en medio de su privilegio, ajeno a que Xiao Zhan no tiene las mismas ventajas como el.
Ya hablando en serio, es algo que en la vida real me estresa un poco. A estas alturas aún no le dan un equipo de seguridad digno a Zhan Zhan.
Eeeeen fin! No quiero aburrirlas más. Espero que el capítulo les haya gustado. Ahora sí nos estamos acercando a varios saltos en el tiempo y finalmente (valga la redundancia) al final.
Me encantaría leer sus opiniones o teorías respecto a lo que sucedió y sucederá. Las quiero!
