III Macho saiyajin
Estaba amaneciendo en la Capital y Bulma acaba de despertar, llevándose instintivamente la mano a su incipiente barriguita. Pero no era su bebé el culpable, ni tampoco lo era su despertador. Sino que Vegeta, sin querer, había pasado a llevar con su codo un vaso con agua que había quedado descuidadamente sobre su mesa de noche, y ella lo había oído.
Bulma se incorporó un poco en la cama. Y lo observó somnolienta, mientras restregaba uno de sus ojos.
"Demonios" pensó el saiyajin, al ver como el vaso con agua rodaba aun por la superficie de aquel mueble.
-Mmm… ¿Qué haces?
Vegeta, que estaba de espaldas a ella, abrió un poco más sus ojos, en sorpresa, al oír su voz. No esperaba que su mujer despertara con aquel insignificante ruido. Más de mil veces se había levantado de aquel lecho que compartían y no recordaba ni una sola ocasión en que ella hubiese despertado cuando él se marchaba.
Quería salir lo antes posible y no tenía ni la más mínima intención de decirle donde iría, después de todo, un macho saiyajin que se respeta no le da explicaciones a su mujer. Sin embargo, él no quería preocuparla. Menos sabiendo que esperaba a su segundo hijo y que a pesar de que a él aun le parecía una mujer joven y atractiva, su cuerpo ya no estaba en condiciones de soportar un embarazo saiyajin como cuando tuvo a Trunks.
Dejó caer sus hombros y se giró, apoyándose con un brazo sobre la suave superficie, para depositar un leve beso en los labios de su esposa, mientras le decía
-Sigue durmiendo, Bulma... iré con el idiota de Kakaroto. Hace unos días vino a buscarme...
Bulma frunció preocupada, mirándolo a los ojos y le dijo
- ¿Ocurrió algo?
Vegeta le respondió de inmediato, imitando su gesto
-Por supuesto que no… Solo entrenaremos.
-Y entonces – dijo, acariciando el brazo en el que estaba apoyado su esposo - ¿Por qué ir tan temprano?
-Es el momento adecuado… Volveré para la cena.
Bulma no tenía ni la más mínima intención de dejar ir a Vegeta. Desde que vio morir a su esposo a manos de ese condenado de Freezer que intentaba disfrutar cada instancia que tenía a solas con él. Por lo que se acercó y, acomodándose, se abrazó al cuello del saiyajin.
-Vamos, Vegeta… - le dijo con suavidad - Por un día que no vayas a entrenar temprano no pasará nada… Además, ambos conocemos muy bien a Gokú, ya debe haber encontrado con que entretenerse…- acercó su boca al oído del saiyajin y le susurró – Tú… podrías considerar hacer lo mismo… ¿no te parece?
-Hmn… - hizo él, cerrando sus ojos y respirando hondo, al tiempo que su cuerpo despertaba, consideraba la oferta de Bulma.
Luego de una breve lucha interna, tomó a su mujer por la cintura y recostándose sobre ella, comenzó a besarla.
Su macho saiyajin interno decidió que el entrenamiento podía esperar ese. De todas formas, ya estaba resignado a que nunca más volvería a ganar una discusión con su mujer.
…
Continuará…
