EN LA COORDENADA

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Capítulo I

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"Si este mundo no me permite amarte, construiré uno en que pueda hacerlo."

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—La paz es un concepto que no sé definir. He escuchado mucho sobre ella, sin embargo, no la conozco. Creo que debe ser esto que tenemos ahora, este momento en que todo lo que nos rodea es calma, aire fresco y el sonido de la brisa entre los árboles que tenemos cerca.

Las palabras de Eren resonaron en Mikasa del mismo modo que habían hecho siempre. Ella lo comprendía, se había sincronizado de tal forma con su manera de ver y percibir el mundo que en ocasiones se sentía como si Eren estuviese metido en sus huesos, en sus músculos, en la piel que los recubría, y en sus pensamientos. Era por eso que podía entender que había cambiado. Él se había vuelto introspectivo, mucho más paciente en su visión de la vida, y asombrosamente tranquilo en su carácter; el mismo que hasta hace no mucho bullía con cualquier provocación. Ahora, cada instante era un obsequio, ambos lo consideraban de ese modo, porque así lo concibieron el día en que habían decidido venir a este lugar.

Mikasa extendió la mano por sobre la hierba en que estaban recostados y la posó sobre el dorso de la mano de Eren. Notó que se tardaba un instante en reaccionar, no le pareció extraño, para él hablar con el corazón requería un poco más de tiempo. Sintió el modo en que los dedos de su compañero se comenzaban a mover con suavidad para enlazar los de ella. Percibió la caricia calma y con cierto jugueteo infantil, y eso la hizo sonreír. El cielo azul que ambos observaban contenía pocas nubes y éstas que se deslizaban con serena armonía, consiguiendo que el instante fuese mucho más pacífico de lo que habrían imaginado.

—Quizás no necesitemos definir la paz —comenzó a decir Mikasa, imbuida por la emotividad del momento—. Quizás sea una sensación que no está anclada a un lugar o a lo que suceda alrededor. Tal vez, la paz sea tener el corazón tranquilo, a pesar de lo que acontece más allá de nosotros.

Eren se mantuvo en silencio, reflexionando sobre este tiempo que le estaba robando a la realidad y que los había puesto a Mikasa y a él en un sosiego que ansiaban, aunque no conocían. Entonces, posiblemente como un reflejo de sus pensamientos y de la emoción que sentía, giró la mano que Mikasa había cubierto con la suya como una alegoría a las tantas veces en las que lo había resguardado, le enlazó los dedos y sintió el calor de la palma de ella sobre la propia.

—No estoy feliz por lo que pasa más allá —Eren habló, y sin dejar de mirar el cielo, oprimió un poco más la mano de Mikasa con la suya—, sin embargo, estoy feliz de encontrarme aquí, contigo.

En la coordenada —pensó.

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Continuará.

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N/A

Esta historia, que no sé los capítulos que pueda tener, es mi modo de amar a estos dos chicos hermosos que han vivido su vida entre los pesares de la guerra y que encuentran un remanso que les da la oportunidad de vivir el amor.

Espero que les guste.

Anyara.