Regalo para Retrogamer Bendy
Para: Bendy.
De: GabyMaría.
Nota del regalo: Disculpa lo tarde que te voy a pasar este regalo, pero es que estaba pensando bien cómo iba a estructurarlo jeje. ¡Espero que lo disfrutes mucho y que lo rikolino sea bien rikolino!
Título del fanfic: En un sofá suceden cosas interesantes.
…
Desde que Senku y Kohaku se habían conocido, los padres de él, Byakuya y Lillian, habían considerado que ella era "la chica perfecta" para él. Por ello, no dejaban una y otra vez de buscar las maneras más inverosímiles para que se reunieran, una tras otra excusa para que hablaran, para que interactuaran, pero ellos luchaban, incluso contra sus propias emociones. Sin embargo, cuando estaban a punto de renunciar a sus infructuosos intentos, finalmente consiguieron un avance.
—Está bien, puedo recibirla unos días en mi casa para que haga las compras que tiene que hacer, pero se quedará en el sofá en la sala —expresó, al otro lado del teléfono, a Lillian, cuando ella lo llamaba para pedirle que recibiera a Kohaku en su departamento de Tokio unos días porque ella debía comprar unas cosas allá.
Después de colgar, se volvió hacia la joven.
—¡Es hora de preparar todo para cuando te quedes con él! —exclamó Lillian emocionada, mirando con malicia a Kohaku.
—Siento que esto saldrá mal, tía Lillian, Senku no quiere nada conmigo —dijo Kohaku, resignada. Le gustaba mucho Senku, pero sabía perfectamente que ese científico no iba a ceder con ella.
—Si él aceptó recibirte, quiere decir que hay una muy buena oportunidad de que consigas algo. Necesitas ser más sensual, muestra un poco más de piel, ¡ya sé! ¡Ponle el culo en la cara con un traje sexy! ¡Será imposible que se resista a eso! —se emocionó Lillian, mientras la tomaba de la mano, para llevársela de compras.
Lillian estaba decidida a conseguir que Kohaku se uniera a la familia de su esposo, a pesar de ser su sobrina, incluso aunque eso implicara tener que metérsela por los ojos a su hijastro. Y lo conseguiría, porque ella era Lillian Weinberg y nadie le decía "no" a Lillian Weinberg.
…
Los días en la casa de Senku fueron simplemente un problema para Kohaku. Él la ignoraba mucho y ella prácticamente estaba en el sofá intentando hacer estupideces para llamar su atención, siendo una de las más absurdas situaciones un día en que había literalmente pasado los glúteos por la cara de Senku y él simplemente la había ignorado. Era imposible hacerlo alterar, hacer que quisiera algo con ella, así que llegó a la conclusión de que debía rendirse, ese chico jamás la tomaría en cuenta, probablemente ni siquiera quería hablarle y se estaba viendo obligado por Lillian a hacerlo.
Esa noche Kohaku ni siquiera perdió el tiempo hablándole a Senku y se fue directo a bañarse y luego acostarse en el sofá a mirar su teléfono, en donde buscó sus YouTubers favoritos para distraerse con vídeos que la hicieran reír. No miró a Senku en ningún momento y simplemente continuó con su vida, y era lo que tenía que hacer en general, olvidarse de ese científico de una buena vez.
Él no apagó las luces de la sala y simplemente entró en su cuarto y ella apenas y se dio cuenta de que él se había ido cuando se levantó del sofá para ir al baño esa noche. Suspiró, tampoco esperaba que él le hablara, ya que sus conversaciones eran casi nulas. Apagó todas las luces y se acostó a dormir, al día siguiente lo mejor sería irse temprano.
Pero si creía que su cerebro podría olvidar tan fácilmente a ese cebollín con patas, realmente estaba equivocada, haciéndola despertar repentinamente tras experimentar uno de los sueños húmedos más intensos que había tenido en su vida. Definitivamente ya no podría dormir tras eso, y lo peor era que su cuerpo estaba más caliente que nunca, mientras se imaginaba a Senku haciéndole lo que había pensado en su sueño.
"Estoy en su casa, no debería hacer esto" —pensó ella, pero su cuerpo caliente no la dejaba razonar correctamente—. "Sólo un poco, nada más".
Llevó sus manos hacia sus pechos para estimular ligeramente, mientras imaginaba que eran los dedos de Senku masajeando lentamente desde la glándula mamaria hasta el pezón, sus pezones estaban completamente endurecidos tras ese estímulo y mucho más con la imagen de la razón de sus suspiros. Dejó salir un jadeo cuando presionó un poco más fuerte el pezón, y empezó a sentir ese delicioso cosquilleo en la entrepierna, esa sensación de debilitarse que la hacía querer sucumbir ante la autoexploración de cada parte de su cuerpo, pero era más delicioso cuando lo hacía lentamente.
"Senku…" —pensó, imaginando como si él realmente pudiera verla de una forma diferente, con la mirada lujuriosa que había experimentado en su sueño poco antes.
El pijama le molestaba, pero sabía que no podía quitárselo, lamentablemente, estaba en la casa de Senku.
Sí, era su casa, era su sofá, el sofá en el que él se sentaba a ver películas, y que tenía impregnado el olor de él, ese olor tan embriagante y que le provocaba bajar las manos a la entrepierna y masturbarse de una vez. ¿Por qué esperar? Si estaba segura de que estaría totalmente húmeda y que podría llegar a ese delicioso orgasmo más rápido.
Bajó su mano derecha con cuidado hasta la entrepierna y acarició suavemente por encima de la ropa, estaba tan húmeda que incluso a través de la tela del short de su pijama podía sentir esa humedad. Apretó un poco por encima de la tela, sintiendo su clítoris más sensible y sintiendo cómo su introito vaginal parecía pedir urgentemente que introdujera un dedo en el interior de ese canal.
Decidió no perder más tiempo e introducir su mano por dentro de su ropa interior, apenas dándole importancia a la periferia y yendo directamente a estimular su clítoris.
—Senku… —jadeó inconscientemente.
—¿Todo bien, leona? —preguntó de repente la voz de él, caminando hacia la sala.
Ella apenas y pudo sacar su mano y cubrirse rápidamente con la sábana antes de verlo pasar hacia la cocina.
—Disculpa si te asusté, venía a beber un poco de agua —habló despreocupadamente, mientras se rascaba el oído con el meñique, y pudo notar su cara de fastidio de siempre, sumada a lo que parecía ser algo de cansancio, como si no hubiera podido conciliar el sueño.
¿Habría escuchado algo? Estaba totalmente sonrojada y no se le ocurría una forma de preguntarle si había visto algo, o qué había visto. Tenía miedo de confrontarlo, pero él estaba viéndola fijamente, mientras terminaba de servirse el agua.
—¿Necesitas algo, leona? Dijiste mi nombre hace un momento —comentó él con indiferencia.
—Eh… n-no, t-todo bien —intentó calmar un poco su respiración—. ¡Y no me llames leona! —le reclamó. Odiaba infinitamente ese estúpido apodo que él le había dado.
—Estás muy roja, ¿tienes fiebre? —quiso saber él y se acercó al sofá.
—No pasa nada, Senku —trató de detenerlo, pero él se sentó junto a ella y colocó la mano en su frente, haciéndola jadear con la sensación del tacto tan delicioso del científico.
Él sonrió maliciosamente de repente y la miró con diversión.
—¿Qué ocurre, leona? —preguntó él, insistiendo un poco más—. ¿Acaso estabas haciendo algo indebido? —Esta vez su tono parecía más juguetón.
Kohaku se apretó disimuladamente el muslo con fuerza, para ver si estaba soñando, e inmediatamente sintió dolor.
—Eh… yo… no…
—Leona, a ver… tienes toda la semana poniéndome el culo en la cara, pasando con poca ropa frente a mí, y justo cuando estaba a punto de preguntarte si es que querías tener sexo, ¿me ignoras toda la noche? —inquirió con voz ronca, logrando alborotar sus sentidos y poner su libido al máximo.
El sonrojo de ella aumentó al escuchar esas palabras, esa forma tan directa de decirlo, sin ningún tipo de vergüenza, pero así era él, siempre lo hacía.
—Lo siento, yo pensé que no querías nada conmigo —se disculpó Kohaku—. Y no me llames leona.
Senku sonrió ladinamente y se acercó peligrosamente a Kohaku, atrapándola con esos ojos rojos que tanto le gustaban.
…
Él había salido porque no podía dormir, ¿por qué Kohaku estaba tan extraña con él esa noche? Esa leona absurda había pasado toda la semana calentándolo para luego dejarlo con las ganas, eso no era justo, y lo peor es que no podía reclamarle nada, porque se suponía que ellos no tenían ningún tipo de relación. Todo por culpa de la absurda idea de Byakuya y Lillian de juntarlos, siendo que él no tenía ningún tiempo para el compromiso, pese a que tenía que reconocer que le encantaba esa leona más de lo que estaba dispuesto a aceptar.
Tanto se le había dificultado dormir tras eso, que había desarrollado inesperadamente insomnio, y eso no era todo, también había terminado imaginándose a sí mismo con Kohaku en posición genupectoral mientras él con su boca recorría toda el área genital de ella.
"Maldita oxitocina de mierda" —había pensado antes de salir del cuarto para buscar un vaso de agua, pero lo que no había esperado es que terminaría notando que Kohaku estaba tocándose en la sala, lo que hizo que sus hormonas se alborotaran más.
Pensó en volver a su habitación, pero en ese momento ella pronunció su nombre de la forma más desquiciante y sensual que podría pronunciarse. ¡Y al diablo su fuerza de voluntad! Senku tenía que follarse a esa leona esa noche o iba a morir de la desesperación.
Terminó acercándose a ella y teniendo una charla bastante interesante, hasta que finalmente decidió sincerarse:
—Leona, a ver… tienes toda la semana poniéndome el culo en la cara, pasando con poca ropa frente a mí, y justo cuando estaba a punto de preguntarte si es que querías tener sexo, ¿me ignoras toda la noche?
Verla sonrojada, como si realmente pensara que podía engañarlo, siendo que ella era lo más transparente que hubiera conocido, fue suficiente para enloquecerlo más, pero tenía que hacer las cosas con calma si quería disfrutarla mucho más.
—Lo siento, yo pensé que no querías nada conmigo —se disculpó Kohaku—. Y no me llames leona.
Después de mirarla un poco más y demostrar sus ganas, no resistió más la tentación de besarla y experimentar el néctar de sus labios, esos deliciosos labios de leona, esos que tenía toda la semana anhelando besar. Eran tan suaves que quiso profundizar el beso rápidamente y darle de todo aquello que anhelaba, a lo que ella respondió rápidamente.
Su corazón estaba empezando a latir con gran velocidad, pero él tenía claro todo lo que quería hacerle esa noche a la leona, empezando por introducir su lengua dentro de la boca de ella, hasta experimentar el sabor de su dulce saliva y sentir cómo esto estimulaba su miembro, que cada vez se endurecía más, causándole desesperación.
Llevó sus manos a los pechos de la rubia, primero sintiendo lo suave y firme que era su textura, pero luego haciendo énfasis en las sensaciones que ella mostraba. Ella soltó un ligero gemido, pero ninguno de los dos interrumpió el beso en ese momento, simplemente continuaron comiéndose los labios, mientras ella ponía sus manos sobre las de él, forzándolo a presionar más fuerte.
Senku quería tocarla más, no quería resistir sus impulsos, quería llegar más abajo, pero tenía que ser paciente si quería que la vagina de ella se humedeciera tanto que lo recibiera con el mayor deleite posible. Además, tenía que asegurarse de sacarle algunos orgasmos antes de terminar él, porque la deseaba tanto que estaba diez billones por ciento seguro de que su pene no resistiría casi nada dentro de ella.
Aún por encima de la ropa, podía sentir la piel de la leona demasiado suave. Él sabía que ya no habría vuelta atrás cuando mirara sus pechos desnudos, especialmente después de pasarse toda la semana viéndolos disimuladamente. Esa leona era una tonta si realmente no se había dado cuenta en toda la semana de cuánto él quería hacerla suya.
Bajó lentamente por su abdomen para tomar los bordes de la camisa y subirla lentamente, quería sacarla con velocidad, pero al notar que ella empezaba a gemir más con el suave tacto de sus manos mientras le sacaba la camisa con cuidado, no pudo evitar el deseo de hacerla sufrir, desesperarla, le encantaba, la quería sólo para él, quería penetrarla, pero sería más delicioso si la continuaba estimulando con delicadeza.
Se separaron por un momento para él finalmente sacarle la camisa, y ella lo miró como una leona enloquecida.
Senku arrojó la camisa hacia un lado, pero si pensaba que ella aceptaría que él continuara haciendo las cosas con esa lentitud tan desesperante, debió imaginarse que eso sería contrario a lo que esa leona querría, porque apenas él intentó voltear hacia ella, ya ella estaba sentándose a horcajadas sobre él y empujándolo hacia el sofá.
—Mi turno —señaló con picardía, mientras él tocaba sus pechos, dándose cuenta de que el contacto con la piel de ella era demasiado delicioso.
Si había creído que sus pechos eran suaves y deliciosos por encima de la ropa era porque no los había tocado aún piel con piel, y lo que más anhelaba era chuparlos y besarlos, pero esa absurda leona tenía otros planes.
Los labios de ella se posaron en su cuello, bajando desde el lóbulo de la oreja por el esternocleidomastoideo hasta la clavícula y mordiendo ligeramente sus clavículas expuestas, lo que lo hizo agradecer el ser un perfecto modelo anatómico de huesos. Al mismo tiempo, ella había empezado a frotar su entrepierna con él, específicamente estimulando convenientemente su pene con ese movimiento enloquecedor que estaba tomando sobre él.
No, no podía perder la compostura, tenía que tomar el control porque no pensaba correrse antes de metérselo.
Apretó los pezones de ella, sacándole un gemido y haciéndola arquear la espalda, lo que le permitió acomodarla debajo de él en el sofá. Agradecía mucho lo amplio que era su sofá.
—Olvídalo, leona, no caeré en tu trampa —le dijo al oído, haciéndola gemir con ese simple gesto, y él no pudo evitar sonreír ladinamente.
Descendió hacia sus pechos, también trazando un camino de besos desde el cuello de ella. Con mucha pericia, el científico pasó su lengua por el esternón, para luego desviarse hacia su pecho izquierdo, mientras con su mano estimulaba el derecho. Ella arqueó la espalda desesperada y enterró sus manos en el cabello de él, forzándolo a llegar rápidamente al pezón, donde no perdió nada de tiempo y empezó a succionarlo, y definitivamente era más delicioso de lo que había imaginado.
Llevó sus manos a la cadera, para asirla firmemente y bajar por sus piernas en un movimiento tortuoso, que la tomó desprevenida y no pudo contener su gemido. Nuevamente sonrió ladinamente, sin separar la boca del pezón, pero esta vez puso su mano en la entrepierna de Kohaku, notando lo húmeda que ya se encontraba a pesar de que apenas "estaban empezando".
Continuó succionando el pezón decididamente, mientras con su mano estimulaba el clítoris y el introito vaginal por encima de la ropa, hasta que pudo sentir cómo ella arqueaba la espalda y gemía mucho más fuerte.
—¿Terminaste, leona? —se burló él, con una sonrisa ladina.
—Te… odio… —habló Kohaku con voz entrecortada—. Sí, ya… ya… ya… llegué… al orgasmo —confesó intentando recuperar su respiración y Senku no pudo evitar sentirse orgulloso de sí mismo y de cómo sus conocimientos de anatomía habían sido lo suficientemente eficientes para llevarla al orgasmo sin siquiera penetrarla.
Volvió a su faena, dejando por un momento los pechos de ella para quitarle el short y la ropa interior, logrando así exponer la vulva de ella frente a él, y era mucho más provocativa de lo que él había imaginado toda la semana. Ese color rosado y esa humedad que destacaba, haciéndolo sentir completamente extasiado. Anhelaba succionar su clítoris y probar el sabor de su flujo vaginal, quería explorar y experimentar cada lugar, empezar por el monte de Venus, para luego pasar su lengua por sus labios mayores y menores, y seguir estimulando hacia el clítoris. Quería chupar cada centímetro de los genitales de la rubia que estaba frente a él, deseosa de que él continuara.
—Ponte en posición genupectoral, leona, por favor —pidió desesperado, a pesar de que anhelaba darle sexo oral, quería hacerlo en una posición que iba rondando su mente toda la semana desde que ella le había puesto los glúteos en su cara.
—¿Qué es eso? —preguntó ella inocentemente.
Senku se incomodó un poco, pero finalmente dijo:
—De perrito.
—Ah… —entendió ella finalmente y se volteó, con la cabeza hacia abajo, para luego elevar sus glúteos y ponerlos nuevamente en la cara de Senku. Y definitivamente ni en sus sueños más explícitos habría imaginado que tener un culo en la cara sería tan delicioso.
Acarició las nalgas de ella, apretando con fuerza, para luego llevar su cara a la entrepierna y seguir el trayecto que había pensado previamente, besó primero el monte de venus, para luego lamer y llevar su lengua por los labios mayores, notando cómo ella gemía nuevamente, como si su calentura estuviera volviendo, pese a que acababa de alcanzar el orgasmo. Senku sonrió y se sintió afortunado de que sus conocimientos fuesen suficientes para saber cómo recorrer a la mujer que tanto despertaba sus hormonas y que lo hacía secretar oxitocina, serotonina y dopamina.
Con su lengua, recorrió suavemente el introito vaginal, sintiéndose deleitado por lo delicioso que era el sabor de su flujo vaginal, esa lubricación tan deliciosa que él quería sentir cubriendo su pene, pero debía tener paciencia si quería comerse de la forma más deliciosa a esa leona. Ella lanzó un gemido bastante elevado, pero él era lo suficientemente paciente para repetir experimentos una y otra vez, y esta vez no se dejaría llevar por sus más primitivos deseos, al menos no hasta sacarle un segundo orgasmo.
Sonrió ladinamente y luego con su dedo medio y anular estimuló más el introito vaginal, mientras llevaba su boca al clítoris, para succionar como si su vida dependiera de ello. Ella empezó a gemir una y otra vez, mientras apretaba una pequeña almohada del sofá y él se sentía deleitado al ver cómo ella experimentaba tanto placer. Anhelaba hacerla gritar mucho más, disfrutaba con lo delicioso que era todo lo que estaba pasando.
Senku introdujo finalmente sus dedos y escuchó que ella se quejaba ligeramente de dolor, pero luego de un momento se acostumbró mejor a tener dos dedos dentro de ella, por lo que introdujo también el índice, para expandir lo suficiente la vagina de ella, especialmente porque podía sentir cómo las paredes vaginales se contraían y dilataban cada vez más fuerte. En pocos segundos ella llegó nuevamente al orgasmo y finalmente Senku sacó sus dedos, para luego metérselos en la boca con deleite, era delicioso probar el sabor de los genitales de su leona.
—Eres… increíble… Senku —lo alabó ella—. Se… nota… que… tienes experiencia —expresó mientras intentaba recuperar el aliento después del segundo orgasmo.
—No tengo ninguna experiencia, leona, sólo ando siguiendo lo teórico, pero ahora me toca a mí disfrutar. Y quédate así —expresó él, sacándose rápidamente toda su ropa, y sin darle tiempo a ella a que cambiara de posición.
Sin muchos rodeos, y sabiendo que igualmente a ella le dolería lo que él estaba a punto de hacer, la penetró de una estocada, haciéndola gritar levemente. Después de un momento, ella dejó de quejarse, y él supo que no le molestaría en lo más mínimo que él se corriera rápido. Era delicioso, su humedad, lo apretada que se sentía su vagina, cada estocada lo estaba volviendo loco y no tardó en correrse dentro de ella, la deseaba muchísimo y no pudo evitarlo.
Dejó salir un suave gemido y se dejó caer sobre ella, besándole la espalda.
—Lo siento… en la mañana te compro la pastilla del día después —se disculpó cuando recuperó el aliento.
—Jamás pensé que mi primera vez me gustaría tanto —habló ella tranquilamente, mientras sonreía—. Tú me gustas mucho, Senku, y me gustaría que podamos estar juntos, ¿sabes?
—Eres una leona absurda, pero también me gustas mucho y, aunque no veo razones para tener una relación, supongo que puedo aceptarlo —concedió el científico acomodándose junto a ella—. Pero cada quien tendrá su espacio.
—Mientras me satisfagas tanto como hoy, no me importa mucho —expresó Kohaku con malicia.
—Bueno, podemos seguir en cuanto recupere mis energías.
Ella sonrió maliciosamente.
—Pues… no pienso esperar.
Y dicho esto, se lanzó a besarlo.
Senku estuvo seguro, después de eso, que esa leona ilógica no lo dejaría dormir esa noche… y la verdad era que tampoco le importaba ni un milímetro.
…
¡Y eso es todo!
¡Feliz cumpleaños atrasado, Bendy! ¡Espero que te haya gustado la historia!
Y a mis lectores de siempre… ¡muchas gracias por leer este lemoncito!
Como saben, los personajes de Dr. Stone no me pertenecen, sólo los uso para mis historias, especialmente disfrutando estos momentos rikolinos.
Y espero que me dejen algún comentario, ya que con eso me motivan a seguir escribiendo. ¡Los amo!
