Ahí estaba, enroscado en su frustración al pie de un árbol en un denso bosque; Debió morir en ese momento, ahora está condenado al sufrimiento de ser él mismo y amar a alguien que no merece.

Sus lágrimas brotaban y su llanto era ruidoso. Luego de varias horas se empezó a calmar. Una vez calmado, sintió que un brazo lo movía:

-Eres… ¿Real?-

TULA se reincorporó y vio una especie de mujer de la selva con el pelo sucio y deshecho. Su vestido estaba lleno de agujeros y sostenía una suerte de bastón raro. Su cara estaba igual de hundida que su piel en general. Estaba destruida.

La mujer destruida vio la cara de TULA y, luego de un par de sinapsis, una violencia refinada salió desde un lugar profundo de su alma. Tomó a TULA de su polera y empezó a abofetearlo limpiamente:

-¡Todo es tu culpa, maldito pervertido!-

TULA reconoció esa forma de ser abofeteado y, aunque la fuente era ilegítima, descubrió que era la damisela de raíz.

Ya acostumbrado a los golpes y sin el derecho ni la energía para evitarlos, TULA se dejó golpear hasta que el ataque cesara…

Varias bofetadas más tarde su rabia se calmó y, cuando se calmó, la furia de una pena contenida por varios días estalló en su reemplazo. Cayó de rodillas y sus lágrimas formaron dos arcos de gran afluencia.

Solo luego de varios minutos el llanto se hizo más real y TULA intervino con una mano en su hombro:

-Lo siento-

La damisela sacó su mano y miró a otro lado inflando su rostro en señal de enojo. TULA solo se resignó.

(...)

-No es tu culpa...- dijo la damisela mirando al suelo.

TULA se sorprendió.

-Bueno ¡Sí es!- dijo enojándose de nuevo.

TULA se sorprendió de nuevo.

La damisela se entristeció de nuevo -...es tu culpa... pero también es mi culpa... es... difícil de explicar... es que... ya sabes... a veces... pasan cosas... ¿Cierto?- La damisela comenzó a mirar a TULA como esperando algo.

TULA solo se quedó mirando confundido.

El deseo de la damisela se perdió en el macrocosmos del espacio; La indirecta del marinero había construido una casa amigable junto con la indirecta del millonario.

Luego de una oscura mirada al suelo, la damisela sonrió repentinamente -Es que a veces no puedo controlar mis impulsos- Dijo antes de levantar su pertrecho paraguas y soltar una risita de damisela que contrastaba a un nivel hilarante con su apariencia salvaje, las lágrimas aún en su rostro y lo que acababa de decir.

-...

TULA estaba intentando decidir cuál de los sentimientos de la damisela era el real.

Sin embargo, cuando el modo chica refinada perdió su vigencia, una faceta más baja en el sentido literal y figurativo se apoderó de la damisela, que, sencillamente bajó los pantalones de TULA y empezó a agitar su cosa con violencia.

TULA se hizo hacia atrás en un acto reflejo dado que una fiera salvaje invadió su intimidad en una fracción de segundo.

-¿¡Qué mierda… ?!-

La damisela sonrió y empezó a gatear hacia TULA.

-Vamos... ¿A qué estás jugando? Sé que quieres esto-

La damisela comenzó a desvestirse en frente de TULA, que estaba de pie como una estatua sin saber qué hacer.

-¿A qué esperas?- Dijo la damisela acercándose.

TULA se subió los pantalones, volteó y corrió despavorido.

-¿eh?-

TULA comenzó a huir. Cuando vio que la damisela estaba igual de destruida que él se dio cuenta de que tal vez se había tomado muy en serio lo de las apariencias. Porque, claro, estaba bien feo, pero no estaba tan loco como ella y definitivamente no forzaría a nadie a…

TULA fue perdiendo velocidad a medida que perdía razones para huir. La justicia poética se acercó gateando con confianza y apenas llegó donde TULA empezó a aplicar el paso 1.

-No te preocupes, yo te daré lo que quieres-