TULA estaba en un mundo vasto y morado. El cristal que tocó parecía haberse multiplicado hacia el infinito y bajo la misma distancia.

El cielo era puramente negro. El suelo emitía un tenue brillo morado, que permitía vislumbrar los cristales a la redonda.

-Bueno… nada mal-

Entonces comenzó a vagar.

Cristal…

Suelo…

Cristal…

Suelo…

Oscuridad…

Suelo…

Oscuridad….

Cristal…

Cristal…

Suelo….

Cristal…

Con el tiempo y de tanto ver su reflejo, su cara se fue haciendo decente, al menos en su opinión.

Suelo…

Cristal….

Cristal,,,,

Oscuridad…..

Oscuridad….

Oscuridad….

Suelo….

-¿¡Cómo que "bastará una mujer para olvidarte de esa basura"!? ¡Acabo de rechazar a una para quedarme con el pokemón viejo tarado!-

...

suspiro

Suelo….

Oscuridad….

Cristal…..

Suelo….

Suelo…

Suelo…..

-¡YA MÁTAME MALDITA SEA!- Exclamó TULA al cielo completamente oscuro.

Oscuridad…

-Ah…-

Suelo….

Cristal…

Oscuridad…

Suelo…

Cuando consiguió suficiente valentía, quiso aprovechar las puntas de los cristales para hacerse daño a sí mismo. Tomó impulso, corrió, se lanzó hacia un cristal y…

-¿Eh?-

TULA intentó avanzar, pero el cristal tenía una suerte de cubo invisible que lo hacía infranqueable.

TULA estaba entrando en desesperación.

Corrió como un loco.

Oscuridad, suelo, cristales, cristales, cristales, suelo, suelo, cristalescristalescristalescristalescristalescristalescristalescristalescristales…

Cristales…

Oscuridad.

Había algo que TULA no había hecho en todo este tiempo.

Un evento de oportunidad que solo podría desbloquearse posiblemente en un mundo como este. Algo que TULA detestaba de tal manera, que en su lista de opciones estaba por debajo de intentar matarse.

He aquí, caballeros y caballeros, el recuerdo de lo que ocurrió la primera vez que TULA desapareció de un mundo para aparecer en otro más simple.

¿O fue después de años de aparecer? Quién sabe.


-¿Me dices la hora? Mi reloj se estropeó y necesito saber cuánto tiempo... -


No

TULA sacudió su cabeza e intentó caminar mientras se concentraba en el muy interesante... cielo oscuro.

(...)


-... y pues, tengo que recoger esas bayas cuando estén listas-

-¿Puedo saber... tu nombre?-

-Eh... ROSE ¿Por qué?-

-ROSE...-

-¿Escuchaste lo que dije?-


TULA se estaba revolcando en el suelo en asco.

Debería prohibirse que un patrón en un rostro pueda tener un efecto tan grande en una persona.


ehem ehem -Sí, sí, la hora es... no lo sé-

-¿Puedo pasar a ver?-

-¡NONONO! No...-

-...

-No entres, es un lugar deprimente...-

-...

-¡DIGO! No me gusta... que la gente... entre... porque... sí-

-...

-¿Sabes? Mejor traigo el reloj. No. Mejor te lo doy, ni lo uso-

-Pero...


TULA observó su reflejo en uno de los cristales, algunas de sus heridas habían sanado.

-No está tan mal- Sonrió.

Luego de sonreír su autoestima bajó de nuevo.


-Bueno... gracias- Dijo ROSE algo incómoda

-Jeje... no importa-

-Pagaría por esto, pero nunca tengo dinero jeje... así que...-

-...así que?!-

-Si quieres algún consejo para entrenadores cuenta conmigo-

-¿Entrenadores? ¿De qué?-

-Pues... pokemones ¿Qué más?-

-Jeje... ¿Pokemones?-

-Bromeas ¿Es que no sales de tu casa?-


-¡Pues no estúpida! No salgo ¿Y qué con eso? ¿Todos tenemos que embarcarnos en una aventura? ¿Es una nueva regla o algo así?-

(...)

-¡NGH!-

TULA comenzó a empujar la barrera protectora de un cristal para desahogarse...

suspiro


-Debes querer mucho a tus pokemones, para tener que ir a tantos lugares a regar plantas, digo-

-Sí... es eso en parte-

-¿No sería todo mejor si tuvieras unas pociones contigo?- Dijo TULA levantando sus cejas.

-Emmm… la verdad no me gusta usar pociones-

-¿Cómo?-

-Sí... es que… si me empiezo a preocupar por las pociones me empezaré a preocupar por el dinero y, siendo honesta, no quiero esa presión para mí ni mis pokemones. Por eso mismo no apuesto en las batallas, no quiero obsesionarme con la victoria. Yo simplemente quiero a todos mis pokemones y disfruto con verlos ganar confianza en sí mismos lentamente y el dinero ensucia eso…-

-Vaya...- Dijo TULA con la mitad de su alma despedazada.

-Pero somos felices igual, caminamos juntos a regar las bayas, a veces hacemos banquetes como recompensa cuando hacemos buenos entrenamientos y a veces se las quito- Dijo ROSE con una sonrisa tiernamente maliciosa.

-¿Por qué?-

-También es importante ser estricto con un pokemón, por su puesto que debe quererte, pero también debe respetarte como entrenador-


TULA pensó que el infinito cielo negro podría ser la metáfora de algo. Seguramente…

Y esa metáfora puede estar relacionada con el suelo y los cristales.

…Seguro el haber perdido dos dientes ocultaba un mensaje de lo más hermoso…

Se...


-¿¡Te vas?!-

-Bueno, ya sabes que no me puedo quedar aquí para siempre- Dijo ROSE con una sonrisa

-¿Por qué no?- Dijo TULA con súplica.

-Ya sabes, quiero llevar a mis pokemones a lugares nuevos, plantar bayas de diferentes tipos y eso… aventurarse-

-¿Puedo ir contigo?- Dijo TULA con emoción.

-Ya discutimos esto, no puedes salir sin un pokemón-

-Pero, no sé qué haré sin ti- Dijo TULA con desesperación.

-Eh, vamos, seguro tienes otros asuntos que atender ¿O no?-

-...

ROSE soltó una risa incómoda -No te preocupes, tal vez vuelva dentro de unos meses-


Pasaron meses, uno tras otro. TULA deseaba morir, pero no moría. No comía, pero estaba bien, no se desnutría. Tenía energías para caminar, pero ¿Para qué? ¿Cristales?


Cuando el vacío se hizo lo suficientemente grande, TULA salió de su casa, pero se dio cuenta de algo terrible: El interior de su cuarto era exactamente igual al exterior. Cuando intentó hablar con las personas, todas decían dos frases y luego se callaban. Rodeó la ciudad entera y no había nada especial, todos eran iguales, todos parecían estar de adorno.

TULA lloró, porque todas las personas en Raíz estaban en paz. Estaban distanciados los unos de los otros, pero no les afectaba. Podrían pasar años sin que nadie les dirigiera la palabra, pero no les importaba. Por esa paz estaba solo. No dejaría de estar solo en un lugar como ese. No importa qué hiciera.

No quería arruinar esa paz. No quería. Esperaría a ROSE. Esperaría. No extendería su dolor con las demás personas. No.

TULA estaba temblando solo en su cuarto. No era lo suficientemente fuerte. No podía seguir esperando. Llegó al límite y, desesperado de su soledad enfermiza, abrió su ventana y gritó lleno de enojo: -¡ALGUIEN!-

Una mujer que estaba muerta se contagió de ese rojo y respondió frunciendo el ceño -¿¡QUÉ QUIERES!?-

Una pregunta complicada, dado que el alma de TULA deseaba sexo, compañía, enojo, calidez, amor y odio con la misma intensidad.

No pudo decidirse por un sentimiento en especial así que soltó lo primero que salió de su cabeza.


-Cierto... yo... odio este lugar...-

TULA se puso de pie y deseó lo obvio: Que el cielo oscuro dejara de ser oscuro. Que los cristales dejaran de ser cristales y que el suelo morado dejara de ser morado.

¡Y su deseo se cumplió!

Sin embargo, apenas apareció, VAGINA se fue caminando en otra dirección con total alevosía.

TULA sonrió.

-¡VAGINAAA!-

VAGINA se dio vuelta aún haciéndose la tonta.

-Por favor vámonos- Dijo TULA estrechando su mano.