¡HOLAAAAAAAA!

HA PSADO MUCHO TIMPO DESDE KA ULTMA VEZ...ya ni recuerdo cuando fue. Sí, sé que aun tengi mucho por dsr en este fandom, histiras que terminar y así, peri no ae preocupen, que nuevo año, vida nueva chachacha...

Este año voy con todo y para demostrarlo, en este último día del 2024, traigo este one-shot

Si ven la letra en cursiva "jajaja" en el dialogo es debido a que estan hablando en un dialecto o diota digetente al natal de los pj.

Si la letra es negrita "jajaja" en el dialogo es de un recuerdo.

Recueden, los personajes de esta historia no me pertenecen, sino a la todo poderosa Rumiko...

Sin más, disfruten la lectura.


Capitulo unico

Su mejilla ardió cuando recibió el golpe de uno de esos hombres, sabía que iba a dejar alguna marca después de aquello, cerró sus labios, a sabiendas que sí de escuchaba alguna queja la paga sería peor que una simple bofetada. Su mirada perdida, y la sumisión que presuntamente mostraba daban a entender el alma rota que conservaban ¿Cuánto había pasado desde que salió de casa? No recordaba, unas lagrimas rebelde salió de sus ojos perdiendose gracias a la lluvia del momento, el frío calaba los huesos y el lodo era lo único en ese momento que vestía su piel, el golpe había sido demasiado fuerte como para tumbarla al suelo llenándose más de barro y de estiércol. Con su vista en el suelo donde había caído, recordó aquellos años donde era feliz, pero una vez más la vida le recordó cuan desgraciada era, el captor que antes le había golpeado jalo de las cadenas que le rodeaban las muñecas, infringiendole un dolor más haya de lo físico obligandola a ponerse de pie. Las miradas de algunos lascivos se dirigieron a su cuerpo cuando está fue mostrada al público, y lo único que pudo hacer fue mirar hacia delante, perderse los edificios de piedra y madera del fondo con los niños divirtiéndose y los recuerdos del ayer.

No era la única en esa situación, pero no se atrevía a ver a esos jóvenes, incluso más que ella, y a los ancianos como eran maltratados, ya había intentado defender a uno y por consecuente recibió el castigo que le hizo tirar al suelo, a esos hombres no les importaba el bienestar de su mercancía, eso lo había descubierto días atrás cuando había sido tomada y profanada por algunos, ¿Qué más podía hacer? Era solo un objeto, alguien que aún creía en la felicidad y el bienestar ajeno como una niña estúpida o al menos eso era lo que demostraba con sus acciones caritativas y amables. No quería reconocer la verdad, que en ese mundo sólo había maldad y pestilencia, ella misma como todos los hombres que se encontraban allí con un cartel en su pecho donde tenía grabado su precio fue intercambiada por unas cuantas monedas de plata.

Comenzaron a empujarlos hasta una tribuna de madera, era baja, por cuyo motivo podía sentir el barro entre los dedos de sus pies, en aquellas tablas era donde iban hacer expuestos como animales exóticos en una jauría de bestias hambrientas, quiso apartar los pensamientos de muerte que comenzaban a rondarle por su mente, la muerte sería un alivio para su alma, pero ella era tozuda, su mente debía estar prepada para todo lo que se venía. Alzó la barbilla, y su mirada aún apagada no perdió el porte de lo que en realidad era, no podía escapar de lo que había sido en una vida anterior, por aquel motivo estaba altiva, aún con la mejilla hinchada y el cuerpo mostrándose sin ningun pudor. Sabía que ella jamás pudo ser igual a como se le esperaba, la delicadeza no estaba en su vocablo, y eso sólo había hecho que se encontrará más de una vez en peligro, sabía también que era un error, que no era guiada por su su propia naturaleza y quizás por ese motivo había sido colocada en ese lugar, su espíritu indómito le volvió en su contra.

Una parte de su quería escapar de las miradas curiosas que se paseaban por las calles, como los mercaderes se curioseaban los precios de algunos, como los niños acostumbrados a esos actos simplemente ignoraban los llamados de auxilio, las pobres almas en desgracia y los cuerpos que solo existian en un estado de zombieficación. Cuerpos sin almas que ya habían aceptado su propio destino.

Alzó aún más la barbilla, orgullosa, mientras su pecho estaba marcado por un precio en una tablilla y las marcas en al piel le rodeaban, era orgullosa y algunos que se habían interesado en ella lo habían visto en aquellos ojos carentes de felicidad, esos hombres, se dijeron que ella le iba a causar sin duda alguna problemas.

Una vez más, la joven quiso perderse entre las faldas del pasado, mientras escuchaba como sus vendedores de lenguas extrañas adornaban a su mercancía. Recordó como ella había crecido en un ambiente tranquilo, donde la etiqueta y los rasgos sociales eran importantes, mantenerse en el molde que habían seguido sus hermanas y su madre, pero ella jamás quiso eso, era una princesa y como tal podía comportarse como quisiera, o al menos en su mente infantil eso era lo que creía. Era atrevida, respondía ante los nobles, hombres mucho mayores y más "sabios" que ella, era inteligente, sabía sobre el arte de la guerra, leer y varios idiomas, su padre era amoroso para con todas sus hijas, claro estaba.

Pero con Akane, con la menor de ellas veía algo más que una simplona mujer que no seguía las reglas, veía a alguien fuerte, que podía heredar su reino si así está lo quisiera. Trato de enseñarle cada uno de los puntos principales de ser un líder, de ser alguien capaz de dirigir no solo a un pequeño puñado de gente sino a toda una nación, hasta que eso sucedió...la desgracia llegó a sus puertas.

Quizás era muy inocente aún para andar a viva voz, muy inocente para ese mundo que solo quería vanagloria y enriquecerse ellos mismos. Estando ahora en lo más bajo, llena de estiércol de los caballos y barro, quizás, hace unos meses era una princesa m, ahorra estaba tan alejada de su hogar, de su padre y hermanas que le era doloroso. Otra lágrima salió de sus ojos, bajando por su barbilla asta perderse en la madera que pisaba. Escucha los gritos de las persona como un eco lejano, cuando una mirada estaba puesta sobre su cuerpo con lascivia, no se movió por ningún momento, en cambio miró al hombre un instante dando a entender que se había dado cuánta y volvió la vista al frente con la barbilla en alto.

Quizás ese era su destino, y ese siempre lo fue. En su tierra natal, crecer como alguien con estatus era un honor para los plebeyos, quienes no alzaban la mirada aún así ella insistiera que era una más de ese pueblo, quienes la miraban con cierta envidia por haber nacido como alguien bendecida y no solo por su posición social como una princesa, sino también por ser una mujer diferentes. ¿Cuantas veces a su padre no le habían dicho que tenían que controlarla por qué era toda una salvaje? ¿Cuantas veces tuvo que escuchar, hasta de sus propios súbditos, que debía comportarse como lo que era, una mujer? Una mujer sumisa y silenciosa, que siempre estaba detrás de su marido y no a la par o delante de él.

Pisoteada, con su cuerpo manchado, estaba a punto de ser comprada cuando un hombre llegó hasta ella, la mirada que le regaló no fue de bondad, y ella, orgullosa le miró a los ojos, sin ninguna sonrisa, o rastro de penuria. Quizás aún era una jovencita febril que no pasaba de sus dieciocho inviernos. Pero había sido educada para hacerle entender a todos, que aunque no tuviera un alma la cual conservar, su orgullosa e princesa estaba latente, corriendo por sus venas y marcado en la piel, más allá de la marca que le habían dejado sus captores en la espalda debido a aquella herramienta consumida por el fuego.

Quizás, estaba marcada, ultrajada, manchada por hombres cuyo valor era igual que un grano de arroz, quizás estaba delgada, mucho más que antes, donde las costillas podían versele a través de la piel, y con su cabello mal cortafo hasta las orejas, antes que su larga melena azulada como el manto de una noche estrellada se paseaba orgullosa por su espada y abrazos, ahora se le fue arrancada como lo fue su honor, como mujer, como princesa y como guerrera. Aún así, no bajaba la cabeza, aunque su barbilla se encontraba en esos momento temblando, no precisamente por el frío, sino por la frustración, la tristeza y la ira, todo un torrente de emociones que le hacían querer bajar la cabeza y llorar hasta que sus días encontrasen su final.

Nuevas palabras de sus captores con aquel hombre de cabellos castaños, y mirada decidida, una negativa de sus vendedores o eso fue lo que entendió cuando estos negaron con la cabeza. Intentaba descifrar el idioma con el que se comunicaban, teniendo vagos recuerdos de haber escuchado a su padre alguna vez, pero no entendía, no recordaba haber estudiado aquella legua por mucho tiempo, y solo podía captar palabras al aire que eran lo mismo que nada.

La lluvia volvió a pegar sobre su cuerpo, por un momento cerró los ojos pensado que quizás aquella pequeña llovizna limpiará su cuerpo, sintió como su estadía ardía por un momento y la marca aún débil por los días parecía querer causarle aún más dolor. Apretó los dientes y los puños que estaban al rededor de su intimidad, buscando tapar aunque sea aquello último cuando a los ojos, no solo de los mercaderes, sino de los demás, esto ya no era relevante. Tomo un respiro, mientras sentía como su cuerpo se volvió a tensar de dolor, tanto por la marca en su espalda como por aquella costilla que habían fracturado esos hombres inmundos horas atrás, de nuevo por su tezudes, por no querer que le arrancarán el alma como a los demás hombres que estaban allí mendigando el pan, rogando porque alguna divinidad se apiadase de alguno de ellos para entrar en el seol, quizás ella, muy en lo profundo también pedía a gritos esto, rogaba por un descanso eterno. Porque no había nada más anhelado que la muerte, ni nada más precioso.

Sus ojos se oscurecieron y por un momento el dolo que sentía por los golpes y abuso parecieron que no le afectaron, llevo la vista al cielo con recurrentes pensamientos corriendole por la mente, como niños del campo jugando a esconderse entre risas y diversión, como estos pensamientos parecían estar entretenidos, mostrándole imágenes de una muerte segura. No era una mala idea, no tenía a nadie más y su próximo comprador la deshecharía, porque eso era lo que hacía la gente con poder, lo había visto con sus propios ojos años atrás.

Ella lo vió claramente, cuando era una niña, como un hombre hecha a a su esclava a la calle cuando no necesito más de ella, la imagen aún estaba grabada en su mente como algo que la marco más allá de los estándares. Quizás era solo una mocosa, que sólo pensaba en juegos y en qué juguete era el mejor que el otro, pero jamás olvidaría el rostro de esa mujer, como llorando suplicaba perdón, como suplicaba quedarse como la esclava que siempre fue.

Era una mujer hermosa con rostro angelical, pero en sus ojos, en sus ojos siempre había una tristeza sin igual, no había vida en ellos, aún a pesar de vivir entre los de alta cuna, en servir a un poderoso señor, siempre estaba vagando por los pasillos del palacio con el rostro taciturno. También recordaba lo que le decía cuando hablaban, cuando la mujer le enseñaba, esa mujer le dio el valor para ser terca, temeraria e imponerse ante aquellos hombres que deseaban solo elevar su ego, recordaba como el rostro de la mujer se llenaba de lágrimas a pesar de que la niña siempre le sonreía y le decía que le amaba más allá de lo que el mundo dijera, porque ella era así, pura. En su inocencia infantil, solo buscaba algo más que simplemente la aprobación de esa mujer. Una mujer que le enseñó a ella y a sus hermanas el valor de una verdadera mujer.

Pero cuando esa mujer fue hechada a la calle, se sintió vacía, como si le hubiesen arrancado una parte de su alma. Akane no entendió nada en su momento hasta el momento que recordó el rostro del hombre que había hechado a la calle a la única mujer adulta que le había demostrado el verdadero amor de una madre.

Sus ojos se cerraron, comenzando a imaginar una muerte gloriosa, eso era lo que necesitaba para ser libre y eso iba hacer lo que obtendría. Sus pensamientos fueron arrancados de un tirón cuando sintió la cadena que cubrían sus muñecas fue jalada con rudeza y tuvo que ahogar un quedó por esto. Sus pechos rebotaron por este jalón y por un momento extraño se sintió cohibida.

Una mano se alzó al mercader. Y el hombre tomó la quijada de la chica para comenzar a delinear su rostro con la mirada y al verle los ojos, la chica simplemente frunció el ceño.

La quiero a ella, y a nadie más...será un lindo regalo.— soltó el hombre y Akane no pudo entender más allá de "ella" y "nadie" —Aunque claro, hay que arreglarse de manera presentable, no le atraerás toda llena de barro y quién sabe que más...te gustará mi castillo, las mujeres que hay allí sabrán como atenderte.

Akane solo sabía reconocer algo de ese hombre, esa mirada lasciva sobre su cuerpo y como este se saboreaba los labios fijando la vista en su pecho y luego en sus caderas. La chica de oscuros cabellos sintió algo se náuseas, pero no lo demostró queriendo ocultar un poco de su humanidad.

La bolsa con unas cuantas monedas de plata fue entregada a su vendedor, la mujer pudo presenciar aquello como un acto de crueldad, la misma que habían tenido con ella cuando fue entregada a esos hombres. Murmuró una corta plegaria en su lengua natal, a cualquier dios que ahora se burlaba de ella, quizás sí, quizás no era más que una desgracia, un reflejo de lo que alguna vez vió.

Bajó la mirada, no en sumisión aunque así se notase, bajo la mirada para recordar cual era el verdadero enemigo, quién le había entregado por unas cuantas monedas de plata a pesar de que éste tenía aún más que eso, bajo la mirada, para que no notarán la ira y la frustración que se acomulaba en sus ojos, cuando la pregunta recorría su mente ¿Por qué?

Era amada, respetada y jamás se dejó doblegar, entonces ¿Por qué lo hizo? ¿Por qué hizo lo mismo que hizo con su propia madre? ¿Porque la vendió sin ningún tipo de remordimiento? Pensaba, siempre lo hizo, que su padre le amaba, que aquella mujer que fue echada del castillo era una vil traidora y por eso arremetió en contra de ella. Pensaba que se lo merecía, que aquella mujer solo pretendía ser dulce y amorosa con ella y con sus hermana, no era más que una prostituta.

¿Qué mal había hecho para que su propio padre la vendiera como una esclava a esos hombres?

No todo estaba perdido, aún esa fiesta estaba repleta a rebozar, aunque el festejado estaba aburrido, mirando como el líquido rojo giraba entre las copaz, la fiesta, no solo celebraba una victoria más en contra de sus enemigos, también lo hacían por aquel nuevo invierno que estaba pronto a terminar trayendo consigo a la primavera. Las risas, los bailes y la música martillaban sus oídos con insistencia, quizás en otro tiempo él estaría festejando de igual forma, llenándose de comida hasta rebosar, disfrutando de la buena música y de lo que pronto vendría.

Soltó un suspiro llevándose a los labios quelma bebida disgustado el sabor del licor, saboreo sus labios, cundo llegó a su lado una de ellas, las que habían acabado con su felicidad y gozo. Tal vez era un completo cretino por como reaccionaba ante ella, pero esta no causaba nada en más que el querer alejarse, miró a su padre con ansias asesinas mientras el grito de la mujer fue oído.

—¡Arien! Vamos a bailar. — la mujer abrazó su cuerpo, haciendo que sus pechos tocaran sus brazos y cuál gato se frotaba contrade este sin prestar atención a las muecas de disgusto que este formaba.

—No puedo, Shampoo, estoy cansado. — comentó el con simpleza, aunque sabía que podría apartarla usando su fuerza, él no es un salvaje, ni mucho menos un abusador, volvió a mirar al causante de todos y cada unos de sus males.

—Entonces, Shampoo quedarse contigo, Shampoo querer que arien se sienta bien. — la extranjera de habla extraña sonrió con felicidad. Era una mujer hermosa, de eso no había dudas además de ser una guerrera fuerte de su tribu amazona, tal vez Ranma podía sonreír orgulloso ante lo que sucedía, pero la verdad era ye no estaba de acuerdo con un matrimonio arreglado, ya iban dos y uno autoimpuesto por una loca hermana de un grandísimo estupido que debía aparentar que le agrada por el simple hecho que era el más próspero y rico del lugar y comandaba a una de las tribus con mayores tierras, claro que, sin ser mayor que la familia Saotome que dirigían esa nación.

Para los de esos lugares, con alpes nevados, tierras frías y hombres que se valían de su fuerza y ganancia en batalla, eran un pueblo prospero, que cada momento aumentaban más su expansión. Creían en dioses que llevaban las almas de los muertos en batalla a un lugar único llamado el Valhalla, y estos dioses ayudaban a ser más properos cada día.

—Mi amigo, Ranma...— escuchó decir, y el silencio fue absoluto, Kuno Tatewaki se levantó colocándose al frente de la mesa principal, donde estaban los dirigentes, Genma, Nodoka, Ranma como heredero al trono y las presuntas prometidas de este. Tres mujeres que para Ranma no eran más que conocidas o amigas, por desgracia una de ellas era la hermana de ese hombre. —En honor a la primavera que se avecina y a tu gloriosa victoria en batalla te he traído un presente de tierras lejanas. ¡Traiganla!

Kuno se hizo aún lado, y la música extraña comenzó a sonar, todos curiosos miraron a la puerta de este y como se abría dejando entrar a una cuántas mujeres que bailaban de manera exótica, como las que habían en el medio oriente. Ranma quedó un poco hipnotizado por esto, eran demasiado llamativos a la vista, aún sus "prometidas" estaban a la espectativa de lo que estaba pasando frente a sus ojos.

El sonido de las panderetas comenzó a bajar de intensidad mientras la mujeres se detenían en una pose extraña, cuando fue que ella entró, con los pasos firmes un cabello cortó que para su gusto para igual al de un hombre, pero no le molestaba, el cuerpo se reflejaba entre esas prendas de satín, como colgaban dejando ser sus piernas, su pequeña cintura y todo su demás cuerpo, sus ojos era lo único que podía ver de su rostros, puesto que lo demás estaba cubierto por una tela roja como todo lo de su traje.

Ranma quedó algo aturdido por como esta mujer no bailaba, mantenía sus manos juntas dado a que las muñecas tenía unos halos dorados que las unía, tenía sus pies descalzos, y su mirada parecía estar llena de ira, aún así no bajo el rostro, medio desnuda frente a los demás hombres, mostró su orgullo como ser humano.

Jamás estaré a sus servicios. — una lengua extrañas salía de sus labios. Incluso más que la de su propia prometida extranjera. —¡Prefiero mil veces morir antes que caer!

Gritó en un momento de valentía, Ranma agachó la mirada y se levantó del asiento sin dejarle la oportunidad a sus prometidas de detenerle. Kuno se acercó a él con una sonrisa gatuna, incluso demoníaca.

—Es una fiera, si vieras cómo están mis sirvientas, pobres. Ella lucho en vano, pero al fin aquí está. — dijo al llegar al lado del príncipe. —sé que aún no te decides por quién va hacer tú esposa y por eso te la he traído, Ranma, para que te diviertas con ella, no está mal practicar antes de la boda con mi hermana.

Ranma le daba cierto asco Tatewaki, pero no podía hacer nada, a la hora de luchar el guerrero era digno de admirar, aunque por supuesto, no como él. Ranma terminó de acercarse a la joven, y cuando quiso tomarla de la barbilla está se alejó frunciendo el ceño.

Me tocas y perderás esa mano, niño mimado. — soltó la mujer con moviendo una pierna hacia atrás y las manos hechas puños hacia delante, una perfecta posición de combate.

En el rostro de Ranma se le formó una sonrisa burlona, bajo la mano y miró a Kuno, quizás podría tener diversión esa noche con una fiera como bien decía Tatewaki que la chica era. Se dirigió a este con una sonrisa e inclinó su rostro en agradecimiento.

—Me ha gustado tu regalo, Kuno. — soltó una risa y después de dirigió a los guardias. — pueden llevarla a mis aposentos, no permitan que escape.

Y con esto último y los guardias obedeciendo la fiesta fue devuelta con aún más alegría que antes.

Para Ranma aquello era un juego de niños, ya en su invierno número veintiuno, era buen sabido por todos que era un hombre entre hombres o al menos eso le hacía ver a su pueblo. Cuando en realidad, era medianamente diferente, mientras caminaba sus aposentos culpo a su padre por todas sus desgracias, no solo por el hecho de querer usar magia, sino por querer usarla para maldecirlo a él, a su propio hijo, claro que para ese momento él era un niño y lo que había pasado no fue más que un accidente, pero aún así...aún así.

Al entrar allí estaba ella sentada en la cama, atada de manos y pies, colocada como si fuera una esposa esperando por su hombre para pasar una noche de pasión. Este pensamiento le hizo mostrar una sonrisa y se acercó a esto para quitarleel manto del rostro. Al verla quedó un poco aturdido por la belleza angelical que esta era capaz de mostrar.

—¿Cómo te llamas? — preguntó en un vano intento de que fuera entendido.

Quiero irme de aquí, porque no me sueltas, no soy un buena esclava, te traeré problemas. — respondió está sin entenderle. — Solo quiero regresar a casa, déjame ir.

—Asi que no entiendes mi lengua, es extraño...— Ranma arrugó la frente, era extraño. A ella podía recordarla como siempre lo hizo, como estaba grabada en sus memorias, y como está había sido con él en su momento, a pesar de no entenderse.

Se preguntó por qué estaría allí como esclava, por un momento trato de no dar a entender que le entendía a la perfección y sobretodo que sabía quién era. Akane Tendo, la única que de verdad consideraba como su verdadera prometida.

Cuando era un niño, su padre lo llevo a un lugar nuevo, las tierras estaban colmadas de costumbres extrañas, pero aún así quedó fascinado por lo que sus ojos presenciaban. Las mujeres eran elegantes siempre con un maquillaje que hacía palidecer su rostro, aunque más le gustó fueron los paisajes, como las flores de los árboles caían de manera sutil a las calles. Cuando conoció al rey de esas tierras se le hizo un hombre muy simpático, recordaba a sus tres hijas, pero más aún de la ultima, la que le llevaba tres años apenas, mientras que las otras dos estaban entrando ya en la edad donde la flor comenzaba a abrirse.

En cambio esa niña de ojos avellana y mirada angelical aún tenía esa inocencia, a sus ojos, quedó algo cautivado, sobretodo cuando en aquella duela la vió caer al suelo y levantaser para volver a intentar el movimiento. Su cabello estaba recogido, y sentada debajo de un altar estaba una mujer con un abanico entre sus manos, el pequeño Ranma sabía que no debía ser curioso, pero fue más su intriga por recorrer el palecio que por el obedecer a su padre, por ello había terminado en aquel lugar, lo que parecía un lugar de entrenamiento. La niñez y la mujer hablaron de algo que no entendió por no saber muy bien el dialecto, hasta que si. Querer tropezó abriendo por completo la puerta corrediza, la primera en ir en los de él, fue la princesa, quién se agachó estirando sus manos para ayudarle.

¿Esta bien alteza?— escuchó de la mujer quién cansada se levantó para socorrerlo de igual forma.

Dios, eres un torpe, ten más cuidado la próxima vez. — la niña arrugó la frente, y le miró decida, por un intente se sintió incómodo, no es que no estuviese acostumbrado a escuchar eso, sus amigos alguna que otra vez le decían, pero jamás lo había hecho una niña.

La mujer amonestó a la joven princesa y esta comentó algo más que le dejo descolocado y no pudo evitar responder con algo de rudeza, y fue así, como su primer encuentro no había sido más que una pelea infantil. Actualmente Ranma jamás podría olvidarla, ¿Cómo lo haría? Sí después de aquello su padre le comentó que era iba ser su esposa, hasta que sucedió la traición de ese reino con el de su padre, y jamás volvió a saber de ella. Aún, después de casi diez años de lo sucedido con ese reino y el suyo era todo un misterio, solo sabía del rencor que su padre guardaba para Soun Tendo.

¡Suelteme ya! O le demostraré que con una Tendo no puede jugar, ya no permitiré que otro más me toque. — repuso la joven con furia loca trayendolo de vuelta al prresente. — pregúntale a tu amigo qué fue lo que hice cuando se quiso aprovechar, tú quedarás peor.

—Sigues siendo una salvaje. — musitó Ranma, con media sonrisa se fue acercando a la joven. La cual estaba estática, llena de pavor. No porque el extraño se le fuera acercando, mientras ella trataba de no ser tocada se arrastraba sobre la cama, sino porque le había entendido perfectamente.

—Aléjate, aléjate. — suplicó tocando el espaldar ya sin saber a dónde huir miró a su alrededor.

—¿Por qué debería? Tú y yo estamos enlazados, aunque seas una salvaje y parezcan un hombre eres de mi propiedad. — comentó el ágatas. Y fue en ese momento cuando la chica por impulso le dió con sus dos manos atadas para defenderse, no porque este le fuera hacer algo, sino por sus palabras que le revolvieron el estómago.

—No sé quién eres, pero no soy de tu propiedad, antes muerta. — exclamó está aún con más furia.

Ranma había parado en el suelo, con la vista en el techo de madera gruñó una maldición antes de soltar una risa, cuando le hubiese gustado presentarse ante ella en otra condiciones, estaba seguro que ella sería igual que en esos momentos, una salvaje sin remedio alguno.

—Akane Tendo, eres igual a como cuando eras una mocosa. — soltó y la mujer estaba luchando por quitarse lo que le aprisionaba, aunque se detuvo al oír su nombre, bajo las manos y su vista quedó inmóvil a la vista que le daba el balcón de ese castillo.

—¿Como conoces mi lengua?— preguntó, claro que había más dudas, pero por el momento solo estaba dispuesta a escuchar esa respuesta.

—Soy un príncipe, heredero al trono, es mi deber conocer distintas lenguas aparte de la natal. — contestó levantándose del suelo. Sin dejar claro de dónde le conocía.

Se sentó sobre la cama de nuevo, esta vez sin querer asustar a la chica. Colocó las manos detrás de cabeza y se dejó caer tranquilamente, no la obligaría a estar con él, quizás había quedado fascinado con lo que ella se había convertido, pero ante todo era un cabellera, un príncipe, su jamás podría hacerle algo malo, no ha ella.

—Puedes dormir donde quieras, estás en todo tú derecho. — Ranma cerró los ojos, y por primera vez en mucho tiempo, la joven comenzó a sentirse medianamente tranquila con lo que sucedía, por alguna extraña razón, ese chico de ojos azules le llenaban de tranquilidad y seguridad, pero era algo que jamás mencionaría.

—Solo quiero demostrarte que yo soy mejor que tú— soltó la mujer con una enorme sonrisa, manteniendo el hombro en alto, la espada estaba en un ángulo ascendente y la posición del resto del cuerpo solo demostraba el conocimiento que está tenía sobre el arte de la lucha, no solo cuerpo a cuerpo. Una sonrisa orgullosa adornaba sus labios, y miraba a su contrincante de manera retadora, la ahora chica soltaba una risa y se lanzó contra la de cabellos oscuros haciendo que su trenza danzara en el aire.

El lugar estaba solitario, por suerte el espacio de entrenamiento estaba solo dispuesto para ambas chicas, el sonido de hierro chocando entre ellos, era lo único que podía escucharse a parte de la respiraciones agitadas. Las espadas se separaron por un instante y volvieron a chocar cuando la chica de cabello oscuro detuvo un golpe por la espalda. Mirando a su contrincante de reojo le sonrió de manera gatuna, después de todo era una simple pelea amistosa.

—¿Por qué no cambias? Sigues siendo hombre al final de cuentas, Ranma. — soltó, para picar al contrario quién se movió un paso atrás agachando su torso en un perfecto puente demostrando así su elasticidad, la mirada de la atacante parecía estar dispuesta a todo con tal de ganar.

Pero él era el guerrero más fuerte del lugar, cuando su condición actualmente era diferente, aún así, seguía siendo más fuerte, se deslizó colocando una mano en la duela y arrastró sus pues hasta golpear el talón de la chica haciéndola caer de espalda pegando su trasero en el piso.

Con rapidez la chica de la trenza se acercó a la fémina, colocándose entre sus piernas, y sostuvo sus muñecas impulsando su cuerpo a recostarse en el piso. Le sonrió como ella lo había hecho anteriormente, orgulloso y con el ego por los cielos al demostrarle que siendo hombre o mujer, su fuerza y capacidad eran inigualables.

—Aun te falta para vencerme, Akane, entiende eso...— la chica que mantenía atrapada frunció las cejas, y arrugó la nariz sin gustarle nada como había acabado por no observar bien a su contrincante. Subió las piernas a la caderas de Ranma abrazandolas con algo de fuerza haciendo que se impulsará hacia delante y así poder dar la vuelta quedando sobre esta, Akane miró a la chica son sonreír, pero mostrando de igual manera su capacidad de lucha.

—No cantes victoria tan pronto, eso deberías saberlo, Ranma Saotome. — gruñó está, y luego de un par de minutos soltó una risa, angelical y pura que hizo que la chica de la trenza endulzara su mirada, el premio de Ranma llegó cuando está se bajó para darle un beso casto en los labios. Tal vez aún no era capaz de decirlo a los cuatro vientos, pero después de tres inviernos era capaz de decirle a ella cuanto la adoraba.

Escuchó los gritos de vítores sobre ellos, la de cabellos cortos sonreía alegremente sin dejar de mirarlo, una gruesa capa de piel con pelaje blanco cubría sus hombre, el vestido de color blanco que delinean su figura más aquella corona de flores que adornaban su cabello daban a su imagen la sensación de ser celestial, o al menos eso veía su ahora esposo y rey Ranma Saotome, quién parecía hechizado por ella, no paraba de mirarla, aún después de hacer hecho los votos y completado todos los rituales, la amaba más que nunca.

Ya no importaba de donde ella venía, ya no importaba la lucha entre sus pueblo o incluso entre algunos de los suyos por haberla elegido a ella como su compañera de vida, no como una esclava, no como un objeto o un trofeo ante el reino del que antes ella perteneció, no era así, ahora iban a luchar juntos, mano a mano y hombro con hombro. Cuatro inviernos pasaron desde que le conoció, como ellos peleaban y se insultaban, como ella demostró ser una de las mejores guerreras, y comos e dió su lugar a pesar de todo lo vivido.

Saotome suspiro, suspiro de alegría, de melancolía y sobretodo de amor, ese no era un final feliz, estaba seguro de ellos, pero si sería el mejor viaje de toda su vida. Se dijo, qué tal vez en la siguiente vida, como las tradiciones y creencias de su ahora esposa afirmaban, ellos volverían a encontrarse, y volverían a amarse con locura, como ahora lo hacían, porque a ellos les unía un hilo rojo, que los ataba apesar del tiempo de las vidas, sus almas estaban conectadas.

—Mi rey, es hora de presentar ante sus súbditos su reina. — escuchó a su lado uno de sus consejeros, Ranma tomo la mano de sus esposa y esta le sonrió con ternura. Y después de alzarla la presentó a su reino.

—Hemos pasado por mucho estos últimos años, el invierno ha sido frío e inclemente, pero por suerte y gracias a los dioses que nos han visto con gracia volvemos a ver la primavera. — la voz de Ranma fue escuchada por los súbditos y estos alzaron su voz en victoria. — Yo su rey, Ranma, junto con su nueva reina Akane prometemos dar prosperidad a todo el reino.

—Seremos una nación fuerte. — habló está vez Akane con una sonrisa enorme sobre sus labios. — demostremos lo que nosotros como guerreros, fieles siervos al dios Odín podemos demostrar, cuidandonos unos a otros y no permitiendo que nos pisoteen.

De nuevo el júbilo se escuchó y Ranma atrajo a su esposa hacia si, está colocando su rostro sobre mejilla sobre su hombro soltó un suspiro y allí, mientras veía a su pueblo danzar, soltó esas palabras que a lo largo de cuatro inviernos no se había atrevido.

—Te amo, Ranma.

El joven rey engrandeció su sonrisa y tomando su barbilla beso sus labios un instante sin olvidar en el lugar donde se encontraban.

—Yo también te amo, Akane.


Eeeeen fin.

Esto es todo por ahora, si hay dudas no olviden comentar, feliz año nuevo, feliz navidas atrazada. Los TQM, espero que lo hayan disfrutado.

ACLARACIONES:

Ese one-shot toma de inspiración a varias series televisivas, como lo son: Vikingos, Juego de trosnos, entre otros.

Tambien quise mostrar una de las vidad pasadas de Ranma y Akane. Sí, Ranma es nórdico y Akane es de paises asiaticos (no ha especificación de cual de ellos)

Pensé en un principio alargarme, y progundiazar, pero eso se los dejo a su decisión si estan interesados en que quieran que profundice los cuatro años y lo que paso Akane con Kuno ¿qué me dicen?

FIN DE LAS ACLARACIONES.

Como es bien sabido, también estoy trabajando en el fandom de juan pis, justo en la shipp de ZoroxSanji, pero ellos si es por Wattpad. cualquer duda pueden o sugerencia soy toda vista y oidos.

Como sea, recuerden que los leo con un cafecito.

Bye, bye