Traducción: DESOLACIÓN JUVENIL de GallaPlacidia
Traducido por Sora Tapia
Resumen: Draco nunca pensó que terminaría como el único tutor de una adolescente con problemas. Harry nunca pensó que terminaría siendo un hombre lobo. Tener veintidós años es difícil.
ADVERTENCIAS: SLASH, Harry Potter Epilogue What Epilogue|EWE, Post-Hogwarts, Angst, Angst with a Happy Ending, Implied/Referenced Child Sexual Abuse, Werewolf Harry Potter, Down and Out Draco Malfoy, Fear of Hell, Veritaserum, H/D Erised 2020, Hurt/Comfort, Domestic Abuse (Not Between Drarry!), Mild Church Of Englad Conversion, Alcoholism Of An Original Character, Look I know the tags are scary but I promise it's not as dark as you're thinking, seriously it's actually quite uplifting by the end, Harry Potter plays the piano freakishly well, potions master Draco, Feminist Draco, A decent amount of teenage girl angst, prolonged and continual jokes about the 2000 classic film Coyote Ugly.
RELACIÓN HOMOSEXUAL, El Epílogo de Harry Potter No Existe, Post-Hogwarts, Angustia, Angustia con Final Feliz, Implícito/Referenciado Abuso Se_xu_al In_fan_til, Harry Potter|Hombre Lobo, Draco Malfoy prisionero y libre, Miedo al infierno, Veritaserum, Traducción de un fanfic del H/D Erised 2020, Dolor/Confort, Abuso Doméstico (¡No entre el Drarry!), Conversión leve por la Iglesia Anglicana, Alcoholismo de un Personaje Original, Sé que las etiquetas dan miedo pero te prometo que no es tan oscuro como se ve, en serio, en realidad es más reflexiva al final, Harry Potter toca el piano increíblemente bien, Draco Maestro de Pociones, Draco feminista, Una cantidad decente de Angustia adolescente, Bromas constantes sobre la película clásica del 2000 Coyote Ugly.
IMPORTANTE: La presente es una traducción del fanfic de GallaPlacidia "TEENAGE WASTELAND". Quien ha eliminado su cuenta en la plataforma AO3, así como todos sus fanfics, como una fan que ama su trabajo he decidido traducir sus fanfics al español para que sus fans de habla hispana podamos seguir disfrutando su trabajo.
Nota de GallaPlacidia en la versión original:
A Whileatwiltshire: Tus sugerencias fueron muy divertidas. Me encantó que me dieras la libertad de abusar del hurt/comfort, al mismo tiempo que me dabas muchos pequeños detalles con los que trabajar: una amistad entre Draco y Pansy, un Draco que hace perfumes y, lo que es más importante, un Draco y Harry que siempre parecen buscarse el uno al otro. ¡Espero que disfrutes leyéndolo tanto como yo escribiéndolo!
¡Muchas gracias a Aideomai, Alexmeg, Feelsforbreakfast y Tepre por betear esto! También muchas gracias a los moderadores por organizar este gran festival. ¡Black Live Matters! ¡Derechos-Trans! ¡Feliz Navidad/Invierno!
Notas de la Traductora:
Nombre de usuario en podbean & newsletter de Gallaplacidia: gallapod.
En mi perfil de AO3 (Usuario: Sora_Tapia) podrán encontrar el enlace para descargar los fanfics de GallaPlacidia en su versión en inglés (descargados de AO3) en varios formatos, así como Podfics que GallaPlacidia hizo.
DISCLAIMER:
El universo mágico de Harry Potter pertenece a J.K. Rowling, sin ánimo de lucro.
Toda la historia publicada no me pertenece solamente hice la traducción y la correspondiente edición.
LA UTILIZACIÓN DE CUALQUIER IMAGEN ES CON EL PERMISO DEL ARTISTA Y SIN FINES DE LUCRO.
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CAPÍTULO 5
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Cuando regresó al departamento, Adelaida había preparado unos cremosos ñoquis de parmesano con espárragos. Eran sus favoritos.
—Huele delicioso —dijo.
—Tal vez deberías ponerlo en mi perfume —dijo, poniendo la mesa.
—¡Me dijiste que nada de comida! ¿Tienes alguna idea de qué tan difícil es decidir?
Adelaida arrugó la nariz.
—No quiero atraer osos —dijo.
—No hay osos en Inglaterra.
—Que sepamos —dijo Adelaida. Draco se rio y después de un segundo, Adelaida también lo hizo. Luego se miraron.
—Lo siento —dijo Adelaida, retorciéndose las manos, enroscándolas a través de sus brazaletes.
—Enserio está bien —dijo Draco— Quiero decir, lo que dijiste está bien. La bebida no lo está.
Adelaida agachó la cabeza.
—Lo siento, soy un desastre.
—Oh —dijo Draco— No, no… mira estos ñoquis. ¿Sabría un desastre cómo hacer ñoquis?
—Tal vez —dijo Adelaida, y se echó a llorar. Draco la abrazó hasta que se detuvo, y luego se quedaron así, a la deriva en la pequeña cocina.
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Al día siguiente, se tomó un día libre en el trabajo e hizo que Adelaida no asistiera a la escuela. Fueron a San Mungo.
—No necesito ayuda —seguía siseándole. Él la ignoró y se acercó a la bruja de recepción con una sonrisa ostentosamente amistosa, con la esperanza de que no lo reconociera por su cabello.
—Hola, ¿Cómo está? Tenía la esperanza de que pudiera dirigirme al centro de rehabilitación de drogas y alcohol —dijo, apoyándose encantadoramente contra el mostrador.
—¿El qué? —preguntó la bruja de recepción, en el tono sombrío que delataba su mal salario.
—Mi amiga aquí está teniendo algo así como… —Adelaida lo miró con tanta dureza que tuvo que apartar la mirada—… problemas, con el alcohol.
La bruja de recepción miró a Adelaida con ojo crítico.
—¿Licor maldito? Cuarto piso. Envenenamientos, es en el tercero.
—No, no hay nada malo con el alcohol —dijo Draco.
—Solo conmigo, aparentemente —dijo Adelaida.
—Siempre puedes intentar la posesión demoníaca, octavo piso —dijo la bruja de recepción con dudas.
Draco la miró fijamente. Le asombraba haber pasado los primeros dieciocho años de su vida creyendo que su sociedad lo había descifrado todo, que había descubierto cómo funcionar mejor que los demás.
—Correcto —dijo— Muchas gracias —dio media vuelta y salió. Adelaida corrió tras él.
—¿No vas a exorcizarme? —ella preguntó.
—¿Y perder toda tu personalidad?
—Ja —dijo ella secamente— ¿A dónde vamos?
Como era de esperar, el Servicio Nacional de Salud estaba más capacitado, como siempre lo estaba con todo lo relacionado con la salud mental. El Mundo Mágico tenía un enfoque más de… si no es está sangrando profusamente por una herida maldita, ¿Para qué arreglarlo? Draco solo había aprendido sobre el alcoholismo por un panfleto del que una vez se había burlado veinte minutos en voz alta en la oficina de Kevin, y luego se lo había llevado disimuladamente a casa.
Desafortunadamente, el Servicio Nacional de Salud estaba crónicamente falto de fondos. El médico de cabecera de Adelaida la puso en una lista de espera para un centro de rehabilitación para pacientes ambulatorios y le entregó un folleto impreso sobre el valor del ejercicio.
Cuando llegaron a casa, ni Draco ni Adelaida se hablaban.
Draco se encerró en su habitación y repasó sus cuentas. Cada mes apartaba parte de sus miserables ingresos, ahorrando para una casa. Había recogido un folleto de un centro privado de rehabilitación para pacientes hospitalizados. Incluso con todos sus ahorros, no podía permitírselo.
"Odio ser pobre", escribió con lápiz en el alféizar de la ventana, y luego lo borró apresuradamente cuando se dio cuenta de que lo había hecho.
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—¿Así que lo extrañas? —preguntó Kevin.
—Yo no dije eso —dijo Draco.
—Dijiste que tu vida se siente vacía sin él.
—Comparativamente —dijo Draco— Relativamente vacía.
—Podrías hablar con él —dijo Kevin.
—Ese es un mal consejo —dijo Draco— El NHS(1) no te paga para darme malos consejos.
—¿Por qué dices que es un mal consejo?
—¡Por qué me odia! —dijo Draco, mucho más alto de lo que pretendía. Bajó los ojos— Mierda. Es triste, eso es todo. Querer tanto a alguien y que piensen tan poco de ti.
—No puedes controlar lo que otras personas sienten por ti, Draco.
—Sí, bueno, tampoco puedo controlar cuánto lo quiero, aparentemente.
—Es inusual que estés románticamente interesado en alguien —dijo Kevin. Draco hizo un sonido irritado.
—Odio tu oficina —dijo— ¿Lo sabías? Lo odio.
Kevin parecía desconcertado, pero se recuperó rápidamente.
—¿Qué es lo que no te gusta en ella?
Draco se puso de pie y se acercó a un poster que decía: TÚ eres hermoso. TÚ eres importante.
—De acuerdo. Ese poster, probablemente fue hecho por esclavos asalariados en China. No me mires así, leí algo sobre eso cuando Adelaida estaba estudiando talleres clandestinos en su clase de ética.
Kevin esperó.
—Entonces —dijo Draco— ¿Quién está diciendo esto? No los niños extranjeros mal pagados, podemos suponer. ¿El CEO(2)? ¿El propio señor poster inspiracional? ¿Estás bromeando? Se ríen a carcajadas en su villa volcánica a estilo James Bond porque te estafo para que gastaras 3.99 libras esterlinas en esta tontería sin sentido. Y tan solo es eso sin tener que empezar con el mensaje.
Kevin lo miraba con una expresión extraña. Draco estaba exaltado, inquieto. Enojado, en realidad. Sí, enojado.
—"TÚ eres importante". Le está hablando a todo mundo, a cualquiera que lo vea, pero ¿Y los trabajadores que lo hicieron, son importantes? ¿Qué es la importancia? ¿Por qué ese CEO termina tomando decisiones como esa? ¿Sabes de lo que habló? —Draco estaba consciente de que sonaba histérico, pero parecía que no podía detenerse— Perros. Todos dicen, Oh mi perro me ama incondicionalmente. Como si eso fuera algo bueno. ¿Crees que mi tío Tertius era importante? ¿Crees que se merecía amor incondicional? ¿Qué hay de mi padre? ¿Qué hay de…?
Su garganta se cerró. Parpadeó varias veces, hizo una rígida reverencia, y dijo:
—Aquí toda la semana —y volvió al sofá.
Pasó lo que pareció un minuto entero antes de que Kevin hablara.
—Tú no eres ni tu padre ni tu tío, Draco —dijo.
—Lo sé.
—¿De verdad?
—No me importa que tu estúpido poster de mierda piense que soy importante. Solamente… —el tragó— Me gustaría que alguien pensara eso. Sobre mí.
—Adelaida…
—Eso no cuenta, ella depende de mí para todo, eso no es importante, es una necesidad —dijo Draco.
—Dudo que ella lo vea de esa manera.
Draco bajó los ojos.
—A veces sentía que yo era importante para Harry.
Podía sentir a Kevin mirándolo, pero no levantó la vista.
—Se acabó el tiempo —dijo Draco.
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Harry fue a la tienda de Dinsmore. Cynthia, de rostro apático, le dijo que Draco no estaba. Regresó al día siguiente y Cynthia, con rostro insulso, le dijo que Draco estaba ocupado. Al tercer día, se encontró a Dinsmore.
—¿Draco? Por supuesto, señor Potter —dijo Dinsmore, luego estiró el cuello y gritó— ¡Malfoy! ¡Ven aquí!
Draco emergió unos segundos después, rápidamente bajando sus mangas, una mancha de ceniza en su mejilla. Se puso rígido cuando vio a Harry.
—Yo solo, eh —le dijo Harry a Dinsmore— Tenía que preguntarle algo, sobre… eh... la poción.
No fue correcto decir eso. Dinsmore pareció muy ofendido.
—Cualquier pregunta que tenga sobre mis pociones puedes dirigirla a mí —dijo.
Draco hizo ademán de alejarse.
—No dije que pudieras irte —dijo Dinsmore. Draco se giró obedientemente de nuevo, su rostro impasible— ¿Qué deseaba preguntar, señor Potter?
—Solamente —dijo Harry. No había pensado en esto. Nunca pensaba bien las cosas— Si alguien cometió… un error. En una poción. ¿Podría arreglarlo?
—Esa es una pregunta fascinante —dijo Dinsmore.
—Algunos errores son causados por cosas inmutables —dijo Draco— Señor Dinsmore, si no pongo las crisopas ahora, tendré que empezar de cero. Por favor discúlpenme.
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Harry empezó a tocar mucho a Satie(3).
—Es deprimente —dijo Ginny.
—No tienes que venir a escuchar.
—Ron cree que estás en una extraña espiral por Malfoy desde que te lo encontraste en el Departamento de Aurores —dijo Ginny, recostándose contra el piano.
—¿Eso dijo?
—¿Toda la música clásica es tan sombría?
Harry empezó a tocar Réquiem de Mozart(4).
—Eres menos divertido de lo que solías ser —dijo Ginny.
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Ron, por supuesto, trató de hablar con él al respecto, pero Harry no sabía cómo empezar. No sabía cómo decirle, "Acudió a mí cuando necesitaba ayuda y fui cruel con él".
Se sentía, hasta cierto punto, como si Draco tuviera la idea correcta al terminar con todo. Nada había cambiado entre ellos desde que tenían dieciséis, claramente, cuando Harry lo encontró llorando y reaccionó mutilándolo.
Sin embargo, no podía dejar de pensar en la forma extrañamente natural en que había sido bueno. La forma en que se despertaron la mañana después de la transformación de Harry y se sonrieron el uno al otro.
Harry no había intentado ver a Draco en varias semanas cuando levantó la vista de la sección de alimentos congelados del supermercado y vio a Draco de pie junto a él. Instantáneamente, Harry regreso a ese momento, hace más de dos años. Ver a Draco por primera vez desde Azkaban. Lo guapo que se había visto; tan amable como si él también hubiera repasado sus recuerdos y pensado que aquí había otra explicación, no pudimos simplemente habernos odiado. Parecía perfectamente despreocupado de ver a Harry, había sonreído como si no tuvieran nada que hacer más que empezar de nuevo.
Ahora, sin embargo, no estaba sonriendo. Parecía tan alarmado como Harry se sentía.
—Hey —dijo Harry, lentamente, con cautela— No sabía que comprabas aquí.
—Mi lugar de costumbre no tiene buenas especias. Adelaida… —se interrumpió.
—Draco, lo siento mucho —dijo Harry, las palabras saliendo de él— No pensé, no estaba… no quise…
—Detente. Solo para. Se acabó.
—Claro —dijo Harry— Sí. Lo que quieras.
Draco asintió secamente y se alejó, luego se dio la vuelta, luciendo como si lo estuviera haciendo para su pesar.
—Lo que quiero saber, es ¿Cómo pudiste pensar que yo sería capaz de…? —se trabo con las palabras— ¿Cómo pudiste pensar que era como mi tío Tertius? ¿Cómo puedes pensar eso y aun así dormir conmigo? Reconozco que tengo mis propios problemas, pero ¿Qué dice eso de ti?
Harry se quedó sin habla, sosteniendo una bolsa helada de guisantes congelados. Quería decir que no había pensado que Draco fuera una mala persona, pero eso no era del todo cierto, porque lo había hecho, en aterradores destellos. Le había gustado Draco, y se sentía intrínsecamente conectado con él, y lo deseaba, pero había tenido miedo, todo el tiempo, de que Draco lo traicionara. Mejores hombres que Draco lo habían hecho, después de todo.
Los ojos de Draco se movieron con movimientos rápidos y espasmódicos alrededor del supermercado, sin posarse nunca en el rostro de Harry.
—Entonces… —dijo, y se fue, dejando a Harry completamente incapaz de moverse.
Quizás Draco no se dio cuenta de hasta qué punto su repentina presencia, su dolor ardiente, incapacitaría a Harry. Solo avanzó hasta siguiente pasillo, por lo que Harry escuchó toda su conversación con Adelaida.
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Adelaida estaba en el pasillo de al lado.
—¿Estabas durmiendo con Potter? —ella dijo. La sangre de Draco latía en su cabeza, su pecho estaba hinchado y adolorido. En la última semana, se había dicho a sí mismo que ya lo había superado, de verdad, aunque seguía volviendo a la triste iglesia gótica y mirando las pinturas sobre el Infierno. En el momento en que volvió a ver a Potter, lo supo, con una miseria sobrecogedora, lo falsa que había sido su recuperación. El cabello oscuro de Potter cayó sobre sus ojos. Olía a madera, de alguna manera, como si pasara todo el tiempo junto a una hoguera. Sus brazos eran fuertes y musculosos, y estaba de pie como si supiera lo importante que era, lo correcto que era. Incluso cuando dudaba, era con una vitalidad y viveza que Draco sabía nunca tendría para sí mismo, que nunca volvería a acercarse.
Adelaida estaba esperando. Draco asintió.
—¿Alguna vez te has acostado con alguien más? —ella preguntó. Draco hizo un sonido de risa con el corazón roto.
—¿Tú qué crees?
—¿Y él pensó que estabas teniendo sexo conmigo? ¡Eso está mal!
Draco le quitó los malvaviscos y los puso en su canasta.
—Está bien —dijo— Sabía lo que pensaba de mí.
Adelaida le puso la mano en el brazo y apretó hasta que levantó la vista para encontrarse con su mirada.
—Te mereces algo mejor —dijo ella.
Era lo que él le decía también. Ella lo estaba citando.
—¡Addy…! —dijo, su voz ligera y descuidada, o casi— ¿Me estás dando una charla de ánimo?
—No me llames así.
—Vamos, entrenador. Compremos barras Mars(5) y hagamos golosinas crujientes de arroz.
Mientras pagaban, Draco vio a Potter saliendo de la tienda. Caminando rápido, con la cabeza gacha. No había comprado nada.
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En el departamento, Adelaida le asignó a Draco la tarea de remover el chocolate para que no se quemara.
—¿Deberías salir con alguien más? —dijo— Ponlo celoso.
—Dudo que lo vuelva a ver —dijo Draco.
—¿Qué pasa con Kevin? —dijo Adelaida— ¡Sigue revolviendo!
—Lo siento. ¿Kevin? ¿Cómo Kevin, el terapeuta asesino con hacha?
Adelaida agregó los malvaviscos.
—¿Es un asesino con hacha? —ella preguntó.
—Podría ser —dijo Draco— Nunca se sabe. De todos modos, perdería su licencia, y, además, no me agrada.
—Ah, pero ese es tu tipo —dijo Adelaida, empujándolo fuera del camino y tomando el relevo— Personas que no te gustan.
—¿Lo son? —dijo Draco— No siento que tenga un tipo. Se siente como si solo fuera Potter.
Adelaida lo miró con esa expresión ilegible que tenía alguna vez, y no dijo nada.
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Algo que repentina y horriblemente tuvo sentido ahora, fue la falta de voluntad de Draco para tener sexo con Harry nuevamente, después de esa primera vez. Esa única vez, si lo que Harry había oído sirviera de algo. Recordó los enormes ojos de Draco, su expresión aturdida, la forma en que asentía con fervor cada vez que Harry lo miraba, los pequeños ruidos que había hecho, cada uno como una expresión de placer y conmoción. Luego recordó las respuestas tambaleantes de Draco, la forma en que se movía incómodo en su silla mientras Harry lo interrogaba. Su miedo.
Una culpa como esta tenía presencia física. Había una especie de justicia abstracta en el dolor, como si Draco hubiera eliminado el dolor de los músculos de su cuerpo solo para reemplazarlo con una punzada implacable en el pecho de Harry.
Pasó por la tienda de pociones varias veces, pero Draco siempre encontraba formas de no hablarle. Finalmente, se adelantó cuando Harry llegó, lo sacó del camino y dijo:
—Si lo sientes tanto, déjame en paz.
Harry tocaba mucho a Debussy(6) y pasaban las semanas.
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Había cambiado a Beethoven(7) cuando Draco apareció en su puerta.
—¿Luz de Luna? Vaya —dijo Draco, mirando por encima del hombro de Harry. Parecía al borde del pánico. Siempre parecía al borde de algo terrible, y Harry se encontró deseando haber entendido lo precioso que había sido, esa mañana después de la luna llena, el tener a Draco tranquilo, sonriente y calmado en su cama.
—¿Estás bien?
—¿Puedo pasar? Gracias —Draco fue directo a la sala de estar. Apoyó un codo en la repisa de la chimenea. Llevaba una playera gris oscuro delgada y pantalones negros plisados. Harry se preguntó brevemente si estos se veían tan bien porque eran caros o porque los usaba Draco.
—¿Está todo bien? —preguntó, aunque claramente no lo estaba. Por muy bien vestido que estuviera, Draco evidentemente estaba al borde del colapso. Su cabello caía sobre sus ojos. Se veía bien, pero también profunda y sorprendentemente descuidado. Giró la cabeza hacia Harry.
—Si te lo digo, tienes que prometer que no harás algo que, que no intentarás denunciarme o… o que me la quiten —dijo.
—Lo prometo —dijo Harry. Draco se quedó atónito por la rapidez con la que había accedido.
—Por tu honor —dijo. Harry se rio.
—Sí. Por mi honor. Lo que sea que valga la pena.
Draco se apartó de la repisa de la chimenea, se acercó a la ventana y luego volvió.
—Se ha escapado —dijo— Fui con la policía muggle; Me dijeron que tiene que estar ¿Desaparecida por cuarenta y ocho horas? ¿Antes de que hagan algo? Es malditamente una locura; y no puedo ir con los Aurores porque están a una pulgada de quitármela, y tal vez deberían, ¡Oh Dios!
Harry interceptó a Draco mientras caminaba por la habitación. Lo tomó de los brazos y lo detuvo.
—Por supuesto que no deberían quitártela —dijo Harry— ¿Cuándo se fue?
Los ojos de Draco estaban grandes en su rostro.
—Anoche nos acostamos temprano y… ¿Por qué no la revisé?
—¿Para qué habrías ido a verla? Ella estaba durmiendo —dijo Harry.
—Me iré al infierno —dijo Draco, y la gravedad con la que lo dijo dejó helado a Harry.
—Hey —dijo Harry, sacudiéndolo un poco— Vamos a encontrarla.
—Deberías darme Veritaserum —dijo Draco.
—¿Qué? ¿Por qué?
—Podría estar mintiendo. Tal vez le he hecho algo.
—No lo has hecho —dijo Harry, desconcertado. Draco se apartó y cayó sobre el sofá, encogiéndose, acurrucándose ahí.
—¡Tienes que comprobarlo! —él dijo— Cualquiera podría estar aprovechándose de ella, ¡Tienes que comprobarlo!
—Está bien —dijo Harry, como si hablara con un caballo asustado— De acuerdo. Creo que tengo algunos viales en mi estudio. Espera aquí.
Draco hizo un ruido insondablemente miserable, por lo que Harry decidió invocar el Veritaserum en su lugar.
—Aquí —dijo— Saca la lengua.
Draco levantó la cabeza y obedientemente mostró su lengua. Harry le puso un dedo debajo de la barbilla, levantó su rostro y le echó una gota de Veritaserum en la boca.
Luego tomó una gota él mismo.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó Draco.
—Es lo justo —dijo Harry. Draco parpadeó un poco salvajemente.
—No te entiendo —dijo.
Harry se arrodillo junto al sofá.
—Dime tu nombre.
—Draco Malfoy.
—Bien. Ahora dime que te llamas Terry Boot.
Draco estaba familiarizado con el protocolo. Harry se preguntó cuántas veces lo habían interrogado bajo Veritaserum.
—Mi nombre es… —Draco negó con la cabeza— Está funcionando. Pregúntame sobre Adelaida.
—¿Alguna vez haz hecho algo ilegal con tu tutelada, Adelaida Lovell?
—Si —dijo Draco de inmediato, luego abrió los ojos con horror mientras continuaba hablando— A veces bebo con ella. Vino en la cena.
—¿Es ese el alcance total de cualquier actividad ilegal o inapropiada? —preguntó Harry. Puso su mano sobre la rodilla de Draco y la acarició, tratando de tranquilizarlo. Draco no pareció darse cuenta.
—Sé que a veces fuma y no la detengo. Dejé que se perforara el ombligo, necesitaba obtener el consentimiento por escrito, no sé si fue apropiado que se lo concediera. Tiene permitido invitar chicos a pasar la noche siempre y cuando se queden a desayunar. Ella…
—Draco —dijo Harry— Nada de eso es… está bien.
Draco cayó de costado sobre el brazo del sofá y enterró su rostro en él.
—Me iré al infierno —dijo de nuevo. Con Veritaserum activa. El corazón de Harry dolía.
—Oh, Draco —dijo. Tomó la mano derecha lastimada de Draco y actuó siguiendo ese viejo impulso, besó amorosamente cada nudillo— No lo harás.
—¿Me ayudarás? —dijo Draco— Lamento molestarte, es solo que no sabía a dónde más ir.
—Estoy tan contento de que hayas venido —dijo Harry— Por supuesto que te ayudaré. ¿Dejó alguna nota?
Draco retiró su mano, buscó en sus bolsillos y sacó un trozo de papel.
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«D—-—-—-—-—-—-—-—&—-—-—-—-—-—-—-—H»
Draco:
Por favor, no te preocupes por mí. Sam me ama y va a cuidar de mí ahora, y tú puedes ser joven, sexy y recuperar tus veintes. ¡Enviaré un mensaje de texto pronto! Te amo. ¡No te enojes!
Adelaida.
«H—-—-—-—-—-—-—-—&—-—-—-—-—-—-—-—D»
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—¿Quién es Sam? —preguntó Harry.
—No lo sé —dijo Draco— ¿Cómo puedo no saberlo?
Harry podía sentir el efecto del Veritaserum.
—Draco, escúchame. No puedo mentir, ¿Verdad?
Draco lo miró, no dijo nada.
—No hiciste nada malo —dijo Harry— Voy a ayudarte. No hiciste nada malo.
—¿Cómo puedes decir eso, cuando pensabas que yo era…? —dijo Draco.
—Me estaba enamorando de ti —dijo Harry, dejando que los últimos rastros de Veritaserum lo sacaran— Me estaba enamorando de ti y pensé que estabas enamorado de otra persona, y solo me tomó un minuto ponerme al día con los hechos. Eso es todo.
Draco cerró los ojos.
—No puedo procesar eso en este momento, no puedo —dijo.
—Lo siento —dijo Harry— No tienes que hacerlo. No… —intentó mentir— Importa.
—¿Qué pasa si se lastima? —dijo Draco, en voz baja. Harry se sentó a su lado en el sofá y Draco se acurrucó contra él. Harry rodeó su cuerpo con los brazos y lo acerco a su cuerpo.
—Apuesto a que sus amigos sabrán quién es este Sam —dijo— Vamos a hablar con ellos.
—¿Vendrás?
Harry presionó sus labios contra el suave cabello pálido de Draco.
—Sí.
«—D&H—»
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«—H&D—»
—Barker —dijo Fiona— Creo que ese es su apellido, ¿No? Sam Barker.
Se pararon afuera del edificio de la escuela. Harry había ido con el director, lo convenció para que dejara salir a las tres amigas más cercanas de Adelaida y las trajo a todas para que se unieran a Draco afuera de los escalones de la entrada.
—Solo lo hemos visto una o dos veces —dijo Ellie— Él no era muy amigable.
—Ella nos pidió que no dijéramos nada —dijo Tasha, a las otras dos.
—Siempre has sido leal, Tasha —dijo Draco— Lo aprecio. Pero Adelaida podría estar en peligro. Su seguridad es más importante que cualquier promesa que le hayas hecho.
Harry había insistido en que Draco tomara prestado un suéter, y lo distrajo ver cómo Draco ya había metido los pulgares a través de los agujeros en las mangas, cómo jugueteaba con los hilos sueltos mientras hablaba.
—¿Cuánto tiempo ha estado Adelaida saliendo con este tipo Sam Barker? —preguntó Harry. Todas las chicas se encogieron de hombros.
—Ya casi no la vemos —dijo Ellie— Está obsesionada con él. Él le dijo que dejara de maquillarse, así que de inmediato ella dejó de maquillarse. Es patética.
Junto a él, Draco respiró hondo. Harry extendió su mano, con la intención de tocar su brazo, pero Draco tomó su mano. Harry la apretó, suavemente, era la derecha de Draco, y Draco acarició con su pulgar los nudillos de Harry.
—No entiendo cuándo ha tenido tiempo de verlo —dijo Draco— Ha estado muy ocupada con el club de cocina.
—¿Club de cocina? —dijo Fiona, luego se detuvo, porque Tasha le había dado un codazo en las costillas.
—Oh —dijo Draco— No hay ningún club de cocina —miró a Harry, como si estuviera tratando de justificarse, como si esperara que Harry lo criticara— Pensé que se había unido a un club de cocina.
Harry les hizo algunas preguntas más a las chicas. Draco parecía totalmente incapaz de decir algo más. Se quedó mirando los escalones de hormigón, como si estuviera repasando una lista de todos los errores que había cometido.
«—D&H—»
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«—H&D—»
Harry lo hizo esperar fuera de la estación de policía mientras entraba, usando más hechizos de los que técnicamente eran legales. Era lo suficientemente similar al Departamento de Aurores que pudo encontrar los archivos sin demasiada dificultad. Localizó el archivo de Sam Barker, miró la foto, comprobó la edad. Coincidía con todo lo que habían dicho los amigos de Adelaida.
Draco estaba exactamente donde Harry lo había dejado, de hombros encorvados y pequeño. Parecía perdido, y el repentino amor de Harry por él surgió como la lava.
—Vamos —dijo, y los Apareció en Grimmauld Place. Draco tropezó cuando aterrizaron y Harry lo agarró por la cintura. Draco envolvió sus brazos alrededor del cuello de Harry. Permanecieron así por un momento, una de las manos de Harry agarraba el archivo de Sam Barker, la otra plana contra la espalda de Draco, sosteniéndolo cerca.
Entonces Draco se alejó y Harry lo siguió a la sala de estar.
—¿Es ese su archivo? —preguntó Draco.
—Sí —dijo Harry, entregándoselo. Draco se sentó y lo abrió sobre la mesa de café.
—Tiene veintiséis años —dijo, sus dedos pasando sobre la foto policial— ¿Por qué tiene una foto policial? No todo el mundo tiene una, ¿Verdad?
—Fue arrestado por agresión sexual hace dos años. Se retiraron los cargos —dijo Harry.
—¿Así que era inocente? —preguntó Draco esperanzado.
—Eh —dijo Harry— Tal vez. Probablemente no, honestamente.
Draco asintió. Parecía tan cansado.
—Está bien —dijo. Luego puso su cabeza en sus manos, sus codos en sus rodillas. Harry se estiró y le frotó la espalda, su mano moviéndose lentamente sobre la áspera lana de su suéter. Draco se quedó muy quieto, pero no le dijo que se detuviera.
—Tengo una idea —dijo Harry— Pero tendremos que esperar hasta la noche, porque implica irrumpir en el Departamento de Misterios.
—Tendremos que tener cuidado —dijo Draco, levantando la cabeza para mirar a Harry— Me enviarán a Azkaban si me atrapan.
—Oh, eres único —dijo Harry, desesperadamente cariñoso— Obviamente tu no irás.
Draco pareció por un momento como si fuera a discutir, luego puso su cabeza entre sus manos.
—Está bien. ¿Qué robaras?
—Hay un instrumento que usan para alterar el Rastreador en menores. Lo usaré para encontrarla.
Draco se incorporó y se giró para mirar a Harry. Harry todavía tenía una mano en la espalda de Draco, así que el movimiento de Draco lo acercó mucho más de lo esperado.
—Gracias —dijo Draco.
—Está bien —dijo Harry, encontrando bastante difícil respirar. El rostro de Draco estaba tan cerca.
Los ojos de Draco vagaron sobre él, grises y escrutadores.
—Esa primera vez —dijo.
—Lo siento —dijo Harry automáticamente.
—¿Por qué te comportaste así? ¿Por qué te comportaste así y nunca más?
Harry levantó la mano muy, muy lentamente. Tocó el rostro de Draco. Los ojos de Draco se cerraron y exhaló un suspiro tembloroso.
—Se sintió bien —dijo Harry— ¿Fue así, para ti?
—Sí —dijo Draco. Harry pasó su pulgar por la comisura de la boca de Draco, y Draco movió un poco la cabeza, atrapó el pulgar de Harry con sus labios.
—Nunca he sido capaz de dejar de pensar en ti —dijo Harry— Se sintió así todos estos años.
Draco abrió los ojos y se alejó.
—Mi terapeuta sugeriría que esto no es muy saludable —dijo.
—Probablemente no lo sea —dijo Harry, con la sensación desesperanzada de que Draco regresaría, si tan solo Harry dijera lo correcto— Yo… yo no he resultado ser muy bueno para ser un adulto.
—Lo estás haciendo bien —dijo Draco, con una sonrisa amable. Fue impactante y maravilloso que no se viera fuera de lugar. Que Draco había crecido para ser alguien amable, que Harry se le había permitido presenciar el cambio.
«—D&H—»
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«—H&D—»
En muchos sentidos, fue una terrible tarde, porque Draco estaba muy distraído, molesto y parecía que no podía concentrarse por más de unos minutos. Pero también fue bastante similar a esa mágica primera vez, aunque Harry ni siquiera ha besado a Draco, sabía que no debía intentarlo. Pidieron comida tailandesa y la comieron en el suelo de la sala de estar, hablando de cosas extrañas y aleatoria: momias egipcias y sobre pesca en el Atlántico, Londres versus el campo, quidditch.
—Pero no te gustó Los Ángeles —dijo Draco, después de haber comido— Nunca hablas de eso.
—Estuvo bien —dijo Harry. Se detuvo— Tenían esas fiestas sexuales.
—Detente —dijo Draco, pero estaba sonriendo— ¿Fiestas sexuales para hombres lobo?
—Sí —dijo Harry— ¡Fue práctico!
—¿Fuiste?
—¡Solo para ver! —dijo Harry, y Draco parecía completamente encantado, una expresión similar a la que solía tener cuando Harry fallaba en Pociones, pero diferente de alguna manera única.
—Por favor, "solo para ver", qué mentiroso —dijo. El aire parecía espesarse entre ellos— Eres…
Harry esperó, pero Draco no terminó su pensamiento. Sus mejillas estaban rosadas.
—Yo soy… —comenzó Harry.
Draco bajó los ojos.
—Claramente experimentado —dijo.
—Ah —dijo Harry— Eso es código para bueno, ¿Verdad? ¿Crees que soy bueno en la cama?
—No hemos hecho mucho en una cama —dijo Draco, jugueteando con la tapa del recipiente de curry verde.
—Tengo bastante experiencia —dijo Harry— He estado con mucha gente…
—Fanfarrón.
—…pero nadie como tú —terminó Harry. Draco levantó la vista con cautela. Harry encontró su mirada, sintiéndose casi desafiante.
—Bueno —dijo Draco, tratando de demostrar poco interés, pero sin dejar de observar a Harry atentamente— Sexo de odio, ya sabes. Es algo único.
—Nunca fue sexo de odio, para mí —dijo Harry.
Por un segundo, Harry pensó que Draco se inclinaría hacia él y lo besaría. En cambio, se dejó caer de espaldas sobre la alfombra y dijo:
—¿Solo sabes tocar Claro de Luna?
—No —dijo Harry— Puedo tocar un montón de cosas.
—Rajmáninov(8), por favor —dijo Draco, y Harry obedientemente fue al piano y destrozó el Concerto Tercero(9) con su primer intento a la lectura de las partituras.
«—D&H—»
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«—H&D—»
—Eso fue rápido —dijo Draco, cuando Harry regresó del Departamento de Misterios.
—Sí —dijo Harry, apartándose el cabello del rostro— Sí, realmente pensarías que ya estarían sobre mí.
Draco se puso de rodillas en el sofá.
—¿Así qué? ¿La encontraste?
—Sí. Está en el sur de Londres, en un departamento encima de una tienda de kebabs.
Draco lo miró por un momento. Harry resistió irrumpir hacia él, tomando su rostro entre sus manos, tocando con sus labios el pliegue entre las cejas de Draco.
—Así que deberíamos ir a buscarla —dijo, en cambio.
—Sí, por supuesto —dijo Draco, poniéndose de pie— Entonces, ella está… ella está viva, sin embargo.
Harry no pudo resistirse, esta vez. Se acercó, apoyó la frente en la sien de Draco.
—Sí. Ella va a estar bien. Vamos a buscarla.
—Sí —dijo Draco, colocando una mano en la cintura de Harry, sin que Draco pareciera notarlo— Sí.
«—D&H—»
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«—H&D—»
Se aparecieron frente a la tienda de kebab y estiraron el cuello, mirando el piso de arriba. La luz estaba encendida, las cortinas corridas. Eran las diez de la noche, ahora, y las farolas estaban encendidas, toda la calle amarillenta con luz barata.
Draco entró por la puerta principal con un hechizo rápido. El hueco de la escalera estaba oscuro y olía notoriamente a moho. Harry siguió a Draco escaleras arriba con una creciente sensación de temor. El rastro mostraba que Adelaida estaba viva, pero no mostraba en qué estado estaría cuando la encontraran.
Draco abrió la puerta del departamento con su varita y entró.
Adelaida estaba sentada en un sofá cama de piel sintética y se pintaba las uñas de los pies. Levantó la vista cuando entraron.
—¿Draco? ¿Qué estás haciendo aquí?
—Estás bien —dijo Draco— ¿Estás bien?
—¿Qué? Claro que estoy bien. ¡Te dije que no te asustaras!
Harry sintió en privado que ese no era un comentario muy inteligente. El rostro de Draco se puso rojo.
—Ponte los zapatos. Nos vamos —dijo, con la voz casi temblando de ira.
—Ay Por Dios, ¿En serio estás tratando de ser todo paternal conmigo? ¿Estás bromeando? Tengo dieciséis.
—¿Dónde está él? ¿Sam? —Draco lo dijo como si sospechara que el nombre era un alias elaborado.
—Estará en casa en cualquier momento. Y tienes que irte.
—¿Por qué? ¿Por qué podría enfadarse y hacerte daño?
Adelaida bajó su esmalte de uñas, luciendo exasperada.
—¿Quieres dejar de ser tan dramático? Sam es un gran tipo. Él nunca lastimaría a nadie.
—Si es tan bueno, ¿Por qué prácticamente te secuestró y te sacó de la escuela?
—¿De eso se trata esto? ¿Quieres que siga aprendiendo la maldita Introducción a la Herbología?
—¡Jesús, Adelaida, se trata de que me dejes…! —la voz de Draco se quebró— No enviaste un mensaje de texto; no contestaste tu teléfono, podrías haber estado muerta en algún callejón y no tendría forma de saberlo, y tú simplemente… te fuiste…
Adelaida se puso de pie, juntando las cejas.
—Draco —dijo ella— Yo no estaba, como… Abandonándote. Yo solo… Sam me ama.
—¡Te amo! —gritó Draco, y Adelaida miró como si esto fuera lo último que esperaba que él dijera.
—Bueno —dijo ella, luego miró a Harry por primera vez— ¿Qué está haciendo él aquí? No dejarás que te vuelva a follar, ¿Verdad? Porque fue un imbécil al respecto, la última vez.
—Ven a casa —dijo Draco.
—Nosotros no, eh —dijo Harry. Draco le lanzó una mirada molesta, como si dijera: "Ahora no, Potter".
—No voy a volver, Draco —dijo Adelaida— Estoy harta de ser un caso de caridad, y con Sam…
—¡No eres un caso de caridad, eres mi familia, maldita loca! —dijo Draco, agitando los brazos en el aire mientras hablaba, como si no hubiera otra manera de expresar el alcance de su indignación.
La puerta se abrió y Sam Barker entró.
Era un tipo larguirucho y musculoso, con una barba irregular y lo que probablemente consideraba tatuajes faciales de buen gusto. Frunció el ceño mientras miraba de Adelaida a Harry y Draco.
—¿Bebé? ¿Quién son estos hombres?
—Sam, este es Draco. Y su folla-amigo.
—Nosotros no somos… —dijo Harry— Quiero decir, no es…
Draco lo fulminó con la mirada y Harry se calló.
—Draco, ¿Eh? —dijo Sam, acercándose para mirar a Draco. Draco estaba tan erguido que parecía unas tres pulgadas más alto de lo normal, y su mano izquierda estaba cerrada en un puño en el bolsillo de la sudadera que Harry le había dejado, apretada alrededor de su varita— Entonces, tú eres el hombre que estaba tan interesado en quedarse con Addy para él solo.
—Te lo dije, Sam, no es así —dijo Adelaida.
—No —dijo Draco— No es así conmigo y Addy. Y has estado saliendo con ella desde que era menor de edad, así que tú y yo vamos a tener algunas palabras.
—No dormimos juntos hasta mi cumpleaños —dijo Adelaida.
—Qué caballero —dijo Draco, mostrando demasiados dientes. Sam se inclinó hacia adelante.
—Ahora que hemos aclarado eso, voy a tener que pedirte que te vayas. Addy tiene más de la edad de consentimiento y está aquí por voluntad propia porque se cansó de tu polla, así que puedes…
Draco perdió la calma.
—¡Nunca la he tocado! —dijo, y empujó el pecho de Sam con ambas manos. No fue muy efectivo: Sam apenas se movió. Sin embargo, pareció desencadenar algo en Sam, porque respondió agarrando a Draco por el cuello, levantándolo y golpeándolo repetidamente contra la pared.
—¡Draco! —gritó Adelaida, al mismo tiempo que Harry decía— ¡Desmaius!
Sam se derrumbó en el suelo. Draco también lo hizo, manchando de sangre toda la pared. Harry corrió hacia él, pero Adelaida llegó primero.
—Draco, Draco, Draco, Oh Dios mío, Oh Dios mío —dijo, tratando de que se sentara, tratando de ver su rostro.
—Mmmnnghh —dijo Draco.
—Estás sangrando —dijo ella, sus manos acunando su cabeza, sintiendo la herida. Draco tenía los ojos cerrados y estaba terriblemente pálido, pero sonrió.
—Las heridas en la cabeza siempre sangran mucho —balbuceó. Y Adelaida, para total desconcierto de Harry, se rio.
—Déjame ver si puedo curarlo —dijo Harry.
—Me siento un poco enfermo —dijo Draco.
—Creo que tienes una conmoción cerebral —dijo Harry, y puso su mano en el omóplato de Draco para que se sentara un poco hacia adelante. La parte de atrás de la cabeza de Draco estaba roja y desordenada. Harry solo conocía la curación rudimentaria. Esperaba que fuera suficiente por ahora: limpió la sangre, curó cualquier fractura de hueso— Tienes que ir a San Mungo, te curarán en diez minutos.
—Se ha lastimado la cabeza antes —dijo Adelaida, presa del pánico.
—Después de ti —dijo Draco, abriendo un ojo dilatado para mirar a Harry— Tertius se… enojó… después de que te vi, esa vez.
—Vas a estar bien —balbuceó Harry— Adelaida, necesitas, ¿Puedes?, necesito que lo lleves a San Mungo.
—¿Qué pasara con él? —dijo Adelaida, mirando a Sam con marcada aversión.
—Yo me ocuparé de él —dijo Harry sombríamente.
—Cristo, Potter, no lo mates —dijo Draco separando las palabras, o lo intentó, pero se escucharon bastante arrastradas como de borracho y confusas— Él no es tu nene… nemen… rival, llorando en el baño de chicas.
—¿Puedes… puedes simplemente no hablar de eso ahora mismo? —dijo Harry— Porque estás cubierto de sangre y yo…
Draco cerró su ojo y buscó ciegamente la mano de Harry.
—Lo siento —murmuró. Harry tomó su mano y se la llevó a la boca y la besó.
Sam gimió.
—Deberían irse. Espera —dijo Harry. Recogió la botella de esmalte de uñas de Adelaida y la convirtió en un Traslador sin siquiera usar su varita. Era fácil, sin esfuerzo, porque era lo que Draco necesitaba para ponerse a salvo— Aquí, ustedes dos toquen esto. Me reuniré con ustedes en San Mungo.
Adelaida miraba a Sam.
—Realmente no vas a matarlo, ¿Verdad? —ella preguntó.
—No. Lo llevaré con los Aurores —dijo Harry. No era la política habitual, pero Harry podría mostrar sus recuerdos de Sam atacando a Draco y conseguir que lo encerraran sin que Adelaida tuviera que testificar.
—Pensé… —dijo, en voz baja, pareciendo de repente muy, muy joven— Pensé que era agradable.
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Fue casi ofensivo lo rápido que lo curaron en San Mungo.
—Has tenido un traumatismo craneal grave antes —dijo el Sanador— ¿Has estado experimentando dolores de cabeza intensos?
—¿Sí? —dijo Draco. El Sanador hizo un complicado trabajo con la varita alrededor de la cabeza de Draco. Algo maravilloso y pulcro se adentró a su cerebro: se encontró imaginando lluvia en un bosque azotado por la sequía. La niebla se despejó, el dolor se desvaneció, su visión se enfocó.
—Wow —dijo.
—¿Mejor?
—¿Mejor? —dijo Draco con incredulidad— Me siento de quince otra vez.
El Sanador frunció el ceño.
—Eso es inusual. ¿Crees que tienes quince?
—No, no, solo quise decir, que me siento bien, por completo —dijo Draco— No, está bien. Mejor.
Adelaida le dijo que Harry había dicho que se uniría a ellos, pero Draco estaba muy cansado y Adelaida tenía rayas negras de delineador en las mejillas.
—Dile a Harry Potter que nos hemos ido a casa —le dijo a la Bruja de Recepción. Ella se animó.
—¡Harry Potter! ¡Aquí!
—Dile que me pondré en contacto pronto —dijo Draco, y llevó a Adelaida a casa en un taxi.
«—D&H—»
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«—H&D—»
De alguna manera, terminaron sentados en su cama, comiendo Cadbury's Fingers(10). Era tarde y ambos estaban cansados, cubiertos aún por la sangre de Draco, pero ninguno de los dos hizo ningún movimiento para prepararse e ir a la cama. Hablaban de nada en especial, películas, música o recetas. No se miraban. Draco yacía en diagonal sobre la cama y Adelaida estaba sentada contra la cabecera acolchada, con los pies sobre el estómago de Draco. Sólo la mitad de sus uñas de los pies estaban pintadas.
—Bien, escucha, te diré algo —dijo Draco. El cielo comenzaba a aclararse fuera de las ventanas— Coyote Ugly representa el optimismo sin límites del año dos mil.
—Oh, detente, siempre lo conviertes en algo importante para la sociedad —dijo Adelaida— Es simplemente divertido, es mucho más divertido que Gladiador.
—Te gusta la música de Gladiador —dijo Draco, buscando a ciegas uno de los últimos dedos de chocolate. Adelaida empujó la caja más cerca de él.
—Sí —dijo ella.
—Harry toca el piano. Puede tocar a primera vista cualquier cosa, es increíble. Solo dale la partitura y él la tocará. Y solo ha estado tocando por dos años; Quiero decir que el hombre es un bicho raro.
Adelaida no respondió por un rato. Solo tenían encendida la lámpara de su mesita de noche, la de la pantalla rosa en forma de concha y la habitación resplandecía de rosa contra el amanecer.
—Parecía estar muy interesado en ti —dijo.
Draco parpadeó hacia el techo.
—Tal vez —dijo— No sé. La novedad, tal vez.
Se sentía como si la temperatura de la habitación hubiera cambiado, como si la calidad del aire hubiera bajado.
—Sam no quería acostarse conmigo —dijo Adelaida en voz baja— No al principio, no hasta que cumpliera dieciséis años. Pensé…
Draco cubrió su frío tobillo con su mano. Ella respiró hondo.
—Y me recordó a Tertius, pero no me golpeó. Así que. Eso estaba bien.
—¿Cómo te recordó a Tertius? —preguntó Draco.
—Solo pequeñas cosas. Como el que le gustara comprarme cosas y realmente le importaba mucho que yo las usara. Y como el que, si yo no lo hiciera, él terminaría estando muy herido —hizo una pausa y luego se corrigió— Enojado. Estaría enojado.
Draco le apretó el tobillo.
—Yo solo… —ella habló muy lentamente, como si estuviera decidiendo, con cada palabra, si continuar— … entendí por qué el… quería cuidarme. Como, lo que obtenía de eso. Pero con… ya sabes, tú, por ejemplo…
Ella se quedó callada.
—Cuando tenía quince años, llamé a mi madre estúpida —dijo Draco. Adelaida soltó una carcajada sorprendida.
—Está bien —dijo ella.
—Ella no quería que me uniera a los Mortífagos. Seguíamos discutiendo por eso, y le dije… muchas cosas a ella —dijo Draco— Ella lloró mucho. No me importo, le dije que estaba siendo manipuladora. De hecho, ni siquiera recordé que la había llamado así hasta más tarde, cuando las cosas estaban tan mal, y yo… de todos modos. El punto es que quería disculparme, pero pensé, tal vez ella no se acuerde, y si me disculpo, solo se lo recordare.
—¿Crees que ella se acordaba? —preguntó Adelaida, con urgencia, como si la respuesta fuera importante.
—Definitivamente. Por supuesto. No, absolutamente lo recordaba. Pero no me disculpé y luego ella murió.
Después de un momento de silencio, Adelaida se movió en la cama para acostarse junto a Draco, con la cabeza en su hombre.
—Pero lo importante es, Adelaida —dijo Draco. Se sentía como si estuviera hablando en un sueño. Ni siquiera estaba seguro de si estaba bien hablarle así, tan abierta y vulnerablemente, si no era de manera paternal. Ciertamente, sus padres nunca le habían hablado así— Me siento culpable por muchas cosas. Pero realmente no me siento culpable por eso.
La voz de Adelaida era casi un susurro.
—¿Por qué no?
—Porque sé que ella me perdonó. En el momento en que lo dije, ella ya me había perdonado. Porque ella me amaba incondicionalmente —giró la cabeza. Ella giró la suya. Se miraron por primera vez desde que habían llegado a casa— De la forma en que te amo —dijo Draco.
Los ojos de Adelaida estaban muy abiertos.
—¿Incondicionalmente? —ella preguntó.
Draco asintió.
—Parece una especie de película de Hollywood inventada —susurró.
—No lo es —dijo Draco.
Se mordió el interior de la mejilla.
—Pero soy horrible —dijo.
Draco sonrió. La habitación se estaba iluminando lo suficiente como para que pudiera ver las arrugas cansadas en su sombra de ojos color crema.
—Para mí no —dijo.
Adelaida parpadeó demasiado fuerte y una lágrima corrió por el punto de su nariz. Ella se la limpió distraídamente.
—Prometo no llamarte estúpido —dijo.
—No importa si lo haces, en realidad —dijo Draco— No cambiará nada.
Adelaida soltó una especie de risa acuosa y luego se tapó la cara con las manos. Draco giro la cabeza hacia el techo para darle privacidad.
—Hey, Adelaida —dijo— ¿Quieres tener un perro?
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...CONTINUARÁ…
Glosario:
1: NHS: En inglés "National Health Service" o Servicio Nacional de Salud es la entidad de prestaciones sanitarias públicas del Reino Unido.
2: CEO: En inglés "Chief Executive Officer" o director ejecutivo. Es el máximo ejecutivo de una empresa.
3: Erick Satie: Fue un compositor y pianista francés con un estilo musical único que influyó en la música contemporánea. Los temas principales en el arte de Erick Satie incluyen la simplicidad, la ironía, el minimalismo, la parodia y la sátira.
4: Wolfgang Amadeus Mozart: Fue un compositor, pianista, director de orquesta y maestro del Clasicismo, considerado como uno de los músicos más influyentes y destacados de la historia.
5: Barra Mars: Nombre de dos variedades de barra de chocolate producidas por Mars, Incorporated. Compañía de origen inglés su versión norteamericana es la barra Milky Way.
6: Achille Claude Debussy fue un compositor francés, uno de los más influyentes del siglo XIX y principios del XX. Reconocido pianista de ópera, música clásica y música impresionista.
7: Ludwig van Beethoven fue un compositor, director de orquesta, pianista y profesor de piano alemán. Su legado musical abarca cronológicamente, desde el Clasismo hasta los inicios del Romanticismo. Es considerado uno de los compositores más importantes de la historia de la música.
8: Serguéi Vasílievich Rajmáninov fue un compositor, pianista y director de orquesta ruso, uno de los últimos grandes compositores posrománticos europeos y considerado uno de los pianistas más influyentes del siglo XX.
9: El concerto para piano N° 3 en re menor de Rajmáninov es famoso por su exigencia musical y técnica para el intérprete. Tiene la reputación de ser uno de los conciertos para piano más difíciles del repertorio pianístico.
10: Cadbury's Fingers: Son una galleta de chocolate popular en el Reino Unido e Irlanda que consiste en un centro de galleta en forma de barra cubierta de chocolate.
Gracias a quienes leen esta traducción, dejan reviews y a los lectores fantasmas si es que hay.
