LOS GRANDES ÉXITOS DE µ's (MUSE)

Capítulo 6: ¿Dónde está Kayo-chin? (1° parte)

Caso dramático dedicado a RinPana que esta última sufre un lamentable crimen. Basado en hechos reales.


Pasaron un par de años desde el último capítulo donde Rin vagaba por las calles a causa de su demente esquizofrenia, siendo rescatada por su aliada Hanayo quien la cobijó y la rehabilitó convirtiéndose en una exitosa dueña de agencias de juegos de azar y apuestas en tan poco tiempo; jamás volvió a ver a su madre para esta "gata-ardilla".

Esta historia ocurre nuevamente la ciudad capital de Tokio, un lugar de apacible vida donde probablemente cada ciudadano haga más esfuerzos que sus pares en otro lugar de Japón para hacer de esta tierra parte suya, y digo esto porque a veces esa intención de la gente pujante de la zona se ve opacada por la notoriedad de magros hechos noticiosos que distorsionan el sentir de la mayoría. El relato que ahora nos convoca es uno de aquellos hechos que no representan necesariamente a este lugar, más bien son inherentes a cualquier individuo y que sólo avergüenza el ser humano. Por tanto, no deben estigmatizar a esta ciudad; desde esta mirada hay que asumir el siguiente caso.

Erena Todo, un 7 de noviembre, fue trasladada desde Kobe a Tokio para cumplir condena por robo. La razón de su cambio de cárcel es básicamente porque aquí se encuentra su familia; Erena es divorciada y tiene dos hijos y por primera vez ha incurrido en un acto delincuencial, si bien solo posee educación superior esta joven ha sido una mujer de trabajo. En el negocio de restaurante que tuvo su madre aprendió música, luego su amor por la percusión y de ser school idol lo llevó a formar parte del conjunto A-RISE con el cual interpretó en varios locales de la capital.

Mientras Erena se siente más gratificada el cumplir condena cerca de las suyas, esas jóvenes, Hanayo Koizumi y Rin Hoshizora se han hecho un tiempo para visitar en el hospital psiquiátrico a su amiga Tsubasa Kira, quien producto de una desilusión amorosa gatilló un desequilibrio mental que la llevó a atentar contra su vida, este hecho afectó a su entorno y los médicos entendieron que lo mejor para superar su crisis era internarla en este lugar.

Tsubasa Kira vive con sus padres quienes tienen una buena situación económica, por cierto, el traspiés en la salud de esta joven tocó fuertemente al unido entorno familiar, Hanayo y Rin conocieron a su amiga Tsubasa en las competiciones de idols escolares del Love Live! que ambas participaban en Akihabara.

Tsubasa: Gracias por venir.

Hanayo: ¿Cómo estás?

Tsubasa: Bien yo creo.

Rin: Igual tienes que poner de tu parte.

Hanayo: Lo que pasa es que un sitio como este no debe ser fácil subir el ánimo.

Tsubasa: ¿La han visto?

Hanayo: No, no la hemos visto. Yo creo que ya ahora te vaya olvidando de ella porque eso no te está haciendo bien.

Rin: Mira Tsubasa-san, además nosotras somos mujeres y cuando una mujer deja de querer es para siempre, y ustedes terminaron y eso tú lo sabes.

Tsubasa: Sí, sí sé, me preguntaba por ella porque quería saber cómo estaba.

Hanayo: Bueno, ella tampoco lo debe estar pasando bien, pues te quería harto. Cuando las cosas se terminan, se terminan.

Tsubasa: Sí, tienen razón. De adelante cuando me dijeron que me venía a ver un par de mujeres pensé que podía ser ella.

Hanayo: Tsubasa-san, te dejó linda y te va a costar nada encontrar otra amiga, además te aseguro que de aquí a un año nos vamos a estar riendo esto lo que está pasando.

Rin: ¿Y cuándo dan de alta-nya?

Tsubasa: Luego yo creo, al menos eso lo dijo el doctor.

Tsubasa Kira sólo estuvo 10 días internada y salió airosa y saludable del hospital psiquiátrico, su regreso al hogar lo instó a ayudarle a su padre en el manejo del coche compartido por aplicación -un Porsche Macan azul- que él posee en la ciudad de Tokio. Esta labor fue como un bálsamo en la existencia de esta joven, quien olvidó su pasado amoroso y se dispuso a darle cabida en su corazón, preferentemente a la amistad; en este marco le era habitual encontrarse con Hanayo en el local de apuestas y concursos que atendía en el distrito Akihabara de esta ciudad.

Tsubasa: Hola.

Hanayo: Hola.

Tsubasa: ¿Te ayudo?

Hanayo: No, no es necesario, gracias. Lo hago todos los días.

Tsubasa: ¿Hasta qué hora trabajas hoy?

Hanayo: Hasta como las ocho.

Tsubasa: Y al mediodía, ¿qué haces de repente podríamos almorzar juntas?

Hanayo: No, lo que pasa es que voy a la casa a almorzar con mi mamá, pero podría venir en la noche.

Tsubasa: En la noche pasé, pero estaba cerrado.

Hanayo: Pero tiene que golpear, porque yo me quedo hasta la tarde cuadrando las cuentas y dejando todo listo para los depósitos del otro día.

Tsubasa: Ya, de repente paso en la noche y hacemos algo.

Hanayo: Ya.

Tsubasa: Ya, adiós.

Hanayo: Adiós.

En una perfecta acción paralela acontece el devenir de Erena en la cárcel de Tokio, ahora es Anju Yuki quien tiene la posibilidad de visitarla ya que durante su estadía en Kobe la distancia lo hacía imposible. Sin duda, este encierro de esta madre de familia ha sido un problema mayor para esta joven mujer, quien lamenta su ausencia en casa básicamente por la crianza de sus dos hijos quienes preguntan a menudo por ella y ésta nunca sabe que responder.

Erena: ¿Te pusieron muchos problemas para entrar?

Anju: No, pero igual le fue que te revisen entero.

Erena: Y los niños, ¿cómo han estado?

Anju: *Suspira* Te echan de menos, se pasan toda la semana con tu mamá.

Erena: ¿Y tú?

Anju: Que a mí me da rabia que estés aquí. ¿Por qué siempre te tienes que estar mandando cagadas?

Erena: Te prometo que no va a volver a pasar.

Anju: Ah claro, y mientras tanto yo me tengo que cansar todo este tiempo sola. ¿Vos entiendes lo qué es eso?

Erena: Oye, ¿qué quieres que haga? Si la cagada ya está hecha, ¿ya?

Anju: Los que más sufren son los niños.

Existen varios locales de apuestas y concursos en Akihabara, Rin es la administradora de cinco de ellos y tiene particular empatía con el que atiende Hanayo Koizumi, no solo por las ventas que no son para nada despreciables, sino porque ambas han logrado convertirse en muy buenas amigas -desde niñas-.

Rin: Hola.

Hanayo: Hola, llegaste tempranito.

Rin: Sí, es que es fin de mes. El banco se llena, no quiero estar toda la tarde haciendo fila tampoco-nya.

Hanayo: Demás, ahí está el detalle.

Rin: Oh, me fue bien.

Hanayo: Ya, guárdalo ahí. ¿No te da miedo andar con tanto dinero en efectivo?

Rin: No me queda otra.

Hanayo: ¿Y si un día te roban?

Rin: Ay Kayo-chin, no te ponga pesimista. Todos me conocen, ¿quién me van a robar? Aparte llevo varios meses trabajando allá, da lo mismo.

Hanayo: Pasó Tsubasa-san

Rin: No me digas-nya, ¿y en qué quedaron?

Hanayo: Que va a venir a buscar en la noche, pero acuérdate que el domingo vamos a ir a su casa.

Rin: Sí, yo encantada.

Hanayo: Ya, yo le digo entonces.

Rin: Te llamo, ¿OK? Bye bye.

Hanayo: Cuídate, que estés bien.

La amistad entre Hanayo y Tsubasa eran tan seria y verdadera que a menudo ella frecuentaba a su hogar y compartía junto a Rin como si fueran parte de la familia. Muchos llegaban a pensar incluso que estaban enamorando.


El 3 de septiembre del año siguiente, Erena Todo recibió el beneficio de libertad condicional diaria debido a su buena conducta, claramente su familia fue el motor que tuvo esta mujer para salir todos los días y encerrarse solo para dormir.

Anju: Pensé que se habían arrepentido.

Erena: Este es primer día que sale una pila de papeleos.

Anju: Ay, te juro que no lo puedo creer.

Erena: Si te dije que va a hacer buena conducta.

Anju: Los niños se van a poner tan contentos cuando te vean.

Erena: ¿No le has dicho nada?

Anju: No, para que tú le di la sorpresa. ¿Qué hacemos?

Erena: Vamos a caminar un poco para estirar los pies.

Anju: Ya, vamos a dar un paseo entonces, total este es tu día.

Erena: Ojalá que me traiga suerte.

Este es un instante de alegría para esta mujer quien tiene certeza que a partir de ahora su vida tendrá un giro positivo, por cierto, ignora que de este mismo momento su caminar comienza a entrelazarse con lo que será su verdadera tentación.

Erena: Sí, es que no tengo más dinero.

Anju: Es que eres pesada, si yo te digo porque como es tu día de suerte con uno basta.

Hanayo: ¿Algún número en especial o al azar?

Erena: Al azar, da lo mismo. ¿Cuánto vale?

Hanayo: Cien (yenes).

Anju: Yo lo guardo.

Erena: Sí, no te olvides que la suerte es mía. Ojalá que sea la premiada para ir a buscar los millones después.

Hanayo: Ojalá.

Erena: Se va a acordar de mí. Adiós.

Hanayo: Adiós.

Ese "se va a acordar de mí" no se fijó en la memoria de Hanayo, esas palabras fueron premonitorias ya que sin imaginarlo ambas se volverían a ver.

Tsubasa: ¿Hola?, sí, soy yo. Oye, te llamaba para decirte que saqué el auto para dar un viaje, sí, tranquilo, sí sé. Es un rato, ya no te preocupes. Ya, adiós.

Tsubasa trabajaba hasta las diez (de la noche) el auto de su padre, pero habitualmente buscaba pretextos para quedarse con el vehículo y disfrutar de la noche. Su compañera en estos karaokes a menudo era su gran amiga Hanayo.


A LA MAÑANA SIGUIENTE, 9:15 AM

La relación entre Tsubasa entre su padre era buena, pero este último se enojaba cuando su hija se tomaba el trabajo a la ligera. Mientras esta joven se preparaba para una jornada más en el llamado carsharing no sospechaba que reconocería a su futura socia: se trataba de Erena, quien a través de un amigo músico había conseguido un reemplazo como coordinadora de los vehículos compartidos.

Tanto Tsubasa como Erena no le dieron mucha importancia esta suerte de predestinación, nadie sabía que Erena cumplirá condena, como tampoco que Tsubasa estaba sintiéndose que era el momento para dar un paso adelante en su independencia. Mientras aquello acontecía o más bien los problemas hacían notorios en la vida de esta joven siempre existía una salida, la compañía desinteresada y el consejo oportuno de su amiga Hanayo, a ella recurría para compartir sus penas.

Tsubasa: Hola, ¿todavía estás aquí?

Hanayo: Lo que pasa es que no me cuadra, no anoté algo y me puedo acordarlo que...

Tsubasa: ¿Y a esta hora te vas todo el dinero para la casa?

Hanayo: No, dejo los depósitos listos y alguien pasa a la mañana a buscarlo. ¿Y a ti esa cara? ¿Qué te pasó?

Tsubasa: Nada.

Hanayo: ¿Tuviste problemas con tu jefe?

Tsubasa: Estoy pensando que mejor debería vivir sola.

Hanayo: Otra vez te peleaste con tu papá.

Tsubasa: Pero yo no entendemos, ¿por qué?

Hanayo: Lo que pasa que tu papá no le gusta que ocupes el automóvil después de las horas de trabajo, eso me dijo el otro día cuando estábamos en el almuerzo.

Tsubasa: Bueno, ¿qué va a pasar el auto? Si más lo que yo cuido y puro alega.

Hanayo: Bueno, lo que pasa es que él quiere que le pida permiso.

Tsubasa: Pero si tú estás cuando le dije que estaba con el carro, ¿no?

Hanayo: Mira, pero es bien distinto pedirle permiso a llamarlo cuando ya estás en la disco.

Tsubasa: Es la misma cuestión, sabes que ésas son mañas de viejos.

Hanayo: Menos, pero el auto es de él y las reglas son las reglas.

Tsubasa: ¿Quieres que te vaya a tu casa?

Hanayo: Me encantaría, pero igual me queda para rato aquí.

Tsubasa: Ya, de ahí nos vemos entonces.

Hanayo: Adiós. Oye, ciérrame la puerta un poquito. *Tsubasa le da un portazo*

Tras esto, la de ojos violeta vuelve a su casa esperando su madre.

Hanayo: Hola, ¿y usted todavía en pie?

Sra. Koizumi: Ay, me tenías intranquila. Mira la hora que es.

Hanayo: Lo que pasa es que no encontré una factura y no me cuadraba las cuentas. ¿Cómo está?

Sra. Koizumi: ¿Te trajo ella?

Hanayo: ¿Quién?

Sra. Koizumi: Tu amiga, ¿cómo se llama? Tsubasa, eso.

Hanayo: Ah no, ofreció traerme, pero le dije que tenía para rato. ¿Y usted cómo supo que ella pasó por la agencia?

Sra. Koizumi: Lo supe, me lo imaginaba. Como hace tiempo que estás saliendo mucho con ella.

Hanayo: Ay mamita, ¿qué está insinuando?

Sra. Koizumi: No sé, pero yo me imagino que están "enamorando", por lo menos es el rumor que he escuchado.

Hanayo: Y si usted sabe que si fuera así usted sería la primera en saberlo.

Sra. Koizumi: No te gusta entonces.

Hanayo: No, con Tsubasa somos súper amigas, pero nada más. Si usted lo conociera se daría cuenta que un tiro al aire y que no es mi tipo.

Sra. Koizumi: Te tengo lista la mesa, ¿quieres comer algo?

Hanayo: No mamita, gracias, usted sabe que me hace mal cuando como a esta hora. Pero sabe que me tomaría un té.

Sra. Koizumi: Ya, te lo traigo.

Hanayo: ¿La acompaño?

Sra. Koizumi: Ya.

UN MES DESPUÉS...

Las dos ex integrantes de A-Rise desayunan, siendo Tsubasa la que traía un par de dulces para compartir con su vieja amiga Erena previo a su turno laboral.

Tsubasa: Toma, están buenos.

Erena: ¿Y tú?

Tsubasa: No, si yo me compré otro. Eso sí que debería, se me olvida que íbamos a estar corto.

Erena: Bueno, si quieres yo puedo ir a comprar o caliento agua, nos tomamos un café.

Tsubasa: Sí, mejor un cafecillo. Oye, ¿sabías que tienes que ir a dormir todas las noches a la cárcel?

Erena: Si ya te había contado ya hace tiempo atrás a través de un golpazo.

Tsubasa: Sí, pero yo pensaba que estaría libre.

Erena: Tengo buena conducta y por eso me dieron la salida diaria, pero para quedar libre tiene que pasar harto rato todavía.

Tsubasa: ¿Y acá no te pusieron trabas para darte el empleo?

Erena: Un amigo conoce al jefe, pero tú no le cuente a nadie, quédate callada sí.

Tsubasa: No, tranquila colega, al menos por mí no se va a enterar.

Erena: Sabes Tsubasa, yo siento que en cualquier minuto le dejo una patada en el trasero. Necesito un trabajo estable.

Tsubasa: ¿Y por qué te van a echar si tú haces viendo trabajo?

Erena: No importa, estoy de reemplazo no más y este lugar es muy chico para dos personas. *Suena un teléfono* Sí, enseguida le mando un auto, en quince minutos está por allá. *Cuelga la llamada* Te salió una carrera, a la vuelta te toma un café.

Tsubasa: Será, nos vemos más rato.

Desde la agencia de juegos pachinko y de azar llega un cliente que vino a cobrar un boleto premiado.

Cliente: Buenas tardes señorita.

Hanayo: Hola, buenas tardes.

Cliente: ¿Me podrías revisar el cartón? Parece que tiene premio.

Hanayo: Sí, tienes 70.000 yenes, espera un minuto.

Cliente: Ya.

Rin: ¿Hola?

Hanayo: Rin-chan.

Rin: Sí, ¿qué pasa?

Hanayo: Oiga, sí que no me va a creer, pero llegó un cliente que tiene un cartón premiado.

Rin: Ay, no me diga-nya. ¿Y de cuánto?

Hanayo: Setenta mil yenes.

Rin: ¿Pero le revisaste bien? ¿Está todo bien?

Hanayo: Sí y está correcto.

Rin: Ay, ya sabes qué espérame Kayo-chin, voy para allá.

Hanayo: Ya.

Rin: Bye Bye. *Cuelga la llamada telefónica*

Hanayo: ¿Me espera diez minutos?, viene la jefa enseguida.

Cliente: Correcto.

Hanayo tenía más de dos años atendiendo esta agencia y había dado muestras de ser una buena y honrada empleada. Pero por una razón a todas luces inexplicable, Tsubasa fue notando que el dinero que ella manejaba no sólo no era despreciable, sino que quedaba allí durante toda la noche.

Tsubasa: ¿Qué pasa si te atrasas?

Erena: Te joden, ahora si te atrasa mucho te puede castigar.

Tsubasa: ¿Y cómo?

Erena: Te quitan el beneficio.

Tsubasa: Pero con el mínimo atraso. Salud.

Erena: ¿Tiene hora?

Tsubasa: Te quedan diez minutos demás alcance a tomártela.

Erena: Tsubasa, lo único que quiero es no fallarle a mi ex.

Tsubasa: ¿A tu ex esposo?

Erena: Con el dinero digo.

Tsubasa: Me dijiste que se lo das todo.

Erena: Sí claro, pero cuando quede desempleada, ¿qué voy a hacer?

Tsubasa: ¿A quién le pegas tú?

Erena: A todos, estoy dispuesta a hacerle quizás con llevarle el dinerito para mis hijos.

Tsubasa: Pero algo saldrá, yo voy a estar atenta si veo cualquier cuestión, te aviso.

Erena: Ya, me voy. Toma.

Tsubasa: Adiós, que te vaya bien.

La amistad de estas jóvenes resurgió una forma espontánea y profunda, Tsubasa se había hecho el ánimo de llevarla a la cárcel todas las noches, como así mantener en secreto su encierro nocturno.

La del cabello púrpura fue a un concurrido parque de la capital hacia el mediodía para juntarse con la chica pelimiel de ojos verdes un plan maestro que cambiarán sus vidas. Está última, comiendo un bocadillo le silba a su compañera en el lugar prometido luego de ser contactadas por teléfono.

Tsubasa: Hola.

Erena: ¿Te pasó algo malo?

Tsubasa: No. ¿Quieres?

Erena: ¿Qué onda?

Tsubasa: Estuve pensando en creo que tú sea la mujer indicada.

Erena: ¿A qué?

Tsubasa: Una cuestión que tengo en mente, creo que tú estás como anillo al dedo.

Erena: ¿Te conseguiste empleo?

Tsubasa: ¿Empleo?, ¿cómo empleo?, exactamente no, pero un trabajito que si la hacemos bien nos puede dejar salvadas este rato.

Erena: ¿Y de qué se trata?

Tsubasa: Ven. Estuve estudiando una agencia de juegos y está fácil para nosotras dos le peguemos un golpazo.

Erena: ¿Quieres robar? ¿Pero estás más loca? Todavía no salgo de una y me voy conviviendo en otra.

Tsubasa: ¡No, Erena! No es un robo cualquiera, es una cuestión que hicimos bien hecho y no va a enterar nadie.

Erena: Y vos sabes que si me pillan robando de nuevo van a meter cinco años más preso.

Tsubasa: A ver, no me estás escuchando, te estoy diciendo que no van a enterar nadie, porque nadie va a saber que fuimos nosotras dos las que entramos.

Erena: ¿Y qué estás pensando?

Tsubasa: Mira que tú tengas que ir todas las noches en la cárcel es mucho mejor para el plan. Escucha, mi mejor amiga es la encargada de la agencia, ¿ah?, me enteré por ella que el dinero que lo hacen todos los días la dejan en la noche, el local guardado para depositar al otro día en el banco.

Erena: ¿Queda todo el dinero en el local?

Tsubasa: Todo en efectivo esperando tranquilamente que alguien sabe.

Erena: ¿Tú la quieres asaltar?

Tsubasa: Mira, la voy a invitar a salir después del trabajo.

Erena: Ya.

Tsubasa: Vos te paras un par de cuadras más allá y me haces parar como un cliente cualquiera, y después la asaltamos.

Erena: ¿Las dos?, ¿a ti también?

Tsubasa: Aparentemente sí, pero la agarras primero a ella.

Erena: Ya, ¿y después qué hago?

Tsubasa: Después, se supone que la dejas botada por ahí, le quitas la cartera y te quedas con la llave de la agencia.

Erena: Después yo voy a la agencia, abro la puerta, saco el dinero, cierro la puerta y acá no ha pasado nada.

Tsubasa: Qué te cuesta entender a ti, Erena.

Erena: Sabes qué, yo tengo un problema, yo no le pego nada al manejo.

Tsubasa: Lo que tendríamos que hacer entonces que tú me haces como que me tomas de rehén y a ella la deja tirada.

Erena: La tienes bien pensada.

Tsubasa: ¿Vas o no?

El asunto parecía sencillo y atractivo, pero Erena estaba con dudas, dudas que Tsubasa ayudó a disipar llevando a su compañera al mismo lugar de los hechos. Le mostró a Hanayo y de pasada quiso darse que de verdad ambas eran amigas ahí mismo delante de ella la llamó para darle confianza y demostrar que tenía todo absolutamente pensado.

Hanayo: *Inicio de la llamada* ¿Diga?

Tsubasa: Hola, soy Tsubasa.

Hanayo: Tsubasa-san, ¿cómo estás?

Tsubasa: Bien. Oye, ¿tiene algo que hacer mañana después del trabajo?

Hanayo: No, ¿por qué?

Tsubasa: Porque de repente podríamos hacer algo y tomarnos algo...

Hanayo: Sí claro.

Tsubasa: Ya, te paso a buscar ahí entonces y vemos si invitamos a alguien.

Hanayo: Ya, yo encantada, tú sabes que soy materia dispuesta. Oye, pero no se te olvide pedir permiso a tu papá.

Tsubasa: Sí, de eso me encargo yo. Ya, adiós.

Hanayo: Adiós. *Fin de la llamada*

Tsubasa: Estamos.

Erena: Pensé que no te iba a acercar.

Tsubasa: No te dije que somos amigas.

El trayecto al frontis de la cárcel para dejar allí a Erena fue prácticamente en silencio, Tsubasa sabía que su eventual partner lo estaba meditando y antes que se encerrara necesitaba su aprobación al plan.

Erena: ¿Y cuánto dinero crees usted que tenga ahí adentro?

Tsubasa: ¿Te entusiasmaste con eso? Mira, si un día bueno, fácil, cien mil yenes en efectivo.

Erena: ¿Y cómo lo haríamos?

Tsubasa: Mañana, cuando salgamos el turno como a las nueve de la noche usted va a parar a Akihabara, y me haces parar como una pasajera cualquiera.

Erena: De ahí, ¿y para dónde vamos?

Tsubasa: Para la kamikaze.

Erena: ¿Y me tendré que sentar detrás de ella?

Tsubasa: Obvio que tendrías que sentarte atrás de ella, si te hago una seña para distraer y tú la atacáis. Yo voy con el interior encendido, ¿sabes cuál es? Esa, cuando te pida que la apagas por favor, después la apaga y haces lo que tenga que hacer.

Erena: Ya, estamos entonces.

Tsubasa: Oye, oye, ven. Mañana, para evitar cualquier duda mejor no le dé tanto.

Erena: Ya, adiós.

Tsubasa: Adiós.


A LA NOCHE SIGUIENTE...

Sra. Koizumi: ¿No vas a seguir almorzando? Dejaste la mitad del plato.

Hanayo: Ay mamita, es que no tengo hambre. Yo estoy un poquito atrasada.

Sra. Koizumi: ¿Y el postre tampoco?

Hanayo: No, tampoco.

Sra. Koizumi: Te voy a dejar para la noche entonces.

Hanayo: No, lo que pasa que en la noche voy a salir con las chicas, así que voy a llegar un poquito más tarde para que se acueste tempranito, ¿ya?

Esta joven ignora que lejos de asistir a una fiesta, ella será el centro de un espectáculo macabro; es difícil entender que su mejor amiga sea capaz de tenderle una verdadera trampa y sin razón aparente, ha decidido convertirla en objeto de la más vil de las traiciones. Ni Hanayo, ni su madre sospechan que esta puede ser la antesala de una cruenta despedida.

Sra. Koizumi: ¿Pero te van a venir a dejar, supongo? Mira que yo quedo con el dedo en la boca cada vez que se te va a venir sola.

Hanayo: Ay, pero mamita, si usted sabe que después de las diez yo nunca ando sola. Le prometo que si no me pueden venir a dejar yo me tomo un taxi. Así que tranquilita.

Sra. Koizumi: Ya, cuídate.

Hanayo: Sí ya, adiós.

El 27 de octubre, Erena cumplió su promesa y dio inicio a su plan yendo a buscar a la agencia de Hanayo. Alrededor de las nueve (de la noche) se estacionó justo frente al local para no perder ningún minuto, ya que Erena debía estar en una hora más en la cárcel.

Hanayo: Bah, ¿llegaste temprano? ¿Te picó el bicho de la puntualidad?

Tsubasa: Yo siempre llego temprano sobre todo a la cita. ¿Terminaste todo ya?

Hanayo: Sí, está todo listo para mañana.

Tsubasa: ¿Y qué tal el día?

Hanayo: Bueno. Oye, lo único que no puedo llamar era Rin-chan. ¿Vamos a ir con ella?, ¿no?

Tsubasa: Si tú quieres.

Hanayo: ¿Me vas a decir que quieres salir sola conmigo?

Tsubasa: Oye, acompáñame a hacer la última vuelta y vemos bien, ¿qué hacemos?

Hanayo: Ya.

Mientras tanto Erena, absolutamente interiorizada en el plan se encontraba ya en la intersección de las calles que limitan Akihabara. Durante el día ambas habían repasado convenientemente cada uno de los pasos que debían dar.

Tsubasa: Buenas noches.

Erena: Buenas noches.

Tsubasa: ¿A dónde va?

Erena: A la "kamikaze".

Tsubasa: Amiga, ¿podría apagar la luz, por favor? *Le ordena a su pasajera de atrás a estrangular a Hanayo*

Hanayo: ¡Ayuda!

Tsubasa: ¡Para, Erena!, ¡PARA!, ¡ESTÁ BIEN, ESTÁ BIEN! ¡PARA!

Erena, premunida de un cable eléctrico prácticamente ahorcó a Hanayo, tuvo que intervenir Tsubasa para darle entender que ya no era necesario continuar. El vehículo se dirigió hacia la explanada cercana al río Tsurumi en Yokohama para retirar del coche el supuesto cadáver.

Pero para sorpresa de estas agresoras Hanayo solo se había desmayado, o más bien no había alcanzado a sucumbir a manos de Erena, de modo que Tsubasa debió fingir en cierto modo que aún estaba allí para defenderla de esta criminal pasajera.

Hanayo: ¡Que alguien me ayude! *tose*

Tsubasa: Ven, ven.

En un acto que estaba lejos de ser amistoso como un Judas, traicionó a su amiga y le pasó su cortaplumas de cinco centímetros a Erena quien no trepidó para darle cuatro estocadas. Obviamente con este ataque a mansalva la joven se resintió ya que empezó a sangrar profusamente; su deceso era cosa de segundos, pero Tsubasa no quiso esperar y con el gollete de una botella la volvió a atacar.

Hanayo: ¡NO!

Macabro y bestial son las únicas palabras que pueden graficar este acto inhumano en contra de una joven que se niega a morir, lo más atroz fue cuando estas mujeres entendieron que la única manera de terminar con su vida era pasándole el vehículo por encima.

Cuando ya no existían dudas que Hanayo por fin había dejado de existir, estas mujeres absolutamente trastornadas pretendieron huir; sin embargo, al divisar con la luz de su auto en un basural se dieron cuenta que un colchón que había allí era perfecto para cerrar su acto mortal.

Tsubasa: Anda a buscar esa cosa que está allá.

Erena: ¿Qué cosa?

Tsubasa: Esa cosa que está ahí en la orilla, el colchón.

Lo que pensaban hacer estas mujeres era mucho más terrible aún, pero para su sorpresa no encontraron el cadáver de Hanayo en el lugar donde lo habían dejado.

Erena: ¡La concha de su madre!

Esta joven no solo no había muerto, sino que como pudo trató de levantarse para pedir auxilio. Sin lugar a dudas, para Tsubasa y Erena, su agonía se estaba convirtiendo su verdadera pesadilla; ahora ambas estaban confundidas y hasta temerosas, su lucha por vivir y la forma persistente de pedir auxilio golpeó la mente de sus agresoras que lejos de perdonarle su derecho de existencia fueron más bestiales aún.

Claramente estamos frente a dos sádicas y dementes, Tsubasa, sin ningún rasgo de humanidad ni menos de arrepentimiento ha sido la ideóloga de esta masacre. Hanayo era su amiga del alma, ella fue su consejera y compañera de fiestas; y ella es ahora quien ha dictaminado que su socia del crimen tome un peñasco para acabar definitivamente con ella.

Ahora sí que el cuerpo de la joven Hanayo no pudo resistir más, terminó por sucumbir ante tantos actos de violencia en su contra, su deceso no dejó dudas y Tsubasa propició otro acto tano más cruel que los anteriores: fue en busca de un bidón con gasolina que tenía en su maletero y comenzó a rociar el cuerpo inerte de Hanayo Koizumi. Su objetivo era claro, pero no menos infeliz...

Allí quedó el cuerpo carbonizado de la joven, en tanto que ellas tenían pocos minutos para continuar con motivo de su plan.

Tsubasa: Yo vi cuando se echó la llave acá.

Erena: A lo mejor se le cayeron cuando estábamos bajando. Está todo mojado acá.

Tsubasa: Debe ser sangre esa cosa.

Erena: *Huele su mano* Es pipí. ¡Esta loca se orinó!

Tsubasa: ¿Y qué vamos a hacer?

Erena: Amiga, yo no sé. Yo estoy en la hora, me tienes que dejar a la cárcel.

PREVIA AL ALBA

El amanecer del 28 de octubre pareció triste, aunque la comunidad de Akihabara ignoraba que en su tierra se había llevado delante un crimen sin precedentes. Esa mañana Tsubasa fue a esperar a la cárcel a su cómplice, ambas no durmieron ya que la imagen de su víctima entre las llamas se encargó de perturbar su sueño; Tsubasa determinó que aun la labor no estaba concluida y necesitaba ayuda para los próximos pasos.

La ojiverde tocaba la bocina de su Porsche y haciendo gestos de señas llamando a su amiga que salía de la prisión.

Tsubasa: Apúrate idiota, cierre la puerta.

Erena: ¿Pasó algo?

Tsubasa: Está la cagada, Erena. Todo el mundo la andan buscando.

Erena: ¿Su familia?

Tsubasa: Sí, su familia, µ's, todo el mundo, tenemos que hacer algo con el cuerpo.

Erena: ¿Por qué?

Tsubasa: Puta, te vine eso a buscar, tenemos que ir a sacarla adonde dejamos.

Erena: Pero no será un...

Tsubasa: No, si la hubieran encontrado la hubiesen sabido. ¿Vamos?

Raudas partieron al lugar del crimen, el sol pareció desnudar el alma de estas mujeres que con evidente miedo se aproximaron al sector denominado Shinyokohama ubicado a pocos kilómetros de Yokohama. La idea era encontrar los restos de Hanayo y ver modo de no exponerlo algún transeúnte ya que la familia había alertado a su entorno y a la policía respecto a su desaparición.

Toda vez que cargaron el cuerpo calcinado de Hanayo Koizumi lo ubicaron en el maletero a instancias de Tsubasa lo condujeron hacia Kiyokawa, ubicado alrededor de 75 kilómetros de Tokio. Desde luego esta fue una maniobra muy bien pensada durante sus horas de insomnio, definitivamente el propósito no es otro que hacerle desaparecer en forma definitiva y que ojalá no quede ningún rastro de su existencia.

Finalmente, las criminales optaron por este lugar denominado Tanzawa, en cuyo monte se cobija tímido y profundo del arroyo, y donde por obvias razones nadie hace el intento de bajar a él; desde luego es el lugar propicio para que mentes enfermas escondan el fatal resultado de su obsesiva locura. Esta fue la última estocada que le dio Tsubasa a su gran amiga -y conocida-, dejarla aquí botada para que nadie la pueda hallar y perpetuar así un crimen que sin pensarlo podría transformarse en perfecto.

Los días pasaron y por supuesto, no hubo indicios sobre el paradero de Hanayo Koizumi. La familia interpuso una denuncia por presunta desgracia; en tanto que Tsubasa, en un acto que grafica toda su frialdad mental puso fotografías de Hanayo para que la gente ayudara a encontrarla.

Tsubasa: Ponle eso en su carro y cualquier cosa me avisa. *Acercando a Erena* -Se pegan ahí y estas se lo das a los hombres cuando lleguen.

Erena no podía entender cómo Tsubasa llevaba a la máxima expresión su cinismo, en cierto modo esta mujer comenzó a vivir el dolor de la impunidad y por lo mismo no estaba de acuerdo con esta maniobra falsa y distractora, ya que lo más profundo de su ser necesitaba que la encontraran.

EN LA CÁRCEL

Interna: ¿Supiste el ofrecimiento de recompensa?

Erena: ¿Por quién?

Interna: Por la muchacha esa que desapareció, le ofrecen como 50.000 yenes por cualquier dato.

Erena: Oh. ¿Todavía no la encuentran?

Interna: No, ya van como cuatro semanas, no se sabe nada. Yo creo que esta ex idol partió a Okinawa con algún tipo. ¿Qué crees vos?

Erena: A mí me contaron que la mataron.

Interna: Bueno, si estuviera viva habrían pedido dinero por ella. ¿Y cómo supiste vos?

Erena: A mí me contaron que la loba que sale la lechuza se llama Tsubasa, la que andaba con otra loca más.

Interna: Bueno, esa dicha son puros rumores, lo de la recompensa, ¿cómo van a aparecer todas las malditas que la vieron?

Erena: Si te cuento es porque esas dos malditas la mataron, y después la quemaron.

Interna: ¿Y dónde la habrían matado, según vos?

Erena: Allá arriba, en Yokohama. Bueno, si te interesa tanto averíguala tú también.

Erena, con un sentimiento de culpabilidad que no la dejaba dormir fue entregando pistas a sus compañeras de celda, poco a poco estas fueron tan evidentes que otras internas también gozaban con el beneficio de la libertad diaria se tentaron con la recompensa y convencieron a Erena que les dijera el lugar exacto dónde había dejado el cadáver de Hanayo Koizumi. Por supuesto, Erena no tardó en pasar de victimaria a la más absoluta cooperadora para que así la policía diera con la joven y su crimen, por ende, tuviera la cuota de castigo que ellas merecían.

A los 40 días después de la noche del crimen, la policía y personal especializado de la compañía de bomberos de Tokio fueron al monte Tanzawa para comprobar in situ, cuánto de verdad podía existir en aquellas internas que dieron luces sobre su real paradero. De esta forma, cuando ya se habían perdido las esperanzas afloró no sólo el cuerpo de esta joven víctima, sino también la hebra que llegó a dar con las verdaderas culpables.

FLASHBACK DE EPISODIOS ANTERIORES DEDICADA A "KAYO-CHIN"

Hanayo Koizumi tenía 23 años, recién comenzaba en la vida, quienes la conocieron sabían de su calidez, de su bondad y por sobre todo el cariño y amor a su madre y Rin; siempre se le vio sonreír aun en los momentos más difíciles, fue leal con su entorno y respetó como nadie a sus amigas.

FIN DEL FLASHBACK, ACTUALIDAD

Era sin duda un gran ser humano y más que muchas, una gran representante de la mujer de esta zona frondosa, pero rica en afecto. Hoy, en la zona del monte Tanzawa se ha levantado un verdadero santuario en su memoria, la gente del pueblo Kiyokawa acude a verla y se encomienda a ella como si fuera una santa -o un espíritu equivalente-, en el fondo es simplemente un homenaje a su inocencia y a su grandeza.


EL FUTURO...

Tsubasa Kira fue recluida en la cárcel de Osaka; en tanto que Erena Todo cumple condena en el Centro de Detención de Tokio. La primera negó toda posibilidad de hablar; en cambio su compañera de crimen, motivada por esa necesidad de limpiar su alma, ya que ahora abriga con fervor su fe como budista al interior del centro penal accedió a enfrentar las cámaras, para expresar sin vergüenza los pormenores de su horrendo crimen. Esta es la verdadera Erena Todo, tiene 31 años y este fue su inédito testimonio.

Este crimen se transformó en una tragedia griega. Cuando Anju Yuki y la madre de Tsubasa viajaban a la cárcel para visitarla, un accidente les quitó la vida y cuando su abuela supo, falleció de la impresión.

Estas dos victimarias recibieron una lapidaria sanción: ambas fueron condenadas a 20 años de presidio.

Continuará...