Hola lectores!

El arreglo de mi computadora tomó mas tiempo del que esperaba y morí con cada día que no pude publicar :c pero aquí estamos! Finalmente, y he decidido mantener mis archivos en un drive por si es que en algun momento esto vuelve a ocurrir, poder publicar desde cualquier aparato electrónico jeje.

Espero hayan disfrutado navidad y año nuevo, les deseo lo mejor para este 2024!, y obviamente, seguir leyéndoles a todos por aquí. Agradecida infinitamente de su compañía y cariño.

Muchas gracias por sus reviews!

- Angela Inukag: efectivamente, los Taisho no son culpables de lo que le pasó a Kag :c, pero bueno, ya sabemos como es ella de desconfiada. Muchas gracias por leerme Angela! Un abrazo.

- Susanisa: Uffff, Kagome está lista para tomar pesimas decisiones en este cap XD, quiero saber que piensas de ellas luego de leer. Un abrazo linda! Nos leemos prontito.

- kcar: Kagome es definitivamente todo lo que sorprenderá a Inuyasha de aquí en adelante, y me alegra mucho que Inuyasha se haya dado cuenta de lo peligrosa que puede llegar a ser. Espero esta actualización te guste. Un abrazo!

- Karii Taisho: El mensaje del final me ha hecho gritar de emoción incluso a mi XD ajajajaj es que amo lo coqueto que es este Inuyasha, sin caer en lo excesivo, siempre sutil y atrapante... No pude actualizar el 25 :c pero ya estamos de vuelta con todo. Un abrazo!

- Marlenis Samudio: Poco a poco esta versión que he creado de Kagome se ha transformado en una de mis favoritas, amo que no tenga miedo a nada y sepa defenderse sola. Con respecto al final... Inuyasha no es tonto, obviamente es parte de su plan... pero bueno, las cosas no le serán tan sencillas como él cree, sobretodo porque será incapaz de controlar sus sentimientos.

- joiscar: Sango y Kag serán muy buenas amigas al final de este fic, tenlo por seguro. Te he hecho esperar mas de una semana y lo siento tanto :c espero este cap ayude a que me perdones ajajaj un abrazo!

- Rocio K Echeverria: Ñaau, es que me encanta atraparte, tener lectoras como tú siempre es una bendición ajajja. Kouga tendrá lo suyo e Inuyasha... Si, obviamente querrá jugar hasta destruirla, aunque veremos varias batallas entre ambos, algunas con victorias y derrotas jiji. Probablemente haga un one shot con Sesshomaru y Kag como pareja protagonista, aunque aun no me he decidido del todo en la trama, ya veremos... La verdad es que ambos hermanos me fascinan jeje.

- Rosa Taisho: El mensaje de Inuyasha nos ha hecho gritar a todas AJAJAJJA, demasiado coqueto y posesivo, lo amo. Muchas gracias por tu apoyo a lo largo del 2023, agradecida de tenerte tambien en mi 2024. Un abrazo!.

- AmyCat45: Puede que tu deseo se cumpla mas adelante, la verdad es que Sesshomaru si siente un poco de atracción hacia Kag, y quien no lo haría? La verdad es que la heredera Russo es bastante cautivadora a la vista. Gracias por leerme, gracias por tu apoyo! Un abrazo enorme y espero esta actualización te guste... Se viene un poco intensa jeje.

- Ladyahomehigurashi: Se viene aun mas intenso este cap! Espero lo disfrutes tanto como yo he disfrutado escribirlo Jijijiji.

-Carli89: La locura de Kag es lo que nos fascina a todos! Ajajajja he amado crearla hasta ahora, Eres parte del gran team que quiere ver algo entre Sesshomaru y Kag... asique escuchando a mis lectores... probablemente les de una probadita de ello. Un abrazo Carli y feliz 2024!

- Kayla Lynnet: Si te ha gustado la historia hasta ahora, definitivamente deberías disfrutar este cap, empezamos con todo y no hay vuelta atras! Nos leemos Kayla! Gracias por iniciar conmigo este 2024.

- Cbt1996: ajajajja, me encanta saber que la disfrutas! He tardado con esta actualización, pero aqui estamos. Gracias por tu apoyo incondicional. Sos un solcito

- Shikon de Oz: ajajajajjja amo provocar esa horda de emociones en ti, yo tambien odio a Naraku y creo que ese odio es un decimo de lo que terminarás sintiendo mientras avanza la historia. No he podido estar en contacto contigo estos ultimos días, pero creeme que no he olvidado tu idea de unir tu historia con la mía. Un abrazo!

- Megoka: Bienvenida a esta montaña rusa de emociones! Me encanta partir un nuevo año con nueva gente leyendo mis locuras ajajja, espero tenerte aqui por mucho tiempo más! Efectivamente la relación creciente entre Kag e Inu será increiblemente caotica, porque costará bastante que los dos bajen su armadura y puedan amarse sin miedo... Pero al menos ten por seguro que el camino a eso sera entretenidisimo! Un abrazo linda, feliz de tenerte aqui.

Pensé que eran minoría, pero al parecer varios quieren un coqueteo por ahí entre Sesshomaru y Kagome ah... puede que les cumpla sus deseos antes de lo que esperan, esa es la gracia de ir escribiendo y publicando, que podemos añadir eventos deliciosos a la historia jeje.

Nos leemos pronto! Gracias por la paciencia.

Frani.


Capítulo 5.- Enciendes mi deseo.

Inuyasha

Apenas encendí el motor la chica a mi lado cerró los ojos y suspiró mientras apoyaba la cabeza en el respaldo del asiento. Pronto el camino silencioso comenzó a incomodarme y decidí que era el momento perfecto para comenzar a trabajar en ganarme su confianza.

– ¿Te sientes un poco mejor? - Pregunté e inmediatamente su rostro se llenó de incredulidad. - ¿Qué?

– ¿Ahora resulta que nos llevamos bien? - Sonreí y suspiré.

– Esta es la última vez que tendré que soportar tu compañía y eso me hace extremadamente feliz, dada la ocasión especial puedo intentar hacerlo un poco más ameno para ambos, ¿No crees?

Sus ojos se clavaron con intensidad en los míos, buscando algún indicio de mentira en mi rostro antes de emitir cualquier respuesta. Me mantuve tenso hasta que sus facciones se relajaron.

– Mis pulmones arden, mi cuerpo hormiguea, mi cabeza duele y tengo unas ganas horribles de vomitar… Supongo que he estado mejor. - Me reí genuinamente.

– Y has disparado a Sango sin mirar y sintiéndote así de mal…

– Instinto de supervivencia, supongo. - Asentí. - ¿Quién es Sango?

No contesté de inmediato, en parte porque parte de mí dudaba si era buena idea involucrar aún mas a mi mejor amiga en mis problemas.

– ¿Quién es Kouga? - Contrapregunté, intentando desviar su interés a algo que me interesaba más.

– ¿Aún no lo superas? Yo pregunté primero.

Al parecer iba a tener que entregar un poco de información para recibir lo que quería.

– Mi mejor amiga. - Exclamé. - Vive con nosotros desde que tengo memoria, su madre es parte de la servidumbre en nuestra casa en Japón.

– ¿Y qué hace aquí en Italia? - Suspiré mientras giraba el volante para doblar en una de las tantas calles que interceptaban la avenida.

– Sango tuvo una idea increíblemente errónea de que toda esta situación de mierda eran vacaciones en Europa. - Una risa suave y espontánea abandonó sus labios y sonreí en un reflejo innato.

Esa era la primera vez que la escuchaba reír sin el tono burlón y sarcástico de fondo, sin embargo me obligué a recuperar la compostura cuando noté lo que estaba sucediendo.

Estacioné frente a su casa y apagué el motor.

– Kouga es mi guardaespaldas. - Respondió y contuve un suspiro de alivio en mi garganta.

¿Por qué me aliviaba algo como eso?

– Uno que claramente debería ser expulsado de sus servicios. - Me sonrió.

– Lleva a Sango a conocer la ciudad de Florencia, tiene un montón de arquitectura turística. - Asentí un poco sorprendido por su amabilidad - Y dile que lo siento por dispararle. - Una mueca culposa surcó sus labios de una forma increíblemente adorable y otra risa escapó de mis labios contra mi voluntad.

Ya basta, Inuyasha.

– Lo superará. - Asintió y se dio la vuelta para bajar. - Russo… Deberías usar ese mismo instinto de supervivencia para alejarte de tu padre. - La sonrisa se borró de sus labios de forma instantánea. - Ese es el consejo que te doy como despedida.

Jugueteó con sus dedos intentando lidiar con su ansiedad y suspiró.

– Gracias, supongo.

– Nada de gracias, esta noche volví a salvarte la vida contra mi voluntad, me las debes, no voy a olvidarlo.

Bajó del auto y caminó con extremo cuidado hacia la entrada de su mansión con tacones aguja de al menos 15 centímetros de alto. Mis manos apretaron el volante en su agarre cuando un sujeto alto y de cabello negro apareció de la nada y la apretó con impetu en un abrazo contra su cuerpo mientras susurraba palabras contra su cabello.

Apostaba mi vida a que ese era el famoso guardaespaldas, uno con demasiados permisos otorgados si se le permitía abrazarla de ese modo tan efusivo. Mis manos se relajaron cuando fue ella misma quien lo empujó para liberarse de una muestra de cariño que al parecer la incomodaba.

Encendí el motor y aceleré sin ganas de permanecer allí en un papel de simple espectador, pero sin dejar de pensar en la imagen de esos dos. Cuando llegué al primer semáforo en rojo saqué rápidamente mi teléfono celular del bolsillo y busqué su número. Tecleé las palabras y apreté enviar sin medir las consecuencias, pero por algún motivo desesperado por volver a verla.

Inuyasha (3:30 AM): Cuando bajaste del auto decidí que no estoy listo para dejar de verte, aún necesito hacerte la vida imposible un poco más mientras siga en Italia. Estamos en contacto, Russo.

La notificación de lectura apareció de inmediato, sin embargo no recibí respuesta alguna. Sonreí sacudiendo la cabeza, tal vez demasiado expectante por un juego que apenas estaba comenzando para mí.


'

Veinte minutos mas tarde bajé del ascensor y encontré a Sesshomaru en la cocina de mi apartamento, al parecer esperándome mientras bebía un café expreso con un semblante serio, pero relajado.

Pensé que ya te habías ido. - Exclamé.

¿Todo bien con Kagome?

Todo perfecto. - Respondí mientras caminaba con una sonrisa hacia el refrigerador y buscaba algo para beber.

Recuerda empacar tus cosas para mañana. - Musitó al verme caminar hacia mi habitación. - Viajamos a primera hora.

Me giré a mirarlo, él simplemente bebió otro sorbo de su café.

Yo no me iré a Japón aún. - Musité.

¿Por qué no? Creí que odiabas Italia. - Me encogí de hombros.

Eso no ha cambiado, pero puede que haya encontrado algo con lo que entretenerme. - Seguí avanzando, sin embargo su cuerpo me bloqueó el paso en un pestañeo.

¿Y eso es…? - Sus ojos se clavaron en los míos y los entrecerró cuando comprendió todo. - …Por supuesto que es Kagome.

Sonreí y su mano apretó el puente de su nariz, entrando en colapso rápidamente.

No te estreses, dame 48 horas para intentar persuadirla, creo que puedo lograr que vuelva a confiar en nosotros. - Musité creyendo al 100% en mis propias palabras.

¿Eso crees?

Estoy seguro de ello.

¿Ahora te interesa formar una alianza con la chica Russo? Hmm, no me convence. - Borré mi sonrisa de inmediato, quizás el cambio de opinión era demasiado brusco y podía dejar en evidencia mis planes.

Medité la situación de vuelta a casa, he sido inmaduro. - Una de sus cejas se arqueó al instante. - Tienes razón en algunos aspectos y creo que una alianza nos ayudaría a ambos bandos. Tenemos un enemigo en común, sólo eliminemos rápidamente el problema y sigamos con nuestras vidas.

Me miró serio.

Bien, inténtalo. Todo está en la mierda actualmente, no creo que puedas arruinarlo aún más. - Pasó por mi lado para caminar hacia el ascensor. - Tienes 48 horas.

Y no necesitaba más.


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Kagome

Para mi sorpresa desperté temprano al día siguiente y con nada de resaca. Corrí escaleras abajo hacia la cocina, feliz por alguna razón desconocida y la ama de llaves me sonrió de inmediato.

– Buongiorno signorina Russo, cosa gradisce per colazione? (Buenos días señorita Kagome, ¿Qué le gustaría desayunar?)

– Per ora solo un caffè, grazie mille Chiara (Por ahora sólo un café, muchas gracias Chiara) - Sonreí y ella asintió de inmediato.

Revisé la información que mi padre me había enviado. Efectivamente tenía que encargarme de uno de sus tantos problemas, algo sobre unas deudas impagas. Inspiré profundamente cuando el aroma del café de grano se hizo protagonista en el aire, intentando suprimir mis crecientes ganas de emanciparme.

Kouga apareció unos minutos más tarde, ignorándome después de nuestra incómoda conversación durante la madrugada, apretando su coleta alta con aires despreocupados.

– Buongiorno Kouga (Buenos días Kouga) - Musité.

– Buongiorno Kagome (Buenos días Kagome) - Respondió sin mirarme mientras se servía una taza de café recién preparado por Chiara.

– Vuoi unirti a me oggi? (¿Me acompañas el día de hoy?)

Mmhm. - Confirmó y yo sonreí. - No porque quiera, sino porque tu padre me lo ha pedido encarecidamente. - Fruncí el ceño.

Me acerqué a sus espaldas y apoyé mi mejilla allí. Lo sentí tensarse al instante.

¿No volverás a quererme nunca más? - Pregunté.

No por ahora. - Se alejó de golpe para caminar hacia el exterior. - Te espero en el auto.

Suspiré y me moví hacia mi habitación. Luego de ducharme y vestirme salí de la casa y me subí al jeep junto a él. De inmediato encendió el motor.

¿Sabes a dónde vamos? - Asintió.

Tu padre me ha enviado la información hoy al amanecer.

El camino a destino fue increíblemente incómodo y silencioso, me dediqué a deslizar el dedo por la pantalla de mi celular intentando distraerme. Al llegar a la panadería en el centro de la ciudad nos bajamos juntos. Apenas cruzamos las puertas de cristal de la entrada el rostro del dueño se desfiguró.

– Che succede Antonio? Non sei felice di vedermi? (¿Qué pasa Antonio, no estás feliz de verme?) - Pregunté con una sonrisa radiante.

– Ti ha mandato tuo padre? (¿Te ha enviado tu padre?) - Asentí. - Beh, non sono così felice di vederti (Bueno, no estoy tan feliz de verte) - Me reí.

Caminé hacia una de las mesitas altas para sus clientes y me senté allí de piernas cruzadas.

Dejaré que atiendas a tus clientes con calma, luego charlaremos un poco. - Ví el miedo en su mirada.

¿No puedo negarme a esa invitación?

No, considérala de asistencia obligatoria. - Sus labios se fruncieron, pero asintió al instante.

La gente a nuestro alrededor me miró con curiosidad mientras hacía sonar mis garras sobre la cubierta de la mesa.

Kouga… - Musité en voz bajita y él se acercó de inmediato. - Asegúrate de que todas las salidas estén bloqueadas, excepto la puerta principal. - Asintió de inmediato y salió para revisar el perímetro del local.

Esperé pacientemente a que saliera el último cliente y me puse de pie.

Vengo a cobrar los 3 meses de arriendo que le debes a mi familia. - Exclamé sin rodeos mirando los deliciosos pasteles de exhibición en la vitrina de vidrio que nos separaba a ambos. - Has tenido tiempo suficiente para juntar el dinero.

Señorita Russo, no puedo pagarle ahora, por favor deme sólo dos días adicionales y le enviaré el pago en efectivo. - Negué con la cabeza mientras sacaba un pastelito, el que había captado más mi atención.

Las excusas reutilizadas quedan inservibles con el tiempo, mi padre quiere su dinero ahora. - Me acerqué y apoyé mis manos sobre el mesón. - Queremos el dinero ahora.

No tengo el dinero suficiente en estos momentos, lo siento. - Suspiré y asentí.

Okey, no hay problema.

¿De verdad? - La esperanza brilló con fuerza en sus ojos verdosos por un segundo.

No. - Di una patada con todas mis fuerzas al mesón de cristal y lo vi hacerse añicos cuando el tacón aguja de mi stiletto fue demasiado para soportar.

El ruido atrajo rápidamente al resto de su familia, vi a su mujer aparecer con el rostro manchado de harina desde la cocina y un par de chicas más, lo suficientemente jóvenes para lucir como sus hijas. La mujer adulta me miró con pánico y yo sonreí.

Ana, querida, justo a tiempo para ayudarme a dejar un punto en claro. - Exclamé y apunté directo con mi arma hacia su cabeza. - Quiero el dinero ahora, Antonio, no creo que sea necesario repetirlo.

Su aspecto imponente se redujo a cenizas cuando sus ojos se llenaron de lágrimas al ver a su esposa en peligro.

¿Eso me convertía en una villana?

Por favor Kagome, el negocio no ha ido tan bien como desearía, estoy lleno de deudas, no tengo como pagarte.

Ordena tus prioridades y dame una solución. - Quité el seguro y la mujer gritó frente a mí entre sollozos.

Rápidamente vi al pobre tipo correr desesperado a la caja registradora y darme todo el dinero que había en ella.

Esto no es ni el tercio del total… - Exclamé mirando los fardos de billetes agrupados.

Todo lo que logre como ganancia estos días te lo haré llegar. - Exclamó. - Dame 7 días.

Le entregué el dinero a Kouga y sonreí.

Okey, tienes siete días, quizás menos, pero nunca más. - Asintió con desesperación. Miré a su esposa y sonreí una última vez antes de dispararle en uno de sus brazos. Sus gritos de dolor llenaron el lugar y me hicieron sentir conforme. - Para dejar un punto en claro, la próxima bala va justo entre sus ojos. - Y salí de allí, seguida de cerca por Wolf.

Nos subimos al auto y aceleró casi al instante mientras yo contaba el dinero en mi regazo.

¿Crees que pueda reunir el dinero? - Preguntó.

Creo que le hemos dado razones suficientes para esforzarse por ello. - Sonrió a mi lado. - Somos libres por el momento, ¿Quieres ir a comer?

¿Para qué? ¿Quieres ayudarme a recordar mi lugar como guardaespaldas? - Ah, por supuesto, lo había herido con mis palabras.

Lamento las palabras que utilicé, pero no el mensaje que quise entregar. - Musité. - Yo también te quiero... - Pude escuchar su corazón latir un poco más rápido con esas cuatro palabras. - Y te necesito de mi lado, no en mi contra.

Suspiró y asintió.

Si, supongo que fui un poco extremista anoche.

¿Un poco? No es sólo eso, no puedes tener muestras de cariño tan efusivas frente al resto del personal, no puedes quitarme autoridad de ese modo o mi padre va a matarte de todas formas. - Asintió.

Tienes razón, no volverá a suceder. - Me miró al frenar en una intersección y yo sonreí. - ¿Pastas o pizza?

Pizza. - Asintió y aceleró para ir en búsqueda de nuestro local favorito.

Mi celular vibró en mi regazo y lo tomé mientras apoyaba mi cabeza en el cristal.

Número desconocido (2:20 PM): ¿Estás ocupada?

Identifiqué el mismo número de la noche anterior y sonreí, obligándome a esperar un par de minutos antes de contestar.

Kagome Russo (2:22 PM): ¿Quién es?

Número desconocido (2:22 PM): ¿Jugaremos a fingir que tú y yo no nos conocemos? Y yo que creí que habíamos avanzado en nuestra relación anoche, después de todo me has ahorcado entre tus muslos, eso es bastante importante.

Mordí mi labio inferior para aguantar una risa.

Kagome Russo (2:25 PM): ¿No estabas feliz de no volver a lidiar conmigo?

Número desconocido (2:25 PM): Eso creía, pero como he dicho en mi mensaje anterior, aún no estoy listo para dejar de verte. Me voy en 48 horas a Japón y quiero aprovechar el tiempo que me queda como turista. Necesito una persona local que me ayude a recorrer Italia en tiempo record y no morir en el intento.

Kagome Russo (2:25 PM): ¿Parezco la clase de persona que estaría dispuesta a hacer un tour a uno de sus peores enemigos?

Número desconocido (2:26 PM): Pareces la persona perfecta para mí. ¿Paso por ti más tarde?

Kagome Russo (2:27 PM): Olvídalo, estaré ocupada.

Número desconocido (2:27 PM): Paso por ti a las 8.

Resoplé y guardé el celular entre mis piernas.

Estacionamos frente al restaurante y bajamos juntos del auto. Mientras esperábamos la comida volví a mirar la pantalla y tecleé, sonriendo cuando el número desconocido tenía ahora un nombre propio: Inuyasha Taisho.

Tu padre me ha pedido encargarme de algo en el bar más tarde. - Exclamó Kouga frente a mí.

¿Sólo a ti?

Por teléfono mencionó algo sobre "prefiero mantener a Kagome y su imán de problemas en casa" - Puse los ojos en blanco. - ¿Puedo confiar en que te mantendrás a salvo en las cuatro paredes de la mansión?

Por supuesto, tienes mi palabra. - Me miró fijamente, intentando encontrar la mentira en mi rostro. - ¿Qué?

Te conozco hace 6 años, sé perfectamente cuando algo estás tramando. - Me reí.

Joder Kouga, tienes 23 años y actúas como alguien de 40, ¿Nunca te relajas?

No en este trabajo.

Mi alianza con los Taisho se rompió, todo vuelve a la normalidad, no tienes de qué preocuparte.

Continuó mirándome fijo, sin embargo luego de unos segundos se concentró en el plato frente a sus narices.


'

Llegamos a casa cerca de las seis de la tarde, para entonces gran parte de los guardaespaldas, se habían marchado y el resto esperaba las órdenes de Kouga. Subí las escaleras lista para encerrarme en mi pieza y descansar el resto de la noche.

Señorita Russo. - Kouga me habló desde su posición en el modo formal que siempre utilizaba frente al resto del equipo. - Estaré de vuelta durante la madrugada, si por algún motivo me necesitas con urgencia, no dudes en llamarme. - Sonreí y asentí.

Lo tendré en consideración. - Exclamé antes de seguir con mi camino escaleras arriba.

Luego de tomar una ducha rápida y colocarme mi pijama me dediqué a revisar unos cuantos archivos en mi computador. Suspiré tranquila cuando comprobé que el número de información dañada no había aumentado y me dispuse a pasar toda la información restante a un disco duro externo antes de que las cosas pudieran empeorar.

Mi celular vibró de pronto sacándome de mi espiral de concentración y contesté sin mirar. Un pésimo hábito en mi.

Buenas noches señorita Russo. - Su voz ronca me tomó por sorpresa, sorpresa suficiente para hacerme sentir un pequeño ataque cardiaco, que me obligó a guardar silencio hasta asegurarme de que podía controlar mi reacción visceral.

¿Quién habla?

¿Seguirás fingiendo que no me reconoces?

Puedo cortar ahora mismo si no contestas mi pregunta. - Suspiró del otro lado y sonreí.

Inuyasha Taisho.

Ah… Que lástima, me habría encantado escuchar la voz del otro Taisho, el que me cae un poco mejor. - Una risa corta se dejó escuchar del otro lado.

Me alegra saber que tu encantador sarcasmo no ha sido afectado por la sobredosis de droga en tu cerebro.

No es sarcasmo, realmente preferiría estar hablando con tu hermano en estos momentos. - Un resoplido orgulloso se dejó escuchar del otro lado. - Pero no importa ¿Qué necesitas de mí?

Hablar de negocios.

¿No quedó claro ayer? Yo no hago negocios con tu familia.

Tú y yo tenemos una conversación pendiente.

No lo creo.

…Y he venido a buscarla, estoy esperando aquí afuera. - Un escalofrío recorrió mi espalda en toda su extensión y me esforcé en ignorarlo con todas mis fuerzas.

Mientes.

Mira por tu balcón, si quieres puedo saludarte ahora mismo.

Obedecí y me moví hacia el balcón con cierta reticencia, ocultándome rápidamente tras el borde de la cortina. Una silueta destacó en la oscuridad, apoyada sobre su motocicleta, llevaba una chaqueta de cuero negra y un casco que cubría su rostro en el mismo color, sin embargo el cabello platinado que se escapaba de éste era prueba suficiente de su linaje. Debí suponer que efectivamente estaría allí, después de todo al parecer el menor de los Taisho jamás mentía.

¿Me ves? - Preguntó mirando en mi dirección, saludando en un gesto rápido con su mano derecha en alto.

No voy a salir a hablar contigo.

¿Por qué no?

¡Porque nunca acepté que vinieras! Además mi padre quiere que permanezca aquí.

Oh, ¿De pronto has decidido ser la hija obediente de Naraku?

No.

¿O es que tienes miedo de ser incapaz de lidiar conmigo? - Sabía perfectamente que el idiota no era tan idiota realmente, que él era muy consciente de que aquellas palabras eran perfectas para jugar con mi mente.

Pero si realmente quería jugar, siempre podíamos competir por ver quien jugaba mejor.

¿Cuál es el plan? No sé si lo has notado, pero estoy rodeada de guardaespaldas.

Salta desde el balcón de tu habitación, yo te ayudaré a llegar abajo. - Y entonces cortó, demasiado seguro de que seguiría sus indicaciones.

Bastardo.

Corrí a mi closet, me puse unos jeans ajustados en un tono oscuro, una camiseta blanca de tirantes y busqué un par de zapatos bajos. Abrí rápidamente la aplicación que controlaba las cámaras en mi celular y las congelé todas por unos segundos, los suficientes para dejarme actuar con tranquilidad. Abrí las ventanas de mi balcón de par en par y me asomé por el borde, descartando que hubiera algún guardia rondando. Al comprobar el camino libre pasé mis piernas hacia el exterior y di un salto a la reja alta que rodeaba el perímetro. Desde allí vi a Inuyasha, esperándome en el lado externo con sus brazos abiertos.

Salta. - Susurró y yo dudé. - No te dejaré caer, lo prometo.

No confío en ti. - Se encogió de hombros.

Es tu única opción.

Fruncí mis labios, miré hacia atrás y comprobé que tenía razón, volver a saltar al balcón no era tan fácil como saltar a sus brazos. Cerré los ojos y salté en su dirección, siendo atrapada al instante y puesta con extrema suavidad en el suelo. Permanecí allí, cómoda en la calidez de su agarre y el silencio de la noche, quizás demasiado a gusto en su pecho, disfrutando el aroma agradable de su perfume.

Hmm, podemos quedarnos aquí toda la noche si quieres, también me parece una buena opción. - Susurró contra mi cabello y lo empujé de inmediato, obteniendo una risa burlesca de su parte. - Sólo bromeaba.

Me guió hasta su motocicleta y me extendió un casco negro idéntico al suyo. La duda me carcomió el cerebro y mantuve mis manos en mis caderas. Kouga iba a odiarme si descubría esto, probablemente más de lo que ya me odiaba.

¿Has llegado tan lejos y ahora te arrepientes? - Preguntó. - Te traeré de vuelta en un par de horas, nadie notará que te has ido.

¿Y si decides asesinarme?

Vuelvo a repetir… Que si te quisiera muerta, ya lo estarías.

Suspiré y lo quité con rabia de sus manos, obteniendo una sonrisa victoriosa que hizo aparecer aquellos malditos hoyuelos encantadores en sus mejillas.

Quiero dejar en claro que voy a utilizar cada segundo de esta salida como parte de pago por mis deudas de vida contigo. - Exclamé.

Me puse el casco e intenté ajustar las correas por mi cuenta, fallando miserablemente en el acto. Me sonrió cálidamente aún de pie frente a mí y sus dedos se movieron al broche para ajustarlo bajo mi cuello con una delicadeza que francamente no esperaba recibir.

Puedo aceptar ese trato, sólo porque estoy de buen humor. ¿Lo sientes firme? - Moví mi cabeza a un lado y al otro y asentí cuando no sentí que se moviera. - Perfecto.

Se subió y colocó su propio casco, sentí el clic del broche y se giró a mirarme. Palmeó un par de veces el espacio libre a sus espaldas y suspiré antes de sentarme tras él mientras sus manos se aferraban al manillar de su motocicleta. Levantó la pantalla oscura de su casco y me miró por sobre su hombro, con una postura imponente que podría haber derretido a una horda de mujeres con facilidad.

Tienes que afirmarte de mí o vas a caerte. - De inmediato me aferré al borde del asiento con mis manos, rechazando su oferta y captando sus ojos entrecerrados por una sonrisa que el resto del casco no me permitió ver. - Tú te lo pierdes.

Su pie derecho pateó el seguro para quitarlo y un apretón de su mano derecha encendió el motor, provocando un ronroneo bajito hasta que hizo girar la manilla, siendo reemplazado por un rugido que vibró con fuerza bajo nosotros y sonreí encantada sin poder evitarlo.

Sentí el tirón sobre mi cuerpo cuando aceleró y mis dedos se aferraron con fuerza al asiento. Aquella era la primera vez que me subía a una motocicleta y debía admitir que la experiencia era impagable. La carretera se desplegó ante nosotros como un lienzo oscuro atrayente y el alud de sensaciones me hizo respirar con fuerza. El primer semáforo en rojo lo obligó a frenar y mi cuerpo se movió en inercia al suyo, chocando mi mejilla contra su espalda.

Como dije… afirmate bien o vas a caerte. - Musitó.

¡Tu has frenado de golpe!

Tu no estabas atenta.

La luz cambio y él volvió a acelerar, mi cuerpo dio un tirón lo suficientemente fuerte como para aferrarme a su torso en busca de no estamparme contra el suelo. Una risa ronca se escuchó bajo, perdida en la aislación efectiva de su casco.

De verdad disfrutas torturarme.

Tal vez. - Respondió y continuó manejando por las calles.

Luego de unos minutos bajó la velocidad poco a poco hasta detenerse frente a un antro bastante popular, lo suficiente para tener una fila de gente esperando entrar.

¿Esta es tu idea de turismo? - Pregunté aún aferrada a su cuerpo mientras escuchaba los bajos de la música retumbar desde el edificio

Yep. - Exclamó apagando el motor y quitando su casco con gracia. - Puedes soltarme si quieres.

Mis manos se alejaron de su cuerpo como si quemara y aquello solo lo hizo sonreír más. Quité mi casco y se lo entregué en las manos para que lo guardara. Al bajarnos caminó con seguridad hacia la entrada y le sonrió al guardia.

A la fila. - Contestó el hombre sin mirarnos.

¿Le dices a Kagome Russo que tiene que esperar para entrar? - Preguntó Inuyasha y esa fue la primera vez que el guardia levanto sus ojos despectivos hacia nosotros. Me miró con atención y su rostro cambió al instante, pasando de oscuro a iluminado por una sonrisa amable.

Señorita Russo y compañia, adelante por favor. - Se movió de inmediato dándonos el pase y sentí el abucheo de la gente que aún hacía la fila. Una sola mirada severa de Inuyasha bastó para silenciarlos a todos.

Al atravesar la puerta de entrada nos sumergimos en una oscuridad sofocante. Había al menos dos zonas para bailar, ambas repletas de gente sudando y gritando. Retrocedi en inercia hacia él y sus manos me atraparon por los hombros desde mi espalda.

¿No te gusta? Siempre podemos buscar un lugar más tranquilo. - Sus palabras se sintieron tibias contra mi oreja y me estremecí sin poder evitarlo.

¿Quieres hablar de negocios en este lugar? - Pregunté.

No, este es el lugar donde quiero conocerte un poco más. Luego de lograr eso hablaremos de negocios. - Se movió para quedar frente a mí y me estiró una de sus manos. - Vamos, te invito a un trago.

El dorado de sus ojos destacó con intensidad incluso en la oscuridad. No supe con exactitud cual de todos sus rasgos me hizo confiar a ciegas; podía ser la sonrisa coqueta y genuina en sus labios, o tal vez los hoyuelos adorables en sus mejillas, pero estiré mi mano para alcanzar la suya y sentí la calidez agradable de su piel contra la mía.

Me guió a la barra libre del local, donde un sujeto nos sonrió servicial.

¿Qué les ofrezco? - Preguntó e Inuyasha me miró de reojo.

¿Te sientes aventurera o desconfiada? - Me preguntó el peliplata.

Totalmente desconfiada. - Exclamé y se rio a mi lado.

Por supuesto que sí… Que sean dos shots de tequila. - Exclamó y yo lo miré seria en reprobación. - Vamos Russo, necesito que dejes de desconfiar, nada hará eso más rápido que el tequila.

Guardé silencio, apoyando mi codo derecho en la barra y mi mentón en mi palma.

No sé ni siquiera por qué estoy aquí. - Susurré.

¿Preferirías estar aburrida en casa?

No realmente, es sólo que conocerte ya me ha traído suficientes problemas. - Me sonrió mientras deslizaba uno de los dos vasitos de cristal servidos hacia mí.

Para que no te sientas tan desafortunada… Considerémoslo como algo mutuo. - Miré el vaso frente a mí, sintiendo a la distancia el escozor del alcohol transparente en mi nariz.

Nunca he bebido tequila. - Admití.

Siempre hay una primera vez para todo. - Tomó mi mano libre entre las suyas y puso un poco de sal en mi palma, luego, tomó un trocito de limón entre los dientes y me entregó el otro en la mano. Se lo quitó para poder hablar. - Todo esto tiene un orden específico vale, pon atención.

Llevó el vasito a sus labios, movió su cabeza hacia atrás y tragó el contenido rápidamente, para luego lamer la sal en el dorso de su mano y morder el limón.

Tu turno. - Exclamó mirándome fijo.

Miré la sal en mi mano e intenté recordar el orden en mi mente. Bebí el tequila hasta vaciar el vasito, lo sentí avanzar y quemar todo a su paso por mi esófago, luego lamí la sal y mordí el limón desesperada por quitar el sabor amargo. Arrugué mi nariz con desagrado ante su mirada atenta y una sonrisa genuina.

¿Muy malo?

Horrible. - Saqué mi lengua y se rio frente a mi.

Te acostumbrarás, mientras más vasos tomas, más fácil es de lograr.

Miré la botella a nuestro lado y le sonreí.

Toma otro. - Ordené.

¿Por qué?

Porque claramente estoy en desventaja, toma otro o me iré.

Lo vi rodar sus ojos mientras servía alcohol nuevamente en su vasito hasta el borde. Tomó mi mano libre una vez más y me miró mientras la acercaba a su boca. Debí haber reaccionado y quitar mi extremidad de golpe, sin embargo me perdí en lo exquisito que era ver su lengua arrastrarse lentamente por el dorso de mi mano, para luego depositar un poco de sal.

Bebió todo una vez más, barrió con la lengua toda la sal de mi piel dejando la sensación cálida y húmeda que esperaba para luego morder el limón. La sangre me hirvió por las venas, con una repentina necesidad de sentir su lengua lamer cada centímetro de mi cuerpo. En acto seguido una sonrisa torcida y coqueta invadió sus labios, como si hubiera leído mi sucio pensamiento.

Miré la botella y la acerqué hasta mí, decidida a ganar en esa competencia silenciosa declarada entre los dos. Me estiré hasta quedar a escasos centímetros de su rostro y vi su mirada ambarina bajar hasta mis labios por unos segundos, sin embargo ladeé mi cabeza para alcanzar el espacio en su cuello. Mi lengua se arrastró con deliberada lentitud por el surco de su yugular y tomé un poco de sal para pegarlo allí antes de que la saliva se secara. El borde de la botella rozó mis labios, bebí un solo sorbo amargo y lo tomé del borde de su camiseta para acercarlo a mí y tomar la sal de su piel, lo sentí estremecer con el toque de mi lengua y me alejé de golpe para alcanzar el trocito de limón sobre la barra y morderlo. Al menos podía darle la razón en algo: cada trago se hacía más fácil de beber.

El dorado de sus ojos cambió a un anaranjado claro y aclaró su garganta antes de hablar.

¿Necesitas que beba uno más o estás conforme?

Conforme, por ahora. - Respondí con una sonrisa. Me puse de pie y sentí el subidón de energía casi instantáneo. Al mismo tiempo sentí mi inseguridad disminuir a cero y cuando volví a mirar a Inuyasha Taisho estaba lista para seguir tomando malas decisiones.- Baila conmigo. - Ordené y él me sonrió, poniéndose de pie y mirándome con atención desde su altura.

La música invadía cada rincón bajo las luces tenues y poco útiles en su función, creando un susurro vibrante e inmersivo en el aire. Nos movimos juntos a un rincón en la pista de baile y de inmediato me hizo girar entre sus brazos para dejar mi espalda pegada a su pecho. Poco a poco su cuerpo siguió el ritmo, guiándome sin forzarme.

Sus manos bajaron lentamente por mis brazos y se aferraron a mi cintura, tomándose un permiso que no había otorgado, pero que estaba dispuesta a aceptar. Recargué mi cabeza en su pecho y cerré los ojos, dejándome llevar por completo. Una de mis manos subió hasta alcanzar la parte trasera de su cuello y sentí su aliento cálido contra mi clavícula derecha, manteniéndose a escasos centímetros.

Un beso lento y casto en la zona erizó mi piel y dejé ir un suspiro antes de girarme entre sus brazos y posar mis manos en su pecho, mientras las suyas apretaban suavemente mi cintura.

Perdí la noción del tiempo en aquella comprometedora situación, sólo fui consciente de nuestros cuerpos moviéndose al ritmo de la música lenta y del calor que él emanaba contra mí, como una encarnación de fuego ardiente en su ser. Subí mi mirada hasta encontrar la suya en medio de la oscuridad y una complicidad silenciosa nació entre los dos, una que hablaba sin necesidad de palabras.

Sentí el aire a nuestro alrededor llenarse poco a poco de electricidad. Mi cuerpo se pegó al suyo desesperada por sentirlo más cerca mientras una mezcla de nervios y anticipación recorrían mi piel, como mariposas danzando en mi estómago. Él me sostuvo con firmeza suficiente como para no dejarme ir, pero al mismo tiempo con la delicadeza de quien comprendía a la perfección la fragilidad de un momento como ese. Una de sus manos se deslizó decidida por mi espalda, marcando un sendero de fuego que dejaba una estela de sensaciones a su paso.

Su rostro bajó hasta mi cuello y depositó un par de besos allí, haciéndome suspirar mientras mis garras se aferraban desesperadas a su camiseta. Sus labios fueron reemplazados rápidamente por su lengua y avanzó en un trayecto húmedo hasta mi oído izquierdo, donde mordió con suavidad el lóbulo antes de volver su atención a mi rostro y permanecer a escasos centímetros de mi boca.

¿Confías un poco más en mí? - Preguntó en un susurro. - Porque lo que quiero hacer contigo necesita ese requisito.

Guardé silencio, con los ojos entrecerrados y los labios semiabiertos, deseosa de su toque.

Depende…

¿De qué?

De lo que quieras hacer. - Musité y sentí el roce de su boca contra la mía cuando mostró una sonrisa traviesa.

Al segundo siguiente me movió con rapidez y dominancia hasta dejar mi espalda pegada a la pared más cercana, atrapándome con su cuerpo mientras el agarre en mi cintura se hacía más posesivo y una de sus manos subía hasta mi mentón, obligándome a mirarle fijo. Sus ojos ardieron de deseo y aquello fue el ingrediente faltante que terminó de encender por completo el mío.

Una de sus piernas se movió entre las mías, rozando con toda intención mi centro y haciéndome soltar un quejido ahogado silencioso mientras no le quitaba los ojos de encima. Su rostro bajó hasta el mío, rozando el ángulo de mi mandíbula suavemente con su nariz.

¿Confías en mí? - Volvió a preguntar, dejando sus labios a escasos centímetros de los míos.

No contesté, o al menos no con palabras aburridas, simplemente me estiré para alcanzar su boca y fundirnos en un beso ardiente. La pasión y desesperación se desató con cada roce y suspiros de alivio murieron en nuestra unión. Su mano en mi cintura subió hasta alcanzar mi pecho derecho y lo apretó en su palma, haciéndome jadear. Sentí el posesivo deslizamiento de su lengua en mi boca, explorando con destreza la mezcla de sensaciones prohibidas que se desplegaban entre nosotros, entrelazándonos en una danza sensual que afectó todos y cada uno de mis sentidos.

Mis garras se aferraron a su pecho y un gruñido escapó de sus labios. En acto seguido su cuerpo me aplastó aún más contra la pared de concreto, y su mano pasó de mi mentón a la parte posterior de mi cabeza, instándome a seguirle el ritmo creciente de su beso.

Dentro de los pensamientos borrosos que pude evocar, uno destacó particularmente y es que cuando mi mente había leído dominancia y sexo en su aspecto no se había equivocado en lo absoluto. Aquel beso posesivo lograba encenderme mil veces más que mis experiencias previas y la prueba de ello empapaba poco a poco mis bragas.

Se separó de mí cuando el aire comenzó a escasear, sin embargo mantuvo su frente pegada a la mía, con sus ojos cerrados y la respiración entrecortada. Me hacía sentir un poco mejor saber que al menos yo no era la única afectada por el torbellino de sensaciones.

Sus dedos se aferraron a mi muñeca y me arrastró sin decir nada por uno de los pasillos. Abrió una de las puertas y un par de chicas nos miraron con atención desde el interior del baño.

Fuera, ahora. - Ordenó con voz ronca y un movimiento de su mano; las chicas sólo asintieron y desaparecieron con rapidez.

Cerró la puerta tras nosotros, colocó el seguro y me tomó desprevenida cuando se abalanzó contra mí, me tomó por la cintura y me levantó en velo, provocando que en respuesta instintiva lo abrazara con mis piernas por la cintura. Sentí mi espalda chocar contra los azulejos en la pared, sin embargo no me importó demasiado.

Busqué sus labios desesperada y fui correspondida al instante, no sabía como era posible, pero la caricia fue aún más ardiente que la anterior. Sentí su miembro presionar duro contra mi entrada con la ropa como único obstáculo y gemí contra sus labios. Sus manos se colaron por debajo de mi camiseta y acariciaron mis pechos por sobre el sujetador. Mi espalda se arqueó contra la pared mientras él levantaba la tela a tirones y bajaba su rostro hasta mi escote, dando besos cortos que me quitaron el aliento. Desabrochó el sujetador con una sola mano en una muestra clara de sus habilidades y sus ojos se encendieron de rojo al mirarme.

Sus garras rozaron mi piel con delicadeza hasta detenerse en la parte inferior de mi pecho derecho. Sentí el pinchazo repentino y doloroso en la zona y gruñí abriendo los ojos de inmediato. De pronto todo el aura sensual se había desvanecido, sus manos me soltaron bruscamente como si mi piel fuera ácido contra la suya y se alejó de mí mientras peinaba su cabello y suspiraba al apretar el puente de su nariz.

Bajé la mirada hasta el lugar que ardía y coincidió con la zona donde mi tatuaje de araña destacaba en tinta negra, creando contraste sobre mi blanca piel, ahora enrojecida y dañada por su culpa.

Al segundo siguiente sus ojos perdieron el rojo, se reencontraron con los míos y el odio que no había extrañado volvió a relucir en ellos justo antes de darse media vuelta y salir por la puerta, dejándome ahí, completamente vulnerable y encendida. Apreté mis sienes cuando una jaqueca instantánea apareció y gruñí, volviendo a abrochar mi sujetador antes de colocar la camiseta en su lugar correspondiente. Me mojé la cara y el cuello antes de salir enfurecida y al buscarlo no lo encontré por ningún lugar, tampoco a su motocicleta.

JODIDO IMBÉCIL ¿REALMENTE SE HABIA ATREVIDO A ABANDONARME ASÍ?

Saqué mi teléfono y pedí un taxi. Refunfuñé todo el camino de regreso a casa, sintiéndome idiota y un poco dolida. Di un portazo al bajar y caminé directo a la entrada, donde dos de mis guardias me miraron incrédulos.

Ya estoy aquí, sana y salva, si alguno desea decirle algo a mi padre hágalo con total libertad, sabiendo que en el momento en el que me entere de quien fue, su cabeza será cortada en el mismo instante por mis garras. - Me miraron en silencio y asintieron frenéticamente. - Perfecto.

Subí las escaleras y antes de encerrarme en mi habitación me encontré con Kouga a mitad de pasillo, quien al parecer venía llegando de su misión.

¿Kagome? - Su voz solo me hizo dar media vuelta y avanzar más rápido. - ¡Espera!

Alcancé a abrir la puerta de mi habitación, pero al intentar cerrarla tras de mí su brazo se interpuso.

¡Déjame en paz! - Grité.

No es una opción, ¿Qué sucede pequeña? Déjame ayudarte.

Miré sus hermosos ojos azules, bajé hasta el ángulo masculino de su mandíbula y me detuve en sus labios por unos segundos. Sin pensarlo demasiado lo atraje de una sola vez a mi cuerpo y me aferré a su cuello, atrayéndole dentro de mi habitación y cerrando la puerta tras los dos.

Desesperada por apagar el deseo que me quemaba, quité mi camiseta por sobre mi cabeza y lo acorralé contra la pared mas cercana. Mis labios atraparon los suyos sin pensar, siendo correspondida al instante. Al separarse su boca se movió inmediatamente a mi cuello, dando besos cortos y húmedos mientras sus manos me abrazaban por la cintura.

Esto es con lo que puedes ayudarme… - Jadeé mientras él seguía en lo suyo. - Si eres capaz de soportar que utilice tu cuerpo para mi placer sin buscar nada más que sexo, entonces eres bienvenido a quedarte, si no… quiero que te vayas ahora mismo.

Subió su mirada hasta la mía, el azul fue invadido por trazas de rojo brillante y me sonrió, justo antes de volver a besarme, esta vez con deliberada desesperación.

Al menos estaba segura de que si Inuyasha Taisho no iba a darme lo que necesitaba, siempre habría alguien dispuesto a tomar su lugar.