Lo bonito del pasado es la ausencia de ciertas tecnologías... Aunque amamos el poder chatear en cualquier momento y lugar y recibir respuesta inmediata, sin duda se perdió la parte "romántica" de los mensajes escritos...


"Cartas"

Un año había transcurrido cuando Shura había sugerido a Kaoru el que mantuviese correspondencia con quien sería su futuro esposo.

-¿Una carta? -Había preguntado Kaoru un tanto insegura.

Shura asiente mientras sonríe ampliamente.

-Que sea un matrimonio arreglado no significa que no puedan conocerse -explica la peliverde desde su posición en el suelo, hay un montón de libros abiertos a su alrededor. -Piénsalo. Será más llevadero si en principio se conocen y aún más si después se vuelven amigos.

-Amigos -La morena saborea aquella palabra.

Ambas niñas están en el cuarto de dibujo; tras de que su clase de etiqueta terminase habían decidido quedarse a jugar un rato en la habitación. Es un caluroso día de Julio y la lluvia del día anterior no hizo más que levantar el calor. Las ventanas están abiertas con las cortinas descorridas y el aire entra suavemente en el recinto. Kaoru deja los libros sobre el pequeño escritorio de trabajo y su mente divaga un poco en las palabras de su amiga.

-Supongo que no sería mala idea -acepta al fin con una sonrisa tímida.

Tras la partida del General Himura y su compañía en su campaña al Norte, Kaoru y su familia debieron quedarse unas semanas más antes de partir de vuelta a su hogar al Este del imperio. Su presentación se había acordado retrasarse dos años más - una conveniencia si se consideraba su futuro compromiso con el líder del clan Himura - y había pasado, por tanto, todo ese tiempo en relativo cautiverio.

"Debemos evitar el que la verdad de tu don se revele antes de tiempo" Le había dicho su padre.

Y aunque los altos miembros del clan ya estaban enterados del futuro compromiso, veían de suma importancia el mantener en secreto la calidad de usuaria de la menor de los Kamiya; aun era muy pronto para revelarla sin que hubiese terribles consecuencias.

"Aprovecharemos este tiempo para buscar otra posible salida de ese horrible compromiso" Le había dicho por otro lado Megumi, quien seguía levantando obstáculos a la preparación matrimonial de su hermana.

-Como mínimo tu futuro esposo no es un señor de edad media.

Kaoru se horrorizó.

-Aunque ya no es tan común, todavía sigue sucediendo -razona. -Pero sin importar las circunstancias no creo que mi padre fuese tan cruel.

Shura asiente, hay un aire soñador en su mirada.

-Hay que reconocer que el General Himura es bastante atractivo -dice.

Kaoru se abochorna un tanto, sus mejillas se han teñido de rojo. El General Himura, no, Kenshin, se dice, le gusta; es atractivo como su amiga dice. Pero resulta obvio que aquél gusto es inocente y quizá un tanto infantil. Es el sueño de toda niña de su príncipe soñado, aunque en el caso de Kaoru haya sido más bien un General; aunque lo prefiere así, se dice.

-Pero, ¿crees que conteste? -cuestiona insegura la morena.

Shura lo considera.

-Bueno... tal vez le sea difícil considerando que está en medio de una guerra, pero cuando menos deberá contestar una de cortesía, ¿no?

Kaoru hace un puchero, aquello ya no le gusta tanto.

-Supongo -concede a regañadientes. Y al instante siguiente se prepara para escribir, saca un pequeño paquete de hojas amarradas al centro y toma unas cuantas, las acomoda en el escritorio, sacando al tiempo la tinta y preparando la pluma.

Shura la mira con interés.

-¿Le escribirás justo ahora? -Cuestiona.

-Si lo dejo para después tal vez no lo haga -Explica la morena.

Shura sonríe.

-Te dejaré sola entonces -le dice.

-No tienes que hacerlo. -Refuta Kaoru algo abochornada.

-¿Bromeas? Alguien tiene que cuidar que Megumi no llegue a interrumpirte. -Le explica, corriendo hacia la entrada, y luego sale guiñándole un ojo antes de desaparecer tras la puerta.

Kaoru se ha quedado sola.

-Haaa... -suspira. -Tengo que concederle que está en lo correcto -dice a nadie en particular, consciente de que si se dedica a entablar correspondencia con su futuro esposo, deberá hacerlo en secreto de su hermana...

...

Kaoru toma la pluma y se dispone a escribir. Tras varios intentos fallidos sobre cómo dirigirse a su prometido, termina llamándolo simplemente "Kenshin". Considera que dada su edad, apenas nueve años, la justifica de omitir ciertas reglas de etiqueta, se dice.

Y comienza a escribir.

En principio son sólo preguntas, muestra de su curiosidad sobre dónde se encuentra él, qué está haciendo y con quién se encuentra... preguntas sobre cómo es el Norte y cómo va la empresa de recuperar el territorio caído; si acaso está comiendo bien y si cumple con sus horas de sueño como debe. Cuando termina ha llenado una página completa de preguntas. La niña hace una mueca, pero se niega a empezar de nuevo, y más bien - en su segunda hoja - comienza a relatar cómo se encuentra ella y cómo está el clima en su hogar.

Al final son tres páginas que relee una y otra vez hasta quedar convencida de que no hay vuelta atrás.

Sonríe.

Y su poder sonríe con ella.

Su cuerpo resplandece rodeado de luz que a ratos se desprende en esferas, las cuales danzan alrededor de ella dejando estelas de luz a su paso. Sólo entonces se da cuenta de que ya se ha hecho de noche.

-¡Kaoru! ¡Es hora de cenar! -Se escucha la voz de su hermana fuera de la habitación, escaleras abajo.

-¡Ya voy! -Contesta justo tras sellar la carta.

...

Es un sistema sencillo a base de magia y alquimia mediante el cual se mandan mensajes. La carta se manda a través de uno de estos medios, el cual se encuentra en el celar que había permanecido a su madre. Kaoru y Shura ríen al mandar la carta.

Tras mucho debate, Kaoru decide que es mejor ser paciente; considerando el que están justo en el medio del tiempo dispuesto para la empresa es conciente de que sus primeras cartas no tengan respuesta. Y no desea, por otro lado, ser encimosa. Por lo que al final decide enviar una carta cada dos o tres semanas y rezar por recibir respuesta.

...

Hay un nuevo brillo en los ojos de la pequeña quien, lejos de estar triste por no recibir respuesta a sus primeras dos cartas, no puede evitar contar los días para escribir la siguiente.

Han habido noticias, además, sobre el avance del General Himura en su lucha contra la plaga en el Norte. Se ha logrado recuperar más de la mitad del territorio y pronto seguirían con una segunda empresa para acabar por sellar los bordes. Es por esto quizá que Kaoru no se entristece de no recibir respuesta aún.

"Es muy pronto" Se dice. "Kenshin debe concentrarse en su misión." Se recuerda. "Pero estoy segura de que mis cartas deben servirle bien." Se convence, pues, de ser lo contrario, ya le habría llegado una solicitud a no comunicarse.

...

Para el séptimo mes, sin embargo, Kaoru - pequeña, inocente e inmadura como dicta su edad - ya no está tan segura de querer seguir escribiendo sin recibir una respuesta.

Y entonces las cartas se han vuelto más esporádicas, hasta pasar incluso meses sin mandar una sola.

Está molesta. Y los demás a su alrededor lo notan.

En especial cuando entrena y ocurren de repente explosiones de luz que acaban por convertirse en fuego aperlado.

Sus clases nupciales continúan. Pero mientras suspira desanimada, comienza a pesar que quizá su hermana Megumi tiene razón. Esa brecha de edad acabaría por mantenerlos siempre distantes. Seguro que un muchacho adolescente como el General Himura, poco interés podía tener en relatos de una niña de apenas nueve - casi diez - años.

...

La última carta que envía a su prometido, es durante la víspera de su cumpleaños número diez.

Una sencilla página con una línea que sobresale por encima de todo lo escrito.

"Kenshin no baka"


Han pasado dos años y un mes desde la partida del General Himura. La guerra contra la plaga ha por fin concluido, y las noticias sobre su victoria y el resurgir del país del Norte, Akai - su hogar de origen - han llegado al resto del imperio. En la capital ya se prevee otra temporada de celebraciones en suma con la restauración en la nobleza del clan Himura.

Aunque no han sido los únicos cambios ocurridos en el imperio.

-Es de preocuparse el que hayan vuelto las ejecuciones -comenta uno de los miembros del Senado, el líder de la aristocracia.

-Debe ser serio si incluso la oposición está preocupada -refuta a modo de burla otro de los miembros, esta vez por parte de la nobleza.

La sala se debate en discusiones.

Koishijiro permanece serio, sin embargo, conciente del poder que el segundo príncipe ha hecho crecer a base de méritos en contiendas políticas y militares. Aunque lejos de la altura del ahora Duque Himura, es de notar la pureza de su elemento, el cual ya rivaliza con el del príncipe heredero Shogo Amakuza.

-Por ahora será mejor enfocarnos en la siguiente ceremonia de presentación -ofrece el representante del templo, un hombre mayor de gesto amable. -Lord Koishijiro, vuestra hija volverá a debutar esta vez, ¿cierto?

El aludido siente que el corazón se le estruja por un instante.

-Lo hará.

-Ah, ¿y su elemento, se ha declaro ya?

El moreno asiente, manos cerradas en puño.

-Todo parece indicar que permanecerá inclinada hacia el aire.

El sacerdote sonríe.

-Gracias a la diosa -exclama aliviado. -El cielo sabe que nos hacen falta usuarios de aire. Aún más dada la situación de los príncipes.

El resto de la sala asiente.

Dentro de seis meses más la presentación de usuarios elementales se llevaría a cabo como cada año, y de igual forma, daría inicio a la temporada de eventos en la capital, lo cual sin duda abría las puertas a nuevos compromisos y futuras alianzas.

El líder de los Kamiya rogaba que para entonces, Himura Kenshin ya hubiese regresado.


-¡Ah! ¡Esto es vida! -Exclamó Sanosuke mientras disfrutaba del agua caliente tras meses sin poder bañarse como Dios manda.

-Asegúrate de limpiarte bien -Le tienta Aoshi, quien tuvo que soportar el compartir tienda con el castaño durante toda la campaña.

-Estoy tan agusto que ignoraré tu cinismo -exclamó Sanosuke desde dentro de la ducha.

-¿Quién dijo que estaba siendo cínico? -Gruñó el moreno.

Estaban de vuelta en la mansión principal del clan Himura, la cual se había restaurado durante el último año y ahora resplandecía igual o incluso mejor que en sus años de gloria. Habían dado aviso de su victoria en la capital y ahora se daban un merecido descanso. Sin embargo, tras haber compartido espacio durante poco más de dos años, había resultado normal el que compartiesen el baño tras su regreso.

Aunque claro, Kenshin seguía incluso entonces, envuelto en trabajar el papeleo acumulado. Tras tener una ducha rápida se había dirigido hacia el área de descanso de la entrada, donde una mesa baja estaba llena de correspondencia.

-Mou, Kenshin, deberías dejar eso y relajarte -le dijo Sanosuke mientras nadaba en la gran pila de agua caliente.

-Todavía tengo pendientes que no pueden esperar, Sanosuke -le dijo el pelirrojo.

-Pero ahora tienes sirvientes, ¿por qué no le pides a tu secretario que se encargue del papeleo mientras te relajas un poco?

Kenshin sonrió.

-Porque esto es papeleo privado, Sano -le dijo.

Aoshi sonrió por lo bajo mientras Sano le miró confuso.

Kenshin, arrebujado en una bata de seda, tomó entonces el paquete de sobres y se dirigió a su habitación, en donde tinta y papel habían sido ya dispuestos - bajo sus órdenes - listos para comenzar a escribir.

Tras sus pisadas, motas de sombra negra se iban levantando hasta pintar estelas en el aire para luego desvanecerse.


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