Disclaimer

Los personajes de esta historia son propiedad de Rumiko Takahashi y son parte de su obra Ranma ½, sólo los utilizo para mi propia diversión, sin recibir ningún beneficio monetario por ello.

Los comentarios, críticas, consejos y sugerencias son bienvenidos, sólo háganlos con respeto: no olviden que detrás de este texto hay una persona con sentimientos. Snif.

No creo que sea necesario alguna advertencia, por ahora. De ser así, más adelante, lo escribiré al comienzo del capítulo en cuestión.


Un pequeño gran problema

Ranma miraba a Nabiki de reojo y con mucha suspicacia. No le creía nada; no le creía que estaba confundida y no podía recordar el lugar donde, supuestamente, los maleantes que secuestraron a Xian-pu la habían llevado. Esta actitud tenía a Ryoga desesperado y a Akane avergonzada. Cuando ya no esperaba asombrarse de lo que Nabiki hacía, ella siempre se superaba a sí misma y conseguía ponerla en situaciones tan embarazosas.

– Estoy segura de que era por esta calle. Al menos, la última vez que lo vi estaba en este local – decía Nabiki apuntando hacia un sitio indeterminado, tratando de convencer al resto, sin éxito.

– Sinceramente, yo no veo nada, Nabiki – le hizo notar Akane.

– Espera un momento – agregó Ranma –: ¿"Este" local? ¿O sea que hay otros? – preguntó descompuesto. Presentía que todos los que conformaban ese grupo iban rumbo a la perdición.

– Bueno… sí. Para ser sincera, muchos más –. Ryoga palideció y tendió a desmayarse siendo asistido por Akane quien logró sujetarlo e impedir que se viniera al suelo. Él ya no sabía qué pensar; menos qué hacer.

– Pobrecita, no quiero pensar en cómo estará sufriendo. Y todo por mi culpa – los ojos de Ryoga se llenaron de lágrimas. La poca paciencia de Ranma se esfumó: ahí empezaba otra vez la autoflagelación.

– ¡¿Puedes terminar de culparte y mortificarte?! Nadie tuvo la culpa. O quizás sí: las amistades de esta mujer – Ranma señaló a Nabiki –: y la mala suerte de habernos cruzado con el par de hermanas en el puerto –. Akane no dejó pasar el comentario.

– ¡Ah claro, se me olvidaba que nosotras secuestramos a tu novia, quise decir a la novia de tu amigo! – le gritó a Ranma. Éste contraatacó diciendo que si Nabiki no anduviera metida en asuntos de dudosa procedencia, nada, absolutamente nada de lo que estaban viviendo estaría pasando. A esa hora él debería estar tranquilo en su dojo, pero no, ahí lo tenían.

– Por favor, paren – les rogó Ryoga. Ranma no estaba dispuesto hacerlo, su amigo era parte importante del problema. Su afán de construir historias románticas en su cabeza era otra causa de su ruina. Y así se lo hizo saber, sin importarle que Ryoga tenía el corazón completamente roto. Akane se compadeció del chico: sin conocerle casi, sentía simpatía por él y empatizaba con su desgracia. No seguiría con los reclamos ni las peleas. Se quedaría callada, sí, pero por Ryoga. ¡Nunca por Ranma!

No hubo más discusiones, decidieron dedicar sus esfuerzos en encontrar el misterioso lugar en el que, según Nabiki, Xian-pu podía estar recluida. Ranma no podía confiar en Nabiki: era una ambiciosa, manipuladora y mentirosa. Dudaba de sus intenciones y estaba convencido de que no tenía ni la menor idea del lugar en el que podría encontrarse la novia de Ryoga y sólo buscaba sacarles dinero o, lo que era peor, quedarse con su dojo. Se arrepentía de su facilidad para verse convencido de manera tan burda… Si perdía su dojo simplemente se apropiaría del dojo de Akane que, si bien ella misma había dicho era pequeño, era mejor que no tener absolutamente nada. Habiendo trazado tales planes, se sintió más tranquilo y decidió seguir con la búsqueda.

– Bien, creo que es aquí – dijo Nabiki finalmente mientras se paraba justo delante de una casa que parecía cabaret más que otra cosa.

– ¿Crees? – preguntó Ranma con incredulidad.

– Está bien, si te deja más tranquilo: estoy casi segura. ¡Y no me vayas a decir "casi"! – replicó Nabiki antes de que Ranma abriera siquiera la boca. Ryoga miró desconsolado el lugar. ¿Qué cosas podría estar viviendo Xian-pu ahí adentro?

– ¿Estás segura de que es aquí? Esto parece algo así como un cabaret…

– Ya te dijo que estaba "casi" segura. No seas majadero – contestó Ranma de mala manera.

– Quizás lo sea, no puedo afirmarlo – Nabiki estaba sinceramente tratando de ayudar pero no, esto escapaba de sus manos. No lo recordaba. En fin, tendrían que confiar.

La próxima etapa era cómo podían llegar a saber si Xian-pu estaba ahí y, luego, cómo sacarla. Las cosas no se veían fáciles. Ryoga inmediatamente se ofreció para entrar pero Ranma se lo impidió. Con lo estúpido que se ponía cuando se trataba de chicas, especialmente una que le gustaba, según él sería descubierto al instante y todos sus esfuerzos, y de paso su dojo, se irían al diablo.. Definitivamente no, no sabía mentir y no era apto para tal misión.

– Creo que es mejor que vaya Akane, a pedir trabajo – propuso Nabiki. Akane la miró espantada. ¿Por qué no iba ella? Su hermana le recordó que si era reconocida, era su fin. Empezaron nuevamente la discusión de quién tenía la culpa, quién debía arriesgarse y finalmente Ryoga volvió a decir que sería él quién iría porque era el responsable y era lo que le correspondía. Akane miró a Ranma y éste movió la cabeza. Eso no funcionaría y todos terminarían presos. O peor, muertos. Nabiki volvió a insistir en que Akane era la indicada.

– Si no hay otra opción… – señaló ésta resignada. Ryoga le regaló una sonrisa de agradecimiento. Estaba haciendo demasiado por ellos sin siquiera conocerlos ni tener obligación alguna de ello.

– Espera, yo iré contigo – dijo Ranma abruptamente –: es decir, me quedaré cerca de ti en caso de que algo pase. Para protegerte –. Akane le respondió que ella sabía cuidarse sola, aun así Ranma insistió.

– Ya, váyanse rápido. Mientras antes consigan a la doncella, antes terminamos con este mambo – remató Nabiki.

El lugar no parecía nada del otro mundo: había sillas, mesas, algo así como un escenario. Lo curioso es que no se veía a nadie, el lugar parecía desierto. Akane comenzó a sentirse nerviosa: no sabía muy bien cómo explicar su presencia ahí, si quería trabajo o algo. No sabía. Ranma se escondió tras unas cortinas mientras Ryoga y Nabiki esperaban afuera. Ryoga sintiendo que se moría de nervios y ansiedad.

De pronto, un hombre apareció. Akane sintió que se le escapaba el corazón cuando se dio cuenta de que estaba ahí.

– Necesita algo la señorita – preguntó amable pero con un tono que hizo sentir a Akane que los huesos se le llenaban se hielo.

– Yo… yo, sí, yo… – balbuceaba sin saber qué decir. No es que lo hubiese tenido claro antes pero ahora, simplemente, su mente estaba en blanco.

– ¿Tú qué? ¿Qué se te ofrece? Mira que no tengo todo el tiempo del mundo para perderlo contigo. Aunque pensándolo bien…– el hombre comenzó a acercarse a Akane de forma peligrosa. Comenzó a tocarle el cabello para después intentar algo más. La chica lo golpeó pero el hombre era tan grande que no le hizo ni el más mínimo daño. Se abalanzó sobre ella pero no pudo lograr algo más: Ranma se lo impidió con una certera patada. El tipo cayó inconsciente, o muerto, no sabían.

– ¿Lo mataste? – dijo Akane aterrada.

– Puede ser pero no hay tiempo de lamentarse por ello. Ya que estamos aquí, busquemos a la mujer aunque sea a la mala ¿No dijiste que podías cuidarte sola? – dijo Ranma mientras escondía al herido debajo de una mesa con un mantel lo suficientemente largo para cubrirlo. Luego, procedió a buscar por cada una de las habitaciones del lugar. Akane lo siguió, no quería quedarse sola y soportar a otro tipo asqueroso como el de hace un rato, por lo mismo, trataba mantenerse lo más cerca de él, algo que a Ranma no le disgustó sino lo contrario. No pasó muchi tiempo cuando se les unió Ryoga, alertado por los ruidos que venían desde adentro, llevando a Nabiki fuertemente agarrada del brazo. Ella era la única que sabía cómo funcionaba la mente enferma del secuestrador de Xian-pu. No la dejaría ir tan fácil.

– ¿Qué haces aquí estúpido? ¡Te dije que te quedarás afuera! – le grito Ranma a Ryoga. A ratos lo odiaba por su sentimentalismo y el anhelo de honorabilidad que los tenían en la situación en la que estaban. Lo único que quería era encontrar a esa Xian-pu pronto, sacarlos a todos de ahí y volver a su vida normal, si eso se podía.

– Oí ruidos. No podía quedarme allá afuera – fue la respuesta y Ranma no siguió. Podía ser mejor: si tenían cuidado, y la suerte estaba de su lado, cuatro pares de ojos serían más eficientes a la hora de encontrar a una persona. Desafortunadamente para ellos, el lugar parecía estar vacío; no había ni rastro de Xian-pu.

– Aquí no hay nadie, Ryoga – dijo Ranma – esta mujer nos engañó. Xian-pu no está aquí.

– Yo no los engañé: les dije claramente que estaba casi segura, pero no segura – se defendió Nabiki. Akane miraba a su hermana con cara de desconfianza ¿Sería capaz Nabiki de engañar a Ryoga y Ranma sólo para salvarse de lo que fuera en lo que estaba metida sin importarle los sentimientos del primero? Mientras pensaba, sintieron unos ruidos: alguien llegaba. Se escondieron todos detrás de una cortina y trataron de escuchar lo que decían.

– Y bien ¿dónde está la chica? – dijo una ronca voz.

– Está aquí, resguardada. Es muy hermosa pero algo salvaje. Lo digo para que estés prevenido – respondió otro. Escucharon la risa del primero que habló.

– Me dijiste que tenía el cabello morado ¿es así? Me parece algo demasiado exótico – dijo con un tono lujurioso que hizo estremecer el corazón de Ryoga quien intentó salir pero Ranma lo detuvo. Era mejor esperar que ellos mismos, sin saberlo, los guiaran hasta el lugar en donde Xian-pu estaba. Una vez seguros, simplemente se la llevarían. Al escuchar el plan, la duda surgió en la mente de Akane: una vez que hubiesen rescatado a la chica ¿Ranma la rechazaría finalmente? Sacudió la cabeza. ¡¿Qué le importaba a ella eso?! Si estaba ahí era porque se sentía culpable por la actitud de Nabiki, nada más. Y porque sentía lástima por Ryoga. Una vez que tuvieran a Xian-pu, ellas volverían a casa. Que Ranma, Ryoga y la misma Xian-pu resolvieran sus problemas como mejor pudieran.

X.X.X.X.X

El viejo y sus secuaces se dirigían al lugar en donde estaría la chica del cabello morado. El maestro estaba ansioso por verla, por tenerla en sus brazos. La había esperado por tanto tiempo. Estaba ya cerca el fin de sus sufrimientos.

– ¿Cuánto tiempo más nos tardaremos en llegar? – preguntó el viejo, ansioso.

– No mucho maestro. Según lo que veo, estamos a unas cuantas cuadras – respondió uno de los ayudantes sin mucha seguridad, tratando de ubicarse en el mapa.

– ¿Estás seguro de que la chica que viste tiene el cabello morado? – volvió a preguntar el anciano. Y volvieron a decirle que sí. Desde hacia mucho tiempo que el maestro había dado la orden de llevar ante él a cualquier mujer cuyo cabello tuviese cualquier tonalidad dentro de la gama de los morados. Los ayudantes pensaron que eran desvaríos de un viejo loco ¿Dónde iban a conseguir semejante mujer sino en los cuentos de hadas? Grande fue su sopresa cuando dieron por casualidad con Xian-pu. Sabían que era la mujer que el anicano buscaba y no tardaron en llevarle la noticia. Ahora estaban en medio de la misión para raptarla. O recuperarla, todo dependía del punto de vista desde el cual se miraban las cosas.

– ¡Ahí es! ¡Ese es el lugar! – gritó feliz el muchacho que miraba el mapa sin mucho éxito en un principio. Señalaba una casa o local que parecía cualquier cosa menos el hogar de una princesa como la que buscaban.

– Y bien, andando – ordenó el viejo maestro.

Lo que no sabían era que adentro estaba por librarse una batalla que no les haría fácil las cosas. Ranma y compañía ya estaban a punto de dar con Xian-pu, siguiendo a los hombres que pretendían, en primera instancia, llevársela. Ranma tuvo que sujetar a Ryoga más de una vez para impedir que actuara por cuenta propia y terminara de arruinar su maravilloso plan, como solía hacerlo. De pronto, detrás de una cortina muy extraña, lograron ver que aparecía una puerta que no habían podido ver antes. Cuando ésta se abrió, pudieron ver a Xian-pu con las manos atadas a una cama con un pañuelo en la boca para impedir que hablara. Al verla, el hombre que iba por ella exclamó extasiado:

– ¡Bien vale todo lo que me pediste por la muchacha! – y se acercó a ella con la intención de acariciarla recibiendo, de vuelta, un racimo de patadas que casi lo mata.

– Ya dije que la chica es brava, tendrás que armarte de paciencia – le volvieron a advertir.

– La tendré, a cambio del placer de tenerla, aguanto todo – y el hombre se acercó a Xian-pu quitándole el pañuelo de la boca, pretendiendo besarla pero al verse liberada de la mordaza, la chica comenzó a gritar, a escupirlo y hasta intentar morderlo.. Intentó el hombre volver a acallarla pero, en eso, otros gritos se confundieron con los de Xian-pu y sintió un fuerte golpe en la espalda.

– ¡¿Y ustedes quiénes son?! ¡¿De dónde salieron?! – gritó el tipo dueño del lugar. Al verlo, Nabiki se escondió detrás de un armario mientras Ranma y Ryoga golpeaban a cualquiera que se les pusiera por delante.

– ¡Ranma, amor! – exclamó Xian-pu mientras con los pies trataba de sacarse de encima al hombre que intentó sobrepasarse con ella y que ahora parecía estar completamente aturdido.

– Xian-pu, no te preocupes, pronto te sacaré de aquí – le dijo Ryoga mientras batallaba con los matones que les caían encima como gotas de lluvia. Akane, por su parte, y después de golpear a uno, se acercó a Xian-pu para soltarla.

– Tranquila, ya pronto terminará esta pesadilla – le dijo mientras desataba los nudos. Pero lo cierto es que la pesadilla estaba sólo a punto de comenzar. En cuanto Xian-pu se vio libre de las ataduras corrió a abrazar a Ranma dejando a Ryoga desolado. Sin embargo, él estaba ahí por una razón y no se iría sin saber que Xian-pu estaba a salvo. Ranma la tomó de los brazos y le exigió que, si no iba a ayudarlos, se mantuviera al margen. En el fondo, no quería hacer sufrir a su amigo. Xian-pu entendió el mensaje y de inmediato se puso en posición de atacar logrando golpear a unos cuantos. Era bastante buena, después de todo. Su suerte, no duró mucho: de la nada surgió una luz enceguecedora que comenzó a perseguir a Xian-pu por la habitación.

–¿Qué diablos es eso? – se preguntó Nabiki, completamente arrepentida de haber llegado donde estaba.

– Esa luz está detrás de Xian-pu – dijo Akane al percatarse que sólo la seguía a ella, a nadie más. Xian-pu, molesta con la luz, dejó de correr y se puso en guardia: si había que pelear, lo haría. Sin importar el oponente. La luz, sin embargo, comenzó a entrar en el suelo y a abrir un agujero bajo los pies de Xian-pu quien alcanzó a agarrarse de una de las orillas.

– ¡¿Qué pasa a Xian-pu?! – gritó desesperada mientras Ryoga trataba de librarse para correr a ayudarla. Lo único que consiguió fue que uno de los tipos contra los que luchaba le diera un fuerte golpe en la espalda a la altura del hombro. Sin embargo, al ver que todo parecía sobrenatural, los maleantes lo soltaron y trataron de escapar. Ranma, entonces, se lanzó y tomó a la chica de las manos, tratando de sacarla fuera pero era una fuerza excepcional, no podía luchar contra ella.

– ¡Sujétate fuerte! – le decía mientras intentaba por todos los medios de no soltarla. Akane fue a ayudarlo pero era imposible: se necesitaba la fuerza de un titán para lograrlo.

– ¡No suelten a Xian-pu! – decía la muchacha desesperada. En ese momento, un inmenso torbellino de luces entró a la pieza, acabando a su paso con todos los tipos que habían huido de la habitación. Entró y arrancando a Xian-pu de las manos de Ranma, desapareció ante sus propios ojos. El suelo volvió a la normalidad, como si nada hubiese pasado.

– ¡Xian-puuuuu! – gritó Ryoga mientras trataba de cavar la tierra con sus propias manos, sin lograr absolutamente nada.

– ¿Se la tragó? – preguntó Akane, sin creer aún lo que habían visto sus ojos. Nabiki salió de su escondite, también impactada. Sí, la tierra se la había tragado, literalmente. Ranma tampoco salía de su asombro ¿qué clase de conocidos tenía esa Nabiki Tendo? Estuvieron un momento indeterminado en silencio, impactados, sólo se oían las manos de Ryoga intentando ilusamente abrir el piso.

– Y bien, hicimos todo lo que pudimos – le dijo Ranma a Ryoga, afectado–: lo siento mucho, de verdad. Es hora de terminar con esto y volver a casa.

Ryoga no dijo nada durante un tiempo. Luego se puso de pie y anunció:

– Iré a buscarla – dijo resueltamente.

Todos se miraron sin saber qué pensar. ¿Buscarla? ¿Dónde?

– Si quieres te traigo una pala y empiezas a cavar – el comentario de Ranma lo hizo merecedor de un golpe por parte de su amigo. Golpe que fue devuelto, sin ninguna consideración especial. Se tranzaron en una lucha en la que Ranma tenía todas las probabilidades de ganar.

– ¡Déjalo ya! ¿No ves que está herido? – le reprochó Akane mientras iba a socorrer a Ryoga. Era cierto, el golpe recibido hace unos momentos le había provocado un corte no menor. La herida no se veía bien, estaba perdiendo sangre.

– Una buena razón para que volvamos por donde vinimos, esta aventura acabó aquí. Señorita Tendo – dijo mirando a Akane a los ojos, muy serio –: fue un placer conocerla –. Ranma intentó tomar a Ryoga y llevárselo pero éste ya había decidido ir detrás de Xian-pu, sin importar lo que tuviera que hacer.

– Yo iré por ella.

Ranma quería darse cabezazos contra la pared. ¿Qué pretendía Ryoga? ¿No le bastaba haber presenciado todo lo que vio?

– Ryoga, escucha: sé que dices querer a esa chica aunque no la conoces. Sé que te sientes responsable por lo que está pasando pero no tenemos idea dónde buscarla, ni siquiera por donde empezar. ¿Realmente quiere arriesgarte por una mujer que – Ranma hizo una pausa –: por una mujer que no te corresponde, a la que no le interesas ni un poco? Por otra parte, no dejaré que vayas a ningún lado con esa herida. Nos vamos a casa.

Las palabras de Ranma le dolieron a Ryoga como ninguna herida de combate lo había hecho hasta entonces.

– Lo sé pero iré de todos modos –. La decisión de Ryoga era irrevocable.

– Bien, como quieras, te deseo suerte. Chicas – dijo dirigiéndose a Nabiki y Akane – es hora de volver–. Aliviada, Nabiki comenzó a seguirlo pero Akane no se fue.

– No, yo no iré con ustedes. Acompañaré a Ryoga en su viaje – dijo.

Lo único que faltaba. A falta de un héroe ahora tenían dos, cual de los dos más enclenques. ¿No sería que Akane quería acompañar a Ryoga porque estaba interesada en él? Sería una ironía.

– Cuídate Akane. Y les deseó suerte. Yo ya no tengo nada más que hacer aquí – Nabiki se despidió de su hermana dispuesta a marcharse.

– ¿Estás loca? ¿Piensas dejar a tu hermana sola a la deriva? – le dijo Ranma sacudiéndola por los hombros.

– Igual que tú a tu amigo. Además, no estará sola: Ryoga estará con ella – Nabiki sonaba tan tranquila. Ranma miró a Akane quien no parecía sorprendida con la actitud de su hermana. Se sentía en una encrucijada: no quería abandonar a Ryoga en su loca aventura, él no era tan fuerte y sí muy sentimental. Sin contar que estaba herido. Tampoco quería abandonar a Akane a su suerte; no creía que fuera capaz de resistir una travesía como esa. Y no quería dejarla sola con Ryoga: seguramente al encontrar a Xian-pu, si lo lograban, él se olvidaría de Akane. Y menos quería dejar que Nabiki se fuera tan tranquila a su casa como si nada si ella era, en último termino, la gran culpable de toda historia. Tenía que decidirse en una fracción de segundo.

– ¿Tienen alguna idea de por dónde podemos empezar? – dijo suspirando mientras agarraba a Nabiki del brazo para impedir que se escapara. Ryoga sonrió aliviado: Ranma no lo dejaría solo.

– Creo que lo primero que debemos hacer es tratar de curar esa herida – Akane señaló el hombro de Ryoga –: no puede avanzar mucho así –. Ranma se acercó. Sí, la herida no era muy grande pero se veía profunda. Ryoga no llegaría muy lejos en esas condiciones. Junto a Akane improvisaron una vendaje y le advirteron al muchacho que no hiciera más esfuerzos de los necesarios. Ranma sabía que era hablar por hablar. En cuanto estuviera cerca de Xian-pu, Ryoga perdería la cabeza y trataría de rescatarla. Era una historia sabida.

– Gracias amigos – dijo Ryoga –: pero ahora necesitamos saber cómo llegar hasta Xian-pu. ¿Tienes alguna noción de dónde puede estar? – le preguntó a Nabiki quien sólo se encogió de hombros. El caso ya escapaba de su conocimiento.

– Quizás Nabiki no sepa cómo llegar pero este otro personaje sí – Ranma sacó de entre las cortinas a un muchacho que, al parecer, algo tenía que ver con las misteriosas luces que vieron y, por lo tanto, sabría dónde hallar a Xian-pu –: Y bueno, vamos hablando jovencito – sentenció Ranma.


P.S: De a poco voy actualizando mis historias. Me he demorado toda la vida y las siguientes reencarnaciones pero es que Alas! cada vez tiene uno menos tiempo. Sí.

Los siguientes capítulos de "Fuiste la primera y serás la última" y "Caminos separados, mundos aparte" están casi listos. Debo nada más revisarlos y, espero de todo corazón, postearlos esta semana.

Gracias por leer y chao.