Red Velvet

Capítulo 128: Animal

Eso estaba mal.

Muy mal.

Miró hacia la derecha, donde estaba la ventana de la habitación, las cortinas cerradas, pero aun así entraba un poco de luz desde afuera, la ciudad más despejada de lo que era la propia. Podía ver el cuerpo de su hermano acostado sobre la cama a su lado, esta a unos metros que la propia, cerca, demasiado, así como la habitación de su padre, separándolos por una pared, nada más.

Ya no había pasillos enteros de distancia, habitaciones enteras que los separaban, todos viviendo lejos los unos de los otros, cada uno teniendo su lugar privado apuntando al lado que más les gustaba de la residencia. Por lo mismo no se topaban, no se escuchaban.

Ahora era todo lo contrario.

No tendría problema en otra circunstancia…

De hecho, incluso en su casa, solía sentirse escuchada.

Pero…

Apretó los labios, su cuerpo temblando, el sonido que salía de sus audífonos enloqueciéndola. Probablemente debió haberse ido a dormir, así como dijo que haría, pero no contaba que la mismísima tentación que tenía como mujer le tendería una trampa. Le dejó caer esa bomba y desapareció, y ahora ella debía lidiar con las consecuencias.

Tragó pesado, sintiendo como un gemido se le quería escapar de la garganta, y le sorprendía que aquello que debía cortarle la inspiración, aquello que debía extinguir el fuego, como lo era el que su familia estuviese tan cerca, era exactamente lo que le daba más combustible a su retorcida existencia.

Cerró los ojos un momento, solamente para no ver a su hermano, este tranquilamente durmiendo en la cama a su lado, y si, eso ayudaba a que se calmase, a que sus pensamientos turbios dejasen de aflorar, pero ahora era aún más consciente de los gemidos que entraban a sus oídos.

Sus propios gemidos.

Se cubrió con las sabanas, y volvió a mirar el teléfono, la situación tomándole por sorpresa, su curiosidad metiéndola en ese lio, y no pasó ni un segundo para sentirse arder. Creyó que era un video inocente el que le llegó, pero no, no era así.

Se vio a su misma sobre Ruby, su cuerpo acomodado en el ajeno, sus piernas abiertas, ambas mirando a la cámara, dejando salir lo peor de ambas, y deseó ver ese video antes, y ahora Ruby la sorprendía, pero era un pésimo momento, un muy mal momento.

Para un lado de sí misma, porque al otro lado la idea le fascinaba.

Y Ruby conocía bien su peor lado, por lo mismo debió haberlo mandado, aprovechándose del conocimiento que tenía sobre ella, como podía saber de inmediato que situación la haría llegar a la gloria.

Realmente temía lo mucho que Ruby la conocía, porque tenía una información que podría causarle su perdición.

O su absoluto deleite.

Apretó las piernas, obligándose a sostener el teléfono, y así mismo evitar el tocarse a sí misma, porque si lo hacía, ya sería demasiado tarde, de ahí perdería el control, y no quería arruinar ese viaje con su descontrol.

Y la otra parte de ella sin duda lo disfrutaría.

Estaba completamente dividida.

¿Ya estás mojada?

La voz de Ruby la hizo saltar, sus piernas volviendo a juntarse, haciendo presión. Se contuvo para hacer cualquier sonido. La Ruby del video se lo decía a ella, o al menos la Weiss del pasado, pero estaba segura de que estaba mojada también.

Así me gusta, que estés lista para mí.

Se mordió el labio, un gemido queriendo escapar por su boca, pero debía controlarlo, evitarlo a toda costa.

Siempre estaba lista para Ruby.

Sobre todo, ahora…

Ya que seguia pensándolo, seguía teniendo esa idea presente en su cabeza.

Sabía la posición en la que estaba, en el lugar en el que estaba, con quien estaba, y se sentía hervir incluso más, los gemidos de sí misma, saliendo del aparato, se comenzaron a intensificar, y como quería seguir ese sonido, imitarse, tener los gemidos de su pasado y su presente sincronizándose.

Cerró los ojos una vez más, ocultándose en el escondite que creó con las sabanas, y eso no eliminaba lo turbio que estaba haciendo, porque sabía que su escondite se movía con cada movimiento que hacía con las piernas, apretándose, separándose, y luego volviendo a apretarse. Aunque no la vieran, aunque no la escuchasen, aun se dejaría en evidencia.

Y vaya que se sentía bien.

Realmente había abierto el grifo, y ahora no podía cerrarlo.

Era libre, tan libre.

Y eso la emocionaba, de tantas formas.

¿Quieres más?

Si, si…

Ruby preguntó en sus oídos, la voz escuchándose con claridad, y volvió a apretar su centro entre sus muslos, sabiendo que era así, que quería más, mucho más, aunque supiese que debía controlarse, que debía mantenerse serena.

Y ya no sabía a quién engañaba, ya no era esa mujer que se controlaba.

Que se aguantaba.

Que simplemente aceptaba sus deberes y se quedaba en silencio.

No lo sería más.

Apenas evitó que un jadeo se le escapase, hacía calor, aún era verano, y ahí se sentía, no como en Atlas, fuertemente, así que el estar ahí adentro de la cama, sudando, su temperatura subiendo más y más, fuera de sí, convertía su encierro en un horno, pero sabía que debía quedarse ahí adentro, porque si volvía a ver la silueta de su hermano tan cerca de ella, ya no sabía cómo se comportaría.

Y prefería evitarlo.

Ni siquiera por sí misma, si no para no asustar a su pobre e inocente hermano si es que llegaba a darse cuenta de lo que hacía.

Podía ser un animal, pero no quería que su familia la viese mal.

Los demás…los demás no le importaban, podían verla con otros ojos, le daba igual, pero no quería mancillar a su familia que ya bastantes problemas tenían.

Así que se mantuvo ahí, oculta.

Sus propios jadeos se escuchaban por sus audífonos, y temió el estar haciendo los mismos sonidos, y debía verificarlo, porque su cuerpo no le respondía como quería, pero no quería dejar que el sonido envolvente se acabase, no aún.

Muéstrame donde, Weiss.

Ya no aguantaba más.

No podía más.

Sabía que iba a seguir sufriendo, que tenía que acabar con eso, y era una pésima idea, pero ya no estaba pensando, le daba ya igual. No iba a involucrar a su familia, se iba a mantener firme en eso, pero tampoco podía irse a dormir en ese estado, debía hacerlo, era demasiado tarde para dar marcha atrás.

Apenas aceptó eso, una de sus manos dejó el agarre firme que tenía en el teléfono, y bajó, sin siquiera tomarse un momento en otro lado, y al mismo tiempo que su yo del pasado se comenzó a bajar la ropa interior, ella hizo exactamente lo mismo, siguiendo sus pasos.

Pudo ver su zona privada completamente expuesta, y no era la primera vez que la veía, pero si era la primera vez que veía un video de eso, pudiendo notar lo húmeda que estaba, tal y como estaba en ese preciso instante, palpitante, deseosa del más mínimo tacto, impaciente por venirse.

Escuchó su propia voz diciendo el nombre de Ruby, notó como el cuerpo de su mujer se tensó, intentando torturarla, pero ya sin ser capaz de mantener la calma. Sabía lo que iba a ocurrir, estuvo ahí, por lo mismo sus dedos se prepararon.

Los dedos ajenos se posaron en su musculo rígido y sensible, moviéndose sobre este, e hizo exactamente lo mismo, imitando los dedos de Ruby, sin hacerlo perfecto, pero al menos dándole el alivio que necesitaba. Podía ver su propio cuerpo temblar, removerse con el más mínimo tacto, así como en el presente, y sus gemidos del pasado se oían, pero ella se mantenía en silencio, y le sorprendía como era capaz de callarse la boca cuando lo único que quería hacer era gritar y gemir a los cuatro vientos.

Apretó los dientes, sintiendo su cuerpo temblar, el placer atacándola con rapidez, y podía sentirse llegar.

Era sensible, demasiado, no bastaba mucho para hacerla venir.

A menos que quisiese disfrutar al máximo.

Detuvo sus dedos cuando los de Ruby se detuvieron, torturándola, evitando que tuviese su ansiado orgasmo, y se vio a si misma completamente descompuesta, tal y como recordaba aquel día, viéndose así, como lo que era, como el animal en celo que se convertía, sin siquiera pensar en el bien o en el mal, en lo correcto y lo incorrecto, porque eso era, un animal, y se guiaba por sus instintos más primitivos, porque solo quería obtener el mayor placer posible, por lo mismo no tenía moral alguna en esos segundos.

Solo quería más placer, más y más.

Eres hermosa, ¿Ves?

Y Ruby la veía así, hermosa, cuando no era nada más que una fiera más en celo.

Ruby la rompía, la armaba, la destruía y la dejaba una vez más erguida, y cada vez se sentía mejor.

No podía dejar de agradarle esa sensación.

Nunca iba a dejar de ser su adicción.

Por lo mismo quería llegar.

Ahora.

No te detengas, hazme venir.

Su yo del pasado le leyó la mente, ordenando, teniendo el control, indicándole a Ruby que hacer, manteniendo sus muslos firmes, permitiéndole el paso sin problema, y ver esa escena, era sin duda lo que más le encendía.

Ruby volvió a tocarla, esta vez despacio, y su mano, inconscientemente, hizo exactamente lo que Ruby le hizo aquel día, imitándola, moviéndose lento, pasando de arriba abajo, de un lado a otro, su dedo índice y medio creando presión en su zona más sensible, pero no era suficiente, no en ese momento, ni tampoco antes.

Ruby la sujetó con firmeza, queriendo darle lo que quería, porque como quería más, y se preparó para imitar una vez más esos movimientos.

El placer era insoportable, y ya estaba apretando los labios para no emitir sonido, y así también su visión comenzaba a fallar por los temblores, estando tan cerca de venirse, pero se obligó a ponerle atención al video, para poder verse, para verse como se venía, como Ruby la hacía llegar al orgasmo, ansió ver ese momento antes, y ahora al fin podía.

Los dedos de Ruby se movieron rápido, dándole el ultimo empuje que necesitaba.

Y sus propios dedos se movieron de la misma forma.

Pero no dejó de mirar, no dejó que su orgasmo le quitase ese momento.

Apretó los dientes, conteniéndose, tratando con todas sus fuerzas el mantener la mirada, el mantener un poco la cordura, y pudo verlo.

Escuchó su gemido del pasado, ronco, tosco, profundo, en sus oídos, el sonido extasiado, dejándose consumir por el calor. Y no se movió en esos momentos, sus dedos deteniéndose, toda su atención puesta en esa escena, en su rostro, en sus movimientos, en el éxtasis envolviéndola, y le sorprendía el verse así.

Tan desinhibida.

Tan satisfecha.

Tan feliz.

No se estaba tocando, pero los sonidos, sus propios sonidos, y lo que veía ahí, fue suficiente para hacer el trabajo, simplemente apretó las piernas, y su cuerpo cedió ante el placer, recibiendo una vez más el calor envolviéndola, consumiéndola, liberándola, y a pesar de no tener tacto directo, se sintió fuerte, demasiado. Su cuerpo tembló, y se quedó unos momentos ahí, inerte, mirando la oscuridad de su escondite, mientras que disfrutaba de la sensación que pasaba por su cuerpo.

Estaba tan sumida en el placer, en el orgasmo, recuperando el aire, sus latidos volviendo a la normalidad poco a poco, que no fue consciente del todo de lo que seguía sucediendo en el video, ni tampoco en lo que las voces decían, estaba demasiado atrapada en la ola de placer que no podía hacer nada más que esperar a que se calmase.

Cerró los ojos, relajándose, mientras que escuchaba sonidos provenir de los audífonos, pero no tuvo energías para mirar.

¿Aún seguía?

No, ahí había acabado, ¿No?

Escuchó el sonido de la cama.

Oh.

Un momento…

Su teléfono quedó boca abajo en su pecho, y lo levantó, y se dio cuenta que no, que el video no se acababa ahí, y claro que no, porque Ruby nunca lo apagó, simplemente siguieron en lo suyo, ambas queriendo continuar, y simplemente pasaron a la cama sin mayor preocupación. Dudaba que Ruby hubiese tenido la intención de seguir grabando, simplemente se distrajo, así como ella, que olvidó por completo que la cámara continuaba haciendo su trabajo.

Y se vio tragando pesado, porque sabía que había pasado después.

Y le aterró, de cierta forma.

No, claro que le aterró.

Porque era un animal, lo dijo ya, pero en ese momento, se sintió más como uno, y ahora vería la prueba de sus actos indecorosos.

Su mente estuvo nublada luego del orgasmo, y siguió así, nublada, su cordura tornándose nula, desapareciendo del todo, y ahí su peor lado salió a la luz.

Su lado más celoso, más posesivo, mostrando dientes y garras sin temor alguno.

Y Ruby, una vez más, aceptaba esa parte de ella.

Nunca se había escuchado a si misma hablar así, con tanta sed, con tanta ira, con tal honestidad, era impresionante, porque si, sabía lo que había ocurrido, pero tenía la cabeza llena de bruma, ahora no, al menos no la bruma que tenía cuando estaba con Ruby, que simplemente volaba todos sus sentidos.

Y en esos momentos, cuando tenía a Ruby para sí misma, su personalidad se volvía incluso más retorcida.

Ya no sabía si estaba excitada o preocupada por el bienestar de la pobre Ruby del pasado, que debía soportar su estado más salvaje.

De seguro era ambas.

Podía verse a sí misma frunciendo el ceño, teniendo una expresión fiera, así como tenía los dientes apretados, y solía ser fría, solía mostrarse así, ¿Pero enojada? Jamás se había visto así, a pesar de saber bien que tenía ese tipo de personalidad, sobre todo en sus momentos más impulsivos, donde todo el control desaparecía.

Apretó, mordió, gruñó como un animal, marcando a Ruby como suya.

Eres mía.

Dijo, su voz sonando como un gruñido.

Había visto ese lado en Ruby, y le sorprendía verlo en sí misma.

Eran animales, ella y Ruby, y cuando estaban juntas, podían permitirse el dejarse llevar, el liberar todo eso, lo malo, lo bueno, lo incorrecto, sin miedo de ser miradas mal, porque ambas aceptaban lo peor de la otra, ambas estaban dispuestas a todo por la otra.

Y Ruby lo aceptaba.

Aceptaba ser nada más que una propiedad, el ser suya, completamente suya, sin chistar, sin siquiera dudarlo.

Sin duda llegarían al límite por la otra.

Temía saber cuál era el límite.

Pero lo pasaría por Ruby, pasaría cualquier limite.

Apretó los dientes, no como su yo del pasado, con rabia, con urgencia, con satisfacción, si no por placer, porque a pesar de todo, estaba calentándose una vez más, y no creyó que así sería, no creyó que sería posible luego de ya venirse una vez.

Pero siempre se sorprendía a sí misma.

Contuvo un jadeo, cuando volvió a hablar.

Se que es un secreto, sé que si sale a la luz solo habría caos, pero realmente quiero marcarte como mía, quiero que todo el mundo lo sepa, así nadie más siquiera osaría respirar cerca de ti.

Sus palabras honestas, una vez más se hacían notar.

Y escuchando eso, se vio sonriendo, probablemente con la misma mueca salvaje que tenía su yo del pasado, satisfecha, porque ahora era posible, ahora Ruby era suya, y todos lo sabían, y no podía esperar a volver, a que ambas tuviesen un momento a solas, caminando por la ciudad, mostrándose, y dejándoles en claro que era suya, solo suya, a cada uno de esos idiotas que las estarían mirando.

Iba a tocarla, iba a sujetarla, iba a marcarla, solamente para que quedase grabado en videos, en fotos, en revistas, que no iba a dejarla ir, que nadie se la iba a arrebatar, que Ruby era suya, solamente suya.

Le pertenecía, cada ápice de Ruby le pertenecía.

Ahora más que nunca.

Y Ruby lo aceptaba, lo aceptó antes, mucho más ahora, que dieron ese paso juntas, porque era su propiedad, solo suya, de nadie más.

Y a esta altura, sabía que sin Ruby no viviría.

La vida, sin Ruby, no tenía sentido.

Los gemidos la hicieron salir de su mente nublada, de su posesividad que la volvía un animal, pero esos gemidos, solo le nublaron la cabeza aún más. No veía con total detalle, pero sabía que había enterrado los dedos dentro de Ruby, lo recordaba bien. Vio la locura en sí misma, en su expresión, el salvajismo, y disfrutó del encuentro, ahora viéndolo como un mero espectador.

Y no se aguantó.

Tal y como hizo con Ruby, enterró los dedos dentro de sí misma, precipitadamente.

La voz de Ruby soltó un grito de la sorpresa y del placer, y ella misma se aguantó de hacer sonido alguno, a pesar de sentirse extasiada al no estar más vacía. Y de nuevo deseó que su voz se escuchase, que sus gemidos sonasen con los de Ruby, en una nueva sincronía.

Ya le hacía falta.

Dudaba que pudiese aguantarse mucho apenas estuviesen cerca.

Ruby se contenía.

Esa vez se contuvo, y eso la hizo enfurecer, y el sentimiento volvió a ella, y agradecía el haber dejado a su mujer en su lugar, ahora ya no más evitando lo inevitable, y adoraba el poder que tenía ahí, en esos momentos.

Imitó sus propias embestidas, mientras se veía a si misma pelear contra Ruby, quien se resistía aun, y no debía ser así, debía dejarse llevar, ser un animal, liberarse, tal y como ella lo hacía, y ella misma se aseguró de que así fuese, sujetando a Ruby del cuello, regañándola, sin siquiera parar de follarla, y le sorprendía eso también de sí misma, su ímpetu, su energía en esos momentos, donde era el animal sediento que hacía lo que sea con tal de tener lo que quería, incluso a costa de su propio cuerpo carente de mayor resistencia.

La retó, la regañó, la puso en su lugar, la adiestró.

Y ahí escuchó los gemidos más intensos que había escuchado en Ruby, gruesos, desgastados, los de un animal, tal y como los propios, y adoraba eso, deseó tener prueba de ese momento, y ahora la tenía.

Vaya que era afortunada.

Se vio embistiéndose a sí misma con más fuerza, su mano actuando tal y como deseaba, como su yo del pasado lo hacía, y quería aguantar más, durar más, pero los gemidos de Ruby en su oído le hacían la tarea demasiado complicada.

Ruby se movió, Ruby gritó, su orgasmo llegando, avisándole, alertándola, su propio cuerpo temblando con tanta brutalidad como el ajeno, y que maravilloso se sentía. La Weiss del pasado embistió con todo su cuerpo, con su existencia entera, gruñendo, jadeando, esforzándose al máximo para conseguir su cometido, y se sentía orgullosa de sí misma.

Y al fin llegó, Ruby gritando, el sonido retumbando en sus oídos.

Y ella misma se vino, acompañando el orgasmo de su mujer.

Tembló, su cuerpo removiéndose en la cama, sudando, su lubricación mojando sus dedos, mojando la cama, pero poco le importaba.

Se quedó inerte, su cuerpo agotado, dos orgasmos siendo demasiados en tan poco tiempo, su cuerpo era más resistente, pero no demasiado, por lo mismo se quedó tranquila, su ser esforzándose, una vez más, para recuperarse, tanto el aliento como sus palpitaciones.

Sabía que ya era tarde, y que mañana saldrían temprano.

Pero no se arrepentía de nada, absolutamente de nada.

Cerró los ojos, y en algún momento se durmió, sintiendo su cuerpo aliviado, satisfecho.

Y no había nada mejor que eso.


Capitulo siguiente: Disfrute.


N/A: ¡Hey! ¡Feliz año! O lo que sea que la gente diga en estas fechas… Creo que es un buen capitulo para empezar el 2024, esperemos que este año nos traiga más momentos así, así como un buen final, porque esta historia terminará este año, dudo poder alargarla mucho más, creo que ya está bien, aún hay cosas por ver claro, por saber, pero sin duda ya está llegando a su final.

Espero que sigan aquí para saber que les depara a las protagonistas.

Nos leemos pronto.