Kagami suspiró, entrando a la casa de Konata, ya que la puerta principal había quedado abierta. Ya era inusual que la invitaran... pero aquí estaba. La casa de Konata no era diferente de lo que era hace unos meses, además del hecho de que todos los ventiladores para las olas de calor que había traído el verano estaban guardados.
Se quitó los zapatos, dejó caer su mochila y miró a su alrededor. La chica de pelo azul no estaba por ningún lado.
-¿Konata?- gritó, comenzando a entrar en la casa.
-¡Aquí!- Vino una débil respuesta, sonando como si viniera del pasillo de la izquierda.
Kagami se dirigió hacia su voz, mirando a su alrededor hasta que llegó a una puerta con un cartel de Haruhi Suzumiya en ella. Giró la manija, entró y parpadeó. La chica de cabello azul estaba sentada, con tijeras en mano, cortándose mechones de cabello.
-¿K-Konata? ¿Qué estás haciendo?- Kagami parpadeó, mirando a la otra chica cortarse el pelo hasta los hombros. Sin embargo, levantó la vista y se tomó un descanso mientras se cortaba el pelo.
-Oh, oye, en realidad viniste- se rió Konata.
-Sí... ¿exactamente por qué me llamaste aquí?- Kagami parpadeó. Konata hizo un gesto hacia su cabello.
-Estoy teniendo dificultades para cortarme todo el cabello y quería que vinieras y me ayudaras a igualarlo- tarareó Konata, volviendo a cortar un poco de su cabello. Kagami suspiró, apoyándose contra la pared.
-Podrías haber acudido a un profesional, ¿sabes?- murmuró. Konata asintió.
-Sí, pero necesito dinero y prefiero no desperdiciarlo en cosas inútiles como cortes de cabello- tarareó la peliazul. Kagami se movió un poco en respuesta.
-¿Cosas inútiles como cortes de cabello?- repitió ella. Konata asintió- ¿Y qué son exactamente las cosas que no son inútiles?
-Comprando manga- Konata se encogió de hombros, terminando de cortar la mayor parte de su cabello, sosteniendo las tijeras hacia la chica de la trenza, provocando que ella se estremeciera- ¿Me puedes ayudar ahora?
De mala gana, Kagami obedeció y se sentó junto a Konata, tomando las tijeras y comenzando a nivelar el trabajo bastante descuidado que había hecho. Hubo un largo momento de silencio antes de que se oyera abrirse la puerta principal.
-¿Konata?
-¡Aquí!
Después de un momento, un hombre mayor entró en la habitación, parpadeando.
-¡Konata, nunca me dijiste que tu amigo vendría!- exclamó, con voz más alegre que molesta. Konata se encogió de hombros.
-Necesitaba ayuda para cortarme el pelo- suspiró.
-Cuando podría haber acudido a un profesional- añadió Kagami.
El hombre se rió.
-Este debería ser un escenario en uno de los juegos que juego- pensó en voz alta, causando que Kagami chillara y se sonrojara.
-Papá, creo que acabas de molestar a Kagami- arrulló Konata, balanceándose hacia adelante y hacia atrás ahora. Después de un momento, Kagami se levantó rápidamente, poniéndose de pie, con el rostro todavía rojo.
-Tu cabello está uniforme y me voy ahora- dijo rápidamente, empujando al padre de Konata, rápidamente se puso los zapatos y agarró su bolso antes de salir corriendo por la puerta principal.
El padre de Konata parpadeó.
-¿Fue algo que dije?
