Los principales personajes quedan a Stephanie Meyer la historia es mía totalmente prohibida la reproducción total o parcial de la historia sin mi autorización
Capítulo 39.
El karma de Charlotte.
"Amor mío, te sigo esperando, cuanto dura un día en la oscuridad. El fuego se ha apagado. Empiezo a sentir un frío espantoso, debería arrastrarme al exterior pero entonces me abrazaría el sol." KRISTIN A. SCOTT THOMAS - Katharine Clifton
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Isabella se miró al espejo esa mañana y fue difícil, difícil porque lidiar consigo misma a veces, o la mayoría del tiempo, era complicado.
Había monstruos susurrándole al oído para que hiciera cosas que iban a dañar a las únicas personas que le importaban. Y tomar la decisión de hacerlo, de dañarlos, la hacía sentir náuseas.
Hubo un tiempo hace mucho tiempo en el que Charlotte era de las buenas, fue el ala de Emmett cuando él la tenía rota. Cuando él era un ave con miles de heridas por lamer y curar. Pero como todo en la vida los cambios llegaron, ella cambio, la ambición la convirtió en un cuervo. Y ahora quería sacarle los ojos a uno de los suyos.
Había prioridades. Ella la había dejado lucrarse de los beneficios de ser y de estar de su lado, pero Charlotte era glotona, avara y la avaricia la estaba consumiendo. Vio los papeles sobre su buro y suspiró. Lo había retrasado, intentando encontrar algo bueno en la chica, una sola cosa. Pero a ella el capricho de querer algo que no era suyo la estaba destruyendo.
Isabella sabía lo que era desear algo que no se podía tener. Añoraba el día en que solo abriera los ojos y ella regresará a ser aquella adolescente perdidamente enamorada del hombre en el segundo piso que estaba conectado a miles de aparatos que medían sus constantes buscando en él la vida que se le estaba acabando a ella.
No había manera de cambiar las cosas. Ni todo el dinero ni todo el poder podría hacer al destino cambiar. Terminó de agregarse el maquillaje y tomó su chaqueta sabiendo que hoy sería uno de esos días. Un día difícil de enfrentar, un día en el que ella iba a romper el mundo de secretos de Charlotte e iba a sacarlo a la luz.
Recordó la conversación que había tenido con Emmett, quien había dejado de lado el orgullo y le había pedido ayuda.
—Charlotte quiere obligarme a casarme con ella.
—Lo sé
Isabella lo vio sentarse con los hombros caídos y sonrió al recordarlo así, hace muchos años ambos eran jóvenes en ese entonces y tenían expectativas tan altas de la vida.
—Ella tiene pruebas de lo que hice. Pruebas que me incriminan.
—También lo sé.
—Dime algo —le exigió y mirándola a los ojos él lo entendió.
—Tú realmente…
—Me molesta que creas que soy lo suficientemente estúpida como para no tener las cosas bajo control.
Emmett abrió la boca e Isabella negó entrelazando sus manos en el escritorio antes de abrir su cajón y sacar un revólver en una bolsa Ziploc
—Esta es la última pr…
—Sé que es. ¿Por qué la tienes tú?
Emmett se levantó de la silla casi tirándola, demasiado asustado, mirando el arma en el escritorio como si ésta fuese a dispararse en cualquier momento.
—Porque quiero que la quemes. Es pasado Emmett
—Aun hay días en los que me odio por…
—No lo hagas. Cuando las personas se merecen una bala en los sesos y tú puedes hacerlo, vas y lo haces.
Emmett se había llevado el arma en silencio.
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Rosalie se levantó de la mesa en cuanto Isabella apareció vestida de negro. Era como ver al ángel de la muerte caminar hasta las almas perdidas para tomarlas en sus manos.
—¿Qué..? —empezó a preguntar e Isabella asintió solo una vez.
—¿Quieres venir o quieres quedarte? Dudo mucho que tengamos un minuto hoy para Edward y…
—Iré contigo.
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Lauren la estaba esperando como siempre en la entrada principal de la empresa junto a dos asistentes más cuando llegaron.
—Buenos días señora. Jonathan Marks la está esperando. Tenemos una junta con él y varias reuniones con los proveedores.
—¿Tenemos el contrato? —preguntó Isabella sin saludarla y Lauren miró a uno de los chicos que la seguía extendiendo una carpeta. Isabella lo abrió quitándoselo al chico antes de leerlo sin detenerse como si se supiera de memoria los pasos que debía dar antes de llegar al elevador.
—Bien —fue lo único que dijo antes de entrar en el elevador y subir. Rosalie sonrió nerviosa hacia Lauren quien negó dos veces como si supiera que lo que estaba a punto de pasar era malo.
Cuando la sala de juntas abrió sus puertas, las voces cesaron y todos se pusieron de pie hasta que Isabella entró.
Todos menos un hombre afroamericano quien solo suspiró como si estuviera aburrido.
—Señores —saludó Isabella antes de sentarse al pie de la mesa y abrir una carpeta frente a ella.
—Tyler Crowley nos ofreció un trato más sustancioso la semana pasada Isabella. ¿Por qué me pediste traer a mis abogados hoy? —la pregunta del hombre afroamericano, que parecía querer estar en todos lados menos en esa sala de juntas, no inmutó a Isabella.
—Porque Elizabeth Masen tiene calidad y no cantidad. Lo sabes tanto como yo Jonathan. Si hablamos de ganancias a largo plazo o prefieres demandas a corto plazo.
—¿De qué …?
Cuando el hombre empezó a preguntar Isabella movió su cabeza hacia Lauren, quien sacó un sobre y lo dejó frente a Jonathan Marks
—Ábrelo —le ordenó Isabella y él lo hizo. Esta le dio dos minutos antes de empezar a hablar —. Conocí a Jason Crowley y él se ganó mi respeto. Su hijo sin embargo ha enviado espías empresariales y sobornado a mis empleados para sabotear mi empresa. Lo que ves allí es mi pie en su garganta, técnicamente hablando por supuesto. Su empresa está quebrando. Mi oferta no es sustanciosa. Es estable, estamos hablando de un veinte por ciento más regalías por ser quienes produzcamos tu diseño. Tendrás un veinticinco si producimos la línea completa de yates que dibujaste.
—Es el trabajo de toda mi vida.
Isabella asintió y se levantó de su silla. Un reflector bajó con diez diseños de aviones y ella se le puso al lado derecho.
—Dibuje estos aviones con mi padre adoptivo en papel barato mientras comía alubias rojas en un plato de metal —se detuvo y tomó la carpeta del contrato en sus manos, levantándolo y moviéndolo para llamar la atención de Jonathan, quien se aflojó la corbata—. El trabajo de toda tu vida puede ser el principio de tu éxito. O la desgracia de otros. Los materiales de Elizabeth son sustentables y sostenibles, seguros. Y te darán tanto dinero que vas a poder nadar en él. Así que dime. ¿Debo llevarme este contrato?
El hombre sonrió abiertamente viéndose complacido por lo que había escuchado y negó antes de mirar a sus abogados asintiendo hacia ellos.
Dos horas más tarde ellos se estaban despidiendo de Isabella con un apretón de manos. Esta parecía demasiado perdida en sus pensamientos cuando salió de la sala de juntas por lo que Rosalie no la siguió.
Charlotte apareció de pronto y cerró la puerta haciéndola reaccionar. Tenía una mirada extraña que hacía brillar sus ojos con picardía, y mucha maldad y cualquiera que la viera a los ojos temblaría de miedo y anticipación puesto que sus intenciones se veían a leguas de distancia.
—Ah, la pajarita está atrapada frente al águila —murmuró.
Rosalie se levantó de su silla y avanzó hacia Charlotte.
—Pareces más bien una de esas aves de rapiña —respondió haciéndola sonreír.
—Hay definiciones que tu cerebro pequeño seguro no puede asimilar ¿verdad? —lanzó la primera mientras miraba fijamente la mesa. La mujer se veía molesta.
—No tengo nada que hablar contigo. Sería bueno que me dejes ir —dijo Rosalie intentando llegar a la puerta. Charlotte chasqueó la lengua y negó antes de cruzar sus brazos.
—Cuando volví me dije que ibas a ser una muesca más para su cinturón ¿Sabes? La típica virgen que capta la atención del mujeriego eternamente enamorado de la mujer que salvó la vida de su sobrino. La típica cereza que cualquiera puede tener al desear. Claro, ¿Quieres encender la grabadora para escuchar esta historia?
Rosalie no respondió, ella no sabía que decir ante todo lo que Charlotte le estaba diciendo. Las palabras de Emmett empezaron a tener sentido entonces
—¿Por qué?
—Se lo debo.
Recordó y el recuerdo la dejó sin aire. Charlotte se acercó a la mesa de la sala de juntas en la que ambas estaban atrapadas y tomó un bolígrafo de la mesa.
—Pero luego vi sus ojos —continuó con su historia. El bolígrafo sonó cuando lo apretó y Charlotte la enfocó con sus ojos mirándola furiosa —. Yo nunca pierdo. Jamás. Ni siquiera cuando la estúpida de Claire murió y Emmett se convirtió en un estúpido fantasma. Ni siquiera cuando Isabella apareció…
¿Claire? ¿Quién era Claire?
—No creo que debas decirme esas cosas. No me interesan —mintió Rosalie sintiéndose mareada por el pánico de descubrir cosas que no sabía de la vida de Emmett. El vértigo y la curiosidad la golpeó en el estómago fuerte, pero no iba a preguntarle a Charlotte.
—Son parte de la historia. ¡ESCRÍBELAS! —gritó Charlotte lanzándole el bolígrafo. Rosalie respingó asustada por el ataque de ira y Charlotte caminó hacia ella para tomarla por el brazo y sacudirla, arañándole el brazo en el proceso
—Me estás estorbando niña y esto está empezando a cansarme. No voy a decirlo dos veces. Emmett es mío.
Un aplauso se escuchó haciendo eco en la sala de juntas haciéndolas saltar a ambas. Charlotte se giró hacia la puerta y maldijo al ver a Isabella de pie y tras ella Emmett que las miraba a ambas con miles de sentimientos brillando en sus ojos
—¡Bravo! No te detengas, tu actuación sin duda es merecedora de un premio —aplaudió Isabella adentrándose en la sala de juntas con un sobre en la mano y la mirada que le dedicó a Charlotte le congeló el alma hasta a Rosalie —. Quita tus garras de Rosalie, perra bastarda. Y no me hagas repetirlo —ordenó Isabella de una forma que la hizo respingar.
Charlotte soltó a Rosalie empujándola.
—Si hablamos de bastardas, creo que te llevarías el premio mayor Isabella —replicó la modelo.
Rosalie jadeó y se llevó una mano a la boca para tapar el sonido de exclamación. Isabella, en cambio, sonrió abiertamente como si estuviera viendo el mundo arder antes de chasquear la lengua y tocarse la barbilla sin dejar de mirar a Charlotte.
—¿Sabes? Esta es mi parte favorita de la vida. Esta parte en la que el karma llega y arrastra al que tiene facturas por pagar —Charlotte palideció e Isabella movió el sobre de manila antes de ponerlo en la mesa de la sala de juntas —. Ábrelo. Puedes quedártelo si quieres. Tengo Miles de copias —le ordenó a Charlotte quien lo tomó en sus manos y esparció el contenido en la mesa, negando furiosa ante el montón de fotos comprometedoras de ella drogándose o teniendo sexo con hombres poderosos que Rosalie apenas reconoció.
—Todos tenemos un pasado ¿No es así Charlie? El tuyo es muy sucio.
—Isabella yo… —balbuceó ella levantando sus manos. Isabella sonrió y se le acercó tomándole la coleta y la sentó en una silla antes de hablar.
—Tienes una opción aquí y es súper fácil. Firma los papeles y vete o quédate y paga.
—Emmett también debe y lo sabes.
Isabella apretó su agarre en el cabello de Charlotte y está gruñó adolorida.
—Él pagó, ahora te toca a tí. Así que toma una decisión. Firma el contrato de confidencialidad, tendrás campañas aún, harás lo que se te pegue la gana y, por supuesto, vete lo más lejos que puedas o quédate y esto estará en primera plana mañana. Y tú estarás en la cárcel. Hay dos menores de edad en esas fotos en dónde follas como una puta barata.
Charlotte se soltó del agarre de Isabella y tomó el bolígrafo que esta le dio, firmando.
—Esto no va a quedar así —dijo en cuanto firmó.
—Tomaste una decisión. Déjame recordarte que acabas de firmar tu silencio —le recordó Emmett antes de dar un paso y tomar a Charlotte del brazo, arrastrándola, sin ser delicado, fuera de la sala de juntas. Charlotte chilló y se removió de su agarre. Isabella se acercó a Rosalie y le tomó el brazo que Charlotte no había tocado diciendo
—Ven aquí, veremos al karma cobrar como la puta de esquina que es.
Rosalie siguió a Isabella y ambas se acercaron a Emmett quien tomó el bolso de Charlotte y el abrigo para ponérselo en las manos. Todos en la empresa fingieron no mirar. Emmett tenía una mirada asesina en su rostro y una vena palpitando en su frente. Se veía que estaba furioso.
—Quiero. Que. Te. Vayas. Esto se acabó —le gruñó cada palabra antes de chasquear los dedos hacia un guardia de seguridad.
—¡No puedes hacerme esto! Me lo debes —gritó Charlotte.
—La que no puede hacer esto eres tú. Pagué mi deuda contigo, te permití ser parte de mi vida y fui claro. No te amo, no te amaré. Una mujer como tú no podrá jamás compararse con Rosalie, nadie, jamás podría compararse con ella ¿Entiendes?
Charlotte agarró aire y roja empezó a patalear.
—Tú, pedazo de imbécil, desgraciado patán.
Emmett se giró y le dio la espalda. Charlotte se inclinó y tomó su bolso antes de alzarlo y lanzarlo hacia él. Rosalie se adelantó y le evitó el golpe, pero el bolso le dio a ella en el rostro tirándola al piso por el impulso. Emmett gruñó furioso, pero antes de que se girase de nuevo, Isabella asintió hacia el guardia quien tomó a Charlotte del brazo, arrastrándola fuera de la empresa.
—¿Estás bien? —le preguntó Emmett inclinándose a levantarla. La gente que había presenciado el espectáculo se dispersó al ver a Isabella observándolos a todos y ella también se inclinó hacia Rosalie.
—Yo le habría pateado el culo a esa perra.
—¿Crees que aún la encuentro? —susurró Rosalie intentando levantarse del piso. Emmett soltó una risita haciendo a Isabella sonreír también antes de tomarla por el brazo para levantarla, pero Rosalie respingo.
Emmett maldijo por lo bajo antes de pasar su mano bajo las piernas de Rosalie y ponerle una mano en la espalda tomando impulso para alzarla en brazos haciéndola chillar de la impresión, pero como si estuvieran hechos el uno para el otro los ojos de ambos conectaron como dos imanes atrayéndose.
—Bien tortolitos, creo que es mejor que vaya a trabajar —dijo Isabella alejándose al verlos mirarse como ella una vez había visto a Edward. A veces era una buena cosa saber huir, se dijo.
Rosalie no notó que Isabella se había ido, atrapada en los ojos hermosos de su rey de plomo.
Emmett caminó con ella en brazos hacia su oficina y la dejó en su sofá de cuero antes de abrir el baño.
—Lamento todo esto —le susurró poniéndole en las piernas un botiquín. Rosalie negó confundida saliendo de su trance mientras lo veía llenar de alcohol un algodón.
—Estoy bien.
—Fue mi culpa —le respondió Emmett. Rosalie aguantó la respiración cuando le puso el algodón sobre las heridas.
—¡Mierda! Arde como el infierno —exclamó sin poder evitarlo.
Emmett se mordió los labios reteniendo una sonrisa burlona antes de sacar una venda del botiquín
—Estarás bien pedazo de cielo.
—Dios. Todos hablarán por semanas de este espectáculo —gruñó Rosalie cubriéndose el rostro por la vergüenza —. Mi madre me lavaría la boca con ácido. Eso es seguro.
Emmett tomó una silla de su escritorio y se sentó frente a Rosalie.
—Y yo solo quiero besarte.
Rosalie se sonrojó mientras Emmett le ponía la venda sin dejar de verla. Cuando terminó, ambos se vieron a los ojos por un rato antes de que Rosalie decidiera romper la burbuja en la que estaban preguntando:
—¿Quién es Claire?
Aquí tenemos un nuevo capítulo de esta gran historia. ¿Quién será Claire? Pronto se sabrá :P
Espero que estéis teniendo unas geniales Navidades. Nos leemos en el próximo capítulo.
