Capítulo 10. La princesa renegada.
Llegaba el amanecer de un nuevo día en Equestria, era un día duro para muchos, sobre todo para dos de las familias reales.
En la entrada del palacio de cristal, se encontraba una Skyla de aspecto más adulto frente a un carruaje, ella parecía estar esperando con bastante impaciencia.
De la entrada del palacio salen su esposo Crimson junto con una joven de aspecto híbrido entre alicornio y dragón, misma que a diferencia de Crimson ella tenía más rasgos equinos, con un pelaje rosa y crines negras.
Sin embargo al encontrarse de frente con Skyla notan su expresión de molestia, notando la ausencia de otro miembro de su familia.
-¿Dónde está Afrodita?- pregunta Skyla con severidad.
Tanto Crimson como la joven híbrida se preguntan lo mismo.
-Skyla, Atenea, adelántese, ahora las alcanzamos.- dice Crimson a su esposa antes de volver a entrar al castillo.
Skyla suspira un tanto resignada y tanto ella como su hija suben al carruaje, mismo que no tarda en despegar por los cielos.
Crimson se adentra en el palacio, sin embargo a diferencia de hace unos momentos él decide quedarse quieto unos segundos, para ver si de esa manera podía detectar algo.
Y así fue.
Él se dirige a una habitación en particular, dentro de la misma y sobre un escritorio encuentra dormida a una joven de rasgos híbridos muy similar a la que le acompañó hace unos minutos, solo que de piel rojiza y una crin más esponjosa como la de Skyla.
Antes de hacer algún movimiento para despertarla, Crimson contempla lo que ella había estado haciendo, notando que había hecho varios recortes de unos álbumes de fotos, en la mayoría de estas ella estaba con la familia de Nero, jugando con sus primos Rud y Andy, cuando ellos aún eran unos potrillos y en algunas de estas fotos eran cuidados por Alexis y Luisset.
Crimson sonríe un segundo, pero luego nota algo extraño, en el suelo no solo había restos de papel y fotos, si no también de mechones de cabello.
-Afrodita...- dijo Crimson con pena en voz baja.
En Ponyville.
A pesar de que hacía poco que el sol se había asomado por el horizonte, su luz no tardó en ser bloqueada por unos pegasos del clima que movilizaron las nubes.
Ese día todos los ciudadanos y miembros del Heavy Storm estaban reunidos en un salón del castillo del pueblo, solo estando un par de caras ausentes quienes eran Luna, Blade, Kaosu, y de momento Crimson y Afrodita.
Alexis estaba en su ataúd usando un sencillo pero hermoso vestido azul oscuro, este había sido hecho por los costureros del pueblo para la ocasión, y como dictaba la tradición todos los presentes en la ceremonia usaban atuendos negros.
Pasaban las horas, horas en las que todo presente tuvo la oportunidad de expresar unas palabras de despedida, la excepción de esto fue Nero, quien en toda la ceremonia se mantuvo cerca de su amada, manteniendo un porte inexpresivo, limitándose a asentir con la cabeza cuando sus conocidos y amigos se acercaron con él y sus hijos a expresarle sus condolencias.
- Yo no soy buena con las despedidas.. Hasta pronto amiga, espero que algún día nos volvamos a ver. - decía Skyla frente al ataúd con la mirada baja.
- Espéranos del otro lado...- dice Atenea, limpiándose una lágrima.
-Madre... Lo siento no soy la princesa que tú querías que fuera.. Y tampoco soy la guerrera... Que yo creía ser.- decía Rud en voz baja antes de caer en llanto nuevamente.
-Siempre tuve miedo.. De ser cómo mamá.- le dijo Andy a su hermana.
-Pero era por que siempre creí que no lo lograría ¿como puedes?.. Convertirte en alguien tan.. grande.. Valiente.. Tan..- Andy no sabía qué más decir.
-Tan entregada y leal a sus amigos y familia.- completa una voz femenina.
Los hermanos voltean a su derecha viendo a su abuela.
-Nunca deben tener miedo a intentarlo.. Alexis creía que el fracaso no era la peor derrota.. La peor derrota era saber que aún dándolo todo no tendrás otra oportunidad.- menciona Twilight por lo bajo.
Tanto Rud como Andy la abrazan con fuerza ocultando su rostro en su pecho mientras rompían en llanto. Twilight usó sus alas para acogerlos en el abrazo, no encontraba más palabras que decir, lo mejor que podía hacer por ellos era estar allí.
Twilight desvía un poco la mirada, viendo a Nero aun sentado y callado en su sitio, a diferencia de sus hijos y conocidos quienes tenían un semblante deprimido, él se mostraba con un porte inexpresivo, pese a eso Twilight estaba consciente de que pese a lo que pudiera expresar con palabras o lo que su rostro refleja, él era el más destrozado de todos.
-Se que ocultas lo que sientes hijo.. si eres débil a los ojos de los demás.. ¿que les quedaría a ellos?- pensó Twilight con cólera dejando caer una lágrima.
Pasan un par de horas más, y es entonces cuando un grupo de guardias trasladan el ataúd hasta el jardín de los recuerdos.
Uno de los jardines más hermosos donde varios ponys descansaban eternamente.
El hoyo para Alexis fue colocado específicamente a un lado de sus padres. Una vez que el ataúd estuvo en el hoyo, todos los presentes pasaron a depositar sobre el mismo una rosa blanca, mientras contemplaban todo.
Afrodita fue la última en pasar, ella contempló la rosa en sus cascos unos segundos.
-Que los arcángeles te den la bienvenida, guiándote al final del campo de batalla de Odin.. Que canten tu nombre con amor y furia para que te escuchemos alzarte en las profundidades del cielo, y sepamos que tomaste el lugar que te correspondía.- fueron las palabras dichas por la joven híbrida antes de dejar caer la flor.
Cuando la ceremonia finalizó, todos se quedaron unos segundos bajo la lluvia dedicando a la caída un último momento de silencio.
Mientras tanto en Canterlot.
En una de las habitaciones se encontraba Draco durmiendo en una silla, posada a un lado de la cama de la joven Luisset.
Él se había quedado toda la noche a su lado, y pese a la inicial insistencia de que podía tomarse un descanso de parte de Magic, él se negaba a dejar a su hermana sola, pero finalmente el cansancio le había vencido quedándose dormido en aquella silla.
De pronto la puerta se abre cuidadosamente, por esta entra volando el Fénix Alpha, quien ya se veía bastante recuperado, el Fénix se posiciona a un costado de la silla viendo a su último portador con pena, para luego dirigir su vista a la aún inconsciente Luisset.
-Lo siento Draco... Pero aún podemos cuidar de ella... Aún puedo ayudarte.- decía el fénix en voz baja posando su ala en la cabeza del alicornio pelirrojo.
El fénix dirige su vista a la inconsciente alicornio magenta, notando como una tenue sonrisa se dibujaba en su rostro.
-¿Está feliz?- se pregunta el fénix extrañado.
Dentro de los sueños de la joven alicornio ella se veía así misma en un día de campo frente al lago de un hermoso Páramo.
Frente de ella estaba cierto pegaso amarillo de crines azules, los 2 reian y dado a las memorias de Luisset, ella se veía así misma con su aspecto tierno e inocente de potrilla, mismo que hacía tanto había dejado atrás.
-Vamos papá, dime.- dijo Luisset entre risas.
-Fue en serio cariño, el pelaje de tu madre estaba todo manchado de pintura por la maqueta que le ayudó a hacer a Nero, olvidó lavarse antes de ir a la reunión con las princesas, y nadie allí se atrevió a decírselo.- le dijo Flash riendo, a lo que Luisset también ríe.
-Es lindo poder tener un descanso..- dice Luisset recostándose en el césped.
Flash hace lo mismo, mientras ambos admiraban el cielo, pero es entonces que el semblante de Luisset cambia a uno más serio.
-Es una lástima que no sea real...-
Flash notó el semblante de Luisset, por lo que se acerca a ella para darle un abrazo.
-Cariño... Aún si esto es solo un sueño... siempre voy a estar ahí para tí, sea en tus sueños, o en tu corazón, papi siempre estará contigo mi linda princesa... Y ten en cuenta... Que puede que pronto te visite de nuevo, tambien a tu madre y tus hermanitos.- dijo Flash de forma muy paternal.
-Los extraño mucho.- dice Flash dándole un beso en la frente.
-No quiero irme...- dice Luisset con sus ojos llorosos, a la par que correspondía el abrazo con fuerza.
-Te extraño tanto..-
-Hija mía... yo siempre estoy contigo.. Aún si no me puedes ver.- dice Flash en un tono comprensivo.
-¿Por qué me hiciste esto?... En el momento donde todo inició tu... Te fuiste y me dejaste sola con mamá.- menciona Luisset entre dientes con un tono de voz bajo.
-No puedo estar seguro hija... Lo que sí sé es que todos los que se han ido en estos años… Antes o después de mi… Lo hicieron por una razón…-
En eso Luisset se separa del abrazo de manera brusca, ella se da media vuelta viendo el horizonte del bello páramo.
-¿Incluso las deidades tienen a sus favoritos?- ella se limpia unas lágrimas dejando salir una risa tosca.
- El tío Shining regresó.. Nero regreso.. incluso Draco lo hizo.. Siempre creí que nunca nos lastimaste.. Pero siento que nos lastimaste a todos.. Tal vez a mamá no le importó tanto esconder el como no sabía seguir sola.. ¿por que esta familia tiene que callar todo?.. -
Luisset hace una pausa dando un par de pasos al frente, viendo como el soleado páramo parecía oscurecerse.
-¿Por qué mis hermanos e incluso la egoísta de mi prima pueden tener un padre.. Pero yo no?-
Pasan un par de segundos en silencio total, hasta que Flash se acerca quedando frente a frente con su hija nuevamente.
-Por años, callar el dolor en esta familia se convirtió en un ciclo... Pero siempre se puede romper... Luisset creo que ambos sabemos que lo que has dicho no es verdad, es cierto que el tiempo fue corto, pero atesoré tenerte entre mis brazos hasta el último de mis días.- menciona Flash acariciando su rostro.
-¿Por qué me dejaste...?- pregunta Luisset con lágrimas en sus ojos.
-No quería hacerlo... no podemos elegir cuándo será el fin, podemos prolongarlo sin duda pero..-
Flash es interrumpido.
-Pero no evitarlo por siempre...- menciona Luisset viendo al frente.
-Las yaces de la agonía están resurgiendo..- menciona ella un poco más seria.
-Equestria necesitará a su princesa.. Pero Nero y Draco necesitarán a su hermanita.. así como Twilight a su hija.- menciona Flash.
Luisset dibuja una leve sonrisa en su rostro.
-Gracias papá... Creo que… Aún es hora de que yo..-
La Alicornio cierra sus ojos un momento, al volverlos a abrir, lo que ella visualiza no es el cielo nublado del eterno Páramo, si no una luz blanca no muy clara.
No estaba segura de donde estaba, ella sentía su cuerpo adormecido y al moverse un poco, pudo sentir como su casco chocó con otro.
-Lu... Luissi... Des... Despertaste...-dijo una voz masculina, Luisset pudo sentir como el dueño de esa voz le toma su casco y como en este caían lágrimas.
"-¿Uh?- " pensó ella confundida ladeando la mirada viendo una no muy clara silueta gris con una mancha roja.
-¿D.. Draco.. n.. ni-san?- preguntó Luisset desde su posición, pues su visión aún no era del todo clara.
Draco sale un momento de la habitación yendo con Magic quien aun estaba en la puerta, el alicornio le pregunta por Danna, ante la pregunta Magic se limitó a preguntarle a él si era urgente su presencia, a lo que Draco no estaba seguro que responder, limitándose solo a decir que Luisset había despertado.
A lo que Magic le pidió a otro de los guardias que rondaba el pasillo que de favor buscara a la mencionada terrestre.
Mientras eso ocurría.
En uno de los jardines de Canterlot se encontraba Mei frente a unas lápidas especiales, dedicadas a los guardias y soldados que habían caído en la guerra de hace más de 75 años.
-Algunos murieron injustamente, otros pocos enfermos.- se escucha.
Mei voltea y ve a Wings, misma quien traía consigo 2 pequeños ramos de flores. Mei mira a Wings muy confundida.
-Tranquila no pienso molestarte.. Solo cumplía un mes más, es todo.- dice Wings dirigiéndose a un par de tumbas.
-Por cada muerte.. Siempre me he dicho a mi misma.. Que nadie se va realmente.. - dice Mei por lo bajo con un tono inexpresivo.
-Sabes.. Muchas veces los ponis creen que para un alicornio lidiar con esto.. Es solo un segundo de dolor... Pero un segundo puede doler más que 100 mil años.. ¿cómo no podría?- responde Wings dejando caer lágrimas.
-He tenido que ver y vivir de cerca esta pena tan poco... Que no se como sentirme...- Mei pone su casco sobre su pecho apretándolo con fuerza.
-Pero está ira... Esta tristeza.. Es tan simple que duele mucho más..-
-No puedo evitar llorar.. cada vez que lo recuerdo.- menciona Wings entre lágrimas colocando su segundo ramo en una lápida.
"En Memoria de Beekeeper" "Amado padre y esposo."
Mei no prestaba atención a Wings, la terrestre ve su casco dominante donde comúnmente solía sacar sus garras.
-"No eres rara, se te dio un gran poder.. jamás dudes de ti."-
-¿De que me sirvió?... De qué me sirve este poder… Si no puedo controlarlo y ni siquiera pude proteger a mi amiga...- pensó Mei apretando el casco con rabia.
-Esta sensación..La odio.- pensaba Mei mientras dejaba caer una lágrima.
La terrestre mira al nublado cielo con cierta melancolía a la par que extendía su casco al mismo.
-Pocos han sido lo suficientemente amables conmigo para abrirles mi corazón..-
Mei cierra los ojos un momento, dejando que una tenue brisa resople por su rostro.
-Alexis LightDiamond.. Gracias por ser una de ellos...- la terrestre deja salir un ligero suspiro.
-Y.. yo realmente voy a extrañarte..-
Mientras tanto en Ponyville.
-¿A dónde fue él?- le pregunta Twilight visiblemente preocupada a Altair.
-No lo sé.- responde el minotauro.
-Altair...- dice Twilight con un tono más severo.
-Lo digo en serio su alteza, en cuanto llegamos me dijo que quería estar solo y luego se fue.- responde el Minotauro con pena.
-Entiendo...-
Twilight se da media vuelta para retirarse, pero grande es su sorpresa al toparse con Rud y Andy.
-¿Te vas?- pregunta Rud decaída.
-Hay un par de cosas que debo hacer.. Me duele dejarlos solos en un momento así.- responde Twilight con pesar.
-No te preocupes.. Lo entiendo.- menciona Andy.
Twilight abraza a sus 2 nietos, ellos le responden el abrazo con fuerza, los 3 se quedan aferrados unos a otros por varios minutos que para ellos se sintieron como horas.
-Abuela... ¿Y la tía Luisset?- pregunta Rud preocupada.
Andy reacciona de golpe, preguntándose lo mismo, por toda la conmoción del funeral de su madre, los dos hermanos se habían olvidado que su tía pudo haber compartido el mismo destino. Twilight inhala aire profundamente antes de exhalar.
-Esta mañana fue trasladada a Canterlot.- Twilight ve a sus nietos con una sonrisa.
-No se preocupen ella estará bien, Luisset es más fuerte de lo que podría aparentar.- menciona Twilight.
-¿Y qué sucede con él.. Otro asunto?- le menciona Altair.
Twilight se queda pensando.
-Por ahora es mejor callarlo...- le responde Twilight en voz baja.
-debo reportarme con Luna, he estado ausente durante casi 3 días.- Twilight se da media vuelta viendo a Altair.
-Te encargo mucho a Rud y Andy.- dice Twilight, sin embargo esto no sonaba como una orden si no como el pedido de un favor.
Un poco más tarde ese día, en el cementerio de Ponyville.
Se encontraba Twilight contemplando 5 lápidas, cada una colocada cerca de la otra, estas eran las tumbas de sus queridas amigas.
-"Dije que iría enseguida a Canterlot..Pero no era cierto."- pensó la alicornio con pesar mientras terminaba de acomodar unas flores en la última de las lápidas.
-"Quiero estar con Luisset y Draco más que nada en el mundo... La sola idea de ver a mi hija postrada en una cama incapaz de moverse me destroza el alma... Pero si demuestro debilidad ante ellos.. ¿Qué soporte les quedará?"-
Ella se levanta yendo a una sección que no estaba tan alejada de las lápidas de sus amigas, pudiendo divisar a la distancia una silueta que parecía dirigirse al sitio donde ella estaba, mas decide no tomarle importancia.
Twilight se detiene frente a una lápida en particular, y sobre la misma deja unos lirios azules teniendo entre sus cascos un viejo peluche de tigre, este había sido el último regalo que Flash le había dado en persona a su pequeña y amada hija.
-Hola Flash.. Sé que es un poco raro haber llegado 3 días antes de la fecha.. Nunca podría olvidarla.- menciona Twilight por lo bajo.
-Todo empieza a complicarse... Pareciera que todos nuestros esfuerzos por mantener el orden son en vano...-
Las palabras de Twilight son interrumpidas al escuchar a una corta distancia el sonido de un pisotón, pero no parecía uno normal, este pisotón solo se escucharía si alguien hubiera aplastado una serie de plantas o flores.
Confundida ella se levanta siguiendo aquel sonido, volviendo al área de las tumbas de las difuntas portadoras, grande fue su sorpresa al ver que las flores que había dejado en la lápida de Rainbow Dash estaban aplastadas y con sus tallos rotos, pero lo que más le sorprendió fue ver frente a aquella lápida una joven pegaso cian de cabello azulado, la misma estaba limpiando la lápida y aun lado suyo había un arreglo floral bastante diferente al que Twilight había dejado con anterioridad.
La joven pegaso termina lo que estaba haciendo, levantándose y pasando de Twilight como si no hubiera notado su presencia.
-No es muy educado romper regalos ajenos...- menciona Twilight con inexpresividad viendo las aplastadas flores.
La pegaso no responde, ella solo seguía con su camino ignorando el llamado de atención.
-"La paz de este mundo agoniza.. Me pregunto si ellos ya empezaron a moverse."- pensó la pegaso desviando la vista al cielo notando lo nublado que estaba.
-Su hijo.. ¿Dónde se encuentra él ahora?- pregunta la pegaso desde su posición pero sin dirigirle la mirada a Twilight.
-Ni yo lo sé...- responde Twilight no muy confiada.
-Ya veo... Las semillas de la guerra quedaron esparcidas, tarde o temprano deberían emerger nuevamente... Pero esta vez Equestria no tiene el control de las semillas.- menciona la pegaso desde su posición.
-¿A dónde quieres llegar?- preguntó Twilight con seriedad.
Sintiendo que algo no iba bien Twilight dirige su casco a su collar logrando removerlo, ella lo dirige a una de las hojas metálicas que adornaban su cabello, pero antes de que pudiera reaccionar se da cuenta que aquella pegaso sostenía su casco impidiéndole concretar su acción.
-Predecible.. Pero no me sorprende en lo absoluto, la realeza se negara por todos los medios a abandonar su posición de poder... Siempre subestimando el poder de su pueblo sobre ustedes.- menciona la pegaso con cierto tono de rabia.
Sin perder el tiempo Twilight usa su magia y realiza una teletransportación de corto alcance logrando zafarse de la pegaso, esta última se limitaba a verla con sus iris magenta, su rostro estaba casi vacío, su mirada no reflejaba ningún miedo, ninguna tristeza o al menos una muestra de afecto, sin embargo aquel vacío resultaba más intimidante que cualquier mirada de ira o desprecio desbordante.
-Admito qué tal vez.. Nuestros predecesores no tomaron las mejores decisiones, pero no nos hemos detenido, juntos trabajamos por lograr esta paz.- dice Twilight entre dientes.
La pegaso ve el collar, mismo que sin tener la intención se lo había quitado a la alicornio, ella lo deja caer al suelo y lo patea devolviéndolo con su dueña.
-Cuide sus palabras princesa... En estos momentos estamos de igual a igual... A ninguna de nosotras le gustaría ver como esos cúmulos de tierra empiezan a llenarse uno a uno..- mencionó la pegaso señalando los hoyos que aún no habían sido ocupados en el cementerio, por lo mismo su número no era alto.
-En eso estamos de acuerdo... Pero hay una gran diferencia en ver ese número aumentar por una guerra sin sentido... A saber qué fue así por el castigo del tiempo.- responde Twilight con seriedad.
Ante esa respuesta la pegaso solo bufa.
-La prosperidad.. Sus múltiples avances.. No cambia lo que es Equestria y sus monarcas.. Siempre creyendo que son el centro de todo.. Demostrando ahora y siempre que no tienen problemas en darle la espalda a quienes no piensen como ustedes..-
La pegaso levanta la vista mostrándose más seria e incluso furiosa.
-Tal vez sea hora de dejar de escucharse y aconsejarse entre privilegiados y empezar a escuchar a su pueblo...- la pegaso ladea una leve sonrisa.
-De un modo u otro nos escucharán..-
La distancia y el tiempo era un castigo muy corto para aquellas ponys, tan sumergidas en sus pensamientos, en sus penas y tristezas que no se percataron de una fugaz sombra, dado a la ausencia temporal del sol era difícil ver quienes estaban volando sobre de ellas.
O al menos eso parecía, aquella pegaso pudo sentir un particular flujo de energía.
-No puede ser...- pensó ella tragando saliva antes de extender sus alas e irse tan rápido como le fue posible.
-¿Qué pretende esa niña?- se preguntó la pegaso saliendo de los terrenos de Ponyville.
A la distancia y postrada sobre una montaña se encontraba Amber, observando el pueblo desde el horizonte con Delta postrada en su lomo.
-Los que no conocen el dolor no entienden la paz..y quienes no valoran sus vidas no merecen vivir..-
-Veo que supiste lo que ocurrió mientras nosotros volvimos a Olimpia.- mencionó la fénix.
-Si.. Me es difícil creer que ellos 3 cayeran en un truco tan ridículo, pero no puedo culparlos...- Amber dirige su vista al castillo del pueblo.
-Mientras más desviada esté su atención de nosotros mejor será.. ¿no es así?- le menciona Amber a Delta.
-Así es, pero si vas a hacer lo que creo que harás... Debes estar consciente que la atención que no quieres que los demás reciban se va a concentrar en ti de ahora en adelante.- responde Delta con seriedad.
Amber ladea una leve sonrisa.
-Bueno Delta.. Es difícil buscar a alguien de quien desconocen su existencia..-
El cuerpo de Amber y Delta empieza a brillar en una tenue luz morada, la luz crece y envuelve ambos cuerpos, levantando una enorme columna de fuego negro, provocando un terremoto que logra sentirse por Ponyville y a la par que la columna lograba a verse hasta Canterlot.
Sobre esa enorme columna estaba Amber, la tierra se estremecía, un titánico poder se concentraba en aquel punto.
La presión que emergía era tan grande que incluso un ciudadano promedio sin la habilidad de rastreo lo podría sentir, aun a kilómetros a la distancia.
-¿Qué es eso?... ¿Qué está pasando?- se preguntó Twilight desde su lugar.
Por su parte la pegaso había conseguido acercarse un poco al sitio donde se encontraba Amber, puesto a que no podía tocarla debido al inmenso calor que rodeaba la zona.
-¡AMBER! ¿¡Qué es lo que pretendes?!- grita la pegaso.
La columna de fuego se disipa y de entre una cortina de humo se puede ver cómo sale una silueta humanoide hecha de energía morada, parte de sus extremidades y lo que parecía ser su propio cabello estaban formados por fuego negro, la silueta se detiene un segundo a contemplar su transformación, parecía sorprendido, pero en una parte también se le notaba enojada.
-No te alteres, estará incompleto pero este poder es más que suficiente.- dice la criatura con la voz de Delta.
La criatura asiente con la cabeza y extiende unas alas emplumadas color gris, antes de elevar vuelo en lo más alto.
-Nadie puede olvidar el dolor... Yo jamás lo olvidaré por eso...- de entre las garras de la criatura se empieza a concentrar mucha energía, mesclando energía morada con aquel fuego negro, logrando que esta crezca hasta no ser más grande que un balón.
-No es nada personal..- menciona la criatura con un porte inexpresivo antes de arrojar aquella esfera de energía.
Un gran silencio invadió aquel poblado, callado únicamente por el eco del viento resoplando en sus alrededores.
El poblado no estaba conciente de lo que ocurría, pero la princesa presente tenía una ligera idea de que era lo que pasaba, pero solo tenía una pequeña oportunidad de poder hacer algo para evitar que ocurriera un desastre aún peor, sin embargo estaba demasiado lejos del castillo, y aunque ella volaba tan rápido como sus alas se lo estaban permitiendo temía lo peor.
-Esa pegaso... No ella.. No pudo haber sido.. No note nada extraño en ella.. Además se veía igual de confundida que yo..- pensaba la alicornio usando su teletransportación y logrando entrar de golpe a un salón del gremio.
Un grupo de guardias que estaban cerca van a auxiliarla, pero ella se pone de pie por su propia cuenta y se dirige a otro salón en particular, al entrar ella usa su magia para colocar un bloqueo especial en la puerta y así nadie más pueda entrar.
Las posibilidades las veía muy reducidas, pero aún si tenía el 1% debía de intentarlo.
De pronto el día parece oscurecerse, como si la noche hubiera llegado de un momento a otro, cosa que no era posible pues aún faltaban más de 6 horas para que eso ocurriera.
Un choque de energía por el centro de la ciudad hace que de entre la tierra se empiecen a formar enormes grietas acompañadas de un gran terremoto, la combinación en conjunto hace que las casas y edificios que constituían aquella pequeña ciudad empiecen a colapsar, parte de los terremotos provoca que las tuberías se rompan inundando la zona comercial y reduciendo la mayor parte del poblado a simples escombros bajo una gran cortina de tierra que podía ser vista por varios kilómetros a la redonda.
Lentamente la cortina de tierra va desapareciendo, inundando aquel sitio de un enorme silencio.
La criatura que había provocado aquel caos brilla en una tenue luz morada, separándose de su fénix.
Los dos se mantienen sobrevolando aquellas lejanas montañas, contemplando lo que acababan de hacer con una mísera parte de aquel poder divino.
Su pequeño momento de satisfacción se ve interrumpido cuando a la distancia escuchan un estruendo, viendo como en algún punto surgía energía azul y plateada, pero está pese a poseer la misma presencia divina que ellos, esta sin duda era menor y menos intimidante para cualquiera que estuviera cerca.
Amber aterriza sobre la montaña, notando como la pegaso de azulada melena la observaba con los ojos muy abiertos.
-Deberías agradecerme Azul... Ahora tienen más tiempo para dar su discurso en el imperio de cristal.- dice Amber con una sonrisa.
La pegaso abre la boca para contestar, pero antes de que tuviera la oportunidad de decir algo, ella ve como alguien golpea a Amber y la derriba, apartándola de ella.
La alicornio usa sus alas para frenar su caída y volver a incorporarse, mientras que el fénix negro permanecía postrado en su hombro como si aquel golpe hubiera sido una simple brisa.
El fénix brilla y este se convierte en el Bankai de Amber. Ella ve al frente como aterrizaba quien le había atacado.
-Así que viniste...- dice Amber sin mucho interés viendo a quien tenía frente.
Era un ser bípedo con armadura plateada, este brilla cayendo de rodillas muy cansado, era un alicornio gris de melena azulada, al lado del alicornio se postra un fénix azul quien se veía igual de debilitado que el. Eran Nero y Omega.
-Q… ¿Quién eres?- pregunta Nero débilmente.
Ante esa pregunta Amber bufa.
-No te importa.- responde Amber con indiferencia.
-Cuida tus palabras… No pienso ser paciente con alguien como tú.- menciona Nero entre dientes.
-¿Te estoy provocando?... A decir verdad sería interesante ver lo que puedes hacer.- dice Amber burlonamente.
-Te lo advierto… No quiero hacerte daño.-
-De eso puedes estar tranquilo.- menciona Amber dispuesta a retirarse.
Justo en el momento en que se da la media vuelta y avanza un par de pasos puede sentir un hormigueo en su espalda, ella suspira y se da media vuelta interponiendo uno de sus cascos logrando frenar la espada de Nero, para seguidamente dar un giro sobre sí misma y alejarlo de una patada.
-Pero qué...- decía el alicornio muy sorprendido.
-No soy tonta querido tío... He tenido tiempo de sobra para entrenar y prepararme.. aunque no dudo que podrías darme pelea.. no tengo interés en ti, aprecia que sigues con vida y no te interpongas.-
Nero aprieta los dientes sosteniendo con más fuerza aquella espada, la fénix que lo acompañaba brilla transformándose en su Bankai.
-Con que así debe ser..-
Mientras tanto en el gremio.
Varios de los que se encontraban presentes en el castillo a la hora del derrumbe logran salir de entre los escombros con heridas muy superficiales, la gran mayoría de ellos al momento de la explosión habían sido envueltos por energía blanca, misma que los había protegido del mortal terremoto.
Los sobrevivientes del gremio ven como una pila de escombros es movida con magia, en un principio esto no les sorprende demasiado, sin embargo ese sentimiento se iría pronto al ver que aquella silueta extiende sus alas y se postra al frente de todos, era Twilight.
Como la mayoría de los sobrevivientes la princesa presentaba heridas menores, pero lo que a varios les heló la sangre es ver que los vasos sanguíneos de uno de sus ojos se le había roto provocándole sangrado, pero a ella poco o nada parecía importarle.
Ella se limitaba a contemplar la devastación de la pequeña ciudad.
¿Como había pasado esto ? Era la única pregunta que resonaba en la mente de los sobrevivientes.
