[Enero.2024]

Feliz año nuevo! Aquí un capítulo como regalo para empezar el año. En este capítulo se revelan muchas cosas! Otra vez, muchísimas gracias a Florfleur por el review! Espero que sigas disfrutando el fic :)

Notas de escritura: Me emociona mucho esta historia! Me cuesta pero me emociona. Siento que necesito sacarla de mi sistema para seguir con mi vida jejeje.


Le prometeré la luna

By Aurum Black

Capítulo 12: El otro lado de la historia

Vació la botella de whisky en su vaso, dándose cuenta que era la primera vez, tal vez en su vida, que se la acababa él solo. Harry suspiró abatido.

No sabía cuantas horas llevaba en aquel lugar que se había convertido en su bar favorito desde que vivía en Londres. Le gustaba porque la arquitectura y la decoración eran clásicas de un pub inglés, pero el lugar era decente, olía bien y servían una variedad de cervezas de calidad. Y la música existía a un volumen lo suficientemente bajo como para mantener una conversación o escuchar sus propios pensamientos. A veces había alguien con una guitarra tocando música tranquila, pero nunca DJs y sobre todo, no había pista de baile. Porque Harry no bailaba.

Harry suspiró apretando los ojos, sintiéndose basura, recordando los sucesos de aquella noche. Tomó un sorbo largo de su vaso para ahogar las imágenes en su cabeza. Pero Ginny seguía apareciendo, bailando de forma seductora en sus recuerdos, aunque no quisiera.

Había sido un idiota, se había dejado llevar... pero es que estaba tan borracho, y tan hipnotizado por ella...

Tomó un trago más para alejar esos recuerdos. No podía alimentarlos más, aunque por dentro quisiera repasarlos una y otra vez.

Recordó la regañiza que Hermione le había puesto después de aquella trifulca que él y Ron habían armado. En su defensa, en realidad pensaron que algún desconocido de aquel bar se estaba aprovechando de que Ginny estaba muy pasada de copas. Nunca se habría imaginado que el idiota de Derek estaba allí.

Idiota, idiota, idiota. Odiaba su cara y todo de él. Odiaba que hacía sonreír a Ginny. Odiaba como la tocaba y...

Otro traigo para ahogar sus sentimientos y pensar en algo más.

La voz de Hermione retumbó en su cabeza.

"—¿A qué crees tu que estás jugando con ella, eh?

—¿Jugando?

—Sólo porque ahora ha encontrado a alguien, te da la gana ponerte a soltar golpes

—¡No nos dimos cuenta que era él, Hermione!

—Qué casualidad que sólo te interesa marcar tu territorio cuando Ginny empieza a salir en serio con alguien. Eres un cavernícola.

—¡No estoy marcando nada! No sé de qué hablas...

—¿Crees que no los escuché? ¿"Te quiero más que a nada en el mundo"? ¿Qué mierda significa eso? ¿Por qué vienes a confundirla justo ahora?

Harry no había podido contestarle o debatirle nada más a Hermione. Pero no dejaba de pensar ahora en mil diferentes maneras de explicarle. Que aquello era nada más que la verdad. Que ni siquiera lo había dicho para "marcar territorio", y que no escondía alguna doble intención. Que venía de un lugar genuino y puro en su corazón. Simplemente era la verdad y necesitaba que Ginny lo supiera, porque pudo ver en sus ojos que realmente creía que él no la quería. Pero Harry no entendía...

De un trago más vació su vaso, que lo ayudó a enfocar sus pensamientos en la sensación áspera en su garganta y hacer desaparecer a Hermione y sus palabras de su mente.

Se levantó por una botella nueva a la barra.

—Otra igual —dijo arrastrando las palabras a aquel hombre que atendía, quien lo conocía muy bien después de varios años de ser cliente frecuente.

El hombre le entregó una botella de agua a modo de respuesta. Harry gruñó.

—Ya fue suficiente por hoy, Harry.

—Me iré a otro bar.

—Tengo tu varita... y tu cartera —le dijo en con una sonrisa triunfante.

Aquel lugar era familiar para Harry. Pero en días como esos en que quería ahogarse en una botella sin fondo, le reventaba las pelotas que cuidaran de él.

—¿Puedo comprarle un trago? —dijo una voz junto a Harry, dirigiéndose hacia el bar. No la reconoció al principio. Tuvo que enfocar la vista para reaccionar y entender que Marie estaba ahí junto a él intentando invitarle una bebida. —Sírvele la cerveza más ligera que tengas. Yo cuido de él —le dijo a su amigo detrás de la barra, quien después de pensarlo un par de segundos, cedió.

Puso el vaso lleno frente a Harry.

—Pero es lo último que te sirvo aparte de agua —le dijo a Harry con tono firme, para luego moverse a atender otros clientes.

Harry se quedó viendo el amarillento color de aquella cerveza que era para nada de su preferencia. Hubiera sido mejor que le sirviera un poco más de whisky. Volteó a ver a Marie con mucha confusión.

—Escuché que mandaste a Derek al hospital —dijo ella con una sonrisa que parecía no podía ocultar.

Harry la miró con desdén. Tomó la botella de agua, y dejando de lado la cerveza que Marie le había pagado, se había ido de regreso a su mesa. Ella lo siguió.

—¿Qué haces aquí? —preguntó molesto al sentarse.

—No eres el dueño de este lugar ¿sabes? A Val y a mi nos gusta venir a veces —señaló hacia el otro lado del lugar. Harry volteó fugazmente y vio a la pelirroja poniéndose su chaqueta, como alistándose para irse. Harry suspiró aliviado, suponiendo que Marie lo dejaría en paz pronto. Alejó la vista de Valerie de golpe, puesto que aquella melena rojiza-naranja le recordaba mucho a alguien en quien no quería pensar. —Sé tu secreto —le dijo Marie de repente muy seria.

Harry la miró con horror pensando que ella le estaba leyendo la mente o algo. Marie soltó una risa que lo hizo detestarla.

—Vete de aquí.

Ella le acercó un papel con números escritos a mano.

—Cuando quieras hablar acerca de lo que en el fondo sientes por Ginny y no tengas con quien, llámame. —Harry supo que la odiaba. Tomó el papel y lo arrugó en su puño, para luego tirarlo en la mesa con descuido. Pudo ver que Marie borró su sonrisa de inmediato. —Qué triste que sólo hayas comenzado a ver a Ginny como mujer hasta ahora que se la pasa cogiéndose a Derek.

Se dio la vuelta con aire ofendido y se fue.

Harry no se molestó en voltear hacia ella. Vio la botella de agua frente a él, y no pudo hacer más que tomar largos tragos. Casi se la acaba de un solo tirón, dándose cuenta de lo sediento que estaba.

Luego, se quedó como con la mente en blanco por un buen rato, como ido. Después, las últimas palabras de Marie resonaron en su cabeza. Recordó también los reclamos de Hermione. Harry suspiró abatido y frustrado. Ni Marie ni Hermione entendían nada.

No podían estar más equivocadas.

No es que nunca hubiera visto a Ginny como mujer, y que finalmente ahora comenzara a hacerlo. No es como si por años hubiera llevado una una venda sobre los ojos qué mágicamente se había caído, revelándole aquella verdad. Era absolutamente todo lo contrario.

Por supuesto que veía a Ginny. Ella siempre había estado allí.

No estaba ciego ni era estúpido. Siempre había estado muy consciente de ella, de lo hermosa, maravillosa, talentosa, divertida e inteligente que era. Por supuesto que siempre la había visto como mujer, pero se había esforzado mucho en mantenerse a si mismo, sus instintos, sus sentimientos, y sus movimientos, a sana distancia. Porque para él, Ginny estaba fuera de su alcance. Era como una estrella que sólo admiraba sin poder tocar. Era territorio prohibido si es que quería mantener su amistad intacta. Y por años lo había logrado. Acostándose con una y otra y otra, se había mantenido muy entretenido y distraído de la tentación que le representaba Ginny. Ser mujeriego le permitía estar cerca de ella de forma natural. Era casi un insulto para Harry el sugerir que un día se había despertado, visto a Ginny diferente y decidido qué la quería para él, solo porque ahora estaba saliendo con alguien más. No eran repentinos celos o egoísmo. Sino falta de autocontrol. Falta de control de toda su situación. Lo que había pasado es que un día ya no pudo mantenerse a raya.

Se talló los ojos con fuerza muy angustiado. No se había dado cuenta cuándo había comenzado a perder el control. Suponía que desde que la rutina de ambos había cambiado por completo desde que ella empezó a jugar quidditch. Suspiró con la mente volando meses atrás. Suponía que había algo de verdad en que ciertas cosas habían cambiado en cómo la veía, aunque Harry no lo podía entender del todo. Había algo diferente en Ginny que no podía explicar con palabras. Tal vez una confianza aún mayor de la que siempre había tenido. Ginny siempre había sido algo impulsiva, pero ahora era enfocada, consciente de sí misma, de sus atributos físicos y no físicos. No es que hubiera cambiado su imagen revelando su belleza escondida ni ningún cliché por el estilo. Ella siempre había sido hermosa, incluso de adolescente. Siempre había sido atractiva y siempre se había vestido medio provocativa. Pero había algo más. Ahora exudaba cierta sensualidad. Un aura mesurada y misteriosa. Algo que atraía e hipnotizaba.

Y su cuerpo igual había cambiado. Merlín, cómo había cambiado. En pequeños detalles que sólo el más observador y conocedor podría describir. Cualquiera le diría "te ves muy bien, te ha sentado bien el quidditch", sin entender bien por qué. Pero él sabia cómo es que había cambiado la proporción e incluso firmeza de cada parte de su cuerpo. Porque llevaba años de observarla discretamente, pero desde muy cerca. Harry siempre había notado el cuerpo de Ginny. Y ahora podía notar las pequeñas diferencias. Sus brazos, su cintura, su cadera, sus preciosas piernas... Sutil pero visible. No se había resistido de tocarla cuando estaba en sus días del mes con dolor y Hermione le había dicho que un masaje le ayudaría. Su amiga le había indicado qué hechizos hacer, pero él no pudo aguantarse de tocarla con sus propias manos. Era una basura de persona.

Se reclinó por completo en su asiento, cerrando los ojos. Intentando no recordar, pero con mil imágenes en su cabeza. No pudo evitar pensar en esa noche en que tocó su cuerpo con suavidad. Recordó la firmeza de su cintura y espalda y luego la forma de su cadera y el largo de su pierna. Recordó esa curva delirante entre su espalda baja y sus nalgas, que obviamente no pudo tocar como hubiera querido. Aún tenia que imaginarse cómo se sentiría tocar el resto de sus curvas. Se había encontrado repasando sus años adolescentes, buscando recuerdos de aquellos primeros momentos juntos. Sin embargo, nunca habían ido más allá de los besos y de las caricias inocentes.

Sus vagos recuerdos del pasado no se comparaban en nada con las sensaciones del presente. Esa misma noche cuando había estado frente a Ginny en medio de la pista de baile, había tenido que usar todo su auto control para no tomarla, besarla, y acariciar cada parte de su piel expuesta... De algún modo sus manos se habían posado en su cintura. Harry sintió como si luchara contra una maldición imperio. Se alejó de ella como si fuera fuego. Y de cierta forma lo era. No entendía lo que ella estaba haciendo. Por qué intentaba seducirlo de esa forma. O tal vez era un idiota y no se trataba para nada de él, sino de ella misma explorando esa nueva piel. A Ginny a veces le gustaba ir contra corriente. No era la primera vez que se decidía a bailar como si nadie la viera. No era la primera vez que atraía miradas y uno que otro tipo que quería ponerle las manos encima. Justamente por quitarle a alguien de encima fue que se acercó a ella en primer lugar. Había tenido que usar un hechizo confundus en aquel tipo que la estaba tocando. Pero luego no pudo irse. Fue como si ella le hubiera lanzado el hechizo confundus a él. O algo más intenso, de lo que no pudo escapar. Ginny eligió la sensualidad como su arma y a Harry como su víctima.

Era tan extraño. No lograba entender cuándo y de qué forma las cosas fueron cambiando. Ellos siempre habían tenido un relación muy física. Había mucha intimidad en su amistad. Se la pasaban abrazándose, tomándose la mano, haciéndose cariños. Para Harry nada de esto llevaba una doble intención, sólo era la forma natural en la que existían juntos. Y ahora Harry comenzaba a sentir cosas, a sobre analizar esos movimientos y roces que hasta entonces eran tan fáciles como respirar.

Hermione decía que la estaba confundiendo, pero el confundido era él. Todo se había ido para abajo en cuestión de un abrir y cerrar de ojos. Desde que había entrado a las avispas, pero sobre todo desde inicio de año. Harry lo tenía muy presente porque no se podía sacar de la cabeza aquel vestido negro que Ginny llevaba puesto en la fiesta de año nuevo. Por meses seguía en su mente la imagen de cómo se pegaba a su figura. De aquellos finos tirantes sobre sus hombros desnudos. De las curvas de su cuerpo. Del color de su piel. Y ahora por fin tenía una nueva imagen para reemplazarla. El maldito vestido amarillo floreado que llevaba ese día en el cumpleaños de George y esos malditos zapatos que en conjunto le hacían ver preciosas las piernas.

Harry cerró los puños intentando contener sus emociones. Respiró profundamente un par de veces. Tal vez podría haber mantenido todo bajo control, de no ser porque el pensar en ella como un ser sexual abrió una puerta que ahora era imposible cerrar. Antes le reconfortaba pensar en ella de forma inocente, a veces ingenua. Ahora quería saber todo de aquella Ginny, así como lo sabia del resto de aspectos de su vida. Ahora quería saber lo que le causaba placer, lo que le gustaba y lo que no, lo que le volvía loca, las caricias y los besos que prefería, sus posiciones favoritas, los sonidos y gemidos que hacía... quería saberlo todo.

Antes, pensar en ella de esa forma le hubiera parecido obsceno, como un abuso hacia su persona. Y tal vez aún lo era. Pero al menos antes era territorio no explorado por su cerebro. Y ahora, desde que Ginny le había dicho que se había acostado con alguien por primera vez, no podía dejar de pensar en ella de esa forma. De imaginarla consigo. De incluso tocarse pensando en ella. Algo que nunca en esos años de amistad se había permitido.

Harry había perdido la batalla y no sabía en qué momento. No podía dejar de desearla.


Despertó al día siguiente con la resaca más horrible de lo que había esperado. Ni siquiera recordaba cómo había llegado al departamento. Recordaba que había tratado de quedarse en el bar lo más que pudo por temor a regresar. No sabía si prefería encontrar a Ginny ahí o no. Ella, por supuesto, no había llegado a pasar la noche ahí.

En cuanto despertó, Harry se bañó y se fue directo a ver a Ron y Hermione. Ellos le informaron que no había pasado nada grave con Derek, sólo estuvieron en San Mungo por la insistencia de Ginny. Luego se habían ido al departamento de Derek a que descansara y Ginny se había quedado con él. Hermione le reprochó una vez más a Harry y a Ron por su estupidez. Sabía que tenía que disculparse con ella, y con Derek, pero estaba muy ansioso por toda la situación. La noche anterior había dejado que el alcohol destapara puertas en su cerebro que antes estaban muy bien cerradas bajo llave. Había estado pensando cosas que se había resistido de formular como pensamientos reales. Y ahora estaban ahí y no se podían ir. Le aterrorizaba sentir que ahora todo eso era simplemente cierto. Eran verdades con las que tenía que vivir.

Eventualmente ese día, le llamó a Ginny por teléfono. Ella no contestó pero después de un rato le devolvió la llamada. Harry contestó de inmediato.

—Hola —le dijo con voz tímida sin saber si esperar su furia.

—Hola —le contestó ella con voz cansada.

Se le apretó el corazón al escucharla. No era furia sino decepción.

—Sé que no hay nada que pueda decir para deshacer lo que hice ayer, pero de verdad, de verdad, de verdad... lo siento mucho, Gin. Soy un idiota. —Ella suspiró —Dile a Derek que lo siento mucho. En cuanto lo vea se lo digo en persona... —Ginny sólo se quedó en silencio —Sé que no cambia nada pero en serio fue un malentendido.

—En algún momento iba a pasar... ustedes bola de cavernícolas iban a encontrar una buena excusa

—Calabaza...

—Me rompen los ovarios, Harry. Tu y mis hermanos...

—Lo sé, lo siento.

—No sé cuándo van entender que ya estoy grande y no necesito que me cuiden todo el tiempo.

—Gin...

—Aunque no hubiera sido Derek, es mi decisión besuquearme y manosearme con quien quiera ¿no? Tú lo haces todo el tiempo... —Harry suspiró —Tu hipocresía es lo que más me desespera. —Harry no supo qué decir. Se sintió basura una vez más. —De algún modo a Derek le da risa todo este asunto... y no fue nada grave... pero escúchame bien, Harry, si le vuelven a poner una mano encima, te juro que les dejo de hablar.

—Pero si-

—Sin peros, Harry. Si me rompe el corazón, si me engaña, si me trata mal, o lo que sea, va a pasar y ya. Yo sabré qué hacer. Sabes que no me quedaré cruzada de brazos, pero será mi decisión. No los necesito defendiéndome o vengándome.

—Okay...

—Hablo en serio. Si vuelven a hacer algo así, les dejo de hablar. – Su voz sonaba muy determinada. Harry se sentía muy abatido. Quería decir más cosas, pero mejor se quedó callado. Tenía miedo de perder a Ginny. —Creo que me quedaré con Derek en lo que se me pasa el coraje con ustedes.

—Claro —el dolor de cabeza por la resaca se intensificó.

—Nos vemos después.

—Está bien...

—No se te olvide pedir permiso para el cumpleaños de Teddy— le dijo y entonces colgó la llamada abruptamente.

Harry lo había olvidado por completo. Ginny le había comprado a su ahijado entradas para el parque de diversiones muggle, Legoland. Después de aquella noche decembrina en que habían terminado juntos en una feria de navidad muggle, Ginny se había emocionado y decidido llevar a Teddy a un lugar similar. Meses atrás, Ginny había comprado entradas para los tres. Harry sintió un poco de esperanza en su corazón. A pesar del enojo de Ginny, los planes para celebrar los tres juntos aún estaban en pie. Si tan sólo recordaran quienes eran ellos mismos, quienes eran estando juntos, lo mucho que se necesitaban el uno al otro... su amistad podría volver a ser lo mismo de antes.

Los siguientes días fueron un poco mesurados, aunque no del todo incómodos. Harry se disculpó con Derek, quien hizo de menos todo lo sucedido. Ginny y Harry se trataron cordiales pero guardando un poco de distancia. Ginny le recalcó mucho que aún seguía molesta con él. Harry andaba por todos lados con cara de perro regañado, o eso le decían los demás.

Se sentía un poco angustiado, aunque esperanzado de que aquel sentimiento se iría en algún punto. A ratos pensaba que las cosas entre ellos sí habían cambiado en los últimos seis meses. Sentía pánico al pensar que se estaban alejando, que Ginny se escapaba de entre sus dedos. En las noches repasaba todos esos momentos en los últimos meses en que Ginny había guardado su distancia con él, o que de lleno lo había evadido. Se dio cuenta por primera vez que mientras más se distanciaba ella, él más desesperado se sentía, intentando acercarse y aferrarse a ella de cualquier modo posible. Tal vez eso la confundía, como le había dicho Hermione. Pero para él no era un actuar consciente, sino su forma natural de reaccionar al sentir que Ginny se alejaba de él. Tal vez la tenía que dejar en paz un poco, darle su espacio. Dejarla que saliera con Derek y disfrutara de su relación sin entrometerse. Iba a ser un reto, ya que Derek ahora se la pasaba casi todas las tardes en el departamento con Ginny, después de sus entrenamientos. Cuando no, salían juntos a cenar o pasaban la noche en el departamento de Derek. Y Harry no podía no extrañarla.

La noche anterior al cumpleaños de Teddy, casi no pudo dormir. Se despertó temprano y estuvo listo casi una hora antes. Estaba emocionado de pasar todo el día junto a Ginny y su ahijado, como en los viejos tiempos. Sin embargo guardó silencio mientras se alistaban para irse y luego en su auto al ir en camino a recoger a Teddy. Veía de reojo a Ginny de vez en cuando. Ella sólo suspiraba.

Los dos se relajaron con la presencia de Teddy, y con el paso de las horas. Aunque el parque de diversiones estaba enfocado a niños, Ginny y Harry se subieron con el pequeño a todos los juegos que permitían adultos acompañando. Entre risas, sacudidas y emoción, los tres se divirtieron como hacía tanto no lo hacían. Comieron, jugaron, gritaron, se rieron tanto...

Casi al final del día se sentaron juntos en una banca mientras cuidaban a Teddy que jugaba con un grupo de niños en una pequeña zona libre del parque.

—Este día ha sido muy divertido, Gin. —le dijo él de pronto rompiendo el silencio —Teddy está encantado... y yo también. Muchas gracias

Le sonrió con cariño y se animó a darle un apretón suave en la mano que reposaba en la banca. Había sido un movimiento natural, pero después de unos segundos comenzó a sobre pensar. Entonces Ginny le respondió el gesto entrelazando su mano con la de él. Sin embargo ella no dijo más. Ni siquiera lo volteó a ver. Mantenía la mirada enfocada a lo lejos, aunque no parecía ver nada en particular.

—¿Estás bien, Gin? —le preguntó sin poder contenerse. Le soltó la mano.

Ella suspiró y asintió con la cabeza. Luego lo volteó a ver y le dedicó una sonrisa, aunque había algo en su expresión que denotaba tristeza o nerviosismo. Harry no pudo descifrarla y eso lo hizo preocuparse.

—Yo también me la pasé muy bien hoy. —le dijo finalmente, aunque se veía muy seria.

—Se nota tu emoción —dijo él en tono sarcástico, esperando alguna reacción de Ginny, alguna sonrisa o insulto, algún golpe en el brazo. Pero Ginny estaba impasible. Tenía la frente arrugada como pensando muy cuidadosamente sus siguientes palabras. Sin embargo, nada salió de sus labios. Harry suspiró al verla batallar. —Sólo dilo, calabaza. Lo que sea... me quieres regañar o reclamar o lo que sea... está bien, sólo dilo. Seguramente lo merezco.

Por fin Ginny le sonrió con cariño.

—No sé ni qué decirte o cómo decirte —cerró los ojos y rió en un suspiro, como por fin relajándose —Tenía todo un discurso preparado ¿sabes?

—Un discurso ¿eh? —le dijo sonriendo aunque aún alerta. Ella asintió y se pasó la mano por el cabello. —¿De algún tema en específico?

—De nosotros, obviamente.

—Obviamente

Ginny le hizo una cara de fastidio y él rió, pero por dentro estaba tenso.

—Harry, ¿que está pasando entre nosotros?

Él se quedó como petrificado. Su cerebro dejó de funcionar.

—¿De qué hablas?

Ginny lo miró fijamente a los ojos, él no pudo sostenerle la mirada.

—¿No crees que hay algo raro... o diferente entre nosotros?

Todo. Había tanto que había cambiado que no sabía ni por dónde empezar.

—No... no lo sé... supongo que sí. —No supo qué más decir. Ella permaneció en silencio, ahora con la mirada hacia el suelo. —Quiero decir... mucho ha cambiado ¿no? ahora te dedicas al quidditch... me quedé sin casa... vivimos juntos... estás con Derek...

—Claro...

Ambos se quedaron en silencio por unos instantes que parecieron eternos.

—Pero estamos bien ¿no? —dijo él con repentina desesperación —A pesar de todo... sigue todo igual entre nosotros ¿verdad?

Ginny suspiró con fuerza. No dijo nada, pero asintió dedicándole una sonrisa, aunque sus ojos se veían tristes. Harry no pudo entender si se veía herida o reconfortada, o ambas. Sólo supo que de algún modo con sus palabras la había cagado, y no sabía cómo arreglarlo. Sentía que lo mejor era quedarse callado. Le entró un poco el pánico. Quería saber lo que Ginny estaba pensando, lo que la estaba atormentando. Pero a la vez tenía miedo de enterarse. Por primera vez, se planteó la idea de que Ginny esperaba algo más de él. Pero Harry sólo quería que las cosas fueran como antes. Como siempre.

Se sintió angustiado. Quería ser sincero, quería decirle que estaba celoso, que estaba desesperado, que no quería perderla. Pero se quedó con todo atorado en la garganta. Por fin se dio cuenta del poder que cargaban sus palabras, así que prefirió no usarlas. Esta vez calculó bien lo que quería decir antes de decirlo.

—Perdón si he actuado medio raro últimamente... creo, creo que han sido muchos cambios en tan poco tiempo... Pero créeme que lo único que tengo por seguro en esta vida eres tu... Siempre vas a ser mi mejor amiga.

Ginny se limpió de inmediato las lágrimas que comenzaban a brotar de sus ojos. A pesar de eso, soltó una risa. Harry no entendía si estaba conmovida o dolida o divertida. Una brisa fresca los cubrió, alborotando el cabello de Ginny. Se veía tan linda, incluso cuando estaba triste. Quería abrazarla, pero no quería darle señales equivocadas. Harry se sintió muy idiota.

—Gin... —le dijo casi como en súplica. Ella lo volteó a ver con mirada decidida. —¿Vamos a estar bien?

Ella asintió más efusiva de lo que había reaccionado antes.

—Siempre lo estamos, Harry.

Fue su única respuesta antes de hacerle un cariño en el rostro con la mano, despeinarle el cabello y luego levantarse por Teddy. Sin embargo, Harry no pudo sentirse tranquilo.

Aquella noche Harry casi no durmió. Se la pasó pensando, recordando, sobre analizando cada momento con Ginny en los últimos meses. No tenía evidencia contundente, pero tenía pistas y sospechas en su corazón. Para empezar, Hermione había dicho que Ginny estaba confundida, y que él la estaba confundiendo. Y luego Ginny le había preguntado ese día qué estaba pasando entre los dos.

Tal vez... tal vez él había sido muy idiota y había dejado entrever su atracción hacia Ginny. De algún modo había causado que ella se ilusionara con él... o con la idea de ambos siendo algo más.

Pero él no podía ofrecerle nada más.

Obviamente le encantaría poder estar con ella de forma íntima, pero él estaba muy consciente de que nunca iba a pasar. En ningún momento de esos meses consideró la idea como algo real. Había estado deseándola en secreto, porque era algo prohibido e imposible. Por primera vez esa noche dejó a su mente volar. Trató de imaginar escenarios en que Ginny y ella acabaran acostándose, pero ninguno era realista. No había escenario alguno en que Ginny aceptara tener sexo casual con él, no había escenario en que ella no involucrara sus sentimientos o en que no saliera herida.

Lo que Harry tenía que hacer era seguir siendo él mismo. Querer y tratar a Ginny como amiga. Salir con mujeres. Distraerse y no pensar más en ella de ese modo. Se dio cuenta que había perdido el control esa ocasión en el cumpleaños de George, por estar viéndola bailar sin poder mirar nada ni a nadie más. Su error había sido llevar a Cho que no tenía interés en él y lo había abandonado incluso antes de ir a aquel club. El antiguo Harry habría ignorado a Ginny y se habría conseguido alguna bella chica con quien distraerse y pasársela bien toda la noche. El antiguo Harry no habría sucumbido a su seducción.

Se dio cuenta que el único modo de seguir juntos era tomar direcciones separadas por un rato, como antes. Él sólo volvería a ser un mujeriego, mientras ella ahora estaba con Derek. Se dio cuenta que le causaba cierto alivio. Se dio cuenta también que casi inconscientemente la había estado empujando a estar con él, porque de ese modo Ginny se volvía algo más fuera de su alcance.

Se revolvió en su cama muy contrariado. Recordó que había investigado a Derek esperando encontrarle algo malo para que Ginny dejara de verlo... pero luego al darse cuenta que en realidad era un buen partido, sintió la necesidad de que ella tuviera aquella relación que tanto le hacía ilusión.

Entonces pensó que tal vez... en el fondo quería que Derek le diera a Ginny lo que él no le podía ofrecer.