Notas Iniciales: Pueden considerar este threeshot un AU o algo que me gustaría ver en este juego, porque, vamos, estaría interesante que ocurriera algo así.

Inspirado en la canción "Sanctify me" y "Sexual hallucination" de In This Moment.

Advertencias: Riesgo de Lemon parafílico y Mentes rotas.


I

El suelo y la maleza alrededor se tiñeron de rojo cuando su –ahora característico– cuchillo de carnicero penetró en la carne suave a su disposición, rompiendo venas y nervios hasta cortar de un poderoso tajo el hueso que todas esas capas de piel y músculo estuvieron protegiendo. Andrew había aprendido afilarlo cuidadosamente (compró la mejor herramienta para ello), del mismo modo en que se había vuelto meticuloso en el arte conforme se acumulaban los asesinatos perpetrados. Así fue separando extremidad por extremidad, pieza por pieza en el cuerpo cuya alma acababan de ofrecer al demonio para así cargar el talismán de Ashley. ¿No era extraño poseer esa habilidad? Andrew todavía no estaba convencido de que pudieran fiarse de la hospitalidad demoniaca, considerando lo complicado que se hacía entregar almas a modo ritual cada vez, en cada zona nueva a la que arribaban.

Nunca se quedaban mucho tiempo en las residencias que conseguían, ya fuere en un hotel, motel o rentando algún departamento provisional. Desde la primera vez que obtuvieron identidades falsas, fueron cambiándolas cada cierto tiempo para cubrir todo rastro de su presencia en las zonas que habitaban ejecutando asesinatos. No fue fácil adaptarse a este ritmo de vida pero se volvieron más astutos al momento de intercambiar palabras con algún curioso, seleccionando entre los mismos individuos al mejor modelo para su siguiente víctima.

En un principio solía ser su hermana quien escogía el objetivo, basándose en la más mínima ofensa que tal persona le hubiese hecho a él o ella, lo que mayoritariamente se resumía en celos asesinos por algún coqueteo o roce mal disimulado. Andrew tuvo que detenerla cuando perdía los estribos, por supuesto. El hermano mayor no quería arriesgarse a que la más insignificante escena los hiciera entrar en la mira de algún policía. Y es que nunca había sido sencillo para Andrew controlarla, aunque aparentemente se estaba comportando mejor de lo que había estado jamás esos días, lo cual le hacía sospechar bastante. Ashley nunca fue comprensiva con él, siempre lo llevaba al límite, lo obligaba rozar el borde; le inquietaba mucho que últimamente ni siquiera se burlara con sus errores de la forma acida que acostumbraba.

Ahuyentando el recuento de sus vidas hasta este punto en que él fragmentaba un cuerpo en mitad del bosque, Andrew suspiró y se irguió un poco para acomodar sus huesos con movimientos circulares, relajando de esta manera sus músculos para retomar su actividad, pero el sonido de las ramas secas crujiendo lo detuvo. No sintió pánico, pues no tardó en reconocer a su hermana volviendo de su tarea asignada, guardándose la pistola en una funda que se había comprado recientemente, el cual yacía ajustado a su cinturón. Andrew trató de no quedarse mirando demasiado tiempo las pronunciadas curvas de aquel esbelto cuerpo femenino; no necesitaba una distracción en su agitada noche.

— ¿Tuviste algún problema?

—No, todo despejado —anunció ella con una sonrisa adorable. Andrew no aguantó más.

—Ven aquí —le dijo poniéndose de pie y extendiendo su mano hacia ella, quien importándole poco la sangre manchando los dedos que sujetó, se dejó atraer hacia la figura de su hermano en un abrazo, un gesto coronado con un beso sobre su frente—. Buena chica.

Ashley sonrió feliz pero no pronunció palabra. Parecía que Andrew no se estaba dando cuenta de lo increíblemente cariñoso que se estaba volviendo con ella día tras día. Ashley estaba disfrutando de sus atenciones sin señalarle el hecho ya que seguramente lo haría sentirse incómodo y volverían a ser tediosos esos momentos, justo como los posteriores a la visión definitiva de su relación, esa que para ella nunca fue olvidada. Se estaba guardando sus observaciones para una ocasión clave, después de todo ella era un depredador que sabía cuándo y dónde saltar sobre su presa. La paciencia no era su virtud preferida pero quería creer que valdría la pena.

—Ya casi termino —Andrew ronroneó contra el alborotado pero sedoso cabello negro de su hermana menor, tan fascinado y entregado al gesto como si fuera la primera vez—, en un rato podremos volver a nuestro piso a descansar.

—No olvides nuestra cena.

—No te preocupes, fue lo primero que aseguré cuando empecé —afirmó, señalando la mochila en la que sobresalía el hueso de la extremidad que había seleccionado para que Ashley pusiera a prueba sus –un poco más aceptables– habilidades culinarias.

—Eres el mejor, Andrew.

Ashley abrazó más efusivamente a su hermano, haciéndolo reír encantado. Es verdad, ella había dejado de llamarlo "Andy" paulatinamente y eso había hecho que palpitara su corazón con fuerza sólo al considerar la posibilidad de que estuviesen enterrando el recuerdo que dichos sobrenombres arrastraban. Lo estaba aceptando, Andrew sólo podía pensar que estaba ocurriendo al fin. Sabía mejor que nadie que no podía bajar la guardia con una criatura tan versátil y engañosa como ella pero se sentía tan bien que lo llamara por su nombre, incluso cuando parecía tan perdida en sus sueños. La apretó contra él un poco más, sintiendo a su piel calentarse en respuesta a su presencia, al calor de ese cuerpo tan tentador y prohibido. Sólo un instante más, un segundo extra disfrutando de su cercanía y la dejaría ir.

— ¿Quieres ayudarme a enterrar los restos? Ya he preparado la tumba.

— ¿Por qué no? —respondió Ashley casual, incitando a su hermano romper el contacto cuando se removió entre sus brazos, notando la expresión decepcionada que se dibujó en el rostro de Andrew en el acto, lo cual la hizo sonreír con malicia internamente—. ¿Cavaste profundo? No quiero que lloriquees cuando nos hayamos marchado porque temas que alguien lo encuentre.

— ¿Por quién me tomas? Ya tengo mucha experiencia en esto gracias a ti.

—Aunque no siempre usamos los mismos métodos para desaparecer cadáveres —Ashley rió.

—Gracias a mí —se mofó el hermano mayor—. De nada.

En un par de horas el plan para ocultar la evidencia había concluido y los hermanos estaban de regreso en su habitación temporal de tres piezas en un edificio viejo pero todavía funcional. Una vez ahí, Andrew trataba de entender cómo consiguieron recuperar un poco de la tranquilidad que se merecían, la vida seguía dando vueltas y los riesgos permanecían latentes pero era más fácil de sobrellevarlo, la carga que se posaba sobre sus hombros no era tan asfixiante como lo hubiese sido tiempo atrás cuando yacía fresca la sensación de matar y canibalizar. Quizás se debía a que Ashley no intentaba sofocarlo con caprichos excesivos, esta vez era él quien elegía complacerla sin que hubiese una sugerencia de por medio. De algún modo se sentía como si le hubiese cedido el control de sus vidas, pues en el pasado se sentía como si ella exigiese demasiado de él y no recibiera la más mínima confianza pese a todos sus esfuerzos.

Quizás Ashley también había aprendido sobre la marcha que ambos eran un equipo.

Derrumbado en el sillón, Andrew miró en dirección a su hermana mientras esta se movía por la cocina, se había quitado el suéter que estuvo vistiendo para protegerse del clima exterior y ahora sólo portaba sus características ropas ajustadas; la vista de sus piernas desnudas era maravillosa, sus movimientos fluidos e invitantes. El hermano mayor tragó en seco cuando sus ojos se elevaron más allá y desvió la mirada. No debería estar devorándola con la vista ahora, se reprendió, no había manera que lograse esconder una erección tan pronunciada cuando no había tenido tiempo de masturbarse en un mes entero. Y todo ese tiempo Ashley había dejado de cruzar sus límites o reclamar su atención como si pretendiera seducirlo; de algún modo le hacía sentir solitario que no lo hiciera cuando en el pasado siempre estaba fingiendo que no quería eso.

Gruñó, no, se supone que estaban bien ahora. No debía renegar porque su hermana finalmente hubiese captado sus quejas y accedido darle espacio. No importando cuánto extrañara ver de cerca su escote y beber del hormigueo que le generaba su peso sobre la pelvis. Se mordió el labio inferior con frustración. Tal vez podía aprovechar la distracción de Ashley para hacerse cargo de sí mismo antes de que pudiera enloquecer.

—Llámame si necesitas algo. Estaré en el dormitorio.

—Está bien —canturreó Ashley inmersa en su actividad. Andrew no pudo evitar sonreír, su hermana era tan encantadora cuando actuaba así.

Caminó a velocidad regular y cerró la puerta a sus espaldas, recargándose en esta para frotarse la cara con las palmas, torturándose con aquella visión añeja de ellos protagonizando una escena post-coito a la que decidieron darle una segunda ronda. Agitó la cabeza y se fue a tirar en la cama tratando de imaginar cualquier cosa que pudiera ayudarle en la tarea que tenía entre manos, lástima que su cerebro no pudiera generar nada que no fuese su hermana desnuda y posando de maneras excesivamente inapropiadas. Si tan sólo las revistas pornográficas le hubieran servido antes, habría conseguido alguna cuando las vio exhibidas en el puesto del periódico aquella mañana en el mercado. Decidió entonces trasladarse al baño por temor a ser encontrado por Ashley masturbándose, colocando el seguro y deteniéndose delante del espejo, donde observó su expresión oscurecida mezclada con el deseo llenando su cuerpo.

Realmente estaba enfermo. Vaya hipócrita había sido toda la vida, fingiendo ser mejor a su hermana psicópata cuando él en lo profundo de su ser siempre estuvo buscando una excusa para cogérsela. Realmente sería fácil que se rindiera a estos impulsos animales, pero comprobar que Ashley nunca lo quiso de la misma forma lo detenía, aún lo hacía. Era su capricho de conservarlo diferente al amor que él podría darle si ella le abriera las piernas obedientemente, si de verdad fuera plenamente consciente de lo que esto significaba para ellos. Andrew dudaba ella alguna vez se diera cuenta, para él seguía siendo la misma diabólica niña que buscaba la forma de encerrarlo en una jaula para admirarlo y sacarlo a jugar cuando lo deseaba, entonces volverlo a guardar fuera del alcance de otras personas. Tan sólo aquella luz que la cuidó y ofreció su vida incondicionalmente. Estaba seguro que para ella, él se trataba de la mejor cosa en el mundo. Oh, cuan equivocada estuvo desde el inicio.

—No tienes ni idea de lo que soy, Ashley… —murmuró Andrew inclinándose sobre el lavabo, recargándose con un puño mientras se ocupaba de su adolorida erección, separando los labios sin emitir sonido, embriagado por su retorcida imaginación. Quería violarla, arruinarla por completo, destrozar cada orificio de su cuerpo salvajemente. Sólo usarla como a un objeto y escucharla suplicar por más. Convertirla en su esclava sexual además de su tierna hermanita. ¿Era mucho pedir? Andrew se mordió con tanta fuerza que hizo a su piel sangrar—. Maldita sea… —gimió con voz entrecortada cuando finalmente eyaculó, sus pulmones disparándose para recuperar el aliento perdido entre su pesada respiración—. Eres un jodido monstruo, Andrew Graves —se dijo.

Después de unos momentos de reflexión donde se hundía a sí mismo en un charco espeso de culpas, limpió su desastre y se marchó al son del llamado de Ashley, sin percatarse del brillo demoniaco en su palma derecha mientras lo hacía. Los hermanos pasaron una cena amena, libre de peleas o bromas sugerentes, de esa manera fue como se retiraron a dormir. Andrew se removió notando lo alejada que se encontraba Ashley de su alcance, así que luchó contra la necesidad de acercarla. Le estaba resultando difícil superar esta separación, pues aunque continuaran compartiendo cama, ella carecía de su actitud pegajosa. Esta vez sí que se comportaban como hermanos. No le gustaba nada.

— ¿No puedes dormir?

—Oh, así que no estás dormida todavía.

—Lo intento pero no dejas de moverte, creí que habías dicho que estabas llevando bien eso de las pesadillas. ¿Quieres hablar al respecto?

—No.

—Pues trata de dormir un poco.

—…Ashley.

— ¿Qué?

— ¿Hice algo que te molestara?

— ¿Hum? ¿Por qué lo dices? —Frente al tono curioso e inocente de su hermana, Andrew optó por renunciar a su interrogatorio, no quería arriesgarse a que tuvieran un intercambio tenso, llevaban muy buena racha de convivencia sana en su relación y lo que menos le apetecía era que se molestara con él por cualquier tontería, si eso pasara esta vez sí que le aplicaría la ley del hielo; Andrew no estaba dispuesto a lidiar con el dolor que le causaba no escuchar la voz de Ashley.

—Olvídalo, buenas noches.

Andrew se dio la vuelta e intentó dormir. Le molestó mucho que Ashley no insistiera, de verdad había dejado de ser una perra molesta; debería estar contento con ello pero no era así para nada, vaya sorpresa, realmente estaba extrañando que lo presionara hasta exprimirle la paciencia. Esperó y esperó, no estaba seguro cuanto pero se giró hacia su hermana menor cuando supuso estaría durmiendo profundamente, así que observó su espalda con añoranza, rindiéndose de fingir para por fin aproximarse a ella y abrazarla desde atrás. Joder, lo que diera porque ella se girase y presionara sus senos carentes de sostén en su pecho. Jugó con su cabello el tiempo suficiente para ser llevado a la inconsciencia; satisfecho con el calor generado con sus cuerpos.

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«¿Llegaste a preguntarte por qué ella fue capaz de invocar a uno de nosotros en su primer intento? ¿Por qué con su ayuda obtuvieron respuesta de Lord of Unknown»

«Es porque ella no es como cualquier ser humano»

«Su alma de alquitrán le permite conseguir una comunicación estable con nuestra especie gracias a su esencia perversa y su mente retorcida»

«Debido a su naturaleza es capaz de crear un vórtice entre ella y nosotros»

«El humano debe poseer deseos fervientes, lo suficiente desesperados para que logre captar nuestra atención, pues de esta forma las negociaciones serán simples, pero no es un requicito que se aplique en ella»

«Sangre fresca, los símbolos, la música, son medios importantes para abrir un portal donde nosotros podamos viajar sin problemas, y un alma oscura hace que el traslado sea mucho más sencillo»

«Ella puede convertirse en una excelente ofrenda para el Rey de los Demonios»

«Ella o su más preciosa posesión, por la que sería capaz de sacrificar todo su mundo»

«Cualquiera de los dos puede permitir a nuestra realidad traspasar de una dimensión a otra»

«Pero esa es una decisión que no le corresponde a ella tomar, sino a ti como contenedor, cuya alma ha sido corrompida por su persistente influencia»

«Cuando llegue el momento. ¿Qué harás, Andrew Graves?»

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Andrew abrió los ojos de golpe, conmocionado, sólo para darse cuenta de la oscuridad que lo cubría. Por un momento entró en pánico, temeroso de haber caído en un averno del que no había retorno, más logró percatarse del cuerpo al que se aferraba con tal vigor. No estaba seguro de qué habían sido todas aquellas voces zumbando en su cabeza, pero fue un alivio sentir esos delgados brazos alrededor de él, al igual que sus estilizadas piernas entrelazadas a las suyas. El frío que sentía fue reemplazado por un calor desbordante que lo incitó llenar el rostro ajeno de besos, cortos pero hambrientos, deteniéndose justo cuando alcanzó la altura de esos resecos labios, los cuales contempló con tanta intensidad que los párpados cerrados de Ashley sufrieron una obvia perturbación, causando el prematuro despertar de su hermana, quien lucía confundida a causa del abrupto escenario que recibió su vista.

— ¿No podías esperar hasta el amanecer?

— ¿Qué?

—Estoy cansada. Sé cuánto deseas que te consuele pero tenme un poco de consideración.

—Yo no… —Andrew se sonrojó cuando sobre analizó las palabras de su hermana, la cual aún somnolienta comprendía a la perfección lo que estaba sucediendo o quizás se encontraba naufragando en la neblina de su infancia juntos para decir aquello con tanta naturalidad.

—Aquí estoy, no iré a ninguna parte, ¿de acuerdo? Tranquilo. —Ashley le ofreció ligeras palmadas en su espalda y nuca, confirmando las sospechas del hermano mayor—. Está bien, Andy. —Tal mención volvió a enfriar el corazón de Andrew, el fuego de su cuerpo siendo absorbido por el sentimiento de cólera y celos irracionales, por ello no le importó ser brusco cuando la apartó, capturándola ahora bajo su figura, sólo entonces Ashley pareció recuperarse un poco, su consciencia reaccionando con el fervor de la rabia—. ¡Maldición! ¿¡Qué mierda te pasa!?

—Soy Andrew.

— ¿¡Uh!?

—Te has equivocado de persona.

La voz de Andrew era fría, carente de emociones, y sus ojos afilados como su cuchillo. Ashley no pareció comprender la declaración que él había hecho hasta que el aturdimiento se disipó de su mente, permitiéndole comprender lo ocurrido. Su expresión se volvió triste entonces, un hecho que tiró de los nervios de Andrew, haciéndolo apretar inconscientemente el agarre que mantenía en las muñecas de su hermana, inquieto y herido.

—Maldición, no era así como quería iniciar la jornada. ¿Qué hora es? —trató disimular Ashley con una sonrisa nerviosa.

—Aún no amanece.

— ¿No? ¿Entonces por qué carajo me levantas sino tienes nada importante que decirme, Andrew?

—Así que he vuelto a ser Andrew.

— ¿¡Y eso qué significa!? En serio, Andrew, no estoy de humor. —Ashley se guardó sus palabras en cuanto vislumbró cómo su hermano ocultaba su mirada de ella, dejando a sus cabellos interponerse en el contacto que habían mantenido, eso la hizo sentir insegura sobre cómo moverse—. ¿Qué te pasa? Estás actuando… raro.

— ¿De verdad no puedes olvidarte de él?

—Él… ¿quién? Vamos, Andrew, sólo es un apodo.

—Es más que eso —replicó alzando la vista nuevamente, pero esta vez luciendo una expresión frustrada—. Andy representa todo lo que odio, Ashley. ¿Por qué te aferras tanto a él? Yo… ¿No soy suficiente? A pesar de todo lo que he hecho y estoy dispuesto hacer por ti.

—Wow, Andrew. —Ashley trató liberarse pero acabó simplemente frotándose en la cama, ya no pudo sostener la mirada turquesa que vigilaba cada movimiento como un cazador, así que hizo un intento por obtener una respuesta que le conviniera dando uso a sus mejores jugadas, su objetivo era incomodarlo—. ¿Qué es esto? ¿Una apasionada confesión de amor? Somos hermanos, ¿sabes? Creí que era a ti quien le preocupaba ese detalle.

—Sólo me importa que eres Ashley —espetó, firme—. Ashley, no Leyley.

—Me gustaba ser Leyley… hasta que quisiste que la enterráramos.

—En esa ocasión tú querías marcharte con Andy, no con Andrew. Y esa noche en la cocina de nuestros padres dijiste que Andrew no te gustaba.

—Sí, y me diste tu ultimátum. Que Andrew sería lo único que tendría —rememoró Ashley sonriendo con picardía, desafiando al hombre que se negaba a soltarla o siquiera dejar de acorralarla como si fuese su próximo bocadillo.

— ¿Aún piensas que puedes traer de vuelta a tu amado Andy?

—…Supongo que he perdido las esperanzas. No importa lo que haga, ha dejado de responder a mi llamado, así que puede decirse que estoy en la última fase de mi luto por él. Apuesto a que eso te complace, ¿eh, pequeño-gran fenómeno impostor? —Andrew gruñó ante aquella descripción de sí mismo, lo que hizo reír a Ashley—. ¿Qué? ¿He herido tus sentimientos, animal? No creas que porque me tienes inmovilizada, vas a verme sometida por tu sombra. Si Andrew cree que me puede domar, quiero ver que lo intente.

Andrew se inclinó hacia ella, encontrando un espacio entre la unión de su cuello y hombros, rozando casi sin intención la cálida piel con la punta de su nariz, respirando su aroma al tiempo que desperdigaba su caliente aliento para saborear la manera en que Ashley se estremeció en respuesta. Realmente sentía la necesidad de clavarle los dientes a su carne, listo para probar la sangre que seguro podría brotar por su rudo y premeditado trato. Pero aunque cada mínimo movimiento instintivo en ella lo estuviera provocando, sabía que no estaba listo para cargar con tremenda responsabilidad, al menos no aún.

—Así que quieres seguir jugando sucio, muy bien —susurró en cambio—. Ya veremos si eres tan especial como te crees que eres, querida hermana.

—El diablo en persona está a mi servicio ahora mismo, Andrew. No me atengo a la suerte.

Andrew se rió suavemente por aquel comentario y por fin dejó que Ashley se deslizara libremente por la cama, adoptando una postura más cómoda para su descanso. Ella bostezó de forma ruidosa y se estiró, relajada con la presencia que continuaba admirándola en silencio, reacio a ocupar su extremo de la cama como si tuviera algo más que decir. Sin embargo, cuando Ashley lo animó hablar él se limitó negar con la cabeza para acomodarse bajo las sábanas, en todo caso Ashley no necesitaba enterarse de las muchas fantasías que habían invadido su mente por milisegundos.

—Buenas noches, Ashley.

—Buenas noches. —La hermana menor imitó a su más preciado –y ahora renovado– juguete con la intención de retornar a su sueño, pues presentía que se acercaba un suceso importante en el mundo de los sueños y no se lo quería perder. Aun así no pensó irse a dormir sin haber jugado su as bajo la manga—. Por cierto, Andrew, cada día nos acercas más a que nuestra visión juntos se haga realidad, sigue así.

Como lo anticipó Andrew no respondió directamente a su ataque, pero percibió a su cuerpo tensarse igual que una roca, lo escuchó balbucear y ahogarse en gemidos escandalizados con suma claridad, casi podía percibir el rubor emanando de él. Así que aunque Ashley tuvo el impulso de burlarse en su cara, le tuvo piedad por una vez; debería agradecerle que lo quisiera tanto. Además, el hecho de que no estuviera orinando sobre sus pantalones ante la idea le daba entender que lo había aceptado o simplemente no le veía sentido pelear con ella sobre eso: como fuese, significaba que no le guardaría rencor si lo mencionaba en momentos futuros.

.

Han transcurrido días tranquilos, ninguna noticia sobre el descubrimiento de un cuerpo partido en piezas distribuido por todo el bosque, y están listos para continuar con el viaje a una nueva ubicación. Sin embargo, en el lento proceso de hacer las maletas algo más interrumpió sus planes. El líder de los cultistas de los que se vieron obligados formar parte había tocado a la puerta esa mañana, y no tuvieron más opción que recibirlo y escuchar lo que tenía por decir. Andrew preparó café para él, resistiéndose al impulso de verterle algún veneno poderoso, pues desde aquel momento fatídico su hermana fue considerada una especie de mesías oscuro por su fácil conexión con los demonios, la cual podría guiar a estos fanáticos con rebaños de tontos para efectuar una purga exitosa por el mundo, como aparentemente habían buscado desde su fundación.

Era la razón por la que habían incrementado el número de sus ofrendas después de todo.

Si no hubiese sido porque fueron acorralados esa ocasión y estaban desesperados por obtener protección frente a las autoridades, Andrew se convencía que jamás habría permitido que se supiera uno de sus tantos secretos. Que se viesen obligados a revelar el poder clarividente de Ashley fue un medio para traer de vuelta un poco de sus vidas normales, aunque el precio no le hubiera gustado. Mucho menos le agradaba lo complaciente que era este hombre con su hermana, a quien se le notaba a leguas lo mucho que disfrutaba la desmedida adoración, la cual no había obtenido de nadie más que él. ¿Era muy pronto para admitir que moría de celos? Quizás ese era el principal motivo de todas maneras. Nada nuevo bajo el sol.

—Entonces, ¿me está diciendo que el mejor momento para realizar el ritual que hemos planeado desde el día que la asociación se fundó y que va de acuerdo a las lecturas demoniacas, debe celebrarse durante luna nueva dentro de una semana?

—Eso he dicho, fue el trato al que llegué en este reciente encuentro, ellos a veces son muy aleatorios en sus solicitudes, supongo que poseen sus propios calendarios —dijo Ashley con una sonrisa fácil—. Pero no te preocupes, me aseguraré de comunicártelo si recibo otra señal.

—Si así debe ser, cuento con su sabiduría. Usted es la Virgen encarnada que nos guiará al paraíso. Todos estamos en sus manos.

—Oh, basta, suficientes halagos. Sólo asegúrate de conservar esas jugosas almas y todo irá a la perfección.

—No debe preocuparse —comentó el hombre luciendo una sonrisa que podría describirse como maligna; eso a Andrew no le dio muy buena espina pero, bien, a él qué le importaban las vidas inocentes habiéndose dedicado arrancarlas hace mucho—, he seleccionado personalmente sólo lo mejor entre nuestros aguerridos voluntarios, estoy seguro que serán un buen tributo para Lord of Unknown cuando llegue el momento.

—Apuesto eso.

—Bueno, será mejor que me retire. —El líder del culto se puso de pie y estrechó ávidamente su mano con Ashley—. No me gustaría importunar más su valioso tiempo o a su protector.

—Oh, si te refieres a sus ojos asesinos, ignóralo, Andrew mira así a todos últimamente.

—Con su permiso. —El líder del culto le ofreció una reverencia llena de respeto a Ashley y una corta al hermano mayor, entonces se dirigió a la salida sin esperar ser guiado por sus anfitriones, los cuales lo observaron marchar hasta que estuvieron seguros que sus pasos se habían desvanecido en su totalidad con la distancia.

— ¿Qué se supone que fue eso?

— ¿Qué cosa? —Andrew bufó ante la aparente ignorancia de su hermana, optando cambiar tema.

—No puedo creer que a esto nos dediquemos ahora.

—Disculpa pero, ¿quién se encargó de las negociaciones en el pasado? Yo no quería ser vista como una especie de santa demoniaca, esa fue tu idea.

—Yo veo que lo gozas.

—Jódete, estoy siguiendo tu ejemplo de guardar las apariencias. Además, no entiendo qué te molesta. Somos protegidos por ellos. El pequeño culto que creímos una mierda en realidad posee miembros que pueden sacarnos de apuros con facilidad en caso de que suceda lo peor.

—Sí, pero eso no significa que dejaremos de tener cuidado.

— ¡Ya lo sé! ¡Para ya de repetirlo! Esta vez me he estado portando bien y en serio, deberías dejar de reprochármelo como si me estuviera exhibiendo al ojo del huracán.

—…Correcto. —Andrew se encogió un poco al reflexionarlo, avergonzado—. Lo siento, Ashley.

—Disculpa aceptada. Ahora, ¿podemos volver a lo que estábamos haciendo antes?

Ashley pasó junto a él sin prestarle más atención, un aspecto que hizo a Andrew sentirse un poco insatisfecho. Mientras miraba a su hermana terminar de recoger sus pertenencias, se percató que estaba en un punto donde ni siquiera él estaba seguro de lo que quería. Tenían dinero suficiente, la protección de Six Eyes, una rutina relativamente calmada. ¿Qué era lo que le inquietaba ahora? En ese momento recordó las voces que lo habían despertado en la madrugada. Por ley general sólo un imbécil se desatendía de las consecuencias que traería el contacto con demonios, aunque no era que fuese buena idea desafiarlos cuando por ellos es que habían conseguido evadir arrestos o muertes seguras en todo su trayecto como criminales. Nunca fue un creyente, menos un devoto, así que quizás se estaba debatiendo entre ser fiel a su nueva ocupación o buscar una manera de deslindarse, como fuere eso significarían importantes riesgos que no estarían abstentos de tomar, la desgracia se desataría tarde o temprano.

— ¡Andrew! ¡Me niego ser la única que trabaje aquí!

Respondiendo a sus exigencias, Andrew se giró y contempló un poco más a su hermosa compañera. Todo lo que más quería y necesitaba era a ella; no soportaba el pensamiento de perderla, nunca pudo, incluso en el pasado cuando comenzó a ser plenamente consciente de que ella arruinaba cada aspecto de su vida, pues si su odio por ella le ganara al amor que le tenía y tomase la decisión de asesinarla, sabía que iría detrás de ella por mano propia tarde o temprano. Era irónico, podría haber mejorado muchos aspectos de su vida acorde a las circunstancias pero su dependencia emocional no sólo incrementó sino que le ayudó abrazar aquello que su yo infante repudiaría si se encontrara presente para mirarlo.

—Ashley —la llamó rompiendo la distancia que los separaba, acariciando sus cabellos como acostumbraba hacer sin perder de vista sus ojos fucsia—. Si algo en nuestro camino se distorsiona, buscaré la manera de mantenerte a salvo, no importa lo que cueste.

—Eh, ¿gracias?

—Hablo en serio.

Ashley desvió la mirada cuando sus mejillas comenzaron arder. Su hermano siempre se había asegurado de protegerla, era algo que no podía negar aunque quisiera, era por él que seguía en pie, sin olvidarse de que ella incluso se había tomado la molestia de entrenarlo para que fuese capaz de comprender su sed de poseerlo. Podía actuar como una mocosa y no admitir en voz alta la dedicación de Andrew con ella desde el momento que estuvo obligado a criarla pero, si él necesitaba su aprobación en estos pequeños aspectos para seguir ahí, no tenía nada de malo darle lo que quería; lo había aprendido así. De un impulso lo capturó en un abrazo y le susurró.

—Te creo, Andrew. No me has decepcionado hasta ahora, así que espero continúe así.

— ¿Todavía te cuesta confiar en mí? Me hiere eso, ¿sabes?

—Pues asegúrate de probarme tu lealtad cuando es crucial.

—Como si no lo hiciera siempre, pequeña perra.

—Imbécil —lo insultó sólo para ser la única que cerrara la conversación antes de que se sumergieran en el silencio y el disfrute de sus cuerpos hasta que algo más cruzó por su mente.

— ¿Tienes frío, Ashley? ¿Por qué estás temblando?

—Es por lo que dijiste. No quiero eso.

— ¿Eh?

—No me protejas si eso significa que debas sacrificarte, ¿oíste? Si voy a estar obligada a vivir sin ti, vete a la mierda. Asegúrate de protegernos a ambos.

—Eso… no sería muy romántico.

—No me importa, debes estar ahí conmigo cueste lo que cueste, ¿entendido?

Andrew resopló pero no rompió el abrazo, aunque sintió el impulso de recriminarle por darle trabajo extra comprendió el sin sentido que era que se separasen a estas alturas, así que no rebatió. En cambio aceptó la propuesta con más entusiasmo, amandola en silencio.