Acto I: Noche

Eran las 4 de la madrugada en Londres, la luz de la luna aún no se había perdido en el firmamento, pero tampoco se podía avistar los rayos del Sol, ni siquiera se podían visualizar las estrellas en el cielo oscuro, todo debido a la densa capa de neblina que cubría el cielo logrando que la luz lunar sea tan solo una mancha en esa enorme bóveda.

La gente de vida nocturna aún caminaba por las antiguas calles de Londres, gente de diferente género, lugar de origen, color de piel. Pero entre el reducido tumulto de gente de la noche se podía observar a un joven de cabellos negros alborotados como si se hubiese levantado hace unos pocos minutos, vistiendo una gabardina de color negro que cubría la mitad de su rostro dejando solo visible sus ojos verdes que lucían más grandes debido a los lentes de aumento redondos que llevaba puestos.

El joven consultó su reloj durante una milésima de segundo y acomodo el cuello de la gabardina, observó a su alrededor rápidamente e ingreso a un callejón oscuro del cual salía un aroma pestilente, quizá la procedencia de ese aroma era el contenedor de basura que está ahí o quizá algo más que no estuvo dispuesto a averiguar. El joven volvió a observar a su alrededor comprobando que se encontraba solo y sacó algo del bolsillo de su gabardina, era una varita delgada de color café oscuro sin duda a plena vista podría parecer una rama más del montón sin embargo apenas el joven la agitó, pronunciando unas palabras en un tono tan bajo que se podía confundir con el viento, su figura desapareció del callejón.

El joven había aparecido en las afueras de una casa oscura que daba la impresión de ser antigua, era tan oscura y sombría que iba a tono con la oscuridad de la madrugada, el joven caminaba con calma con la espalda recta observando de manera discreta a su alrededor, notando el grupo de gente de aspecto preocupado, hablando en susurros a unos metros de distancia de la casa.

—Harry —con solo escuchar el joven dejó de ver a su alrededor, centro sus ojos verdes en la persona que había pronunciado su nombre, era un varón joven varios centímetros más alto que él, de cabellos rojos mezclados con algunos mechones rubios dándole un aspecto anaranjado, un rostro casi pálido cubierto de pecas con unos ojos azules viéndolo esperanzado. —Qué bueno que llegaste, lamento haberte llamado tan temprano —expreso con actitud apenada, el joven llamado Harry bajo el cuello de la gabardina dejando ver la otra mitad de su rostro, formando una sonrisa con sus labios.

—Descuida Ron, está bien —responde mientras agita una mano queriendo restarle importancia —¿Qué tenemos? —agrega mientras vuelve a lanzarle una mirada significativa a la casa.

—Em… —el pelirrojo se puso nervioso al instante y el que se rasque la nuca lo había dejado aún en más evidencia —es un caso especial… por eso te llamamos —Harry frunció el ceño solo por una milésima de segundo mientras iba abriendo los botones de su gabardina, uno a uno.

—Comprendo —abrió el último botón de su gabardina —ordena que dos aurores vayan a todas las salidas posibles, que los demás hagan un hechizo anti desaparición y avisen a San Mungo en caso de que algo suceda —con un movimiento rápido se quitó la gabardina y ágilmente comenzó a doblarla en cuatro segmentos para luego entregársela al pelirrojo —voy a entrar —aviso mientras volvía a sacar aquella varita sosteniéndola entre sus dedo índice y pulgar.

Rodeado aun por la oscuridad de la noche camino con paso decidido hacia la casa bajo la atenta mirada del resto de las personas, pudo escuchar a la lejanía como el pelirrojo repetía sus órdenes, pero aquello no le podía importar menos, camino hasta llegar a la vieja puerta de la casa y con el suave empujón con las yemas de sus dedos logró abrirla.

Lumos —pronuncia mientras sostiene la varita en alto, de la punta de la varita una luz blanca ilumina el lugar lo suficiente para darle mejor visión del interior.

En el aire hay un olor de madera húmeda mezclándose con otro olor a comida en descomposición y todo el lugar está deshecho, con restos de comida esparcidos por el suelo de madera, el pelinegro camina con precaución y con cada paso que da contiene el aliento, logra sortear varias maderas viejas, restos de comida y muebles rotos por el suelo hasta que llega a las escaleras, las observa durante unos instantes mientras toma aire profundamente para luego expulsarlo lentamente, comienza a subir las escaleras controlando sus pasos para hacer el menor ruido posible, a medida que se va acercando al primer piso el sonido de los gimoteos ahogados por alguna especie de mordaza llegan a sus oídos, también llega el sonido de una respiración agitada, suena como si estuviese a punto de entrar en un ataque de pánico.

El pelinegro continuó subiendo hasta que por fin coloca el pie izquierdo en el suelo del primer piso, la madera es igual de vieja que el del segundo piso por lo que se recalca mentalmente cuánto cuidado debe tener para no hacer ruido.

Nox —murmura mientras agita la varita y la luz se extingue dejándolo en completa oscuridad, a pesar de estar en desventaja continúa moviéndose en las sombras como si se tratara de un felino, siguiendo los sonidos de los gimoteos hasta la última puerta del pasillo que se encuentra entreabierta, los gimoteos se hacen cada vez más audibles.

—¡Silencio! —entonces escucha la primera voz, es una voz rasposa seguramente de un hombre que debe estar rondando la mitad de su vida, una voz que le avisa que el hombre ha bebido más de la cuenta durante su juventud.

Los gimoteos paran por unos instantes y el silencio inunda el lugar, Harry casi puede sentir como su corazón palpita fuertemente contra su pecho mientras se repite mentalmente que debe calmarse ya que no debe dar aviso de su posición, continúa acercándose hasta que llega a la puerta y siente cómo su respiración se hace pesada al sentir el olor metálico de la sangre.

—Deberíamos matarla —entonces escucha la segunda voz que de alguna manera le resulta vagamente familiar.

—Estamos rodeados —escucha la voz del varón que suena sin duda desesperado —malditos autores que vienen a meter sus narices donde no les han llamado —Harry escucha la voz de los gimoteos que dice algo parecido a un "por favor".

—Cállate —ordenó la voz que le resulta familiar, es menos rasposa y algo refinada —mierda estamos atrapados —gruñe y Harry escucha como golpea la pared con los nudillos en un intento de descargar su frustración, Harry no puede evitar apretar su varita mientras inhala profundo esperando calmar el pálpito descontrolado de su corazón, pero entonces una musiquilla alegre comienza a sonar.

—¿Qué fue eso? —pregunta la voz rasposa mientras Harry hace una mueca y saca el aparato electrónico que se encontraba en el bolsillo de su pantalón, presiona la pantalla con algo de fuerza sintiéndose molesto y al instante el sonido se detiene, con rapidez vuelve a guardarlo al mismo tiempo que empuja la puerta con su pie.

—Bueno, parece que mi infiltración se fue al caño —suelta Harry mientras apunta al primer hombre que ve con la varita.

El lugar está pobremente iluminado con unas cuantas velas además de que el suelo se encuentra cubierto por envoltorios y latas de comida, dos hombres de contexturas diferentes se encuentran de pie mientras en un rincón una mujer y un varón que yacen sentados con las manos y piernas atadas además de las mordazas en sus bocas.

—Potter —siseó el hombre de voz refinada mientras saca una varita de sus ropas sucias y algo rasgadas.

—El mismo —responde Harry mientras obliga a su cerebro a pensar a toda su capacidad —ahora ¿Quién de ustedes dos? Amables caballeros van a explicarme la razón del secuestro a estos dos pobres magos —dice con un tono de voz sereno, aunque su corazón late tan fuerte que siente que va a explotar, puede sentir la mirada esperanzada de la mujer que está amordazada ya que el hombre parece haber perdido la consciencia, puede sentir el odio que destila la mirada de aquellos dos hombres de pie que también lo apuntan con sus varitas.

—¿Qué no es obvio? Ellos traicionaron al estatuto —responde el hombre de voz rasposa.

—¿Qué estatuto? —pregunta Harry mientras mantiene la mirada neutral.

—No te hagas al imbécil Potter, el que dio Nuestro Señor —Harry casi puede sentir como la cena del día anterior sube hasta su garganta junto con el jugo gástrico dejándole una sensación bastante desagradable.

—Ese estatuto fue anulado después de la Guerra, si no se han enterado acabo de informarles —quizá decirlo con un tono burlesco no fue lo mejor que pudo hacer ya que ambos hombres quedaron aún más enfurecidos.

—No, nos retes, Potter —siseó el hombre de voz refinada, Harry lo ve por unos instantes es alto, quizá tanto como él, de cabellos castaños con muchas canas, una barba desaliñada y una piel olivácea que a la luz de las velas lo hace ver más viejo de lo que probablemente sea.

—Señores les pido que resolvamos esto de la manera más civilizada posible, como podrán notar tenemos varios aurores desplegados por fuera de la mansión por lo que cualquier intento de fuga se vería frustrado al instante, así que bajen sus varitas déjenme arrestarlos y ninguno saldrá herido —pidió Harry con mucha serenidad en la voz.

—Olvidaste mencionar la casa Potter —soltó el hombre de voz refinada.

—Así es, lo hizo —secundó el otro hombre dejando en claro que quizá no sea el más listo del grupo.

—¿Viniste solo Potter? ¿El gran Harry Potter se basta y se sobra? —intentó retarle el hombre mayor.

—No, simplemente pensaron que era el más apto.

—¡No te burles de nosotros! —estalló el hombre de voz rasposa —maldito niño ¿Acaso crees que te tenemos miedo? Ya hemos visto el infierno con nuestros ojos —aviso y acto seguido descubrió su brazo izquierdo dejando a la vista su piel trigueña en la cual una marca oscura sobresalía, era la figura de una calavera con una serpiente saliendo de su boca —ahora vas a morir, Avada Kedavra —pronunció y de su varita salió un rayo verde que el pelinegro pudo esquivar gracias a sus ágiles reflejos.

—Tendremos 2 minutos hasta que los demás vengan —contó Harry ya que sabía que sus compañeros habían visto el rayo verde.

—Entonces muere rápido, Avada Kedavra —esta vez el rayo salió de la varita del otro hombre, Harry logró huir de dos rayos más hasta que pudo escuchar pasos en la planta baja.

—Mi turno —aviso mientras los veía a ambos —Expelliarmus —pronunció y un rayo rojo golpeó a ambos hombres ocasionando que sus varitas salieran disparadas hacia el suelo.

—¡¿Harry?! —oía gritar desde la planta baja, el pelinegro se acercó al hombre de voz refinada viéndolo de una manera fría, sus ojos verdes se clavaron fijamente en ese hombre que luchaba por mantener la conciencia, pero al parecer estar tantos meses con una pésima alimentación estaba cobrando factura —¡¿Harry estas bien?! —aquel grito ocasionó que Harry reaccionara.

Incarcerus —pronunció agitando su varita, de inmediato unas sogas doradas cubrieron las manos de ambos hombres, Harry decidió dejarlos mientras se acercaba hacia la pareja de cautivos, la mujer lo veía con lágrimas en los ojos mientras gimoteaba aun con la mordaza en la boca —descuide todo estará bien, déjeme quitarle la mordaza —Harry se colocó de cuclillas mientras que con su mano izquierda bajo la mordaza de la mujer quien al instante comenzó a agradecer su llegada entre sollozos —déjeme revisar a su compañero —observó al hombre, tomó sus signos vitales y sintió su respiración descubriendo que estaba algo lenta.

—¡Harry! —Ron ingreso a la habitación algo agitado, su cabello rojo estaba revuelto y un sudor frío cubría su rostro mientras mantenía su varita en alto.

—Ya los controlé, llévenlo a San Mungo —ordenó el pelinegro al mismo tiempo que se va incorporando dejando que sus irises verdes se pierdan en la ventana que ha dejado pasar unos cuantos rayos de sol que poco a poco se va haciendo espacio en el firmamento tiñendo el cielo de un color añil oscuro.

—¿No tienes alguna herida? —pregunta el pelirrojo mientras escanea a su amigo con la mirada.

—Ninguna ¿podrían encargarse del resto? Me encuentro algo cansado —admite el pelinegro mientras se acerca a su amigo.

—Claro, Harry gracias por venir.

—No ha sido nada —asegura el pelinegro mientras toma su gabardina, la cual aún sostenía el pelirrojo.

—Señor Potter, muchas gracias por salvarnos —le dice la mujer con lágrimas en los ojos.

—Descuide… no ha sido nada —repite el pelinegro mientras le lanza una mirada tranquilizadora —nos vemos luego.

—Nos vemos —lo despide Ron mientras guarda su varita y comienza a ordenar que llamen a los Sanadores, Harry pasa sumamente tranquilo hasta salir de la casa, la gente no para de verlo y lanzarle sonrisas agradecidas, Harry simplemente suspira, saca su varita, la agita y desaparece dejando atrás el patio de aquella casa antigua.

Cuando aparece se encuentra en la sala de una casa moderna, el decorado es sobrio pero no deja de ser elegante, Harry consulta su reloj notando que son las 4:56 de la madrugada, chasquea la lengua con molestia mientras comienza a recorrer la sala llegando a la puerta, sale a un pequeño recibidor que conecta con los demás cuartos, pasa sin siquiera lanzarle una mirada a la cocina y llega a la puerta del armario del cual ve la cerradura con un panel de números y comienza a ingresar unos dígitos hasta que la puerta se abre, el pelinegro ingresa con sumo cuidado, el lugar se encuentra a oscuras y un aroma a humedad llega a sus fosas nasales, tras la puerta del armario se encuentran unas escaleras que llevan a un lugar oscuro como la noche misma, Harry comienza a bajar las escaleras sin tener cuidado de hacer ruido hasta que un fuerte aroma a sangre llena sus fosas nasales.

Lumos —pronuncia con una voz ronca y al instante la habitación queda iluminada, las paredes son de un color verde claro con varias manchas de suciedad de extraña procedencia, al centro de la habitación se observaba una mesa larga rodeada de varias mesitas cubiertas por telas blancas y negras aunque quizá las telas blancas ya estaban a un paso de ser plomas, a un lado se podía observar una pequeña chimenea aun apagada —disculpe la tardanza, tuve asuntos por arreglar —avisa mientras se acerca a la mesa alargada clavando sus ojos verdes en "eso".

Una persona o… mejor dicho una figura humanoide se encontraba en la mesa, envuelta con cinta aislante en todo el torso firmemente adherido a la mesa, le faltaba la pierna derecha al igual que el brazo izquierdo, ambos cubiertos por vendas formando un muñón, "eso" no tiene oídos ni nariz dándole un aspecto terrorífico pero eso no le impedía al joven de cabellos negros colocarse a su lado dirigiéndole una mirada tranquila, pudo sentir la mirada de "eso" estaba aterrorizado y de no ser por la cinta aislante que cubría su boca seguramente estaría gritando.

—Bueno ¿Con que continuamos? —pregunta Harry mientras quita la tela negra de la mesilla más cercana revelando una variedad de cuchillos de todo tamaño y forma, "eso" se mueve aterrorizado como un animal que quiere huir de su cazador —no hay escapatoria —le dice Harry como si leyera su mente mientras en su rostro se forma una sonrisa maligna al mismo instante que hace un corte en la articulación de la muñeca con un bisturí afilado, la sangre no tarda en fluir cayendo manchando el piso y "eso" profiere un gruñido que se ahoga en la cinta aislante que cubre su boca.

Hola de nuevo.

Debo recomendarles que esta historia contendrá temas fuertes que inclusive pueden llegar a ser chocantes para muchas personas, así que léanla bajo su propia responsabilidad, si llegan a sentirse afectadxs por la historia esta bien si la dejan.

Las actualizaciones serán dos veces por semana o por lo minimo una vez por semana.

Sin más que añadir. Hasta la siguiente. ^^