―Creo haberte mencionado que no me molestes.

Una voz profunda, un hombre el cual habló con un tono que reflejaba más que el cansancio en esta.

― ¡Ayúdame una sola vez más! ―la respuesta fue jovial y demasiado aguda, el tono de desesperación presente junto con el ruego.

―Tamamo-san… ―el hombre miró a la mujer que tenía lágrimas en los ojos mientras que lo abrazaba por la cintura en reflejo a lo mucho que deseaba la atención.

― ¡Una sola vez!, creo que lo tengo por favor Emiya-san, solo una última vez y esta vez cocinare algo que sea bueno ―la voz de Tamamo sonó casi desesperada, el llanto presente y los pequeños jadeos en torno al propio llanto.

El silencio llegó, Emiya miró a su alrededor.

Estaban en Chaldea y algunos servant simplemente se quedaron quietos a verlo y como reaccionaba ante la mujer con rasgos de zorro que lloraba pidiendo que la ayudase.

Emiya solo soltó un suspiro y se agachó para ponerse a la altura de Tamamo.

―Bien, vamos, pero deja de llorar, ¿quieres? ―no quería ser amable tal como ahora, podría simplemente ignorar a la encarnación del sol de japón como lo había hecho tantas veces.

Pero podía ver a Ozymandias de fondo, con la dinámica de "hermano mayor y hermana menor" que se había desarrollado entre ambos no tenía ganas de lidiar con alguien tan molesto como lo era aquel rey.

Emiya vio como Tamamo se animó al momento en que escuchó su propuesta, no es que fuese algo que realmente se negaría hasta el final, no con lo molesta que era la mujer, pero sí era algo no podía dejar de lado como lo estaba haciendo.

―Guía el camino ―fue un tono cansado el que salió de la boca de Emiya al momento en que vio las orejas de Tamamo alzarse y recobrar su compostura. Un leve sentimiento de reconforte llegó a Emiya cuando vio como la mujer había terminado su berrinche y ahora estaba más que feliz de guiarlo a la cocina.

Emiya siguió en silencio a Tamamo quien parecía de buen humor, tarareando y viendo a su alrededor con una sonrisa, lo usual en ella, pero parecía que ahora mismo estaba de un mejor humor de lo usual.

Esta era una de las veces en las que le ayudaba a mejorar sus habilidades de cocina, Emiya al principio pensó que no sería tan malo el poder ayudar a alguien para que pudiera dar una comida decente, pero simplemente… Tamamo no tenía el talento para ello, no es que la mujer cocinara mal, pero le faltaba talento natural, se podía suplir con práctica, sí, pero Emiya tenía su propia paciencia y el tratar con Tamamo era…

― ¡Ves ahora ya traje todo lo necesario de una sola vez! ―Tamamo extendió los brazos cuando abrió la puerta de la cocina y miró la mesada al lado de las cocinas, como estas estaban cargadas con los ingredientes que ella planeaba usar.

― ¿Y dejaste los que deberían estar hasta el último momento refrigerados afuera? ―la sonrisa de Tamamo se congeló ante la mención de Emiya.

―Bueno…

―No importa, hazlo, quiero ver tú cocina, mencionaste que esta vez lo harías perfecto ―Emiya no creía en eso, dudaba en su totalidad, más solo escuchó el leve resoplido de la mujer quien movió sus orejas ya retomando una pose que mostraba más dignidad.

― ¡Esta vez te superaré! ―Tamamo no creía que eso pasara, pero al menos pensaba que podía hacer algo para poder lograr escuchar un elogio del hombre.

Fue raro para Tamamo, en un principio no supo que hacer cuando había aparecido en Chaldea, sintió como si su existencia fuese limitada.

¿Cómo podía ser la esposa perfecta cuando no sabía a quién corresponder?

El pensamiento primario de Tamamo había sido el tomar a su maestro como el símbolo de su devoción a convertirse en la esposa perfecta, más allá de eso, fue cuando se dio cuenta de la cantidad de personas que habían dentro de la organización es que entendió algo.

No podía ser la esposa perfecta si es que era rechazada por alguien o si no cumplía los requisitos de los demás…

La primera semana para Tamamo fue casi todo en torno a seguir lo que decían los demás, escuchando las demandas y la forma en la que debía actuar, cautivar o mostrar el pequeño símbolo de aceptación, pero sin llegar al punto de humillación.

Tamamo no pudo evitar sentirse feliz ante la cálida bienvenida que había obtenido, incluso siendo quien era y las personas a sabiendas de su pasado, no hubo nadie quien la juzgó, pero… al mismo tiempo no había nadie quien le brindó ese interés que ella estaba buscando.

Su búsqueda de la "esposa perfecta" no fue bien vista por algunos, pero tampoco es como que lo pensara demás, ella había visto a los humanos y amor estos podían experimentar.

Incluso si solo fuese una ínfima parte de lo que era ella deseó, el sentimiento de amor o aprecio aún estaba rondando su cabeza. Tamamo quería a los humanos, tanto como una persona puede querer a un animal bonito.

Al menos así fue en comienzo a los ojos de la mujer zorro. El hecho de ver a los humanos como algo como juguetes no era el camino que la llevaría a cumplir con las condiciones para poder ser la esposa perfecta que ella añoraba ser, pero de igual forma ella lo intentó, intentó ver el punto de todos para poder sacar que parte era la que más preferían de ella y poder pulirla.

Una esposa perfecta, un deseo tan simple y a la vez complicado, dado que no era algo que el grial podría otorgar, sino la misma Tamamo era la que buscaba tal punto de vista y tal interacción entre los demás con ella.

Fue en ese tiempo que un nuevo sirviente fue convocado, en la segunda semana en la que Tamamo había estado en Chaldea fue la primera vez que lo vio y recordó las palabras del hombre casi como si fuesen palabras practicadas hasta el infinito.

Saludos maestro, ¿a quién desea que mate por usted?

Emiya podía ser muchas cosas a los ojos de todos, pero cuando la verdad sobre su origen se reveló, un poco de recelo comenzó a circular por el hombre, dado que a pesar que era Archer, su espíritu a los ojos de algunos Caster en Chaldea, dieron a relucir que estaba manchada a un punto retorcido.

Ella misma podía evaluar a una persona con su brujería, pero cuando lo hizo con Emiya no supo que fue exactamente lo que sintió.

Vacío.

No había nada.

No había deseos, anhelos, sueños o algo parecido, pero sí pudo escuchar una cosa dentro de la cabeza del hombre, algo que, a pesar de la situación actual, donde ella cocinaba y el hombre observaba, aún se ponía en cierta forma algo nerviosa.

Morir.

La libertad en la muerte, la libertad ante una vida que no necesitaba ser vivida o que ya fue suficiente. Tamamo se congeló al momento de sentir aquel sentimiento de parte del hombre por primera cuando indagó donde no tenía que.

Emiya no era nada de lo que uno podía ver el exterior. Quizá demostraba un poco de negatividad y carraspeo ante las acciones molestas o los mandados que se les daba, pero no importó, siempre terminó haciendo esas pequeñas cosas sin sentido para ayudar a los demás.

En un principio no fue una mala vista y pensó que el hombre era una buena persona al final del día. Todo eso hasta que fue asignado como compañero en una de las singularidades. Aún no comprendía porque el maestro hacía que su equipo fuese Atalanta, ella y Emiya, dos arqueros que estaban en primera línea.

El primer gran conflicto que hubo o que presenció de parte de Emiya fue cuando llegaron a un pueblo donde los habitantes estaban infectados con algo y terminarían siendo monstruos.

Atalanta se había negado rotundamente a terminar a los niños, Tamamo misma no pensó que esa situación fuese la adecuada para lidiar, si bien era un peligro para la sección que no había sido contaminada, la idea principal era tratar con los infectados y aislarlos.

Emiya simplemente ejecutó a todos apenas vio un desliz de parte de Atalanta, mató a todos, cada uno de los que estaban infectados ya siendo puestos en cuarentena fueron ejecutados de manera instantánea y sin poder si quiera pensar en lo que pasaba.

Esa vez Tamamo vio como Atalanta había perdido todo signo de cordura y raciocinio para comenzar a golpear repetidamente a Emiya al punto en el cual solo estaba en el suelo con las manos extendidas y con un rostro sangrante.

Ella quiso intervenir ante la brutalidad de su compañera, golpe tas golpe al rostro de Emiya, este no se defendió, sol aceptó cada golpe como si hubiera sido un intercambio justo. Tamamo quería ser positiva, ante todo, que se podría salvar a los demás antes de que terminaran de caer en la infección, pero al final…

Solo hubo eso. Un pensamiento vacío que daba por el hecho de que alguien simplemente erradicó el problema de raíz sin necesidad de doble pensamientos. En ese momento fue uno de los que Tamamo comprendió algo.

El valor de la vida para Emiya era nulo.

Ese contraste la molestó por un tiempo, bastante a decir verdad, pero lo peor fue el tiempo en el que Atalanta, Emiya y ella fueron compañeros de misión, solo hubo ese aire de incomodidad para que no pasara las cosas a mayores.

La segunda cosa que comprendió de Emiya era que él realmente era excelente con la cocina y todo lo relacionado a lo doméstico, siendo así como algo que no esperó y era la buena cocina que el hombre proporcionaba.

Ella había probado la comida de los supuestos "cocineros" que decían que podían hacer una buena comida en Chaldea y dentro de todos ellos, resaltaba Emiya por su casi nula participación en grupo, siempre encerrado en la cocina creando un manjar digno de dioses como algunos sirvientes divinos decían.

Ella incluida pensaba que su cocina estaba en otra liga.

Tamamo primero intentó mucho por su cuenta lograr una cocina tan excelente como la que había hecho Emiya aquella vez, pero de todas las veces, solo fracasaba, no hubo nadie que le dijera "que su comida era mejor que la de Emiya", y no solo fu en la cocina.

Tamamo buscaba ser el ejemplo de esposa perfecta, pero ahí estaba, Emiya cocinando mejor que ella, limpiando mejor que ella, ordenando las cosas, cuidando de los servant pequeños… Tamamo se sintió inútil al lado de Emiya porque en cuanto a cualquier actividad domestica se trataba, él hombre la hacía a la perfección.

Fue por ello que había optado por pedirle ayuda para que la guíe en el camino de las actividades domesticas y como podía arreglar todo para que ella pudiera ser tan buena como él.

La primera interacción que tuvo con el hombre más allá de las misiones fue cuando lo encontró cocinando, en ese momento le preguntó si estaba dispuesto a mostrarle como hacer algunos platillos, pero solo obtuvo una negativa seca y le dijo que saliera de la cocina.

Tamamo se sintió dolida, más que ofendida sintió como si alguien la hubiera votado de alguna casa y ahora estuviera en la calle.

¿Acaso ese hombre siempre estaba de mal humor?

Una y otra vez le insistió hasta que por fin accedió a ayudarla solo porque quería que se callara. Emiya aquella vez que le respondió a Tamamo que la ayudaría si esta se quedaba callada pudo ver las orejas de la mujer descender y mostrar una leve tristeza.

¿Pero quien era él para decir algo más?

―Lo estás haciendo mal una vez más ―Emiya se quedó con los brazos cruzados viendo a Tamamo quien se sobresaltó ante ese comentario.

―Pero-

― ¿Cuántas veces tengo que decirte que la forma de tomar el cuchillo es errónea? ―Emiya se acercó y se puso detrás de Tamamo, la cola de la mujer se movió hacia un lado dejando el camino libre a Emiya quien pegó su pecho con la espalda de la mujer.

Tamamo entró en cortó por la proximidad repentina, más no tuvo suficiente tiempo para poder decir cuando sintió como las manos del hombre rodearon sus propias manos, los dedos de Emiya eran grandes y sus manos duras, resultado de entrenamiento limite.

Tamamo giró la cabeza y miró hacia atrás, vio la diferencia de altura, prácticamente el hombre le sacaba una cabeza de altura, más dejó eso de lado cuando las manos de Emiya envolvieron las suyas.

―Creo que esta es la única forma en la que lo entiendas ―Tamamo no sabía si Emiya estaba haciendo esto para molestarla o realmente estaba inconsciente sobre la situación en la que se pusieron―, te he mostrado tantas veces como poner las manos, pero aun así no logras nada.

Las manos de Emiya se pusieron sobre los dedos de Tamamo y la hizo tomar el cuchillo de forma correcta junto con la forma correcta de cortar lo que había estado sobre la mesa.

― ¿Es así? ―Tamamo no sentía un cambio con la forma en la que la postura había cambiado para sujetar el cuchillo o como este tuvo algún grado mayor de movimiento más allá de la forma de agarre y la ubicación de los dedos.

―Bien, ahora sube arriba el cuchillo y corta usando la medida de los nudillos para dar el corte simétrico ―Tamamo sabía eso, alzó un poco el cuchillo y lo bajo con simpleza.

―Mal.

― ¿Qué? ―ella estaba desconcertada, para ella fue un corte perfecto, con solo ver la cebolla cortada era obvio que estaba bien.

―Dejaste los últimos dos extremos sin cortar y el lazo izquierdo se quedó pegado porque no subiste lo suficiente el cuchillo ―Emiya comentó algo que para Tamamo sonó trivial.

¿No era demasiado perfeccionista para un simple corte de verduras?

―Dame el cuchillo ―Tamamo soltó el cuchillo y vio como el hombre tomó la hoja. En ese momento como siempre lo fue, sintió algo, no importaba que tipo de arma blanca tomase Emiya, el simple hecho de que estuviera en manos del hombre daba esa mala vibra.

Como si pudiera ser cortada en cualquier momento.

Emiya empezó a cortar el resto de lo que estaba sobre la tabla de picar y Tamamo miró con detalle como cada corte era tan prolijo como el anterior, era casi aterrador el ver como cada sección era cortada de una forma que podría apostar que si la medía tendría el mismo tamaño cada sección.

―Tienes que levantar más el cuchillo y no curvarlo tanto ―Emiya tomó la mano de Tamamo de la nada.

― ¿Eh?

―Tus dedos están bien de esta forma ―Emiya movió los dedos de Tamamo como si sostuvieran algo y luego pasó su propio dedo por la palma de la mujer quien comenzaba a imaginar escenarios que sabía muy bien que no debería.

No es que no hubiera estado ya en esta clase de cercanía con el hombre, siempre fue así, incluso en las misiones, fue por eso que no tuvo problemas mayores para pasar tiempo con Emiya, porque incluso con la persona que era, con todo lo que lo había visto hacer y todo lo que había escuchado.

Nunca tuvo malas intenciones desde un principio.

Pero no quitaba el hecho de que cuando se tenía que hacer alguna acción que estaba en contra de todo lo que se podría considerar como "heroico" o "justo", el hombre diera rienda suelta a ello, de entre todos los que estaban en Chaldea, no es que él hombre tuviera la mejor reputación.

Era aclamado como cocinero, eso es cierto, y habían Servants que incluso eran peores que el mismo Emiya, pero solo lo miraban a él, porque era de los "cuerdos", podía hablar y podía procesar lo que se le decía.

Más no significaba que el hombre te entendiera.

―Lo estás haciendo mejor ―Tamamo parpadeó y miró los cortes que ahora ella estaba haciendo sola. No se había dado cuenta cuando fue el instante en que Emiya la soltó para que cortase por sí misma las cosas.

¿Tan perdida había estado en sus pensamientos?

― ¿No puedes parar con lo de esposa perfecta?

―Bueno… es lo que anhelo ser, es lo que más deseo, después de ver tanto amor de los humanos yo-

―No hay amor en la humanidad ―la respuesta de Emiya hizo que Tamamo frunciera el ceño.

―Solo lo dices de esa forma porque has tenido la peor experiencia de esta, estoy seguro de que, si lo hubieras visto de la misma forma en la que presencié la esencia, amarías más a la humanidad y valorarías más la vida de los demás.

Una mueca salió de Emiya cuando escuchó esas palabras.

―No necesito algo como eso, o no necesito pensamientos innecesarios sobre qué persona quiere o que persona odia, todos los humanos son egoístas por naturaleza, esa es la única realidad, lo que ves como amor no es más que una distorsión del egoísmo de querer poseer algo.

Tamamo golpeó la mesa que tenía frente a ella con sus dos manos y miró a Emiya quien no se inmutó ante su arrebato.

Ambos estaban en la habitación de Emiya, una mesa y dos sillas puestas, una tetera y dos tazas. Todo listo para una conversación, conversación que se había vuelto algo casi de rutina entre ambos.

Tamamo tenía un segundo objetivo ahora con el paso del tiempo en Chaldea, y era uno simple.

Enseñarle a Emiya, a aquel arquero molesto y gruñón que el amor incondicional se puede dar y que existía, que no todo era negro o todos tenían dobles intenciones, o que el egoísmo no tenía nada que ver con el amor.

―El amor es una sensación cálida, una emoción que regocijo y añoranza cumplida, algo que te llena, algo lo cual no puede ser simplemente conquistado por ser "egoísta" como lo dices.

Emiya alzó una ceja.

―Quizá dices eso ahora, pero acaso… ¿no es tú versión del amor distorsionada a la que estas clamando? ―la pregunta de Emiya dejó quieta a Tamamo quien parpadeó en confusión e intentó pensar en lo que mencionó el hombre.

―Yo… ¡Busco que la persona que considere como esposo me llame perfecta!, ¿no es acaso lo más hermoso en el amor el poder ver a tú esposa como un ser perfecto?

―Solo sería una molestia.

― ¿Qué?

―Alegría o furia, enojo o tristeza ―Emiya levantó dos dedos mientras comentó aquello―, emociones fuertes que se pueden ligar con el amor, pero entre ella está una que solo puede ser dada cuando "crees amar a alguien"

―No hables como si el amor no existe.

―Lo hace, existe, pero nunca puedes estar seguro de que la razón por la cual esa persona te ama es porque está consiguiendo algo de ti que no puede obtener de alguien más.

― ¿Emiya? ―Tamamo sonó confundida ante el puño del hombre que se apretó con fuerza.

―Amar algo con toda tú fuerza, si fuese un sentimiento cálido y reconfortante, ¿por qué hace doler tanto a la persona que más lo siente?

―…

No hubo respuestas de Tamamo, no hubo ninguna mención o algo parecido, fue como escuchar un hecho que no tenía sentido, pero a la vez…

―Deja de pensar de forma tan negativa ―Tamamo tomó a Emiya por el cuello de su camisa y lo hizo bajar hasta su rostro, la mirada de seriedad pura en la cara de la mujer solo hizo que Emiya incline su cabeza hacia un lado sin comprender lo que hacía Tamamo.

― ¿Acaso no he dicho solo la verdad?

―Has dicho lo que consideras tú verdad, el amor es-

―Ese amor que tanto llamas hizo que ochenta mil personas murieran por tus manos y que tú seas el foco de ese incidente solo por "amor" ―Tamamo desvió la cabeza. Emiya tomó con cuidado la mano de la mujer y la bajó más no la soltó.

―Fueron otros tiempos, las personas no comprendían nada sobre lo que pasaba y-

― ¿No están estas manos manchadas de sangre de miles de inocentes? ―Emiya puso la mano de Tamamo en su mejilla. No fue un signo de afecto o cariño, tampoco algo parecido a una esperanza o muestra de querer.

Fue solo una pura burla seca sobre lo que ella era capaz.

― ¿Acaso no todos los que estamos aquí no nos hemos manchado las manos con sangre?, si fuese el caso, entonces, ¿por qué poner una mano que sostiene la mano de miles en tú rostro? ―Tamamo movió sus dedos y acarició la mejilla del hombre y parte de su cabello.

―Porque lo que estas tocando ahora es el rostro de alguien que ha sido manchado con la sangre de innumerables humanos ―una sonrisa arrogante, una que solo mostraba Emiya cuando conseguía burlarse de alguien, Tamamo lo sabía porque solía ver esa sonría a menudo.

Solo que fue la primera vez que ella fue el objetivo de la sonrisa del hombre.

―No puedes haber hecho más mal que yo en vida… el recuento de muertes que cause en vida y luego de mí muerte es-

Un bufido de diversión y Emiya volviendo a sentarse en sacudir la cabeza hacia los lados como si negara.

Tamamo infló los cachetes ante ese gesto dado por el hombre, una vez más se estaba burlando de ella como si supiera más de la situación que ella misma.

―Conozco a fondo tú historia, cada fragmento de esta, no eres la única, sé la historia de casi todos en este lugar, y su concepto de querer y amor está cada uno más distorsionado que el anterior.

―Quizá lo hagas, pero nadie te conoce a ti, nadie sabe quién eres, incluso el maestro no recibió una respuesta sobre tú existencia ―Emiya sonrió de lado ante las declaraciones de Tamamo.

―Puede ser, pero estoy seguro de algo, no hay una sola persona que haya cometido más pecados de los que yo he cometido.

Una de las orejas de Tamamo se giró hacia un lado y miró a Emiya con una expresión de confusión.

― ¿Estás mintiendo y diciendo la verdad a la vez? ―Emiya alzó una ceja ante aquel comentario.

―Pensé que dijiste que no te interesaría averiguar nada de mí persona mientras que pueda ayudar a mejorar tú cocina, ¿ahora ves si hay mentiras en mis palabras?

―No lo entiendo… ¿por qué te llamas como un pecador?

―Es lo que soy, es lo que todos somos, nadie está libre de culpa, todos los que estamos aquí parados ya sea por una razón u otra hemos hecho algo que hizo es cuestionable, incluso una muerte con honor o un duelo en gloría no es más que un simple asesinato más.

Tamamo bajó la mirada y sonrió. Esa acción hizo que Emiya recobrar interés en la mujer.

―Has estado solo, ¿no?

―No te entiendo ―Emiya preguntó cuando la repentina pregunta salió de Tamamo―, no es lo tuyo pensar, solo quieres hacer cosas simples, ¿Qué es lo que estás cuestionando ahora?

―Te arrepientes de existir, eso lo sé, lo has dicho muchas veces, pero ahora me doy cuenta de algo, que somos parecidos incluso si no lo demuestras ―Tamamo soltó una amena risa para molestia de Emiya.

― ¿Eso sería?

―Ambos tenemos miedo a la soledad ―Emiya entrecerró los ojos ante esa respuesta―, no sé cuanto tiempo has estado solo, pero yo solo he pasado un tiempo… no me gusta, se siente como si todo mí ser fuese olvidado, como si nadie pudiera verme o como si alguien quisiera evitarme.

―Entonces solo debes abrazar la soledad.

Tamamo soltó otra risa para molestia de Emiya.

―Sí, eso es lo que diría un espíritu heroico, un ser quien realmente se preocupa por los demás, no eres el villano que crees ser, Emiya-san ―la dulce sonrisa de Tamamo dejó a Emiya callado.

El hombre no supo que decir ante eso, porque simplemente no había forma en la que alguien lo llamara "héroe" después de conocer su pasado.

―He matado a incontables, cegué en vida millones y en muerte en vez de descansar seguí matando una y otra vez ―Emiya extendió su mano y puso sus dedos alrededor del cuello de Tamamo quien se quedó callada.

La expresión en el rostro de Emiya fue aterradora, incluso ella, quien era optimista y le gustaba burlarse y jugar para ver cosas de los demás, como reaccionaban y como se mostraban.

Esto fue demasiado, no es que ella hubiera obtenido alguna emoción de Emiya.

Simplemente obtuvo ninguna, y eso fue lo más aterrador. El mirar a los ojos, ojos plata que parecían una espiral sin luz y una expresión desprovista de cualquier pequeño signo de movimiento en sus facciones, cualquier músculo en el rostro del hombre solo estaba quieto y mostrando aquella cara.

Una máscara con forma de rostro.

El tacto del hombre en su cuello no fue cálido, no fue algo que se sintiera como una mano, la fuerza del agarre tampoco fue para intimidar, el tren de pensamientos de Tamamo solo se fue cuando una mano dura y fría la apretó por el cuello con una fuerza que no creyó que el hombre poseyera. Emiya la alzó del cuello mientras que se ponía de pie.

No hubo tiempo de pensar en nada cuando vio aquella expresión en el rostro del hombre, aquellos ojos que parecían sacados de alguna especie de criatura.

―La mirada de la humanidad ―Emiya soltó de golpe a Tamamo haciendo que cayera al suelo dejando que la mesa, las tazas y la tetera se rompieron, Tamamo inhaló con fuerza antes de sentir algo frío y filoso en su cuello.

―Tú… ―se sintió traicionada, incluso si no tenía por qué sentirse así, aún sintió que las acciones del hombre fueron en exceso.

―No sabes nada de lo que significa ser humano ―el comentario tan desprovisto de emoción, tan falto de cualquier emoción o signo de enojo, molestia o rabia a pesar de las palabras dadas.

Incluso si ella sabía que podía plantarle cara al hombre ante ella, sintió aquello, aquel sentimiento primal que todo ser tenía instalado dentro en cualquier circunstancia y en cualquier tipo de escenario como este.

Miedo.

―Incluso así… ―Emiya se sorprendió por ver como Tamamo aún no se había rendido en esto. La mujer de cabello rosa se sentó y miró al hombre con una mirada desafiante―, incluso si el humano busca destruirse, a veces lo hace por amor.

―Idiota ―Emiya se agachó una vez más y la miró a los ojos―, ¿no lo entiendes?, es por puro egoísmo que alguien cae ante otro, no hay ese sentimiento de felicidad o de necesidad que tanto buscas, el amor… es solo un pensamiento utópico para los humanos.

La sonrisa de Tamamo creció cuando Emiya finalizo eso, la mujer se sentó y apoyó su espalda contra la pared y miró como si hubiera ganado a Emiya.

―Incluso con todo lo que dices, no rechazas la idea de que exista el amor, ¿no? ―Emiya se quedó callado y Tamamo rió antes de toser un poco por el agarre que había tenido el hombre.

Emiya quiso asustarla, hizo lo que hizo para que sus esperanzas no fueran altas, pero al final ella lo sabía, quizá… ¿era quien mejor estaba entiendo al hombre?

Emiya siempre hacía todo con una voluntad buena, incluso si pareciera incorrecto, ella sabía mejor que nadie que el hombre no era malo.

Una idea llegó a la cabeza de Tamamo ante eso, una idea que la hizo sonreír y reír alegremente haciendo que el hombre de rojo se cruzara de brazos ante ella.

― ¿Qué es divertido?

―Has dicho que el amor es algo que es egoísta, ¿no? ―Tamamo vio al hombre asentir―, pero tú no tienes ningún deseo o algún tipo de añoranza.

Emiya no entendió lo que la mujer estaba diciendo.

―Bueno, lo he estado pensando, parece que le agrado a todos, pero solo hay una persona que me considera molesta.

―Lo eres ―Emiya no tuvo que pensar mucho en lo que ella quería decir, rodó los ojos y volvió a actuar como antes.

La risa de Tamamo salió por tercera vez cuando vio el ceño del hombre fruncirse.

―Alguien que no está interesado en nada, que solo se centra en ayudar, y que al mismo tiempo no necesita una esposa porque él es perfecto en el rol de esposa ―Tamamo se rió ante la expresión de indignación de Emiya―, entonces lo decidí, ¡Para ser la esposa perfecta seré tú esposa!

―… ―Emiya abrió los ojos, de todas las cosas, esas palabras lo dejaron tan desconectado que no supo que decir o como continuar con la conversación―, ¿qué?

Aquella última pregunta fue lo más inteligente que el hombre pudo decir.

― ¡Lo que oíste!, de ahora en más, ¡seré tú esposa! ―Tamamo clamó y se puso de pie―, alguien que no necesita de otro, entonces si logro hacer que me necesites, ¡eso significa que soy la esposa perfecta!

―No tiene sentido tú lógica, ¿y después qué? ―Emiya tragó cuando vio la mujer literalmente saltó sobre el empujándolo sobre la cama.

― ¿No es obvio?, ¡podré cumplir mi meta! ―Emiya vio la enorme sonrisa y la emoción floreciente de la mujer.

La lógica de Tamamo fue simple. Emiya era bueno en toda actividad doméstica, era bueno con los niños y bueno cocinando, ¿si hacía que alguien como él la vea como una necesidad a su lado?

¡Significaba que ella sería la esposa perfecta al lograr hacer que la "esposa perfecta" que ella conocía cayera ante ella!

―Esto es una broma, ¿verdad? ―Emiya quiso creer que nada de esto había pasado, pensó que la amenaza y la forma de actuar la harían retroceder de seguir molestándolo.

¿Cómo es posible que solo haya logrado motivarla aún más?

―Esto no puede ser…

―Pero sí lo es, querido~

―… ―Emiya solo se quedó en silencio cuando Tamamo lo abrazo y se acostó a un lado suyo.

La situación actual para Emiya parecía una mala broma, una retorcida en todo sentido.

―No tienes que seguirme a todos lados ―Emiya giró un ojo y vio a Tamamo quien tenía envuelto su brazo izquierdo mientras que caminaba en los pasillos de Chaldea.

― ¡Claro que debo hacerlo! ―la emoción de Tamamo no se había ido, incluso ya con el pasar de la segunda semana, ella aún seguía con tanta emoción de estar a su lado como lo había hecho desde aquel incidente en su habitación―, una buena esposa no podría estar alejarse de su querido esposo~

―… ―Emiya abrió la boca para decir algo, pero simplemente la cerró porque no sabía que decir a continuación o que hacer.

―Tienes un gusto muy particular por los hombres ―Emiya y Tamamo se giraron y vieron al tercer integrante de su grupo.

Atalanta estaba de pie a un lado de la puerta que daba al comedor, era obvio que esperaba a alguien, pero el verla con la expresión de molestia ante solo ver a Emiya… era más que evidente que no había superado lo que pasó en aquella misión.

―Eh… yo creo que estoy bien, él es-

―Un asesino.

―Como lo somos todos ―la sonrisa de Emiya, una petulante solo enervó más a Atalanta―, ¿aún estás molesta de que haya terminado con el trabajo que no querías hacer?

Un cuchillo que había estado en la parte izquierda del interior de la falda de Atalante salió y fue directo al cuello del hombre, el cual sacó una espada y detuvo el golpe.

―Vaya… realmente pareces que quieres matarme…

―Lo volviste a hacer en la misión de esta semana.

―Tenían bombas y estaban trasmutadas a ellos, fue lo más fácil, los demás iban a morir sí-

― ¿No tienes un mínimo de decencia para hablar del valor de la vida los demás? ―Atalanta no bajó su arma y solo puso más presión, Emiya sonrió más ampliamente provocando más a la mujer.

― ¿Acaso querías matarlos tú misma?

Todo signo de cordura de Atalanta se fue cuando movió su daga y sacó la hoja de Emiya rompiendo su guardia, Tamamo había quedao den segundo plano, en tan solo una fracción de segundo, ambos arqueros habían hecho un intercambio directo a matar.

Pero cuando la hoja de atalanta estaba cerca del cuello del Emiya ambos se detuvieron.

Se giraron y vieron a una persona caminar, el rostro de la maestra que los trajo a todos, el cabello naranja revoloteó mientras que llegó hasta donde estaban los tres servant.

La orden que la maestra había dado fue simple.

Deténganse.

―Te salvaste esta vez ―Atalanta retrocedió, pero no iba a aceptar lo que vio de reojo.

Como la espada negra en la mano de Emiya había estado a solo milímetros de cortarla. Ella bajó su guardia, no, no es que lo hubiera hecho, Atalanta se enojó a sí misma por pensar en ello, había caído en las provocaciones del hombre y atacó dejando tal apertura.

Un error de principiante cometido por ella…

Atalanta se giró y miró a su maestro y a los dos Servants quienes estaban hablando ahora, miró a Emiya quien se giró y le guiñó el ojo solo para molestarla una vez más.

Aquel bastardo solo la molestó para que cayera en sus trampas, pero lo que más sintió Atalanta.

Era la intensión real del hombre para terminar con ella al momento en que su espada casi roza su cuello.

―Creí haberte dicho que no te acercaras a ella, aún sigue sensible.

―No es como si se pudiera evitar a una persona con la cual vives en el mismo lugar todo el tiempo, maestro.

Un suspiro de la joven de pelo naranja fue dado ante las palabras de Emiya.

―Dejando eso, ya se movieron las cosas de Tamamo a tú habitación ―Emiya sintió como su ceja tembló de la nada ante tan comentario.

La molestia llegó cuando Tamamo saltó y lo abrazo con fuerza.

― ¿Era necesario? ―la única persona que no parecía conforme era Emiya. Después Tamamo estaba riendo junto a su maestro por la situación.

―Bueno, siendo que Tamamo-chan siempre pasa de su habitación a tú habitación y que ya prácticamente está abandonada porque todas sus cosas están en la tuya…

―Ya, lo entiendo ―Emiya suspiró antes de llevar una mano a su cara e intentar dejar la situación de lado.

― ¿Además no son marido y mujer?

―Por favor maestro, no alimente su emoción ―Tamamo estaba más que feliz de escuchar aquellas palabras.

― ¡Por fin nos reconocen!, ¿no es tú turno de llamarme querida? ―la sonrisa de Tamamo solo sacó un rechistar de lengua de Emiya.

―No lo tendrás.

― ¡Qué cruel! ―Tamamo se rió antes de cruzarse de brazos y mirar a la joven de pelo naranja que estaba viéndolos―, ¿puede usar un hechizo de comando para que me diga esposa o querida?

La joven se rió ante la ocurrencia de Tamamo.

―No creo que esa sea la mejor forma ―la risa y la felicidad estaban al aire cuando ella dijo aquello―, Emiya-san no parece que estaría feliz siendo forzado a ser llamarte así.

― ¡Lo sé!, pero… me gustaría que al menos una vez lo dijera…

―Sigo aquí, ¿saben?

― ¿Y cómo deberías llamarme entonces? ―Tamamo se giró con emoción.

―Zorro tonto.

― ¡Qué cruel! ―Tamamo alzó sus manos e hizo un signo de que iba a llorar, pero cuando cubrió sus manos dejó un pequeño espacio entre sus dedos para ver la reacción de Emiya.

―Solo entremos, ¿sí? ―Emiya suspiró viendo la puerta del comedor.

―Eh… bueno de igual forma quería practicar mi cocina, esta vez te mostraré mi mejora ―Tamamo sonrió tomando de vuelta el brazo de Emiya y caminando de vuelta hacia la entrada del comedor.

La joven de cabello naranja sonrió cuando vio como Emiya a pesar de su negativa constante en palabras, dejaba a Tamamo estar tan cerca, ella lo había visto de primera mano. Si otro servant se pusiera así de cerca como lo estaba haciendo Tamamo entonces Emiya simplemente se iría y dejaría en su lugar a aquella persona.

Era impresionante como él hombre empezó a aceptar la compañía de la mujer de cabello rosa y orejas de zorro.

―Ah… ―Tamamo jadeó cuando sintió como Emiya entró dentro de ella. La emoción y el placer mezclados con el dolor siempre le fue casi eufórico. Comenzó casi tres semanas después de que ambos estuvieran como "casados", ella había intentado hacer que Emiya cayera ante ella esa noche, puesto que ya dormían juntos.

Pero las cosas se tornaron al revés cuando antes de que ella lo supiera.

Un beso fue dado por parte de Tamamo a Emiya quien correspondió y comenzó a moverse, Tamamo no podía estar más feliz.

Afecto.

No era un sentimiento el cual Emiya manejara ni de asomo, pero había algo que sobresalía de entre todo lo que ella sabía del hombre y era el hecho de que incluso si se negó hasta el final de llamarla "querida", "esposa" o de cualquier forma cariñosa posible.

El hombre era un buen amante.

Esa primera noche que tuvo con el hombre fue todo lo que necesitó para ser ella quien cayera ante la lujuria y querer más, y Emiya tampoco es que se haya quedado atrás.

Los brazos de Tamamo rodearon la nuca de Emiya y lo abrazó cuando sintió como el hombre se movió con fuerza. Esto fue algo que ella quería al final, no le gustó cuando la primera vez trató de ser "gentil" con ella.

Si iba a ser una esposa perfecta entonces quería que su esposo pudiera disfrutar al máximo de lo que ella podía ofrecer.

Otro jadeo con fuerza salió de ella, Tamamo bajó la mirada y vio como el hombre le había mordido el cuello, el rostro de Emiya estaba relajado, relajado como nunca lo había visto, la tercera semana fue el punto de inflexión de ambos en su "relación".

Una mano apretó el pecho de Tamamo haciendo que esta sonriera con cariño, con total éxtasis y con mayor emoción al ver como una leve sonrisa se asomaba en los labios del hombre.

Desde aquella primera vez que lo habían hecho, ya iba prácticamente otras dos semanas seguidas en la que tenían relaciones casi siempre.

Un giro hizo que ella riera, quedando boca abajo y el hombre agachándose y asomándose por su hombro para darle un beso un beso antes de volver a seguir envistiendo con fuerza, Tamamo disfrutó cada emoción, cada sensación, y lo que más placer le daba era el hecho de saber que Emiya mismo estaba en las mismas.

Placer.

Tamamo había tenido un montón de charlas con el hombre en la cama donde había aprendido poco a poco la historia de aquel hombre amargado, y al final ella tuvo razón en algo, y era que quizá el ser más puro en toda Chaldea fuese el hombre, la persona con la mejor intención de todas siempre fue Emiya.

El deseo de salvarlos a todos, el amor incondicional que debería tener a los humanos incluso si el hombre lo rechazara… Tamamo empezó a pasar de pensar en buscar ser la esposa perfecta a querer a Emiya y ser su esposa perfecta.

No fue algo que simplemente se podía quitar o pensar, no fue un cambio radical o algo que ya podía suplantarse, era una realidad que ella quería con todo su ser. Incluso si Emiya solo la llamaba por su nombre o algún adjetivo y nunca la llamó cariño o esposa, no le importó.

No importaba porque podía sentir como el hombre la apreciaba.

Una carga se sintió con calidez en su estómago, Tamamo sintió como era llenada una vez más como cada noche y solo pudo soltar una risa alegre antes de girarse y quedarse boca arriba y ver al hombre que le dio algo que no esperó ver.

Una mueca, un intento de sonrisa, una expresión torcida carente de la facultad ideal de una sonrisa, pero ahí estaba, el máximo intento del hombre ante ella de mostrar que estaba feliz de haber dejado que ella se quede a su lado.

―Realmente eres una tonta ―Emiya abrazó con fuerza la mujer quien se rió y devolvió el abrazo, Tamamo buscó con una mano una de las manos de Emiya para entrelazar los dedos.

En este punto el objetivo primario de "esposa perfecta" pasó a "la esposa perfecta para Emiya", ella no necesitaba ser alguien más, no necesitaba esforzarse por hacer cosas que no quería o que no le gustaban.

Emiya solo la quería a su lado por como era, incluso con lo molesta que fue en un principio, el hombre nunca la hecho, a pesar de todo siempre sintió como podía contar con el hombre gruñón, incluso si la duda de que si realmente Emiya la quería estaba en su cabeza a cada momento no podía simplemente dejar que eso la detenga.

Ella sabía que podía arreglar a aquel hombre roto, lo estaba logrando, escuchando y aceptando.

¿Quizá el máximo punto de inflexión en su relación fue cuando le dijo que estaba bien lo que había hecho?

Un beso llegó en la mejilla de Tamamo. Emiya era más cariñoso de lo que alguna vez alguien podría imaginar, incluso sin ser llamada querida o ser tratada como su esposa ante los demás, ella sí se sintió como la esposa perfecta cuando estaba a solas con Emiya.

En la soledad de ambos podían ver un poco de luz, incluso cuando Emiya negó todo o no quería aceptar que realmente le gustaba su compañía, en su cabeza, el hombre lo sabía, que era tarde y no había ya vuelta atrás.

De verdad apreciaba el pasar tiempo con aquella mujer, el poder sentirse… humano en cierta forma a su lado lo hacía sentir como si todo lo que había pasado era solo una mala broma, que entre el mar de recuerdos que tenía y la forma en la que solo había pasado todo este tiempo solo no fue nada más que un fragmento en su memoria.

Emiya sintió algo que nunca había experimentado por primera vez en toda su existencia, un miedo que no sabía que podía sentir o que podría volver a percibir en este caso.

No quería perder a Tamamo.

Un fuerte abrazo se dio a ella una vez más cuando su energía se renovó, el tiempo al lado de esa mujer que consideró molesta siempre pasaba demasiado rápido para el gusto de Emiya, tenía miedo de que un día despertara y ella ya no estuviera cerca.

No quería volver.

No es que lo olvidara, nunca lo haría, no había persona que supiera mejor que él de lo que realmente era capaz y no había persona mejor que él la cual no entendiera su verdadera naturaleza.

Espada.

Cortar y matar, en vez de proteger y cuidar.

Solo era cortar y matar, nunca fue tratado como humano más allá del trato general, siempre fue una herramienta.

Realmente me gustas, ¿sabes?

Emiya sonrió una vez más. No entendía porque estaba tan feliz con eso, no sabía porque follar con aquella mujer que en un principio fue molesta era de las cosas que más disfrutó en toda su existencia.

No quería que el tiempo pasara, solo quería sentir el calor de la mujer un poco más.

Tamamo no supo que realmente había hecho en especial para que Emiya sea como fuese con ella, pero no importaba, al menos podía librar su cabeza de que habría alguna infidelidad, después de todo, no había nadie quien soportara al hombre.

Ella solo quería ser una buena esposa, y para ello su atención fue a Emiya quien cumplía más los requisitos de una esposa que un esposo, pero no pudo entender cuando es que comenzó a ver al hombre como algo más allá de un ideal a seguir para una esposa perfecta.

¿Fue su poca consideración con su divinidad?

¿La indiferencia con sus rasgos?

¿El que simplemente la tratara como un igual?

No le importó, solo abrazó con fuerza, las manos de Tamamo, pequeñas envolviendo el torso del hombre e intentando sujetarse, el calor entre ellos fue algo que suplantó el frío del cuerpo del hombre, ya no estaba aquel metal frío a sus manos, ahora era una fragua que estaba ardiendo.

Y ella era el fuego que hacía que esa fragua ardiera con fuerza.

Ambos se trataron con indiferencia y con total querer, con deseo y con anhelo de poder compartir algo más de lo que estaban acostumbrados.

Uno que solo buscó librarse de un peso.

Una que quiso experimentar el amor verdadero.

Ambos solo se completaron.

Emiya vio el rostro sonrosado de Tamamo y la enorme sonrisa que estaba en este, la mano que tenía sus dedos entrelazados y su pecho subir y bajar ante cada golpe.

Los jadeos continuos de la mujer bajo suyo solo hicieron que quisiera más, sentir más calor, sentirse más humano.

Más vivo.

¿Por qué se emocionaba?, ¿por qué su corazón latía ante el simple hecho de ser tratado como una persona más?

Tamamo no buscó al servant Archer, al espíritu heroico Emiya o al héroe de hierro forjado.

Solo buscó a aquella persona que estaba oculta bajo toda esa capa de metal dejando a la vista solo un corazón que podía latir, no bombeó sangre, bombeó hierro, no fue duro como su cuerpo o como su ser.

Un corazón de cristal que quería emerger solo una vez y ser levantado con el cuidado y afecto que tanto deseaba.

La esperanza no fue algo con lo que Emiya estuviera familiarizado, no después de tanto tiempo solo, no cuando vio el cielo nacer y el ocaso llegar, con todo ese tiempo no hubo nada que pudiera catalogar como esperanza al momento de estar de pie.

Siempre fue así para Emiya, quedarse solo hasta el final.

Brazos cálidos que lo rodeaban como si le leyeran la mente hacían que la resolución que tenía se fragmente por más mínima que sea. ¿De que servía ilusionarse por un tacto cálido cuando solo se quedaría helado y acompañado por un sol radiante perpetuo?

No buscaba un cielo naranja, un atardecer, Emiya los odiaba, odiaba con todo su ser aquella caída de la luz, pero lo que más odiaba era aquel atardecer que era inamovible por mucho esfuerzo que diera.

No quería creer.

Pero el tacto y su cuerpo le decían que había una esperanza.

Que al final de todo esto, cuando Chaldea estuviera segura, cuando el final de este camino se diera, entonces él podría quedarse y ser liberado con la humanidad en paz y sin ninguna amenaza.

No, no era posible, ella siempre… lo llamaría.

― ¿Sucede algo cariño? ―Emiya arqueó las cejas, la expresión del hombre pasó de la sonrisa a un semblante ilegible. El hombre al intentar mostrar emociones verdaderas no las comprendía en lo absoluto para reflejarlas de verdad.

Patético.

― ¿Cariño?

Emiya no lo entendía, ¿por qué ella lo seguía llamando así?, nunca le devolvió el mismo afecto que ella le proporcionó, no había razón para que ella siguiera a su lado, ¿qué es lo que tanto había hecho por ella?, más allá de enseñarle cosas y dejarla a sus anchas cerca suyo no había nada especial que hubiera hecho.

No se merecía que ella lo llamara de esa forma.

―Tamamo… ―Emiya se giró y miró a la mujer que se había quedado detrás suyo. Habían terminado en aquella cosa, este lugar que se suponía que era el fin de la travesía.

Una enorme sonrisa salió de Tamamo.

― ¿Estás preocupado? ―Emiya no quería decir que sí, pero decir no tampoco era una opción.

― ¿Qué pasará al final? ―no era propio del hombre dudar, no era propio de él pensar de más, pero desde que habían llegado a la séptima de esas… fracturas, las cosas no eran como antes.

Había pasado demasiado tiempo, desde el primer día en que fue convocado hasta ahora, desde el primer día que interactuó con Tamamo, todo parecía haber ido demasiado rápido.

No le gustó.

―Bueno… supongo que regresaremos a Chaldea y seguiremos como siempre ―la enorme sonrisa de Tamamo solo hizo que Emiya suspirara. Era así siempre, el discutir de pequeñas cosas con ella no tenía sentido, Tamamo no pensaba mucho en lo que realmente podía pasar o que estaba mal en su mayor parte.

No después de que ambos empezaron a estar junto ya en público, más que en publico fue las muestras de afecto ya más sin reservas. Tamamo saltando abrazándolo o dándole un beso, un abrazo y la emoción palpitante.

Un corazón que no latió que aprendió a moverse. Emiya odiaba a Shakespeare por como retrataba su relación, comparándolo a él como el ser mítico y a Tamamo como la pobre humana que le tomó cariño a aquella penosa existencia.

Pero lo que más odiaba del hombre era que fue real.

¿Cuánto tiempo había pasado desde que había sido convocado?

¿Cuánto tiempo había pasado a lado de Tamamo en este punto?

A Emiya no le gustó sentirse seguro cerca de alguien, nunca salió nada bueno después de eso, siempre había algo de por medio, una traición o un bien mayor, todos querían algo de él al final, no importaba que tan pura sea la persona.

No hubo nadie que amara a Shirou Emiya como un humano, pero aquella encarnación que se suponía que tenía un deseo tan retorcido como egoísta…

¿Por qué lo aceptaba así sin más?

―Quieres ir a visitar el mar, ¿no? ―Emiya sonrió de lado al ver la emoción extenderse en la cara de Tamamo.

― ¡Lo deseo!, quiero relajarme un poco y dejar todo este asunto de salvar a la humanidad… ¡no es que me queje!, es solo que…

―Lo sé, ha pasado mucho tiempo, ¿no? ―Emiya preguntó y se sintió que esas palabras fueron una burla a su persona

Desde que ellos llegaron hasta el final del camino, casi desde el principio, siendo su llegada casi simultanea en la segunda singularidad, y ahora habían atravesado las siete singularidades y los otros seis mundos que fueron afectados para el futuro de Chaldea y la humanidad.

Habían pasado años, pero al mismo no había pasado tiempo, Emiya quería creer que el tiempo era significante en ese sentido. Era por eso que siempre se había quedado viendo los relojes en la cocina o los temporizadores de los electrodomésticos que estaban en Chaldea.

―Lo olvidaste, ¿no? ―Tamamo habló extendiendo algo, era un reloj de bolsillo en el cual uno podía ver el mecanismo correr.

Los engranajes moverse en silencio mientras que el tiempo pasaba a cada momento.

―Gracias…

―Ah, no podría ser una buena esposa si es que no supiera que es lo que le gusta a mí esposo ―la enorme sonrisa de Tamamo solo sacó un bufido de Emiya.

― ¿Qué te hizo pensar que me gustaría esto? ―Emiya realmente agradeció el regalo, fue uno de los primeros que había tenido de alguien sin esperar nada de él, fue por eso que incluso si era algo temporal, atesoró bastante la pieza.

―Fue de tantas veces que te vi em la cocina, no sabía porque te centrabas tanto en el temporizador, primero pensé que fue solo porque te gustaba todo en orden y una cocción correcta, pero luego me di cuenta que a veces te quedabas espaciado viendo el reloj por unos minutos más de lo usual.

―Era un reloj clásico, los engranajes estaban a la vista.

―Lo sé, siempre te quedaste viendo los engranajes girar, así que pensé que te gustaría ―un regalo tan inocente y con tan buena voluntad.

Emiya odiaba los engranajes al contrario de lo que creía Tamamo, simplemente no podía dejar de verlos por el tiempo que pasó solo pudiendo ver aquellos engranajes girar, un cielo marchito con engranajes simbolizando su estado de máquina.

Siempre lo odió.

Pero por primera vez, cuando había recibido el regalo de Tamamo su primer pensamiento fue romperlo, pero al ver la cara de esperanza y de felicidad pura en el rostro de la mujer solo lo aceptó con una mueca e intento de sonrisa.

―Aun así, espero que más cosas vayan bien una vez todo acabe, solo nos queda el malo final, ¿no? ―Tamamo le sonrió a Emiya quien suspiró antes de sentarse en una de las piedras que estaban a su alrededor.

―No es simplemente un enemigo normal, es uno cuya existencia misma es un peligro, no suelo decir esto… pero en el caso de que veas que la pelea está perdida, corre, no importa si muero yo volveré y–

Emiya fue interrumpido por un abrazo que fue dado por Tamamo quien se acercó a él al momento en que comenzó a hablarme de una posible derrota.

―Estas pensando de más la situación no tienes porque crees que algo así va a pasar, solo tómalo con calma, ¿sí? ―la sonrisa de Tamamo fue dulce, el abrazo cálido y la sensación reconfortante―. Tú mismo lo has dicho, si lo peor llega a pasar solo perdernos recuerdos, pero nos veremos una vez más en Chaldea, apuesto que puedo hacer que seas mí esposo incluso antes esta vez.

La amena risa de Tamamo tranquilizó a Emiya un poco, no sabía porque estaba tan nervioso, era la recta final, sí, pero ya había estado en tantas situaciones de muerte inminente que no comprendía la razón de su preocupar.

¿Era el hecho de que Tamamo estaba en el grupo del ataque principal junto a él?, pero entonces eso significaría que realmente estaba preocupado por alguien más.

A Emiya le gustó ser tratado como un humano más, más que un servant, la relación entre Emiya y Tamamo fue la de iguales, la de humanos.

¿Era por eso que sintió miedo?

¿Por qué si ella se iba volvería a ser simplemente una espada más?, no tenía sentido aquello, sea quien sea que le hable o que lo toque no cambiaría el hecho de que era una espada.

Pero solo ahora… ante el cálido abrazo y los brazos que lo recibían en plenitud no pudo evitar pensar en su situación actual.

Realmente no quería que Chaldea termine.

El enemigo que enfrentaron no fue lo que esperaron, sí, había indicios que podía ser aquella cosa en frente a ellos, pero por un lado existía la posibilidad de que no fuese así.

Emiya apretó los dientes y solo pudo extender los brazos y cubrirse de forma inútil, la fuerza del enemigo ante él no fue calculada… no, fue calculada, pero el hecho de enfrentarse a algo así fue diferente.

La joven de cabello naranja que era su maestro solo podía mirar con horror el escenario frente a ella.

ORT… su fuerza fue medida a un nivel absurdo e igual logró sobrepasar ese punto casi irreal, el enemigo final que todos pensaron que podrían superar como lo habían hecho hasta ahora.

Esa esperanza no fue nada más que una mala ilusión que se derrumbó cuando la primera en caer fue Atalanta, no fue una muerte ordinaría, todos habían visto a un compañero servant caer e ir al trono una vez, pero lo que había pasado en ese momento fue algo completamente diferente.

―El alma… el espíritu… todo fue llevado dentro de ORT… ―la joven de cabello naranja no pudo evitar susurrar cuando vio aquello, intentó gritar que se detengan, pero no fue tarde, sus palabras no llegaron y los sellos no se activador.

Un simple ademán y la energía salió disparada hacia ellos.

―Cú… Marie… Jack… ―el rostro de la joven se deformó en horror y solo vio a un lado, en la cortina de humo que se quedó después del ataque de ORT, como dos figuras estaban de pie, más bien fue solo una, ella lo vio, el brazo derecho de Emiya destruido, colgando sin más y el Aias frente a él, detrás de Emiya estaba Tamamo quien estaba casi ilesa a pesar del ataque inminente.

―Toma al maestro y corre ―Emiya miró de reojo como ORT volvió a levantar aquellos orbes que estaban alrededor del enorme ser.

Emiya apretó los dientes y no supo ¿por qué?, ¿por qué estaba haciendo esto por alguien que iba a morir?

Su cuerpo protegió como pudo a Tamamo, la sangre cayó de las nuevas heridas. Emiya estaba perdido, escuchaba un pitido constante y miró su mano derecha, como las cuchillas forzaban la carne a juntarse, como la carne era reemplazada por el metal.

Como el hierro tomaba control de su cuerpo para poder seguir.

―Corre Tamamo tú… ―Emiya alzó la cabeza y vio en frente, cualquier pensamiento se cortó cuando vio a la mujer de cabello rosado con un enorme agujero en el pecho, la explosión pasó por un hueco, y ORT solo necesitó una fracción para terminar con todo el primer equipo, el equipo que iba a ser el de reconocimiento.

Tamamo extendió la mano en un intento de tocar el rostro de Emiya quien estaba en el suelo pero la luz verde tomó por completo el cuerpo de la mujer y explotó en pedazos de mana y energía antes de volar donde estaba el enemigo final.

Emiya estaba quieto.

Una vez más no pudo hacerlo, ni siquiera poniendo su cuerpo, ni siquiera dándolo todo. El mundo se puso rojo para el hombre, gritó a su maestro que corra, ganaría tiempo, era lo único que podía hacer después de todo.

Las espadas salieron de su cuerpo maltrecho, las lesiones dejaron de sangrar pero la sangre pasó a ser cuchillas, cuchillas que unían la poca carne que estaba bien para poder dejar al hombre seguir de pie.

Su brazo derecho no era nada más que un cumulo de espadas apiladas conectado a una mano que estaba apretando con fuerza la hoja de su espada. Emiya gritó, gritó su haría una vez que vio como su maestro se iba del campo de batalla.

Su mundo se creó y miró a la criatura frente a él. Alzó su mano y mando a volar tantas espadas como pudo, tantas armas como su cuerpo podía darlo, todo estalló, el desierto con los engranajes en perpetuo movimiento ahora estaban brillando ante la lluvia de proyectiles que no dejaban de detonar contra aquel enemigo.

Ella no volvería.

Incluso si era querían invocarla.

Ya no volvería.

Un grito más fuerte salió de Emiya alzando su fuerza al auge, al todo de su capacidad, cada espada a su disposición, cada noble phantasm que podía usar, lo usó contra aquella figura que se paró imponente ante él. Lo que estaba haciendo Emiya no era lo racional, él debió correr y llevarse a su maestro con él, asegurar una futura batalla.

¿Por qué se quedó a pelear a sabiendas que iba a morir?

Ella fue borrada.

El mundo flaqueó cuando espadas del tamaño de montañas cayeron, todo el mana que podía sacar de Chaldea ahora lo estaba empleando, pero el limitante como siempre fue y será su cuerpo, Emiya lo sintió, su cuerpo fragmentarse, no podía usar tanto mana como lo estaba haciendo ahora, no podía drenar tanto como lo estaba haciendo y por sobre todo…

No podía perdonar a aquella cosa.

¿Por qué él había decidido creer que era buena idea esto?

Sangre cayó de la boca, ojos y orejas de Emiya cuando su mundo se derrumbó y se postró de rodillas ante la figura indemne de ORT, hizo algo de daño, podía verlo por las ligeras cortaduras, pero… ese había sido su todo, todo lo que podía ofrecer, ¿y aún así no pudo hacer nada?

Patético.

Siempre había sido eso, Emiya sonrió cuando vio el brillo en ORT, el verde llamó a su alrededor cuando las explosiones salieron a su lado.

¿Quizá por fin podría morir de una vez?

¿Por qué estaba luchando?

Libertad.

Si ORT lo consumía, ¿no se liberaría él de todo lo que había pasado?

No hubo descanso cuando su cuerpo quedó sin fuerzas en el suelo, las piernas se habían ido y su brazo derecho ahora estaba cayendo, el metal que suplantó la carne se derritió dando paso a las heridas y el daño.

Muerte.

Emiya miró por última vez su mano izquierda, como su cuerpo pasaba a fragmentos verdes antes de sonreír.

Quiso reír.

¿No era patético?, aquella pregunta llegó en Emiya.

Incluso cuando intentó defender a la única persona que lo vio como un humano, solo pudo convertirse en esto… un mar de sangre y metal en el suelo que estaba desapareciendo. Quería que todo terminase.

Quería volver.

Miró el reloj que le había regalado Tamamo en el suelo ante él, intentó extender su mano derecha, la más próxima, pero el metal que recubría el brazo pereció haciendo que no pudiera tenerlo en sus dedos.

Una vez más.

Muerte y en agonía, pero Emiya no lo comprendió en absoluto, ¿por qué dolió esta vez de entre todas?

Había vivido para morir y muerto para volver a morir de manera infinita, pero por primera vez, sintió como si algo se le fue arrebatado.

¿Qué fue ese pequeño sentimiento de culpa?, intentó todo lo que pudo, intentó proteger a Tamamo, ella estaba viva, ella…

Usó su mano izquierda como palanca y se puso de rodillas, su mano izquierda era lo único que le quedaba, miró a ORT, indemne ahora de todo daño, su cuerpo enorme y la mirada fija de la criatura en él.

Esa cosa había absorbido a los servant que cayeron, Chaldea ya no podría volver a traerlos, ellos mismos ya no podrían volver.

Una espada se proyectó en su mano izquierda y la apuntó a ORT, incluso en su estado, sin poder moverse y sin siquiera poder sostener por más tiempo su cuerpo con magia, vio el brazo del gigante moverse.

Un grito fue dado mientras que Emiya alzaba la espada y esperaba el impacto de la criatura, no llegó el impacto, antes de que pudiera ser destruido estalló en energía verde, su ser iba a ser tomado por ORT, solo la cabeza y un ojo de Emiya quedaron que se desintegraban lentamente.

Está bien.

No habló en voz alta, no dijo nada porque su cuerpo ahora solo era un fragmento de lo que fue, simplemente aceptó el ir y morir, si esto era eterno.

Al menos le gustaría estar al lado de aquella mujer que lo trató como un humano y no como una espada, fue raro para Emiya, tanto tiempo vivo, pensando en superar la soledad.

¿Y esa zorra enérgica viene para hacerle ver que la vida aún puede ser vivida?

Fue estúpido desde un principio creer que algo así podría pasar.

Cerró su ojo y dejó que su ser sea consumido por ORT, quien terminó de bajar el brazo y consumir cada fragmento del servant Emiya.

La anhelada salvación.

La anhelada muerte.

Calor.

Emiya abrió los ojos y se vio a sí mismo una vez más en su desierto, no, en su infierno personal, estaba parado ahí sin más.

― ¿Chaldea? ―la pregunta fue dada como si esperase alguna respuesta.

No hubo ninguna.

Nadie respondió.

Silencio.

―… ―Emiya caminó por horas, mirando las espadas, las hojas infinitas que estaban por todos lados.

Estaba de vuelta.

¿Fue solo un sueño?

Extendió su mano e intentó hacerlo, conocía cada parte, cada mecanismo y como funcionaba, había desarmado decenas de veces ese reloj antes de la última pelea.

Aquel reloj apareció en su mano, un reloj de bolsillo que al abrir mostraba la hora y los engranajes girar, pero ahí estaba.

La sonrisa de Emiya creció cuando se sentó en una roca en medio del desierto que era su infierno personal.

Miró la hora detenida en el mismo punto, pero con los engranajes girando.

No hubo tiempo, no hubo hora o lugar.

No había un humano.

Aquel reloj, el paso del tiempo lo había pensado como su medidor, como su calmante, como un recuerdo de que alguien lo llamó humano y querido.

Emiya pensó en eso antes de mirar el cielo naranja lleno de engranajes en movimiento perpetuo.

―Al menos una vez… ―Emiya comentó casi sin ganas apretando el reloj con fuerza―, al menos una vez tuve que decirle que fue una buena esposa…

Silencio.

No había nadie.

Espadas puestas que parecían reírse de la desgracia del usurpador una vez más.

Emiya alzó las manos y las llevó a su rostro, el reloj colgando de la cadena estaba ahí, sin cambiar la hora, pero moviendo los engranajes.

Casi un recuerdo de que perdió el tiempo, que perdió la oportunidad.

Que a pesar de haber tenido todo el tiempo del mundo para decir aquello a la mujer que profesaba su amor por él una y otra vez, no lo hizo.

Se quedó sin tiempo y sin la posibilidad de decirle un "te amo" de igual manera, llamarla de forma cariñosa o querida.

Debió ser más condescendiente, más burlón, jugar más con ella antes de esto, porque al final… el humano que había intentado regresar solo fue sumergido al fuego una vez más.

Emiya no cambió, el mundo tampoco.

Nada lo hizo.

Lo único que cambió fue la oportunidad que tuvo de hablar con alguien, de decir algo más allá de una burla o una palabra vacía.

―Lo siento… ―Emiya susurró para sí. Quería decírselo, pero se negó, no confió, no lo creyó, ¿por qué ahora en la falta de aquel tacto es que recién entendía lo buena que había sido ella?

Emiya lo sabía desde minuto uno, no se merecía a alguien como Tamamo, incluso cuando ella comenzó todo por un capricho y el egoísmo.

El sentimiento que le enseñó, que de verdad existe el amor sin condición, esa única enseñanza ahora era la que quería olvidar.

Porque sin ella.

Solo quedaba una espada sin tiempo, un reloj que no cambiaba y engranajes que se burlaban porque eran él, aquellas ruedas que giraban en lo alto y el reloj siempre fueron él.

Un simple peón, un simple engranaje en el sistema, y el mayor indicativo.

De que era y será una máquina.

¿Amar?

Debió pensarlo, debió suponerlo.

Él no podía acceder a eso, no tenía derecho, no podía tener algo tan hermoso como el afecto de alguien.

Solo deseó olvidar, pero la tortura que le daba la inmortalidad era una broma cruel.

Matar para salvar. Incluso Tamamo había dicho que aceptaba su idea, que por más corrupta que sea, esta era con la mejor intención.

Lo llamó héroe cuando todos lo llamaban asesino.

Para Tamamo Emiya era un héroe y un esposo perfecto en sus términos.

Y para Emiya Tamamo había logrado lo que quería, ella realmente fue una esposa perfecta, le hubiera encantado pasar la eternidad con ella, pero había algo que no entendía Emiya, si realmente estaba bien sentir algo, poseer sentimientos, ¿por qué solo dolor?, ¿por qué solo pérdida?

¿Por qué Tamamo no estaba allí para abrazarlo?, le gustó cuando lo hacía, era cálido, pero no como aquel sol marchito en aquel atardecer inamovible que era su mundo.

Tamamo siempre decía que una buena esposa nunca dejaría a su esposo solo, entonces…

¿Por qué al final se quedó solo una vez más?

¿Dónde estaba?

¿Por qué le mostró lo que era sentir cuando se iba a ir en el momento en que realmente empezó a desear algo propio?

Solo quiso ser egoísta una sola vez y quedarse con aquella mujer.

Pero incluso si no fue a voluntad, se había quedado solo.

Tonto.

Emiya se llamó a sí mismo tonto, si hubiera dicho al menos una vez que la quería…

Emiya miró el suelo y sus manos, Alaya estaba llamando.

Una misión.

Ah… incluso ahora.

No hubo descanso.

Bueno, este es mi regalo por san Valentín, espero que la historia haya sido entretenida, me gustó bastante Tamamo, pero no sé si la plasmé de forma correcta, tuvo poco tiempo porque este 10 fue mí último examen de la universidad y créanme el alivio que fue pasar fue enorme.

Y como saben, 4 días para armar una historia desde 0 no es lo mejor, pero aquí está, el one-shot del mes que fue votado en discord.

Por cierto, habrá un concurso de one-shots en el discord, el ganador podrá elegir entre algunos premios.

Los premios son los siguientes.

1- Elegir un tema para que escriba un one-shot, yo escribiré una historia en base al pedido con tal de que sea razonable la propuesta.

2- Elegir las próximas dos actualizaciones de las historias que tengo.

3- Elegir un capítulo más de alguna historia one-shot que tenga ya publicada y finalizada y darle continuidad por un capítulo más.

4- Una recompensa misteriosa, casi sería apostar a que sería algo bueno o malo, depende de lo que sea para uno, quizá les sirva o quizá solo digan "que desperdicio"

En fin, espero que lo hayan disfrutado y las próximas dos actualizaciones serán de "Maldición de la diversión", hay razones para ello.

Hice una encuesta cual querían que actualice primero para el 25 y dije que si llegaba antes del 10 a los 200 votos la historia que subiría capítulo el 20, entonces será dos veces esta historia.

Gracias por su apoyo y espero que disfruten la historia, y si quieren culpar a alguien de este final, bueno, digamos que cuando dicen una propuesta de one-shot, sean más específicos.

Rey de picas fuera.