III
Hacía frío, para ella no importaban los cuerpos compactados en un mismo círculo ni el fuego de las antorchas, mucho menos la pesada túnica que vestía, no lograba percibir o generar suficiente calor. La única parte que se mantenía cálida y familiar era la mano a la que se aferraba. Andrew miraba al frente, atento a la celebración demoniaca pero su agarre era fuerte como si temiera que en cualquier momento pudieran intentar separarlos. La sensación le recordó al pasado, cuando de niños se desplazaban por la calle tomados de la mano de esta misma forma, sólo que la mano de Andrew se había vuelto masculina, sus dedos largos y más fuertes, contrastando con su propia mano escuálida y pequeña. ¿En qué momento fue que empezaron a cambiar tanto? Ashley raras veces llegaba a sentirse melancólica, tan enfocada en alejar a todos los ladrones de su hermano. Ella jamás había descansado, así que nunca tuvo tiempo de ver más allá de su querida posesión. ¿Quién dijo que los enfermos como ella no eran capaces de amar? Estaba convencida de que amaba a Andrew, a su retorcida manera. Sólo que como cualquier amor había evolucionado, se había convertido en algo tan grande que su vida no tendría sentido sin él a su lado.
Nadie valía tanto como Andrew, ni siquiera la humanidad entera.
Un fuerte apretón la incitó prestar atención al estado general de su hermano nuevamente, notando que éste se sostenía la frente y se doblaba como si sintiera mucho dolor mientras las conjuraciones de Six Eyes continuaban de forma ininterrumpida. Cuando el aspecto de Andrew había empeorado la primera vez que el demonio lo poseyó, también había sucedido durante los rezos en latín, así que Ashley no tardó en suponer que estaba relacionado. Todos podían decir que su cabeza era hueca y que no tomaba en cuenta nada importante, pero cuando se trataba de Andrew ella no perdía detalle de lo que podría aquejarle, ya no, no desde que entendió que le correspondía participar si quería que su relación funcione siempre.
Tiró de la mano de Andrew y lo guío fuera del círculo, tomándose la libertad de inclusive insultar a los cultistas que no le concedían espacio para pasar. Atrajo miradas extrañadas y otras indiferentes pero al final consiguió sacar a su hermano de la aglomeración sin perder de vista a los hombres cuyas túnicas lucían un color rojo más similar a la sangre, después de todo eran ellos los encargados de vigilar que nadie se fugara en plena invocación, de lo contrario la armonía establecida podría romperse y nadie estaba dispuesto a intentarlo dos veces.
—Andrew, dime qué sientes —exigió saber con toda la tranquilidad que fue capaz de reunir en ese momento, sin soltarlo y usando su mano libre para levantar su rostro e inspeccionarlo, comenzando a frotarle el cabello por debajo de la capa.
—Mi cabeza… duele… todo da vueltas —jadeó cubriéndose los ojos—. Los escucho… ellos...
— ¿Qué dicen?
—Gritos… todos al mismo tiempo. No puedo…
— ¡Haz un esfuerzo, Andrew! ¿¡Qué dicen!? —Pero antes de que Andrew pudiera darle una respuesta, dos cultistas de alto rango se detuvieron frente a ellos, lo cual logró irritar a la hermana menor, quien les dedicó una mirada feroz en cuanto estos mencionaron que ya era hora de que ella hiciera su trabajo—. Lo haré, pero esta vez me llevaré a mi hermano.
—No puede hacer eso, señorita. Romperá el flujo natural del ritual.
—Yo soy la Virgen Oscura, yo decido cuál es el maldito flujo que se debe seguir —espetó.
Y sin esperar respuesta comenzó andar hacia el escenario de piedra sin soltar a su hermano, el cual no dejaba de gemir con dolor. Ashley no estaba segura de que su voz le estuviera llegando pero aun así trató de consolarle, diciéndole que aquello terminaría pronto, que sin importar lo que pasara, ellos estarían bien y se irían juntos abandonando los cadáveres de todos aquellos bastardos que los habían obligado a todo eso. Serían nuevamente sólo ellos dos como debía ser, sólo tenía que resistir un poco más. Andrew no respondió pero apretó su mano y Ashley decidió que por el momento eso le bastaba como contestación. Cuando estuvo delante de los fieles no se separó de él y usó su único brazo disponible para llamar a Lord of Unknown.
El entorno comenzó a cambiar al son de su voz. El viento sopló con fuerza, arrancando hojas secas de las copas de los árboles del alrededor, volviendo espeso el oxígeno que apenas podía respirarse. El fuego de las antorchas crepitó y entonces un manto negro cubrió la zona por completo, impidiendo la entrada a cualquier sonido externo a los espacios con pentagramas. Sin embargo, la imagen del demonio al que se había llamado no se manifestó, sino que de los orificios de cada cabeza decapitada empezaron a ser expulsadas espesas masas de almas que se lamentaban de maneras desgarradoras, logrando conmocionar a todo presente en el estrado demoniaco. Estas bailotearon por todo el lugar, encerrando a todos los presentes en un ovalo perfecto, mismo que les impidió escapar. Tal parecía que ni siquiera a los pastores negros les habían valido sus armas de fuego de gran calibre que habían usado para disparar a las almas en su intento por salir ilesos del desastre. Todos estaban indefensos frente al poder infernal.
— ¿¡Qué carajo pasa!? —cuestionó Ashley confundida, pero lo que verdaderamente destrozó todo su entendimiento fue sentir a su hermano halarla para enseguida capturarla contra su cuerpo, inmovilizándola del cuello con ayuda de su cuchillo—. ¿¡Andrew!?
—Te tengo, Alma de Alquitrán —dijo Andrew con el rostro deformado en una expresión aterradora. Sus ojos turquesas parecían brillar con luz propia y sus dientes se habían afilado como los de una bestia. La posesión había vuelto a concretarse.
—No… —Con el miedo impreso en su mirada, Ashley se agitó, sólo para darse cuenta que un extraño magma carmesí le impedía luchar contra su hermano—. ¡Andrew! ¡No puedes dejar que te domine tan fácil! ¡Ente maligno o no! ¡Me prometiste que buscarías la manera de resistirte!
— ¡Es tal y como señalan las siniestras escrituras! —La voz de Six Eyes atrajo la atención de Ashley, haciéndola testigo del gozo absoluto que aquel hombre no se impedía demostrar con los brazos extendidos como si estuviera presenciando un milagro—. ¡Dos almas negras, manchadas con el pecado de una vida oscura, han de enfrentarse en un duelo a muerte para decidir quién heredará los secretos del reino de nuestro señor y se convertirá en la vasija de su poder! ¡Entonces traer su orden a la tierra! ¡Donde me convertiré en su mano derecha!
— ¡Vete a la mierda, anciano decrepito! ¡Vaya adorador sin cerebro resultaste! ¡Peor que un villano genérico!
Andrew reajustó el filo del cuchillo para impedir que se moviera demasiado, aprovechando el horror de la menor de los Graves para dedicarle una mirada tenebrosa al hombre que presenciaba la escena, y que –Ashley notó– era el único que no estaba siendo amenazado por los espectros de rostros angustiados que habían invadido la zona.
—Cumpliste tu parte del trato, humano con alma carbonizada. Aunque nuestro superior ha decidido no presentarse, tendremos en cuenta tu petición si tu llamada "profecía" logra cumplirse en mi presencia —habló el demonio a través de los labios de Andrew.
— ¿Qué petición? —exigió saber Ashley, reclamándole al demonio sin restricción—. ¡No se supone que puedan comunicarse con nadie sin ayuda de mi amuleto! ¡Eso fue lo que dijiste!
—Sobre eso… —El líder del culto le mostró a la joven Graves la brillante baratija, motivo por el cual se revisó los bolsillos comprobando que no la tenía en su poder, comprendiendo que ese hombre debió quitársela cuando la retuvo en el último ritual, suceso que la hizo tensar la quijada con furia, pues había estado segura que lo tenía con ella todo este tiempo. Su indiferencia sobre las cosas le estaba cobrando caro—. Un objeto de este tipo no debería poder funcionar con nadie más que su portador original, podríamos decir que tuve suerte o en realidad los demonios ya tenían otros planes para ti y tu protector.
— ¡Bastardo hijo de puta! ¡Te voy a descuartizar y alimentaré a los huérfanos con tus restos! —Cuando parecía que Ashley había logrado librarse de la parálisis causada por el magma, el filo del cuchillo de Andrew alcanzó la piel de su garganta, haciéndole un pequeño corte que hizo brotar varias gotas de sangre que la obligaron retornar a su postura inicial.
—Me temo que eso tendrá que esperar, señorita. ¿Acaso no tiene un asunto urgente que atender? —dijo Six Eyes mientras guardaba de nuevo el amuleto robado en el bolsillo de su túnica—. ¿No es emocionante pensar que quien te ha cuidado toda la vida pueda volverse en tu contra de un momento a otro? Las relaciones son así de frágiles, basta un pequeño error para que todo se convierta en una tortura hasta volverse en nada.
—A-Andrew… tú no me harías esto. Lo prometiste, prometiste que nos protegerías a ambos. Andrew… —Pesadas lágrimas brotaron de los fucsias ojos de Ashley en su intento por traer de regreso la consciencia de su hermano—. Andrew, por favor… respóndeme…
—No, Leyley. Estoy harto de ti. Tus palabras no significan una mierda.
Ashley sintió que su sangre se helaba al escuchar tal cosa proviniendo de los labios de Andrew, creyendo visualizar alguna clase de escena alterna en su cabeza donde huía desesperadamente del ataque a traición de su adorado hermano, y que sin importar cuanto suplicara o prometiera mejorar, él no la escuchaba, estando en su poder la elección de defenderse asesinándolo o permitirse liberarlo con su propia muerte. No sabía si estas imágenes eran producto de aquel espacio infernal mezclado con su realidad, pero le alentó para golpear el rostro de Andrew con la nuca, hiriéndole la nariz y liberándose, desenfundando la pistola con cuyo cañón apuntó a su hermano todavía poseído, el cual le dedicó una sonrisa engreída.
—No entiendo los motivos por los que harían algo como esto y, ¿saben qué? Poco me importa. Pero no voy a simplemente dejarme asesinar ni mucho menos matar a Andrew sólo porque ustedes lo piden. ¿No lo he dicho muchas veces ya? Si no lo han entendido, permítanme recordárselos. Andrew me pertenece, ¡su alma es mía! —decía con una sonrisa enloquecida, haciendo que la mirada del demonio a través de los ojos de Andrew se fascinara—. Y si yo quiero matarlo, será cuando a mí se me antoje, ¿¡escucharon!? Si quieren chupar las almas de la humanidad entera, por mi perfecto. Sólo Andrew está fuera del bufet y voy a recuperarlo. ¿Quieren un espectáculo? Con gusto se los daré.
Dicho esto Ashley disparó al líder de culto, quien aunque intentó evadirlo terminó recibiendo dos balas directo en cada pierna, imposibilitándole escapar y enviando un desgarrador grito de dolor a la atmosfera. Ashley se dio la vuelta hacia la multitud y saltó hacia ellos disparando sin razón alguna. Los cultistas trataron de huir pero los disparos de la joven Graves eran rápidos, cuando se le acababan las balas se apresuraba en cargar para de nuevo vaciarlo, decidida a gastarse todas sus municiones en un improvisado genocidio. Desde el escenario de piedra Andrew observó la masacre, disfrutando el que Ashley procediera a darle uso a las antorchas y lanzas con cabezas cuando terminó con el plomo. ¿Qué sentido tenía hacer todo aquello? No tenía ni la menor idea, su hermana estaba loca y mucho de lo que hacía carecía de lógica pero así la amaba, de hecho le estaba excitando mucho verla asesinar sin medida con la ayuda de un poder –aparentemente– sobrehumano otorgado por aquel espacio, ya que ni siquiera podían hacerle frente los mastodontes que al principio les aterraba enfrentar por su tamaño.
— ¿Es esto lo que has elegido, Alma Podrida? —habló la voz del demonio a sus espaldas, de vuelta a la forma esférica que ya habían conocido en el pasado.
—Después de todo esto les beneficiaría más a ustedes, ¿no? —obvió Andrew alzándose de hombros—. No estoy pidiendo a cambio nada más, sólo que nos permitan huir de aquí para que tú y tus amigos puedan tomar todas las almas de esta ciudad gracias al círculo de sangre que la rodea. Ni Ashley ni yo hemos necesitado nada más que un poco de tranquilidad, y creo que si todos aquí desaparecen podremos comenzar una nueva vida lejos sin temor a las autoridades que puedan estar siguiendo nuestro rastro. También ustedes podrán coleccionar almas todo lo que quieran una larga temporada, comerlas, o lo que sea que hagan con ellas.
—Bien, sin duda una propuesta difícil de rechazar, no cabe duda que eres un humano muy interesante. Ha sido un placer hacer negocios contigo. Dale mis felicitaciones a Alma de Alquitrán.
—No creo que lo haga —refunfuñó Andrew sonrojado mientras se rascaba la nuca y devolvía la vista al desastre de cuerpos y sangre que su hermana estaba ocasionando, decidiéndose a detenerla. Pero primero se aproximó al líder de culto que todavía lloriqueaba en el suelo por sus heridas abiertas, deteniéndose delante de él exhibiendo con desfachatez su cuchillo, cosa que lo asustó—. Y tú… —La expresión de Andrew se tornó oscura—. ¿Qué era eso de hacernos pelear a Ashley y a mí por un puesto que ni siquiera existe?
—P-Por favor, yo sólo te estaba dando la opción de ser libre… he visto la manera como ella te trata… no puedes decir que no estás interesado en deshacerte de un fastidio de mujer como esa.
—Lo que yo quiera hacer o no con mi hermana no te incumbe ni a ti ni a nadie. —Andrew se inclinó hacia el viejo, peinando su barba con el filo de su cuchillo y cortando casi de forma casual algunos pelos con el movimiento—. Nunca me ha gustado que terceros se metan en mi vida personal, sobre todo al tratarse de Ashley. —El líder de culto permaneció cauteloso frente a la amenaza que el arma blanca de Andrew representaba, así que no pudo negarse a que recuperara de sus bolsillos el amuleto robado—. Me quedaré con esto.
Andrew se levantó decidido apartarse del cultista herido, sin esperar que este terminaría despotricando contra él una vez se sintió fuera de peligro.
— ¡No entiendo por qué querrías aferrarte a una lunática que sólo te ve como un juguete! Tú mejor que nadie debe saber la clase de enferma que es. Te estoy ofreciendo protección y también que seas libre de la carga de tu hermana. ¿Acaso no sería sencillo para ti darle muerte? Apuesto a que incluso estaría feliz de que fueras tú quien la matara. ¿No sería ese un final perfecto?
—No creo que estés en posición de señalar con un dedo a los enfermos —dijo Andrew después de un suspiro que más se asemejaba a un gruñido—. Siento hacerte sentir rechazado pero ahora mismo poseo ambiciones mucho más grandes que matarla.
— ¿Qué? ¿Cuáles? ¿Qué puede ser más importante que ser libre?
— ¿No es obvio? —se burló Andrew girándose para hacerle ver la sonrisa engreída dibujada en su cara—. Cogerla. —La expresión de Six Eyes pasó de la consternación a convertirse en un poema cómico que lo dejó sin palabras frente a tan inesperada declaración. Andrew se permitió reír para sí mismo entonces, como si un peso inmenso se le hubiese quitado de encima—. Ah, qué bien se siente decirlo en voz alta. Ser el personaje serio con un severo dilema moral ya se estaba volviendo cansado.
—Espera… ¿no son hermanos biológicos?
— ¿Si? ¿Y?
— ¡Eso es asqueroso!
— ¿Te atreves a decirlo tú? ¿El mismo que mandó matar montones de gente para llevar a cabo un ritual demoniaco? Lo siento pero no te queda el papel de moralista en este punto. Y perdón pero no puedo quedarme a conversar contigo más tiempo, tengo una hermanita fuera de control de quien hacerme cargo.
Ignorando olímpicamente los alaridos del cultista mayor que insistía en obtener su colaboración, Andrew bajó de las gradas para buscar a su hermana con la vista, encontrándola arrodillaba sobre el torso de una mujer a quien golpeaba en la cabeza repetidas veces con una roca filosa. Su rostro ya estaba destrozado y era más que obvio que la cultista ya no respiraba pero Ashley era incapaz de parar. Andrew se acercó a ella dándose cuenta que incluso estaba sonriendo, empapada en sangre de pies a cabeza tras su ardua labor, pues ni siquiera portaba su capa (debió haberle estorbado en algún punto), sólo le quedaban sus ajustadas ropas negras. Andrew se mordió los labios mientras terminaba su escaneo.
—Ashley, ¿no crees que ya es suficiente?
Como si hubiese presionado el botón que controlaba el reinicio en la mente de su hermana, Ashley se detuvo de forma abrupta, pareciendo decidir qué era o no real antes de girar la cabeza en su dirección con ojos bien abiertos. Andrew sonrió con tranquilidad, esperando pacientemente a que su hermana menor registrara lo que estaba sucediendo, listo para acuclillarse delante de ella y apartarle el cabello de la cara, capturando su barbilla con los dedos justo después.
—Andrew…
— ¿Se puede saber por qué estás haciendo esto, perra demente?
—…No lo sé.
— ¿No?
—Pensé que esto serviría para demostrarle al demonio y a ese anciano que no obedecía sus órdenes pero… pero luego… —Una sonrisa trastornada se dibujó en el rostro de Ashley—, luego me perdí tanto en ello que… olvidé por completo la razón.
—Ya veo —asintió Andrew con una sonrisa enternecida, no dejando de acariciar el rostro de su hermana con ambas manos.
—… ¿Y tú? ¿Cómo te libraste del demonio?
—Tuve una extensa y tediosa charla con él en un mundo entre el nuestro y el de los demonios. Creo que era ese que me contaste algún tiempo atrás, el de los caminos con pétalos de flores rojas y abismos infinitos. Me contó del acuerdo que tuvo con Six Eyes gracias a tu amuleto, también sus intenciones de obtener nuestras almas para su rey aunque después de su breve visita a mi cuerpo ya no parecía tan interesado, así que le ofrecí un mejor trato a cambio de dejarnos ir. Por eso será mejor que nos vayamos ahora, la cena demoniaca está a punto de empezar.
Andrew ayudó a Ashley levantarse del suelo, tomándola de la mano para guiarla a través de un camino que las almas con rostros tormentosos que aún merodeaban les abrieron, no sin antes cubrirla con su capa limpia, encontrándose con una carretera solitaria que iba más allá de la ubicación en la que originalmente estaban. Los hermanos observaron sorprendidos cómo el portal que acababan de cruzar se cerraba, dejándoles vislumbrar una incandescente luz rojiza cubriendo toda la ciudad, permitiendo que una serie de manifestaciones aterradoras se delataran momentos previos a la imponente presencia de Lord of Unknown, quien pareció rugir a la par de los gritos que la ciudadanía expulsó a los cuatro vientos ante tremenda aparición. Por un breve instante, Andrew se preguntó si Six Eyes estaría conforme de ser devorado por el demonio a quien toda su vida le rindió culto y su absoluta devoción; pero bueno, no era algo que le interesara saber la respuesta.
—Misión cumplida, supongo —comentó Ashley—. Volvemos al punto de partida otra vez.
—Así es —respondió Andrew admirando el espectáculo.
— ¿Tienes un plan a seguir?
—Necesito pensar.
—Apuesto a que te gustaría tener una cajetilla de cigarros en tu poder ahora mismo —se burló Ashley señalándolo con un dedo, pinchándole la nariz con descaro. Pero contrario a molestarse, Andrew dibujó una sonrisa maliciosa en su cara.
—Tengo algo mejor que eso.
Y sin previo aviso sujetó a su hermana de modo que sus cuerpos quedaron pegados antes de concluir su cometido, robándole un hambriento beso de sus labios ensangrentados. Siendo tomada desprevenida Ashley apenas acertó a quedarse congelada, tardándose un tiempo para relajarse y corresponder como era debido al asalto de su hermano mayor. Andrew prácticamente estaba devorándole la boca como hubiese deseado hacerlo desde hace demasiado tiempo, así que la respiración de ambos se había alterado en su totalidad cuando se separaron, y a pesar de ello conservaron una nula distancia que les obligó compartir más de sus cálidos y temblorosos alientos.
—Eso fue… —Ashley se esforzó en hablar—, nada propio de ti.
— ¿No te gustó?
—Me encantó —admitió ella al instante, así que Andrew se rió suavemente—. Pero, ¿estás bien con esto? ¿Conmigo?
—Ashley, puedo asegurarte que he luchado una eternidad para armarme de valor y hacer algo así.
— ¿En serio?
—Aunque también he de admitir que me he estado reprimiendo como no tienes idea. Lo dijiste antes, ¿no? Tenías razón, soy un jodido incestuoso. Quiero hacerle toda clase de cosas enfermas a mi enferma hermana pequeña, en especial estas. —Las manos de Andrew viajaron al trasero de Ashley donde presionaron sin reparo, arrancándole un gemido embriagador que terminó excitándolo más a él si tal era posible—. ¿Me concederías esa libertad, amada?
—Wow, tranquilo. No olvides que todavía soy virgen.
— ¿No decías antes que podías tomarlo? —Andrew mordió su cuello, importándole poco el sabor metálico de la sangre que comenzaba a secarse en la piel de su hermana, y con intenciones fervientes de cortarle la carne.
—P-Puedo pero… ¿a-aquí?
—Es verdad, aunque me encantaría gritarle al mundo mi asqueroso y jodido amor por ti, optaré por esperar a que estemos en un lugar privado. Me enferma pensar que alguien más pueda verte como sólo yo debo tener permitido a partir de ahora.
—Que atrevido te estás volviendo —bufó Ashley fingiendo estar ofendida—. Nada de lo que yo esperaría para mi primera cita romántica. A diferencia de ti, Andy era un niño bueno.
—Andy era un marica —declaró Andrew casi automáticamente y con marcada indiferencia ya que por primera vez la mención de su yo del pasado no lo molestó.
—Sí que lo era —apoyó Ashley soltando una fuerte carcajada para acompañar la sonrisa satisfecha de su hermano mayor—. Entonces, ¿tomamos todo el oro de las donaciones y nos fugamos?
—Dejamos la boda y los invitados atrás.
—No necesitamos una gran celebración de todas maneras, mientras nos tengamos el uno al otro como siempre ha sido y debió ser. Aunque… pensándolo bien, hace falta un anillo.
—Permíteme entonces.
Andrew tomó la mano de Ashley con extrema delicadeza, incitándola extender el dedo correspondiente antes de acercar sus labios, no dándole tiempo a negarse cuando le clavó los dientes directo en la carne, haciéndola quejarse y retorcerse pero Andrew incluso tuvo la osadía le impedirle defenderse sujetando su otra mano hasta que ella se resignó y lo dejó terminar su obra: la marca de un mordisco profundo en la piel que seguramente se pintaría de negro dentro de un rato más. Ashley admiró dichos mordiscos en conjunto después de haberle lanzado una mirada asesina al autor. Entonces volvió a sonreír con malicia.
— ¿No es un anillo muy barato? —se burló—. ¡Duele como el infierno, maldito loco!
—Te compraré uno en forma cuando nos hayamos vuelto a instalar.
—En ese caso, es mi turno. —Ashley imitó las acciones de su hermano con mucha más brutalidad, como si quisiera desprenderle la piel del hueso, aun así Andrew no retrocedió y en cambio se entretuvo jugando con el cabello de su hermana, siseando de vez en debido al dolor que le aquejaba—. ¡Listo! —celebró ella y Andrew se lamió las marcas sin apartar la mirada del bello rostro femenino de su acompañante—. ¿Qué? ¿Fui muy dura?
—De hecho, si, hiciste que me pusiera duro.
— ¡Andrew! —le reprendió pero no dejó de reír durante un rato.
—Vámonos, amada. Tenemos que encontrar una posada o algo dónde dormir, y mejor que lo hagamos cuanto antes ya que andamos a pie.
La hermana menor no tardó en estar de acuerdo, así que caminaron tomados de la mano por la orilla de la carretera las siguientes dos horas mientras los gritos de horror lejanos adornaban su caminata y los vestigios de su intervención en el desastre a sus espaldas quedaba olvidada entre conversaciones banales y coqueteos poco disimulados. Debido a que conocían los afueras de la ciudad gracias a sus paseos improvisados, no tardaron en encontrar un humilde edificio que siempre tenía cuartos disponibles para rentar. Ashley se había limpiado la sangre que había empapado su cara lo mejor posible para evitar sospechas, sin acercarse demasiado al recibidor hasta que Andrew tuvo la llave en su poder.
Una vez cómodos en la privacidad, Ashley se decidió por tomar un baño para quitarse toda la sangre restante mientras Andrew esperaba su turno inspeccionando el entorno para asegurarse que no hubiera nada sospechoso a pesar de que sólo se quedarían esa noche.
Con su hermana fuera de escena, Andrew se perdió en sus pensamientos. No había conseguido librarse del demonio como originalmente tenía planeado, la prueba estaba en el amuleto que reposaba en la mesa de noche y que había tomado por mandatos del mismo. Consiguió convencerlo de que el alma de Ashley le seviría más en su mundo, y ella misma lo habia demostrado con la masacre, asi que estaban relativamente a salvo. Se miró la palma donde antes había un lunar, percatándose que había desaparecido pero dudaba fuera esto una señal positiva; nada le aseguraba que el demonio no hubiera abandonado una diferente marca en su cuerpo donde no sería capaz de notarlo. Sin embargo, siempre era conveniente mantener a los enemigos a la vista para estudiarlos y en un momento clave erradicarlos por completo, sólo debía ser paciente; encontraría la manera de deshacerse de ellos sin riesgos.
—Entonces, ¿cero rituales por un tiempo? —inquirió Ashley saliendo del baño con una bata corta cubriendo su cuerpo mientras se secaba el cabello con una toalla. Andrew no pudo apartar la vista.
—El demonio dijo que no necesitaría de nosotros una larga temporada gracias a todas las almas que ofrecimos hoy. Pero no estoy seguro cuánto tiempo sea eso exactamente.
—En mi opinión debería habernos dado el don de la inmortalidad como mínimo.
—Dudo que eso sea algo beneficioso.
—No moriríamos nunca, así que no tendríamos que preocuparnos en alimentarnos o de que nos maten en cualquier momento.
—Se me ocurren muchos motivos para que la inmortalidad a la larga se convierta en un arma de doble filo. Podrían implementar todo tipo de tortura en nuestros cuerpos o usarnos en experimentos.
—Entonces nos acostumbramos al dolor o aprendemos a disfrutarlo y ya está.
— ¿Qué pasa si nos atrapan y nos separan en una prisión de la que no podamos salir?
—No existe la prisión perfecta, Andrew.
—Pero hablando hipotéticamente.
—El tipo que haya dado la orden morirá en algún momento, así podríamos convencer a los demás de que somos personas normales e inocentes, o engañar a sus descendientes. Es obvio que a alguien le carcomerá la consciencia o la curiosidad, podemos aprovecharnos de eso para escapar.
Andrew emitió un sonido pensativo, todavía mirando descaradamente la piel de su hermana que yacía a la vista, la cual después de darse cuenta caminó directo hacia él, lo que hizo que el corazón de Andrew comenzara a martillar contra su pecho de forma desbocada. ¿Realmente iba a suceder? ¿Dejaría que ambos se hundieran en la depravación más de lo que ya estaban? Andrew tragó saliva con dureza, pues comprendía que era demasiado tarde para arrepentimientos y ciertamente no era como si quisiera retrasar lo inevitable. Sin embargo, todo lo que Ashley hizo fue pincharle la frente con el dedo medio mientras sonreía con picardía.
—Puedes hacerme lo que quieras cuando hayas tomado un baño. ¿Qué te parece eso? No iré a ninguna parte. Te esperaré aquí.
Andrew trató inútilmente disimular sus ansias desviando la mirada, después de todo lo delataban sus mejillas enrojecidas y sus manos temblorosas, las cuales sufrían por sostenerla, acercarla hasta que la distancia fuera nula entre los dos. Cuando se levantó fue tan brusco que Ashley se sorprendió de que el beso que depositó en su sien fuera tan dulce antes de marcharse apresuradamente hacia la habitación de la regadera, razón por la que ella tembló, descubriéndose sumamente nerviosa. Empuñó sus manos a la altura de su pecho sin saber qué más hacer.
.
Las luces de la habitación estaban apagadas cuando Andrew emergió del baño, buscó con la vista a su hermana, encontrándola sentada al centro de la cama con la iluminación de una pequeña lámpara lamiendo su total desnudez. Ella parecía distraída pero Andrew no se dejó engañar por la falta de atención que estaba recibiendo, era obvio que Ashley planeaba provocarlo por la forma en que se acariciaba distraídamente a sí misma, lo cual sólo añadió más leña al fuego que había estado oscilando en su interior durante toda la noche. La adrenalina le ofreció el primer impulso para avanzar hasta su hermana, permitiéndose admirarla antes de subirse al colchón con ella, aun sin poder creer que esto de verdad estaba ocurriendo. Sus ojos fucsia al fin se encontraron con los turquesa del hermano mayor y su rostro angelical dibujó una sonrisa pícara pero no menos tímida, después de todo esta era la primera vez que se habían permitido verse sin ropa.
— ¿Vendrás por mi o no? —inquirió Ashley abriéndole con suavidad las piernas como una invitación más que una orden. Andrew se deslizó hacia adentro, aceptando, no perdiéndose el menor detalle de lo que lograba robar de los gestos titubeantes de Ashley—. ¿Serás amable?
—No —declaró con voz ronca besándola de un brusco movimiento, estableciendo un ritmo lento pero aplastante, donde lamió sus labios y añadió mordidas que denotaban absoluto dominio.
—Andrew…
—Te haré mía, Ashley —gruñó—. Vas a gritar y llorar. Sentirás que te estás muriendo pero lo disfrutarás, así me rogarás que siga sin importar cuanto te duela.
—Oh, Andrew. Me asustas —se mofó Ashley, aunque no mentía del todo. Sin embargo la simple idea que sugería su hermano hacía que también fuera emocionante.
Es decir, sucedieron demasiadas cosas en una noche, parecía correcto que ocuparan su tiempo restante en dar rienda suelta a la lujuria. No pudo evitar liberar un suave gemido cuando la lengua y dientes de Andrew comenzaron a recorrer su cuello, sensación que hizo que sus manos saltaran sobre la espalda del otro por reflejo y se enterraran de forma inconsciente contra sus omoplatos, ya que las caricias de su hermano estaban siendo confusas para ella, sobre todo porque de un momento a otro habían dejado de explorar todo su cuerpo con los dedos para detenerse en su entrepierna, frotando los pliegues de su vagina expuesta y su punto de placer.
—Dime —susurró Andrew contra su oído, haciendo que penetrara su aliento caliente. Ashley se sacudió en respuesta; comenzaba hacer mucho calor, uno que se forjaba en su interior y se elevaba a través de sus venas para distribuirse en todas direcciones pero era agradable—. ¿Alguna vez te tocaste pensando en mí?
— ¿Quieres la verdad o sólo te estás divirtiendo a costa mía?
—Está bien si te apena, me da más razones para destrozarte.
—Ya no sé si estás hablando en serio o sólo bromeas. —La risa de Andrew fue su única respuesta a eso, así que fue tomada por sorpresa en el instante que algo irrumpió en su interior, obligándola arquearse, sintiéndose embriagada por la pasión con la que Andrew la estaba manejando—. Oh, maldita sea. ¿Una dama no merece un aviso?
—Tú no, querida hermana.
—Imbécil.
El dedo de Andrew penetró más en su interior para nuevamente volver afuera, implantando un sádico ritmo que animó a Ashley para que atacara a su hermano. Lo llenó de besos con mordiscos que dieron inicio por su pecho para continuar en su clavícula y cuello, deslizando su fina lengua por la oreja de tal modo que arrancó un jadeo sobre estimulado de Andrew, cuya boca no pudo quedarse quieta tampoco, así que volvió a trabajar mordiendo con fuerza los delgados pálidos hombros, tirando de su grueso cabello todavía húmedo y desbordante de aroma cítrico del jabón para inclinar su cabeza, así dejando expuesta su garganta, la cual también lamió desesperadamente mientras acomodaba las caderas de Ashley sobre su regazo, preparándose para lo mejor. Ni siquiera se aseguró de que su hermana estuviera lista para recibirlo, atravesó su lubricado ducto con un par de estocadas, consiguiendo cortos pero numerosos gemidos de placer mezclados con jadeos adoloridos que hicieron a todo su ser arder.
—He querido esto durante mucho tiempo, Ashley. ¿Tienes idea de lo difícil que fue? Teniendo en cuenta que no dejabas de lucirte como si fueras inalcanzable, maldita puta.
—Eso dices, aunque ambos sabemos que pudiste obtenerlo desde antes —se mofó la menor de los Graves con un gesto complacido—. Pero preferiste jugar al hombre de bien tanto, tanto tiempo, querido hermano. Dime, ¿eso te habría hecho tan bien como creías? No estaríamos aquí ahora, ¿sabes? Por eso debes escogerme a mí. Cada maldita vez. Cada que lo sientas…
—Ashley… —gruñó sin aliento.
— ¿S-Sí?
—Voy a moverme, necesito moverme, ¿e-está bien?
—Hazlo… —casi siseó mientras luchaba por seguir los movimientos de su hermano, quien se reconocía incapaz de perderla de vista; el cómo Ashley luchaba por mantener compostura, la manera en que se mordía los labios y los dedos para no hacer un escándalo, no sabiendo de dónde sostenerse para mantener el equilibrio. Andrew adoraba el infierno que se había desatado bajo su piel, comprendiendo que sería la experiencia sexual que más atesoraría en toda su jodida vida.
—Aquí —le instruyó ayudándola a mantenerse unida a él—. Tus manos sobre mí.
—Andrew… siento que… ¡Mierda! —exclamó cuando Andrew impactó contra ella con más fuerza de la ya utilizada, no pudo evitar liberar un par de lágrimas—. ¡Andrew!
La nueva vista removió algo en el interior de Andrew que lo incitó reducir el destructor vaivén, sólo para tener la facilidad de inclinarse sobre ella, abrazarla con dulzura y así susurrarle al oído aquello que por tanto tiempo había permanecido encerrado tras su coraza insensible, ese espacio profundo y podrido dentro de su corazón que había estado alimentando sin darse cuenta desde el momento que hizo un pacto de sangre con ella. Su condena y perdición pero también liberación.
—Te amo, Ashley. —Su hermana tembló entre sus brazos mientras se ajustaba a la nueva posición, arañando su espalda en el proceso—. Y lo haré eternamente porque eres mía, de nadie más, sólo mía, ¿entendiste?
— ¿Hasta que la muerte nos separe?
—Incluso después de veinte metros bajo tierra y cientos de miles en el infierno.
Ashley asintió conmovida, como si volviera a ser esa niña pequeña e indefensa que desde su nacimiento no mereció amor o consuelo, antes de que se decidiera en tomar el destino entre sus manos para reescribirlo y retorcerlo a su antojo, con ayuda de garabatos de crayón barato y la compañía dulce e inocente de su hermano que había madurado al punto de transformarse en algo maravilloso y perverso, el perfecto complemento para ella. Mientras estuvieran juntos el universo entero podía irse a la mierda, pues nunca pretendió fingir que alguna vez le importó más que un carajo.
Fin.
Notas Iniciales: He de decir que estoy satisfecha con el resultado de este trabajo y en especial del final. Normalmente cuando concluyo un fic este me deja un vacío que necesito llenar escribiendo otro pero esta vez estoy tan satisfecha que siento que podría darme un buen descanso aunque no lo haré, jeje. Gracias a todos los que leyeron. ¡Y sobre todo gracias a Nemlei por crear tan magníficos personajes para un juego Visual Novel!
