PASIÓN E INTRIGA: APASIONADOS
PARTE 11
¡Andreeeeeeeeeeé! – Óscar corrió hacia la entrada del establecimiento, pero fue detenida por los soldados que esperaban fuera.
¡Suéltenme! ¡Es una orden! -
¡Comandante! ¡En cualquier momento, caerá la taberna! ¡Tiene que esperar! - Habló el más joven.
¡No! ¡André, está dentro! ¡Andreeeeeeeé! – Óscar peleaba por soltarse.
En medio de esta escena, una sombra que cargaba un bulto más pequeño, salió entre el humo y el calor, era André que llevaba en brazos, al pequeño Antoine. Afortunadamente ambos estaban casi ilesos, sólo afectados por el humo caliente. Detrás de él salió Alain con Lucille en brazos, pero tenía la parte alta del brazo izquierdo de su chaqueta consumida por el fuego. El jefe Soisson había resistido al dolor y sacado a Lucille desmayada por la falta de oxígeno. Apenas salieron, Óscar y los demás cargaron al niño y su madre, uno de los soldados trajo una cubeta de agua y le hecho en el brazo a Soisson que se quejó del dolor, un poco también para Lucille y su hijo que seguían inconscientes.
No había pasado ni un minuto de lo ocurrido, cuando la estructura se desplomó ante la vista atónita de todos. Con dificultad, arrastraron a los heridos e inconscientes alejándolos del polvo y los escombros.
Alain fue conducido rápidamente al hospital militar, junto a Lucille, Antoine y los demás heridos que no regresaban en sí.
En el hospital, el doctor recomendó a André que se quedara dos noches en observación, él se negó rotundamente, estaba ansioso por atrapar a Smith, pero Óscar obligó no sólo a Grandier sino también a Soisson, a permanecer y seguir los cuidados del hospital. Dagout regresaría pronto.
Después de unas cuantas horas, Alain estaba vendado y recostado en una camilla, Óscar y los demás le habían conseguido ropa limpia, Soisson les había pedido expresamente no avisar ni a su madre ni a su hermana de su situación, simplemente quería que no se preocuparan. Dagout había llegado con malas noticias, Joseph Smith había escapado y era intensamente buscado.
Había pasado un tiempo cuando Lucille y Antoine lograron despertar. Juntos llegaron al lugar donde estaba Alain..
Alain..! – Lucille se abalanzó para abrazarlo, con el brazo sano Alain correspondió al instante.
Lucille! Tuve miedo de perderte… te amo… te amo… Perdóname por haberte hecho pasar por esto…. ¡Debí haberme dado cuenta! ¡Debí haber llegado antes! – la abrazó con más fuerza.
Lucille, lloró al escuchar la confesión de amor de Alain, le cogió el rostro con las manos y lo llenó de besos. Sin importarle quien escuchara, le respondió jubilosa
¡Te amo! ¡te amo! Tenía que salvar a Antoine y volver a verte, ¡mi amor! ¡quédate a mi lado! ¡Alain! -
¡Lucille! ¡Es lo que más quiero! ¡Quiero cuidar de ti y de Antoine! ¡te amo! –
¡Gracias por salvarnos la vida! – Antoine fue al otro lado de la cama, para abrazar a Alain, se había empinado para alcanzar y llegar a su brazo vendado…
¡Ven acá! – Alain aguantó el dolor y lo abrazó. Con el otro rodeó a Lucille, los tres sonrieron con los ojos cerrados.
La escena fue tan tierna y conmovedora que Óscar, André y los demás aplaudieron enternecidos, fue un momento muy bello, que quedaría grabado en sus memorias, por siempre…
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La madre de Lucille, llegó para cuidar a su nieto e hija. Alain debía de quedarse por lo menos una semana, pero solo aceptó un par de días. Aun así, Lucille no dejaba de insistirle que se deje atender el tiempo que sea necesario.
Ese mismo día, Óscar había dispuesto que una brigada de soldados dirigidos por Dagout, llegaran al Castillo donde residía la Condesa, para detener a Smith, sin embargo, no fueron localizados. Todos los sirvientes fueron interrogados y se buscó hasta en el último rincón del castillo. A pesar de ello, no había registro de que hubieran salido de París, por lo cual era obvio que habían logrado esconderse. Aparentemente todo estaba esclarecido, ellos contrabandeaban el oro, pero para Óscar había una pregunta que no evitaba hacerse. ¿Porque desaparecieron tan rápido? ¿Es que alguien los esconde?
En medio de todo, y con la venia de Boullié, la comandante envió dos escuadrones a cerrar las fronteras para evitar el escape hacia el extranjero. Pero Arlette de Fourtabant y Joseph Smith, no se acercaron a las fronteras, lo que hizo aumentar la sospecha de que aún había un lote más para recoger. La situación se dificultaba debido a la estricta discreción que debían de tener durante la investigación y los arrestos, ya que se trataba de una noble.
La noche del incendio, Óscar veló el sueño de André. El doctor, había sido claro al decirle que había que observarlo ya que había respirado aire caliente.
André dormía plácidamente ajeno a la mirada atenta y enamorada de la rubia comandante, Ya habían pasado alrededor de dos horas, cuando la militar no se contuvo más y se acercó para sentir su aroma y su piel. Besó suave y amorosamente el hermoso rostro masculino, sonrió cuando él con los ojos cerrados mencionó su nombre, estaba soñando con ella.
Con mucha delicadeza la rubia empezó a acariciar, el cuerpo bien formado del soldado. Recorrió sus pectorales, sus caderas, sus muslos, a cada toque, una electricidad casi imperceptible nacía desde su intimidad y recorría febrilmente su cuerpo. El aroma del ojiverde la embriagaba irremediablemente y poco a poco, comenzó a evocar la primera vez que gozó ese cuerpo tan varonil, tan entrañable….
…. 4 meses atrás …..
André y Óscar regresaban a caballo a la mansión Jarjayes, la rubia le había confesado lo que su mirada y cada uno de sus gestos gritaban a cada minuto, en una noche en el bosque, bajo la luz de las estrellas, le dijo te amo, al único hombre en su vida, al que amó y amaba, aquel que la conocía desde siempre, aquel con el que había compartido su vida de niña, adolescente, joven y ahora compartiría lo demás….
Sus labios se juntaron saboreándose voluntariamente por primera vez, el corazón femenino latió a mil por hora, André no cabía en sí de la felicidad, por fin estaban juntos amándose sin ninguna duda, Óscar estaba en el cielo, sintiendo y entregándose al amor con su compañero de juegos, aquel que amaría hasta el final…
Luego del beso que selló la promesa de amor eterno, ambos se fundieron en un abrazo en cuyo silencio, juntaron sus almas y grabaron en sus mentes aquel momento celestial… A partir de ahora, son un hombre y una mujer, enamorados.
André… -
Si mi vida. –
Llévame un vino a mi habitación, más tarde, después de cenar. –
Por supuesto, Óscar.
Lleguemos pronto, tengo hambre, ¿tu, no? -
Siempre estoy hambriento. – Ambos rieron, relajadamente
Pues entonces, apurémonos. – Una gran sonrisa, se dibujó en el bellísimo rostro de la rubia.
¡Como usted ordene, mi comandante! –
Llegaron a la mansión, y luego de cenar junto a Nany, Óscar le pidió a André que preparara la bañera en su habitación, al terminar, el ojiverde se retiró para bañarse también.
Y alisto, André llevó una botella de vino a la habitación de Óscar, estaba feliz, al fin la mujer que amaba desde siempre, también lo amaba, podía sentirlo… desde hace mucho, ese amor, dormido desde niña, había despertado en ella, y se conectaba a él acariciando sus sentidos… él siempre lo supo, ella lo amaba, aún desde antes que la misma rubia se diera cuenta.
En la habitación, Óscar esperaba ansiosa, había ordenado a las criadas a vaciar la bañera y a cambiar las sábanas, las velas también habían sido cambiadas, un aroma a rosas estaba esparcido en el ambiente, afuera, el cielo era iluminado por miles de estrellas….. Era una noche, realmente hermosa….
André entró a la habitación llevando la botella de vino y dos copas, quería beber con ella, por ese amor tan intenso que salió a la luz… Óscar tocaba su violín disfrutando de cada nota, al entrar André, se detuvo.
¿Puedo tomar contigo una copa? - Le dijo mientras servía el vino
¿Desde cuándo me preguntas para eso? – le sonrió enamorada. – A partir de ahora, no me dejes tomar una copa sin ti. Aunque casi siempre lo has hecho –
Te amo, Óscar – mirándola tiernamente le acercó la copa. La rubia sonrió, miró perdida ese verde esmeralda que la hacía enloquecer, cogió la bebida y libó rápidamente. – Necesitas algo? –
Esta noche, quiero pasarla contigo, que me conviertas.. en la esposa de André Grandier -
Óscar….., ¿has dicho deseas…, convertirte en mi mujer? ¿entregarte toda a mí?... – André se acercó incrédulo, al estar cerca de ella se arrodilló besándole las manos – Yo no tengo nada, ni títulos, ni propiedades, para darte la felicidad. Ni la fuerza de un titán, ni la gracia de un sátiro, ni la fuerza de las armas… , realmente no tengo nada! -
André – Óscar se alejó a unos cuantos pasos. – La fuerza bruta por sí sola no hace a la masculinidad. La amabilidad y la pasión sí. Muchas mujeres envejecen y recién se dan cuenta de ello. Estoy feliz de haber encontrado a alguien que es suavemente mi apoyo, para mí, no es tarde. –
André se levantó lentamente, al escuchar estas palabras su corazón latió con rapidez, por fin podría tenerla en sus brazos como siempre había deseado, por fin se perdería en esa piel áurea fuente de su deseo. Caminó hasta llegar donde estaba de pie, rodeó su cintura con sus brazos y aspiró el aroma de su cabello.
Óscar sintió como una electricidad que nacía desde su vientre, él aroma de André invadió todos sus sentidos, mientras que sus piernas se debilitaban al golpe de su pasión irremediable, cada célula de su cuerpo, deseaba aquel cuerpo de aroma entrañable, esos músculos forjados en el trabajo de las caballerizas, el verde de sus ojos, el más bello que había visto… Tanto, en un solo sentimiento… Óscar se asustó, con un ademán de fobia, se alejó del abrazo, al tiempo que le dijo. - ¡Tengo miedo! –
Sorprendido, el soldado se quedó estático por un momento, pero luego, la cogió de la mano y la acercó a su cuerpo. - ¡Ya no puedo esperar más Óscar! ¡he esperado por mucho tiempo! ¡no voy a esperar más! – La miró tiernamente mientras la abrazaba. - No tengas miedo, mi Óscar –
¡Voy a ser tuya! – Óscar se arrojó a sus brazos.
En ese momento, el corazón de André se detuvo, el tiempo dejó de correr mientras que las estrellas brillaron con todo su esplendor. El ojiverde la tomo en sus brazos y la llevó al lecho, caminó lentamente besándola durante el trayecto. La depositó en la cama con mucha delicadeza, se enderezó sobre sí mismo y se quitó la camisa y los zapatos, se acercó hacia la comandante que vibraba de emoción, poco a poco sus bocas se juntaron. El la besó apasionadamente, en tanto que sus manos abrían la camisa y dejaban ver sus pechos áureos y vibrantes. La boca de André se abrió deseosa de probarlas Óscar lo miraba pidiéndole caricias y al mismo tiempo diciendo suavemente que tenía miedo.. el entendió y sutilmente inició un camino de besos, con el cual recorrió su torso, hasta llegar a su cintura para desabrochar el pantalón, con las manos trémulas por el deseo, el soldado, bajó la prenda junto a la ropa interior.
La abrumante desnudez de la rubia, apareció ante sus ojos. Extasiado por la belleza de la comandante, se inclinó para besar esas piernas largas y blancas acariciando cada centímetro. Óscar gimió suavemente por aquellas caricias. El aroma embriagante de la piel femenina, invadió los sentidos del joven asistente, su masculinidad latía totalmente erecta. Sin embargo, utilizó toda su voluntad para controlarse, quería con todas sus fuerzas que este momento fuera memorable para ambos.
Con toda su voluntad, André se detuvo y se puso de pie, terminó de desnudarse ante la mirada deseosa de Óscar. Mientras las prendas caían, aparecían aquellos músculos que había visto formarse con los años y el trabajo; asustada y emocionada, miró con deseo ese cuerpo bien formado, esa piel ligeramente bronceada. Sintió humedecerse entre sus piernas, quería tenerlo ya, pero el miedo la detenía. Vibró de pasión de sólo imaginar que sentiría ese cuerpo desnudo sobre ella, que lo tendría dentro. Ante ese pensamiento, su femeneidad se humedeció mucho más…
Ya libre de toda su ropa, André avanzó despacio, la luz de las velas acariciaba su piel, dándole una luminosidad que aumentó su atractivo. Óscar estaba ansiosa, él se sentó con delicadeza al lado de ella. Su miembro enorme estaba totalmente erguido. El aroma de la piel masculina, llevó a Óscar a otro nivel, cada célula de su cuerpo, pedía a gritos, recibir a ese hombre, su compañero de juegos, su amigo de toda la vida, su ordenanza..
Por un momento, se miraron, ella se perdió en la pradera de los André y él enrumbó un viaje sin retorno, en el azul mar de la mirada de Óscar.
Con mucho cuidado, el soldado la cubrió con su cuerpo desnudo, arrancando un gemido profundo y sutil en ambos. Suspirando de pasión, juntaron sus labios, con un beso tímido que poco a poco creció en fuego y desesperación.
Óscar acariciaba la espalda ancha y deliciosa de él, mientras mordía y lamía los labios masculinos. El soldado dejó de besarla para bajar por el cuello mordiendo y lamiendo, sus brazos rodearon totalmente a la comandante que gemía con cada toque. Poco a poco bajó en medio de besos hasta cada uno sus senos, sus manos los cogieron suavemente, acercó su boca entreabierta. Saboreó, lamió, los introdujo uno por uno. La rubia se desesperaba más y más, entrelazó sus dedos entre los cabellos azabache de su compañero instándole a que continuara con la exquisita caricia, para ambos, no existía más que ellos en la habitación, se inundaron de pasión y amor desbordante.
André siguió bajando, con un camino de besos hasta su vientre. Emocionado por la abrumante pasión contenida. Llegó hasta su monte de Venus que vibraba anhelante. Bajó temeroso rozando con sus labios y sus dedos, los pétalos de esa flor virgen y palpitante..
¡André, no! – La rubia no paraba de humedecerse. – André…! – Óscar empezó a respirar más rápido, sus manos cogieron el cabello azabache sin lastimar al soldado.
Necesito hacerlo Óscar, ¡por favor!
Habló con súplica y poder, sus dedos separaron los pétalos de la flor humedecida, y con su lengua tocó por primera vez, la vulva ansiosa. Óscar se arqueó hacia atrás, al borde de la locura, separó las piernas para darle más espacio a la lengua que había comenzado a llevarla a un abismo de placer… André continuó, tocaba todo al paso de su lengua, exploró el interior de su canal más íntimo, moviéndola rápidamente, subió hacia esa pequeña masa de carne que erecta latía sin parar, y quedó ahí estimulándola…Óscar gimió más fuerte y más agudo… de pronto un líquido espeso y blanquecino bajó por la femeneidad de ella, sorprendiendo al soldado. Un grito de placer salió entre los labios de ella, mientras que su cuerpo, convulsionaba por el orgasmo conseguido.
A… A.. André … André! Te necesito dentro!.. ¡Ahora!-
Al oír esas palabras, el soldado ya no pudo más, su miembro latía humedecido y empezaba a doler…. Se incorporó desesperado, vio a Óscar totalmente entregada a él. Cogió su miembro enorme, duro y húmedo para colocarlo en la entrada del canal femenino, y empujando suavemente, ingresó en ella, hasta el tope. A cada centímetro avanzado, el placer aumentaba cambiando la expresión del rostro masculino, abrió la boca y gimió lleno de gozo, mientras que Óscar se arqueaba otra vez.
Se arrojó sobre ella, repitiendo sin cesar que la amaba, que era su vida. La rubia, le repetía lo mismo.
Te amo Óscar ¡te amo!
¡André! También ¡te amo!¡Soy tuya! ¡Amor! ¡Soy tuya!
Instintivamente, André comenzó a moverse, primero despacio, con un poco de miedo, ya que no quería lastimarla. Luego, cada embestida, era con rapidez y profundidad. Ambos gemían, ambos se besaban desesperadamente, el ojiverde no paraba de repetirle que la amaba como si la vida se le fuera.. Óscar ya no podía hablar, de tanto placer que sentía debajo de él.
De pronto André, se movió más rápido aún y más fuerte, abrazó a Óscar con fuerza…
Toda su esencia se derramó en ella, la rubia sintió cada golpe, cada desborde de su semen. El soldado temblaba por el orgasmo. Al sentir que la última gota había salido, su miembro, se erecto, nuevamente. Cogió sus piernas y las elevó separándolas, la rubia se sorprendió, pero a la vez le gustó ese cambio inesperado, sin terminar su unión, André se apoyó en sus rodillas y penetró más a fondo a Óscar. Ella se estremeció al sentir el miembro enorme llegar hasta lo más recóndito, el ya no se moderó más y arremetió lo más rápido que le permitían sus caderas, gimiendo. Tenía cogidos los talones de Óscar para mantener separadas a sus piernas.
La cama saltaba al ritmo del empuje de André. En medio del exquisito momento, los ojos Óscar se voltearon hacia atrás, una corriente nació de su clítoris para luego recorrer todo su cuerpo. Vibró completa por el orgasmo delicioso. El ojiverde sudaba sin parar, al ver al amor de su vida en ese estado, sintió que se derramaba otra vez… Comenzó a llamarla mientras la llenaba de nuevo con esencia. En ese instante, sus almas se tocaron nuevamente y juntos ascendieron al cielo…
Poco a poco, todo volvió a la normalidad, se abrazaron llorando, se repetían que se amaban, las piernas femeninas rodearon a las piernas de él. Suavemente André la colocó sobre su pecho, y cansados de amarse con tanta pasión, se quedaron dormidos.
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El PRESENTE….
Óscar separó los labios y los relamió al recordar esa candente primera vez, estuvo tentada a tocar ese miembro, tan bien formado y siempre listo para ella… pero sabía que debía de dejar descansar a su hombre. Es así, que arregló la colcha y lo tapó, mientras ella se recostaba a su lado con mucho cuidado.
Pasaron los días, sin mas noticias favorables de la búsqueda. Dagout siguió buscando pero extrañamente, aparecían trabas que dilataban las redadas a otras tabernas, y como era de esperarse no encontraba nada. Boullié le recordaba a Óscar que era muy importante la discreción que era necesario actuar con estrategia.
André sospechaba que los sellos de los libros eran un rastro que debían de seguir y con la venia de Óscar inició la investigación.
Lucille entró a trabajar de cocinera en la mansión Jarjayes a petición especial de Alain. Ella entraba temprano y salía al atardecer. Soisson la visitaba seguido en su casa. Estaban contentos ambos, su amor se fortalecía. Las demás meretrices La compañía B estaba abocada en encontrar el lote escondido del oro y a la condesa y su asistente.
Dreselle, ¿podrás arrestar a tu amada condesa? – Francoise le preguntó en una sus rondas
Cállate imbécil – Lasalle quedó en silencio, vio morir a Normand y tuvo que hacerse el muerto luego que una bala le rozó el hombro. Tuvo suerte que Smith saliera rápido después de prender fuego a los libros y al cadáver de Normand. Un ruido de cascos de caballos apuró al rubio y escapó sin confirmar la muerte de Dreselle. Fue afortunado, sin duda. – a pesar de que eres culpable, no dejo de pensar en ti Arlette, no descansaré hasta borrarte de mi mente, así me demore toda la vida. Mataré a Joseph, ese maldito. – Sin darse cuenta apretó con fuerza el arma que cargaba.
¡Dreselle! ¡ojitos lindos! –
Lasalle reaccionó con un puñete al rostro de Armand.
Nunca vuelvas a decirme así – Los bellos ojos de Lassalle brillaron furiosos
Está bien – balbuceó Armand. – te están llamando desde hace rato. Encima de gruñón, sordo –
Dreselle no dijo nada y en silencio se dirigió hacia la oficina de Alain.
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Muy lejos de ahí, al amparo de un castillo cuyo dueño pertenecía a una de las familias más ricas de Francia, Arlette de Fourtabant y Joseph Smith, ultimaban su último golpe.
Hasta ahora, todo ha salido como lo planeado –
¿todo? Hay cabos sueltos, hay testigos –
El oro está en nuestro poder, lo demás, tendremos que finiquitarlo –
Lasalle está con vida, la prostituta también. Deben ser eliminados. –
Eso se arreglará, descuida. –
Eso espero…. – Le respondió la bellísima condesa
Debí rematarlo, se hizo al muerto, pero la próxima vez no fallaré. –
¿Estás seguro? Te vas a enfrentar a Soisson y a Grandier antes. –
No me preocupan, ninguno de los dos, tampoco la comandante. Sé que es muy hábil con la espada. Pero estoy casi seguro que no se ha enfrentado a alguien que no le importa herir a una mujer. –
No lo sé, es muy buena, ha luchado contra hombres. –
No con hombres como yo, sigue con vida. -
La condesa sonrió, sabía muy bien de que era capaz Joseph.
Aún así, no se detendrá hasta llegar al fondo de todo. Pero sé muy bien como neutralizarla, no atacaremos su voluntad, pero si su corazón.
Jajajaja… no será ningún sacrificio para usted… Te gusta ¿no es así? –
¿A qué mujer no? Ha sido escurridizo por que se aman. Pero de una u otra forma caerá. –
De eso no tengo ninguna duda – El rubio la miró sonriendo, sabía muy bien que ella conseguía todo lo que se proponía.
Ahora aseguremos la protección del noble misterioso –
Está hundido hasta el cuello, además su sello está en los libros y tenemos evidencia de su complicidad. No dirá nada –
Recuerda que es un noble, puede salir totalmente impune –
Si es así, se convertirá en otro cabo suelto que se resolverá – Habló sacando un cuchillo con un mango finamente labrado. Luego lo guardó ya que sintió que algo se movía. Con la mirada indicó a la condesa que se mantuviera en silencio. Salió muy despacio hacia el pasillo que llevaba hacia el jardín, pero no encontró nada. Regresó incrédulo pero calmado.
No hay nada, pero debemos ser discretos.
Como siempre. – La condesa le guiñó un ojo.
Esperaremos, ¿no es así? –
Así es, cuando todo esté calmado, iniciarás la limpieza –
Que no sea muy larga la espera, me aburro –
Jajaja, si lo sé. Mientras tanto, podemos retomar aquello que se interrumpe. – Le sonrió coqueta, él y ella se entendían muy bien
Por supuesto, ahora si esperaré toda la vida si es necesario. – Se acercó a ella y le cadió su brazo.
Con una gran sonrisa, ella aceptó ese gesto y juntos se dirigieron hacia su habitación, las sábanas serían testigos de grandes placeres.
Una sombra extraña, se escondió entre las sombras del pasadizo del Castillo, había sido testigo del diálogo, sin saber, que ellos, también sabían que él estaba ahí…
