Los personajes de Saint Seiya no me pertenecen, son propiedad de Masami Kurumada y Chimaki Kuori.


3. Cuando Apagas las Notificaciones para Descansar y al Encenderlas Parece que el Mundo se Derrumba.


Cuando su laptop se apagó, debido a la falta de batería, Rigel se permitió suspirar por lo bajo. A veces solía trabajar por largas horas pegado a la pantalla, siempre guardando sus avances en sus trabajos, por lo que solía cargar su laptop al máximo y después dejar que se descargara, como un método para decirse a sí mismo que debía dejar de trabajar, descansar por un momento antes de continuar. Con los brazos extendidos hacia los lados, levantó la cabeza y cerró los ojos, descansando la vista.

Eran cerca de las ocho de la noche, pero para él se sentían como las tres de la madrugada.

Lentamente se levantó de su silla y caminó hacia su cama, dónde se dejó caer. Por suerte había almorzado un poco más temprano, mientras trabajaba, así que la prioridad ahora era relajarse y despejar la mente hacia otras cosas que no fuera el trabajo.

Tan pronto como su espalda tocó la superficie de la cama, a Rigel le invadió un profundo sueño que no pudo controlar; cerró los ojos y extendió los brazos hacia arriba, a punto de rendirse. Sin embargo, no tardó en abrir los ojos de nuevo, recordando que el trabajo nunca se terminaba.

Rigel había trabajado duro para obtener un empleo estable en el fotoperiodismo cultural, como un Peter Parker más nerd, según sus propias palabras. En esos días aumentaba la presión para entregar sus fotos, puesto que eran las publicaciones de todos los eventos por el fin del año anterior; sólo tenía un breve momento antes de que esos eventos dejaran de ser noticia y se volteara a ver los eventos por el nuevo año.

Era un periodo duro y estresante, en especial cuando trabajaba en equipo con otras personas.

Con la mente nublada por el trabajo, Rigel buscó su teléfono entre las sábanas de su cama y cuando lo encontró, lo encendió, y al ver que no había mensajes ni nada por el estilo decidió ponerlo en silencio. Apenas el teléfono volvió a apagarse, Rigel lo dejó en la cama y se dio la vuelta, dándole la espalda.

Se durmió casi de inmediato, dejando como un último pensamiento coherente que sólo cerraría los ojos por un par de minutos.

Cuando volvió a abrirlos todo parecía igual que cuando se durmió, la luz del exterior no se notaba porque la propia luz en su habitación estaba encendida, y se podían escuchar a algunos perros ladrar.

Rigel se sentó en la cama, con los brazos adoloridos debido a que se habían quedado extendidos hacia arriba, y la tenue sensación de descanso. Bostezando, se estiró para alcanzar su celular que se había quedado lejos de él.

Al encenderlo lo primero que lo sorprendió fue que era pasada la media noche. Posterior a activar las notificaciones, le sorprendió ver las decenas de mensajes que comenzaron a aparecer, uno a uno, en varias de sus redes sociales, incluso su correo electrónico. Sin entender lo que ocurría, Rigel levantó la mirada y volteó a su alrededor, como esperando a que algo le dijera qué estaba ocurriendo.

No volvería a apagar sus notificaciones en un buen rato, acababa de ver que el mundo no funcionaba si él decidía dormir sólo dos horas.