ESCRIBIENDO UN NUEVO FUTURO

Capítulo 22: Recuerdos de Inglaterra:

A la mañana siguiente, Misa pasó al baño y se miró en el espejo. La noche anterior había llorado más de lo que quería admitir y ahora tenía los ojos rojos y una expresión cansada. Dejó que el agua saliera del grifo y después se refrescó la cara, realmente lo necesitaba.

¿Por qué dolía tanto que L no la considerara su amiga? Tal vez había empezado a apreciarlo…

"¡No en el sentido amoroso, por supuesto!" matizó rápidamente. "Pero es cierto que creía que él y yo podríamos entendernos…" añadió recordando algunos momentos.

Misa se secó la cara y salió del baño. En una mesa vio que ya le habían dejado el desayuno.

"Por supuesto, Yuko tampoco parece querer hablar conmigo…" pensó entristecida mientras se sentaba alrededor de la mesa. "Quizás hubiera sido mejor no encontrar ese informe…" se regañó mientras empezaba a comer.

Mientras estaba en mitad de su desayuno, se abrió la puerta y entró Mogi.

-Buenos días, Misa-Misa – saludó el hombre.

-Oh, buenos días, Mochi – contestó ella – ¿Qué te trae por aquí?

-Verás, ha llegado una oferta de trabajo para ti – le comunicó él sentándose frente a la chica.

-Pero yo ahora no acepto nada…

-Eso le he dicho al cliente, pero ha insistido en que te lo dijera personalmente – respondió Mogi – La oferta viene ni más ni menos que del propio Ichiro Ichiban.

-¿De quién? – repitió confusa.

-¿No has oído hablar de él? – preguntó sorprendido – Es un cantante que suena bastante en la radio últimamente.

-Lo siento. Se ve que no escucho demasiado la radio…

-Bueno, el caso es que quiere grabar un videoclip para su próximo disco y al parecer ha pensado en ti como su protagonista femenina – explicó Mogi – Me ha mandado todos los detalles por correo electrónico. Aquí los tienes por si te apetece echarles un vistazo – agregó dejando unos papeles sobre la mesa.

Misa los miró rápidamente por encima. Al parecer tendría que hacer el papel de estudiante universitaria y grabar en el mismo campus en el que estudió Light.

-No sé… – murmuró desanimada volviendo a depositar los papeles sobre la mesa.

-Oye, ¿te ocurre algo? – preguntó el hombre con preocupación – Te veo algo más triste que estos últimos días de atrás…

-No, no ocurre nada en especial – mintió rápidamente – Tal vez solo haya dormido un poco mal…

-Oye, Misa-Misa. La decisión sobre el trabajo es tuya, pero ya han pasado unos tres meses de aquello y, bueno, el psicólogo dice que estás mejor. Tal vez vaya siendo hora de pensar en regresar al mundo del espectáculo – opinó él – La vida sigue, ¿no es así? – añadió con una sonrisa.

La chica simplemente lo miró. Mogi tenía razón, el psicólogo ya le había dejado caer en un par de ocasiones que cuando se sintiera lista podría probar a aceptar algún trabajillo para ver si estaba a gusto o si, por el contrario, aún debía esperar un tiempo para incorporarse definitivamente.

-Lo pensaré – contestó Misa finalmente.

OoOoO

Desde la sala de control, L miraba la pantalla de Misa de vez en cuando. Por las expresiones que ella ponía no le costó adivinar que estaba realmente triste esa mañana.

El detective también sabía que en parte era culpa suya, así que no pudo evitar sentirse algo mal consigo mismo…

"¡No puedo decirle nada sobre mi pasado!" se regañó L mentalmente. "Es ella la que tiene que entenderlo".

OoOoO

Esa misma mañana también había comenzado el primer día de trabajo de Sakura en una de las comisarías de Tokio.

-Archivando… archivando… – murmuró mientras metía unos papeles dentro de una caja – Bueno, soy la novata. No esperaba hacer algo más interesante en mi primer día.

Cuando la caja estuvo bien llena, la chica plegó un nuevo cartón para construir otra. Ya llevaba hechas unas cuantas cajas en lo que iba de mañana, así que ya le salían casi de forma robótica. Por suerte, todos los papeles que quedaban sueltos cabían en esa última caja, con lo que tras colocarlos salió del archivo y fue a buscar a su jefe.

El hombre estaba sentado en la mesa de su despacho y en ese momento mojaba un donut en su taza de café.

-Ya está todo – le comunicó Sakura.

-Excelente – contestó él mirándose el reloj – Es la hora del almuerzo. Tómate un descanso si quieres.

-Vale – asintió la chica, aunque no se movió del sitio.

"¿Debería preguntarle?" dudó ella.

-¿Pasa algo? – adivinó el hombre.

-Disculpe… Sé que soy una recién llegada y tal, pero… me preguntaba si existe alguna forma de contactar con L.

-¿Con L? – repitió el jefe como si ella estuviera loca – ¿Para qué quieres contactar con él?

-Bueno, tengo información que tal vez podría interesarle…

-Mira, Koizumi. No es por desanimarte, pero ni siquiera entre la policía sabemos quién es ese tipo. Todo lo que sabemos es que es muy desconfiado y que no contacta con cualquiera, así que es prácticamente imposible que tu información llegue a él, aunque seas policía – contestó el hombre – Hazme caso, céntrate en hacer tu trabajo y olvídate de fantasías. Como debería hacer toda la gente que se reúne en ese parque.

-¿Qué parque? – preguntó Sakura confusa.

-Ese que hay un par de esquinas más abajo – respondió él señalando vagamente la dirección con la mano – Últimamente le ha dado por reunirse ahí a un montón de gente que dice apoyar a L.

-¿En serio? Iré a ver – contestó la chica dándose la vuelta para salir de allí.

Sakura abandonó la comisaría y tras caminar un poco llegó a un parque. Allí había bastante gente paseando y, además, un montón de ramos de flores se acumulaban a los pies de una estatua dedicada a la justicia.

-¿Qué pasa aquí? – preguntó la chica sorprendida.

-Los seguidores de L también existimos – le contestó una mujer que en ese momento colocaba un nuevo ramo de flores – Y queremos decir que ya basta de violencia. No queremos más muertes, queremos solucionar las cosas de otra manera.

-Estoy de acuerdo – respondió Sakura.

La joven policía observó a su alrededor y entonces se dio cuenta de que el profesor Yukimura pasaba por ahí en esos momentos.

"¿Qué hace él aquí?" se sorprendió.

Trató de seguirlo, pero un grupo de gente se cruzó en su camino justo en ese instante y cuando Sakura consiguió pasar ya no localizaba al hombre por ningún sitio.

"¡No! ¡Lo he perdido!" pensó mirando desesperada hacia todas partes. "Ahg, ¡creo que estaba a punto de conseguir una pista!" añadió con rabia. "En fin, será mejor que vaya a tomar algo y regrese al trabajo cuanto antes".

OoOoO

Ese mismo día por la tarde, el grupo de L continuaba trabajando duramente en la sala de control como siempre.

-¡Flor de Loto ha vuelto a escribir! – gritó Matsuda y entonces muchos de los presentes se arremolinaron frente al ordenador que ocupaba el chico.

-¿Está completa esa frase misteriosa? – preguntó Ide no del todo seguro.

-Vamos a leer tan solo el primer carácter de cada frase que ha publicado en estos últimos días – propuso L – "L, prepárate para mi espectacular anuncio" – leyó.

-¿Anuncio? ¿Qué anuncio? – preguntó Matsuda confuso – ¿No será que quiere venderte algo?

-¿Cómo va a ser eso? – le regañó Aizawa.

-¿Y qué es entonces? – preguntó el joven policía.

-Pues… no lo sé – admitió su jefe.

En ese momento, el teléfono de Near empezó a sonar, así que el chico se lo sacó del bolsillo.

-Buenas tardes, comandante Lester – saludó el del pelo blanco a su interlocutor – ¿Que pongamos la tele? ¿En qué canal? Enseguida – siguió diciéndole al teléfono – Ryuzaki, ¿podemos poner el canal 8?

-Claro – accedió el aludido.

Unos segundos después, en una de las pantallas comenzaron a aparecer imágenes de la televisión. En un rótulo en la parte inferior, con letras bastante llamativas podía leerse "Exclusiva: tenemos un vídeo enviado por Flor de Loto".

-¿Qué diantres es eso? – preguntó Aizawa.

-Me parece que ya estamos otra vez como cuando el segundo Kira mandaba vídeos a la tele… – comentó L con algo de aburrimiento.

-Bien, ya es la hora – anunció el presentador del programa – Tenemos instrucciones de poner el vídeo justo en este momento.

La imagen cambió y en su lugar apareció escrito Flor de Loto.

-Saludos – habló una voz distorsionada – Soy la persona que muchos conoceréis como Flor de Loto. Lo que pido es muy sencillo, que la policía libere a Kira. Muchos estaréis de acuerdo conmigo en que no ha hecho nada malo, es más, ahora el mundo es mejor gracias a él. ¿Qué ocurrirá si no se me escucha? Lo veréis con un ejemplo práctico. Ahora mismo son las cuatro y veinticinco de la tarde. He colocado una bomba que hará explosión dentro de cinco minutos exactamente, en el parque cercano a la comisaría de la zona sur de Tokio. Sí, allí donde se reúnen los seguidores de L.

-¿Qué? – preguntó Matsuda sorprendido.

-¡Hay que hacer que desalojen la zona! – pidió L.

Todos los agentes se sacaron los teléfonos y comenzaron a hacer llamadas. Esos cinco minutos fueron un auténtico caos.

En la tele, por su parte, conectaron en directo con el parque.

-Tres, dos, uno… – hizo L la cuenta atrás mirando un reloj.

Justo en ese momento, en la pantalla se vio una fuerte explosión.

-¡Ese loco va en serio! – exclamó Matsuda asustado.

-Si no se indulta a Kira, seguirán sucediendo este tipo de cosas – amenazó Flor de Loto – Por cierto, la próxima semana no seré tan amable de revelar la ubicación del explosivo. Podrá estar en cualquier sitio. Eso ha sido todo.

-¿Qué hacemos ahora? – preguntó Mogi con preocupación – Pide que se libere a Kira, pero está muerto. ¡No podemos cumplir sus exigencias!

-Tranquilidad – habló L – Os aseguro que encontraremos a Flor de Loto antes de que vuelva a hacer algo.

-Entiendo, entiendo. Se lo haré saber – decía Aizawa por teléfono – Ryuzaki, la jefatura pide tu colaboración para atrapar a ese maníaco – le comunicó.

-Está bien – accedió el moreno – Nos reuniremos mañana a primera hora. Avisa a toda la policía del distrito. Haz que acudan todos los agentes disponibles.

-Entendido – contestó el hombre obedientemente.

L entonces se levantó de su silla y fue a ver a Yuko a la sala donde ella trabajaba.

-Ha llegado el momento. ¿Estás lista? – le preguntó él.

-Sí, aunque… reconozco que debo ensayar un poco – contestó la chica contemplando la gabardina oscura.

El detective se dio cuenta de que estaba algo nerviosa.

-Todo saldrá bien. Confío en ti – dijo él acariciándole el pelo.

-Gracias, hermano.

El chico salió de ahí. Dudó un momento, pero finalmente fue hasta la habitación de Misa.

-¿Qué quieres? – preguntó la rubia molesta al verlo.

-Tengo que pedirte un favor – respondió simplemente.

-¿Por qué no se lo pides a alguien que sí consideres tu amigo? – contestó ella con sarcasmo.

-Misa, sabes de sobra que alguien como yo nunca tendrá amigos de verdad – respondió dolido y ella se dio cuenta de que se había pasado.

-Lo siento… – murmuró la chica.

-Como sea, el favor no es para mí, es para Yuko – explicó L – Mañana tiene que actuar delante de mucha gente y creo que le vendría bien algún consejo de parte de una actriz profesional. Así que, si cambias de opinión, ya sabes dónde puedes encontrarme – añadió dándose la vuelta para marcharse.

"Creo… que este es su intento de arreglar las cosas" pensó Misa y entonces echó a correr y lo abrazó por detrás.

-Aunque tú no lo quieras admitir, tú y yo ya somos amigos. Y los amigos se apoyan entre ellos, así que por supuesto que ayudaré a Yuko – dijo la rubia – Y si no quieres contarme tu vida, no pasa nada. Esperaré al día en que confíes lo suficiente en mí.

El chico miró hacia el suelo y suspiró. Watari le dijo que nunca olvidara quién era… y en ese momento L entendió que daba igual dónde estuviera o por quién se hiciera pasar, dentro de él siempre estaría ese niño huérfano.

-Misa – murmuró el detective.

-¿Qué?

-Tienes razón. Yuko y yo nos criamos en ese orfanato – reveló en apenas un susurro.

L siguió avanzando hacia la puerta mientras Misa procesaba la información.

-¡¿Qué has dicho?! – gritó ella entonces poniéndose en medio del camino del chico – Realmente eres… eres…

-Huérfano, sí – asintió él.

-Oh, cuánto lo siento – contestó la rubia abrazándolo de nuevo – Pero recuerda que no estás solo y que puedes contar conmigo, ¿vale?

L miró hacia el lado. Esa chica era muy diferente al resto, siempre lo había sido. Nadie externo a su familia y al orfanato le había mostrado tanto afecto… Una cosa estaba clara, no se sentía igual que los abrazos de Yuko. Sentía… miedo, pero también curiosidad. Nunca antes había experimentado algo así.

"¿Será… amor realmente?" se preguntó él. "Últimamente me comporto de forma ilógica con ella…".

-Ryuzaki, debe de haberte costado mucho decir esto. Gracias por abrirme un poquito tu corazón – dijo Misa separándose del abrazo y poniendo una mano en la mejilla de él, haciendo que se ruborizara – ¡Qué calentito estás! ¿No tendrás algo de fiebre?

-No, no te preocupes. Estoy bien – negó inmediatamente – ¿Te acompaño al lugar de trabajo de Yuko?

-Sí, por favor – respondió la chica – El edificio es enorme y no recuerdo muy bien cómo llegar.

-Bien. Sígueme.

Ambos salieron de la habitación y L guio a la rubia hasta la sala de Yuko. En cuanto vio a la morena, Misa se lanzó a abrazarla.

-Tu hermano… me ha contado lo del orfanato – le dijo la artista – Quiero que sepas que ambos tenéis mi apoyo.

El moreno miró a su hermana con cara de disculpas, pero ella asintió dándole a entender que estaba bien.

-Eh, recuerdo que te disfrazaste así cuando nos conocimos – comentó Misa observando mejor a la otra chica – Bueno, Ryuzaki me ha dicho que tienes una actuación o algo así, ¿de qué va todo esto?

-Así es. Mañana tengo una reunión frente a toda la policía de Tokio – explicó Yuko – Oficialmente soy la única persona autorizada para contactar con L y nadie de allí debe reconocerme, de ahí el disfraz.

-Vaya, suena a mucha responsabilidad – opinó la rubia.

-Lo es – le aseguró la otra – Nunca antes he hecho esto y la verdad es que tengo algo de miedo. ¿Y si meto la pata…?

-No te preocupes. Vamos a ensayar juntas – contestó Misa – Lo primero es creerte tu propio personaje. A partir de ahora no eres Yuko, ¿vale? Eres… esto, ¿tiene algún nombre tu personaje?

-Y – respondió la morena.

-¿Y? Vosotros no os complicáis mucho con los nombres, ¿eh? – comentó la artista – Bueno, ¿qué tal si empezamos, Y?

-Vale.

Yuko miró un momento la foto de Watari que tenía en un rincón de la mesa de trabajo. Se esforzaría por él. Después de todo, ese hombre fue quien creyó en ella…

OoOoO

Habían pasado varias semanas desde que Mello y Near habían tenido que "rescatar" a Yuko de la tormenta. Aquel día las nubes también amenazaban con dejar caer lluvia sobre la Wammy's House.

El profesor de última hora se retiró y los alumnos empezaron a guardar sus cosas en las mochilas. Yuko se levantó de su pupitre y al salir del aula pasó al lado del típico grupito de gente que necesitaba meterse con otros para sentirse superiores. Y ese día su objetivo fue ella.

-Puede que siempre se saque las mejores notas, pero Yuko siempre está sola – se burló una compañera entonces señalándola con el dedo.

-Parece que en los libros no viene cómo hacer amigos – opinó otra chica en el mismo tono.

-¿No tenía un hermano? – comentó un chico entonces – Creo alguna vez la he visto con otro rarito algo mayor que nosotros.

-Yo creo que ya ni su hermano quiere estar con ella – volvió a atacar la primera y el grupo entero se rio cruelmente.

Yuko apretó los dientes con rabia, pero pasó de ellos. Sabía que no merecía la pena encararlos siquiera, tan solo lograría empeorar las cosas. Y, además, tampoco le apetecía darle explicaciones a gente de ese tipo.

Allí casi nadie conocía el verdadero motivo de las ausencias de su hermano. Si alguien le preguntaba, la versión oficial era que le habían dado una beca para estudiar en un sitio muy prestigioso debido a sus excelentes calificaciones.

Pero la verdad era que L había logrado hacerse un nombre en el mundo policíaco, y cada vez le llamaban de más y más sitios para resolver misterios que parecía que nadie podría desentrañar jamás. Y debido a esto, los Lawliet cada vez pasaban menos tiempo juntos…

Yuko apoyaba al muchacho y estaba de acuerdo con la causa, pero, aunque de vez en cuando jugara con Near o discutiera con Mello, en algunos momentos le era realmente complicado no sentirse sola allí en el orfanato…

"Por suerte, L volvió ayer de su última misión" pensó contenta. "En cuanto lo vea le daré un gran abrazo para olvidar los comentarios crueles de esos chicos tan tontos".

Sin embargo, al entrar a su habitación vio que su hermano estaba haciendo la maleta otra vez.

-Lo siento. Me tengo que ir de nuevo – le comunicó el chico en cuanto la vio.

-Pero… ¡si volviste ayer! – se quejó Yuko.

La chica no podía creerlo. Su hermano se había pasado más de un mes fuera trabajando y ya se iba otra vez apenas 24 horas más tarde.

-Me ha surgido otro trabajo – contestó L con tranquilidad – Es un caso interesante porque, verás…

-¡Ya basta! – gritó interrumpiéndolo – ¡Te odio! ¡Y también odio tu trabajo!

-Si odias mi trabajo, ¿por qué quieres dedicarte también a ello? – preguntó el chico sin entenderlo del todo.

Yuko empezó a llorar. Los comentarios despectivos de esos chicos le habían afectado bastante más de lo que quería admitir.

-¡Ya da igual! ¡Siempre me dejas sola! – chilló desesperada – ¡Yo tampoco quiero estar contigo! Puedes borrarme de tu estúpida lista de sucesores.

Yuko volvió a salir de la habitación cerrando la puerta de un golpe tras de sí, y echó a correr por los pasillos sin rumbo fijo y sin parar de llorar.

Eso que acababa de decirle a su hermano obviamente era mentira. Ella había querido ayudar a L desde mucho antes de que se hiciera famoso, es más, desde que se sentó con ella a explicarle su sueño de ser el mejor detective del mundo. Y ahora que el chico estaba a punto de sacar una lista con los candidatos a ser sus sucesores, Yuko estaba muy orgullosa de tener todas las papeletas para ocupar el primer puesto.

La chica siguió corriendo y al doblar una esquina se chocó contra Watari, que se dirigía precisamente hacia la habitación de los Lawliet.

-¿Qué pasa, Yuko? – le preguntó él con preocupación al verla tan alterada.

-Volvisteis ayer… – contestó ella entre llantos – ¿Tan poco os importo?

-Ven conmigo – le pidió a la chica mientras se sacaba un pañuelo del bolsillo y se lo entregaba – Aún tenemos media hora antes de que salga el coche.

El hombre la tomó de la mano y la llevó a su despacho. Una vez dentro, Watari se sentó en su sillón e invitó a Yuko a ocupar una de las sillas al otro lado.

-Entonces, te has enfadado con tu hermano – adivinó el hombre.

-Lo odio – murmuró ella con rabia sin dejar de llorar.

-Venga, sé que eso es mentira – le respondió – De hecho, es la persona que más te importa en este mundo.

-¿Ese tonto? Puede irse y no volver si quiere – contestó la chica mirando hacia otro sitio molesta. Molesta porque la conociera tan bien.

-Deberías saber que "ese tonto" me ha pedido retrasar la salida lo máximo posible para poder despedirse de ti en persona – le explicó Watari – En condiciones normales tendríamos que estar ya en el avión.

-¿Lo… dices de verdad? – preguntó algo más tranquila, mientras se secaba las lágrimas.

-Pues claro – asintió él con una sonrisa – ¿O es que crees que cuando estamos por ahí no te echamos de menos? – le preguntó dulcemente y Yuko se echó a llorar de nuevo – Venga, no llores más, ¿vale?

-Es que… le he dicho que me borre de la lista de sucesores – murmuró ella arrepentida mientras las lágrimas bajaban por su rostro de nuevo.

-Está bien. Eso haremos – contestó Watari con una sonrisa.

-¿Eh? – se sorprendió la chica – Pero…

-Aún no se lo he dicho a tu hermano, pero llevo un tiempo dándole vueltas a otra idea con eso de los sucesores – empezó a explicar él – Creo que también debería haber alguien preparado para asumir mis tareas. Así que, ¿qué te parecería ser mi sucesora? – propuso.

-¿Tu sucesora? – repitió ella sorprendida.

-Ya soy mayor. De momento puedo trabajar sin problemas, pero no sé cuánto tiempo más voy a poder seguir este ritmo. Y tu hermano es como el rey en una partida de ajedrez – explicó el hombre señalando la pieza blanca en un tablero que había a un lado de la mesa – Es el más poderoso, pero para ganar necesita un apoyo. Una persona en la que él pueda confiar ciegamente. Y creo que ese papel es perfecto para ti, ¿no crees?

La chica lo pensó un momento. Ser la mano derecha de L sonaba mucho mejor que ser su sucesora, lo cual se refería más bien a sustituirlo cuando él ya no pudiera seguir…

-Me gustaría mucho, pero ¿estás seguro de que yo podría hacer ese papel? – preguntó Yuko secándose las lágrimas.

-Por supuesto. Mira este peón – respondió Watari moviendo el dedo hasta la pieza mencionada – Tras una dura carrera, un simple peón puede ascender a algo tan importante como una reina. Quiero que recuerdes que en la vida real pasa exactamente lo mismo, cuanto más te esfuerces, más lejos podrás llegar.

-Ya veo – contestó – En ese caso, me esforzaré todo lo que pueda para estar a la altura.

-Entonces si estás de acuerdo con mi idea, me encargaré de que recibas la mejor preparación – le dijo él – Tendrás que estar lista para el día en que tu hermano te necesite. Y cuando ese día llegue, quiero que cuides muy bien de él – le pidió.

-Lo haré – le prometió la chica con una sonrisa.

Después de charlar un poco más con Yuko, Watari se miró el reloj.

-Enseguida tendremos que irnos tu hermano y yo – informó el hombre a la chica – Voy a revisar una última vez que en la maleta llevo todo lo necesario para este viaje.

-Está bien – contestó la morena – Yo mientras voy a disculparme con él.

Yuko entonces salió del despacho de su tutor y volvió corriendo a su habitación. Allí ya no había ni rastro de L ni de su maleta.

"¿Estará ya en el coche?" se preguntó.

La chica entonces echó a correr de nuevo por los pasillos hasta la puerta principal del edificio. Al abrir se dio cuenta de que, aunque no llovía, fuera volvía a tronar.

Sintió que no se atrevía a salir así… Las disculpas a L tendrían que esperar al día que volviera de su viaje… Otra opción era decirle a Watari que le enviara una disculpa de su parte al chico…

"Pero… quisiera decírselo en persona ahora mismo" pensó la chica con tristeza.

-¿Ya vuelve a tronar? – preguntó entonces una voz a su espalda – ¡Qué días más tontos!

Yuko se giró y vio a Matt. Nunca había hablado con él, pero inmediatamente reconoció a ese chico pelirrojo con gafas como uno de los aspirantes que barajaba L para sucederle.

-¡Eh! Me parece que ya sé quién eres – dijo el chico acercándose – Tú eres esa chica a la que le dan miedo los truenos, ¿a que sí?

-Supongo… – murmuró avergonzada de que la conocieran por ese hecho.

-Mello se estuvo quejando de ti durante días – siguió diciendo el pelirrojo entre risas – Te doy las gracias por aguantarlo. Por cierto, soy Matt – se presentó.

-Encantada, soy Yuko – se presentó también.

-Entonces quieres salir, pero te da miedo, ¿verdad? – adivinó él y la chica agachó la cabeza.

-Tengo que decirle algo importante a mi hermano antes de que se vaya de viaje – murmuró la morena.

-Entiendo – respondió Matt y a continuación la empujó suavemente hacia afuera.

-¿Qué… qué haces? – preguntó ella con miedo al verse en el patio al descubierto.

-Desde aquí tu hermano no va a escuchar lo que sea que tengas que decirle, ¿no? – contestó el pelirrojo encogiéndose de hombros.

-No…

-Pues, ¿a qué esperas? – preguntó Matt despreocupadamente – Creo que es un buen momento para dejar atrás tus miedos.

-¿Qué? – preguntó la chica mirándolo como si él estuviera loco.

En ese momento un relámpago cruzó el cielo iluminándolo todo y Yuko cerró los ojos pensando que era el fin. Pero no. Al volver a abrirlos Matt y ella seguían enteros en el mismo sitio.

-Te lo diré de otra manera, ¿qué te importa más? ¿Los truenos o ese hermano tuyo? – le preguntó él con una sonrisa.

-Mi hermano – contestó la chica sin dudarlo.

Yuko se dio cuenta de que Matt tenía razón, así que sin pensarlo más echó a correr por el patio en dirección a la calle. Un nuevo trueno resonó por todo el lugar, y ella frenó en seco tras escucharlo.

"¡No, no! No escuches los truenos, no escuches los truenos" se repitió la chica mentalmente mientras reanudaba la marcha.

Por fin llegó hasta la puerta de la verja de la calle y miró hacia ambos lados. A lo lejos divisó a L, el cual iba arrastrando una maleta, así que echó a correr lo más rápido que pudo en esa dirección.

-¡Hermano! – le llamó.

El chico se detuvo sorprendido al oírla, y la esperó ahí, justo bajo un árbol en flor.

-¿Qué haces aquí? – preguntó el moreno cuando Yuko llegó a su lado – Os vi a ti y a Wammy entrar al despacho, así que iba a volver a buscarte cuando terminarais de hablar.

-¿Ibas a haber… vuelto? – preguntó bastante sofocada por la carrera.

"¡Un momento! Entonces, ¿no tenía por qué haber venido corriendo bajo esta tormenta?" se preguntó sintiéndose un poco idiota.

-Pues claro que iba a volver. Te has enfadado y has salido corriendo y… me has preocupado – admitió L algo avergonzado.

-Perdóname, pero es que… a veces me siento muy sola – le confesó ella – No tienes que disculparte, es tu sueño y debes seguirlo – lo cortó al ver que iba a contestarle algo – Pero, ¿sabes? Yo también tengo un sueño. Y por ello he venido a decirte que es verdad que no quiero seguir tus pasos como tu sucesora – le dijo con firmeza y él la miró sorprendido.

-¿No? – preguntó sintiéndose algo triste – Lo entiendo, es un trabajo peligroso y… – empezó a decir cuando Yuko lo tomó de las manos.

-No es eso – lo interrumpió ella mirándolo con una sonrisa – No quiero seguir tus pasos porque… ¡quiero caminar a tu lado como tu ayudante! – exclamó.

-¿En serio? – preguntó el chico sorprendido.

-¡Sí! – asintió ella – En realidad, ha sido idea del señor Wammy. Pero en cuanto me lo ha propuesto he sentido que era eso lo que realmente quería hacer.

-En ese caso, algún día trabajaremos juntos – contestó L.

-Es una promesa, ¿eh? – respondió Yuko soltándole las manos para después tenderle un dedo meñique.

-Sí – asintió él cruzando su meñique con el de su hermana.

Y de esa manera los dos sellaron su promesa bajo un árbol en flor…

En ese momento, cruzó un nuevo relámpago por el cielo.

-Por cierto, ¿a ti no te daban miedo los truenos? – preguntó L mirando hacia arriba.

-Pues, ¿sabes? Creo… que ya no – respondió Yuko riendo un poco.

OoOoO

-¿Lo ves? – preguntó Misa tras darse un paseo por la habitación con la gabardina de Yuko puesta – Lo importante es la actitud.

-Vaya, no se te reconoce nada – reconoció la morena tras ver la actuación de la otra.

-Gracias – respondió la otra quitándose la gabardina – Ahora es tu turno.

L estaba sentado frente al ordenador trabajando en algo, pero miró a la rubia de reojo. Tenía que reconocer que esa chica podía ser muy amable, y eso le agradaba de ella.

-Muy bien – dijo Misa aplaudiendo tras ver actuar a Yuko – Créeme, es difícil reconocerte.

-Gracias – contestó ella.

La morena sonrió levemente en dirección a la foto de Watari. Aunque ya no estuviera físicamente con ellos, su recuerdo siempre permanecería ahí. Siempre.

-Confía en ti misma. Sabes de sobra lo que tienes que hacer – la animó la rubia – Mucha suerte. Nos vemos mañana.

-Hasta mañana. Y gracias otra vez – respondió Yuko.

-De nada. Seguro que mañana me traes buenas noticias – contestó Misa – Adiós a ti también, Ryuzaki – se despidió del chico.

-Adiós.

Misa se despidió de ambos con un gesto y se fue.

-¿Estás más tranquila? – quiso saber L.

-Sí, gracias por llamarle – contestó Yuko – Aunque aún sigo sorprendida de que le hayas contado que somos huérfanos.

-¿Estás enfadada?

-No. De hecho, estoy aliviada.

-Y yo… – admitió él – Es extraño. Algo dentro de mí me pide que le dé una oportunidad y que confíe en ella… – añadió pensativo – Y… ¿si eso que tú dices del amor fuera cierto?

-¿Qué? ¿Te he oído bien? – preguntó la chica con los ojos abiertos como platos.

-Sí, me has oído bien – respondió rojo como un tomate – No encuentro ninguna otra explicación lógica.

Yuko lo abrazó. Sí, definitivamente el afecto de Misa se sentía diferente…

-Mi hermano mayor se hace aún más mayor – comentó la morena divertida.

-O… oye, no te burles – contestó él completamente avergonzado

-No me burlo. Estoy muy orgullosa de ti – respondió ella poniéndole la mano en el hombro – Además, tú tendrás más suerte que yo, ¿de acuerdo? – añadió con cariño.

Ambos se miraron y se sonrieron tiernamente.

-Gracias… – dijo L.