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- Siéntate. Tengo que hablarte.-

Tetsuo se acomodó frente a su hija y la miró a los ojos. Está parte siempre era difícil.

- Dime, Padre.- dijo ella. Pero ya sabía a qué venía la reunión. En la oficina de Tetsuo el aire pareció volverse denso.

- Está mañana recibí la visita de un hombre que está interesado en ti. Es un Primer Oficial del Clan Takeda.-

- ¿El anciano con el que estabas hablando está mañana?-

Tetsuo suspiró. Ya había empezado, y el Patriarca de la casa sintió esa punzada de dolor tenso en las sienes.

Esto terminaría con un incipiente dolor de cabeza, como cada vez que había que hablar este tema con su terca y rebelde hija.

-No es un anciano.- Dijo, con calma aún.- Es mayor que tú, pero no es un anciano.-u

- Oh ¿Se supone que eso debe satisfacerme?- preguntó Yuzuki, cruzándose de brazos.

- Dijo que le encantaría conocerte...- Tetsuo pasó por alto el reproche.- Vendrá a cenar está noche.-

- Padre...- la chica empezó a decir.

- Quiero que vayas a la ciudad. - La interrumpió Tetsuo, alzando una mano para que ella hiciera silencio. Yuzuki obedeció.- Hace un tiempo encargué un kimono nuevo para ti, debería estar listo ya. También cómprate algún adorno para el cabello.-

Yuzuki lo miró y el hombre sintió que su corazón se retorció.

Cómo quisiera él que fuera diferente todo. Pero este mundo era algo que ella no entendía aún. El mundo es cruel, y se devora a los débiles. Y una mujer sola, sin un compañero adecuado, sin un apellido de renombre o una excelente reputación, es presa fácil.

Cuando su madre murió, Tetsuo juro que cuidaría a Yuzuki, que la protegería y aseguraría su futuro.

Así que Yuzuki Gotō iba a casarse, así sea su última voluntad. Lo había jurado.

- Es todo.- Tetsuo Gotō se puso de pie.- Le he avisado a Rengoku que te acompañe. Alistate.-

Dicho esto, dejó la habitación.

Yuzuki sólo apretó los puños.

El carro se desplazó lentamente por el camino rodeado de árboles.

Era pasado el mediodía y Yuzuki iba sentada, mirando hacia afuera, con la cabeza apoyada en la puerta.

Silenciosa, pensaba en cómo hacer para rechazar al invitado de hoy. Y cómo eso traería una pelea inevitable con su padre.

- Está muy callada hoy, señorita Gotō.- la voz enérgica de su guardia la sorprendió.-

- Lo siento.- sonrió ella - Hoy no ha sido un buen día.-

- Lamento escuchar eso.-dijo él , cruzandose de brazos.- pero el día no termina y aún puede mejorar.-

-Lo dudo. Para la hora de la cena será un completo desastre.-

Kyojuro recordó entonces que habría invitados hoy. El señor Gotō le pidió que se vista con sus mejores galas y los acompañe en la cena, aunque no había dicho por qué. A juzgar por la actitud de Yuzuki, era porque vendría un pretendiente.

Eso siempre la angustiaba.

En todo el tiempo que pasó con ella, vio rechazar a decenas de hombres distintos. Hombres con excelente pasar económico, hombres que la harían sentir una reina. Pero Yuzuki no buscaba eso y él lo sabía. Él sabía que ella sólo deseaba ser libre y se preguntó cómo su padre podía pasar por alto ese detalle.

Lo entristeció pensar que ella esté atada a ese destino triste de vivir junto a un hombre que la apague. Porque Yuzuki era una pequeña chispa...no necesitaba que la contengan, necesitaba alguien que alimente esa chispa y que la vuelva una llama.

Lo peor siempre venía después de la cena. Discusiones y llanto. Luego días sin hablarse con su padre, o quizá algún viaje lejos, con la excusa de que tenía que dar una presentación alguna casa.

Pero eso de hecho era lo más conveniente. Para su padre, sacarla de la casa era un castigo. En cambio, Yuzuki lo agradecía e incluso parecía disfrutar del viaje.

Eran esos momentos en los que, contrariamente a todas las órdenes de Tetsuo, Kyojuro aprovechaba para darle las pequeñas escapadas al campo. O visitar algún teatro. Él comprendía lo que le sucedía al fuego cuando no había oxígeno y no quería que eso pasara con Yuzuki. Al menos hasta que alguien conquistara su corazón, él se aseguraría de alimentar su fuego vital.

Llegaron a la ciudad y se detuvieron en la casa donde ella compraba siempre sus kimonos.

Los recibió una elegante señora, alegremente. El padre de Yuzuki compró siempre los kimonos en su tienda, así que conocia a Yuzuki desde niña.

-¡Señorita Gotō! ¡que gusto!- dijo la mujer, una dama pequeña y armoniosa. De cabello negro, surcado ya por algunas canas.- tengo lo que su padre encargó para usted.-

Yuzuki saludó con una pequeña reverencia y no mencionó palabra. Kyojuro, que entró un momento después, se quedó parado detrás de ella. La vio allí, de pie en medio de la tienda, rodeada de rollos de tela y hermosos kimonos ya elaborados y sintió la tristeza de la joven.

En ese momento, la mujer se perdió dentro de una habitación un momento y volvió con una caja amplia en las manos.

- Un bello furisode* hecho especialmente para mí mejor clienta.- sonrió y deposito la caja frente a ella, abriéndola para mostrarle su contenido.

Sacó un bello kimono de amplias mangas, color durazno, con un bello motivo chidori, y un Obi a juego. Sonrió, satisfecha por su trabajo, y se lo entregó a Yuzuki.

Ella agradeció, y se marcharon sin más. Kyojuro se ofreció a tomar la caja y dejarla en el carro.

- Por mí puedes prenderla fuego si quieres.- le dijo ella, sombriamente.

Él ya sabía cómo se ponía cuando se acercaban estos eventos. Y sabía que era mejor no decirle nada, sus palabras caerían en saco roto. La chica era muy derrotista a veces.

La siguente parada del viaje fue una joyería.

Buscaba un accesorio para poder colocar en su peinado está noche

Entraron a una muy bien surtida. Y Yuzuki revisó varios modelos. Estaba indecisa, miraba sin ver, con los ojos vacíos de emoción.

"Está sumida en la niebla de la tristeza" pensó Kyojuro.

- Si me permite, señorita - le dijo, acercándose a ella.- ¡Este sería ideal. Quedara bien porque...!- moderó un poco su tono de voz. A veces se le olvidaba que podia llegar a hablar bastante alto. Señaló un bello kanzashi* con flores pequeñas, en color lila. -...porque resalta sus ojos...-

Ella no dijo nada, pero lo miró y sonrió. Hubo una chispa fugaz de alegría en sus pupilas color avellana. La sonrisa fue sincera, y cálida. Y el hombre, el ex Pilar, sintió esa calidez como si fuera una caricia del sol. Le gustaba hacerla sonreír.

- Confío en tu criterio, Kyojuro...- Dijo la chica, y pagó por el adorno.

Regresaron a la Mansión con suficiente tiempo para prepararse para la cena, por más que ella insistió en dar mil vueltas por todo el pueblo. Él sabía que quería dilatar el asunto lo más posible, pero pronto tuvo que devolverla a su jaula, sino se arriesgaba a que Tetsuo lo reprenda, y si eso sucedía, podría hacer menos aún por ella.

Cuando llegaron, la servidumbre corría de aquí para allá alistando todo, y luego de bañarse, Yuzuki se encerró en su habitación a alistarse.

Aiko, la joven criada que la ayudaba, estaba con ella, y peinó su largo cabello negro con dedicación y prolijidad.

Yuzuki, sentada frente al espejo en ropa interior, estaba inmutable. Parecía como si su alma hubiera escapado de su cuerpo. Entonces Aiko, notó una lágrima en la mejilla de su señora.

- Quizá sea diferente esta vez, Ama...- Dijo la chica, condescendiente.

Aiko era tres años mayor que Yuzuki. Era hija de Fumiko y quién se encargaba de ayudarla a alistarse en las ocasiones formales en su casa, a ponerse correctamente el kimono y peinarse y maquillarse.

No es que Yuzuki no supiera cómo, es que tener una persona para ayudar reducía el tiempo que se necesitaba para hacer todo eso.

- No lo será, Aiko.- dijo entonces Yuzuki, mirándola a través del espejo. Tomó su caja de maquillaje y sacó el polvo blanco para su rostro.- ¿Que puedo tener en común con un hombre que tiene la edad de mi Padre?-

- Quizá encuentre algo...- quiso alentarla la joven sirviente. Aiko siempre fue una persona muy positiva... pero a veces esa actitud le molestaba a Yuzuki.

- ¿El hombre que me despose tendrá que aclarar que soy su esposa y no su hija cuando estemos juntos? ¿Tendré que soportar los cotilleos de la gente por la diferencia de edad?-

Yuzuki intentó contener la tristeza pero no pudo.

- ¿El primer hombre que me toque será un anciano? - agregó y Aiko pudo oír el disgusto en la voz de la chica. No dijo nada...sólo se detuvo para secar sus lagrimas, secarle piel y reanudar su trabajo de maquillaje.

- Trate de no pensar en eso, Señorita Gotō...-le dijo, mientras pintaba los labios de la chica de un rojo carmesí.- Quizá está noche pase más rápido así.-

Yuzuki bajó la vista. Y apretó los puños sobre sus muslos desnudos.

Quería que todo termine ya.

La cena fue tal cual esperaba. El Primer Oficial llegó y se sentaron a comer en silencio.

En la cabecera de la reunión estaba su padre, a la derecha de éste, el invitado, quién había traído a su sirviente de confianza a la cena y estaba sentado a su lado. Luego a la izquierda de Tetsuo estaba Rengoku y en la otra punta, frente a su padre, Yuzuki.

Tatsuo y el Primer Oficial, un hombre llamado Arata, hablaron de política, economía y tratados comerciales. Kyojuro participó pero sólo cuando el dueño de la casa le pidió su opinión. En cambio, Yuzuki no alzó la mirada de su plato ni una vez.

Si lo hubiera hecho, habría visto las miradas que esté hombre le lanzaba de vez en vez. Y la desaprobación de su comportamiento por parte de su padre.

Al finalizar la cena sólo hablaban ya de trivialidades. El hombre comentó a su padre que su 'enorme mansión con vastos prados de árboles frutales y cosechas interminables de hortalizas' tenía un problema con una plaga de conejos.

- Yuzuki, mi pequeña hana...-Dijo entonces su padre.- tú has leído mucho sobre conejos y su comportamiento ¿verdad? ¿Tendrías algún consejo para este caballero?- preguntó su padre, entusiasmado porque al fin podría enganchar a su hija en la conversación.

- Si, por supuesto Padre.- Sonrió la chica, casi mecánicamente.- Dejarlos en paz y libres, que para eso es que nacieron.-

- Bueno, ese es un consejo llamativo.- Rió el hombre, mirándola.- pero si es así, acabarán comiéndose mis cultivos.-

- Entonces lleve sus cultivos a otro lado.- dijo ella.

- Claramente no tienes mucha idea de cómo funcionan las cosechas, ¿Verdad?- sonrió falsamente Arata, tratando de mantener su educación. Pero ciertamente la impertinencia de la chica le molestó bastante.

- ¿Y usted tiene idea de cómo se siente que le roben la libertad? Claramente no, ¿Verdad?- espetó Yuzuki, sin vacilar.

Hubo un silencio bastante incómodo.

Los ojos de Kyojuro se clavaron en la chica. Estaba maravillado por la velocidad de su respuesta. Aunque también sabía que esa elección le traería problemas. Los próximos días serían difíciles.

A partir de ahí, su padre no intentó que hable más.

-¿¡POR QUÉ SIGUES COMPORTANDOTE COMO UNA NIÑA!?- Le gritó su padre, parado frente a ella.

-¡PORQUE TU SIGUES SIENDO TAN ACCESIBLE COMO UNA PIEDRA, PADRE!- ella replicó, sosteniendole la mirada.

El griterío resonaba en el pasillo, y la servidumbre que aún recogía las cosas de la cena y limpiaba todo, se miraban entre ellos. Estaban acostumbrados a la escena luego de algún problema con los pretendientes, pero eso no quitaba que sea incómodo.

- ¡Yuzuki, esto es algo que ya te expliqué, tienes que casarte!- Exclamó Gotō.

- ¡Yo también te expliqué que no lo haré! No por ahora, lo haré cuando yo lo decida...-

- Las cosas no funcionan así hija, entiende por favor.- Tetsuo se contuvo de tomarla por los hombros. Cada vez lo agotaba más toda la situación. Intentó explicarle que esto era algo que realmente tenía que hacer, no un simple capricho.

- No voy a casarme y mucho menos con un anciano.-

- No estás en posición de elegir niña, rechazaste a todos los pretendientes que elegí para ti pensando en tu edad y gustos, pensando en el beneficio de nuestra familia.- Dijo el padre, visiblemente alterado, señalándola acusadoramente con su dedo índice.- y los humillaste. Son dos de las peores cosas que puedes hacerle la un hombre, como.-

- ¿Y mí humillación Padre?- Yuzuki elevó la voz sobre la de Tetsuo, interrumpiendolo- Kimonos nuevos, maquillaje, ¿¡todo para venderme a los ojos de un extraño!? ¿¡Donde esta mí dignidad para ti!? ¿Valgo un kimono?-

- Cuando tengas un hijo entenderás que a veces uno hace cosas por un bien mayor.- contestó su padre, iracundo.

- Quizá para un hijo las cosas deben hacerse desde el amor, no desde el bien mayor, Padre.- dijo ella, calmadamente, y salió de la habitación de su padre con enfurecida velocidad, por detrás, Tetsuo la llamó insistentemente pero ella no volvió.

Tetsuo azotó el fusuma con fuerza al ver qué su hija no iba a su encuentro. Se quedó de pie, temblando de rabia. Su hija era una niña muy amable, inteligente y agradable. Pero podía ser un verdadero dolor en el culo si se lo proponía. Si tan sólo pudiera ver qué tener que dejarla ir en manos de alguien más también le dolía a él...¿Que más querría él que saber que se casa por amor y que podía ser feliz?

"Pero este mundo no funciona así, querida. No puedo esperar a que tú decidas con quién casarte...mi tiempo no es eterno." Pensó, y salió afuera a respirar para calmarse. "No quiero partir viendo todas mis posesiones en peligro y a mi hija indefensa" Pensó el hombre, mirando la luna. "Algún día entenderás. Y espero que me perdones".

Yuzuki se encerró en su habitación y no dejó que ni siquiera Aiko estuviera con ella. Se arrancó el kimono de la piel y se soltó el cabello. Se lavó todo el maquillaje y sin pensarlo los veces tomó una decisión tajante.

Se iría de ahí.


Pequeño Glosario.

Furisode: El furisode es el tipo de kimono más formal que existe para las mujeres solteras. Significa; "Mangas en Movimiento", se decía que una muchacha podía atrapar el corazón de un hombre en las largas mangas de este kimono.

Chidori* Es una ave llamada chorlito y suele representarse en forma abstracta como un pajarito regordete, volando en aguas de ríos. . Como tienen que hacer frente a olas altas y vientos fuertes, son un símbolo de fuerza y perseverancia.

kanzashi: adorno elaborado para el cabello.