Emprendieron el viaje temprano en la mañana. Primero en tren y luego, un carro hasta el pueblo. Más tarde seguirían a pie.
- Estás muy callado.- le dijo Yuzuki, sentándose a su lado en el tren. Se acomodó en la parte de la ventana y lo observó con curiosidad.
- ¿Recuerda lo que le conté de mí padre verdad?.- contestó él, algo pensativo.
Si. Recordaba.
Kyojuro no hablaba casi de su familia, pero Yuzuki podía hacer hablar un muerto si se lo proponía. Así que, a fuerza de largas charlas, ella había logrado averiguar algo de él.
Que tenía un hermano menor al que amaba profundamente, que su madre le enseñó a leer y también caligrafía, entre otras cosas.
Que su padre había cambiado demasiado hace unos años, luego de que su esposa murió y él quedó sólo con dos niños para criar.
Que de un tiempo a ahora, había intentado recuperar las riendas de su vida, saliendo de un vicio maldito.
Yuzuki recordó que él no se veía bien al hablar de su padre. Se incomodó, fue notorio, y ella no insistió más en ese entonces.
-Si. Lo recuerdo.- Dijo ella.
- Puede ser...difícil de llevar...-Dijo él. -Le pido disculpas desde ya si hace o dice algo que la ofenda. Y si en algún momento quiere irse, no huya, deja que yo la lleve dónde quiera ir.- Yuzuki puso su mano sobre la mano de él, y sus ojos se encontraron.
- Estará bien.- le susurró, y le entregó una sonrisa.
- También está mí hermano. Ya no es un niño pero para mí siempre lo será. Es un jovencito sumamente agradable...pero lo que me importa es que sepa que mí Padre es-
- Kyojuro...- Le dijo ella, y apretó levemente su mano.- Estará bien. Tranquilo.-
Él la miró a los ojos, y le parecieron más brillantes que el día anterior. Su mano, a comparación de la de él, era suave y delicada. Tan femenina que casi lo hizo sonrojar, no era un hombre acostumbrado al roce cariñoso de una mujer. Kyojuro tenía las palmas ásperas por el agarre de su katana, fueron años empuñarla con fuerza y de entrenamiento duro (aún seguía entrenando, los demonios se habían extinto, pero "uno nunca sabe", se decía a si mismo), y eso dejó mella en sus manos. Y esa sensación no fue ignorada por Yuzuki.
No todos los días tenía la posibilidad de sostener la mano de un guerrero.
Cuando iban andando, ya cerca de la Mansión, Yuzuki lo detuvo un momento, tirando suavemente de su mano.
- ¿Puedo preguntarte algo?-
- Adelante - dijo él, tan enérgico como siempre.- haga la pregunta.-
- ¿Por qué haces esto?-
Una sonrisa gentil se dibujó en sus labios. Bajó un poco la vista y a Yuzuki le pareció la imagen de alguien que iniciaba dentro suyo una disputa.
- Juré a su padre que la devolvería a su casa cuando esté a salvo conmigo. - Dijo él finalmente, mirándola.- Pero...no puedo. Volver a entregarla a él sería sellar su destino. No podría ver qué se consume en un matrimonio que la apague, en una vida encerrada... No siento que entregarla para que se case sea ponerla a salvo.-
Ella sintió su corazón explotar de alegría y la garganta se anudó. Una emoción cálida se encendió justo en medio de su pecho, como una bella rosa roja que floreció en su interior.
Apretó los labios y cerró los ojos, dejó que la brisa bese su rostro, saboreó la libertad que tanto deseaba.
Kyojuro la observó, preocupado.
- Lo siento, dije algo...-
- Dijiste todo lo correcto.- sonrió ella.
Se acercó a él, lanzó sus brazos a su cuello y lo abrazó, al tiempo que dejó salir un largo suspiro, que calentó suavemente la piel del cuello del hombre.
Él al principio no supo que hacer, e intentó entender qué la movió a realizar tal gesto, tan cargado de emotividad. Sabía que había tocado una fibra, no supo bien cuál, pero al caso tampoco importaba realmente.
Porque ese abrazo se sintió muy bien.
-Ahora necesito pedirte un favor, Kyojuro.- habló Yuzuki, aún sin soltarlo.
- Lo que usted ordene.-
- Deja de tratarme con tanta formalidad.- Dijo ella. Se apartó un poco de él, lo miró a los ojos y agregó.- Ya no tengo una posición que lo justifique.-
Él alzó las cejas. En parte era cierto. En parte no, porque este acto de rebeldía aún podía modificarse y ella seguiría siendo 'la señorita' para él.
Pero por otro lado, la idea de conseguir esa informalidad con ella le agradaba.
- Bueno...como...desees.- dijo él, y le dio una sonrisa, que ella respondió de la misma manera.
- Así está mejor.- le dijo.
Y siguieron adelante.
-¡Hermano!- un joven, un adolescente que Yuzuki consideró asombrosamente idéntico a Kyojuro, salió a recibirlos. Pensó seguramente a esa edad debió verse así.
- Senjuro, hermanito.- dijo Kyojuro y finalmente lo abrazó, despeinandolo un poco. -Te presento a Yuzuki Gotō...-
Ella y el chico se saludaron cordialmente.
Yuzuki notó por qué Kyojuro le dijo 'ya no es un niño pero para mí siempre lo será', el joven era alto, tanto como su hermano mayor, pero con una contextura física un poco más grande que los muchachos de su edad. Ella se preguntó si la complexión física de los Rengoku era hereditaria, porque todos parecían ser hombres fuertes y tonificados.
O al menos estos dos lo eran.
- No sabía que venías tan pronto y menos acompañado. Un placer conocerla en persona, Señorita.- dijo el chico, intentando no mirar mucho a la mujer a un lado de su hermano, pero su curiosidad le estaba dando pelea.
- Digamos que esto fue...improvisado.- Sonrió Kyojuro.
Senjuro sabía quién era ella porque Kyojuro le había hablado de Yuzuki en sus múltiples cartas durante todo el tiempo que el trabajó allí, principalmente de lo bien que tocaba el koto y lo buena que era para la pintura. El menor era plenamente consciente del status social de Yuzuki y si bien sabía que ellos mismos no eran una familia de clase baja, si le resultó extraño que la chica esté allí, solamente con su hermano, y sin una enorme maleta con lujosos vestidos, más escoltas, o que no hayan llegado en un carro. De hecho, se veía demasiado normal como para ser una mujer de cuna pudiente, vestía sencillamente, no llevaba maquillaje, ni joyas, ni adornos en el cabello que llevaba suelto y no en uno de esos elaborados peinados que suelen llevar las damas finas.
Entonces, dos preguntas se anclaron en la mente de Senjuro: si Yuzuki estaba involucrada sentimentalmente con su hermano y si se quedaría en la casa o sólo venía de visita. Una, Kyojuro la respondió sin que él la exteriorice, cuando le preguntó si lo ayudaría a preparar la habitación de huéspedes para ella.
La otra se la haría cuando estén solos, se dijo el más joven. No era educado andar preguntando ese tipo de cosa frente a la señorita.
- ¿Se encuentra Padre?-
El semblante de Senjuro pareció torcerce levemente.
- El no ha tenido una semana sencilla.- Dijo, bajando levemente la mirada.- Pero ayer estaba un poco mejor.-
- Él...- empezó a decir Kyojuro, y pronunció la última palabra con una mezcla de temor y decepción. -¿recayó?
- No hermano, lucha ferozmente para salir adelante. Y hasta ahora no ha fallado. Pero hay días... más duros. Y otros menos.- dijo Senjuro, con una suave sonrisa.
- Ire a verlo.- dijo Kyojuro, mientras entraba. Tenía que contarle a su padre sobre Yuzuki.- ¿Podrías hacerle un té a nuestra invitada, hermanito? Estoy seguro de que te agradará su compañía.-
El mayor se internó en la casa y el menor, guió amablemente a la chica a la sala pequeña que usaban para recibir visitas.
- Realmente tienen un hermoso jardín.- Dijo ella, cuando él le alcanzó el té.
Senjuro sonrió orgulloso. El Jardín era enteramente su responsabilidad, y tomó esa observación como un elogio.
Mientras, el mayor de los hermanos se dirigió a la habitación de su padre. Se colocó de rodillas antes de entrar y golpeó suavemente el fusuma cerrado. Una voz potente y grave le ordenó entrar.
Shinjuro Rengoku estaba sentado, leyendo un libro. A su lado, una taza de té aún humeante, y una pluma, tinta y papel.
- Hola Padre.- habló el primogénito, y el hombre alzó y la vista. Kyojuro le hizo una reverencia.
El hombre sonrió levemente, y dejó el libro sobre su regazo.
-Hijo. Que sorpresa. Con tu hermano te esperábamos hasta dentro de unos días.- dijo, haciéndole un gesto a Kyojuro para que tome asiento frente a él.
Luego de lo que pasó en la pelea del Tren Infinito, Shinjuro Rengoku recibió una bofetada muy dura de realidad.
En esa pelea, Kyojuro fue muy mal herido y estuvo al borde de la muerte. Estuvo tan grave que el Cuerpo de Cazadores le preguntó si necesitaria ayuda para los honores funerarios.
Entonces, el antiguo Pilar de la Llama, supo que se había perdido los mejores años de la vida de sus hijos por estar encerrado en una vasija de sake. Supo que no había valorado el verdadero esfuerzo de Kyojuro, quién entrenó y se convirtió en Pilar solamente leyendo los textos recopilados en su residencia, porque él no solamente no lo apoyó nunca, sino que se burlaba de su determinación.
Y si pensaba en lo que le había hecho al pequeño Senjuro...el corazón se le retorcía. Y durante los últimos años había hecho un esfuerzo para no perder el amor de su hijo menor. Sabía que no remediaría años de maltrato, pero estaba dispuesto a cuidar su futuro.
Comenzó entonces su larga y sostenida lucha contra su adicción. Fue, por lejos, la peor batalla que libró en su vida. Y le costó años estabilizarse y no recaer. Cada día para él era una nueva pelea.
- ¿Como has estado, Padre?- El mayor esquivó lo que su padre dijo.- ¿Como ha ido todo aquí?-
- Yo estoy bien. Estoy algo cansado, no duermo muy bien estos días, hace bastante calor.- Dijo Shinjuro, mirando fugazmente afuera.- Y aquí todo va bien. Normal. Tú, por otro lado, debes tener cosas más interesantes para contar. ¿Como van las cosas en la Casa Gotō?-
- De hecho...- Kyojuro decidió no andarse con rodeos.
Hablo a su padre la situación. De lo que había pasado los últimos días y cómo había tomado la decisión de traer a Yuzuki allí. Se disculpó profundamente con su padre por haberse precipitado, y le ofreció que ambos se irían si lo importunaban.
Shinjuro Rengoku era un hombre ya mayor. Pero aun así, el fuego de la familia Rengoku aún ardía impetuosamente dentro de su ser. Podía comprender la motivación de su hijo, aunque a veces se preguntaba si quizá había puesto un poco demasiada pasión al concebirlo, porque el muchacho podía llegar a sacar agua de las piedras.
Igualito a su mamá.
A medida que escuchaba a su primogénito hablar, Shinjuro pensaba en que el niño que hace años aprendió a leer en tiempo récord y devoraba los textos de los antiguos Pilares y libros históricos, ya era un hombre y aún asi parecia no darse cuenta de obviedades que tenia frente a su nariz.
Shinjuro respiró profundamente y apretó los dientes.
- Me estás diciendo que, técnicamente, la estás secuestrando.- Dijo.
- No Padre. Ella escapó. Yo simplemente...- el hombre negó con la cabeza.
- La mantienes lejos de su familia, Kyojuro.- Lo interrumpió su padre.-
- Ella no quiere estar ahí.- Respondió él.
- ¡Como un niño no quiere estar castigado! - exclamó el patriarca.- No siempre en la vida estamos en el lugar en el que deseamos estar.-
- ¿Y no es justo entonces tomar acciones para cambiar esa situación?- preguntó Kyojuro, inclinandose levemente hacia adelante.- Yuzuki hizo eso. Está rompiendo con todos los patrones instaurados en su familia.-
- Las tradiciones mantienen vivas a las familias. Tú mejor que nadie deberías saberlo.- Advirtió el padre, señalando el haori de llamas colgado majestuoso en una de las paredes.
- No las obsoletas.- Contestó Kyojuro sin dudar.
- Está haciendo una jugada que puede ser incluso peligrosa para ella misma. Las mujeres en este mundo pueden ser presa fácil.- dijo Shinjuro.
- Madre también jugó una carta arriesgada para casarse. No creas que no lo sé. Y en cuánto a lo otro... Padre, Yuzuki puede ser una mujer acomodada, pero no es estúpida.-
Shinjuro clavó los ojos en los de su hijo.
Era cierto. Ruka había elegido casarse con él, aunque su familia hizo más hincapié en un terrateniente con mayores tierras y una riqueza notablemente mayor que la de los Rengoku. Presionaron. Pero no lo lograron.
Ruka eligió, a riesgos de que su propia familia rechace el enlace y corte lazos con ella, a Shinjuro.
Y claramente, ella le había hablado a Kyojuro sobre eso.
- ¿Y tu lealtad con su padre? Trabajas para él, Kyojuro.-
- Mi lealtad es ante todo hacia mis valores. No hacia una posición social y mucho menos hacia el dinero.- Dijo firmemente el primogénito, manteniendose erguido.
- ¿ Lo consideras una mala persona?- preguntó Shinjuro, analizando detenidamente el lenguaje corporal de su hijo. Quería descifrar su había algo que él no le estaba diciendo.- ¿Hizo algo que amerite una lección?-
- No. Es un buen hombre. Sé que la ama, se nota en la forma en que habla de ella. Pero creo que no comprende la naturaleza de Yuzuki...ella es...es como una pequeña chispa.-
Hubo un silencio y los ojos de Shinjuro no se desviaron ni un momento de los de su hijo.
- Una chispa puede iniciar un incendio incontrolable, hijo.- dijo el mayor, con una mirada inquisitiva que hubiera hecho temblar a más de uno, y preguntó sin tapujos.- ¿Sucedió eso en algún momento?-
- No Padre...nunca.- dijo enérgica y firmemente Kyojuro.- Mi deber es protegerla, solamente.-
Pero Rengoku padre notó, fugaz, un brillo en las pupilas de su hijo, un extraordinariamente sutil color en las mejillas.
Shinjuro sonrió. No llegó a mayor sin saber una cosa o dos sobre la vida. Decidió no decirle nada a su primogénito, quiso que él se de cuenta sólo de lo que le pasaba.
El padre miró a su hijo fijamente. Ya era todo un hombre, y debía actuar en base a las consecuencias de las elecciones que hacía.
- ¿Eres consciente de que si su padre descubre que la mantienes aquí oculta, habría consecuencias graves? Para ella y para ti.- preguntó, entrecerrando los ojos.
- No está oculta. Está a salvo, yo sigo siendo su guardian. Y si ella decide regresar, la llevaré.- contestó Kyojuro, seguro.
- ¿Serías capaz de responder ante esa posibilidad?
- Absolutamente.- afirmó el joven.
Shinjuro lo miró en silencio. Los ojos de su hijo, su aura entera, ardían. Firme, como una katana recién forjada, inamovible, como una montaña.
Rengoku padre suspiró. Veía la vehemencia que tanto le enorgullecía poseer, reflejada frente a sus ojos, hecha carne en su hijo.
- Sabes que no podrá quedarse por siempre...- dijo.
- No Padre. Sólo será un tiempo y te garantizo que no perturbará tu paz. Es una muchacha sumamente educada. Sólo... necesita un poco de tiempo y espacio.- contestó Kyojuro.
- Entonces supongo que, aunque no esté aquí en contra de si voluntad o en favor de la tuya, no le dirás a su padre que está con nosotros.- dijo Shinjuro, frotandose distraídamente el mentón.
- No. Aún no. Sería contraproducente. Quiero darle tiempo a Yuzuki para pensar.- dijo Kyojuro.
- Mientras juegas con los sentimientos de su padre.- agregó el patriarca.
- Si él no hubiese jugado con los de ella, quizá no estaríamos en este predicamento.- contestó rápidamente Kyojuro.
- Que osado de tu parte afirmar eso...- Sonrió Shinjuro.
- Confía en mí, Padre. Por favor.- dijo Kyojuro, con firmeza.- Ella necesita esto.-
Shinjuro no dijo nada.
Evidentemente su primogénito estaba decido por algo y no habría forma de hacerlo cambiar de opinión.
Ahora, Shinjuro tenía curiosidad.
Queria saber quién era Yuzuki, quería darle cuerpo y forma a la persona que motivó semejante novedad.
Seria interesante ver quién era la mujer que encendió ese fuego con sólo una chispa en el corazón de su hijo mayor, si que siquiera él se diera cuenta.
- Llamala. Quiero conocerla.- dijo el mayor, y se terminó el té de un sorbo.
