Yuzuki se puso algo nerviosa cuando Kyojuro la llamó y dijo que su padre quería conocerla.

- Estoy despeinada. Y no tengo maquillaje. No llevo un kimono adecuado ni joyas...- dijo, acomodándose nerviosamente el cabello tras las orejas y luego volviendo a soltarlo y tratando de peinarlo.

- No necesitas nada de eso...- Kyojuro dudo un momento.- Aquí no le prestamos atención a esos detalles.-

- Si pero...es tu padre. Debo rendirle respeto por permitirme quedarme y- ella habló apresuradamente.

- Yuzuki...- la interrumpió Kyojuro.- Estás más que bien así. Mi Padre no quiere ver tu riqueza, sólo quiere conocerte.-

Yuzuki suspiró, cerrando los ojos.

Cayó en la cuenta de que era la primera vez en dos años que lo escuchaba decir su nombre y no 'Señorita Gotō'. Sonaba tan bien en su voz. Tan nuevo y diferente. Se pasó las manos por la cara y se pellizcó suavemente las mejillas.

-¿Por qué haces eso?- preguntó Kyojuro, completamente extrañado.

- Mí madre me enseñó que eso da un color natural a la piel...ya sabes, para verme mejor.-

- Yo te veo muy...- se detuvo y la miró a los ojos. ¿Debía decirlo? Si...¿por qué no?.-...muy bella. Eres más bella sin maquillaje ni joyas. Porque se ve el verdadero tú.-

Yuzuki pareció congelarse. Sostuvo su mirada y esta vez no hizo falta ningún pellizco de mejillas. Se ruborizó y no supo que decir.

Ningun hombre, nunca, le había hecho un cumplido real. Todos alababan su belleza porque querían algo a cambio, se cansó de escuchar cumplidos vacíos y exagerados, solo para ganar puntos.

Yuzuki dejó de creerlos hace mucho.

Pero ahora... él era sincero. Él no quería nada de ella. No le interesaba su dinero. Ni sus tierras. Ni sus negocios. Él sólo era él.

"¿Cree que soy bella?" Su voz susurró en sus pensamientos. "Por todos los dioses él cree que soy bella."

Se armó de valor gracias a ello y le dijo, sonriendo.

- Dime dónde está tu padre.-

Intentando no parecer tan nerviosa, lo tomó de la mano.

Él miró su mano en la de ella, y volvió a mirarla a los ojos.

Esta vez brillaban con un brillo diferente. Un brillo que no había notado antes.

Ambos se fundieron en una mirada que pareció eterna. Finalmente, él le sonrió y la guió hasta la habitación.

Senjuro, que vio todo, consideró contestada la segunda de sus dos preguntas urgentes. Pero quería oírlo de su hermano.

Cuando entraron a la habitación del patriarca de la familia, Yuzuki se postró en reverencia.

- Levantate, eso no es necesario. Soy Shinjuro Rengoku, soy el padre de Kyojuro y Senjuro.-

- Encantada de conocerlo, mi nombre es Yuzuki Gotō.- la chica estaba muy nerviosa pero supo disimularlo muy bien. O al menos eso considero el hijo mayor.

- Mi hijo me hablado de ti, Yuzuki, y de tu predicamento... puedes quedarte aquí un tiempo hasta que decidas como proceder.- Dijo Shinjuro.

- Le agradezco su bondad, señor Rengoku...- dijo ella, y le hizo una reverencia.

- Agradecele a Kyojuro más que a mi. Ha sido muy firme con este tema.- le dijo Shinjuro, mirando a su primogénito, sentado a un lado de la chica.

- Y no me alcanzará la vida para pagarles a ambos.- sonrió ella, y Kyojuro y Yuzuki cruzaron miradas.

En ese momento, Shinjuro confirmó sus sospechas. Estaba ahí, vibrante, tácito, pero sumamente palpable, explícito para quien buscara verlo.

Le resultó llamativo que ninguno de los dos se haya dado cuenta aún que se atraen, y pensó para si con cierta gracia que también eso los hacia compatibles.

Y sonrió. No dijo nada al respecto, quería que ambos fueran capaces de descubrirlo.

Los hechos se desencadenarían sólos y la pregunta era, si ellos tendrían el valor para asumir las consecuencias.

Porque las habría. Y de magnitudes.

-Asi que, Yuzuki... Me dijo Kyojuro que eres buena con la música...-

En otra habitación, un diligente Senjuro barrió el tatami y trajo un futón limpio.

También remojó las mechas de las lámparas para que estén listas para la noche, y decidió colocarle unas flores frescas a la chica ya que se había mostrado tan interesada en el jardín.

De vez en vez se asomaba disimuladamente por hasta la habitación donde los tres mayores estaban reunidos e intentaba escuchar, pero no llegaban a sus oídos más que sostenidos sonidos indistintos, alguna risa dispersa y poco más.

Nada útil. Nada trascendente.

Un rato más tarde, mientras terminaba de colocar una jarra con agua fresca en una mesita en la habitación que a partir de ese momento sería de Yuzuki, su hermano apareció. Felicitó al joven por el trabajo hecho y remarcó el dulce gesto de las flores frescas.

- ¡Es una muy buena idea!- sonrió Kyojuro, tan enérgico como siempre.- ¡Le gusta mucho la naturaleza y eso la hará feliz!-

- Si es así podrá ayudarme a cuidar el jardín. Quizá pueda enseñarme algo nuevo.- dijo Senjuro.

- Bueno, ha leído muchos libros pero no creo que tenga experiencia práctica así que lo más probable es que tú le enseñes algo-

Senjuro sonrió. Y supuso que era el momento de preguntar.

- Hermano...¿esa chica es tu prometida?-

- No Senjuro. Sólo es una amiga.- contestó firmemente Kyojuro, sin es dudar un segundo.

- Es que...- el adolescente jugueteaba con el borde de su camisa.

Era incluso tierno ver un muchacho tan corpulento hacer ese gesto y Kyojuro sonrió.

- ¿Es que qué?- preguntó con calma.

- Bueno lo vi hoy...vi cómo se tomaron las manos y como se miraron. ¿Ella te gusta?-

- Hermanito.- Kyojuro rió, alegre - No deberías sacar conclusiones apresuradas de cosas que no conoces.-

- Te he visto con otras mujeres y no eres así.- Retrucó Senjuro.- Nunca miraste así a la señorita Kanroji ni a la señorita Kocho.-

"Bueno...ahí vamos." Pensó Kyojuro, y sonrió.

- Ven.- le dijo, y se sentó en la pasarela externa, con el sol en la cara. Palmeó el lugar a su lado para indicarle a su hermano que se siente y éste obedeció.- Eres muy observador, hermanito. Pero me temo que estás confundido.-

- ¿Por qué?-

- Bueno, Mitsuri fue mi aprendiz y yo la consideraba familia. Y Shinobu era una compañera, el vínculo que nos unía era diferente, tenía un gran respeto por ella y su forma de trabajar. Con esa información, ¿que deduces al respeto?

- Pues...- Senjuro pensó.- ¿Hay diferentes... niveles?-

- Exactamente. Mí relación con Mitsuri y Shinobu no eran como la que tengo con Yuzuki y ni siquiera era igual con cada una de ellas.-

- Bueno pero es que...-

- Dime.-

- Es que tú mirada me recordó mucho a como mirabas a Kaori.- deslizó Senjuro, cuidadosamente.

Kyojuro pareció sorprenderse.

Kaori Matsuo fue su pareja durante más de dos años. Sucedió demasiado pronto después de la lucha contra Muzan y Kyojuro era un poco diferente del hombre que es hoy.

Se la presentó su padre y claramente tenía la intención de que se casaran, supuso Kyojuro que él creyó que la presencia de una mujer en su vida, lo ayudaría a sobrellevar el dolor, las pérdidas, el estrés postraumático de la batalla. Supuso que, teniendo el amor de una buena mujer, sus heridas psicólogicas sanarían más rápido, como había pasado con él y su madre

Pero se equivocó.

Kyojuro no se negó a una relación, porque pensó que ya no habría peligro inminente una vez que los demonios hubieran desaparecido, también pensó que su mandato como hombre era conseguir una buena esposa, proveer, casarse y tener hijos. Pensó que si la vida le dio la oportunidad de seguir respirando, fue para que su descendencia camine este mundo por otra generación más.

Pero no funcionó. Ella era una buena chica pero él no estaba en condiciones de amar a nadie. Sus pesadillas eran brutales y sus cambios de humor no lo hicieron una persona agradable en ese momento.

Kaori aguantó más de lo esperado, sin embargo finalmente se rindió. Él le tomó un cariño enorme, pero la entendió. No la culpó en absoluto y la dejó ir con todo su agradecimiento, le deseó felicidad y una largs vida.

Después de todo...fue él el que no se dejó amar.

- Lo que pasó con Kaori fue diferente...- contestó Kyojuro.

- Pero la querías.- observó Senjuro.

- Si...- dijo Kyojuro, pensativo.

Si, la quería. Disfrutaba de su compañía pero a veces querían cosas diferentes. En ese momento de su vida él pasó por una fase de introspección. Y ella no lograba entender por qué. Pero fuera de esos malentendidos, él llegó a quererla.

- Y te gustaba. - Agregó Senjuro.- No te preocupes, entiendo que 'querer' y 'gustar' no son lo mismo. El señor Uzui ha hablado mucho de eso conmigo.-

Kyojuro palideció. No quiso ni saber qué detalles le dio Tengen a un adolescente.

- Sabes...creo que estoy enamorado de Naho Takada. Me gusta, su cabello es muy bonito y tiene una sonrisa muy bella. Y la quiero, es muy amable y cocina muy bien.- dijo Senjuro, tímidamente.- Aunque...no podria decir que las otras chicas de la Finca no son bonitas.-

- ¿Hablas de Sumi y Kiyo?- Kyojuro preguntó, sorprendido.

- Si. Nos escribimos seguido y nos hemos juntado los cuatro para pasar un rato.- le dijo Senjuro.

- ¿Entonces Naho es la que más te gusta?-

- Creo. No lo sé. Las tres son bonitas. El señor Uzui dice que no es malo que me gusten las tres. Y quizá no lo sea, él tiene tres esposas.-

La cara de Kyojuro era un poema. Se cubrió el rostro con una mano y pensó

"Tengen...¿tenías que hablarle así? Podrías haberle enseñado sobre tantas cosas...¿tenías que hablarle justamente de esto?"

Kyojuro suspiró. Y se masajeó levemente las sienes.

- Cielos...no sé qué me preocupa más, las cosas que te dijo Tengen o que de hecho ya estés en esa etapa.- dijo.

- ¿No pensaste que sería un niño chiquito toda la vida no?- dijo Senjuro, cruzandose de brazos.

- Me hubiera gustado, a decir verdad.- Rió Kyojuro.

- ¿Y bien? ¿Te gusta o no? Yuzuki.- insistió Senjuro.

- Claro que no.- rió Kyojuro. Su hermano notó su incomodidad. El muchacho lo examinó detenidamente.

- Mientes. Lo sé.- Sentenció.

- Senjuro...- Le dijo entonces el mayor, y le dio una mirada muy tranquila.- A veces las cosas son un poco más complejas de lo que parecen.-

- ¿Que es lo complejo aquí?-

- Pues... yo, supongo.- Sonrió Kyojuro.

- Oh...estás confundido.- Dijo Senjuro, cómo si de repente todas las fichas de este juego cayeran en su lugar.

Kyojuro Rengoku no tuvo más remedio que aceptarlo.

- Me temo que si.-

- Bueno...supongo que lo mejor que podemos hacer cuando estamos confundidos es volver a donde empezamos a confundirnos.- dijo Senjuro, sorprendiendo gratamente a su hermano mayor.- Aunque a veces las confusiones nos ponen en el lugar correcto.

- Es un buen consejo hermanito.- reconoció Kyojuro, y le acarició el cabello.