"Volver a donde empezamos a confundirnos" pensó Kyojuro esa noche, en su habitación.
El día había sido asombrosamente tranquilo, descubrió que Senjuro y Yuzuki se llevaban bien, y eso le agradó. Estuvieron los tres en el jardín y aunque su padre casi no salió de su habitación, las cosas estuvieron en calma. Kyojuro entendía que, aunque haya recibido bastante bien a su invitada sorpresa, tenía sus reservas y preocupaciones. Esperó que con el tiempo pueda entender.
Una vez que se aseguró que ella estaba cómoda en su habitación, se marchó a la suya, y se recostó en su futón.
"Volver a donde empezamos a confundirnos" repitió, con la vista clavada en el techo y ambos brazos detrás de la cabeza. "Si… cuando pasó eso".
Rebuscó en sus recuerdos. No tuvo que buscar demasiado, porque ese viaje hace un año y poco más, lo había tenido presente durante mucho tiempo.
"Yuzuki fue a una visita diplomática. O así les llamaba su padre. En realidad, durante esos viajes, Yuzuki daba extensas presentaciones en eventos de la clase alta. Varias familias se reunían en la casa de los anfitriones y se pasaban horas escuchando a Yuzuki." Pensó Kyojuro, y dejó que los recuerdos fluían sin problema. "Mi trabajo consistía en llevarla, esperarla, y llevarla de vuelta a su casa a salvo."
Ella hacía muchos viajes en el año. Así que el tiempo que pasaban juntos era muy amplio.
"En ese viaje, fue que comencé a verla de otra forma." Recordó, y se acomodó en su lugar, mirando por el shoji abierto a la noche veraniega. "La recogí luego de una sesión en una enorme mansión en el centro de la ciudad, donde se celebraba una boda. Recuerdo que me escabullí dentro, y la vi tocar, sentada en un enorme y lujoso almohadón, rodeada de gente que no le quitaba los ojos de encima. En mitad de la pieza musical nuestras miradas se cruzaron y me sonrió. Recuerdo que, esa sonrisa, por primera vez desde que la conocí, me aceleró el corazón. No sé por qué, supongo que ver que la atracción principal de la noche pasó de todos y sólo me sonrió a mí me hizo sentir diferente. Al terminar de tocar, se puso de pie apresuradamente, hizo una reverencia descuidada y apuró el paso hacía mí. Me pidió marcharnos, dijo que la cabeza le dolía horriblemente y sus dedos estaban entumecidos, así que nos retiramos, con una estruendosa tormenta de aplausos a nuestras espaldas. Fuimos hacia el carro que nos transportaria hasta la posada dónde residiamos esos días de viaje. Ya en su su habitación, le pregunté si tenía hambre, recuerdo me contestó 'Estoy famélica.' Y me pidió que traiga algo de comer mientras ella se daba un baño para recuperar energías. Cuando volví, ella recibió la comida felizmente, como cuando a un niño le das un dulce. Se había bañado ya, y el cabello le caía desordenado sobre los hombros y el pecho. Llevaba una yukata blanca sobre la piel desnuda y pude ver claramente las curvas que su ropa habitual, de numerosas capas, elegante y recatada, solía ocultar. Los muslos redondos, la curva del pecho, el pequeño montículo en medio de cada uno. Me obligué a no mirar de más, pero mi concepto de ella y mi forma de verla cambió desde ese día. No era una niña, a pesar de su forma de ser tan jovial y curiosa, a pesar de que su padre la trataba como una. Era una mujer. A partir de ese día, si bien nunca más la vi tan ligera de ropa, la imagen volvía a mi en cada roce, en cada sonrisa, en cada mirada. Con el tiempo fue menos frecuente pero sigue allí. En ese momento, pequeño hermano, fue cuando todo comenzó a confundirme. Y aunque me mentalicé que era mi trabajo, que ella era mi protegida, que era incorrecto pensar de otra forma...el río había comenzado a correr."
Kyojuro se cubrió el rostro y suspiró.
Había identificado "el momento".
~*~
Unas horas después, Kyojuro le propuso ir al pueblo a Yuzuki. Salieron a media mañana, caminando despacio.
Mientras iban por el camino, por momentos, él la miraba por el rabillo del ojo. Parecía tranquila y caminaba despreocupada, supo que ella había dormido bien, claramente no había tenido las mismas cavilaciones que él.
- No pensé que tu padre, tu hermano y tú se parecieran tanto.- Dijo entonces ella, sonriente,
mirándolo.
- Ah sí. Todos remarcan lo mismo.- exclamó él, entusiasmado como siempre.
- Debo confesar que esperaba otra cosa de tu padre. Alguien más... difícil.-
- A veces es más difícil. Mi Padre está tratando de retomar las riendas de su vida.- le dijo él entonces, y agregó, precavidamente.- la muerte de mi madre lo devastó… Descuidó su trabajo, su familia…y se perdió en la bebida.-
"Entonces, era eso" pensó Yuzuki.
- ¿Por eso nunca me hablaste de él?- preguntó ella.
- No es una parte de nuestra historia como familia que me agrade recordar.- dijo él, con calma.
No culpaba a su padre. En absoluto. Pero ser testigo de su descenso como persona lo dejó malherido. Aún recordaba las discusiones, sobre todo cuando tenían que ver con el tema de los Cazadores. Aún recordaba cómo maltrató a su hermano, y la ansiedad en su pecho cuando regresaba por las mañanas luego de cazar sin saber si el día sería calmo o una batalla.
Durante muchos años Kyojuro se sintió como caminando sobre cáscaras de huevo. Soportó el peso de sacar adelante a su familia, no descuidar a su padre y velar por la seguridad de su hermano menor.
Y esas sensaciones volvían a él, aunque distantes ya, cuando hablaba de este tema. Ya no dolían, pero le causaban un extraño sentimiento poco agradable en la garganta.
Hubo un silencio, y luego de pensarlo un poco, Yuzuki habló.
- Mi padre tuvo una época de adicción al juego...- Confesó, mirando el camino bajo sus pies.- Yo era pequeña, pero recuerdo escucharlo discutir con mí madre al respecto. Y cuando pasaba eso, generalmente, Fumiko llegaba a mi habitación para llevarme a jugar con Aiko.-
Kyojuro alzó las cejas. La declaración lo había tomado absolutamente por sorpresa.
Jamás, en su vida, se le hubiera pasado por la cabeza pensar que Tetsuo Gotō, hombre de aparente conducta intachable hubiera pasado por semejante desliz.
- No es un tema de conversación habitual... pero creo que llegó el momento de hablalo- le dijo Yuzuki, se apretó las manos nerviosamente.- Casi perdemos todo por su necesidad compulsiva de apostar. Fueron épocas...poco felices. Mi madre venía a dormir conmigo a mi habitación, y lloraba por las noches cuando pensaba que yo dormía.-
- ¿Que edad tenías?- preguntó él, mirándola, aunque ella tenía la vista fija en el camino.
- 6 años cuando comprendí que algo estaba mal. Pero no recuerdo cuando empezó.-
- Eras...una niña...- dijo él, con suavidad.
Kyojuro pensó en él a sus 6 años. Su padre aún era un hombre amoroso. Su madre estaba viva y sana.
Su vida olía a sol y hierba fresca, las noches eran cálidas y acogedoras.
No tenía forma de saber que un tiempo después, ese sol ya no brillaría igual. Y que su padre se hundiría en el dolor de tal forma que se volvería irreconocible. Que las noches se harían tristes, que dormiría con su pequeño hermano porque su ternura le recordaría a la de su madre.
Quién diría...
Yuzuki le contó que recordaba haber visto a sus padres discutiendo en el jardín innumerables veces, y que muchas noches su madre le rogó a su padre que no se vaya, que se quede con ellas, que si no daba el primer paso para detenerse, no lograría frenar.
Le contó sobre la vez que Tetsuo Gotō llegó a su casa sin sus elegantes anillos de oro. Su madre se lo hizo notar en el desayuno, y ese día discutieron frente a ella.
Volaron platos. Hubo gritos. Y muchas lágrimas.
Fumiko no había llegado a tiempo esa vez para rescatarla. Y a partir de allí, durante más de dos años, las vida en la casa Gotō se volvió un infierno.
Toda la servidumbre tenía prohibido hablar de ese periodo. Y la misma Yuzuki lo había enterrado muy dentro de su mente.
- Cuándo mí madre enfermó después de ese incidente, mi padre estaba en plena rehabilitación, y recuerdo que yo no dormía por las noches porque me sentaba a su lado en el suelo para que no se escape...- dijo ella, y una sonrisa triste se le pintó en los labios, como un mal trazo de un mal pintor.
- Te entiendo...- dijo él. Y realmente la entendía... sólo que su padre escondía sake por toda la casa e intentar frenarlo desembocaba siempre en una pelea peor.
-Ya ves, puedo parecer una muñequita insulsa que vivio una vida perfecta...pero no lo soy.- dijo ella.
- Jamás pensé eso.- Dijo él, trayendola de vuelta del limbo de sus recuerdos.
- No te culparía si en algún momento hubieras pensando "pobre niña rica, no tiene problemas y debe fabricarselos".-
-Yuzuki...- dijo él, y la detuvo, tirando levemente de su brazo, la acercó a su cuerpo con delicadeza, para poder mirarla a los ojos.- jamás pensé eso ¿Por qué te juzgaría?.-
- Es que la gente suele creer que los hijos de los nobles somos idiotas, niñitos mimados que no conocemos la tristeza o el miedo. Y no es así.-
- Pero yo no soy 'la gente'.- Sonrió él.- Yo te conozco.-
Yuzuki le devolvió la sonrisa.
Sintió que el rubor le coloreó las mejillas. Algo dentro de ella gritó que se ponga de puntillas y lo bese en los labios... ¿Como podría? Si él la rechazaba moriría de vergüenza ahí mismo y no podría volver a mirarlo a los ojos. No. No había suficiente información como para afirmar que él sentía igual.
"Su caballerosidad es parte de su personalidad y su constante protección, parte de su trabajo aún." Pensó ella. "No confundas"
Lo cierto es que había leído muchísimos libros de amor, pero la tinta no es tan caliente como la sangre y nunca experimentó realmente ese sentimiento.
"¿Esto es eso?¿Las mejillas rojas, el pulso elevado, la necesidad de un beso?" Pensó, su mente iba a toda marcha "... del primer beso."
Cayó en la cuenta de que quería que él sea su primer beso, y las mejillas le ardieron.
De repente comprendió que había estado mirándolo más tiempo del que una persona normal generalmente mira a otra si no tiene ninguna intención y, con una risita nerviosa y visiblemente incómoda, cambió de tema.
Se aclaró la garganta y preguntó.
- Nunca me contaste trabajas tú...antes de mi.-
El corazón le latía enloquecido en el pecho e incluso notó que las manos le temblaron un poco, y esperó que él no lo note.
Kyojuro no dijo nada ante la pregunta.
Siguió caminando con la mirada al frente, y aunque nunca había preguntando eso, él supuso que eventualmente la pregunta llegaría.
- ¿Kyojuro?- preguntó ella, inclinándose levemente hacia adelante para verlo a la cara.
- Es...una larga historia.- él pareció vacilar.
- Me gustan las historias largas. Y da la casualidad que justo ahora tengo mucho tiempo.- le sonrió.
Él sonrió. Kyojuro se debatió entre hablar y no hacerlo. Era verdad que él siempre había sigo muy reservado en cuánto a su vida, pero confiaba en ella. Sabía que su mente era fértil y que sería capaz de comprender la naturaleza de lo que iba a contarle. Además, se sentía mal mintiéndole, porque ella confió en él.
- Bien...- dijo, y tomó aire.- Mi padre era parte de una organización paramilitar, podría decirse. Conformaba un Cuerpo de Cazadores de Demonios.-
Caminaron más despacio. Él le habló de todo. Le contó del Cuerpo, de la familia Ubuyashiki, de los demonios, los entrenamientos, las posturas y respiraciones, sus compañeros, las peleas... dejó salir cosas que habían sido secretos por muchos años. Le contó lo que era un Pilar, y cómo él fue su sucesor una vez que su padre no estuvo en condiciones de seguir combatiendo. Y como hace 4 años atrás, había estado a punto de morir.
Ella escuchó todo lo que él dijo sin interrumpirlo nunca. Y aunque a veces el relato parecía una historia de fantasía, él hablaba con tanta seguridad que despejaba cualquier duda.
Sinceramente se esperaba cualquier cosa menos eso.
No ignoraba la existencia de los demonios. Su madre solía decirle que conoció una familia de mujeres muy poderosas que, según las malas lenguas, veneraban a un demonio que les proveía sus riquezas. Y no le pareció descabellado...
-Bueno...ahora muchas cosas tienen sentido.- dijo, finalmente luego de pensar y entender.
- ¿Por ejemplo?- quiso saber él.
- Tú.- Rió ella, levemente- Tu forma de ser, no eres un soldado cualquiera. Es decir... de alguna forma lo sabía. Mi padre no hubiera escogido a nadie que sea menos que excelente en su labor. Pero esto...-
- Él no sabe todo lo que te conté.- aclaró.- Sólo sabe de mi habilidad con la katana y la lucha. Nadie lo sabe, para el mundo solamente somos una familia de samuráis.-
- Bueno si, evidentemente quien le dio tus referencias omitió algunos detalles.- Rió otra vez Yuzuki.
Y Kyojuro se sintió tranquilo al oírla. La risa de ella ante tanta información que él común de la gente no creería, le dio paz, lo hizo sentir liviano.
- Y...¿que piensas?- quiso saber entonces. Era una pregunta necesaria.
- Que eres una persona increíblemente interesante. - dijo, y se detuvo para mirarlo, poniéndose frente a él.- Quisiera escuchar todas tus historias. Ojalá puedas contarmelas...-
En ese momento que sus miradas se fundieron, Yuzuki recordó su sueño. Ella consumida por el fuego...
"¿Que es esto...que debo ver allí?" Se preguntó Yuzuki. "¿Es que ese sueño tiene que ver contigo, Kyojuro? ¿No habla de mi condena, sino de ti?"
- Debes mantener esto en secreto...- le advirtió él.- Entenderás que es un tema...poco convencional.- dijo él, y le sonrió.
Ella asintió, aún perdida en sus ojos.
"¿Cómo es que no había notado lo bellos que son? Y tu sonrisa...cuántas veces te vi sonreír sin notar lo perfecta que es." Pensó ella, y se sintió como esas doncellas enamoradas de los libros que leyó.
Quién diría...
- Te lo prometo.- dijo Yuzuki y alzó su dedo meñique.
Él entrelazó el suyo, riendo.
Hablar de todo eso lo hizo sentir bien. Saber que ella era receptiva a su historia de vida, confortó su alma.
Liberó un peso de su ser.
Luego de comprar ropa y un par de cosas más, se sentaron en un parque pequeño, bajo los árboles. Hacía bastante calor ya, supieron que debían regresar.
- Sabes... tendré que enviarle una carta a tu padre pronto...- Dijo Kyojuro, y Yuzuki se tensó notablemente.- Pero tranquila, no diré nada que pueda comprometerte. Pensé en decirle que estás conmigo...pero si le digo eso y no te llevo de vuelta, nos buscarán a ambos. Así que le enviaré la nota con mí viejo cuervo kasugai, para no tener la necesidad de poner dónde estamos.-
-Un...¿que?- preguntó Yuzuki, alzando una ceja.
Kyojuro le explicó la función e importancia de esas aves durante su carrera. Y que cuando el Cuerpo se desintegró, él pidió quedarse con el suyo.
- ¡Pero que ave más maravillosa!-
- Es muy útil, aunque ya está bastante mayor.- rió él, levemente.
- Y...¿crees que llegará a casa?- Preguntó Yuzuki.
- Lo hará. Es muy listo. Y si se pierde quizá hasta te haga ganar tiempo para pensar.- sonrió Kyojuro.
Así que, esa misma noche, Kyojuro redactó la carta.
Se sentó en su habitación, con papel y tinta frente a él. Sabía que decir, y también sabía que mentiría.
Pero era el camino que había elegido.
Pensaba, o quería creer en realidad, que Tetsuo Gotō recapacitaría en este tiempo lejos de su hija. Que alejados, entendería la razón del conflicto y que quizá, cuando ella estuviera lista para volver, Tetsuo habria reconsiderado su insistencia en casarla.
Kyojuro suspiró. Y puso manos a la obra.
En la carta a Tetsuo le dijo que le estaba siguiendo los pasos a Yuzuki aún y que le diera más tiempo para llevarla. Le dijo que su hija había vendido joyas de su propiedad y que con eso subsistia. También mencionó que, cuando ese dinero se acabe se vería más limitada para moverse y allí él la encontraría. Le dejó en claro que estaba bajo la pista correcta y que confíe en él.
Cuando la misiva estuvo lista llamó al cuervo, le dio el sobre y le indicó la dirección. El animal se alejó batiendo las alas en la noche oscura.
Kyojuro sabía que no era correcto mentir,que estaba apelando a la confianza de un padre que seguramente está dolido, cuya hija está en la casa del supuesto guardián que debía devolverla pero que el nombrado guardián está sintiendo deseos irrefrenables hacía la joven.
"Vaya maraña de situaciones en las que me he metido." Pensó mientras veía al cuervo alejarse volando.
